La
Librería de El Sueño Igualitario
Manuel Cañada abre a los ojos de los lectores
la auténtica realidad del momento. Es un relato
que marca en el lector reflexivo un antes y un después, nada volverá a
ser igual, después de esta lectura….
El libro, se engrandece, ante las aportaciones
desde el prólogo de Julio Anguita y desde el epílogo de Juan Andrade.
Recogemos parte del prólogo:
Hay un especial
valor añadido en La dignidad, última trinchera de Manuel Cañada, su pertinencia, su actualidad y, sobre todo, la
aportación a una idea que se está abriendo paso en la elaboración y preparación
de una movimiento político alternativo que unifique en síntesis superadora los
valores, experiencias y capacidad organizativa de la izquierda clásica,
depurada de excrecencias tabúes y resabios de “patriotismo” partidario, con las
aspiraciones, valores y nuevas maneras de entender y plantear la vieja y permanente
lucha por la liberación en el contexto de una sociedad de valores y relaciones
sociales totalmente alternativos; es decir, una enmienda a la totalidad pero
con proyecto nuevo y, sobre todo, con vocación de forjar el contrapoder que lo
haga posible.
Del epílogo:
En los textos
de Manolo se oyen las historias de las víctimas en los centros de menores, de
las gentes más castigadas de las barriadas Juan Canet
de Mérida o Suerte de Saavedra de Badajoz; se oye el testimonio de Pilar, una
vecina en paro de un pueblo de Extremadura decidida a encontrar un enganche de
luz para sostener a su familia después de que Acciona se la cortara; o la
historia de Frans Rilles,
el trabajador inmigrante boliviano cuyo brazo amputado por la maquinaria de la
panificadora en la que trabajaba ilegalmente fue tirado a un contenedor por su
patrón, que solo a condición de que no dijera nada accedió a llevarle no más
allá de la puerta del hospital. En estos textos se oyen las proclamas, a voz en
grito, de los estudiantes contra Bolonia, del 15M y de las luchas obreras de
los últimos años, para que puedan ser escuchadas por quienes solo le han cogido
el tono a la refinada voz de clase media indignada.
Nos acercamos al autor, Manuel Cañada.- (Badajoz, 1962) es educador social. Ha
trabajado en el campo, la construcción, la hostelería, el telemárketing,
como técnico de educación infantil y en educación de adultos. Militante del PCE
desde los 17 años y de Comisiones Obreras desde 1980, fue Secretario provincial
de la construcción de CCOO en Badajoz entre 1988 y 1990, Secretario general del
Partido Comunista de Extremadura entre 1992 y 1995 y Coordinador general de IU
de Extremadura entre 1995 y 2003. Diputado en la Asamblea de Extremadura entre
1992 y 2003, durante es te período formó parte también de las direcciones
federales del PCE e IU.
Cazarabet conversa con Manuel Cañada:
-Amigo Manuel,
¿cómo ha sido o, mejor dicho, desde dónde te ha salido la idea, inspiración
para dedicarle una profunda, pero a la vez sencilla reflexión a la dignidad?
El libro es un
compendio de artículos escritos en los últimos quince años, nacidos del
manantial común de los movimientos sociales, desde el movimiento
antiglobalización hasta nuestros días. Especialmente tras el temblor del 2008,
tras el estallido de la crisis sistémica, he estado vinculado a los movimientos
contra el paro y la precariedad que han ido surgiendo,
tales como los Campamentos Dignidad, las Marchas de la Dignidad y la Marea
Básica. La dignidad es una cualidad propia de quienes ni humillan ni dejan que
les humillen. Ha sido el gran asidero, el valor de referencia sobre el que los
movimientos sociales han construido la resistencia a las políticas brutales
organizadas desde el poder, la última trinchera frente a los desahucios, la miseria
o la negación de los derechos más elementales.
