9788494917714.jpgCazarabet conversa con...   Aitana Castaño y Alfonso Zapico, autores de “Los niños de humo” (Pez de Plata)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La editorial asturiana de Pez de Plata  nos acerca un libro que es una “delicatesen” dentro del mundo editorial.

El libro trata sobre “una memoria sentimental sobre la minería asturiana…”.

El libro es directo como un puño. Intenso y hasta duro o como dicen desde la propia editorial:” crudo”, eso sí, y tal como reconocen los propios editores, un libro “cargadísimo de buen humor”.

Las dos plumas que nos acercan a esta historia de carbón y de “niños de humo” son Aitana Castaño y Alfonso Zalpico.

El libro tiene, al menos, lanzadas tres ediciones que nos cuentan, seguro, parte de la historial memorialística o “de recuerdos” tanto de Aitana como de Alfonso…con el denominador común de la tierra asturiana y del tiempo cronológico e histórico.

El libro, tanto desde la narrativa como desde el trazo del dibujo, retrata y describe, muy, muy acertadamente, tanto la historia de una tierra, de un territorio como la de sus habitantes en donde el trabajo de minero ha sido tan importante... siendo tanto, directa como indirectamente, una especie de “estandarte” que miran a la libertad, aunque sea para “vivir de esa noble utopía”, que, seguramente,  de todo habrá habido entre el movimiento minero… desde tierras Asturianas hasta otras Cuencas Mineras de otros lares de la geografía del Estado Español. Leyendo este libro te reconoces porque, al fin y al cabo, nuestro proyecto de difusión cultural está establecido muy cerca de la Cuencas Mineras de Teruel… que tienen su epicentro en Andorra y que en los últimos tiempos o días ha sido y es noticia.

La sinopsis del libro. Aquello que nos cuenta PEZ DE PLATA desde este libro:

Cuando los niños de las cuencas mineras salían de su pueblo no tenían que decir de dónde eran. Todo el mundo lo sabía. ¿Por qué? Su ropa olía a humo. A humo de las locomotoras, de las chimeneas, de los tubos de escape... Este libro cuenta la historia de esos niños que después fueron hombres y de aquellas mujeres que vivieron en una tierra poco a poco abandonada. Historias entrelazadas, fundidas sobre el negro de un carbón que ya no suelta humo pero sí memoria, lágrimas y carcajadas. Aitana Castaño y Alfonso Zapico han apostado todo lo que son en estas páginas que se funden entre la realidad y la ficción. Sus recuerdos. Su tierra. Su historia. La historia de un territorio y un tiempo de lucha, no sólo por la dignidad de los mineros asturianos sino en permanente combate por la libertad.

Los autores:

Aitana Castaño: es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido redactora en diversos medios asturianos y también responsable editorial del periódico La Cuenca del Nalón. Colabora en revistas y publicaciones de diversa índole, siendo sus principales temas la minería, las cuencas mineras, el movimiento obrero, el periodismo o la actualidad. Además, participa en el programa de radio "La Radio es Mía" de RPA. Como columnista colaboró en el blog satírico Fundición Príncipe de Astucias y en la revista de humor Gurb. Su trayectoria literaria incluye diversos reconocimientos de narrativa breve, entre ellos el Concurso de Microrrelatos Mineros "Manuel Nevado Madrid". Actualmente trabaja en la redacción de TPA Noticias de la RTPA y sigue siendo una niña de humo. 

Alfonso Zapico: es ilustrador, historietista y autor de cómic. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias y realiza ilustraciones, diseños y animaciones para campañas de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diversos diarios y revistas literarias nacionales (La Nueva España, La Cuenca del Nalón, Librújula, El País) e internacionales (Magazine XXI, L’Internazionale). Como autor de cómic ha sido traducido al inglés, francés, alemán, italiano, polaco o griego. Se estrenó con La guerra del Profesor Bertenev en 2006 para el mercado francobelga y su primer trabajo editado en España fue Café Budapest (2008). Desde entonces ha publicado, entre otras obras, Dublinés (2011), La Ruta Joyce (2011), El otro mar (2013), Cuadernos d’Ítaca(2013) o los dos primeros tomos de La Balada del Norte (2015, 2017). Su última obra publicada en 2018 es Los puentes de Moscú. Sus libros han sido distinguidos con diversos galardones, entre ellos el Premio Nacional de Cómic en 2012. Actualmente vive en la localidad francesa de Angoulême y sigue siendo un niño de humo.

No te puedes ni, nos atrevemos a decir, no te debes perder un paseo por esta editorial, visitando su web: https://editorialpezdeplata.com/

 

 

Cazarabet conversa con Aitana Castaño y Alfonso Zapico:

aiti_957.jpg-Amigos, ¿qué fue lo que os llevó a escribir este libro? ¿por qué?

