Cazarabet conversa con... Nora Méndez, autora de “Pájara
en fuga. Memorias de una anarquista centroamericana” (Volapük)
Volapük nos brinda y nos acerca a las memorias
de una anarquista centroamericana.
En la escritura de este libro está, se
encuentra y se nos presenta Nora Méndez y colaboran: Camila Carcach,
Andrés Méndez y Castriván.
Lo que nos cuenta Volapük del libro:
Este es un libro dividido en dos etapas que
reflejan la consecuente vida de su autora. Es un libro brillante, una literatura
sólida y hermosa, que nos hace sentir, además, menos solos y recuperar nuestra
estatura de personas. La primera parte narra los capítulos de encierro, tortura
y violación que vivieron cientos de personas en América Latina en los años 80.
Clara revisa sin distanciamientos la vida familiar, así como sus amores y la
vida en la guerrilla urbana y la cárcel. A Diario Aviario va al otro punto del
camino, la madurez emocional y corporal, de un mismo cuerpo que es el libro con
su autora, por donde pasa de todo: tiempo, hijos, crisis, pobreza, desempleo,
desalojo planetario. Nora Méndez nos advierte de que estamos lejos de salvarnos
del horror y más lejos aún del principio de justicia, para a su vez nos llama a
celebrar que en esa muerte diaria contra el sistema también existe una
esperanza y es la de avanzar en contra, la de destruir el tiempo construido por
el patrono y retomar el del sol, los animales y las plantas y salvarse en su
calor. Quien sea humano amará este libro. (María Ibarra, narradora argentina)
Este libro se compone de tres partes
entrelazadas en la vida y en la reflexión sobre el Poder. La primera parte,
«Clara», es una novela autobiográfica; la segunda parte, es el poemario
«A Diario Aviario»; y la tercera es el cuento «E.T. Phone,
home». A lo largo de las tres partes se ve cómo se transita desde el comunismo
y la lucha de vanguardia hacia el anarquismo, hacia caminar nuevas formas de
vivir que no giren ni en torno a la organización ni en lo estrictamente
personal.
La autora, Nora Méndez:
El Salvador, 1969. Escritora, anarquista hippie, melómana, peripatética y
filósofa. Vive en San Salvador, la ciudad de sus muertos, criando a su hija y
sembrando árboles frutales. Dirige una editorial independiente por el placer de
salirse con la suya y saltar sobre los abismos de la política y la censura.
Llora todo el tiempo, es su manera de contribuir con la lluvia.
¿Cómo presentaría Nora Méndez su propio libro?
.Así lo hace: "Fui capturada junto a otra compañera de las FAL en una
pensión de mala muerte en San Jacinto, donde vivíamos de manera semiclandestina desde hacía dos meses. Éramos comandos
urbanos, de esas cipotas que iban a clases y después
—a la salida— ponían bombas. Mi novela es un testimonio y una novela basada en
aquellos días adolescentes y maduros en los que nos jugamos la vida por cambiar
las condiciones sociales y económicas de la mayoría en el país. Nos capturaron
un 14 de febrero de 1989 /qué romántico/ y permanecimos desaparecidas en un
término de 72 horas para luego pasar una breve temporada en Cárcel de Mujeres.
Es un relato alucinante, de 20 capítulos como la baraja del Tarot sin la
muerte, que relata esta historia de una mujer de 19 años en la cárcel y además
la historia de las nuevas mujeres de la sociedad de clase media. Los anti
valores de mujeres nuevas que se hicieron los valores modernos. Mi novela da un
vistazo crítico, mordaz, frío a las condiciones de lucha, el papel de los
jesuitas y los padres de familia, los militares, Tutela Legal y hasta da un
paseo desnudo con coreografía de Flash Dance en una cárcel llena de mujeres y
deseos. Esta es mi historia y por fin la he contado. Cuando lean la novela
comprenderán el por qué de mi cansancio y el custodio especial a mi
persona".
