La Librería de Cazarabet Indignado

Sin-título-1.jpgCazarabet conversa con...   Carmen Madorrán Ayerra, responsable de la edición de “Pensar globalmente, actuar localmente. Antología” (La Catarata) de René Dubos

 

 

 

 

 

LA CATARATA EDITA UNA ANTOLOGÍA DEL PENSAMIENTO DE RENÉ DUBOS.TODO UN CLÁSICO DEL PENSAMIENTO CRÍTICO QUE DUIDA EN SU EDICIÓN POR CARMEN MADORRÁN AYERRA.

LO QUE NOS DICE LA EDITORIAL, LA CATARATA, DE ESTE LIBRO:

La crisis socioecológica no es un asunto nuevo que de repente muestre su faz amenazadora: en sus rasgos esenciales era perfectamente reconocible hace medio siglo. De hecho, la mayoría de los debates de los años sesenta y setenta sobre esta cuestión eran más abiertos y menos negadores de la realidad que buena parte de lo que ha venido después. Así, todavía hoy las posibles soluciones para algunos de los problemas socioecológicos más preocupantes pasan en buena medida por seguir las propuestas hechas por René Dubos (y otros pioneros del ecologismo). La organización de la vida en nuestras sociedades y ciudades, la capacidad de adaptación a formas diferentes de producción y consumo, la cuestión del bienestar humano y de los requisitos para una vida buena, la transformación de las relaciones con el resto de los seres vivos o entre la población de los países ricos y pobres son algunos de los asuntos fundamentales que aborda en estos textos. La originalidad de su planteamiento radica en gran parte, frente a visiones catastrofistas, en una concepción del ser humano como un ser creativo que es capaz de integrar el pesimismo de la razón con el optimismo de la voluntad.

René Dubos:

El microbiólogo y ensayista René Dubos (1901-1982) es uno de los autores seminales para la formación del pensamiento ecologista moderno: supo anticipar con lucidez dimensiones culturales de la crisis ecológico-social global y pensar soluciones como la superación del mito del crecimiento. Analizó con perspicacia la sociedad industrial y la civilización humana, asumiendo en sus ensayos aportaciones tanto de la medicina como de la historia, la antropología social y cultural o la psicología, llegando así a forjar una visión multidisciplinar de la que hoy seguimos aprendiendo. En 1981 tituló uno de los capítulos de su libro Celebraciones de la vidacon una frase que después ha dado la vuelta al mundo como lema ecologista: “Pensar globalmente, pero actuar localmente”. Junto con Barbara Ward, Dubos fue autor en 1972 de Una sola Tierra, el informe preparatorio de la primera Cumbre de la Tierra en Estocolmo (la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Ambiente Humano), lo que supuso el inicio del programa ambiental de la ONU.

René Dobos ha publicado, también en LA CATARATA:

¡Peligro! Hombres trabajando. El trabajo en la era de la crisis ecológico-social

De este libro se encargó, también en la edición Carmen Madorrán, acompañada por otro “excelente pensador” Jorge Riechman, autor y pensador muy prolífico en La Catarata.

 

LA EDICIÓN DE ESTE LIBRO PARA LA CATARATA CORRE A CARGO DE CARMEN MADORRÁN AYERRA:

Carmen Madorrán Ayerra es licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid donde también cursó sus estudios de máster en Crítica y Argumentación filosófica. Actualmente realiza los estudios conducentes al doctorado en Filosofía bajo la dirección de Jorge Riechmann. Con él y otros investigadores preocupados por la crisis socio ecológica, forma parte del grupo de investigación transdisciplinar sobre transiciones socioecológicas (transecos.wordpress.com).

 

 

Cazarabet conversa con Carmen Madorrán:

carmen-madorran.jpgCarmen, ¿cómo ha sido el acercarte al pensamiento y la reflexión de René Bubos desde la perspectiva  del todo (lo global) a lo individual(lo local) y viceversa porque, creo(perdona mi ignorancia) él hacía los caminos de ida y vuelta y de vuelta, otra vez?