-Alfonso y yo siempre decimos que somos la primera generación de las cuencas mineras asturianas que no tenemos un trabajo y una vida vinculada, como generación, a la minería. Pero por otro lado somos la última generación que vivimos de manera directa cómo eran esas cuencas cuando se vivía por y para el carbón. Así que lo que nos llevó a escribir Los niños de humo fue, por un lado, la necesidad de dejar constancia de un mundo que se acaba. Y por otro, nuestro interés personal por saldar, al menos en una mínima parte, la deuda de lo que las cuencas nos dieron a nosotros que son muchas cosas, pero sobretodo una manera de ver el mundo. 

-Vivir, nacer o ser de Asturias, ¿te vincula, enseguida, con el carbón…o no es exactamente así?

-Vivir o nacer o ser de Asturias no te vincula con el carbón porque en un espacio tan pequeño como nuestra provincia caben muchos mundos: El ganadero, el marinero, incluso el urbanita. Pero nacer o vivir o ser de las cuencas mineras del Nalón o el Caudal o el Suroccidente de los años ochenta o noventa sí que lo hace, irremediablemente, porque vives o naces o eres de una tierra  en la que el trabajo va más allá de las ocho horas de un turno laboral, convirtiéndose en un compás que marca el ritmo de la vida, del pensamiento, de la lucha. 

-Es un libro tan directo como “de mensaje crudo”, diría que es un libro que reúne o puede reunir esos dos calificativos ¿verdad? ; ¿hasta qué punto esa crueldad del día a  día  es o puede ser sentida como “natural” por los que lo habéis vivido de manera tan directa?

-Que la crudeza forma parte de las vidas de los habitantes de territorio minero una lo empieza a comprender cuando vas fuera y ves otras realidades. Al final sí es cierto que los niños de las comarcas mineras convivíamos, a menudo, con la muerte. Hubo épocas muy crudas en las cuencas donde los fallecimientos de mineros se contaban por decenas al año. Si tu padre, tus abuelos o tus tíos trabajaban en la mina el cilicio de la muerte estaba ahí. Recuerdo cómo una vez en el patio del colegio al que yo iba se corrió la voz de que había habido un accidente en el Pozu Candín, una mina de Langreo. Cuatro muertos, decían las habladurías en el patio. Éramos solo unos niños pero cuando vimos que en nuestra clase entraba el director de la escuela a llevarse a una de nuestras compañeras, supimos sin que nos lo dijeran que uno de los muertos era su padre. No nos lo tenían que decir. La crudeza del trabajo, y de la vida, en las cuencas se compensa, eso sí, con unas ganas. Los habitantes de las cuencas somos conocidos en Asturias por nuestro espíritu "folixero", que es una palabra asturiana que significa "fiestero".

aiti_947.jpg-Es un libro, pleno, de memoria del trabajo, patrimonio de Asturias y más allá…

-Es un libro de gente corriente. Personajes anónimos que escribieron la historia de Asturias y también de España y que en muchos casos no eran asturianos. Aquí, buscando el trabajo que dieron las minas, vinieron miles de personas de todo el país. De Andalucía, Galicia, Extremadura… Incluso de Portugal. Y ese es el verdadero patrimonio que explica los Niños de Humo, el de las personas que lo conformaron. Contar su historia, contar LA historia de los nuestros es algo obligado. Si no lo hacemos nosotros lo harán otros. O no lo harán.

-¿Cómo se crece uno /a  a la vera de las Minas del carbón en Asturias?

-Se crece pensando que el mundo es un colectivo que lucha unido que reivindica y que a veces pierde y a veces gana, pero nunca lo deja. Se creía, en los ochenta, con mucho humo y mucho hollín, pero también con mucho movimiento social y cultural a tu alrededor que valoras en cuanto sales y te das cuenta de que no todo es así.

-Más allá de Asturias, dentro del Estado español y en otros lares de Europa…hay patrones antropológicos que se comparten, muchos denominadores comunes entre los mineros y todo su entorno…¿qué nos puedes comentar?. ¿Qué características comparten estas familias? ¿ Y desde el entorno social?

-Cuando convives todos los días con unas condiciones de trabajo duras, da igual que sea en España, en Polonia o en Colombia la familia el colectivo, tu familia pero también tus vecinos, tu barrio, tus compañeros de trabajo, se convierten en un pilar fundamental en el que sabes que te puedes apoyar y ellos saben lo mismo. O no lo saben, pero lo intuyen. Como decía antes, la cercanía diaria de la muerte te hace apreciar muy bien la vida, y eso es un patrón que se repite en las familias y en el entorno social. Por ejemplo, aún hoy, aunque mucho más antes, había unas figuras fundamentales en la vida de cualquier niño: Los Padrinos de bautismo. Porque podía ser, bastante a menudo, que te faltara el padre y la presencia de los padrinos era fundamental. Cuando accedías a ser padrino aceptabas muchas más cosas que una simple participación en una ceremonia religiosa. Aceptabas hacerte cargo del niño si faltaba la familia. Y eso, en un entorno como las cuencas de según qué décadas, podía pasar con mucha facilidad.

