Cazarabet conversa con...   Ritama Muñoz-Rojas, autora de “Los Olvidados del Exilio. Cartas de los últimos refugiados españoles” (Reino de Cordelia)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ritama Muñoz-Rojas rescata una buena muestra epistolar de los últimos refugiados españoles.

Un trabajo audaz que describe la humildad, la sencillez y la fraternidad que rodearon y fueron seña de identidad de los refugiados españoles…

Un trabajo minucioso y de “auténtico ratón de biblioteca” que te emocionará y que nos ayuda a entender al exilio en todas sus dimensiones…

Edita este excelente libro Reino de Cordelia que no nos cansaremos de gritar al viento de los sordos, e insulsos, que es una de las Editoriales que con más gusto editor hace su trabajo. El mundo editorial, los escritores, ilustradores que trabajan y colaboran, confiando sus creaciones en las manos de su editor Jesús Egido pueden sentirse más que respaldados, además de orgullosos porque sus magníficos trabajos, Egido sabe elegir, gana en calidad y calidez de cara al lector.

La sinopsis del libro: Estas son las cartas de los últimos exiliados españoles, aquellos que, casi siempre por razones económicas, no pudieron regresar a España después de la dictadura. En ellas reflejan sus sufrimientos, sus temores y el cariño hacia una tierra que seguía presente en su memoria.

Durante la Transición, el regreso a España de los intelectuales, escritores y políticos que huyeron en 1939 puso punto final oficialmente al exilio de la Guerra Civil. Sin embargo, a partir de los años ochenta, cientos de españoles anónimos, la mayoría sin estudios ni medios económicos, se quedaron solos, aislados en el olvido de sus propios compatriotas, que preferían construir la nueva democracia sin mirar al pasado. Para paliar las precarias condiciones de vida de Los olvidados del exilio, a partir de 1984 un reducido grupo de personas crearon la Asociación de Amigos de Antiguos Refugiados Españoles (AARE), para enviarles alimentos, ropa o medicinas y ofrecerles un vínculo que les uniera a su patria. Estas son las cartas con las que los últimos exiliados españoles contestaron agradeciendo esa generosidad. Reflejan sus sufrimientos, sus temores y el cariño hacia una tierra a la que finalmente muy pocos de ellos podrían volver.

La autora Ritama Muñoz-Rojas: Periodista y licenciada en Derecho. Después de hacer el Máster de Periodismo UAM/El País, en 1992, trabajó en distintos medios vinculados al Grupo Prisa, como Cadena Ser, El País o Santillana y en otras instituciones vinculadas a la Educación y la Cultura. Fue responsable de Comunicación de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura y directora de la oficina de Costa Rica de este organismo. En la actualidad colabora con distintos medios, principalmente la revista CTXT.es y prepara una biografía sobre el sociólogo Juan José Linz. Es autora del libro Poco a poco os hablaré de todo. Historia del exilio en Nueva York de la familia De los Ríos Giner, Urruti (Publicaciones de la Residencia de Estudiantes) y de textos en torno al exilio o la Institución Libre de Enseñanza publicados en obras colectivas.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Ritama Muñoz-Rojas:

-Ritama, ¿qué es lo que os llevó a investigar sobre las comunicaciones epistolares de los últimos exiliados supervivientes, refugiados en el exilio...?

-Conozco las cartas desde que era una adolescente. Las cartas de los últimos exiliados en el sur de Francia van dirigidas a una asociación que les ayudó en esa etapa tan difícil, la de la vejez en un país que no es el suyo y en situación personal complicada, principalmente por la falta de recursos económicos y culturales. Necesitaban apoyo para la vida cotidiana y las necesidades más básicas de todo ser humano, y ese apoyo se lo proporcionó la Asociación de Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles (AARE), a las que van dirigidas las cartas de los ya ancianos republicanos desde su eterno exilio. Una de las tres personas que estaba al frente de AARE fue mi madre, Ritama Fernández Troyano; por eso conozco esas cartas desde que llegaban a su destino; siempre me impactó el sufrimiento, la entereza y el compromiso con los valores de la República de los que las escribían. Por muy penosas que fueran sus vidas, no se arrepentían de su lucha por la democracia, la libertad, los derechos humanos. Eso es lo que reflejan estas cartas y por eso me parecía una obligación publicarlas. Agradezco mucho a la editorial Reino de Cordelia y a Jesús Egido que abrazaran el proyecto desde el primer momento. 

