Sin-título-1.jpgCazarabet conversa con...   Paco Ortega, autor de “Memorias de un gamberro antifranquista” (Mira)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paco Ortega se observa a sí mismo y se describe, haciendo memoria de lo que fue, desde la colección Sueños de Tinta de Mira Editores.

Un zaragozano que es una especie de “beatle man” que pasea descalzo, a modo de guiño, por un paso de cebra…con la mirada que mezcla desafío desde la atalaya de sentirse travieso y ser un  poco presumido.

Ortega escribe como muy presumiblemente es como persona, con descaro y riéndose un poco de todo, con esa socarronería aragonesa que pasea a modo de “mira quién soy y quizás adivines quién he sido y a dónde voy…”.

¿Qué nos cuenta la historia de este gamberro zaragozano?

En estas Memorias de un gamberro antifranquista se cuenta la historia de un joven que vivió una mezcla transgresora: la de un gamberro, capaz de incendiar hoteles en París y robar evangelios en mitad de una misa en el Pilar, y la de un funcionario que es capaz de sacar a su ciudad de la desidia cultural a la que la tenían sumida sus más importantes instancias políticas. Por la noche, telefoneaba al Vaticano para despertar al papa, o a Chile para molestar a los asesinos de su dictadura militar, y, por el día, ejercía de ejemplar gestor que colaboró en la creación de instituciones nuevas y en la renovación de programas culturales.

Esa ciudad es la Zaragoza de los años ochenta y ese gamberro antifranquista es Paco Ortega, un hombre que ha dedicado su vida profesional al teatro, tal vez porque en este arte milenario encontró la manera de perpetuar su propia infancia y reírse de lo sagrado, de lo profano y de sí mismo.

Un testimonio subjetivo de la transición española, centrada en Zaragoza, en donde aparecen en primera línea algunos de los personajes que más influencia tuvieron en ella. Un texto que cruza, en algunos momentos, ciertas líneas rojas, pero que siempre intenta ser sincero, esclarecedor de la verdad y revelador de una realidad política y social que, mayoritariamente, ha sido contemplada solo por sesudos historiadores. Es decir, con rigor, pero sin reflejar en demasiadas ocasiones la crónica de la alegría recuperada, de sus ventajas y de sus peligros.

En este contexto, esta autobiografía nos cuenta también lo que pudo ser y no fue, a través de unas cartas a Gabriel, un triste joven, víctima de las drogas y de una modernidad mal entendida. La libertad es maravillosa, curativa y benéfica, pero contiene efectos secundarios que pueden provocar también enormes tragedias personales.

20181202110509-pacoortega-79514e59.jpgNuestro personaje supo caminar sobre el filo de una navaja y salió airoso de ese desafío:
«He vivido situaciones extremas, vidas paralelas, perpendiculares, circulares, rectilíneas, y toda la gama de posibilidades que la unión de la geometría y las metáforas nos pueden proporcionar... He sido valiente hasta la temeridad y cobarde hasta la ignominia... He tenido amigos y los he perdido por el camino ganando otros a cambio. He sido insolente hasta la ridiculez, pero también he sido humilde y comprensivo en otras muchas... He intentado mantener siempre, con desigual fortuna, una cierta distancia conmigo mismo, y no me he tomado nunca demasiado en serio...».