-Con todo esto se puede decir y afirmar que desde la niñez se crecía, en las Cuencas Mineras Asturianas, de una determinada manera…?. Había como una “subcultura” en las Cuencas Mineras?

-Si claro que la había. Pero como supongo la hay en todos los lugares donde se vive alrededor de un sector concreto. Hay, por ejemplo, algún rasgo que caracteriza a la cultura de las cuencas. Hay mucho aprecio por la etnografía, por la música, el cine y también, debido principalmente a que se trató de territorios donde se sufrió mucho la represión de la dictadura franquista, también hay mucho respeto por la memoria histórica.

40345414--624x415.JPG-Amigos, vamos un poco más con el libro: ¿cómo ha sido el compaginar el trabajo entre la narrativa y las ilustraciones?.¿Cómo los las habéis apañado entre vosotros dos?

-Trabajar con Alfonso ha sido facilísimo. Primero porque al ser también de las cuencas no hay que explicarle nada. Ya sabe qué es un castillete, qué es una jaula, qué es un barrenu. Así los aspectos técnicos quedan solventados. Pero es que además Alfonso tiene una sensibilidad muy especial para retratar el mundo minero. Quedamos un par de veces nada más porque Zapico vive en Francia, pero tampoco nos hizo falta mucho más. Cuando él tenía una duda me la decía. Cuando yo tenía una idea se la contaba. Alfonso es un genio y solo hay que dejarle hacer. 

-Cuando estamos en la niñez, en la adolescencia…sí, es verdad llevamos como en el lenguaje no verbal escrito de dónde somos, a qué pertenecemos…¿es que aprendemos a disimular con la edad?

-Aprendemos a disimular todo.  Lo que nos gusta, lo que nos disgusta. La vida es sobre todo eso: Aprender a disimular.

-¿Qué “cartas” delataban a los niñas y niñas de las cuencas mineras de Asturias?

-El acento es algo que nos caracteriza mucho, porque a pesar de ser una tierra de aluvión a la que llegaron gentes de toda España, posiblemente tengamos uno de los acentos más peculiares de la región, más cerrados, a eso súmale  la brusquedad de nuestras respuestas. También, hubo un tiempo que como dice el libro, nos delataba el olor a humo de nuestras ropas.

-Tanto en el texto como en la ilustración de Los niños de humo  constituye un libro de sentimiento, pensado y hecho desde ese sentir como “hijo e hija vinculados a la minería”. ¿Qué nos podéis comentar al respecto?

-Pensado para honrar a todos los hombres y mujeres que nos precedieron y construyeron con sus propias manos nuestra historia. Es un libro de emociones. A mí me afloraron escribiéndolo. Es una suerte y un lujo ver que también en el lector afloran esos sentimientos.

ninosdelhumo.jpg-Es difícil saber manipular y no sé como dominar los  sentimientos, tus sentimientos, a la hora de expresarte…

-No todos. Pero a veces sí. Yo hay historias tristes relacionadas con la minería que no he podido escribir. La primera vez que me tocó cubrir como periodista un accidente mortal en la mina fue para mí un shock ver al joven minero muerto en medio de una sala. Nunca he podido describir la sensación de vacío que me dio verle. Así que se dominan cuando se dominan.

-Tanto para la narrativa escrita como para la ilustración, él y la que las hace debe saber documentarse, ¿no?

-Si, la labor de documentación en el caso de los relatos de los Niños de Humo consiste. Básicamente, en escuchar a la gente que tienes a tu alrededor y que saben muchísimo de minería. Muchísimas historias pero también vocabulario, costumbres… Lo bueno de  la minería de Carbón es que esas fuentes de las que puedes beber para escribir las tienes en las calles, en los bares, en las tiendas. Porque hay mineros jubilados y prejubilados de cuarenta y pico años, cincuenta y pico, sesenta y pico. Ellos son el documento.

-Amigos, ¿os habéis planteado más colaboraciones futuras?

-No es que nos lo planteemos, es que ya están. Desde hace dos años hacemos una serie que se llama “La Cuenca de la A a la Z” y nos quedan dos números, Y y Z. Y después llegará lo que se tercie. Así como era inevitable, casi, la primera colaboración, lo serán seguramente las siguientes. Por mi, encantada. Es un honor y un lujo estar junto a Alfonso.

 

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