thumbnail.jpgCazarabet conversa con...   Mariela Sánchez, autora de “Mala herencia la que nos ha tocado. Oralidad y narrativa en la literatura sobre la Guerra Civil y el franquismo” (Universidade de Santiago de Compostela)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un libro de Mariela Sánchez que analiza y se aproxima a la oralidad y a la narrativa en la literatura  sobre la Guerra Civil española y sobre la dictadura franquista.

El libro es un trabajo minucioso y ponderado de la profesora, Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires, Mariela Sánchez.

El libro se lo ha editado la Universidad de Santiago de Compostela.

La autora: es profesora y licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctora en Letras por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Argentina. Docente de Literatura Española II de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP y miembro del equipo editorial de Olivar. Revista de Literatura y Cultura Españolas.

Algunas de sus líneas de investigación son la memoria de la Guerra Civil española y el franquismo, las convergencias entre oralidad y escritura, el tratamiento literario de la transmisión del pasado traumático y diferentes instancias de diálogo cultural entre Argentina y España, fundamentalmente en el ámbito de la narrativa.

Ha sido becaria doctoral de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, y becaria doctoral y postdoctoral de CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Resultó, a su vez, seleccionada como beneficiaria de otras becas que le han permitido llevar a cabo tareas de especialización, investigación y docencia fuera de Argentina, particularmente en España y en Alemania.

Participa con alta frecuencia en reuniones científicas nacionales e internacionales y ha publicado numerosos trabajos sobre literatura española contemporánea y sobre literatura argentina en relación con aspectos atinentes a la cultura española y al pasado traumático a ambos lados del Atlántico.

Forma parte del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, en el marco del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET) y ha integrado, desde hace más de una década de manera ininterrumpida, sucesivos proyectos de investigación acreditados.

La sinopsis del libro:

Estas páginas exploran la representación de la oralidad en la producción narrativa ficcional de diversos autores españoles que, entre finales del siglo XX y comienzos del XXI, han abordado la temática de la Guerra Civil y sus consecuencias en torno al surgimiento de numerosos debates acerca del tratamiento del conflicto. Analizan el intercambio generacional y la transmisión a partir de escenas dialógicas tendentes a paliar, compensar o hacer visibles limitaciones y vacíos propios de otros soportes y discursos. Seleccionan propuestas que surgieron desde la literatura —con algún detenimiento en un texto fílmico— para estudiar un pasado traumático y las técnicas de transmisión empleadas en la narración de aspectos largamente silenciados o enmascarados por la historia oficial.

 

 

Cazarabet conversa con Mariela Sánchez:

malaherencia (3).JPG- Mariela, ¿qué fue, cuéntanos por favor, lo que te hizo escribir este libro?

- La motivación inicial estuvo dada por la posibilidad de plasmar en una publicación una serie de análisis y reflexiones que había ido elaborando a lo largo de varios años de trabajo sobre los textos tratados en el volumen, y sobre los problemas y las especificidades teóricas acerca de los temas en torno a la memoria que se desarrollan en los primeros capítulos. La oportunidad de que esas ideas que habían tenido un recorrido a través de disertaciones y páginas locales, sobre todo en el ámbito universitario argentino, migrasen a páginas editadas en España fue una gran noticia y un gran incentivo para que tomase forma el libro.

- ¿Cómo calificarías, así a “groso modo”, la relación que ha tenido la literatura con la Guerra Civil Española y sobre la dictadura franquista?

- A “grosso modo” la calificaría como una relación vicaria o supletoria respecto de otros discursos, como podría ser el jurídico o el histórico. Dado que está claro que no hay un cierre satisfactorio y no ha habido justicia reparadora, el arte muchas veces opera como un paliativo o como un señalamiento de que hay allí una zona de vacancia, una falta que se hace sentir y que “pasa factura”.

- Entendiendo, claro, amiga Mariela que dentro de la literatura se pueden y se deben englobar los géneros que van desde la poesía al teatro, pasando por la novela, el ensayo, la investigación, ...?, también nos encontramos con muchas tesis retocadas como trabajos de investigación y ensayos que son, luego, editados, ¿no?, ¿qué nos puedes explicar?

