Cazarabet conversa con...   Mariano Peyrou, traductor del libroMaestras del engaño. Estafadoras, timadoras y embaucadoras de la historia” (Impedimenta) de Tori Telfer

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la historia ha habido estafadoras, timadoras y embaucadoras aquí son “desmigadas” y vistas a lupa con un retrato narrativo exquisito y expiatorio por Tori Telfer.

Edita este libro, Impedimenta ediciones, que lo presenta de esta manera:” Herederas falsas. Princesas chinas impostoras. Damas intrigantes. Supuestas cazadoras de fantasmas… Maestras del engaño, de Tori Telfer, es una antología llena de humor negro que recoge las hazañas de algunas de las más notorias estafadoras de la historia”

Lo que nos dice la sinopsis del libro: En la década de 1700, en París, una tal Jeanne de Saint-Rémy engañó a los joyeros reales con un collar hecho con seiscientos cuarenta y siete diamantes asegurando que era la mejor amiga de la reina María Antonieta. A mediados de la década de 1800, las hermanas Kate y Maggie Fox fingieron que podían hablar con los espíritus y sin querer iniciaron un movimiento religioso. ¿Cuántas mujeres después de la muerte de los Románov han afirmado ser la Gran Duquesa Anastasia? Para Tori Telfer, el arte de la estafa femenina tiene una larga y venerable tradición, y este libro es la prueba.

La autora Tori Telfer:

Sus artículos han aparecido en RollingStone.com, TheAtlantic.com, The Believer y Vice. Es, además, directora de tres podcasts: Criminal Broads, en el que habla sobre crímenes reales llevados a cabo por mujeres salvajes que acabaron en el lado equivocado de la ley; Red Flags; y Why Women Kill. En 2017 publicó su primer libro: Damas asesinas (Impedimenta, 2019). Maestras del engaño, que ahora presentamos en Impedimenta, es su segunda obra. Actualmente vive en Nueva York. Tori Telfer es escritora y periodista.

En Impedimenta ha publicado: Damas asesinas—ésta con traducción de Alicia Frieyro Gutiérrez--- y que es….

Una sugerente compilación de damas letales, dotada de un vitriólico humor negro, que rescata del olvido a catorce maestras del crimen que hicieron de lo sangriento un arte: horneando deliciosos pasteles con sorpresa, manejando el cuchillo con habilidad mortal o administrando sibilinos venenos a prueba de autopsia.

Al hablar sobre los criminales más letales de la historia, siempre pensamos en Jack el Destripador, Ted Bundy o John Wayne Gacy. De hecho, en 1998, el FBI afirmó que las asesinas en serie «no existían». Pero ¿qué hay de la infame condesa Erzsébet Báthory —apodada «la Condesa Sangrienta»—, de Mary Ann Cotton —virtuosa del «arsénico sin compasión»—, de Darya Nikolayevna Saltykova —«la Torturadora Rusa»—, de Nannie Doss —«la Abuelita Risueña»—, ¿de Alice Kyteler —«la Hechicera de Kilkenny»— o de Kate Bender —«la Bella Rebanadora de Pescuezos»—? Ingenioso y provisto de un enfoque que arrincona las explicaciones fáciles («lo hizo por amor», «es un asunto hormonal», «un hombre malvado le obligó a hacerlo») y los tópicos machistas («era una femme fatale o una bruja»), este esclarecedor estudio glosa las actividades agresivas y predatorias que las mujeres más letales nos han legado para la posteridad.

 

 

 

Cazarabet conversa con Mariano Peyrou, traductor del libro:

- Amigo, ¿cómo es el papel de un traductor en una obra como esta, teniendo en cuenta que Tori Telfer tiende a realizar como historias que dentro se abren como una muñeca rusa en la que se reúnen muchas mujeres y todas sus historias?

-Es un papel muy estimulante porque, aunque la autora del libro hable siempre con su propia voz, con su humor, su sensibilidad y su ironía, al situarse en contextos tan distintos y alejados es como si tuviéramos que adaptarnos un poco a ellos.

-¿Te ha sido difícil sumergirte en el particular mundo de Tori Telfer?, porque tiene muchos mundos y dentro de cada uno de ellos muchos personajes y mucho léxico…

-Sí, a eso me refería. No es que haya sido un libro especialmente difícil, pero sí un pequeño desafío por eso que dices. Al mismo tiempo, eso mismo lo vuelve más ameno de traducir, porque estás saltando de un mundo a otro cada pocas páginas. Las historias son siempre de estafadoras, pero se pasa de la época de la Revolución francesa a las Olimpiadas de Pekín 2008, de los últimos tiempos de los zares a la Guerra de Secesión norteamericana... Supongo que esto lo hace también más ameno para los lectores

-Normalmente, amigo Mariano, ¿veis vuestro trabajo compensado…os sentís compensados por el colectivo de lectores?, porque no es lo mismo, tampoco para el mundo del libro, ser traductor aquí que en Alemania o en el mundo del libro anglosajón… ¿qué diferencias hay?; ¿y si te vas a Italia, Portugal o a Sudamérica?

-La verdad es que no sé cómo es la situación de los traductores en otros países, pero me imagino que será parecida. Pienso que es un trabajo con poco reconocimiento social, como casi todos los relacionados con la cultura, pero al mismo tiempo es una actividad que permite mucha libertad. Uno se organiza como quiere en el espacio-tiempo, y eso a mí me viene muy bien. Si los lectores leen y disfrutan los libros, eso ya es una compensación; no hace falta recibir aplausos ni medallas.

