La
Librería de El Sueño Igualitario
Un libro, desde Ediciones Bellaterra,
que se sumerge, desde la pluma de Pura Sánchez en el particular mundo de los
consultorios femeninos en la España de los sesenta y setenta.
Lo que nos cuenta la Editorial sobre el libro:
Un análisis de la vida de las mujeres comunes
y corrientes, en la España desarrollista y «moderna» del tardofranquismo, a
través de las cartas que enviaban a los consultorios de las revistas, llamadas
«femeninas», y al Consultorio para la Mujer de Elena Francis. Estas cartas
constituyen un relato, en la voz de las propias mujeres, de sus condiciones de
vida, pero también de las contradicciones que percibían en el discurso
hegemónico y de los efectos emocionales que ello les ocasionaba. Mujeres
«modernas y perfectas», mujeres «nuevas», cuya imagen se pretendió convertir en
una metáfora de la modernización del régimen franquista. Náufragas de la
modernidad desarrollista, enviaban sus mensajes a los consultorios con la
esperanza de encontrar comprensión y empatía. Sus cartas, un acto de rebeldía
contra el silencio impuesto de mujeres sumisas, son también una indagación
sobre la propia emotividad. Gracias a ellas se ha podido construir este relato
histórico del tiempo presente.
Nosotros ya conversamos con la autora a raíz
de su libro, Mujeres en obras de Editorial Aconcagua:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/mujeresobras.htm
Si quieres
acercarte a Pura Sánchez, ganarás mucho haciéndolo de la mano de:
http://www.pensamientocritico.org/pursan0307.html
http://lanaranjadelazahar.blogspot.com.es/2009/03/individuas-de-dudosa-moral-de-pura.html
https://www.youtube.com/watch?v=z8LocFfvZ5A
La autora, Pura Sánchez:
Esta autora granadina es licenciada en
filología hispánica por la Universidad de Granada. Su labor docente la ha ido
desarrollando, a lo largo de los años, en el Instituto de Secundaria Velázquez
de Sevilla. Desde 005 ha ido investigando la represión de las mujeres andaluzas
durante el franquismo, en su obra Individuas de dudosa moral. Analizó la
construcción de la feminidad desde las revistas para mujeres en su trabajo
Mujeres en obras---del que aquí apuntamos un enlace para que podáis leer la
entrevista—y ha publicado el libro
Historias sin historia, una relación de relatos sobre los efectos de la Guerra
Civil española. Es premio “Andalucía” de Memoria Histórica.
Cazarabet
conversa con Pura Sánchez:
-Pura, ¿cómo es que se
te ocurrió adentrarte en el particular mundo de los “consultorios femeninos”?
La primera pregunta que me llevó
a plantearme un nuevo trabajo de investigación, surge una vez terminado el de
“Individuas de dudosa moral”. Me topé con la ley franquista de los “Derechos
políticos, profesionales y laborales de la mujer”, aprobada por las cortes
franquistas en 1961 y cuya defensa hizo Pilar Primo de Rivera, tratando de
tranquilizar a sus señorías, acerca de los efectos que esta ley pudiera tener
sobre las mujeres.
La ley, a pesar de su pomposo
título, no era más que dar la posibilidad legal de que las mujeres casadas – de
cierta clase social, claro- pudieran tener un empleo. Pero, para ello, tenían
que salir de sus casas.
Entonces me pregunté qué
pensarían estas mujeres, de clase obrera y clase media baja, hijas y hermanas
de las transgresoras represaliadas en las décadas anteriores, a las que se
obligó por métodos expeditivos a encerrarse en sus casas… qué pensarían estas
mujeres, cuando, solo unos años más tarde, se les animaba a salir de ellas, a
trabajar.
Y para encontrar respuestas,
creía que debía buscar en los relatos con voz propia. En relatos de mujeres
comunes y corrientes. Y esa voz, ese relato en primera persona, estaba en las
cartas que las mujeres escribieron en los 60 y 70 a los consultorios de la
radio y de las revistas llamadas femeninas.
-Porque siempre hay uno o varios
motivos que nos inspiran a iniciar un trabajo….
