La Librería de Alarifes

Monroyo-El-habitat053.jpgCazarabet conversa con...   José Antonio Carrégalo Sancho, coordinador del libro “Monroyo. El hábitat disperso (las masías)” (Asociación Cultural Sucarrats)

 

 

 

Un libro que edita la Asociación Cultural Sucarrats con la coordinación y los textos de José Antonio Carrégalo Sancho.

El índice de este libro que masía a masía; masada a masada realiza una ficha personalizada…

Créditos y advertencias legales

Prólogo

Introducción

Fuentes documentales y abreviaturas utilizadas

Colaboradores  Agradecimientos  Solicitud

El hábitat disperso (las masías):

La masía: orígenes y hábitat El nombre

El marco geográfico i la situación geológica

El contexto

Características de las edificaciones y técnica constructiva

Apuntes antropológicos

La cuestión socioeconómica

Situación actual

Las casas en el pueblo El inventario Masías y masets

Los topónimos

Las agrupaciones El cuestionario y la labor de campo

        La localización

Las masías (Relación y fichas individualizadas

Otras masías documentadas (toponimia pretérita)

Bibliografía consultada

Bibliografía temática

 

En las primeras partes del libro se explican conceptos antropológicos, topológicos, etnológicos geográficos y etnográficos de una vida dispersa, pero que, en aquellos días, y a su manera estaba más que integrada en todo y por todo…

 

Cazarabet conversa con el coordinador del libro José Antonio Carrégalo Sancho:

-Amigo, ¿de dónde salió la idea de realizar un libro sobre las Masadas de Monroyo?

-Como puede verse la editora del libro fue la Asociación Cultural Sucarrats de Monroyo; ya en el momento de su constitución, en marzo del 1993, se puso sobre la mesa la necesidad de preservar la cultura masovera. En aquel momento, yo tenía hecha una parte del trabajo que había de coordinar yo y que había de ir impulsando y desarrollando desde diferentes tareas.

Monroyo como el Alto Matarranya y las comarcas limítrofes son tierra de masías por excelencia, tierra de Masos. Y lo son por una razón de peso: en el término de Monroyo, por ejemplo, con 79 km2 de extensión había a principios del siglo XX, noventa y ocho masías. Es decir una masía por cada 0,8 Km2.

mas42.47.jpg-¿Cómo fue el trabajo de documentación, recopilación de todo tipo de datos, entrevistas con masoveros y masoveras…?

-En aquella época 1993 yo tenía redactado un trabajo que tildé: “Inventari de noms de masos del terme Mont-Roig” que presenté en el IXX Coloquio General de la SocietatOnomàstica celebrado en Fraga en octubre de 1994.Este intercambio lo hice a partir de los encuentros orales, visitas a las masías realizadas entre los años 1985 y 1993 y del material fotográfico que había recopilado. Y este trabajo, evidentemente esquemático, ya que se trataba de una comunicación fue la columna vertebral a partir de la cual se desarrolló el trabajo de las masías.

El trabajo de campo se desarrolló a partir de las siguientes premisas: Entrevistas a los masoveros o en su defecto a sus allegados o a personas conocedoras de la vida en la masía por razón de amistad o vecindad, con un cuestionario de veinte preguntas. También se llevaron a cabo visitas  a las masías para determinar los accesos, la situación, fotografiar los distintos elementos (edificaciones en pie, en ruinas, árboles singulares, cultivos) y localizar cualquier detalle, signo o grabado en las piedras ,paredes, maderos que pudiesen aportar algún dato de interés, así como alguna característica particular; y finalmente el trabajo de documentación a partir de la información catastral y el vaciado de la documentación archivística, tanto de archivos públicos como de privados…así como de bibliografía

-De lo más edificante, me imagino, debieron ser las conversaciones con masoveros, masoveras…

-Efectivamente. Con la realización de los encuentros tuvimos ocasión de hablar largo y tendido con los masoveros, disfrutando mucho de la conversación porque en la mayor parte de los casos eran personas conocidas de toda la vida y se brindaron a facilitar la información sin cortapisas de ningún tipo. En mi caso concreto, en muchos casos entrevisté a masoveros, con los que he mantenido y mantengo relación de amistad desde la más tierna infancia. Y ese alto grado de confianza fue vital. Sus comentarios y, en algunos casos, sus confidencias fueron determinantes para comprender en profundidad cómo se organizaba la vida en las masías, cómo se desarrollaba el día  adía y cómo se desarrollaban con sus parientes de otras masías y del pueblo… etc. cosa interesantísima, teniendo en cuenta el carácter antártico o próximo a la autarquía de las masías.

