00106517159080____4__640x640.jpgCazarabet conversa con...   Margarita Ibáñez Tarín, autora de “Los profesores de Segunda Enseñanza en la Guerra Civil” (Universitat de València)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Publicacions de la Universitat de València con la pluma, incisiva y minuciosa de Margarita Ibáñez Tarín, nos acerca al devenir de los profesores en Segunda Enseñanza durante la Guerra Civil…

La autora desmenuza cómo les fue, cómo la sufrieron y qué consecuencias tuvo para ellos y ellas la cruenta Guerra Civil que arrasó al Estado Español en una guerra que arrancaba en el golpe de Estado de los generales, primero en África y Canarias y luego en la Península…

La profesión de la docencia estuvo, desde un primer momento de la guerra y en los preámbulos de la misma, en el punto de mira…

También mira contándonos, como pocas veces, al profesorado conservador y “de derechas”…

Aquello que nos explica Publicacions de la Universitat de València:

La pugna ideológica –antifascismo-fascismo– que se vivió durante la Guerra Civil entre el personal docente de la Segunda Enseñanza se saldó con la separación del servicio de un buen número de profesionales. Primero fue la República la que cesó de forma forzosa a los considerados desafectos a la causa republicana y después fue el franquismo el que llevó a cabo una limpieza política de gran alcance en el seno de la administración educativa.

La batalla ideológica que se libró en los institutos de Segunda Enseñanza durante la Guerra Civil ya se venía gestando en Europa desde la Primera Guerra Mundial. Algunos profesores se identificaban en los años treinta del siglo XX con las nuevas tendencias del nacionalismo antiliberal reaccionario y del fascismo que se estaban abriendo paso en el continente. Frente a ellos, un sector importante del profesorado se reconocía en los valores ideológicos de las distintas opciones de izquierdas y, además, una amplia masa de docentes ambiguos permanecía en la denominada «zona gris». La pugna ideológica que se vivió en ese tiempo entre el personal docente de la Segunda Enseñanza se saldó con la separación del servicio de un buen número de profesionales. Primero fue la República la que cesó de forma forzosa a los considerados desafectos a la causa republicana y después fue el franquismo el que llevó a cabo una limpieza política de gran alcance en el seno de la administración educativa. Ambas cribas ideológicas presentan muchas diferencias, no solo en cuanto a agentes y objetivos, sino también en cuanto al contexto histórico y a la naturaleza de la represión política y cultural que desencadenaron.

La autora, Margarita Ibáñez Tarín:. Esta mujer es historiadora del arte y doctora en Historia Contemporánea por la Universidad de València. Ejerce como profesora de Geografía e Historia en el Instituto de Enseñanza Secundaria de Abastos de València. En el año 2017 la Diputación de Almería le otorgó el premio de ensayo Carmen de Burgos por su obra: Mujeres y fascistas. Doblemente perdedoras y en el año siguiente, el 2018la Fundación Max Aub de Segorbe le concedió la beca de investigación “Hablo como un hombre” para realizar el trabajo: “Los Gaos. Del sueño republicano al desgarro familiar”. Además ha ido publicando artículos en revistas especializadas sobre el tema de la limpieza política franquista y el exilio del profesorado de Segunda Enseñanza. En la actualidad, Margarita centra su investigación en un estudio comparado de la represión que sufrieron los docentes de los institutos y liceos bajo las dictaduras de Italia, Portugal y España.

 

 

Cazarabet conversa con Margarita Ibáñez Tarín:

margaibaneztarin (2).JPG-Margarita, amiga, explícanos, por favor, ¿por qué escribiste un libro que se centra en los profesores de Segunda Enseñanza en la Guerra Civil?

-Soy profesora de instituto de Geografía e Historia y estuve nueve años destinada en el Instituto de Requena (Valencia), un instituto histórico fundado en 1928, durante la Dictadura de Primo de Rivera, que conserva un buen archivo con toda la documentación de la época republicana, la guerra civil y la posguerra. Allí empecé a interesarme por la investigación y a indagar en las historias de vida de algunos profesores que me llamaron la atención. Encontramos en el archivo unas cajas apartadas llenas de libros pertenecientes a Camilo Chousa López, un profesor que había sido secretario del centro entre 1933 y 1937. Empecé a seguirle la pista y me sorprendí al descubrir que había sido doblemente depurado, cesado primero por la República en los años de la guerra y después sancionado con la separación definitiva del servicio por el franquismo en la posguerra. La reconstrucción de su vida desde su pueblo natal en Galicia, pasando por los años que estuvo trabajando en Sevilla y Antequera hasta llegar a Requena en 1933, su huida a Valencia y su paso por Barcelona al final de la guerra, donde finalmente se afincó, se convirtió para mí en un trabajo apasionante, casi detectivesco, que trasladé a varios artículos. Después de eso ya me planteé volver a la Universidad y hacer un trabajo de investigación de mayor envergadura que abarcara al colectivo docente de Segunda Enseñanza en los años de la guerra y la primera posguerra.

