La
Librería de El Sueño Igualitario
Una magnífica
crónica del Moscú de los años treinta desde la sutil y firme pluma del aragonés
Ramón J. Sender que rescata Fórcola Ediciones con un
prólogo, finísimo, perspicaz y agudo, de José Carlos Mainer.
La sinopsis que nos
aporta Fórcola:
En los años veinte
y treinta del siglo pasado, fueron muchos los escritores, periodistas y
políticos españoles los que emprendieron las que Ernesto Giménez Caballero
denominó «romerías a Rusia». La nueva Unión Soviética, la «inédita construcción
del paraíso socialista sobre las ruinas del más vetusto de los regímenes», en
palabras de José Carlos Mainer, atraía a aquellos
viajeros fascinados por el triunfo de la tecnología y la industria.
Ramón J. Sender fue uno de aquellos viajeros: en 1933, invitado
por la Internacional Comunista –Komintern–, visitó la URSS, un país que llevaba
a cuestas un largo proceso revolucionario, iniciado en 1905, que no
interrumpieron ni la catastrófica intervención rusa en la Gran Guerra ni la
sangrienta guerra civil. Tras la muerte de Lenin, Stalin asumiría en 1924 la
jefatura del Estado y presidiría la hegemonía del Partido soviético sobre todos
los partidos «hermanos» de otras naciones. Sender visitará y dará cuenta de la
mayor obsesión del régimen estalinista, la industrialización, que en pocos años
consiguió duplicar la producción del carbón y triplicar la de acero. Pero el
faro de la humanidad también ocultaba sombras a las que Sender no fue ajeno,
dando noticias de los errores de planificación, las pésimas cosechas, las
requisas indiscriminadas de grano o la matanza de miles de ucranianos.
Ramón J. Sender,
tres maneras de acercarse a este magnífico escritor y cronista: https://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_J._Sender
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/sender.htm
http://cvc.cervantes.es/actcult/sender/biografia.htm
José Carlos Mainer: https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Carlos_Mainer
Otro aragonés con
mucho peso: https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=3092341
Cazarabet
conversa con Andreu Navarra:
-Si se habla de plumas como la
de Ramón J. Sender hay que como sentir el peso de las palabras bien cosidas
componiendo unos textos firmes, pero, a la vez, servidos con el propósito de
transmitir un mensaje…
-Hacía la pregunta anterior
porque Sender era un escritor con esa alma de cronista, de contar y narrar
situaciones con una elegancia que era mucho de aquellos años con, por cierto,
numerosos cronistas…
-Viajó a Moscú invitado por la
Internacional Comunista y fruto de este viaje y de lo iba viviendo,
viendo, sintiendo, también de lo que le iban contando, él iba captando… fruto
de todo eso sale este libro. Libro que condensa desde la política hasta rasgos
que tienen a ver con la cultura, la situación social… Como decía un libro de
cronista, de un cronista que ya empezaba a madurar, ¿qué nos puedes comentar?
Estos son los aspectos que subraya
el magnífico prólogo de Mainer, la maduración de
Sender, el significado de ese viaje en su trayectoria, sus vaivenes
ideológicos, en una época turbulenta que se acelera. Esa idea de la aceleración
es muy común a los cronistas que fueron a la URSS: la reencontramos en Zugazagoitia, en Rodolfo Llopis,
nuevamente en Chaves. Yo opino que Sender fue a la URSS en busca de referentes
radicales para conseguir sacudir de una vez la vieja España que no acababa de
resquebrajarse. En este sentido se parece a Andreu Nin.
-¿Se podría decir –claro que
cada lector deberá sacar sus propias conclusiones– que esta es una lectura de
un idealista?
-En estos viajes, ¿cómo crees
que les afectaba a escritores como Sender el rodillo de la
propaganda de una URSS que también manejaba mucho todo ello?
Es posible que hasta esa propaganda le pareciera un
tónico necesario para la intolerable atonía del mundo hispánico. No recuerdo
ningún fragmento en que la impugne. Más bien lo que admira sobremanera es la
capacidad del pueblo ruso para mantenerse firme y jovial. A ese impulso
positivo opone constantemente la triste vida provincial española.
