Cazarabet conversa con... Vicente Pinilla y Fernando Collantes, autores de “¿Lugares
que no importan? La despoblación
de la España rural desde 1900 hasta
el presente” (Prensas de la
Universidad de Zaragoza)
Vicente Pinilla y Fernando Collantes estudian, investigan y reflexionan en este ensayo
que edita Prensas de la Universidad de Zaragoza sobre la despoblación de la
España rural desde 1900 hasta el presente.
El libro se encuentra en la colección
Monografías de Historia Rural en su número 15.
Participa en la edición la Sociedad
Española de Historia Agraria.
Se trata de un libro, el presente, por
primera vez editado hace ocho años en lengua inglesa al que los autores le
añadieron un capítulo final --- más que nada sobre la analítica demográficos de
los últimos años en las zonas rurales---y una presentación.
Los dos autores han sido directores
del CEDDAR, Centro sobre el Desarrollo y Despoblación de Áreas Rurales, que
edita la Revista Ager.
Algunos enlaces que quizás te vayan
bien:
Lo que nos cuenta la sinopsis del
libro:
En este libro se analiza la
despoblación del medio rural en España desde 1900 hasta la actualidad, con la
ayuda de una perspectiva comparada con respecto a otros países europeos. Las causas
de la despoblación pueden sintetizarse en una intensa demanda urbana de mano de
obra, el carácter ahorrador de factor trabajo del cambio agrario, y la
existencia de una penalización rural en el acceso a infraestructuras y
servicios. A continuación, se estudian las consecuencias de la despoblación. Se
cierra el libro con el examen de los cambios de los últimos años y sus
implicaciones para el debate público que en la actualidad viene teniendo lugar
sobre la despoblación rural en España.
Los autores:
Vicente Pinilla
https://janovas.unizar.es/sideral/CV/vicente-jose-pinilla-navarro
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=95141
Fernando Collantes:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=270208
Cazarabet conversa con Vicente Pinilla y
Fernando Collantes:
-Amigos, ¿qué es lo que os ha hecho/os hizo en su momento escribir este
libro?
-Libro que no deja de ser de intensa investigación y allá donde hay
investigación debe de haber previa documentación, estudio, reflexión, analítica
¿cómo os habéis apañado en eso?
Vicente: -Es
nuestro trabajo habitual. Buscar datos, tratar estos datos para obtener
resultados cuantitativos y complementar este esfuerzo con la lectura y
reflexión de los trabajos de otros autores. A partir de allí generar nuestras
propias hipótesis y tratar de demostrarlas.
-Aunque en este caso un camino como decepcionante por la situación
porque, por desgracia, “hay lugares que intencionadamente es mi opinión--- no
importan”, ¿no?, háblanos por favor…
Fernando: -El
medio rural importa más de lo que parece. No estamos en la España franquista,
en la que el medio rural podía ser alegremente sacrificado en aras del mal
llamado interés general. Hace tiempo que contamos con políticas que se
fundamentan en la opinión, ampliamente compartida por la ciudadanía, de que el
medio rural importa. Tenemos por ejemplo la Política Agraria Común, una de las
principales políticas de la Unión Europea. El problema no consiste en que sean
necesarias más políticas, sino en que necesitamos políticas mejores. En el caso
de la Política Agraria Común, volviendo al ejemplo, las Comunidades Autónomas
(que son las que tienen las competencias en la materia) utilizan una y otra vez
los fondos europeos de desarrollo rural para subvencionar iniciativas que poco
o nada pueden hacer para luchar contra la despoblación, mientras marginan otras
con más potencial. Nosotros, por ejemplo, pensamos que debería apostarse más
por la colaboración público-privada para fortalecer el tejido empresarial,
escuchando en primer lugar los proyectos e iniciativas de las poblaciones
locales. La Unión Europea no tendría mayor problema en que destináramos más
recursos a esto, pero lo cierto es que elegimos no hacerlo. ¿Lugares que no
importan o, más bien, políticos que no aciertan?
-Fue escrito y publicado, en inglés, por primera vez y en primera edición
hace ocho años, ¿por qué?; ¿qué os llevó a aquella edición en inglés?
-¿Nos puedes hablar de cómo se vuelca lo documentado, lo investigado;
cómo fue vuestra metodología de trabajo?, ¿y cómo lo ha sido ahora?
-Háblanos de la estructura de este trabajo, me da que es como “muy
académico”, ¿no?
