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Ha estallado la memoria.jpgCazarabet conversa con...   Gonzalo Pasamar, editor de "Ha estallado la memoria. Las huellas de la Guerra Civil en la Transición a la democracia" (Biblioteca Nueva)

 

 

Un buen libro desde Biblioteca Nueva.

Este libro de historiografía se encuentra dentro de una colección, la de historia, dirigida por Juan Pablo Fusi.

Gonzalo Pasamar es el encargado de la edición de este libro que reúne el trabajo de trece estudiosos, que provienen de diversas áreas de conocimiento y que bajo un programa dentro del Proyecto del Plan Nacional de I+D+I que lleva por título “La memoria de la guerra civil española durante la transición en España” , reúne las mejores síntesis y reflexiones sobre cómo afectó el tardofranquismo y la Transición, con  los recuerdos de la Guerra Civil y el tiempo, los diferentes “tempos” de la era de Franco. Lo hacen tanto desde la perspectiva de la política como el de la cultura.

Pasamar ha tenido el privilegio de trabajar o de encargarse de la edición de este libro de historiografía que trata de qué ha dejado la Guerra Civil de la Transición a  la Democracia para Biblioteca Nueva con unas plumas impresionantes , especializadas y de “gran valía”, tal es el caso de Pablo García Ruiz, Manuel Contreras Casado, Enrique Cebrián, Juan Sánchez González, José Antonio Rubio Caballero, Enrique Bernard Royo, Alfonso Pinilla, Gema Martínez de Espronceda, María Palmira Vélez, Miguel Ángel Sanz, maría Ángeles Naval y Pablo Aguirre.

La memoria es tratada con “especial mimo” y con un trato indefinido en este libro…..

La sinopsis del libro:

La memoria entendida como recuerdo del pasado, experiencia del presente y componente de las expectativas de futuro es una noción especialmente flexible que no se deja encerrar en un solo tema y disciplina, aunque la investigación histórica se ofrezca como uno de sus principales terrenos. Los recuerdos de los españoles respecto a la Guerra Civil y de la era de Franco, sobre todo en la política y la cultura, son abordados aquí desde la sociología y la disciplina histórica.

El autor de este libro , Gonzalo Pasamar ,que trata sobre cómo aquello que dejó la Guerra Civil Española estuvo presente y residente en la sociedad española durante la transición española es profesor titular de la Universidad de Zaragoza, realizándose y especializándose a los estudios de teoría e historia de la historiografía. Es autor del Manual:”La Historia Contemporánea. Aspectos teóricos e historiográficos que editó Síntesis en el año 2000.

 

Cazarabet conversa con Gonzalo Pasamar:

G. PASAMAR. FOTO.JPG-Gonzalo, con relación a otros muchos libros que tratan sobre cómo nos miramos a nosotros mismos sobre la Memoria Histórica; qué nos ofrece éste de diferente….

-Ha estallado la memoria es una investigación histórica resultado de un proyecto de I+D+i titulado “La memoria de la Guerra Civil durante la Transición a la democracia”, que pone el acento en la complejidad y cambios de lo que llamamos “memoria social”, e incluso en algunos momentos teoriza. Se centra en el período de la Transición y parte de la base de que la Guerra Civil, y algunos recuerdos asociados a la misma como la República, el exilio y la postguerra, fueron el principal componente memorial de los españoles que vivieron el citado periodo. Aunque en la Introducción ya se advierte que no se pretende abarcar todos los terrenos ni todos los tipos de recuerdo, el libro pone el acento en dos problemas básicos y sus relaciones: cómo se usó la memoria política, y cuál fue el impacto del recuerdo en el mundo cultural. Las plataformas o ámbitos en las que se detiene son de hecho variados: la prensa, las encuestas de opinión, la justicia transicional, la Ley para la Reforma Política, los partidos políticos, el cine, la literatura, la mentalidad de los exiliados, etc. El haber reunido todos estos elementos y el situarlos en perspectiva histórica es, creo, la principal originalidad del libro.

