EO015M_MU´SICA-Y-REPRESIO´N.jpgCazarabet conversa con...   Enrique Téllez, editor y coordinador de “Música y represión política. De la Alemania nazi a la España franquista” (EdictOralia)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Enrique Téllez coordina y guarda cuidado de este libro de investigación en torno a la represión que sufrió el mundo de la música, según las afinidades políticas que abrazaban los músicos en tiempos de la Alemania nazi y de la España franquista.

Edita este trabajo de investigación EdictOràlia Música.

Este libro lo escriben e ilustran Juan José Olives, Joan B Llinares, Elsa Calero Carramolino, Isabel Bacardit y el propio Enrique Téllez que, como decíamos, se encarga de la edición y de la coordinación.

La sinopsis de este libro:

Los escenarios por los que transitan los cuatro estudios contenidos en el presente volumen muestran la estrecha relación existente entre diferentes modelos propagandísticos, de naturaleza musical, implementados en la Alemania nazi del III Reich de Adolf Hitler, y los llevados a cabo en España durante la dictadura del general Francisco Franco. Dichos estudios se ven completados con la aportación artística de obra gráfica reciente (2020).

Ambos regímenes otorgaron un papel relevante a la música como expresión artística que debía contribuir a moldear una determinada sensibilidad política de signo autoritario, así como a impulsar una concepción patriótica basada en la exclusión del discrepante y en la eliminación del adversario. Los límites que separaban ambas categorías siempre fueron extremadamente difusos y, por tanto, su concreción solo respondía a interpretaciones arbitrarias, generalmente ajenas a toda norma legal.

La creación de un nuevo corpus musical durante el período que es objeto de estudio, tanto en Alemania como en España, favoreció la edición urgente de cancioneros, poemarios, hojas volantes y discos, principalmente, como soportes en los que fijar los mensajes contenidos en canciones e himnos de guerra, contestados desde el campo opuesto con obras de lucha y resistencia.

En las décadas de los años 30 y 40 del siglo xx, distintas fronteras europeas colapsaron, violentadas por fuerzas militares de ocupación que las atravesaron entonando alegres canciones populares, como si de una excursión juvenil se tratara; canciones cuyas melodías recordaban a los soldados sus orígenes pero no su destino, unido este, indefectiblemente, al del continente europeo.

 

 

 

Cazarabet conversa con Enrique Téllez:

1_Foto.jpg-Enrique, ¿qué es lo que os llevó a investigar sobre la represión dentro del mundo de la música desde la Alemania nazi del III Reich de Adolf Hitler a la Dictadura de Franco?

-Fundamentalmente la constatación de que se trataba de una materia escasamente tratada, más allá de alguna referencia puntual. Consideramos oportuno subsanar esta carencia ofreciendo un tratamiento que desvelase las múltiples transferencias, en materia represiva, entre ambos regímenes autoritarios, frecuentemente con un claro protagonismo de la música.       

-¿Hay o hubo algún incentivo que os ha hecho investigar sobre esto?, además del amor por la música, como es de suponer….

Sí, de manera habitual se presenta el concurso de la música en la narración histórica como un elemento meramente “decorativo”, es decir, se le otorga un carácter secundario. Los cuatro estudios contenidos en el presente volumen evidencian la inadecuación de dicho tratamiento y reflejan cómo esta actividad artística es una fuente historiográfica necesaria en la construcción de un determinado marco histórico de referencia. Dicho de otro modo, algunas manifestaciones musicales son, en sí mismas, documentos históricos sonoros en los que confluyen música y literatura.  

-¿Hasta qué punto la música fue utilizada por el Régimen nazi de Hitler?

De manera muy esquemática, el régimen nazi incorporó como seña de identidad propia la rica tradición musical alemana —no solo la obra de Wagner— y, en torno a ella, construyó un discurso programático que justificara sus postulados políticos. Esta voluntad condujo a los ideólogos del nazismo a denostar y perseguir otras músicas que no se ajustaran al canon ario establecido, agrupándolas en torno a la categoría que denominaron Entartete Musik (Música Degenerada). De este modo, el Tercer Reich prohibió expresiones musicales que consideraron decadentes en lo artístico y degradantes en lo moral; sus autores fueron perseguidos y, frecuentemente, asesinados. La mejor representación de la mimetización de nazismo y música la ofreció Lothar Heinemann en 1937, en un cartel propagandístico titulado Deutschland das Land der Musik (Alemania, el país de la música): la corporeidad de una amenazante águila nazi se representó, como un todo, a partir de los tubos de un órgano, considerado el instrumento rey. Muchos fueron los jerarcas nacionalsocialistas, el propio Hitler entre ellos, además del todopoderoso Goebbels, los que contribuyeron a crear y difundir las bases de su régimen considerando dicha relación de identidad. La “supremacía” musical esgrimida no era sino la expresión de una pretendida superioridad racial, hecho que avalaría la voluntad del III Reich de extender su dominación a todo el mundo. Esta aspiración fue recogida en la canción Es zittern die morschen Knochen (Los huesos podridos tiemblan), escrita y compuesta por Hans Baumann:

                                   Hoy Alemania es nuestra

                                   mañana lo será el mundo entero.        

-¿Y cómo y de qué manera  lo hizo el régimen franquista?

La elaboración en el solar hispano no alcanzó el mismo grado de refinamiento de que gozó en Alemania, lo que no significa que no se intentara. Durante la guerra civil y después de esta, los nuevos responsables de gestionar la actividad musical buscaron una identidad musical para el franquismo, a partir de canciones e himnos en los que se exaltaban, básicamente, dos conceptos: “Imperio” y “Religión”. En este apartado, la contribución de los jesuitas Nemesio Otaño, Gar-Mar (Vicente García Martínez) y Tomás Barreira, entre otros, fue decisiva. Expresiones como “Franco es enviado de Dios como Conductor para liberación y engrandecimiento de España” se convirtieron en habituales tanto en las canciones como, posteriormente, en los cancioneros editados por los sublevados. Era una forma de justificar musicalmente el concepto de “cruzada” con el que la Iglesia acogió bajo palio la sublevación de julio de 1936.       

-¿De qué es ejemplo Arnold Schönberg o de qué fue ejemplo para, además, incluirlo en este profundo estudio? .-Un músico que atesoraba muchas dimensiones, ¿verdad?, ¿por qué?

Sin duda, la figura de Arnold Schönberg ocupa un lugar preferente en la historia de la música del siglo xx, cuyo legado teórico y artístico será necesario continuar estudiando en el futuro. En cuanto al tema que nos ocupa, fue uno de los primeros creadores europeos que tuvo consciencia de la brutalidad del régimen nazi. Exploró una primera opción de exilio en España, trasladando su residencia a Barcelona durante nueve meses (octubre de 1931 a junio de 1932), pero la inestabilidad política de la Segunda República, abiertamente hostigada por resortes de poder residuales, aunque muy activos, de la monarquía derrocada le obligó a fijar posteriormente su residencia en EE UU. Fue la bailarina rusa de origen judío, Corinne Chochem, quien le trasladó el encargo de escribir una partitura alusiva al levantamiento del gueto de Varsovia en mayo de 1943, con la voluntad de rendir homenaje a las víctimas de la brutal represión llevada a cabo por las SS para sofocarlo. Schönberg compuso Un Superviviente de Varsovia, op. 46, en 1947, y su estreno tuvo lugar en Albuquerque (Nuevo México), el 4 de noviembre de 1948, obteniendo un gran éxito, pese a la complejidad de la escritura dodecafónica de la obra.  

-La música se demuestra aquí en cada uno de los estudios, desde cada una de las plumas, que es algo más que la expresión artística… es, además, siempre un instrumento propagandístico de primer orden… es por la belleza, porque tampoco es el único arte que es utilizado por el poder o algunas ideologías paraque estas, de alguna manera, medren…¿es así?, ¿cómo lo ves?

- Efectivamente, la música es también un elemento propio del ámbito de la agitprop (agitación y propaganda), pero no solo, también puede ser utilizada como un instrumento al servicio de la tortura física y sicológica, como un vehículo de resistencia frente a las prácticas autoritarias más perversas… De todo esto va nuestro libro. 

-Lo de la música en los campos de concentración —por no preguntar “lo de la música de violín”—, la verdad es que merece punto y aparte, ¿qué pretendían los nazis con la música en los campos?