Así, vamos saliendo de la novela para ir adentrándonos en la segunda parte: el
poemario «A Diario Aviario». Como un ave con el ala rota que siente que tal vez
no pueda volver a volar y, aun así, primero se refugia un tiempo y poco a poco
va agitando el ala, adentrándose en los zarzales donde no puedan verla para ir
picoteando y recobrándose… Es cuando el anarquismo le ayuda a abrir las alas y
a volar en libertad, dejar de vivir para estar al acecho de la presa para
empezar a vivir viviendo.
Si me centro en mí
camino en círculos.
Si me centro en ellos
camino a la deriva.
Si me centro en lo imposible
camino nuevas vidas
que pueden ser nueve
como los infiernos
o la vida de los gatos.
La tercera parte es un cuento que de alguna forma es también un aviso que nos
pone a reflexionar sobre el Poder: «E.T. Phone,
home». Es un cuento con un ritmo interno muy notable, que vas sintiéndolo a
medida en que vas adentrándote en él, te envuelve y te revuelve.
El libro emana ese amor que ha puesto la familia de Nora que camina junto a
ella a lo largo de todo el libro, tanto en las ilustraciones, que son
creaciones de sus hijos Camila Carcach y Andrés
Méndez que completa Nora con las suyas, como los poemas que abren con
delicadeza e intensidad cada parte del libro, escritos por su hijo Castrivan.
Volapük es una de las editoriales con “más
ósmosis” con el proyecto de Difusión Cultural Cazarabet
Cazarabet conversa con Nora Méndez:
-Amiga, ¿Se trata de un libro en el
que vuelcas tus vivencias como un testimonio disfrazado de novela?
No es que mi vida haya sido de película pero
en verdad fue así, tal y como la cuento, al menos así la viví yo, con esos
ojos, con esos lentes de poeta pues escribo desde los siete años. Cuando la
publiqué acá en El Salvador la pregunta era la misma y lo sigue siendo; debes
recordar que lo mismo le pasó a Gabriel García Márquez con su Cien años de
soledad y comentaba más o menos lo mismo. Creo que los surrealistas viven en
mí y veo la vida de una manera un
tantito diferente o bella a pesar de que muchos dicen que es gris. No es un testimonio porque es una construcción
literaria y no es una novela de ficción porque es mi vida y la de muchos otros.
-Es una relato muy bello, pero a la vez
como muy claustrofóbico…no hay salida?, al menos en el plano físico como
persona…así que hay que darle más paso y poder a la mente…¿Es así, más o menos,
cómo la pensaste la trama?
Pensé en lo que nos pasó a todos los
que vivieron conmigo esos años, pero sobre todo pensé en mi
pues no tuve tiempo de hacerlo. La guerra es algo que te hace correr y salvarte
y la vida que debe continuar te lleva halada y alada por los años sin tiempo
para reflexionar o atreverte a revisar tantas heridas. Sí es claustrofóbica
pues estamos hablando que sucede en una cárcel, en un país con dictadura blanda
pero al fin al cabo dictadura y viéndola en retrospectiva es de una manera
psicológica mi segundo nacimiento. Hay mucha muerte allí, que se concreta en un
prisma alterado, pero en el fondo la cárcel es un útero, es mi otra madre, la
que me devuelve al mundo resucitada a una luz que
también ciega pero permite escapar.
-Tu novela testimonial es muy crítica con todo
y con todos y todas, ¿también con vosotras mismas…?
Sí, es muy crítica pues está escrita por la
Nora de diecinueve años, es ella la que habla y no esta mujer de ciencuenta que ahora soy. Por eso ella no comprende del
todo a su madre ni a todo su entorno y quizás le falte ser un poco más cruel
consigo misma, pero eso cambiará en la segunda parte que ya escribo. Es una
novela introspectiva, busca la verdad de
todos los personajes en un monólogo conmigo misma a quien tampoco conozco pero
perdono. No hago diferencias con mis compañeras de célula tal y como queda
plasmado. Despertar en América Latina de los años ochentas era enfrentarse a
comprender que la misma guerrilla estaba podrida por dentro y por fuera, que la
izquierda era un proyecto contrainsurgente, que habían matado a poetas como Lil Milagro y Roque Dalton y que en Cuba habían personas
censuradas, apresadas, perseguidas y que el monstruo llamado sistema tenía como
siempre dos caras para usarte.