- Sí, es verdad. Y me veo particularmente interpelada por esta pregunta porque en mi caso la propuesta que se me hizo desde la Universidad de Santiago de Compostela para publicar este libro fue, precisamente, a partir del conocimiento de mi tesis de doctorado. Creo que la clave está en ver si lo que se lleva a cabo a partir de una elaboración previa es un mero retoque o si presupone una tarea que implique repensar formulaciones previas. En este caso, retomar el trabajo previo conllevó, además de la obvia mutación de soporte, una cuidadosa revisión del registro empleado, que apunta a desprenderse de algunas cuestiones de una retórica más específicamente académica, aunque no puedo renegar de esa impronta, en absoluto. Por otra parte, el análisis que había desarrollado en mi tesis estaba basado en una selección más extensa de los textos literarios. Por último, en algún capítulo la reescritura fue casi completa, por lo cual en modo alguno estamos ante el mismo trabajo.

- Se ha editado en el campo de la literatura mucho sobre la Guerra Civil Española, sobre la dictadura… La labor de lectura, documentación e investigación nos parece que ha debido ser ingente, ¿qué nos puedes explicar?

- Sí, y sobre todo también ha sido significativa la labor de interiorizarme en todo un espectro que atañe a los estudios sobre la memoria, la dinámica entre lo individual y lo colectivo, los aspectos sociales, los traumas, la violencia, la forma en que eso se vuelca en literatura. Para la parte de reponer el contexto histórico ha sido fundamental también el aprendizaje a través de diversos cursos y seminarios especializados, no solamente de los ámbitos literario e histórico sino también del filosófico. No es un camino solitario aunque luego, en la tapa del libro, aparezca un solo nombre.

- Enlazando con la pregunta anterior: ¿qué hay de la metodología de trabajo que has empleado?

- Escritura paulatina, revisión permanente, contrastación y sometimiento a la lectura de pares serían los movimientos básicos en lo que hace al libro en sí, pero en esa dinámica se halla subyacente la metodología empleada en los años anteriores en materia de lectura, estudio y análisis. 

- ¿Qué te ha sugerido el título del libro, “Mala herencia la que nos ha tocado…”? Un título muy, muy sugerente…

- El título cita, tal como se declara en uno de los epígrafes con los que se abre el libro, una línea de Ramón Saizarbitoria. Tenía la idea de buscar un título no muy extenso que tuviera un matiz poético y cierto gesto de lectura abierta, que dejara al lector la posibilidad de indagar por sí mismo una interpretación posible. En segundo término, apunté a delinear un subtítulo que sí fuera algo más extenso y explicativo. Una colega me recomendó que para la primera parte, para el título propiamente dicho, buscara una expresión que se pudiera intuitivamente resumir aún más, que tuviera algún sentido incluso si se mencionaran solo dos palabras… Así, en una de las relecturas de los materiales, cuando volví a toparme con esa frase de Saizarbitoria en Guárdame bajo tierra, advertí que esas dos primeras palabras, “Mala herencia”, tenían un rasgo de toma de conciencia y lamentación pero también de cierta ironía distanciada, conjunción que permitía condensar el peso y la necesidad de conversaciones y verdades largamente postergadas.

- ¿Fue el exilio forzado y forzoso por razones políticas una fuga hacia la libertad? ¿Hasta qué punto se logró “cierta satisfacción”?

- Ese es un punto muy arduo. Es complejo dar una sola respuesta. Hubo diferentes experiencias del exilio. En algunos casos, salvar la vida o unas condiciones aceptables de libertad supuso no poder ejercer más una vocación. Hubo profesionales para los cuales fue casi imposible insertarse en la vida laboral del país de acogida con un aprovechamiento de la formación que habían tenido en la España republicana. También, si nos detenemos en la situación de las mujeres, y cierta invisibilidad que vivenciaron o el relegamiento a un papel subsidiario, notamos que se pudo haber vuelto doblemente trabajosa esa fuga hacia la libertad.

