La
Librería de El Sueño Igualitario
La Oveja Roja nos ofrece un libro, desde la pluma de Valentín Ladrero, que nos explica el cómo y el por qué la canción
popular y política tenía influencia y hasta donde llegaba ésta durante el siglo XX.
El libro es, además, de un gusto, en la edición, exquisito…lo que
hace aún más atrayente su lectura.
La sinopsis del libro:
Recorrido
por las músicas más políticas del siglo XX occidental. Historias de éxito y de
fracaso, de coherencia o recuperación, a lo largo de géneros y geografías.
La música
popular es quizás el fenómeno cultural de mayor envergadura del siglo XX en el
mundo occidental. La raza, el capitalismo, la revolución, la emigración, el
proletariado, la antiglobalización o el totalitarismo han sido en muchos casos
la letra subyacente a sus manifestaciones. El reto será aquí recorrer esa senda
abriendo y cerrando ventanas, siguiendo géneros, estilos y protagonistas, dando
fe de la voluntad de aquellos que pretendieron con su obra denunciar los
conflictos abiertos entre el sistema y la condición humana. Se ofrecerá, en
suma, un excitante festín sobre el triunfo y el fracaso de la música en su
intento de proyectar la revolución.
Hay que
acercarse al proyecto La Banda Sonora:
Es el
fruto de una colaboración entre La Oveja Roja y El Perro Verde, destinada a
abordar la música popular con las herramientas de las ciencias sociales,
dándole un significado político de primer orden. Con los libros de esta
colección se intenta ofrecer una mirada crítica desde las humanidades y crear
un espacio de reflexión y debate sobre de las manifestaciones más relevantes de
la cultura popular contemporánea.
El autor,
Valentín Ladrero:
Valentín Ladrero
nació en Madrid, iba para periodista o sociólogo, pero la música se cruzó en su
vida después de haber colaborado en prensa y radio. Trabajó quince años en la
industria discográfica hasta que se dio cuenta que allí la música no era tan
importante como pensaba y un día decidió largarse. En la actualidad, una vez
redimido y desintoxicado de aquellos años, trabaja en el movimiento ecologista.
Ha participado en distintos libros como Hasta el final, Desde
el otro lado y ¿Ahora qué? Impactos y resistencia social contra la
embestida ultraliberal.
Cazarabet conversa con
Valentín Ladrero:
-Valentín,
¿qué es lo que te ha inspirado a escribir este libro que vincula, de lleno, a
la música con la reivindicación contra el poder político?
-El
libro surgió durante los meses posteriores al 15M. Yo había vivido la
Transición política siendo un niño, escuchando canción protesta y observando
los primeros síntomas de estilos como el punk, viendo por la televisión
manifestaciones y huelgas en unos años en que se respiraba la política por
todas partes y las canciones eran un expresión más del descontento social.
Cuando irrumpió el 15M tuve una sensación parecida, aunque el objetivo político
era bien distinto y los tiempos habían cambiado radicalmente. En estas
manifestaciones volvieron a sonar de vez en cuando canciones de Paco Ibáñez y
algunos jóvenes músicos hacían versiones de Chicho Sánchez Ferlosio
o Woody Guthrie. Fue
entonces cuando decidí abordar un libro como Músicas contra el poder con la necesidad de acometer una crónica,
una historia sobre las relaciones entre la canción popular y la política, y
decidí hacerlo sobre el siglo XX. Y quise abarcar un siglo porque hasta la
fecha había muchos libros sobre corrientes y movimientos musicales concretos
analizados desde una perspectiva política que casi siempre eran los mismos.
Pero lo que no se había escrito aún era una historia que contara con distintos
y muy diversos estilos musicales en un mismo libro que explicaran un siglo tan
excitante y terrible como el pasado.
-¿Qué es para ti la música?
-La
música es un placer inmenso que es capaz de conectarme con las cosas que me
suceden de una forma única y a la vez conectarme con el resto de la gente. A
través de ella se puede narrar la historia de los pueblos, pero también tu
propia historia.
-Bueno si lo hace la
narrativa, si lo hace la poesía…lo de plantar cara al poder, también puede
hacerlo la música, ¿no?
-Por
supuesto. Es capaz de evocar sentimientos similares pero a diferencia de la
literatura –poesía o narrativa-, el teatro o el cine, logra transformarse en
poco tiempo en voz colectiva. Por eso es una de las herramientas más eficaces
para confrontar con el poder.
-Aunque lo música ¿cómo lo
hace, es diferente a la hora de reivindicar y reivindicarse?