-El período de la transición, ¿fue un período estable o más bien al contrario para los que hicieron la historia y para los que se avinieron a contarla?

-El período de la Transición se caracterizó, como han señalado infinidad de testimonios, por fuertes incertidumbres y por la sensación de que se estaba entrando en una etapa nueva cuyo desenlace se desconocía. La sensación de inestabilidad fue especialmente alta entre 1976 y 1977. A partir de 1982-83 se difundiría una narrativa sobre la Transición que la consideró un modelo exitoso. Es cierto que durante los años 1980 y comienzos de la década de 1990 hubo un interés por la transición española en Latinoamérica y en Europa del este, y que los politólogos tendieron a considerarla como un “modelo”. Sin embargo, la simplificación de la citada visión épica de la Transición ha tendido, en algunas ocasiones, a ocultar la importancia de las mencionadas incertidumbres –junto a otros elementos como la violencia– y a mostrar este acontecimiento como si fuese un exclusivo asunto de ingeniería política; lo cual, obviamente, es una simplificación que ayuda poco a entenderla.   

-¿Qué carencias vitales tuvo y ha retenido durante los años la Ley para la Reforma Política en lo referente  a la memoria Histórica…..qué poco “caso” o “homenaje” se les hizo a los que perdieron la guerra porque los que la ganaron (si es que alguien gana las guerra) sí que se vieron, más o menos compensados…?. Vamos que lo de la amnistía no suena a nada que tenga que ver con una plena transición desde una dictadura a una democracia, más bien casi otra manera de rebozarse en la victoria y el escarmiento…

-La Ley para la Reforma Política fue el resultado de una hábil estrategia para evitar que una pretendida reforma del franquismo desde dentro impidiera su propio desmontaje político. Debemos partir de la base de que quienes defendieron esta Ley querían traer a España un sistema parlamentario porque consideraban agotadas las instituciones políticas franquistas, o demasiado hipotecadas por la legitimidad del franquismo procedente de la Guerra. Es cierto que los acontecimientos que van de enero de 1977 a las elecciones de junio, fueron más allá de lo que imaginaron algunos de los artífices o defensores de dicha Ley (por ejemplo, de Torcuato Fernández-Miranda, quien se marginó de la política en la primavera de 1977, o de un sector importante del Ejército, que apoyó el proyecto de Suárez pero no esperaba en absoluto que fuese legalizado el Partido Comunista). Ahora bien, para entender en profundidad el significado de la Ley para la Reforma Política, y de la Ley de amnistía de septiembre de 1977 (que fue una de las primera leyes aprobadas por el nuevo Parlamento), debemos dejar de lado nuestra actual perspectiva memorial para dar prioridad a la perspectiva histórica, esto es, al hecho de reconocer que la visión de la “justicia transicional” (incluso la idea misma de justicia transicional) y la propia imagen de la Guerra han cambiado en los últimos 25 años.

Por un lado, desde el punto de vista del derecho internacional debemos observar nuestro actual concepto de justicia transicional (la idea de que reparar a las víctimas y castigar a los culpables constituye el punto de partida para una “verdadera” transición) es una noción desarrollada sobre todo tras el final de la Guerra fría (aunque cuanta con antecedentes en los años ochenta en el terreno internacional). Esta noción apenas si existía en los años setenta (o se circunscribía a los procesos de Núremberg y a la legislación implementada por el parlamento alemán en los años 1950 para impedir que los crímenes nazis prescribieran).

Además también debemos subrayar que nuestra actual visión de la Guerra Civil es hoy es esencialmente distinta de la que se tenía en los años sesenta y setenta: entonces se veía la Guerra como un momento de la historia de España en la que quebró la convivencia entre los españoles, y se separaron completamente las dos Españas. Ahora tiende a verse el período de la Guerra Civil (de un modo mucho más realista a mi juicio), además, como una época de verdugos y víctimas que preludió los fenómenos de genocidio que han caracterizado a la edad contemporánea en términos generales.