- Pero la libertad se logra tan solo si en el día a día, incluso en el exilio, no se para de “querer evolucionar” planteando en cada momento cuestiones, reflexiones, preguntas…

- Sí, y en algunos casos fue muy difícil eso. Y la supervivencia en un espacio foráneo… Incluso la elaboración de una lista y la indagación en los nombres y actuaciones estimo que son siempre susceptibles de ser consideradas inconclusas o perfectibles. Cuando se habla de “los exiliados” muchas veces aparecen algunos pocos nombres, aquellos que justamente se hicieron más visibles por su “evolución”, la posibilidad de publicar afuera, etc. Pero es delgado el límite de ciertas denominaciones, y es probable que muchas personas que no fueron –desde una mirada externa a sí mismos– considerados exiliados, también, en un sentido estricto, lo fueran.

- ¿En tu entorno lo has vivido de esa manera?

- No particularmente. Si hablamos de mi entorno más cercano, “los míos” llegaron a Argentina antes de la Guerra Civil española, de modo que de ninguna manera crecí en un entorno signado por el exilio de 1939. Pero cierta atmósfera que tiñe el hecho de “escapar” de algo persiste en toda diáspora. Escapar de otra guerra, escapar de la pobreza (aunque no de la pobreza más extrema, porque de esa no se podía siquiera plantear una vía de escape). Había un desacomodamiento, un desfasaje que se podía intuir o sospechar en diferentes indicios, a pesar de que no siempre esos indicios se materializasen en reflexiones o preguntas.

malaherencia (1).JPG- El “relato oral” ha tenido un valor muy potencial en lo bueno. Quien ha tenido la suerte de poder captar testimonios y relatos orales no sabe hasta pasado cierto tiempo qué valor, potencializado, cobra ese testimonio, ¿verdad?

- Sí. Por ese motivo yo prioricé trabajar, al menos en cierta etapa, cuyo punto culminante es este libro, no con relato oral en sí, sino con su incorporación a la literatura. Eso me permitía explorar unas licencias de las que se valió la narrativa para el tratamiento de la palabra oral ficcionalizada y que sin duda se inserta en un momento de afianzamiento en lo que hace a reconocer y estudiar más sistemáticamente la oralidad. Las teorías sobre el testimonio, la visibilidad de nombres e historias orales antes soslayados por la Historia tienen, por supuesto, un gran peso en este protagonismo de la oralidad. Para la captación de algunos testimonios y relatos orales ya es tarde. La literatura en ocasiones retoma esos intercambios generacionales que en muchas personas jamás han llegado a producirse. Aún hoy es frecuente escuchar a hijos y nietos de víctimas del franquismo aludir al silencio imperante durante toda una vida, a versiones falsas de lo que le había ocurrido a un familiar o a renovados silencios. Y en algunos otros casos, ha ocurrido que el testimonio fue proferido pero que no encontró al interlocutor apropiado o no logró el alcance que hubiera sido deseable.

- Porque, además, desde y con el testimonio oral nos llega, también, ese lenguaje no verbal, capotado segundo a segundo de las entrevistas orales, que nos aporta, también tanto y tanto… ¿Qué nos puedes decir al respecto?

- Sí, podríamos decir que es otra dimensión, la no verbal, que es muy importante para las fuentes orales. Ahora bien, ahí entran otros temas como la conservación de los archivos, los materiales disponibles, los medios para obtener, guardar, mantener y preservar esos materiales. Hoy en día, las nuevas tecnologías facilitan la realización de ese encuentro de múltiples variables en juego que constituye una entrevista oral; sin embargo, no siempre las políticas culturales ni los soportes de los que se puede echar mano ofrecen las mejores vías como para que eso se sistematice en forma óptima. Además del hecho de que hay un terreno de inaccesibilidad, de consciente –y otras veces inconsciente– selección, de autocensura, de mecanismos de defensa que eludirán lo que no se quiera contar o lo que haga daño. La literatura puede permitirse colarse en esos intersticios.

