La Librería de El Sueño Igualitario

sender_1.jpgCazarabet conversa con...   Andreu Navarra, sobre el libro “Madrid-Moscú. Notas de viaje, 1933-1934” (Fórcola)

 

 

 

 

 

 

Una magnífica crónica del Moscú de los años treinta desde la sutil y firme pluma del aragonés Ramón J. Sender que rescata Fórcola Ediciones con un prólogo, finísimo, perspicaz y agudo, de José Carlos Mainer.

 

La sinopsis que nos aporta Fórcola:

En los años veinte y treinta del siglo pasado, fueron muchos los escritores, periodistas y políticos españoles los que emprendieron las que Ernesto Giménez Caballero denominó «romerías a Rusia». La nueva Unión Soviética, la «inédita construcción del paraíso socialista sobre las ruinas del más vetusto de los regímenes», en palabras de José Carlos Mainer, atraía a aquellos viajeros fascinados por el triunfo de la tecnología y la industria.

 

Ramón J. Sender fue uno de aquellos viajeros: en 1933, invitado por la Internacional Comunista –Komintern–, visitó la URSS, un país que llevaba a cuestas un largo proceso revolucionario, iniciado en 1905, que no interrumpieron ni la catastrófica intervención rusa en la Gran Guerra ni la sangrienta guerra civil. Tras la muerte de Lenin, Stalin asumiría en 1924 la jefatura del Estado y presidiría la hegemonía del Partido soviético sobre todos los partidos «hermanos» de otras naciones. Sender visitará y dará cuenta de la mayor obsesión del régimen estalinista, la industrialización, que en pocos años consiguió duplicar la producción del carbón y triplicar la de acero. Pero el faro de la humanidad también ocultaba sombras a las que Sender no fue ajeno, dando noticias de los errores de planificación, las pésimas cosechas, las requisas indiscriminadas de grano o la matanza de miles de ucranianos.

 

Ramón J. Sender, tres maneras de acercarse a este magnífico escritor y cronista: https://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_J._Sender

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/sender.htm

http://cvc.cervantes.es/actcult/sender/biografia.htm

José Carlos Mainer: https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Carlos_Mainer

Otro aragonés con mucho peso: https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=3092341

 

 

 

Cazarabet conversa con Andreu Navarra:

 

Andreu-Navarra.jpg-Si se habla de plumas como la de Ramón J. Sender hay que como sentir el peso de las palabras bien cosidas componiendo unos textos firmes, pero, a la vez, servidos con el propósito de transmitir un mensaje…

A mi modo de ver, Sender comparte con Chaves Nogales la capacidad de lograr buenos reportajes. Era, además de autor literario, un extraordinario periodista. Y eso beneficia al libro, porque le da frescura y le quita moralismos. Aunque Sender esté realmente enfadado con la realidad española.

 

-Hacía la pregunta anterior porque Sender era un escritor con esa alma de cronista, de contar y narrar situaciones con una elegancia que era mucho de aquellos años con, por cierto, numerosos cronistas…

Sí: es la época de Chaves Nogales, de Julio Camba, de Josep Pla. Revolución periodística: esa prosa engolada de la Restauración es vencida finalmente por los herederos de la ruptura de 1898, en cuanto a estilo. El periodista ya no es el solemne autor de frases, sino el pensador fuerte y escueto, que le toma el pulso a la realidad.

 

-Viajó a Moscú invitado por la Internacional Comunista  y fruto de este viaje y de lo iba viviendo, viendo, sintiendo, también de lo que le iban contando, él iba captando… fruto de todo eso sale este libro. Libro que condensa desde la política hasta rasgos que tienen a ver con la cultura, la situación social… Como decía un libro de cronista, de un cronista que ya empezaba a madurar, ¿qué nos puedes comentar?

Estos son los aspectos que subraya el magnífico prólogo de Mainer, la maduración de Sender, el significado de ese viaje en su trayectoria, sus vaivenes ideológicos, en una época turbulenta que se acelera. Esa idea de la aceleración es muy común a los cronistas que fueron a la URSS: la reencontramos en Zugazagoitia, en Rodolfo Llopis, nuevamente en Chaves. Yo opino que Sender fue a la URSS en busca de referentes radicales para conseguir sacudir de una vez la vieja España que no acababa de resquebrajarse. En este sentido se parece a Andreu Nin.

 

-¿Se podría decir –claro que cada lector deberá sacar sus propias conclusiones– que esta es una lectura de un idealista?

Yo creo que no, pienso que es la obra de alguien que está hasta el gorro del estéril republicanismo español, de Azaña, de Alcalá Zamora y de sus equipos. Que desea una regeneración radical de la vida nacional, que solo puede dar un golpe bolchevizante. El libro de alguien que busca un fuerte estimulante para una nación moribunda. Se trata de un libro lleno de furia.