Son, efectivamente, caminos de ida y vuelta. Con esa propuesta que conlleva pensar globalmente y actuar localmente, Dubos se refería por un lado, al nivel micro del cambio en los modos de vida, el cuidado del medio ambiente inmediato, el de nuestras localidades y regiones; y por el otro, a la actuación macro de los organismos e instituciones nacionales e internacionales. Aunque algunas veces se quejase de la poca eficacia  de conferencias y cumbres internacionales y criticase que al salir de allí no había más que recitales inanes de buenas intenciones, defendía que para la magnitud y la urgencia del cambio que hacía falta los cambios en las formas de consumo, por ejemplo, no eran suficientes (pero tampoco desdeñables).

Mi mensaje era que el pensar globalmente es una actividad intelectual excitante, pero no sustituta del trabajo necesario para resolver los problemas prácticos locales. Si en verdad deseamos contribuir al bienestar de la humanidad y de nuestro planeta, el mejor lugar para empezar es nuestra propia comunidad y sus campos, ríos, marismas, costas, carreteras y calles, así como nuestros problemas sociales[1][1].

Que vivimos en un mundo globalizado es un hecho, pero no lo es tanto que pensemos globalmente. De hecho, pensar globalmente no es una tarea fácil y exige que salgamos de la comodidad que supone beneficiarnos de haber ido a nacer en la parte privilegiada de un mundo globalizado, sin asumir las responsabilidades correspondientes. Algo que quizá tenga sentido preguntarnos hoy es si podemos seguir empleando la máxima “pensar globalmente, actuar localmente” o más bien deberíamos decir más bien “actuar globalmente, actuar localmente”, precisamente por la urgencia y la magnitud de los cambios necesarios.

c38bdb4c43d5f19a60e41668385c0cbec0ddd6db.jpg-Lo que René Dubos pensaba y reflexionaba hace muchos años se ha acabado dando, acierta en el centro de la diana. Pensamiento crítico, avanzado. Reflexionemos un poco sobre lo que se fundamenta, por favor.

Uno de los puntos de partida de Dubos es que los humanos vivimos entre dos mundos, en la clásica formulación de Barry Commoner: la biosfera y la tecnosfera (en El círculo que se cierra). La biosfera es el mundo natural del que formamos parte con el resto de seres vivos y ecosistemas; y la tecnosfera es el mundo de las creaciones culturales, sociales, de las infraestructuras. El diagnóstico que hace ya más de cuarenta años lanzaron Dubos y Barbara Ward en Una Sola Tierra era muy claro: se estaba produciendo una descompensación, un desequilibrio que situaría a los dos mundos del ser humano al borde de un conflicto porque los humanos pesamos cada vez más sobre el planeta, exigimos más recursos, energía, producimos más residuos…y nos movemos en un planeta con una capacidad y unos recursos finitos, limitados. Estos serán algunos de los temas fundamentales y recurrentes en las obras de Dubos.

-Bueno. Era un pensador, un científico muy adelantado a su tiempo (que sobrepasaba los dogmas científicos) que no se conformó nunca con una respuesta. Iba siempre a más, no paraba ni paró nunca de realizarse preguntas y eso se nota…

Dubos fue un microbiólogo destacado, pero no se dedicó exclusivamente a la microbiología, ni mucho menos. Publicó una veintena de ensayos que abordaron una enorme cantidad de temas desde la ciencia moderna, la relación entre ciencia y utopía, reflexiones sobre medicina, ciencia y humanidad, el bienestar humano...En este sentido, René Dubos es uno de esos ejemplares escasos, casi en peligro de extinción: un investigador multidisciplinar, con una visión compleja. En sentido contrario a la tendencia actual, René Dubos cumplía una labor de bisagra tan difícil como necesaria, poniendo una piedra en los cimientos de lo que hoy conocemos como Tercera Cultura.

Paco Fernández Buey decía que sin cultura científica no hay posibilidad de intervenir razonablemente en el debate público sobre la mayoría de los temas importantes en nuestros días. La ciencia es ya parte sustancial de nuestras vidas y la mayoría de las controversias públicas, ético-políticas o ético-jurídicas relevantes, suponen cierto conocimiento del estado de la cuestión de una o de varias ciencias naturales. Renunciar a la cultura científica hoy sería también renunciar al sentido griego, aristotélico, de la política que puede definirse como participación activa de la ciudadanía en los asuntos de la ciudad socialmente organizada. Para él, si se quiere propiciar la discusión pública racional sobre algunos de los grandes temas, los científicos necesitan formación humanística (histórico-filosófica, deontológica, etc.) para superar el cientificismo; y los humanistas necesitan cultura científica para superar actitudes basadas exclusivamente en tradiciones literarias[2][2]. Dubos, médico de profesión, especialista en microbiología, ganó el Premio Pulitzer de ensayo de no ficción en 1969 con ¡Un animal tan humano!, un ensayo donde aborda, entre otras cuestiones, la necesidad de humanizar la ciencia.