De hecho el objetivo de la Ley de amnistía de 1977 no fue la justicia transicional, en el sentido en el que nosotros entendemos este término, sino la liberación de los presos políticos de las cárceles franquistas y, de modo secundario, una simbólica reconciliación entre las dos Españas en materia judicial (así lo interpretaron al menos los partidos políticos en setiembre de 1977). Es curioso observar, además, cómo el tema la Guerra Civil (o si se quiere la asociación de imágenes Segunda República-Guerra Civil) estuvo absolutamente “presente” –directa o indirectamente– en la cultura de los años de la Transición, pero el asunto de la búsqueda de las víctimas no fue objeto de interés social y no apareció apenas en los medios de comunicación de esos años. ¿Se puede llamar a eso “desmemoria social”? Personalmente me parece una simplificación el hacerlo así, ya que las encuestas de opinión no indican en absoluto que hubiese una falta de memoria sobre la Guerra Civil en aquellos años. Prefería, en ese sentido, enfocar el asunto de una manera más compleja.

639988_1.jpg-Pasaron muchos años, hasta varios gobiernos del socialista Felipe González, y nada se hacía para una verdadera recuperación de la Memoria Histórica, me refiero a una recuperación que fuese digna para con todas las víctimas y que mirase, también, de frente a los que más perdieron en aquella guerra defendiendo los valores de la II República. ¿A qué se puede atribuir?

-Los gobiernos de Felipe González, preocupados por temas como la modernización socio-económica e institucional y la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (a partir de 1986), aplicaron las mismas pautas políticas sobre la memoria de la Guerra Civil que se habían aplicado durante la Transición: el considerar la “presencia” de la Guerra y el franquismo un asunto que quedaba cancelado por la edificación de las instituciones democráticas, y dejarlo como un mero asunto de curiosidad artística, intelectual o de estudio para los historiadores. El que hayan tenido que pasar años para que la memoria social de las víctimas de la represión del franquismo haya sido resucitada gracias el paradigma de la justicia transicional se debe a varios factores. Citaría entre ellos: 1) la presencia de nuevas generaciones de que han saltado a la escena pública, y cuyo conocimiento de lo que fue la Guerra y necesidad de recordar son distintos de los que tuvieron las generaciones de los años 1950 a 1970 (estos últimos, conscientes de que la Guerra y la posguerra les habían influido en sus vidas y carreras, preferían “pasar página” en cierto sentido y se conformaban acaso con un “interés cultural”). 2) La Transición (que se había interpretado en los años 1980 como una época heroica de reconciliación), ha comenzado a ser revisada en las tres últimas décadas, y a ser vista como un periodo de carencias (entre ellas, la “carencia” de una política de la memoria); y 3) que desde la década de 1990 se ha desarrollado a escala planetaria (como resultado de la globalización) una “cultura de la memoria” según la cual el hecho de “recordar” tiene un valor de movilización social y de reivindicación de los derechos humanos, y el de “olvidar” se considera algo negativo, casi equivalente a impunidad.

-¿Por qué desde el PNV y desde ETA  las políticas de la memoria en torno a la II República se ven o se entienden y estudian como de manera diferente?

-Las memorias de la Guerra del PNV y de ETA también estuvieron sujetas a cambios generacionales y de estrategia política, y creo que el texto del profesor José Antonio Rubio Caballero, que aborda ese punto, encaja muy bien con la teoría de la memoria cambiante que se defiende en este libro.