El autor, Paco Ortega: licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Central de Barcelona. En 1973 fundó el Teatro Universitario de Zaragoza, en el que dirigió textos de Séneca, Ionesco y Valle-Inclán. Fue actor del Teatro de la Ribera de Zaragoza entre 1975 y 1978. Entre 1982 y 2000 dirigió la compañía profesional Nuevo Teatro de Aragón. A partir de 1982, y hasta 2018, fue profesor de Teoría e Historia del Teatro y, posteriormente, de Interpretación en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza. Fue también director y jefe de estudios de la misma en diferentes periodos. Desde la Delegación de Extensión Cultural del Ayuntamiento de Zaragoza, organizó los Festivales Internacionales de Teatro y Títeres, remodeló la Escuela Municipal de Teatro y perteneció a la comisión de Programación del Teatro Principal de Zaragoza, entre otras actividades. Fue corresponsal en Aragón de la revista nacional de teatro Pipirijaina y, actualmente, lo es de Primer Acto, y miembro de su consejo de redacción. Crítico teatral de los periódicos El Día y Andalán (1977-1982), del que también fue miembro fundador. Desde agosto de 2002 hasta julio de 2005, fue el primer director-gerente del Centro Dramático de Aragón; director artístico de Expo Zaragoza 2008 y del Festival Sin Fronteras Zaragoza (en las ediciones de 2012, 2013, 2014 y 2015). Ha pertenecido a la Secretaría de Relaciones Internacionales del Instituto Internacional del Teatro del Mediterráneo. Autor de los libros Miguel Garrido: ¿de qué color es el cielo de Hellín?; Cartas al maestro; y de las obras de teatro Ausencia, mi voz a ti, Cernuda; No me jodas, por favor; Así que pasen cinco años... aproximadamente; Las voces del exilio; Algunas dijeron que no y Yo estuve allí. Mi vida con George Harrison.

 

 

 

Cazarabet conversa con Paco Ortega:

paco ortega (2).jpg-Amigo, ¿qué pretendías al sumergirnos en este ejercicio narrativo que indaga en tu propia vida, casi es como un ejercicio memorialístico…?

 

-Es un ejercicio pero sin la carga de obligación y disciplina que siempre tienen los ejercicios. Ha sido un placer escribir en libro porque ha sido un placer vivir lo que he contado. He sido un hombre muy afortunado.

 

-¿Qué es lo que te hace lanzarte con este ejercicio narrativo a modo de anticipación memorialística o de repaso de una época?

 

-Creo que mi vida ha sido muy peculiar. Eso fue lo que me lanzó a escribir. He vivido una vida muy diferente a la de parámetros normales. Ha sido original.

 

-Pero Paco, ¿en “es propia época” se escondían, como en la Caja de Pandora, otras muchas subépocas?, ¿cómo lo ves?

 

-Lo veo clarísimo, porque ya en la vida que cuento -la mía- se encerraban muchas vidas diferentes, complementarias y hasta contradictorias.

 

-Se nota que te lo has pasado muy bien escribiendo, recreando y recordando  esta historia de historias, ¿no?; ¿has rescatado o más bien has recordado amistades, conversaciones, relaciones... o un poco de lo uno y un poco de lo otro?

 

-Ha sido un trabajo muy gozoso. Tengo la costumbre de anotar casi todo desde hace muchos años y por eso el trabajo de documentación fue rápido y sencillo. Lo que me llevó más tiempo y dedicación fue el modo cómo contar la historia. Pero eso creo que ocurre siempre, sea lo que sea que escribas. Creo que a la mayoría de los grandes escritores se les recuerda no tanto por los argumentos sino por la manera con que deciden contarlos.

 

-Son personajes, el tuyo el primero y los que coinciden contigo que muestras y haces desfilar en tu historia...los mismos que  han ido cambiando con el paso del tiempo y de los días, ¿verdad?; ¿tú te reconoces? ¿ y reconoces a la sociedad de aquella época recordándola ahora en la distancia  o te extrañas de algo, de alguien...?

 

-SÍ. Hasta el punto de que no hace falta reconocerme: sigo siendo yo, soy una prolongación sin rupturas, para bien y para mal. El resto si han cambiado. Unos han desaparecido, otros han muerto; pero han llegado otros nuevos. Eso es la vida: un constante hola y adiós, como la gran canción de los Beatles.

 

-Amigo, ¿nos puedes hablar del proceso de documentación, búsqueda de fuentes, lectura de libro y demás que hay detrás de este libro? Período apasionante, pero muy afanoso y trabajoso que, a veces, incluso nos puede sumergir en cierta ansiedad... ¿cómo lo ves...?