-Yo también lo
comparto. Es la virtud principal y la última que debemos perder,
pero desde los diferentes gobiernos no nos lo ponen nada fácil…
Han pasado
diez años desde el inicio de la gran recesión. En nuestro país se han
condensado tres crisis, la general del capitalismo global, la de la Unión
Europea y la propia del régimen del 78. Esas tres crisis se han ido anudando y
su resolución es el objeto de un durísimo pulso entre el poder y el pueblo. Los
gobiernos y poderes pretenden forzar una salida antisocial, que normalice y
consolide el atraco perpetrado mediante herramientas como la conversión de la
deuda privada de los bancos en deuda de todos y su traducción en recortes
sociales y austericidio. La brutalidad de las
reformas laborales de 2010 y 2012, con sus secuelas de abaratamiento de
despidos, extensión de la precariedad y desguace de los convenios, la
pauperización planificada de un tercio de la población, la agresión a los
sistemas públicos de educación y sanidad, el saqueo del fondo de reserva de las
pensiones o la aprobación de leyes mordaza que atentan contra la libertad de
expresión o manifestación… Estamos en una encrucijada, ante una transición
histórica, en la disyuntiva de restauración o ruptura. Si ganan ellos, el
capital financiero y sus aliados, viviremos un ascenso del autoritarismo y, por
supuesto, de la desigualdad más descarnada.
-¿Dónde está
el baremo de la dignidad?, seguramente cada uno tendremos uno, como único y personal,
pero debería de haber como unos factores comunes a todos…
Decir hoy
dignidad es decir, en primer lugar, derechos humanos. La Declaración Universal
de Derechos Humanos, aprobada en 1948, resulta hoy un documento casi
revolucionario. El poder pisotea cotidiana e impunemente los derechos políticos
y sociales. El derecho al trabajo, a la no discriminación salarial, a una
remuneración equitativa y satisfactoria, a la vivienda, a la protección en caso
de desempleo o vejez, por citar sólo algunos de los preceptos incluidos en la
Declaración, se están aplastando sistemáticamente por los gobiernos.
-Muchos de
esos valores están escritos en papel mojado en esto que bautizaron como
Constitución ejemplar y que predican de querer ir modificando, en las campañas
electorales, según las demandas y que no hacen nunca…
El
neoliberalismo se ha convertido en la constitución real en España y en toda
Europa. Y el auténtico sujeto soberano de ese régimen es el capital financiero.
Son los poderes salvajes de los que habla Ferrajoli.
“Los ciudadanos votan una vez cada cuatro años, los mercados votan todos los
días”, que dijera con desparpajo en su día el presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer. La Constitución española se ha convertido en una
mera apelación disciplinaria, un refugio de los canallas que se utiliza como
parapeto, que justifica una política de la oligarquía del país. Y que no tienen
problema en modificar para adaptarla a las órdenes de la Troika.
-Bueno, lo
hacen “de escondidas” en pleno Agosto, cuando la población está tomando el
sol y las dos posturas, teóricamente, opuestas en el parlamento se reúnen un
modifican el art 135….
El
bipartidismo encarnado por PP y PSOE ha sido durante mucho tiempo el mecanismo
de seguridad que garantizaba los privilegios de la banca y de las grandes
empresas. Un dispositivo político al servicio de una trama corrupta en su
propia naturaleza. Pero esto no es nuevo, es así desde el momento fundacional,
el resultado real de la transición. Lo que sí es nuevo es que una parte amplia
de la población cuestiona en la calle y en las urnas ese pacto de las élites.
-El poder
se aferra a la Constitución para defender con todo el peso de la ley a la
palabra “nación”, que cumplamos las leyes….pero se olvida de la vivienda,
de los derechos sociales, de la libertad en mayúsculas, de nuestro
derecho al trabajo, del derecho a no estar coaccionados por el miedo a
perderlo, por estar protegidos si una enfermedad nos acecha… ¿Nos puedes
reflexionar alguna cosa?