-¿Cómo se puede comentar la
evolución del Ramón J. Sender a partir de este libro, teniendo en cuenta que
dos años después se desataría la guerra civil española y que Sender la sufrió
como perdedor teniendo incluso que marchar al exilio?
25124
Madrid-Moscú. Notas
de viaje, 1933-1934.
Ramón J. Sender. Prólogo de José Carlos Mainer
328 páginas 13 x 21 cms.
24.50 euros
Fórcola
Las crónicas
de viaje de Sender, publicadas en La Libertad entre el 27 de mayo y el 13 de
octubre de 1933, fueron la base del libro que, con modificaciones y
ampliaciones posteriores, publicó la editorial Pueyo
en 1934. Con una calculada mezcla de impasibilidad y desparpajo, de curiosidad
abierta a los hechos y de dogmatismo en sus presupuestos, en sus crónicas
Sender se inventaba un comunismo alejado de la realidad del primer estalinismo.
Más allá de sus cegueras y sus legítimas esperanzas, estas febriles páginas son
una inmersión de primer orden en la cenagosa historia del siglo xx.
En los años veinte y treinta del siglo pasado, fueron muchos los escritores,
periodistas y políticos españoles los que emprendieron las que Ernesto Giménez
Caballero denominó «romerías a Rusia». La nueva Unión Soviética, la «inédita
construcción del paraíso socialista sobre las ruinas del más vetusto de los
regímenes», en palabras de José Carlos Mainer, atraía
a aquellos viajeros fascinados por el triunfo de la tecnología y la industria.
Ramón J. Sender fue uno de aquellos viajeros: en 1933, invitado por la
Internacional Comunista –Komintern–, visitó la URSS, un país que llevaba a
cuestas un largo proceso revolucionario, iniciado en 1905, que no
interrumpieron ni la catastrófica intervención rusa en la Gran Guerra ni la
sangrienta guerra civil. Tras la muerte de Lenin, Stalin asumiría en 1924 la
jefatura del Estado y presidiría la hegemonía del Partido soviético sobre todos
los partidos «hermanos» de otras naciones. Sender visitará y dará cuenta de la
mayor obsesión del régimen estalinista, la industrialización, que en pocos años
consiguió duplicar la producción del carbón y triplicar la de acero. Pero el
faro de la humanidad también ocultaba sombras a las que Sender no fue ajeno,
dando noticias de los errores de planificación, las pésimas cosechas, las
requisas indiscriminadas de grano o la matanza de miles de ucranianos.
Ramón J. Sender (1901-1982). Nació en Chalamera
de Cinca (Huesca) en 1901 y se crio en distintos pueblos aragoneses. Empezó a
escribir y a colaborar en prensa a temprana edad. Participó en la guerra de
Marruecos como soldado de reemplazo y a su vuelta se instaló en Madrid, donde
ingresó en la redacción del diario El Sol como redactor y corrector. Antes del comienzo de la
Guerra Civil, ya era uno de los escritores más prestigiosos del momento. Hasta
entonces había publicado las novelas Imán (1930), Siete domingos rojos (1932) y Míster Witt en el Cantón (1935); y sus crónicas, aparecidas en La Libertad, en forma de
libro: Madrid-Moscú. Notas de viaje, y Viaje a la aldea del crimen (Documental de Casas Viejas), ambos publicados
en 1934. De ideas revolucionarias, simpatizó primero con movimientos
anarquistas y, más tarde, comunistas. Por razones personales y discrepancias
personales e ideológicas, que terminaron apartándolo de su militancia
comunista, en 1938 se exilió a Francia, y en 1939 se embarcó hacia México,
donde vivió hasta 1942, en que se trasladó definitivamente a Estados Unidos,
donde trabajó como profesor de literatura. Cultivó todos los géneros literarios
–novela, poesía, relato, ensayo, teatro, artículo periodístico, memorias–, pero
es la novela el género al que pertenecen sus creaciones más recordadas.
Falleció en 1982 en San Diego, EEUU.
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