- Amiga, hemos podido sufrir el riesgo de que todo lo tocante a la literatura en torno a la Guerra Civil Española se haya podido poner “de moda” con el riesgo que esto comporta… Lo de tratar a este importante y trágico episodio histórico como un instrumento un poco tratado de manera trivial, de manera frívola… Es que hubo unos años que salían libros “como setas” y que utilizaban a la Guerra Civil Española como “un mero gancho”, al menos, así de primeras, esa era la primera impresión que te llevabas… Sabemos que “no es bueno prejuzgar”, pero, en realidad, era así…

- Entiendo… Y estoy de acuerdo con una parte de la afirmación... Y temo ser reiterativa e insistente pero desde mi punto de vista esa proliferación es un síntoma de que algo no andaba bien. Si hubo un excesivo aprovechamiento del tema, si algunos lo utilizaron como mero gancho o se subieron a un tema imperante, en lo que hay que hacer foco es en qué había ocurrido o qué había dejado de ocurrir, que heridas no se habían cerrado, qué víctimas no recibieron nunca reparación, qué familiares no obtuvieron nunca respuesta, que daños contra la sociedad seguían proyectando sus sombras y cuáles eran pasibles de reaparecer… Después está la responsabilidad adulta de nosotros, como lectores, de leer críticamente esa proliferación, ese aparente exceso. Con lo que no estoy tan de acuerdo es con la utilización del término “moda”, porque se puede caer en el mismo problema que se señala y aligerar, quitar densidad al trasfondo. Me genera mucho ruido allegar el término “moda” a algo traumático, doloroso, aun en los casos en los que la tematización de la historia parezca ser algo subsidiario o ad hoc… El gusto colectivo al que se vincula una moda, en cuestión de usos, costumbres, etc., lejos estará siempre de un ejercicio de memoria. Pasa también con otros temas. Por ejemplo, actualmente con la cuestión de género. Podemos advertir aprovechamientos, proliferación, concentración de múltiples producciones culturales que giren en torno a ello. Habrá quienes lo aborden con profundidad y detenimiento, habrá quienes lo hagan de manera tangencial, pero evidentemente había una necesidad social de que emergiera, y es preferible que emerja y que como receptores responsables y con discernimiento nos acerquemos a esos temas frente al riesgo de empantanamiento de que continúen sin emerger o de que se los minimice por considerarlos parte de una moda.

- Aunque desde luego desde la literatura, sea cual sea el género, se ha hecho más por la Memoria Histórica y la Dignificación de la misma que desde otros campos… ¿Qué nos puedes reflexionar?

- Sí, en parte creo que abordé este punto al principio, cuando me referí al campo jurídico y al histórico. La sobrecarga que se le podría atribuir a la literatura es muchas veces un aprovechamiento, pero es también una carencia de otros ámbitos, y en ocasiones ha sido una forma de traccionar otras esferas de la sociedad.

-Aunque, por desgracia, el silencio o los silencios siguen ahí… Todas las familias, casi me atrevería a decir, guardan los suyos y eso sí que es muy, muy peligroso…

- Peligroso e insondable. Se puede intuir algunos de ellos, pero nada cambia si no se hacen conscientes. El ejemplo del robo de niños es uno de los ejemplos más contundentes. La cantidad de personas en España que han crecido sin saber que fueron víctimas de un robo de identidad… Es aberrante. Que esa práctica haya tenido tanta continuidad, que haya funcionado como funcionó… Es aterrador que, sumado a la represión, el miedo, el hambre, la autocensura que sufrieron tantas familias, haya seguramente muchos más secretos que ya difícilmente salgan a la luz. Por eso es interesante que, más allá de que guste o no, de que entronque con una oleada de memoria o no, si aparece una obra que tematice eso no pase desapercibido.

- Luego, o a la par –o casi a la par, muchas veces “tirando” de la literatura en torno a la Guerra Civil Española–, llega el lenguaje audiovisual desde los documentales a las películas de ficción, pero que se anclan desde o en ese episodio de la Guerra Civil… ¿Respeta lo suficiente el arte audiovisual al mundo de la literatura?

- No siempre. Es habitual que quede la sensación de que el texto fílmico parezca mantenerse a la retaguardia en cuanto a profundización y detenimiento. Pasó en un par de las versiones fílmicas que trabajo en el libro. Pero es fundamental comprender que se trata de otro lenguaje, que no siempre el respeto del texto primigenio tiene que ver con lo que habitualmente entendemos por “fidelidad”. En ese sentido, hay resultados audiovisuales que acompañan muy dignamente y hasta pueden echar nueva luz sobre el mundo de la literatura. 