La injusticia
suele esconderse “bajo la costra opaca de los considerandos”, como decía el
poeta. El poder se apropia de las leyes, presentándose como interés general,
como garante de la convivencia, cuando es justamente lo contrario. Estamos
gobernados por psicópatas, que no sienten el dolor que causan, afirmaba el
abogado Endika Zulueta. Me atrevo a decir que, en el
caso de muchos de ellos, sí son plenamente conscientes. Estamos en una guerra
social. Y ellos, los de arriba, en España y fuera de España, son plenamente
conscientes de la fase histórica que vivimos. El capitalismo arrastra al
desastre climático, social y político a la humanidad y si para sobrevivir
necesita hundir a la mayoría de la sociedad, lo hará.
-Pero
no cuentan en qué hay parte de la población que sí es muy consciente…estando
lejos de querer pasar por “la gran mentira”….vivimos en una sociedad
sabiendo que parte de sus relaciones sociales están inmersas en una especie de
farsa y ya no digamos en contexto político que se refugia detrás de una Ley de
Leyes que, por supuesto, está hecho a su medida o que es violado por ellos
cuando quieren y cómo quieren .¿qué nos puedes decir?
Creo que las
leyes mordaza y las sentencias injustas contra la libertad de expresión en los
últimos años tienen mucho que ver con esa irrupción consciente y movilizada de
una parte de la población. Cuando el poder encarcela raperos, titiriteros, o twiteros demuestra, en el fondo, un enorme nerviosismo, el
miedo a no controlar la situación. Ya no le alcanza con la manipulación mediática,
a pesar de contar prácticamente con el monopolio de los grandes medios de
comunicación. Necesitan leyes represivas para atemorizar a la población,
necesitan sembrar impotencia, miedo, desesperanza. Para una parte sustancial de
la población el descrédito de la monarquía es irreversible y el saqueo del país
por los ladrones de guante blanco, un hecho incontrovertible.
Pero de esta
situación sólo podemos salir con una rebelión ciudadana, con un proceso
sostenido de movilización popular y con la puesta en pie de sólidas comunidades
de auto-organización. Han querido clausurar el pulso con diversas maniobras,
inventándose partidos a la medida del capital financiero, como Ciudadanos, con
sentencias de doble rasero, envolviéndose en las banderas y apelando a lo
nacional. Pero el pulso sigue abierto. Hay que abrir un proceso constituyente
que ponga los derechos sociales y la lucha contra la corrupción en el centro.
-Y nos
encontramos, como muestra la portada del libro, con ancianos buscando
entre contenedores, con niños mal alimentados que van a clase pálidos, con
personas que no se medican como deberían o que van muy medicados porque sufren
de depresiones fruto de la situación que viven porque les causa de sufrimiento,
de mucho sufrimiento…
Sí, ese es el
desastre social que han provocado. 13’3 millones de personas en riesgo de
exclusión social, más del 40% de los parados sin cobertura, 8 millones de
trabajadores que no llegan a los 1000 euros brutos mensuales, 4 millones de
personas que sufren la llamada pobreza energética, 2 millones de personas que
se ven obligadas a recurrir a los bancos de alimentos, duplicación del consumo
de ansiolíticos, 166 desahucios por día, 10 suicidios por día… Hay que levantar
la empalizada desde ahí, desde abajo, desde los sectores más pobres y
precarizados de la población. Eso es lo que consiguieron las Marchas de la
Dignidad en su momento. Y es lo que tenemos que volver a conseguir, fraguar una
amplia alianza de las clases trabajadoras que vaya a por todas, que eche
definitivamente a la casta parasitaria que manda en nuestro país y que abra un
proceso de honda transformación social.
-Aun así la
dignidad, como tú bien dices, es nuestra última trinchera ¿Cómo ir o mejor
dicho seguir, poco a poco, defendiéndola?
Por ejemplo, trabajando
porque la movilización social vuelva a las calles. Apoyando las luchas por la
vivienda, en defensa del sistema público de pensiones, en favor del movimiento
feminista, en pro de la renta básica universal, de la derogación de las
reformas laborales o la defensa de la educación y la sanidad públicas.
Secundando iniciativas de movilización como la Marcha Básica contra el paro y
la precariedad.