 

-Ya te he dicho que el periodo de documentación fue breve porque la mayor parte estaba ya en mis carpetas y ficheros. Lo que fue apasionante fue la época: los últimos años de la vida de Franco, la transición, el desencanto...

 

-Y,¿ cómo ha sido el día a día de trabajo, tu metodología de trabajo para construir este libro de ensayo / narración?

 

-Desde el momento en que elegí la metodología todo discurrió de un modo fluido. El quid de la cuestión fue escribir la verdad, o parte de ella, a través de una pequeña mentira, una ficción, que pudo haber sido perfectamente verdad, y que, en cierto modo, lo fue.

 

-Este trabajo, ¿te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de los aspectos tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que estás sumergido ahora?

 

-Acabo de terminar una obra de teatro que estrenaré yo mismo como actor en el mes de Abril en Sevilla y Barcelona. Se titula “Yo estuve allí” (Mi vida con George Harrison). Y estoy dándole vueltas a dos nuevos proyectos narrativos: la segunda parte de mis memorias, en donde el enigma básico vuelve a ser el modo cómo las contaré, y una novela pura y dura.

 

-Amigo Paco, porque a ¿qué o a quién  consideras un gamberro? -¿Un gamberro se es para toda la vida?; y  ¿qué piensas se nace o se aprende “el ser gamberro”?

 

-El gamberro de mis memorias soy yo. Y no es una metáfora. Por la mitad de esas gamberradas podría haber acabado en la cárcel... Pero fui un gamberro con causa, al menos prefiero pensar ahora que fue así. Al final del libro hay una conversación entre el gamberro y yo. Él se quedó en Nueva York y yo regresé a España en excelencia. Cualquier día puede regresar. Yo lo espero. En esa conversación hablamos de que en aquellos años con poca o ninguna libertad fuimos un servicio público.

 

-¿Y  un antifranquista qué era en “aquellos años mozos” tuyos?… ¿salieron más antifranquistas después de que Carlos Arias Navarro anunciase, entre emocionado y entrecortado, la muerte de Francisco Franco, el dictador que murió en la cama…?

 

-Salieron más antifranquistas afortunadamente, aunque no tantos como ellos mismos presumen. El problema y grave es que salieron más franquistas todavía. Los podemos ver en todas partes: en el Congreso, en los medios, en la calle... Incluso ciertas opiniones siguen siendo franquistas las emita quien las emita. Una dictadura no se cura en dos o tres generaciones.

 

-¿Cómo ha sido tu vida, como más o menos en estado de gamberro, en el teatro, fijándonos más que nada en tu trabajo más concreto de interpretación?

 

-El teatro ha sido y es la prolongación de una infancia en la que jugar fue la actividad central. Mis gamberradas también tuvieron que ver con ese espíritu lúdico. Aunque quiero dejar claro que no hace teatro solo el que es niño, gamberro o miente bien. El teatro es una profesión muy compleja y profunda.

 

paco-ortega-(1).jpg-¿Qué pretendes en o con el teatro como herramienta para llegar a tus alumnos y al público? ¿Es lo mismo que pretendías en tus días más “subidos en el gamberrismo”?

 

-La primera parte de mis memorias terminan, no por casualidad, el día que comienzo a impartir clases en una Escuela de Teatro. Con ello pretendía no crear confusiones. Lo cual no significa que no exista en mi caso un vaso comunicante entre una y otra actividad, como ya he dicho.

 

-¿Cómo te has ido adaptando a lo largo de los años?

 

-No tengo la más mínima sensación de haberme adaptado a nada. Creo que soy el mismo. Y no pienso emplear ni un minuto en averiguar si esto es verdad o no.

 

-Amigo, ¿para ti no está reñido el hacerle guiños al teatro desde el muy clásico a en adelante con “ese gamberrismo”, porque en parte de la esencia  del teatro, hasta del más clásico, esté el más puro de los gamberrismo?

 

-Creo haber contestado ya a esa pregunta.