 

-En estos viajes, ¿cómo crees que  les afectaba a escritores como Sender el rodillo de la propaganda de una URSS que también manejaba mucho todo ello?

Es posible que hasta esa propaganda le pareciera un tónico necesario para la intolerable atonía del mundo hispánico. No recuerdo ningún fragmento en que la impugne. Más bien lo que admira sobremanera es la capacidad del pueblo ruso para mantenerse firme y jovial. A ese impulso positivo opone constantemente la triste vida provincial española.

 

-¿Cómo se puede comentar la evolución del Ramón J. Sender a partir de este libro, teniendo en cuenta que dos años después se desataría la guerra civil española y que Sender la sufrió como perdedor teniendo incluso que marchar al exilio?

En 1934, Sender aboga claramente por radicalizar la Segunda República. Era un debate muy intenso en la época aceptar la democracia burguesa de 1931, resultado de una transición pacífica, o avanzar hacia un modelo más parecido al soviético. Más adelante, parece que Sender se desentendió de este comunismo a ultranza y adoptó posturas más cercanas a la izquierda crítica. En el exilio. Comparar su caso con el de Julián Gorkin arrojaría mucha luz sobre la trayectoria de ambos.

 

 

 

 

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Madrid-Moscú. Notas de viaje, 1933-1934. Ramón J. Sender. Prólogo de José Carlos Mainer   
328 páginas          13 x 21 cms.
24.50 euros
Fórcola



Las crónicas de viaje de Sender, publicadas en La Libertad entre el 27 de mayo y el 13 de octubre de 1933, fueron la base del libro que, con modificaciones y ampliaciones posteriores, publicó la editorial Pueyo en 1934. Con una calculada mezcla de impasibilidad y desparpajo, de curiosidad abierta a los hechos y de dogmatismo en sus presupuestos, en sus crónicas Sender se inventaba un comunismo alejado de la realidad del primer estalinismo. Más allá de sus cegueras y sus legítimas esperanzas, estas febriles páginas son una inmersión de primer orden en la cenagosa historia del siglo xx.

En los años veinte y treinta del siglo pasado, fueron muchos los escritores, periodistas y políticos españoles los que emprendieron las que Ernesto Giménez Caballero denominó «romerías a Rusia». La nueva Unión Soviética, la «inédita construcción del paraíso socialista sobre las ruinas del más vetusto de los regímenes», en palabras de José Carlos Mainer, atraía a aquellos viajeros fascinados por el triunfo de la tecnología y la industria.

Ramón J. Sender fue uno de aquellos viajeros: en 1933, invitado por la Internacional Comunista –Komintern–, visitó la URSS, un país que llevaba a cuestas un largo proceso revolucionario, iniciado en 1905, que no interrumpieron ni la catastrófica intervención rusa en la Gran Guerra ni la sangrienta guerra civil. Tras la muerte de Lenin, Stalin asumiría en 1924 la jefatura del Estado y presidiría la hegemonía del Partido soviético sobre todos los partidos «hermanos» de otras naciones. Sender visitará y dará cuenta de la mayor obsesión del régimen estalinista, la industrialización, que en pocos años consiguió duplicar la producción del carbón y triplicar la de acero. Pero el faro de la humanidad también ocultaba sombras a las que Sender no fue ajeno, dando noticias de los errores de planificación, las pésimas cosechas, las requisas indiscriminadas de grano o la matanza de miles de ucranianos.


Ramón J. Sender (1901-1982). Nació en Chalamera de Cinca (Huesca) en 1901 y se crio en distintos pueblos aragoneses. Empezó a escribir y a colaborar en prensa a temprana edad. Participó en la guerra de Marruecos como soldado de reemplazo y a su vuelta se instaló en Madrid, donde ingresó en la redacción del diario El Sol como redactor y corrector. Antes del comienzo de la Guerra Civil, ya era uno de los escritores más prestigiosos del momento. Hasta entonces había publicado las novelas Imán (1930), Siete domingos rojos (1932) y Míster Witt en el Cantón (1935); y sus crónicas, aparecidas en La Libertad, en forma de  libro: Madrid-Moscú. Notas de viaje, y Viaje a la aldea del crimen (Documental de Casas Viejas), ambos publicados en 1934. De ideas revolucionarias, simpatizó primero con movimientos anarquistas y, más tarde, comunistas. Por razones personales y discrepancias personales e ideológicas, que terminaron apartándolo de su militancia comunista, en 1938 se exilió a Francia, y en 1939 se embarcó hacia México, donde vivió hasta 1942, en que se trasladó definitivamente a Estados Unidos, donde trabajó como profesor de literatura. Cultivó todos los géneros literarios –novela, poesía, relato, ensayo, teatro, artículo periodístico, memorias–, pero es la novela el género al que pertenecen sus creaciones más recordadas. Falleció en 1982 en San Diego, EEUU.

 

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