Fernando: -¡Y
a mucha honra! Si algo necesita el debate público sobre la despoblación es
precisamente eso: ¡una visión académica! Hay que dedicar tiempo a mirar los
datos con calma, conocer las aportaciones que han hecho otras personas y armar
un mensaje en consecuencia. Nos estamos acostumbrando, por desgracia, a dar por
bueno el atajo de opinar sobre la marcha. Mira por ejemplo el caso de Sergio
del Molino, que tanto ha hecho por otro lado por situar este debate en la
agenda pública. Él escribe un libro, La
España vacía, que básicamente trata sobre las representaciones sociales y
culturales del medio rural (la mirada de Buñuel sobre Las Hurdes, por ejemplo)
y es un libro entretenido e interesante. Pero, claro, esto no te prepara para
hacer un buen diagnóstico de la despoblación, ni tampoco para proponer buenos
remedios. Nosotros hemos querido hacer un trabajo muy académico en el buen
sentido de la palabra: primero describimos los datos de la despoblación y
después analizamos sus causas y consecuencias desde una perspectiva histórica,
para terminar entrando en el debate político, práctico, que hoy tenemos encima
de la mesa.
-De la primera edición en inglés a esta en castellano:¿qué
diferencias hay?; ¿qué le habéis añadido?
-La situación presente, es peor, ¿no?
-¿Por qué ahora, creo que equivocadamente (pero es una opinión personal),
todo se viste y reviste de lucha contra la despoblación?
Vicente: -Es
un tema de moda y parece dar mayor legitimidad a cuestiones que pueden estar
más o menos conectadas. Así por ejemplo la reivindicación de una comunicaciones
ferroviarias dignas para Teruel, creo que no es fundamental para la lucha
contra la despoblación, pero sí para garantizar el derecho de la población a
tener acceso a servicios dignos.
-¿Ha evolucionado en estos ocho años la reflexión contra la despoblación?
-¿Por qué “ha eclosionado” desde estos últimos años el debate en torno a
la despoblación?
Vicente: -Es
difícil saber por qué súbitamente podríamos decir, un tema que tenía solo
atención en aquellas zonas más profundamente despobladas, como Aragón, salta de
pronto a la palestra. Creo que había un mar de fondo y que fenómenos puntuales
como el libro de Sergio del Molino o el programa de Jordi Evole,
hicieron que eclosionara. Una vez que el tema ha entrado en la discusión
pública, creo que ha venido para quedarse, por la relevancia de la despoblación
en muchas zonas de España.
-Aunque la primera pieza del dominó se cayó hace ,ya, muchos
años..y se convirtió en algo imparable y también como
alimentado, ¿no?; ¿qué nos puedes explicar?
-¿Cuáles fueron los primeros efectos y consecuencias de esta despoblación
que se ha dejado ya ver?
-¿Qué es lo que hace que en la década de los
cincuenta ese fenómeno de la despoblación sea como un interruptor…porque es en
esa década cuando la despoblación se dispara—significando un antes y
un después para el mundo rural---, ¿verdad?
Fernando: -En
los años cincuenta pasa una cosa extraordinaria que no había ocurrido nunca
antes en la historia de España: la economía comienza a crecer a una tasa
superior al 3 por ciento. Proliferan las oportunidades de empleo en la
industria, la construcción y los servicios, y estas están concentradas sobre
todo en las ciudades (y ni siquiera en todas: sobre todo en las de unas cuantas
regiones del país). Eso dispara un movimiento extraordinario de población desde
el campo hacia la ciudad, que posteriormente se masifica y alcanza proporciones
impresionantes durante los años sesenta, cuando la economía pasa a crecer a una
velocidad aún mayor. Algunas partes de la España rural, como el Pirineo
aragonés, ya habían conocido algo así en relación al crecimiento industrial de
las ciudades catalanas durante la segunda mitad del siglo XIX, pero hasta la
década de 1950 el crecimiento español no ganó suficiente fuerza como para que
la despoblación se generalizara a la mayor parte de nuestro medio rural.
-¿Qué diferencias hay entre la despoblación rural en España respecto a la
de otros lares de Europa?
Fernando: -La
despoblación rural española es algo más tardía, porque en el Reino Unido o
Francia ya está produciéndose de manera generalizada en la segunda mitad del siglo
XIX. También es más extrema cuando finalmente tiene lugar, porque en pocos
lugares encontramos una emigración campo-ciudad tan masiva como la de la España
del desarrollismo. Pero no hay que exagerar estas diferencias. Algunos están
lanzando la idea de que somos una aberrante excepción dentro de Europa y a
nosotros nos parece que los datos no permiten sostener esta afirmación. En
realidad, lo peculiar de España en relación a otros países europeos
occidentales no es tanto la despoblación rural en sí, sino el hecho de que
nuestras densidades de población antes de esa despoblación eran ya muy bajas,
por motivos históricos ligados a la ocupación del territorio durante las edades
media y moderna. Es eso, más que la despoblación en sí, lo que es clave para comprender
por qué aquí tenemos tantos “desiertos demográficos”. Si te vas para atrás un
par de siglos, ¿qué densidad de población tenían entonces las comarcas del
Sistema Ibérico que hoy han caído por debajo de 5 habitantes por kilómetro
cuadrado? Pues lo cierto es que no superaban los 10: ya eran “desiertos
demográficos” entonces.