 

-Tu trayectoria te ha hecho estar en muchos lugares para trabajar con muchas gentes y para muy diferentes “empresas “o destinos… ¿qué nos puedes decir de esta trayectoria?

 

-Que ha sido apasionante. He cumplido muchos sueños profesionales. He viajado por todo el mundo, casi siempre siguiendo la estela del teatro; he conocido a seres que han sido ídolos para mí; he dado clases de interpretación, he dirigido, actuado y he tenido grandes responsabilidades en la gestión cultural. Tengo grandes amigos. Tengo dos hijos maravillosos y una mujer hermosa a la que amo. A veces da un poco de pudor decir que se es feliz. A mí no, porque soy un gamberro.

 

-¿En la actualidad cómo ves el mundo de la cultura aquí en Aragón?

 

-En ese mundo tengo grandes amigos, Pero poca relación con el mundo cultural aragonés. Es la verdad. Creo que ha llegado el momento de hacer nuevas cosas -como escribir y actuar-, y esas cosas tienen más que ver conmigo que con las estructuras culturales. Y no lo digo con ningún sentido peyorativo. Soy sincero, sin más.

 

-Soy de las que piensa que “el mundo de la cultura” siempre está en crisis porque el mogollón , el rebaño de la ciudadanía a menudo o muchas veces quieren que todo se les dé masticado y “los componentes de la cultura” te invitan a que seas tú el que juzgues, reflexiones o se trabaje el dictamen ….no podemos esperar a que nadie nos salve, sí a que nos ayuden, pero no a que nadie nos salve debemos educar para que se pare ese rebaño, del cual formamos parte todos y todas, a mirarnos, contemplarnos y que aquí esté parte de este flotador que necesita la cultura para no hundirse..

 

-Siempre pensé así, y creo que es el diagnóstico correcto. Pero a esa reflexión le añadía el carácter ingenuo y voluntarista de que pertenecía al bando de quienes deberían intentar cambiar ese estado de cosas. Con mi mayor respeto, apoyo y admiración hacia los que militan en el activismo cultural yo creo haber llegado por edad, y tal vez por estrategia, a una situación de menos implicación y más reflexión personal.

 

-¿Se educa para con la cultura y entenderla y así valorarla con libertad plena o se educa para vivir de la cultura---que creo que es errar el tiro o confundirse?—

 

 -No sabría decirte que es antes, si el huevo o la gallina. Creo que cada uno desde su sitio debería educar bien, y, sobre todo, debería autoeducarse bien, exigirse, no caer en la modorra intelectual. Abstenerse de ver series idiotas, escuchar música que avergüenza su nombre, no quedarse en la epidermis de las cosas, reflexionar, profundizar, no ejercer el “surfismo” intelectual, como decía Alessandro Baricco, en su magnífico ensayo Los Bárbaros, en donde establecía que el campamento base de los bárbaros actuales era Google, un lugar para nadar por la superficie deprisa pero no profundizar casi nunca.

 

maxresdefault.jpg-Paco, ¿qué es lo que más satisfacción te ha dado el estar tan trabajoso y dentro de la cultura?; pero habrás tenido momentos amargos, tristes…---en lo muy íntimo, la próxima pregunta es más genérica--

 

-Tantas cosas... Haber conocido a Fernando Fernán GÓMEZ y Emma Cohen, a Bob Dylan, a Pattie Smith, a Serrat. Haber podido hacer cosas muy grandes, como la EXPO de Zaragoza y haber programado 5000 espectáculos en 90 días... El haber hecho cosas pequeñas, como el Teatro Íntimo de Zaragoza... No sabría decirte. En cuanto a los sinsabores no recuerdo ninguno. Solo me preocupan los que haya podido provocar yo.

 

-Y se puede saber qué decepciones te han, seguramente, enfardado más o incluso frustrado…porque se presupone que los gamberros estáis por encima del bien y del mal, pero yo soy de las que piensa que también sois susceptibles de hundiros…

                                            

-No, no. En ese sentido todo ha sido positivo. Si varío la dirección del catalejo, tal vez haya cosas de las que no me siento tan feliz. Solo un ejemplo: la transición, la monarquía y el estado de las autonomías me parecen una monumental chapuza.