Durante su etapa de exilio, el PNV defendió una visión heroica de la defensa de los derechos vascos durante la Guerra Civil. Cuando entró en el parlamento español durante la Transición, el PNV defendió también una política de reconciliación. Paralelamente la ETA, cuyos militantes pertenecían a generaciones más jóvenes, ya en los años 1960, rechazó siempre la interpretación heroica de la defensa de la República y apeló a la idea de que la lucha del PNV al lado de la República fue una lucha inútil, una coartada para seguir manteniendo a los vascos bajo la opresión de España. Estas diferencias políticas y generacionales guardan ciertos paralelismos formales (no de contenido, pues el discurso es diferente, ni de estrategia) con los cambios que se dieron en general en la oposición en la España de los años sesenta. En esa década, surgieron una serie de partidos políticos a la izquierda del PCE que, por razones generacionales y de estrategia, también se movieron ignorando la memoria de la Guerra Civil.

image002.jpg-Hay un capítulo en el libro que trata sobre cómo la prensa española y la francesa “miraron” al proceso de la Transición …, para los que no han leído todavía el libro: ¿en realidad se produjeron diferencias en el tratamiento de los acontecimientos que tuvieron a ver con la transición?

-Aunque el citado capítulo, escrito por el profesor Alfonso Pinilla, no hace más que plantear el tema (pues lo ha tratado en otros lugares también), resulta obvio que la atención que prestó Francia a la Transición fue, además de sostenida, bastante más plural que la que prestó la prensa española, al menos al principio. Destacaría dos diferencias formales: 1) en Francia había una masa muy importante de exiliados (muchos de ellos en activo y de segunda generación; a diferencia de lo que ocurría con México donde la emigración allí se asentó y envejeció), que tenían cierta influencia en la prensa de izquierdas. 2) En España no se puede hablar de cierta libertad de prensa hasta bien avanzado el año 1976; solo entonces (y debido al cambio de gobierno con el nombramiento de Suárez como presidente del ejecutivo) se puede decir que la prensa comienza a reflejar claramente lo que está sucediendo (aun así, en España no se levanta legalmente la censura hasta la primavera de 1977). 

-Pero en España, en la prensa Española, durante ese período, perdone que no lo recuerde mejor, pero soy muy joven y todavía estoy con estos capítulos … sí que pareció que durante la transición hubo como una “renovación”, un “aprovechamiento” de la situación …. ¿Qué nos pueden comentar? (por ejemplo la revista Opinión podía ser un ejemplo, nunca mejor dicho)

-En realidad, la transformación del mundo de la prensa se inicia en los años sesenta con la aparición de medios de cierta relevancia ajenos al Régimen (magazines y ciertos periódicos y revistas culturales). No obstante, los años que van de 1966 (fecha de promulgación de la Ley de Prensa e Imprenta) a 1975 van a ser extremadamente duros para la prensa, debido a la censura y, en especial, a declaración del “estado de excepción” en los primeros meses de 1969 (con cierres de periódicos y numerosos secuestros de números). A partir de 1974, cuando se aprecia un cierto (no completo en absoluto) levantamiento de la censura, se produce una auténtica explosión de publicaciones. El surgimiento de una nueva cultura política, relacionada con la democracia de partidos, en los años 1976 y 1977, parecerá un momento propicio para fundar revistas y magazines, aunque también hay que subrayar que es igualmente el momento para que desaparezcan otros medios que vienen de atrás y que sufrirán profundamente la crisis económica que caracterizó al período (estoy pensando en Triunfo y Cuadernos para el Diálogo). 

-¿Tanta diferencia hay si miramos al tratamiento que se ha hecho de la memoria histórica desde el campo audiovisual?