¿Qué componente, como atrayente, tiene y retiene el género epistolar?     

-Las cartas conservan el presente de cuando fueron escritas; y son pasado cuando se leen. Es un testimonio mágico; y es un testimonio inocente y totalmente fiable porque se escriben para que las lea alguien y acaban convirtiéndose en documentos que nos permiten conocer la historia de primera mano; son fuente primaria. No encuentro palabras para explicar la emoción que me produce leer una carta escrita en plena guerra de España o desde el exilio o desde un campo de concentración. Las cartas son un verdadero tesoro. En este caso, la voz de los perdedores, la voz de las mejores personas, lo dieron todo por valores y por ideas en las que creían porque querían que el mundo fuera mejor. Lo pagaron muy caro. Y nos lo cuentan y queda claro con sus palabras en sus cartas. No hablan para ponerse una medalla. Hablan porque sienten lo que dicen, lo que dejan escrito.

-¿Hay o hubo algún incentivo qué te ha hecho os ha hecho investigar sobre esto?

-El incentivo es que se conozca nuestro pasado, esa parte de nuestra historia que falta por contar. Completar el relato o, mejor dicho, poner encima de la mesa la verdad que sustituya la no verdad y el relato impuesto durante más de ochenta años. Colaborar en la reparación y justicia para las víctimas del franquismo.

-Muchos de los refugiados republicanos españoles que marcharon al exilio, con lo puesto, al agonizar o al finalizar la dictadura volvieron a su país, ¿por qué crees que los hubo que no quisieron o simplemente no pudieron regresar?

-Hubo familias que rehicieron su vida en Francia, y decidieron quedarse allí. Volver a España después de cuarenta años no era fácil para nadie, de algina manera, muchos tenían que empezar desde cero, porque lo normal era que les hubieran incautado sus viviendas, etc. Pero claro que hubo gente que regresó a pasar sus últimos años a su país. Nos encontramos, también, con un grupo de ancianos cuyas vidas fueron muy difíciles; les costó mucho salir adelante, por razones económicas, de salud o por su escasa formación cultural o profesional. Para ellos resultaba imposible regresar, no tenían medios para rehacer su vida en España, aunque para muchos fuera su mayor deseo.

-En este trabajo te centras en aquellos refugiados españoles que se quedaron para siempre en el exilio en una situación precaria… ¿por qué lo has hecho? Y,por favor, coméntanos de esa situación….

-Conozco estas cartas casi desde que fueron escritas porque se dirigían a la Asociación de Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles (AARE), cuya representante en Madrid era Ritama Fernández Troyano. Es decir, llegaban a mi casa. Siempre, desde los años ochenta, me impresionó mucho lo que contaban estos republicanos de los que nos habíamos olvidado; sus vidas eran realmente tristes.

-Para ayudar a estos refugiados se crea la Asociación de Amigos de Antiguos Refugiados Españoles en 1983… ¿cómo funcionaba esta Asociación? Y ¿cuántos refugiados, piensas, pudieron llegar a beneficiarse de alguna ayuda desde la misma?

-AARE se crea para continuar la labor que desde los años cincuenta venía haciendo Spanish Refugee Aid, fundada por la anarquista Nancy McDonald. En tres décadas, y gracias a aportaciones privadas, sobre todo del mundo de la cultura y la intelectualidad, se ayudó a sobrevivir a miles de refugiados españoles que habían cruzado los pirineos enfermos, heridos de guerra, torturados. Necesitaban ayuda y apoyo para su vida en un país extraño. Cuando muere el dictador, no había excusa para que esa labor se hiciera desde España. Y así surge AARE, como continuidad de SRA. Desde su creación hasta la desaparición de la asociación, su motor fueron tres personas: el sociólogo Juan Linz, Rocío de Terán (que residían en Estados Unidos) y Ritama Fernández Troyano, en Madrid. Entre los tres crearon una red de personas que aportaban fondos y ayudaban a dar visibilidad a estos exilados. SE contaba además con subvenciones del Ministerio de Asuntos Sociales, subvención que desaparecía con los gobiernos del PP. Además, en Toulouse había dos personas en permanente contacto con los refugiados. Cuando se crea la asociación eran algo más de quinientos ancianos a los que se ayudaba.