-Es
diferente en la medida que lo es de otras disciplinas artísticas. La palabra y
la música juntas pueden convertirse en verdaderos canales de insumisión
política y pueden ser un peligro para la cultura dominante, para los gobiernos,
para las dictaduras. Su inmediatez, su facilidad a la hora de ser cantadas, la
espontaneidad con la que muchas veces surgen son sus principales fortalezas a
la hora de reivindicar y reivindicarse ante los conflictos sociales. Sin
embargo, la música instrumental en donde la palabra no existe también ha sido
útil para manifestar la protesta, véase el jazz o la música electrónica de
baile de las raves a principios de los años 90.
-La música ayuda a pasar
malos momentos y a vivir mejor los buenos, pero cómo y de qué manera puede
afrontar los problemas y , no sé, como
transformarlos….
-La
música, por sí sola, no es capaz de transformar radicalmente la sociedad, ni
derrocar al poder político. Esto solo es posible hacerlo a través de la
protesta social, de la unidad de la gente, de la organización y de la pelea
constante de los movimientos sociales. Pero la música lo que si hace es crear
conciencia, revelar el conflicto y denunciarlo y esto en sí mismo es muy
importante. Pero esta, como es lógico, no es su única función y, tal vez, la
más importante, aunque sí necesaria. Por fortuna la música nos ayuda, sobre
todo, a amortiguar los malos momentos y a elevar los buenos sin tener que
ejercer un papel político determinado.
-Hay canciones para la
guerra, pero también para la paz, desde la guerra, ¿no?
-Por
supuesto que hay canciones, también, para la paz y canciones para esa misma paz compuestas en periodos de guerra. Pero desde
el poder casi siempre se ordenó a los compositores crear canciones e himnos
para elevar el ánimo guerrero, para ensalzar la victoria ante el enemigo, para
exaltar acontecimientos bélicos. En los periodos de guerra los sentimientos se
extreman, todo es más vulnerable, más sensible, más penoso. El odio, la muerte,
la pérdida emergen sin remedio. Por eso la música compuesta en la guerra suele
ser heroica o especialmente triste. La primera conviene al poder, la segunda
conlleva escondidas en sus pliegues un anhelo de paz.
-¿Qué valor tiene en todo esto la canción popular?, ¿digamos que
es la primera punta de lanza para romper ciertos complejos y reivindicar desde
la raíz?
-Así
es en muchos casos. La canción popular es una manifestación original del ser
humano, una de las más antiguas expresiones sobre el mundo y eso la hace estar
apegada a la raíz. Muchas veces es un canto en primera persona para liberarse
de ciertos complejos.
-Porque en la canción
popular, normalmente, se encuentra la primera reivindicación, la primera
protesta, la del pie de calle, ¿no?
-Es
un fenómeno que tiene que ver con su atributo popular. Los grandes géneros en
su primera fase nacieron de abajo a arriba. Desde la calle, las tabernas, desde
el devenir urbano o rural, desde la clase obrera, desde los márgenes sociales
para acabar enroscada como una serpiente entre la burguesía acomodada, entre la
aristocracia. Esto fue lo que ocurrió con el tango, el jazz o la música
afrocubana. La calle plantea cuestiones como la emigración, la raza, el
colonialismo, la miseria y todo esto está, inevitablemente, en la canción
popular.
-¿Qué revoluciones han
estado más acompañadas de música, de música y canción popular?
-Todas
las revoluciones han gozado de la participación de la música, de alguna u otra
forma, porque las revoluciones forman parte de la vida y ésta trae consigo
anhelos de cambios sociales. Pero es cierto que en algunas de las numerosas
revoluciones del siglo pasado la música no solo participó sino que tuvo la
posibilidad de ejercer un protagonismo
dando forma a las reivindicaciones y a las protestas. Durante el siglo XX, la
música popular ya era un hecho social de enorme trascendencia, se encontraba en
todas partes, compartía la sentimentalidad de la gente y, como una espoleta,
afirmaba sus deseos e intensificaba sus emociones, así que las canciones nunca
han sido ajenas a los cambios sociales y, mucho menos a las revoluciones. Hubo
ejemplos notables en donde la música tuvo un especial protagonismo acompañando
y reforzando la protesta. La lucha contra el apartheid en Sudáfrica, el conflicto
social y partidista en Jamaica en los años 70, la protesta afroamericana en el
periodo de los derechos civiles en Estados Unidos o los años de la Transición
en el Estado español a través de la canción de autor. Fueron momentos en los
que la música popular ejerció un papel muy relevante ayudando, de alguna forma,
a posibilitar el deseo colectivo. Uno de los hechos más conocidos fue Grandola, Vila Morena de Jose Afonso en la Revolución de los Claveles portuguesa. Su
emisión en la radio a una hora concreta supuso la señal para el levantamiento
del ejército.
-Y en todo esto, ¿hasta
qué punto lo ancestral, lo de siempre…lo que vamos arrastrando generación a
generación tiene su importancia y trascendencia?