 

-Te gustó en tu etapa de dirigir en teatro a los dramaturgos claros, un poco casi “amargamente sinceros”, ¿es así?... y ¿por qué?, porque eres tú también un poco así…

 

-He dirigido de todo. Y no recuerdo ningún autor o autora que no haya sido claro o clara. He tenido suerte y voluntad: he podido elegir siempre.

 

-Has ejercido diferentes papeles en varios lugares siempre vinculados a la escena, al teatro y a ciudad de Zaragoza… esto no puede ser solamente casualidad, debe de haber algo más, tú nos dirás…

 

-Bueno, he trabajado en Barcelona, Madrid, Sevilla y en el extranjero. Fui director de Relaciones Internacionales del Instituto del Teatro del Mediterráneo, y eso me ha permitido trabajar en Rumania, Bulgaria, Alemania, Rusia, Argentina, Bosnia, Israel, Portugal, Francia, Italia, y un largo etcétera. Pero nunca quise irme de Zaragoza. A estas alturas no valoro si eso fue un acierto o un error.

 

RAKs83y.jpg-¿Cómo te ha ido como corresponsal de algunas revistas y como crítico?

 

-Ha sido una faceta magnífica por tres razones. La primera es porque siempre me tuvo la “muñeca caliente”. La segunda porque he podido ver espectáculos magníficos en todos los grandes festivales y ciudades del mundo. Y la tercera, porque después de todo eso, si no eres un idiota empedernido, te vuelves más humilde.

 

-Luego, vemos que tus gustos retenidos durante tu trayectoria vital se hacen presentes en tus obras como autor… aquí el gamberro que llevas dentro suelta todo su abanico de sensibilidades, ¿no?, coméntanos por favor…

 

-Sí, claro. Hasta en esta entrevista se suelta el gamberro... aunque esté en excedencia voluntaria o estratégica. El gamberro con causa suele ser valiente, audaz, nunca temerario. Ese espíritu me ha permitido hacer y escribir en libertad. El gamberro me trajo la libertad debajo del brazo y es por eso que no he estado ni cinco minutos en un lugar en donde me la restringieran.

 

-¿Qué tienen en común todas las obras de las que eres autor y en qué casi siempre o siempre quieres que se diferencien?

 

-Todas hablan de mí. Pero disimuladamente. A veces parece que no estoy, pero si. A veces soy un jarrón, o el cielo que se ve desde la ventana. Nadie me lo ha dicho, lo que interpreto como una buena señal, pero es la vedad. Siempre hablo sobre lo que me pasó, me pasa, o me pasará. Tengo poca imaginación, pero lo disimulo bien.

 

-Para ti escribir Memorias de un gamberro antifranquista; ¿qué ha significado?; ¿qué pretendías que significase?, ¿buscabas alguna especie de justificación ante cosas que has hecho…o no sé dar como explicaciones…?

 

-No, justificación no. Me siento orgulloso de haber sido malo en un país en donde obligan a ser bueno. Esto es una buena metáfora. Y explicaciones, las justas. Siempre se hacen daños colaterales. Pero no recuerdo qué cantante decía que lo más peligroso de la vida es vivir.

 

-¿Cómo ha sido el proceso de preparación para reunirlo todo de una manera tan concreta como próxima al lector o lectora?-¿Con qué metodología de trabajo estuviste trabajando?; por cierto, ¿nos puedes dar alguna pista si ya estas metido en algo?

¿Cómo ha sido editar con Mira?

 

-(Como todo esto está contestado, me centro en la última pregunta).

Con Mira ha sido todo un placer. Yo tenía una gran relación con Joaquin Casanova a quien le conté el proyecto. Después cogió el testigo Berta Sariñena con quien he tenido una relación casi diaria durante la edición. He podido comprobar que es una enorme profesional y una mujer inteligente y sensible. Por eso, todo ha sido un placer.

 

 

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