-¿Por qué los profesores de Segunda Enseñanza? y ¿por qué lo centras tanto en la guerra civil…?  ¿te parece que es un período que quedaba más por abordar?

-La enseñanza se convirtió en un arma de combate durante la guerra en las dos retaguardias, la franquista y la republicana. El conflicto armado tuvo su eco en los claustros de los institutos donde se vivieron verdaderas batallas campales en el terreno ideológico. La pugna fascismo-antifascismo se saldó con la depuración de un gran número de docentes. En la retaguardia republicana el Ministerio de Instrucción Pública —en los años de la guerra civil— cesó de manera forzosa a la mitad del profesorado de instituto en las provincias de Valencia, Castellón y Alicante. Eran personas con muchos años de servicio, católicos, militantes de partidos de derechas, monárquicos y tradicionalistas que fueron acusados de desafectos a la República. En la retaguardia franquista la limpieza política sistemática se extendió a todo el profesorado acusado de izquierdista, simpatizante de las nuevas corrientes de renovación pedagógica, etc. desde el momento de la sublevación en julio de 1936. Ambas depuraciones no son comparables. La republicana se circunscribe a la época de la guerra (no hubo criba ideológica en los primeros cinco años de la República), pero en el caso del franquismo, sí que se puede hablar de una verdadera “limpieza política” de largo alcance, que respondió a un programa de nacionalización de masas y adoctrinamiento de las nuevas élites franquistas inspirado en el fascismo italiano. Era primordial para el franquismo —que después de la guerra puso mucho interés en cerrar la mitad de los institutos y expulsar de la docencia a todas aquellas personas identificadas como “marxistas”, apelativo que incluía a republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, etc. — ejercer un control ideológico férreo sobre el bachiller y mantenerlo como una enseñanza elitista, a la que no pudieran acceder las clases populares.

-Pero explícanos, ¿cómo era la Segunda Enseñanza en la Dictadura de Primo de Rivera y qué cambios le acontecieron con la llegada de la II República?

-El colectivo de catedráticos de Segunda Enseñanza en los años veinte estaba formado en muchos casos por personas de clases acomodadas, de ideología conservadora, católicos, monárquicos y tradicionalistas, aunque también había excepciones. La II República impulsó la creación de muchos nuevos institutos —en el País Valenciano se triplico su número, de cuatro pasaron a ser trece— y también la contratación masiva de jóvenes profesores, los llamados cursillistas del 33. Fue un impulso reformador sin precedentes en la Segunda Enseñanza. Los viejos catedráticos de la época de Primo de Rivera —sobre todo con la irrupción de la guerra— vivieron los cambios como una amenaza. La estimación social de la que gozaban tradicionalmente cayó en desgracia. La radicalización política que se vivía favoreció el protagonismo político de la juventud en los puestos directivos de los institutos, en los sindicatos de la enseñanza (la FETE y la CNT, que tenían mucha fuerza en ese momento, puesto que la afiliación era obligatoria) y en el Ministerio de Instrucción Pública. Muchos de esos catedráticos acusados de no dar muestras de adhesión a la República fueron apartados de la docencia en los años de la guerra, pero luego fueron los primeros en ser llamados para ocupar los puestos de poder con la instauración del franquismo y para coordinar y colaborar en las comisiones de depuración docente franquistas. La venganza estaba servida.

-Analizas o más bien te acercas, retratando a los profesores de Segunda Enseñanza, a los que eran más conservadores y de derechas y a los que eran claramente de izquierdas…

-Me parecía interesante a partir de los datos que aparecen en los expedientes de depuración docente franquista, que he estudiado en el Archivo General de la Administración, trazar una radiografía de sus adscripciones políticas y sindicales. Aparentemente existía una hegemonía de la izquierda en cuanto a filiaciones políticas, pero sociológicamente no era así. Muchos eran conservadores. Por nacimiento pertenecían a las clases medias y, además, en esos años el acceso a la Universidad estaba muy restringido. Llaman la atención los 30 profesores afiliados a Izquierda Republicana que ocuparon cargos en la Administración y fueron directores de los institutos y los 17 jóvenes profesores afiliados al Partido Comunista, de los cuales al menos cuatro eran mujeres. En las derechas, la fuerza más importante es Derecha Regional Valenciana, seguida de Falange Española con nueve afiliados. Pero, en general, se puede decir que había mucha afiliación política oportunista condicionada por las circunstancias de la guerra. Además, un amplio sector del profesorado mantuvo una posición ambigua, que evolucionó a lo largo del conflicto y los llevó a posicionarse claramente con los vencedores cuando acabó la guerra.