Sí, esa que acabo de indicar fue
la motivación inicial, pero luego, planificada la investigación, los objetivos
se concretaron en dos fundamentales. Uno, analizar el discurso hegemónico que
el régimen construye sobre las mujeres en estas décadas, con el discurso que
las mujeres construyen sobre sí mismas. Pensaba que al enfrentar ambos
discursos se podrían de manifiesto las contradicciones y las debilidades del discurso
hegemónico, pero también los efectos que ello causaba en las vidas de las
mujeres.
Dos: me resultaba interesante
tratar de comprobar cómo la dictadura, sin abandonar la represión, intenta
encontrar mecanismos de control sobre una parte de la población, las mujeres,
en este caso, que le resultaban políticamente menos costosos y económicamente
más rentables.
-Un trabajo que, además, habrá
tenido mucho de investigación y de estudio… ¿cuéntanos cómo ha sido esa
travesía?
Pues ha sido una travesía larga
y, a veces, complicada. He estado inmersa en este trabajo cinco años. Porque he
debido compaginarlo con mi trabajo docente. Por ello, recopilada la
documentación, lo que me llevó un año, el trabajo de análisis y la escritura,
he debido realizarlo sobre todo en periodos de vacaciones.
En cuanto a la recogida de
información, el trabajo de la Hemeroteca Nacional ha sido fluido. Es ahí donde he consultado
las cartas de las revistas. Decidido el criterio de selección, la consulta fue
relativamente rápida, debido a que el fondo documental está muy bien organizado
y las personas encargadas de procurar los números de las revistas son, además
de muy amables, muy profesionales.
Otra cosa ha sido la
localización de las cartas dirigidas al Consultorio para la Mujer de Elena
Francis. Me costó trabajo localizarlas y después hube de esperar hasta que se
resolvieron algunas cuestiones legales, para la consultas.
Eso sí, el proceso de consulta
del fondo documental, una vez resueltos los problemas iniciales, me fue
facilitado en todo momento por el personal del Arxiu
del Baix Llobregat, y muy especialmente, por su
directora, María Luz Retuerta.
Doy las gracias desde aquí a
todas ellas por hacerme tan grato ese trabajo de consulta.
-¿Y la metodología de
trabajo, cómo ha sido?
En cuanto a las revistas, elegí
cinco o seis cabeceras, en función de la tirada, la fecha de publicación y los
consultorios que albergaban. A continuación, hice una cata, en números
aleatorios.
Respecto a las cartas del
Consultorio Francis, hice una cata por años.
A continuación, ordené el
material con criterio cronológico y temático. Los temas tratados han sido la
casa y el hogar, belleza, moda y buenas maneras, relaciones personales (amor,
amistad, sexo), relaciones familiares (matrimonio, hijos…) y, por último, el
trabajo asalariado.
El trabajo incluye también un
análisis semántico del discurso del poder cuando habla de las mujeres y del
discurso de las mujeres cuando hablan de sí mismas.
-Quizás lo consultorios
femeninos eran lugares en donde desahogarse, contar problemas y plantear las
dudas porque en el entorno más inmediato, sobre todo en el propio hogar, había
poca confianza, ¿no?
Los consultorios eran, en
general, una cosa para las revistas y los programas de radio, y otra,
diferente, para las mujeres que los utilizaban.
Yo he calificado los
consultorios de “refugios emocionales”, en un doble sentido. Para el poder, se trataría de un
espacio vigilado desde el que controlar el caos emocional mujeril. En cambio,
para las mujeres, desde el punto y hora en que
utilizaron estos espacios para desahogarse, mitigar su soledad y
aislamiento o reconocerse en el discurso emocional de otras, los consultorios
podrían considerarse espacios a los que asilarse en demanda, no tanto de ayuda,
cuanto de comprensión y empatía.
-De todas formas, no nos
engañemos, los consultorios las más de las veces venían a reafirmar
comportamientos y conductas que ya imperaban en ciertos entornos familiares,
sociales….
Efectivamente. Y esa era la gran
utilidad que tenían para el poder: seguir reafirmando el discurso hegemónico,
con leves toques de adaptación a la modernidad desarrollista, de modo que las
mujeres de clase media, que no lo hubieran hecho ya, abandonaran el espacio
doméstico para realizar un trabajo asalariado, sin que se deteriorara el viejo
modelo patriarcal, asumido por la dictadura, de las mujeres “como deben ser”
que era “como Dios manda”.
-También, aquí, la influencia de
la Iglesia es evidente, ¿no?