Y, al mismo
tiempo, seguir extendiendo y fortaleciendo las redes del movimiento popular. La
obra social de la PAH y las corralas de vivienda, los somontes y cerros
libertad del SAT, los campamentos dignidad, los movimientos de parados y
precarios, los centros sociales, los roperos y economatos populares, el tejido
de cooperativas y nueva economía social, las iniciativas de comunicación
alternativa…
Como dice
Marina Garcés, la palabra dignidad “orientó el espacio de todos los posibles en
estos últimos años”. Estuvo en el sustrato del 15 M y de las Marchas del 22 de
marzo en 2014. “Es difícilmente secuestrable. Proporciona un lugar desde donde
pensar”. Y facilita también un espacio de cooperación, de fraternidad. Frente a
la indignidad de la miseria y la precariedad, la dignidad del apoyo mutuo, de
la resistencia común, de la conjura colectiva.
-Bien, ya
para finalizar. No sé si te habrá sido nada fácil convencer a Julio Anguita y a
Juan Andrade para que te realizasen el prólogo y el epílogo, pero en todo caso
habrá sido un verdadero placer… ¿es así?
Por supuesto.
Julio Anguita y Juan Andrade son compañeros y amigos. Es para mí un orgullo que
ellos hayan podido colaborar en el libro. Son dos enormes referentes de
honradez y lucidez. En mi opinión, representan lo mejor del pasado, del
presente y del futuro. Otro gallo muy diferente nos cantaría si en nuestro país
existieran muchos anguitas y muchos andrades.
26236
La dignidad, última
trinchera. Manuel
Cañada
182 páginas 15 x 21,5 cms.
14.00 euros
El Viejo Topo
"Hay un especial valor añadido en La dignidad, última trinchera de Manuel Cañada,
su pertinencia, su actualidad y, sobre todo, la aportación a una idea que se
está abriendo paso en la elaboración y preparación de una movimiento político
alternativo que unifique en síntesis superadora los valores, experiencias y
capacidad organizativa de la izquierda clásica, depurada de excrecencias tabúes
y resabios de “patriotismo” partidario, con las aspiraciones, valores y nuevas
maneras de entender y plantear la vieja y permanente lucha por la liberación en
el contexto de una sociedad de valores y relaciones sociales totalmente
alternativos; es decir, una enmienda a la totalidad pero con proyecto nuevo y,
sobre todo, con vocación de forjar el contrapoder que lo haga posible.”
JULIO ANGUITA
“En los textos de Manolo se oyen las historias de
las víctimas en los centros de menores, de las gentes más castigadas de las
barriadas Juan Canet de Mérida o Suerte de Saavedra
de Badajoz; se oye el testimonio de Pilar, una vecina en paro de un pueblo de
Extremadura decidida a encontrar un enganche de luz para sostener a su familia
después de que Acciona se la cortara; o la historia de Frans
Rilles, el trabajador inmigrante boliviano cuyo brazo
amputado por la maquinaria de la panificadora en la que trabajaba ilegalmente
fue tirado a un contenedor por su patrón, que solo a condición de que no dijera
nada accedió a llevarle no más allá de la puerta del hospital. En estos textos
se oyen las proclamas, a voz en grito, de los estudiantes contra Bolonia, del
15M y de las luchas obreras de los últimos años, para que puedan ser escuchadas
por quienes solo le han cogido el tono a la refinada voz de clase media
indignada.”
JUAN ANDRADE
MANUEL
CAÑADA (Badajoz, 1962) es educador social. Ha trabajado en el
campo, la construcción, la hostelería, el telemárketing,
como técnico de educación infantil y en educación de adultos. Militante del PCE
desde los 17 años y de Comisiones Obreras desde 1980, fue Secretario provincial
de la construcción de CCOO en Badajoz entre 1988 y 1990, Secretario general del
Partido Comunista de Extremadura entre 1992 y 1995 y Coordinador general de IU
de Extremadura entre 1995 y 2003. Diputado en la Asamblea de Extremadura entre
1992 y 2003, durante es te período formó parte también de las direcciones
federales del PCE e IU.
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