-Existe un cierto paralelismo entre lo ocurrido en el mundo editorial, la prensa y el mundo audiovisual durante los años del tardofranquismo y los inicios de la Transición. Durante ese período, una serie de editores, directores de periódicos y de magazines, y directores de cine, se esforzaron en dar a conocer una memoria de la Guerra distinta de la propaganda oficial. El objetivo, además de desmitificar el tema, era lograr que las nuevas generaciones, que o no habían vivido la Guerra como adultos o solo habían vivido la posguerra, tuvieran un cabal conocimiento de lo que ocurrió después de 1936 y pudieran huir de los engaños o silencios de la propaganda franquista. En el cine, la memoria sobre la Guerra Civil –más allá de la propaganda oficial– comenzó a mostrarse abiertamente a partir de 1976. Los datos de número de espectadores demuestran que existía un vivo interés hacia la Guerra y sus consecuencias entre los españoles. La famosa película de Basilio Martín Patino, Canciones para después de una guerra, acaso la película memorial más importante de aquellos años, cuya representación fue autorizada por el Ministerio de Información y Turismo en el verano de 1976, responde a este patrón: su director pretendió con ella dar una visión descarnada de la posguerra y mostrar cómo se tomaba la gente las calamidades de entonces a través de las canciones y la música. Un período que las nuevas generaciones o no lo habían vivido o apenas lo recordaban. Las imágenes de la película contrastan con la propaganda que había lanzado el segundo franquismo (a partir de 1964) y que se basaba en el eslogan “paz y progreso”.

G. PASAMAR. FOTO (2).JPG-El capítulo diez con claras referencias a una de las letras que dedica Labordeta ( y al  propio Labordeta y a aquello que quedó por decir) es muy emotivo, bello y esclarecedor:”….Grilletes que dejan huellas sin borrar…”…. Si lo reflexionamos y miramos atrás nos damos cuenta de que quedan , todavía, muchos grilletes…¿qué nos puedes comentar?, aunque algunos de esos grilletes incluso fueron abiertos por publicaciones vinculadas con Labordeta como Andalán, por ejemplo proyecto periodístico y de difusión cultural desde lo aragonés en los que se involucraron, desde su fundación, personas como Labordeta.

-La llamada “canción de autor” fue una de las vías más creativas a través las cuales se expresó la cultura de la protesta contra la dictadura franquista durante los años del tardofranquismo y la Transición. Su uso de la metáfora (como la que aquí se muestra) y en general el recurso a poetas ignorados e incluso prohibidos por la cultura oficial, como Miguel Hernández o Antonio Machado, fue la manera de expresar de modo subrepticio y artístico lo que no se podía manifestar de una manera más directa ¿Qué papel jugó la memoria de la Guerra en estas manifestaciones artísticas? Pienso que el cancionero de José Antonio Labordeta ilustra bastante ese papel, y su participación en una revista aragonesista de izquierdas como Andalán también ayuda a entender ese papel. En Andalán están muy presentes el interés por la historia y la memoria de la Guerra Civil. Su objetivo fue el ya comentado en anteriores respuestas, esto es, el objetivo cultural de muchos proyectos de la época del tardofranquismo y la Transición: el mostrar sin tabúes, y sin otros condicionantes que la censura oficial, lo que fue la historia y los problemas de Aragón en épocas recientes. Como otros cantautores (y como los redactores de Andalán), Labordeta perteneció a la generación de los niños de la Guerra (nació en 1935) y, en su Cancionero, este hecho constituye un punto de referencia notable, el origen de las miserias; pero lo que más preocupaba a Labordeta, como a otros cantautores, eran los efectos de la transformación de España a resultas de la modernización de los años sesenta: pérdida de las señas de identidad de la población  rural, la explotación del obrero rural, la emigración a la ciudad, etc. Se trataba de las “huellas” dejadas por esos “grilletes” a los que se refiere el texto.  

-La literatura, los trabajos de investigación periodística, los de investigación social de aquellos años de transición y dictadura … son más que necesarios … son precisos e imprescindibles, pero cuando se llega a establecer eso que en el capítulo 11 se llama como “El Puente Literario”, se me asoman unas dudas: los años sesenta fueron importantísimos en muchos sentidos, tanto dentro como fuera de España … pero explícanos eso del “puente” del año 1963 al año 1968 … ¿De alguna manera, desde el campo de la literatura, se veía el final de la dictadura, con la muerte del dictador y se “prepararon”?