-Las cartas son conmovedoras, levantan la empatía…supongo que te habrá sido duro tratar con este material epistolar que dice tanto de los duro y prolongado que fue el exilio…

-Las cartas son durísimas muy tristes. Te encuentras con unas vidas rotos de la manera más injusta, es decir, por haber defendido valores como la democracia, los derechos humanos, la libertad, la educación. Lo dieron todo por su país, y nosotros, sus compatriotas, nos olvidamos de ellos. Tremendo. Son los Olvidados del exilio

-Más que sufrimientos estas cartas lo que nos revientan en la cara es la injusticia que arrastraron durante años y años….

-Así es. Y lo peor y más injusto es que cuando aquí, en España estábamos todos celebrando la democracia copa en alto, nos olvidamos de ellos, miramos para otro lado y les dejamos en ese túnel negro del tiempo del que ya no saldrán. Realmente duro y muy injusto. Este libro es una manera de hacer justicia y reparar: Y ahí quiero agradecer a Jesús Egido, el editor de Reino de Cordelia, que desde el primer momento se volcó con este libro y abrió las puertas de su editorial para sacarlo adelante.  

-Entre los españoles refugiados en el exilio ¿hasta qué punto se establecieron lazos de solidaridad?

-Es precioso comprobar cómo se apoyaban unos a otros. Gracias a la solidaridad, sus vidas fueron menos tristes. Contaban también con el apoyo de asociaciones de varios países del mundo o de comunidades como los cuáqueros, cuyo trabajo en apoyo del exilio español no es del todo conocido. En cambio, también hay organismos, cuya actividad con respecto al exilio republicano español deja bastante que desear.

-Desde cuántos rincones del mundo venían o llegaban a la Asociación estas cartas?

-Llegaban desde el sur de Francia, concretamente desde Toulouse. Pero también hay casos de personas exiliadas en Argentina, Argelia o México que se relacionaron con AARE

-Veo, noto, percibo, siempre, un todo de agradecimiento más allá de lo normal—

-Claro, estos ancianos republicanos que permanecían en el sur de Francia no estaban nada acostumbrados a que les llegara un poco de calor y cariño desde España. Al final de sus vidas, AARE logró hacerles llegar un poco de alegría y el abrazo de sus compatriotas. Para ellos fue realmente importante, como cuentan en sus cartas.  

-¿Cómo ha sido el proceso y la tarea ardua de investigación que, además tiene mucho a ver con el proceso de documentación?

-He leído todas las cartas, cartas escritas desde los años ochenta hasta bien entrado el siglo XXI. Y he seleccionado las que mejor representan o reflejan las vidas, las historias y el día a día de los antiguos refugiados en la España democrática.  

-La investigación, la recopilación de documentación, el contrastar todo ello…el aproximarse a testimonios más o menos directos sobre vuestro trabajo…es un trabajo que requiere de trabajo, minuciosidad, pero también de mucha gratificación. ¿qué nos puedes decir?

-He pasado muchas, muchas horas con esas cartas, que además he transcrito. Ha sido un trabajo cuidadoso, pero he disfrutado mucho conociendo y leyendo a cada uno de estos refugiados. Eso es gratificante de verdad, además de ver las cartas publicadas en este libro de Reino de Cordelia. Eso sí que es un premio.

-¿Y qué metodología de trabajo sueles seguir? ¿Trabajas o trabajaste sobre un guión de cuestiones y/o preguntas sobre las que ir encontrando respuestas?

-Soy periodista y me enfrento siempre al trabajo como periodista. Es decir, documentándome, contrastando, y con la mirada puesta en aquello que un lector no sabe y debería saber. No soy historiadora, ni documentalista. Soy periodista. 

-Amiga Ritama, coméntanos, ¿en qué estás trabajando ahora…nos puedes dar alguna pista?

-Claro que sí, encantada. Estoy trabajando en la biografía de Juan José Linz, que es uno de los sociólogos españoles más importantes que hemos tenido. Y también estoy haciendo un libro sobre el movimiento vecinal en la Prospe, un barrio de Chamartín, que es donde vivo. Además, soy vocal vecina en la Junta de este distrito, Chamartín, por MasMadrid. 

 

 

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