-¿En quién pensabas a la hora de escribir tu
novela?
En mi tiempo, en esa época. Clara relata la
sociedad salvadoreña entre los años 70 y 80, los valores de las familias de
clase media baja -como la mía- pero también los movimientos sociales, las
instituciones, las ideologías. Pensaba en todos los guerrilleros urbanos, las y
los invisibles solitarios que nadie conoció pues no se había escrito sobre ese
capítulo de nuestra historia y quise darles un rostro desde el mío propio.
-¿Desde dónde nace, amiga, tu idea
librepensadora?; la persona que retiene los valores anarquistas ¿se hace o “se
nace” y se va haciendo?
Ese es un tema ontológico muy serio, pero en
definitiva un poco hay siempre de ambas cosas, un poco de materia y otro poco
de proceso y quizás agregaría al proceso no solo disciplina sino fortituidad. En mi caso el vacío de amor me impulsó siempre
a buscarlo, así como los valores de fraternidad e igualdad. No existe una
educación anarquista o para la anarquía, ese es uno de los principios de la
libertad de este proceso, uno va topándose con una misma y con lecturas, con
hechos que la mueven como el amor a los otros y a todo lo que nos rodea o la
indignación contra la explotación, pero sobre todo con el deseo profundo de no
manipular a nadie ni ser manipulado como acostumbra el poder. Muchos confunden
el comunismo con la anarquía cuando en realidad son todo lo contrario. El
comunismo promulga un orden tan severo que desgasta por completo la relación
del hombre con sus semejantes y el entorno, allí se trata de producir para otra
élite y no para el gozo sino para la subsistencia de ese sistema de
imposiciones. La anarquía no tiene nada que ver con la pobreza sino con la
riqueza inmaterial, con la producción infinita de libertad a través de una
producción de bienes para todos, la igualdad no es un asunto de ideas y orden
sino de compromiso mutuo y felicidad.
-Leyendo este libro cobra más fuerza,
en mí, aquello que Don Quijote le decía a Sancho:”La libertad es el bien más preciado…”Y así es. Quien mejor que Cervantes
que fue a la guerra y a la cárcel para saber lo que es perderlo todo, que es la
libertad. Escribir un libro tiene algo muy curioso, es un ejercicio de
meditación pero llevado a cabo de la forma más brutal, con un desgaste físico
descomunal como si se tratase de una carrera o partido. La novela Clara nace de
un viaje que realicé en 2006 a Alemania. Retomar el contacto con el lugar
adonde dejé a Clara antes de regresar a mi país fue el detonante para que
volviese a interesarme por unir mis dos partes y resolver algo casi olvidado en
mi infancia, que es mi pasión narrativa. De chica ejercía mi libertad con la
bicicleta y con las letras, siempre esa combinación ha estado presente,
ejercicio corporal y mental. Creo que escribir es la mayor libertad a la que
puedo aspirar después de caminar.
-Amiga, háblanos de tu labor en El Salvador,
uno de los países de Centroamérica más golpeado por las injusticas, los abusos,
manipulaciones, violaciones de todo tipo….
En este momento me encuentro en la barricada
del desempleo, desde allí se pierden muchas libertades, hay un asedio político
en mi contra por parte de los grupos artísticos beneficiados en los últimos
treinta años por el esquema izquierda-derecha que no
me permite acceder a derechos que como autora podría tener en algunas
instancias culturales. Dentro de ese cerco me he movido los últimos trece
años y para mi literatura han sido de la
buena suerte pues he conseguido publicar por diversos medios y continuar la
labor literaria de rigor estético y ético de personajes como Roque Dalton y
Matilde Elena López. Hubo un tiempo en que fui activista social con mucha
fuerza en plataformas como blogger y facebook pero
esa etapa ha quedado muy atrás. Ahora comprendo que no es en redes sociales que
vamos a derrotar a nadie más que a nosotros mismos o por lo menos no de la
manera en que se está haciendo. Ahora siembro, reciclo y crío, cosas que antes
me fueron negadas por el trabajo. Quedar excluida del sistema laboral por mi
edad me ha hecho libre de mi humanidad y puedo ser más animal y diosa. Ya
sabemos que Dios es un pordiosero o un gato callejero.