- Crees que ha habido puntos, lugares o instantes de inflexión dentro de esta literatura que tiene como eje a la Guerra Civil Española… ¿Cuáles son?

- Sí. De todos modos, siempre es mejor no pensarlos como definitivos o determinantes, pero no es lo mismo la literatura sobre la Guerra Civil que se publica a finales de los años 60 que la de la Transición o la de comienzos del siglo XXI. Las coyunturas políticas, las coordenadas históricas y, por supuesto, la estética prevaleciente imprimen su sello.

- ¿Por qué esos puntos, lugares e instantes se dan antes de “nuevas oleadas” que intentan imponer los silencios, el “pasar página”, los olvidos….?

- En cierto modo, creo que la literatura intuye esos riesgos, esa latencia de renovados silenciamientos. Más allá de que puedan gustarnos o conmovernos más o menos algunos de esos textos que se ocupan del tema, reitero que está la marcación de una falta. Algo en lo que se falló, una insatisfacción, y eso vuelve, y por lo general, intensificado. Ocurre a nivel macro un fenómeno que es más claro, acaso, en la psiquis individual ante un trauma.

- ¿Qué hay del pedir perdón desde la literatura ante la represión? Digo represión por poner un ejemplo común de todas las dictaduras. Quizás más, a lo sumo, de esta dictadura, la franquista, que aterriza después de tres años de guerra y que se queda para 40 años y para poner una alfombra roja a una transición y democracia que, cada vez –como es normal, por otra parte, con el paso de los años– se encuentra más cuestionada o es mirada realizándole más preguntas…

- Quien tiene que pedir perdón no es la literatura o, mejor dicho, desde el plano desde el cual se tiene que pedir perdón, no es el literario. Se produjeron crímenes de Estado, una represión descomunal que sigue teniendo efectos, con la anuencia de otras esferas, además de la militar, en las que la sociedad civil y los silencios cómplices de diferentes instituciones fueron vitales… Me disculpo por ese “vitales”: fueron mortales, criminales. En la medida en que sobrevuele una mínima idea de que eso fue lícito y no haya una auténtica y consecuente toma de conciencia, hay un abismo de comprensión del mal que se infringió y de lo irreparable de sus consecuencias.

- Amiga, ¿cuánto tiempo invertiste en este trabajo de investigación que tenemos entre manos con este inmenso libro?

- No sabría desde cuándo contar ese tiempo pero, para una periodización aproximada, diría que unos cinco años, con sus preludios y derivaciones.

- Y ahora, amiga, ¿qué?, ¿nos puedes explicar en qué andas trabajando?

- Acaba de presentarse en Buenos Aires un libro publicado en Santiago de Compostela por la editorial Alvarellos y en cuya edición participé, junto con Anahí Almasia:  Memorias dun loitador antifranquista. Es la edición de una serie de entrevistas realizadas por el profesor Antón Santamarina con David Álvarez Carballido. El libro fue prologado por Xesús Alonso Montero. El testimonio de este militante de base es una maravillosa herramienta que no solo habla de su historia, tanto en España como en Argentina, de su vida como emigrante, de las privaciones de libertad a las que fue sometido a un lado y otro del Atlántico, sino también de pormenorizados detalles de contexto, tanto argentino como español, y de personalidades protagónicas de gran parte del siglo XX.

Y también vengo trabajando en otras zonas de memoria que considero que han quedado soslayadas cuando se estudia la emigración: la voz de las mujeres en sus memorias de expatriación. Hay en estas memorias un mundo bastante silenciado que trasciende los episodios habitualmente más transmitidos de la inmersión de una diáspora y que indaga en inquietudes y problemáticas específicas ante las cuales ahora hay más herramientas teóricas para procesar y trabajar. Son libros que probablemente no encabecen las listas de los más leídos o los más vendidos, y que también es difícil que entren en los programas académicos de las asignaturas en las instituciones educativas; pero que, como lo hace la historia oral, iluminan aspectos de la memoria que resultan significativos y reveladores, que siguen circulando como en voz baja. 

 

 

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