Los masoveros tenían fama de reservados y algo desconfiados, pero en nuestro caso no fue así. La inmensa mayoría  se mostró altamente receptiva y abierta.

mas58.81.jpg-¿Cómo se siente uno cuánto está investigando uno un mundo que está en extinción o sin vida en muchos rincones donde hace un siglo estaba todavía latiendo?

-Mis sentimientos los puedo calificar, en un aspecto, de deprimentes y desoladores. La despoblación en esta tierra ha sido tremenda, pero las masías la han sufrido con mayor virulencia si cabe. En 1925 del total de la población del municipio de Monroyo (1100 habitantes), el 46% (o sea, unas 505 personas) vivían en las masías. En aquella época la vida en las masías hervía. Estaba en su apogeo, pero en la actualidad en el municipio viven unas 370 personas y, sin embargo, no queda ninguna masía habitada permanentemente, cuando hacíamos el trabajo de campo solo quedaba una. Unas pocas han sido adecuadas como segunda residencias y mención aparte, merece la casa del ermitaño de la Consolación que acoge un hotel. Y también es de destacar el hecho de que algunos propietarios mantienen las viejas masías como edificios auxiliares de modernas explotaciones agropecuarias…y hay unos pocos que las mantienen en pie por afecto y por nostalgia, ya que les duele verlos en ruinas.

Antes de los años sesenta, antes de la mecanización del campo, salías del campo y encontrabas gente faenando por los campos o transitando los caminos. Te cruzabas con alguien continuamente y entablabas conversación y te daban razón (se refiere a explicaciones) de todo. Conocían todos los rincones y te daban los nombres de todos ellos. Hoy sólo te encuentras con alguien que disfruta del campo a su manera (senderistas, ciclistas…), pero muy pocas personas trabajando…y, en este caso, van montados en tractores y es difícil entablar conversación.

-¿Cómo fue la metodología de trabajo?

-Lo he explicado un poco anteriormente. Tal como se iban recopilando datos, a partir de las entrevistas, visitas, fotos o documentación….se incorporaban con prontitud al trabajo en lo que vendría ser una ficha para cada masía. En la ficha se sitúa el lugar donde se levanta la masía y se deja constancia de los accesos. A continuación, se anotan los distintos aprovechamientos de las tierras y su extensión, las personas empadronadas en las mismas, en 1955. Se explica el estado de las edificaciones y los detalles relativos  a las mismas que se han considerado de interés. También se menciona, en su caso, el año en que se quedó deshabitada. Y si disponía de horno de pan, prensa para la uva, trujal y era (cuestiones destacables para diferenciar la masía del “maset”, ya que éste último no acostumbraba a disponer de estos servicios). Se señala, también el punto o forma de obtención del agua de boca y cómo evacuaban las residuales. Hacíamos, seguidamente, alusión a las relaciones de parentesco y vecinales con otros masoveros. Y, a partir de datos facilitados por Gabriel Molinos en diversos trabajos, anotamos las personas que residían en la masía hacia los años 1920 y 1925, las bestias de tiro y el ganado de que disponía.

Además, se incluye el plano de situación y una o varias fotografías de la masía y, si procede, de los detalles que se han considerado de interés.

Al pie de la ficha se deja constancia de las notas referidas a la masía obtenidas del vaciado de documentación catastral, archivística y bibliográfica.