La influencia de la Iglesia
católica no dejó de ser importante en toda la dictadura. Y muy especialmente
fue relevante esta influencia en el ámbito educativo, tanto de la educación
formal, de los currículos escolares, como en la educación informal. En este
ámbito precisamente es donde las revistas para mujeres jugarán un papel
importante.
Y la Iglesia católica, con su
concepción patriarcal sobre las mujeres, seguirá funcionando, como colaboradora
necesaria de la ideología fascista, en el mantenimiento de la idea de mujer
inalterable, que se intenta hacer creer que emana directamente de la voluntad
divina. De ahí que en los cuarenta y cincuenta, el modelo hegemónico de mujer
se adjetive como la mujer “como Dios manda”.
En los sesenta, el modelo
cambia, por el bien del mercado y el consumismo, pero la Iglesia católica
seguirá publicando revistas de manera directa, dirigidas a las mujeres
católicas, en las que hace hincapié en la necesidad de una mujer “moderna”, sí,
pero cristiana. En ese sentido, la revista más significativa será TELVA,
publicación del OPUS DEI.
-Pero ¿cuándo empiezan a
quitarse la indumentaria de “domesticadas”?
Yo pienso que cuando empiezan a
ser conscientes de las contradicciones del discurso hegemónico y empiezan a
expresar esas dudas y contradicciones en voz alta. En las cartas a los
consultorios, por ejemplo.
Me parece importante entender
esto, porque las mujeres no escriben tanto para superar su desconocimiento,
como para buscar la empatía y el reconocimiento de que lo que les ocurre a
ellas, les ocurre a muchas. Esto es algo que expresan claramente en sus escritos,
cuando dicen, por ejemplo, “yo soy una de tantas mujeres”… que no es feliz, a
la que engaña su marido, que tiene que hacer milagros con el dinero, etc.
-Además estaba el tema de
“guardar siempre las apariencias”: cómo ir vestidas y para cada ocasión, cómo
ir peinadas…
El asunto de la apariencia tenía
mucha importancia, pero hay que pensar que esta cuestión no se plantea en los
sesenta como se podía plantear en el siglo XVI, con la nobleza de tres al
cuarto, que no tenía dónde caerse muerta…
La cuestión es otra, en mi
opinión. Desde el poder, desde el discurso dominante sobre las mujeres, se
trata de controlar la apariencia de las mismas, dado que su presencia en el
espacio público era indispensable para producir económicamente.
Pero el discurso es tan
contradictorio que las mujeres se sienten desconcertadas. Por eso preguntan.
Por ejemplo: hay que arreglarse, pero sin llamar la atención y, y mucho menos,
resultando provocativa. Hay que hablar en las reuniones, para que no te
consideren una tonta sin criterio, pero, cuidado, que tampoco hay que pasarse
de lista… Entonces, ¿dónde estaban los límites?
Es decir, es el discurso
hegemónico el que crea la inseguridad a las mujeres y, a continuación, cuando
preguntan, las adoctrina y, de camino, esas consultas le sirven al poder para
seguir manteniendo la idea de que las mujeres, en general, no saben nada, ni
siquiera de sí mismas.
-Por no hablar de cómo debían
relacionarse con el resto de gente, sobre todo con los hombres….todo concebido
bajo la sumisión de ellas…
Claro, en estas cuestiones, en
las que entra en juego el amor y el sexo, es en las que las mujeres
necesitarían más ayuda. No hay que olvidar que la idea de Eva, y de las mujeres
como la perdición de los hombres, sigue operando.
Y aquí es donde el discurso
hegemónico hace más aguas. Es decir, muchas mujeres estaban dispuestas a asumir
que su papel era secundario en los hogares, que debían ser buenas esposas y
madres, a base de abnegación, resignación, sumisión y acatamiento de la
autoridad del marido. Ahora bien, el discurso hegemónico les prometía, a
cambio, la felicidad y el reconocimiento de los suyos.
Y ahora viene la pregunta.
Muchas mujeres planteaban en sus cartas: si yo cumplo escrupulosamente mi parte
del contrato, tengo derecho a exigir que mi marido cumpla la suya: que gane lo
suficiente, que no se emborrache, que procure un futuro a nuestros hijos, que
me reconozca mi labor… O, dicho de otro modo, si yo hago todo lo que se espera
de mí, por qué no soy feliz….