En el terreno de la afiliación sindical me parecía muy interesante valorar como el intenso proceso de sindicalización de guerra que alcanzó a todas las esferas de la economía y la sociedad en esos años, también se vivió en la enseñanza. La sindicación fue obligatoria en esa época. Según los datos encontrados, un 80 % de docentes estaban en la FETE y un 20% en la CNT. Curiosamente este último sindicato sirvió como refugio a un sector de derechistas en los años de la guerra, tal como analizo en el libro.

-Amiga, ¿qué características tenían los unos y los otros?;¿qué compartían y qué les distanciaba?

-La FETE-UGT fue el sindicato mayoritario y sus dirigentes ocuparon los puestos más altos en el Ministerio de Instrucción Pública. El perfil del afiliado a la FETE respondía al de un profesor combativo, defensor de la revolución social y educativa, que entiende la tarea docente como una labor de adoctrinamiento al servicio de la causa bélica, partidario de la escuela única, laica y politécnica, y cuyo modelo era la escuela soviética. Si bien en la práctica no todos se reconocían en este modelo referencial, puesto que, como hemos dicho, la sindicación fue obligatoria. Por el contrario, el perfil del profesor afiliado a la CNT en esa época era el de un docente conservador y católico, que decía haberse afiliado al sindicato anarquista porque no exigían avales ni credenciales y, además, en 20 de los 31 casos estudiados habían sido depurados con anterioridad por la República.

Entre los afiliados de ambos sindicatos había más elementos de discordia y distanciamiento que de colaboración. Existía una rivalidad clara entre los dos sindicatos por ver quién se hacía con más parcelas de poder en el Ministerio. Se puede decir que la primera parte de la guerra estuvo marcada por la hegemonía de la FETE —que fue también la principal impulsora de la depuración docente republicana— pero a partir de 1938, con la llegada de Segundo Blanco al Ministerio, fueron los anarquistas los que dirigieron la política educativa hasta el final de la guerra

hqdefault.jpg-¿Cómo les “cogió” la guerra a tus protagonistas?; ¿cómo eran los días previos?. Unos y otros “se olían” que pasaría algo…

-En los días anteriores al golpe de Estado contra el gobierno legal de la República —cuyo fracaso fue la causa directa de la guerra civil— existían rumores y sospechas de la existencia de una conspiración militar-monárquica, pero nada hacía presagiar un desenlace tan trágico. España no vivía en los meses previos a la guerra una temporada de violencia política extremada, el clima de radicalización y polarización política era similar al que se vivía en otros países de Europa a mediados de los años treinta.

El inicio de la guerra sorprendió a un buen número de docentes de secundaria en Madrid. Estaban allí porque se iban a celebrar unas oposiciones para consolidar las plazas de los “cursillistas del 33”, que ya estaban trabajando desde ese año. También había muchos catedráticos que habían llegado para formar parte de los tribunales. Después del 18 de julio ya no pudieron volver a las provincias donde había triunfado la sublevación. En noviembre se desplazaron a Valencia acompañando al gobierno de la República y ocuparon puestos en los cuatro institutos de Valencia y en los de Alicante y Castellón. Eran afiliados a la FETE y militantes de partidos del Frente Popular cuyas vidas hubieran corrido peligro de haber vuelto a sus ciudades de origen.

-¿Qué activismo desarrollaban los que abrazaban las ideas derechistas?

-Un sector del profesorado derechista —generalmente jóvenes afiliados a DRV y Falange Española— colaboraron con la Quinta Columna y se integraron en el SIPM franquista llevando a cabo acciones de sabotaje en el Ministerio de Instrucción Pública y en las fábricas de armamento. Luego hubo otros muchos que mantuvieron una resistencia pasiva, eran derrotistas que trataron de minar la moral en la retaguardia.

-¿Cómo  fue la represión ante el profesorado una vez los alzados se hicieron con “la victoria” desde el campo de batalla a los escarmientos?

-En los últimos días de la contienda, la Quinta Columna ocupó el vacío de poder provocado por la retirada de las autoridades republicanas. Se hicieron con el control de los ayuntamientos, las emisoras de radio, los transportes y también los institutos y la Universidad. Muchos profesores, algunos antiguos quintacolumnistas, otros resentidos por haber sufrido la depuración republicana y otros muchos deseosos de obtener prebendas y beneficios del Nuevo Estado colaboraron desde el primer momento en la gran campaña de limpieza política que emprendió el régimen franquista. Los catedráticos más conservadores, más católicos y de mayor antigüedad ocuparon los puestos directivos de los institutos, presidieron las comisiones depuradoras del magisterio y fueron vocales en las comisiones depuradoras C de los institutos, presididas por el gobernador civil de cada provincia.