-¿Las mujeres son las “perdedoras” “entre el
gran número de perdedores”?. ¿Por qué…? ¿es porque
está todavía más arraigada la sociedad patriarcal allí?
El patriarcado es un símbolo de retroceso en
el progreso, porque esta clase de progreso que nos han impuesto es un retroceso
que se vende como un camino lineal que nos lleva a un punto que no es más que a
estar perdidas como mujeres. El machismo es la peor degeneración del
patriarcado y esta sociedad lo padece con tal fuerza pues hay que recordar que
somos un puente entre la droga y sus consumidores. De ahí que todo el comercio
que esto genera, agrega una cultura de corridos, reguetones,
modas sexistas, hábitos que solo conllevan mayor explotación sexual para las
mujeres, cada vez más niñas. Sin embargo en ese perder, poco a poco se gana, se
gana la conciencia femenina del retorno al matriarcado, del convencimiento
absoluto de que el macho es nuestro peor enemigo porque es el soldado principal
del sistema que nos quita la vida, los hijos, la felicidad y todo lo que juntas
podríamos estar construyendo con nuestro propio liderazgo. Hay luces al final
del camino.
-Pero ese sistema a alguien le debe de ir bien
porque sigue funcionando…
Claro, es un sistema piramidal que funciona
desde tiempos remotos, sino mira cuántas pirámides ocultas hay en el mundo y
que son expresión de este sistema de castigo que se nos impone. Hay gente que
no quiere que volemos o toquemos el cielo, pero nosotros también somos pájaros
o pájaras como ellos, tenemos el mismo ADN divino y la misma capacidad para
subir a la punta de la pirámide. Lo que pasa es que ellos tienen, como siempre,
el meteorito y las armas, la tecnología y las naves espaciales. Así vamos...
-¿La educación puede
que sea la piedra angular de la cual aprender a tirar, ¿no?; ¿ pero cómo?
-Porque no todos los sistemas educativos serán los que nos lleven por el camino
de la libertad a conseguir una justicia igualitaria, ¿verdad?; ¿qué nos puedes
decir?..
O la contraeducación,
pues nos educan siempre bajo el esquema de Pinocho: pórtate bien, sé un buen
títere para llegar a ser un niño de verdad, pero son mentiras. Humanos son solo
ellos, tienen fortunas que alcanzan para que vivan sus tataranietos como
humanos, pero nosotros no tenemos más que el trabajo y este nos lo están
quitando las máquinas. Y a esas ya las educaron, incluso nosotros las educamos
en veinte años de participación en internet como conejillos de indias. Les
hemos dicho todo de nosotros, de cómo recibimos la educación que nos dieron y
por qué nos gusta lo que nos dan en los medios de comunicación. Así que hay que
reeducarnos y ese proceso es más lento pues es como quitarse un tatuaje o una costumbre,
requiere paciencia y voluntad. Sin embargo las redes podrían ayudarnos a contraeducarnos si quienes van adelante en esta reflexión
son reconocidos por quienes vamos atrás y se comienza a revertir al algoritmo y
a decirle "este pensamiento libertario me gusta, lo comparto, le doy like", pero para eso también necesitamos quitarnos el
egoísmo y recobrar la empatía y la bondad. El tiempo, que viene recio, nos dirá
qué tanto nos pueden reeducar los golpes...
La educación tal y como está diseñada para que
no sepamos nada, nos atomiza y divide el conocimiento en materias o cursos que
siendo niños no podemos relacionar del todo y que como adultos necesitamos no
relacionarlos para poder especializarnos en algo que nos signifique ingresos.
El sistema está oculto y la educación le ayuda a permanecer así hasta que para
nosotros es muy tarde. Felices quienes han tenido familiares o tutores o amigos
que los han despertado a tiempo.