-No
sé exactamente a lo que llamáis ancestral, pero no creo que esto sea determinante. La música popular es un ser
vivo, voluble, casi siempre al albur de los cambios sociales y las nuevas
costumbres. Por tanto, muchas veces, lo ancestral, es decir, la tradición o el
folclore, si es que os referís a esto,
se va devaluando, difuminando con el tiempo hasta casi desaparecer sin
poder ejercer ninguna influencia sobre los nuevos tiempos. De lo ancestral como
sinónimo del alma de los pueblos, tallada sobre las distintas generaciones,
finalmente, a veces, solo queda el afecto, una trascendencia invisible y el
aura de la que hablaba Walter Benjamin.
-Porque, además
cantarle se le canta mucho a la tierra, cada uno/a la suya, pero se
le canta mucho y de muchas maneras, coméntanos.
-El
ser humano siente su tierra como parte sustancial de la vida. Para muchos la
tierra es el oxígeno, necesario para respirar, para entenderse y para
encontrarse. Sin ella el hombre y la mujer están desdibujados. Es notorio que
la tierra ha sido uno de los temas más abordados por la canción popular de una
forma explícita o implícita. Sin embargo el mundo cada vez es más pequeño y
mucha gente no puede vivir en su tierra por numerosos motivos. El mundo está al
alcance de un click de ratón y la globalización ha
intentado diluir las culturas locales que todos sabemos, son las más
universales. En el libro hago algunas referencias a esto cuando me sitúo en las
llamadas <<músicas del mundo>>, en las culturas, mal llamadas,
periféricas, tan dolorosamente invisibles para el poder y ajenas a la
certidumbre del mercado.
-Ibas para periodista o
sociólogo y te has quedado, gracias, analizando la música…bueno, eres un
periodista de la música y un analista de la sociedad a través de la música,
¿no?, u eso solo se consigue cuando hay auténtica pasión por la música…
-Estudié
periodismo y luego sociología. Ejercí el
periodismo durante algunos años y trabajé en la industria musical otros tantos,
así que mi dedicación a analizar la música desde las ciencias sociales era una
consecuencia natural para mí. La pasión por la música la tuve desde niño, me
fascinaban los vinilos de mis padres, las canciones de Paco Ibáñez, Los Brincos
o Labordeta. Disfrutaba teniendo esos vinilos en las manos, aprendiendo sus
canciones. Era un mundo desconocido que me atraía enormemente. Aún no entendía
el sentido de aquella música pero ya sentía que formaban parte de mi educación
y de mi vida. Luego con los años tuve la suerte de trabajar con, por ejemplo,
Labordeta lo que animó aún más mi curiosidad por entender todo esto. El libro,
en realidad, es una pequeña parte de la historia del siglo XX contada, a
zancadas, a través de la escucha y la mirada de la música popular, pero lo que
más me interesó desde el principio, más allá de datos, fechas y acontecimientos
políticos fue intentar transmitir al lector y lectora mi pasión por la música,
encenderles un piloto con el que guiarse por un territorio tan palpitante como
este.
24801
Músicas contra el
poder. Canción popular y política en el siglo XX. Valentín Ladrero.
Prólogo de Roberto Herreros
676 páginas 13,5 x 21,5 cms.
20.00 euros
La Oveja Roja
Recorrido por las músicas más
políticas del siglo XX occidental. Historias de éxito y de fracaso, de
coherencia o recuperación, a lo largo de géneros y geografías.
La música popular es quizás el fenómeno cultural de mayor
envergadura del siglo XX en el mundo occidental. La raza, el capitalismo, la
revolución, la emigración, el proletariado, la antiglobalización o el
totalitarismo han sido en muchos casos la letra subyacente a sus
manifestaciones. El reto será aquí recorrer esa senda abriendo y cerrando
ventanas, siguiendo géneros, estilos y protagonistas, dando fe de la voluntad
de aquellos que pretendieron con su obra denunciar los conflictos abiertos
entre el sistema y la condición humana. Se ofrecerá, en suma, un excitante
festín sobre el triunfo y el fracaso de la música en su intento de proyectar la
revolución.
Valentín Ladrero nació en Madrid, iba para periodista o sociólogo, pero la música
se cruzó en su vida después de haber colaborado en prensa y radio. Trabajó
quince años en la industria discográfica hasta que se dio cuenta que allí la
música no era tan importante como pensaba y un día decidió largarse. En la
actualidad, una vez redimido y desintoxicado de aquellos años, trabaja en el
movimiento ecologista. Ha participado en distintos libros como Hasta el
final, Desde el otro lado y ¿Ahora qué? Impactos y
resistencia social contra la embestida ultraliberal.
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