-Muchos de ellos pasaron por la justicia militar y algunos no pudieron ejercer la docencia en años…-Hubo depuraciones, coméntanos…

-Los profesores que habían tenido cargos en la Administración republicana, o en el Ejército Popular, o habían estado afiliados a partidos del Frente Popular, o habían sido defensores del ideario pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza, etc. fueron perseguidos, encarcelados, trasladados forzosos o apartados de la profesión docente en el peor de los casos. El franquismo puso en marcha varios instrumentos represivos de manera simultánea —las cárceles y campos de concentración, los juicios sumarísimos, la ley de Responsabilidades Políticas, la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo, las depuraciones laborales— encaminados a eliminar hasta el último vestigio de la cultura republicana.

-¿Hubo delaciones, profesores proclives al alzamiento que destacaron en la guerra y tras ella?, ¿de qué manera?

-Al terminar la guerra las denuncias fueron la forma más sencilla y rápida de implicar a la población civil en la represión. Se denunciaba a compañeros por razones ideológicas, por viejas rencillas personales, pero sobre todo por cuestiones económicas: para quedarse con sus antiguos puestos de trabajo y superarlos en el escalafón de funcionarios. Que una denuncia prosperara —a pesar de no tener consistencia— no era difícil si provenía de un catedrático falangista. La cooperación de los ciudadanos con el sistema policial fascista impuesto por el franquismo cumplía la función de alimentar la cohesión social.

-Amiga, dinos, explícanos, por favor, ¿cómo fue el proceso de estudio, documentación, contraste de información, entrevistas y demás…?

-La investigación ha durado cinco años más o menos en los que he consultado toda la documentación existente en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares sobre la depuración franquista del profesorado de los institutos de Valencia, Castellón y Alicante, también los expedientes de profesores existentes en el Archivo General e Histórico de Defensa, de Madrid,  y en el Centro Documental de la Memoria Histórica, de Salamanca. Por citar tres de los archivos principales de donde he obtenido la mayor parte de mis fuentes, pero no han sido los únicos. También he trabajado en varios archivos de Valencia, Roma y Lisboa.

Las entrevistas han sido con familiares, pues ya han fallecido los protagonistas de mi libro, pero me han servido mucho sus aportaciones, las fotografías y los recuerdos para intentar intercalar fragmentos de las historias de vida de algunos profesores al tiempo que iba desarrollando la argumentación del libro.

-Y ¿cómo es, luego, poner orden a todo ello?, explícanos un poco más tu metodología de trabajo…

-Bueno el trabajo del historiador parte siempre de la elaboración de un proyecto previo donde se establecen unos objetivos, un cronograma, una bibliografía inicial, etc. Pero después conforme avanza la investigación y vas haciendo acopio de datos, los descubrimientos fortuitos te van desviando del proyecto inicial y te obligan a ir buscando nueva bibliografía y a leer todo lo que está escrito sobre el tema, a acudir a otras fuentes, a otros archivos, etc. Es difícil, a veces, poner el punto final a una investigación porque siempre quieres seguir tirando del hilo y saber más, pero llega un momento en que tienes que pasar a la fase de redacción, si no lo has ido haciendo poco a poco y por partes, elaborando comunicaciones para congresos o artículos para revistas.

-Amiga, ¿nos puedes explicar si es que estás metida en alguna investigación?

-Pues es eso, que una investigación siempre te lleva a otra y yo ahora estoy centrada en un estudio comparativo de la represión docente que llevaron a cabo las dictaduras europeas en los años cuarenta. Me gustaría explicar qué les pasó a los profesores italianos, portugueses y españoles, que trabajaban en los liceos y en los institutos de Segunda Enseñanza en esa época. En Italia, en Portugal y en España se dieron procesos similares. Los profesores que se identificaban con la cultura política antifascista fueron apartados de las aulas y los que quedaron se convirtieron en meros instrumentos al servicio de la nacionalización de las clases medias siguiendo los principios del nacionalcatolicismo y el fascismo. El caso español fue todavía más grave porque no se puede obviar que la piedra angular sobre la que se edificó el longevo régimen franquista fue una guerra civil, producto de una sublevación militar contra el orden democrático establecido. Esta coyuntura permitió a las autoridades educativas franquistas poder ser mucho más eficaces en la implantación de su proyecto ideológico.

 

 

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