-En los años sesenta (tomando como punto de referencia el año 1963, con la celebración del Congreso Europeo de Munich) se produce un acercamiento entre el exilio y los intelectuales disidentes del interior de España. El Puente Literario es un ejemplo interesante pero no único. Puede citarse también, por ejemplo, las colaboraciones que realizaron, bajo seudónimo, el profesor Enrique Tierno Galván y Raúl Morodo en la revista neoyorquina Ibérica, impulsada por la intelectual exiliada Victoria Kent. No creo que se trate de que los intelectuales “viesen el final” de la dictadura –estamos hablando todavía de la década de 1960–, sino que se trataba del hecho de que se estaba asistiendo a una transformación de las relaciones entre la disidencia interior y el exilio. La disidencia interior iba cobrando cada vez más fuerza y marcando poco a poco las pautas a la oposición del exilio. Esa es la razón de que pudiese darse la impresión de que desde el campo de la literatura parecía que los intelectuales se “preparaban” para la muerte del dictador. Pero creo que eso es solo una impresión.  

-Finalmente, ¿cómo actúa, cómo ve, siente y digiere, el exilio a la democracia con la transición con la ley de amnistía, los años lentos siguientes, la nueva ley de la memoria y el actual panorama de “punto muerto”….?

-El exilio tiene múltiples vertientes que están todavía por investigarse, a pesar de que se trata de un tema muy atendido que cuenta con interesantes plataformas de estudio y una bibliografía rigurosa. En realidad el retorno del exilio comenzó de manera lenta y desigual ya en la posguerra. Ahora bien, los exiliados “históricos”, personas ya mayores responsables políticos e intelectuales que habían hecho la Guerra, quienes decidieron regresar o visitar España durante los años de la Transición, lo hicieron, en primer lugar, con la expectativa o esperanza de que España recuperase sus señas de identidad de la historia reciente y de que el país hubiese cambiado. En este caso es posible que se llevasen cierta decepción en lo que se refiere al tema de la memoria, pues la España de 1976 y 1977 seguía conservando intactos todos los lugares de la memoria de la Guerra erigidos por el bando franquista a lo largo de las décadas precedentes. Sin embargo, también es cierto que entre los exiliados había calado una cierta idea de reconciliación, y de estos que contemplaban con cierta esperanza las nuevas instituciones democráticas. Es seguro que se vieron influidos por el desencanto que se difundió en España a partir de 1978. Ahora bien, la forma de pensar de los exiliados con respecto a lo que llamaríamos hoy la justicia transicional no creo que fuese entonces muy distinta a la que tenían muchos españoles del interior. No veían la reparación de las víctimas como una condición imprescindible para que se produjera la Transición, sino que cifraban el cambio en la capacidad de participación de la izquierda y en la voluntad del gobierno Suárez de desarrollar la Ley para la Reforma Política.

 

 

 

Ha estallado la memoria.jpg19258
Ha estallado la memoria. Las huellas de la Guerra Civil en la Transición a la democracia. Gonzalo Pasamar (ed.)
344 páginas      17 x 24 cms.
22,00 euros
Biblioteca Nueva



La memoria entendida como recuerdo del pasado, experiencia del presente y componente de las expectativas de futuro es una noción especialmente flexible que no se deja encerrar en un solo tema y disciplina, aunque la investigación histórica se ofrezca como uno de sus principales terrenos. Los recuerdos de los españoles respecto a la Guerra Civil y de la era de Franco, sobre todo en la política y la cultura, son abordados aquí desde la sociología y la disciplina histórica.

Gonzalo Pasamar
Profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, se ha dedicado a los estudios de teoría e historia de la historiografía. Es autor del manual La Historia Contemporánea. Aspectos teóricos e historiográficos (Madrid, Síntesis, 2000).

 

 

 

 

 

 

 

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