-Cuando una persona se dedica a la traducción, ¿a qué se condena para bien y para mal?

-No sé si se condena a nada. Hay una cierta desprotección de los traductores y hay algunas editoriales con las que preferiría no haberme cruzado nunca, pero a mí personalmente me gusta dedicarme a esto. Quizá porque lo alterno con otros trabajos. No sé qué tal lo llevaría si fuera lo único que hiciese…

-¿Un traductor se especializa en temas y en determinadas plumas?, ¿cómo ha sido en el caso de los temas que aquí trata Tori Telfer , mirando a estafadoras, timadoras y embaucadoras de la historia?

-Algunos traductores están más especializados que otros. A mí me gusta la variedad, como ya he sugerido, aunque también me gusta el reencuentro con algunas escrituras que admiro, como es el caso de David Lodge, que también he traducido para Impedimenta, o de William Gaddis y John Barth, publicados por Sexto Piso. 

-¿En qué te ha resultado más fácil de traducir Tori Telfer ye en qué te ha sido más difícil?, ¿por qué?

-Traducir es como leer, pero más intensamente. Cuando un libro te gusta y tienes ganas de avanzar, eso supone una facilidad a la hora de traducir, porque te sientas delante del ordenador con ganas. Y no recuerdo nada particularmente difícil en este libro

-Amigo Mariano, si los que estamos leyendo este libro nos lo pasamos como enanas traviesas en una biblioteca, leyendo a escondidas y divirtiéndonos…no sé, me da que tú te has debido de divertir de lo lindo, ¿qué me dices?

-Sí, recuerdo esta traducción como un proceso lleno de sorpresas.

-¿Cómo es el proceso de documentación de los traductores?; ¿cómo ha sido en esta ocasión?, porque os tenéis que documentar en la pluma, en su manera de escribir, su léxico y luego están los temas que trata, la ambientación en el tiempo histórico… etc.….

-No sé cómo lo hacen los demás, pero yo me voy documentando sobre la marcha. Es decir, cuando surge una dificultad, me pongo a leer sobre un tema, o un contexto, o lo que sea. Voy improvisando según me vaya pidiendo el libro, o cada libro. No soy nada sistemático en este punto

-¿Qué tiene la pluma de Tori Telfer de particular?, ¿cómo es como narradora…tan entretenida como nos lo parece a los lectores?

-Sí, es muy entretenida, tiene una gran capacidad para contar historias de un modo juguetón y original.

-Háblanos de la relación con los editores porque son ellos los que te contratan, ¿no?; ¿cómo va siendo son ellos o ellas los que te dan los autores a traducir…?

-En general, los editores me contactan. Hay tres o cuatro editoriales con las que tengo una relación "íntima", de confianza, porque hemos trabajado juntos varias veces y la cosa ha ido bien. A veces soy yo el que los llamo anunciando que estoy disponible. Son ellos los que proponen los libros, claro, pero alguna vez he propuesto yo algo también.

-¿Cómo es el día a día en el trabajo de un traductor?, teniendo en cuenta que, además, tú eres poeta—aunque también veo que te da por la poesía--…mundo, los dos, relacionados con las letras, pero tan diferentes como diferenciales…

-Para mí la traducción es sólo una parte de mi trabajo. También doy clases, hago talleres, etc. Y el día a día varía mucho, en función de cómo sea el libro: a veces me apetece trabajar varias horas por día, pero en otros casos necesito ir poco a poco. También depende de lo ocupado que esté con otras cosas. En general, prefiero traducir por la mañana, a primera hora. Me encanta lo que tiene de flexible este trabajo, y también que te lleva a leer libros que nunca leerías. 

-Explicadnos todos o todas sois en su mayoría filólogos, ¿no?; ¿cuál es el perfil de las y los que se dedican a la traducción?

-Yo no soy filólogo, estudié antropología y música.

-¿Qué manías tienes como traductor?

Ninguna! Bueno, sí: me gusta poner la fecha de entrega lo más tarde posible, porque lo que más odiaría es tener que traducir con prisa. Luego siempre entrego con meses de antelación...

-Amigo, ¿en qué consiste el trabajo de traductor porque es mucho más que “traducir” tal como lo entendemos…requiere mucho más de lo que aparentemente se ve, aunque quedéis en un tercer plano…? -Trabajo que requiere, además de una metodología exigente, ¿verdad?

-Creo que el método consiste en no tener un método previo, rígido, sino en tratar de adaptarse a cada lenguaje, a cada libro. Siempre hay que tomar decisiones sobre qué resaltamos y qué dejamos en el fondo, o de lado, y creo que eso sólo se puede decidir caso por caso.

-¿Nos puedes explicar en qué estás trabajando ahora o has trabajado más recientemente como traductor y como narrador, poeta…?

-Lo último que he hecho son dos traducciones para Sexto Piso: "La escuela de canto", de Nell Leyshon, y "La amante de Wittgenstein", de David Markson. Dos libros excelentes. En cuanto a mis cosas, publiqué hace poco una novela, "Lo de dentro fuera", y ahora en marzo saldrá un ensayo sobre música que se llama "Oídos que no ven". Y dentro de cinco minutos, cuando os mande estas respuestas, voy a empezar una traducción nueva: una novela de Penelope Fitzgerald, también para Impedimenta. ¡Gran emoción!

 

 

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