Finalmente, con todo ello clasificado y sistematizado fue cuestión de trabajar los datos conseguidos con el fin de obtener y facilitar, en la primera parte de la obra, una visión de conjunto de las masías que permitía comprender y valorar en su justa medida el rico patrimonio cultural, heredado a través de ellas.

mas66.98.jpg-El trabajo de catalogación de masías y demás debió de ser de lo más apasionante: ir por caminos, sendas, llegar a los sitios y encontrarse con la masía derruida o no… ¿qué nos puedes comunicar?

-Evidentemente tuvimos alguna sorpresa, pero en la mayor parte de los casos acudíamos a las masías conociendo de antemano su estado. En cualquier caso, fuimos siempre con la mochila cargada de ilusión y el objetivo de la máquina siempre dispuesto, siempre a punto, gozando, en cada caso de la perpetua simbiosis de las masías en el paisaje que las rodean y en las que se integran. Pero, sobre todo, tuvimos ocasión de entablar relación con quienes las habitaron y trabajaron, disfrutando de la conversación y de sus explicaciones. Porque las masías han sido y son la máxima expresión de un tipo de organización económica y social muy concreta y muy compleja.

Ahora bien, es cierto que con cada masía en ruinas se nos caía el alma a los pies. Aquellos venerables edificios, escenarios de tantas vivencias, testimonios mudos de siglos de noble y generoso trabajo, de ilusiones y de lucha tenaz contra las adversidades…antes tan llenos de vida y ahora tan solos….¡¡Una gran pena!!Habría que preservarlos del olvido y eso hicimos o, como mínimo lo intentamos.

-Monroyo, con su amplio término te debió emocionar mucho cuando investigaste el mundo de las masías, los masoveros y las masoveras… ¿qué siente uno cuándo se acerca a esta gente que vivía como tú dices en un hábitat disperso?

-Yo soy de Monroyo y me crié y me educaron de Monroyo. Buena parte de mis amigos eran masoveros y desde siempre me sorprendió su vivacidad (espabila, decimos en Monroyo). Los críos de las masías eran muy vivarachos. Y para los del pueblo, aquello de subir y bajar cada día de la masía al pueblo para acudir a la escuela era casi una heroicidad, una aventura. Porque durante el trayecto los críos se tenían que entretener con algo…cualquier cosa, cualquier ocurrencia era buen motivo para amenizar la marcha. Y los del pueblo, a menudo, les acompañamos un buen trecho. Al llegar al día siguiente, les esperábamos ansiosos para que nos explicaran sus hazañas. Ellos, eran autosuficientes y se fabricaban sus propios juguetes (la soledad y, sobretodo, la necesidad, agudizaban el ingenio) Y es que los niños y las niñas de las masías aprovechaban para el juego todas y cada una de las posibilidades que la naturaleza había puesto a su alcance. Esto era, tremendamente atractivo para los del pueblo y esa atracción quedó grabada en mi mente.

Seguramente que fue la nostalgia de ese mundo la que me indujo a finales de los años ochenta a iniciar la labor investigadora con el fin de rescatar las masías y su cultura del olvido y acercarme y hablar con los masoveros fue como regresar a los orígenes, fue como revivir una parte destacada de nuestra infancia y de nuestra adolescencia

mas90.51.jpg-¿Qué particularidades diferentes presentaban las masadas y masías de Monroyo en comparación con la de términos o comarcas , más o menos, cercanas…

-Pues lo cierto, es que las diferencias son escasas. Ya se apunta en la introducción del libro que las masías son la tónica general  en las tierras de los cursos medio y alto del Matarranya y en las comarcas limítrofes , con las que nos han unido desde siempre, y nos siguen uniendo lazos de todo tipo. Por tanto, las conclusiones que pueden derivarse de nuestro trabajo tienen muy pocas diferencias, sobre el hábitat disperso de dichas comarcas.