-¿Se vincula equivocadamente el fenómeno de la despoblación al
crecimiento económico moderno? Teniendo en cuenta que lo que para unos es
crecimiento económico moderno” para otros es abandono de tierras---lo que lleva
a lo contrario en el entorno rural porque en este entorno quedan las
actividades abandonadas—
Fernando: -El
abandono de tierras no es una consecuencia de la despoblación rural. Es una
consecuencia de la crisis de un modelo de agricultura poco productivo que,
conforme a la gente se le abren oportunidades de cambiar a un empleo más o
menos decente en la industria o los servicios, no tiene mucho que ofrecer. La
emigración campo-ciudad fue el mecanismo a través del cual se manifestó el
abandono de tierras, pero no fue su causa. De hecho, en las comarcas rurales
con mejores resultados demográficos también ha habido abandono de tierras,
porque la gente ha ido trasvasándose a sectores diferentes del agrario dentro
del propio medio rural. La raíz del problema es que durante la segunda mitad
del siglo XX muchas zonas rurales no lograron desarrollar esa economía
diversificada. El abandono de tierras puede ser un problema ambiental y merece
políticas al respecto, pero no mezclemos churras con merinas.
-Además, sí habrá crecimiento económico moderno, pero, también mucha
“mano de obra que está disponible, casi a cualquier precio, en las urbes-¿Hay muchos por qué s a lo largo de estas décadas que han
contribuido a la despoblación, ¿no? y no tienen porqué ser los mismos motivos,
¿verdad?
Fernando:
-Claro. Nosotros pensamos que los motivos económicos, vinculados a las
oportunidades de empleo, son muy importantes, pero no los únicos. Hay que tener
en cuenta que, a lo largo del siglo XX, hubo una revolución de expectativas por
parte de la población española. Conforme dar a tus hijos una educación más allá
de la primaria o recibir atención médica especializada se convirtió en una
aspiración generalizada, el medio rural tenía las de perder. Más allá de la
falta de sensibilidad que algunos políticos han mostrado en ocasiones, lo
cierto es que esos servicios educativos y sanitarios están sujetos a “economías
de escala”. Dicho en términos llanos, uno no puede poner un hospital en cada
pueblo. Además, también nos gusta señalar la importancia del género. En España
y en todas partes, hablar de despoblación rural es, ante todo, hablar de
mujeres que abandonan los pueblos. El análisis histórico de este fenómeno en
España está claro: no lo hacían solo en busca de mejores oportunidades
laborales, sino también de un clima social más propicio para su desarrollo
personal a todos los niveles. En otras palabras: muchas zonas rurales se
despoblaron porque, entre otros motivos, miles y miles de mujeres jóvenes anhelaban
vivir en otro tipo de sociedad, menos machista y más abierta.
-¿Hay un punto de “no retorno” en el fenómeno la despoblación?
Fernando:
-Bueno, lo que los datos (en España y en otros países europeos) muestran es que
en realidad lo que hay es… ¡un punto de retorno! Una de las cosas que todo el
mundo sabe sobre la despoblación es que, si nada lo remedia, actúa como una
espiral: se va la gente, dejan de nacer niños, poco a poco el pueblo no tiene
más que personas mayores, estas van muriendo progresivamente… Lo que la gente
tiene menos presente es que, en países con cierto nivel de desarrollo (y España
parece estar en ese nivel desde hace aproximadamente un cuarto de siglo),
comienzan a surgir fuerzas que actúan en paralelo a esa espiral y que pueden llegar
a compensar sus efectos. Por ejemplo, gente que abandona las ciudades y pasa a
residir en periferias residenciales de características rurales, o a hacer
turismo en espacios rurales. O, por ejemplo, sectores en los que cada vez más
empresas encuentran costoso el acceso a los polígonos urbanos y comienzan a
localizarse en polígonos rurales menos congestionados. Todo esto cambia mucho
de zona a zona, y desde luego no tiene lugar por igual en todas partes, pero
debemos tomar conciencia de que ya no estamos en la etapa histórica a la que
dedicamos la mayor parte de nuestro libro: una etapa en la que las
oportunidades de desarrollo del medio rural eran escasas y la despoblación era
poco más que una cuestión de tiempo.
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