-Eran el alma de
hogares, pero se les privaba de voz, ¿es así?
Lo de
ser el alma de los hogares, como ser las “reinas de la casa” era pura retórica,
puro caramelo para endulzar la cruda realidad. Lo cierto es que estaban solas,
tristes, deprimidas, porque sentían sus expectativas vitales defraudadas.
Y
claro que no tenían voz. Solo los sujetos históricos la tienen. Y ellas,
nosotras, a lo largo de la historia hemos sido consideradas grupo subalterno y
objeto de estudio, en el mejor de los casos, no sujetos sociales y políticos.
-La mujer en España se ha tenido
que casar sin el ingrediente principal…sin amor y eso ha llevado a toda una
cascada de consecuencias, también para la educación de sus hijos e hijas, ¿no?
El
amor, o mejor, el amor romántico, como construcción cultural que es, nace en un
contexto determinado. Y hacer creer a las mujeres que ese amor existe es algo
que afecta, creo, a toda la cultura occidental. Digo a las mujeres, porque los
hombres han sido menos crédulos en esta materia. Ni falta que les hacía.
Quiero
decir que, en los sesenta y setenta, no es que las mujeres no se casaban por
amor, sino que descubrían muy pronto que el amor era una estratagema para
hacerles aceptar y asumir cosas que, en general, son inaceptables e
inasumibles. Más o menos, como ahora. Lo que ocurre es que fue en los sesenta, creo,
cuando las mujeres empiezan a pensar críticamente, aunque sea de modo muy
tímido, qué es eso que llamamos amor…
Respecto
a los hijos, esta cuestión también se invocaba, pero como un elemento más para
mantener a las mujeres bajo control. Ser una mala madre – es decir, lo que el
discurso hegemónico entiende por ser mala madre- se presentaba como algo contra
natura. Y, por contra, uno de los rasgos de la buena madre era la capacidad, no
digo ya inhumana, sino infinita, de aguantar y de negarse a sí misma. En este
contexto, si una mujer no era feliz o vivía con un maltratador, tenía que
aguantar… por el bien de los hijos. Una coartada que se sigue usando hoy sin
pudor contra las mujeres.
-Por no hablar de relaciones
sexuales en las que la mujer era considerada un mero objeto, despreciando sus
gustos, iniciativas…
En todo lo concerniente al sexo,
las ideas de la Iglesia católica eran absolutamente dominantes. Por eso el sexo
se asociaba a pecado y no a placer y solo se justificaba por la conservación de
la especie. Y la mujer era un mero objeto de placer para el hombre, sin voluntad, sin deseos y sin posibilidad de
tomar iniciativa alguna.
Sin embargo, hay un estudio, que
no se publicó en España hasta el año 73 y solo en ámbitos restringidos, que
habla de que las mujeres, con su sexualidad, y
a lo largo de toda la dictadura, desafiaron los dictados del discurso
hegemónico. Precisamente amparadas en el silencio y el secretismo en que estaba
instalada la sexualidad.
Recomiendo leer el estudio sobre
la sexualidad femenina del doctor Serrano Vicéns. Yo
lo he utilizado en mi trabajo y ha sido un auténtico descubrimiento.
-La mujer, además, en la familia
debía ser la responsable del bienestar de todos y de todas…
Menos
del suyo propio, añadiría. Es más, era la única responsable de construir y
mantener eso que se llamaba “el hogar”. Sobre sus hombros, como si de una
“femme-maison” se tratara, recaía el peso de la
construcción simbólica del hogar. Algo que las mujeres trataban de llevar a
cabo con un alto coste emocional.
-Y si quería o tenía que buscar
un empleo, se ha visto siempre por debajo, desarrollando la misma tarea, que el
compañero-hombre, ¿no?
Así era y así sigue siendo. En
los sesenta, los comités de empresa, formados por hombres, negociaban mejoras salariales
para los hombres a costa de un menor salario para sus compañeras mujeres. Eso
lo recojo en mi trabajo. Y también las respuestas de algunos “compañeros” ante
las protestas de las mujeres por sus bajos salarios: “Vosotras no necesitáis
que os suban el sueldo, que os lo gastáis en lápiz de labios...”