-Demasiada religión, Iglesia Católica con la
llegada de los españoles, en todo ese proceso de imperialismo, colonización…? ¿Se cumple aquello de que en todo lo bueno hay algo de
malo y viceversa?
Los dioses vienen siendo casi lo mismo en
todas las culturas. Acá en nombre de esos dioses también se mataba. Digamos que
siempre tendremos la duda de qué hubiese pasado si en lugar de haber llegado
hace poco más de quinientos años lo hubiesen hecho posteriormente, sin armas,
en un plan turístico tal vez o investigativo, pero eso es ficción pura dado que
los motivos de la aventura en América fueron meramente económicos, así como
ahora se plantea ir a Marte para trasladar la producción allá (esto último aún
no lo han dicho) y seguir manteniendo libres de saqueos a los ricos territorios
europeos donde viven las élites
económicas, así como de las otras grandes potencias actuales en donde también
se encuentran. El fascismo retorna con la fuerza de siempre cuando estas
personas necesitan reordenar la tierra para ellos, ahora vienen por lo que
queda de América y África y nuestros territorios están amenazados, nuestra vida
no ha dejado de estar en peligro.
-¿Qué papel “juega”, en todo esto, los
jesuitas…?.La matanza de los jesuitas y trabajadoras y trabajadores, en la Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas marca un “antes y un después”, ¿no? , además ellos ya se sentían en
peligro por los grupos paramilitares…coméntanos, por favor…
Entré a un colegio jesuita a los trece años y
si eso no hubiese pasado esta novela tampoco existiría y tampoco habría ido a
la cárcel, así que los jesuitas tienen que ver con todo, como en el mundo,
cierto? A mí me pasó lo mismo que a Roque Dalton, en
un colegio jesuita se me vino el cielo abajo, y estudiamos en el mismo colegio.
Allí conocí la misma doble moral que veía en todos lados. Los curas me
regañaban si me veían metida en cosas de la guerrilla, se molestaban mucho,
pero a otros compañeros los reclutaban. ¿Por qué? El colegio tenía un sistema
de cuotas económicas según un estudio socioeconómico. Yo me llevaba con todos,
con los que pagaban más y los que pagaban menos, así que podía ver los dos
mundos. Uno de esos muchachos que trabajaba en su comunidad con los jesuitas
fue quien me invitó a una reunión de estudiantes de secundaria de la cual salí
como Secretaria General y de ahí lo demás es la novela. Así me metí a la
guerrilla pero a mí los curas me ponían el dedo con mi familia y yo no entendía
por qué a mí no me dejaban en paz y a los otros compañeros sí; con el tiempo
comprendí la desigualdad.
También estudié en la UCA y conocí a varios de
los padres asesinados, todos buenas personas y brillantes en sus
especialidades. Al jesuita que más conocía no lo mataron, él era el padre Jon
Cortina que según supimos por él mismo les avisó a los otros que los matarían
en la Ofensiva pero no le creyeron. Como te explicaba antes, me encuentro
escribiendo la segunda parte de la novela Clara y allí explico mis puntos de
vista y pesquisas sobre el caso de su asesinato. Fue algo impactante su muerte y otra piedra
más en el zapato del pueblo salvadoreño al que han ido dejando solo en este
camino hacia su infierno.
-Después la sociedad queda como rehén, como
desarticulada y como anclada en ciertos valores que se desvanecen…
El Salvador, como toda Latinoamérica, fue
usada por los grandes intereses que traficaron droga desde principios de los 70
hasta la fecha. La salida negociada de nuestro conflicto bélico, que tuvo una
raíz social verdadera, donde murieron campesinos, obreros, estudiantes, niños,
mujeres, ancianos, jóvenes y los padres jesuitas y sus colaboradoras, fue una
salida que tuvo que ver más con los temas extranjeros de la caída del muro de
Berlín y el reordenamiento del mundo que con la resolución de nuestros
problemas. De allí que sigamos en guerra social, de allí que nos recetaron
neoliberalismo puro sin que rechistásemos, de allí que la migración forzada por
la necesidad económica principalmente, sea la que mantiene a flote al país con
remesas y a las puertas de un nuevo conflicto con el giro del mundo hacia el
resarcimiento de la globalización y el levantamiento de muros de toda clase.