carmen-madorrán.jpg-Pero ofrece, también, alternativas porque toda crítica de Dubos tiene una salida y como una especie de salida de escape. Coméntanos por favor.

Dubos demuestra en sus escritos bastante confianza en la elasticidad y capacidad de adaptación de los seres humanos. Pese a ser consciente de los grandes problemas que analizaba, su postura no era en absoluto la de alguien derrotado. De hecho, con mucha ironía tituló “El optimista desesperado” a la columna que publicaba en el American Scholar. En su momento, participó en las distintas iniciativas que se pusieron en marcha –cumbres, conferencias internacionales, congresos- sobre medio ambiente. Creo que veía una posibilidad real de solución o límite a algunos de los peores problemas ecológicos a través de soluciones políticas y acuerdos internacionales. Es posible que esto hoy, cuarenta años y muchas conferencias después, nos resulte de una ingenuidad llamativa.

-La ecología y el pensamiento ecológico sin el compromiso social no tiene cabida, pero la sociedad, y hoy más que nunca, sin la “concienciación” ecológica tampoco va a ninguna parte. ¿Qué nos puedes decir, reflexionar?

El enfoque con que Dubos entendía los problemas medioambientales me parece acertado también para el presente, es decir, entenderlos conectados con el bienestar de los seres humanos, estrechamente ligados a la economía y a la brecha Norte-Sur, en lugar de entenderlos como preocupaciones de ricos cultos que poco importan cuando se vive en un país pobre. Hablar hoy de problemas sociales acaba remitiendo casi de forma directa a una serie de problemas ecológicos de enorme magnitud. Pensemos por ejemplo en que en el mundo hay cada año más de treinta millones de refugiados climáticos: es decir, que coinciden por supuesto con los más pobres de los países pobres, que tienen que abandonar sus lugares porque ya no se dan las condiciones básicas para la vida (sequías, inundaciones, desertización…). Para que nos hagamos una idea, en los años 70, hubo en el mundo 660 desastres registrados (entre sequías, inundaciones, temporales, incendios forestales y temperaturas extremas). En la década de 2000 a 2009, fueron 3.322 (5 veces más).

Además, es innegable que las consecuencias o “males ecológicos” afectan sobre todo a los más pobres. El porcentaje en que la contaminación del aire y del agua matan a personas en las zonas enriquecidas o empobrecidas del planeta nos da un buen indicador  de la conexión entre pobreza y males ecológicos: cerca de 1.300 millones de personas no tienen acceso al agua limpia –lo que conlleva la aparición de enfermedades infecciosas- y provoca la muerte de 5,5 millones de personas cada año. El aire contaminado, por su parte, mata a 2,7 millones de personas al año, más del 90% en países empobrecidos. (Podéis consultar los datos en la página de la OMS).

maxresdefault-(1).jpg-Si no caminamos con más respeto hacia la convivencia plena con la convivencia entre la naturaleza, nuestro entorno ambiental y nosotros, no hay ni queda nada para con el futuro en el planeta a no ser que pensemos solo en nosotros y en dejar migajas a nuestro paso…-Por que vivir no debe de quedar exento del equilibrio entre nosotros y el respeto por la naturaleza. Entre nuestra convivencia con el medio y todo lo que con ella se desprenda y podamos “utilizar” por el bien de la convivencia, el medio y nosotros…

Dubos quiere remarcar el vínculo indisociable que tenemos los humanos con la Tierra. Una y otra vez, reaparece la idea de la simbiosis entre naturaleza y humanidad, y la importancia de entender ese vínculo y no tratar de cortar unos lazos de los que depende nuestra propia existencia. Quizá la mejor fórmula para definir esto sea una propuesta por el propio Dubos: “La ley fundamental de la ecología es que cada cosa está relacionada con todas las demás”[3][3].