Hubo, y sigue habiendo, no lo
olvidemos, muchos convenios colectivos, muchas reformas salariales y muchos
pactos “de consenso”, que siguen propiciando y manteniendo la desigualdad
salarial entre hombres y mujeres. Una situación de privilegio masculino que
muchos hombres justifican y aplauden.
En cuanto a las instituciones y
al feminismo institucionalizado, parecen conformarse con la constatación
estadística, año tras año, de que la brecha salarial en perjuicio de las
mujeres se mantiene, como si la cosa no fuera con ellos, como si se tratara de
un fenómeno atmosférico, natural, vamos.
-Solo cuando, con ayuda
o no de los consultorios, las mujeres se fueron primero concienciando y luego
tomando la voz desde el hogar a la calle, las cosas fueron cambiando…aunque hay
mucho trabajo por delante, ¿no?
Yo diría que los consultorios,
por sí mismos, no fueron espacios al servicio de la emancipación de las
mujeres. Porque eran espacios de participación vigilada y controlada, donde las
mujeres hablaban de “cosas de mujeres”, en días y horas fijos, que el poder
aprovechaba para fortalecer y matizar su discurso patriarcal.
Otra cosa es que el discurso
feminista también se va abriendo camino, sobre todo a partir de los setenta, y
desde ahí sí se construye un discurso emancipador, que pasa, en primer lugar,
por no indicar a las mujeres modelos de conducta a los que ajustarse; en
segundo lugar, por señalar, por denunciar las condiciones laborales y de vida
de las mujeres en España en esas décadas; en tercer lugar, por recuperar la
memoria de las feministas y luchadoras republicanas, borrada por el franquismo…
y así se va creando conciencia de la necesidad de emancipación. Con muchas
dificultades, con muchas vacilaciones y también con muchas traiciones.
-Por poner un ejemplo : con la
excusa de esto que llaman crisis, y que cada vez estamos más convencidos que es
como una gran estafa orquestada, la mujer ha sido, creo, otra vez, la gran
“represaliada” en el hogar, en las relaciones, en los diferentes trabajos. ¿Qué
nos puedes decir?
Pues
que la pobreza tiene rostro de mujer, que la precariedad tiene rostro de mujer,
que la marginación tiene rostro de mujer. Pero también, y cada vez más, que la
cooperación, la solidaridad de género, las redes de resistencia y
supervivencia, también tienen rostro de mujer. Porque hemos sido carne de cañón
en todas las crisis y hemos perdido todas las guerras, las mujeres, cada vez en
mayor número, sabemos cómo resistir. La resistencia y la posibilidad de
transformación se llama feminismo. Y ahí lo dejo.
24427
Mujeres náufragas.
Los consultorios femeninos en la España de los sesenta y setenta. Pura Sánchez
352 páginas 14 x 22 cms.
20.00 euros
Bellaterra
Un análisis de la vida de las
mujeres comunes y corrientes, en la España desarrollista y «moderna» del
tardofranquismo, a través de las cartas que enviaban a los consultorios de las
revistas, llamadas «femeninas», y al Consultorio para la Mujer de Elena
Francis. Estas cartas constituyen un relato, en la voz de las propias mujeres,
de sus condiciones de vida, pero también de las contradicciones que percibían
en el discurso hegemónico y de los efectos emocionales que ello les ocasionaba.
Mujeres «modernas y perfectas», mujeres «nuevas», cuya imagen se pretendió
convertir en una metáfora de la modernización del régimen franquista. Náufragas
de la modernidad desarrollista, enviaban sus mensajes a los consultorios con la
esperanza de encontrar comprensión y empatía. Sus cartas, un acto de rebeldía
contra el silencio impuesto de mujeres sumisas, son también una indagación
sobre la propia emotividad. Gracias a ellas se ha podido construir este relato
histórico del tiempo presente.
Pura Sánchez (Benalúa, Granada, 1956).
Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Ha desarrollado
su labor docente en el IES Velázquez de Sevilla. Desde 2005, ha investigado la
represión de las mujeres andaluzas durante el franquismo, en su obra Individuas
de dudosa moral. Ha analizado la construcción de la feminidad desde las
revistas para mujeres, en su trabajo Mujeres en obras. Ha publicado el libro
Historias sin historia, una colección de relatos sobre los efectos de la Guerra
Civil española. Es premio «Andalucía» de Memoria Histórica.
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