-Pero tú en el libro le das aire a la poesía,
cosa que se agradece porque es como que la mente puede con mucho o todo…y la
poesía es un instrumento más, ¿no?
La poesía es el núcleo de mi flor, de mi vida,
de mi arte entero. La poesía me permite escribir novelas, cuentos, canciones,
aforismos, ensayos y hacer dibujos o performance, en fin, la poesía es la que
desde su centro me da vida. Algo que me ha gustado de este proyecto de Pájara
en fuga, liderado por Volapuk que gentil y valientemente lo ha impreso pues soy
una perfecta desconocida, es que los Ilusionistas sociales, los editores a
cargo, publicaron el libro por la poesía, por el camino hacia el desempoderamiento que en ella se vislumbra y ese es un
triunfo en un mundo que nos dice que la poesía es como las mujeres, la gran
perdedora. Pero no es cierto, al menos a mí la poesía me regresó a España, un
destino natural para los poetas de habla hispana.
-¿Las ilustraciones quieren ser un canto
a la esperanza, la del futuro?
Sí, son las expresiones de mis hijos y una
puerta abierta hacia otros derroteros de la percepción artística. Mis hijos,
todos, desde pequeños han mostrado esa habilidad, así como la literatura, todos
lo hacen y además muy bien, mejor que yo, mucho mejor, así que este es un
pequeño paso en su propia vida como artistas y nada me alegra más que lo hagan
conmigo. El proceso más intenso y cercano, por su edad y forma de conciencia,
ha sido con mi hija que además ha colaborado musicalmente con su padre. Algo
interesante de contar es que ellos no han leído los libros para colaborar sino
que sus obras existen independientes y solo las he escogido para acompañar la
mía propia.
-Amiga, ¿qué significa ser mujer y anarquista
en Centroamérica?
Mucha soledad y renuncias que a la vez se
vuelcan en mucha meditación y conexión con la naturaleza. Me considero una
anarquista vegetal, mi mayor aspiración actual es alcanzar el silencio, la paz
de una planta, creo que eso sería un acto de compasión plena para con mis
semejantes y el planeta, pero cuesta, no estoy preparada para callar porque
creo que hablar es también un derecho que tiene como contraparte el deber de
callar.
-¿Y si además a todo esto le sumamos el ser
hija de la tierra, el ser indígena con el activismo social y medioambiental…?
Me gusta esto. Ser indígena. Yo así me siento,
indígena en florecimiento. Vivimos un apocalipsis tecnológico en donde la metropolitización es el lema para ganar más y más plata con
la tecnología de b aja gama como los celulares y los servicios digitales. Ante
ese panorama yo, como muchos, como los indígenas, propongo el retorno a la
tierra, al cultivar colectivo, al cuido materno sin desapego por el trabajo, un
feminismo verde si queremos ponerle color.
-Amiga, ¿cómo ha sido compartir trabajo con
tus hijos?; ¿y cómo ha sido editar y trabajar con Volapük?
Todo ha sido muy hermoso. Poder plasmar el
arte de mis hijos junto al mío es una oportunidad muy grande con Volapuk pues
España sigue siendo un lugar de lectores y lectoras, de gente sensible,
solidaria y que lucha; que nuestros escritos e ilustraciones lleguen allá es un
rito parecido al de las antiguas familias inglesas que tenían cada una Biblia,
una historia de su familia. Pájara en fuga me permitió reunir a toda mi
familia, a la que tuve cuando nací y perdí cuando crecí y a la que ha nacido de
mí, como son mis hijos. Agradezco mucho a Volapük la impresión de este libro,
que además contó con la colaboración de otras editoriales españolas para su
edición como son los Ilusionistas Sociales y La Baragaña,
toda gente linda y solidaria, todos anarquistas de la vida, gitanos, indígenas,
personas listas para dejar de ser y ser más con todo el Universo. Gracias a
ustedes también, Cazarabet, que ahora se unen a esta travesía llena de
dificultades económicas pero rica en sueños y utopías. Gracias.
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Cazarabet
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