En esa interrelación en la que estamos con el resto de seres vivos y con los ecosistemas de los que dependemos, Dubos reconoce que los humanos siempre hemos alterado el equilibrio ecológico, entonces: ¿por qué ahora es un problema? Una de las respuestas es que ahora pesamos más que nunca sobre el planeta, es decir, “Que ahora somos más destructivos que en el pasado porque somos más y contamos con un mayor poder de destrucción”[4][4]. El aumento tanto de la población mundial como de la demanda de energía, minerales, alimentos, y la generación de residuos ha crecido exponencialmente en los últimos dos siglos, desde la Revolución Industrial. Esto, junto con el desarrollo tecnológico y las posibilidades que abre, justifican que Dubos y otros autores dijeran que se había producido un cambio cualitativo y que la presencia humana en el planeta tal y como se había plasmado en la “civilización industrial” empezaba a ser un verdadero problema para los ecosistemas y todos cuantos dependemos de ellos (nosotros, el resto de seres vivos y los seres humanos de las generaciones futuras).

-Lo que está claro que para alcanzar ese equilibrio hay que “tirar lastre”, porque al desarrollismo que impacta tanto con la naturaleza hay que ponerle “veto”. Hay que frenarle por el bien común de todos, todas y del planeta. Y en eso nos topamos con los de siempre: lobbies, grandes cooperaciones, políticos implicados en algo más que en el interés ciudadanos, corruptelas…

Sí, la cuestión de los límites es fundamental y ahí es donde encontramos uno de los mayores escollos en nuestros días. Dubos, como otros autores de su generación, expuso su punto de vista sobre la importancia de atender a los límites del crecimiento en un momento en el que una de las señas de identidad –exacerbada en nuestra época- es la exportación ingente de productos a distancias muy lejanas y la importación hasta el último rincón del mundo del modelo de producción, distribución y consumo basado en el despilfarro de combustibles fósiles. En 1973, Kenneth Boulding dijo ante el Congreso de EE.UU aquella famosa frase de que quien creyese que el crecimiento exponencial de una economía podía durar eternamente en un mundo finito, o era un loco o era un economista. Dubos había escrito algo similar, haciendo hincapié en la conexión entre la tendencia al crecimiento económico y el irremediable choque con los límites biofísicos del planeta:

Todas las sociedades sometidas a la influencia civilizadora occidental acatan hoy el evangelio del crecimiento- esa doctrina de derviche giróvago cuya enseñanza es esta: produce más para que puedas consumir y luego producir más todavía. No se necesita ser sociólogo para saber que tal filosofía es insana. El crecimiento acelerado no puede prolongarse mucho tiempo y, por supuesto, jamás indefinidamente[5][5].

hqdefault.jpgHoy sigue siendo un completo contrasentido continuar con tal pretensión cuando nos encontramos en situación de extralimitación ecológica. Para hacernos una idea, la primera vez que las demandas colectivas superaron la capacidad regenerativa de la tierra fue hacia 1980. Hoy, empleamos los recursos y la capacidad de absorción de una Tierra y media. ¡Cómo si la tuviéramos! La idea de los límites y de la imposibilidad de continuar con un crecimiento exponencial (ya sea de población, demanda de energía, generación de residuos…) en un planeta finito, es fundamental. Me parece una lección que pese a tener décadas a las espaldas, todavía no hemos conseguido asumir del todo como sociedad, además de que, efectivamente, haya grandes intereses económicos en juego.

-Esto es posible, este pensamiento crítico,  porque tenemos en cuenta el concepto holístico e integral en cuanto a todos los conceptos por  y alrededor de la vida. ¿no?

No cabe duda de que el pensamiento de Dubos forma parte del pensamiento crítico con la corriente de pensamiento hegemónica. Y sí, podemos entender el pensamiento de Dubos como un pensamiento complejo y abierto que tiene en el centro la preocupación por la vida en sus distintas formas: humana, animal, del conjunto de los ecosistemas… En sus ensayos abordó multitud de temas, pero sus preocupaciones recurrentes siempre tenían la vida en el centro. Podemos verlo, por ejemplo, en sus reflexiones sobre los seres humanos y la fascinación por su comportamiento, el estudio de las costumbres en las diferentes culturas y sin embargo los rasgos compartidos...