- La música en los campos de concentración perseguía un amplio catálogo de objetivos, desde el disfrute personal de los propios SS promoviendo, incluso, la creación de numerosas agrupaciones musicales formadas por internados o internadas. Josep Kramer, también conocido por “la bestia de Belsen”, siendo comandante del campo de Birkenau impulsó la creación de una orquesta femenina cuya dirección recayó en la violinista judía Alma Rose, sobrina de Gustav Mahler. También se utilizó la música para destruir la resistencia sicológica de los deportados. Como ejemplo, las SS interpretaron en Dachau ante los republicanos españoles La marcha de los bombarderos de la Legión Cóndor, partitura compuesta durante la guerra civil española en la que se elogia a los pilotos del citado contingente que fue, con una pequeña ayuda de la aviación fascista italiana, el responsable de la ejecución material del bombardeo sobre Guernica el 26 de abril de 1937 causando, según algunas fuentes, en torno a dos mil asesinados. Asimismo, las SS, acompañados de distintos instrumentos, improvisaban canciones de fiesta, alusivas al alcohol y al sexo, mientras compañeros suyos torturaban a internados en los campos.      

Enrique-Téllez-Cenzano.jpg-Aquí el parecer de todo un intelectual, exiliado y hecho prisionero por los nazis como fue Jorge Semprún, que además tenía gusto por la música es muy importante, ¿no?; ¿qué nos puedes decir?

- Jorge Semprún, miembro destacado en ese período del PCE, fue uno de los miles de republicanos españoles exiliados que tras la Guerra Civil se incorporaron a la lucha antifascista durante la Segunda Guerra Mundial, en la resistencia o en el ejército francés. Curiosamente, Semprún se confesó poco apto para la práctica musical, sin que por ello dejara de prestar especial atención a la presencia en Buchenwald de expresiones musicales consideradas por los nazis “músicas degeneradas” y, por ello, prohibidas. Asimismo, es muy interesante la descripción que realiza en su extensa obra bibliográfica acerca de la creación clandestina de grupos musicales de deportados y también del efecto del timbre femenino de la cantante Zarah Leander, cuyas grabaciones se emitían los domingos por los altavoces del campo, percibido por los internados como un poderoso estímulo sexual.   

-¿Y qué efecto tenía en los prisioneros de los campos de concentración la música?.- ¿Podía ayudarles a sobrellevar la carga de verse ante la barbarie o era tal la magnitud de la barbarie que nada puede ayudar a sobrellevarla?

-Los efectos eran diversos, según su procedencia, el repertorio interpretado y la situación en la que era ejecutada. Un deportado búlgaro, Léon Arditti, definió algunas de estas prácticas musicales como un hecho que reforzaba “el espíritu diabólico de los SS”. También se dieron ejemplos de actos de resistencia política y de afirmación artística expresados gracias a la música. Un ejemplo muy notable lo encontramos en la acción de la pianista y cantante francesa (medio judía) Fania Fénelon: deportada en Bergen-Belsen, instrumentó para la orquesta femenina del campo el Concierto para Violín y Orquesta en mi menor, op. 64, de Felix Mendelssohn, autor proscrito en su condición de judío. La temible guardia de las SS del campo recibió la obra “con un placer infinito”. Además de una hilaridad contenida en sus intérpretes, con este hecho revolucionario ridiculizaban el “canon ario” del III Reich en música. ¿Qué les hubiera ocurrido a las integrantes de esta temeraria orquesta de haber sido descubiertas?

-Amigo, el perfil de los músicos en las cárceles franquistas., ¿cómo era? -¿Por qué se elige a Eduardo Rincón como ejemplo del paso de preso a compositor?

-No existe un perfil único. La represión franquista se adaptó en cada territorio a la situación social y política que se perseguía: el asesinato del compositor burgalés Antonio José en la madrugada del 9 de octubre de 1936 y el fusilamiento del también compositor bocairentí (Bocairent, Valencia), Ángel Bernat, el 15 de julio de 1939 en Paterna, manifiesta la persecución que este colectivo sufrió durante la Guerra Civil y en décadas posteriores. El caso de Eduardo Rincón presenta características propias, pues fue detenido en Santander a la edad de 14 años al no encontrarse su hermano en casa que era a quien realmente se quería detener. También el régimen nazi efectuó detenciones de familiares o amigos cuando su objetivo principal no había sido encontrado. Rincón se hizo compositor en la cárcel, en cuyas celdas coincidió con el poeta José Hierro. A pesar de su avanzada edad, Eduardo Rincón siempre ha colaborado con su música y su testimonio en numerosas investigaciones sobre Memoria Histórica. Dicho testimonio ha sido fundamental para conocer la crueldad de la vida intramuros.

-¿Cómo ha sido el proceso y la tarea ardua de investigación que, además, tiene mucho que ver con el proceso de documentación?, te lo pregunto a ti como escritor dentro de este proyecto de investigación, pero también te lo pregunto como la persona que guarda cuidado del proyecto en la edición.