La técnica constructiva viene a ser la misma, aprovechando los materiales que se encuentran en el territorio: piedra, cal, arena, barro, cañas, madera. Como mucho podríamos destacar el reducido tamaño de las explotaciones masoveras, ya que la superficie media de las masías de Monroyo es de 49 hectáreas, distribuidas en 35,3 de bosque; 12,8 de cultivos de secano y 0,9 de regadío. Pero hay que tener en cuenta que 31 de las 98 masías del término no llegan ni a tener ni a gestionar 30 hectáreas…una especie de minifundios, masías pobres…

Las masías ricas, no eran muchas y se consideraban como tales, no solamente las que tenían mayor superficie sino las que disponías de más animales de carga y de tiro, así como de más ganado. Solo diez superaban las cien hectáreas  y sólo seis tenían cuatro caballerías. Hay que tener en cuenta que son un buen indicador del nivel económico de la masía era el de las caballerías que poseía. Cada par de caballerías podría labrar 21 hectáreas aproximadamente. Seguramente que en el Maestrazgo y en el Bajo Aragón las masías disponían de una superficie de tierras mayor que las del Matarranya.

-Amigo, ¿cómo fue la coordinación de este trabajo porque hay más gente implicada en este libro?

-Pues sí, en la elaboración del trabajo colaboramos más de cien personas. Es decir, que de una u otra forma, colaboraron todas las familias del pueblo; pero la labor de coordinación no fue complicada…la buena disposición y, en muchos casos, el entusiasmo de los colaboradores fue determinante para conseguir el objetivo que nos proponíamos. En todo caso, la aportación de distintos y muy variados puntos de vista enriqueció mucho el trabajo.

mas99.84.jpg-¿Cuál recuerdas que fue la parte a la que más os costó acercaros para explicarnos lo que fue el particular mundo de las masías y de sus gentes?

-No recuerdo que tuviésemos complicaciones especiales en ningún caso. En ocasiones fueron los propios masoveros, los que nos facilitaron el acceso. En otras los colaboradores poníamos, por nuestra parte, el medio de transporte. Y en mi caso en particular, la mayor parte del trabajo de campo que me correspondió lo hice a pie. Claro que, también tuvimos que hacer a pie las visitas a las masías abandonadas desde hacía años y en las que habías desaparecido los caminos por la vegetación.

-Hablemos de las masías….muchas, diría la mayoría se encuentran en ruinas o casi en ruinas… ¿qué sensación tenéis como estudiosos de este tema cuando os encontráis ante este panorama? ¿Qué se podría o debería plantear para reconvertir o darle la vuelta a la moneda?; ¿Hemos hecho tarde para recuperar el patrimonio de las masías?

-La sensación que a mí me queda es la de desolación, seguida de la de impotencia. Pienso que la solución para que las masías se mantengan en pie pasa por hacerlas productivas. Es decir que, como ha ocurrido en algún caso y a parte de las que los masoveros mantienen en pie como edificios auxiliares de sus explotaciones agropecuarias, la solución podría pasar en esta época de crisis, por un lado por el neo ruralismo y, por otro, por el turismo…tan en boga en el Matarranya, destinándolas a alojamiento de turismo rural. Claro, que para esto hay que contar con el apoyo de las administraciones públicas en este territorio tan afectado por el problema de la despoblación. Y no se me ocurren otras soluciones. Como mucho el de destinarlas a segunda residencia.

¿Me dices de recuperar el patrimonio masovero?; si hablamos del patrimonio inmaterial yo creo  que sí se está a tiempo. Pero si nos referimos al material la cosa cambia mucho. Es muy costoso y los propietarios optan por lo más práctico (como es natural) y antes de invertir en la masía lo harán en la casa del pueblo que es donde viven…claro que siempre están los que mantienen la masía en pie por nostalgia y por afecto.

-¿Y el de los masoveros y masoveras…ese patrimonio antropológico de convivencia tan arraigado en ciertas tierras…qué podemos hacer para contar, difundir y dar a conocer la importancia del hábitat rural y de sus habitantes entre las generaciones presentes y futuras?

-Pues no queda más remedio que trabajar ese importantísimo patrimonio. Y no tenemos, ya, mucho tiempo. Solo queda con vida una generación de las que vivieron en las masías y que conocen a fondo este tipo de hábitat. Es la generación de los que ahora tienen 60 años en adelante y hay que aprovecharlo, esta cultura lo merece.

 

 

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