-Pensadores como el presente, ¿están, más que nunca, por la sociedad en la que vivimos en vigencia?

Las ideas de cualquier pensador tienen vigencia en tanto que siguen planteando cuestiones relevantes para el presente. Creo que esto es lo que sucede con muchas de las que planteó Dubos, de hecho, diría que tienen mayor vigencia sus preguntas que sus respuestas. Señala bien, apunta a la relación entre crisis ecológica y desigualdad material (brecha Norte-Sur, por ejemplo), se pregunta por la responsabilidad que tenemos hacia los seres humanos de las generaciones futuras, alerta sobre los límites del crecimiento en un mundo finito con recursos limitados, se preocupa por las necesidades humanas y su universalidad, por el bienestar humano…Diría que son asuntos de primer orden en nuestro presente.


 

 

 

 

Sin-título-1.jpg22951 
Pensar globalmente, actuar localmente. Antología. René Dubos. Carmen Madorrán Ayerra (ed.)   
160 páginas       13,5 x 21 cms.
16.00 euros
La Catarata



La crisis socioecológica no es un asunto nuevo que de repente muestre su faz amenazadora: en sus rasgos esenciales era perfectamente reconocible hace medio siglo. De hecho, la mayoría de los debates de los años sesenta y setenta sobre esta cuestión eran más abiertos y menos negadores de la realidad que buena parte de lo que ha venido después. Así, todavía hoy las posibles soluciones para algunos de los problemas socioecológicos más preocupantes pasan en buena medida por seguir las propuestas hechas por René Dubos (y otros pioneros del ecologismo). La organización de la vida en nuestras sociedades y ciudades, la capacidad de adaptación a formas diferentes de producción y consumo, la cuestión del bienestar humano y de los requisitos para una vida buena, la transformación de las relaciones con el resto de los seres vivos o entre la población de los países ricos y pobres son algunos de los asuntos fundamentales que aborda en estos textos. La originalidad de su planteamiento radica en gran parte, frente a visiones catastrofistas, en una concepción del ser humano como un ser creativo que es capaz de integrar el pesimismo de la razón con el optimismo de la voluntad.


René Dubos
El microbiólogo y ensayista René Dubos (1901-1982) es uno de los autores seminales para la formación del pensamiento ecologista moderno: supo anticipar con lucidez dimensiones culturales de la crisis ecológico-social global y pensar soluciones como la superación del mito del crecimiento. Analizó con perspicacia la sociedad industrial y la civilización humana, asumiendo en sus ensayos aportaciones tanto de la medicina como de la historia, la antropología social y cultural o la psicología, llegando así a forjar una visión multidisciplinar de la que hoy seguimos aprendiendo. En 1981 tituló uno de los capítulos de su libro Celebraciones de la vida con una frase que después ha dado la vuelta al mundo como lema ecologista: “Pensar globalmente, pero actuar localmente”. Junto con Barbara Ward, Dubos fue autor en 1972 de Una sola Tierra, el informe preparatorio de la primera Cumbre de la Tierra en Estocolmo (la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Ambiente Humano), lo que supuso el inicio del programa ambiental de la ONU.

Carmen Madorrán Ayerra

Carmen Madorrán Ayerra es licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid donde también cursó sus estudios de máster en Crítica y Argumentación filosófica. Actualmente realiza los estudios conducentes al doctorado en Filosofía bajo la dirección de Jorge Riechmann. Con él y otros investigadores preocupados por la crisis socioecológica, forma parte del grupo de investigación transdisciplinar sobre transiciones socioecológicas (transecos.wordpress.com).

 

_____________________________________________________________________

Cazarabet

c/ Santa Lucía, 53

44564 - Mas de las Matas (Teruel)

Tlfs. 978849970 - 686110069

http://www.cazarabet.com

libreria@cazarabet.com



[1][1] Dubos, R. Celebraciones de la vida, p. 139.

[2][2] Fernández Buey, F., Ética y filosofía política, Ediciones Bellaterra, Barcelona, 2000, p. 43.

[3][3] Dubos, R., Un dios interior, p. 11.

[4][4] Dubos, R., Un dios interior, p. 140.

[5][5] Dubos, R., Un animal tan humano, p. 229.