-Ha sido un proceso complejo que se ha prolongado durante varios años. Fue necesario definir la materia que pretendíamos estudiar, invitar a los investigadores que consideramos más adecuados, establecer las distintas parcelas de estudio… Durante la investigación falleció uno de los autores, Juan José Olives. Días antes de que este fatal desenlace se produjera, me llamó por teléfono, exactamente el 24 de noviembre de 2018, para indicarme que, si por “alguna razón” no pudiera concluir su estudio, lo finalizara yo, como así hice. Juanjo murió en el Hospital Clínic de Barcelona unos días después, el 4 de diciembre. Por tanto, en el plano personal, la publicación de Música y represión política es un homenaje a la memoria del buen amigo que fue Juan José Olives. También es necesario destacar el excelente trabajo que han realizado los traductores, la maquetadora, los correctores y la propia editorial, que nos ha ofrecido un amplio margen de libertad durante todo el proceso.      

-¿Se trabajó, aquí, sobre un guion de cuestiones y/o preguntas sobre las que ir encontrando respuestas?

-No, solo establecimos un mapa de contenidos. Asignados estos en función de los respectivos perfiles investigadores, cada autor tuvo plena libertad para organizar su trabajo. Obviamente, sí dispusimos de unas normas editoriales comunes y mantuvimos un contacto permanente sobre el desarrollo de las investigaciones.

-La investigación, la recopilación de documentación, el contrastar todo ello…el aproximarse a testimonios más o menos directos sobre vuestro trabajo…es un trabajo que requiere de trabajo, minuciosidad, pero también de mucha gratificación… ¿qué nos puedes decir sobre la parte que te toca a ti y sobre este proceso de documentación que también han ido llevando a cabo el resto de compañeros en la investigación…?

-Para mí fue especialmente emocionante establecer contacto con George Brady, superviviente de los campos de Terezín y Auschwitz, y poder contar con su testimonio sobre el dramático destino del resto de miembros de su unidad familiar, entre ellos su hermana Hana, más joven que él. Con su colaboración pudimos reconstruir la creación de una república independiente en el universo concentracionario nazi, la República de ŠhkiD, creada por un grupo de niños y adolescentes en el campo de Terezín. Dicha entidad “nacional” dispuso de escudo, de publicación propia e himno, creados por los jóvenes šhkiditas (ciudadanos de la nueva república). Para escribir el himno se tomó como referencia la obra del compositor checo Karel Hašler titulada Himno de la Libertad. Brady nos informó de que este compositor combatió a los nazis con su música, fue detenido e internado en Mauthausen, donde fue cruelmente asesinado: lo ataron a un poste a la intemperie, en invierno, y le echaron agua. Murió por congelación. El resto de autores de los estudios del libro ha seguido procesos individuales de documentación, cuyo tratamiento sería en extremo prolijo describir.

-¿Y qué metodología de trabajo sueles seguir como escritor?; ¿Cómo ha sido, aquí, el trabajo de escribir un estudio de investigación dentro del libro con la tarea de coordinación?

-Concedo una especial importancia al proceso de documentación, que vaya mucho más allá de las pautas convencionales aconsejadas en la “academia”. Considero fundamental la consulta de documentos originales: partituras, manuscritos, textos, discos, borradores de trabajo, epistolarios… Visito frecuentemente librerías anticuarias (nacionales e internacionales), mercadillos de lance, archivos particulares, tiendas de internet… Coordinar este trabajo ha sido laborioso pero muy gratificante. Todos los autores decidimos retrasar la publicación de nuestros textos para darle tiempo a Juanjo Olives a que intentara acabar el suyo.   

 -Amigo Enrique, ¿en qué estás trabajando ahora, nos puedes explicar alguna cosa o dar alguna pista?

- Por supuesto. Tengo varios proyectos sobre mi mesa de trabajo, algunos de los cuales se encuentran en fase de documentación y otros en distinto grado de elaboración. Cuando acabemos las presentaciones de Música y represión política en diferentes ciudades españolas y europeas (están confirmadas Madrid, el 9 de junio, y Valencia, el 3 de noviembre, e iniciadas las gestiones en Barcelona y París), me concentraré en concluir el texto que tengo más avanzado. Viene a ser una continuación del estudio publicado en el volumen que nos ocupa, en el que estudiamos la presencia de la música (algunos de los documentos utilizados son originales e inéditos) en un período y ámbito territorial concretos de la Guerra Civil española. 

 

 

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