Cazarabet conversa con... José Luis Acín Fanlo, autor de “Los pueblos
olvidados. Deshabitados de la provincia de Zaragoza” (Prames)
José Luís Acín Fanlo se da un paseo por los
pueblos más olvidados, por estar abandonados, de la provincia de Zaragoza y lo
hace gracias a la edición de Prames.
El libro
cuenta con unas fotos muy, muy protagonistas y que muestran, casi palpándolo,
cómo es la realidad.
Aquello que
nos explica Prames de este libro:
Aragón en
su conjunto ostenta el triste privilegio de ser una de las comunidades
autónomas con más lugares deshabitados o abandonados. De esta situación no
escapa la provincia de Zaragoza, si bien el número de pueblos deshabitados es
menor, no llegando a la veintena de casos. A esta realidad, a este panorama
desolador se llega por los movimientos poblacionales y por los cambios de
habitación que, en algunos casos, el hombre ha realizado a lo largo de toda su
historia.
El autor,
José Luís Acín: https://www.dphuesca.es/congreso-despoblacion-ponentes/-/publicador/congreso-despoblacion-jose-luis-acin/JPMWcgQajWE1?p_p_state%3Dmaximized
https://an.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Luis_Ac%C3%ADn_Fanlo
Algunos
de sus escritos, reflexiones, investigaciones…
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=74716
Cazarabet conversa
con José Luís Acín Fanlo:
-José Luis, ¿qué es lo que te llevó por esos caminos de pueblos
abandonados de la provincia de Zaragoza…?. Explícanos, por favor el por qué del
libro…
-Es una
continuación de mi anterior obra sobre el Alto Aragón titulada
Paisajes con memoria: viaje por los
pueblos deshabitados del Alto Aragón, que publicó en su primera edición
Prames en 1997. En esta obra se realiza un recorrido por los pueblos oscenses,
que lógicamente son muchísimos más –casi cuatrocientos entre pardinas, aldeas y
pueblos- que en la provincia de Zaragoza, y ahora en este pequeño volumen se
recogen los dieciocho casos zaragozanos. En ambos casos la idea era dejar
constancia de lo que hubo y aún retienen, de esos pueblos que por diversas
circunstancias (falta de infraestructuras, supresión de servicios, repoblación
forestal, aislamiento, construcción de embalses…) quedaron vacíos pero no
olvidados, para así dejar constancia escrita y visual de lo que hubo, de lo que
aún sigue habiendo mientras se mantengan en pie, de los muchos valores que
atesoraron y que en algún caso habría que conservar.
-La presencia de la
imagen; “esa potencia de la fotografía” tiene una presencia más que
fundamental, ¿qué nos puedes decir?
-La imagen,
la fotografía, es muy importante por cuanto reflejan qué había, qué tenían, y
cómo se encuentran en la actualidad. Es importante por cuanto es un documento
gráfico de lo que allí hubo para cuando ya no quede nada o muy poco, para
cuando solo sean un amasijo de piedras.
-¿Es como una
protagonista más? ¿O de las más importantes?
-Es una
protagonista más, como lo son los textos que describen y reflejan lo que hubo y
aún queda. Como decía, es un protagonista más pero muy importante, porque serán
los documentos que permitirán ver qué es lo que había.
-¿Qué importancia
retienen estos pueblos?, porque solamente retiene aquellos que tuvieron y todos
tuvieron su protagonismo a veces muy, muy incisivo…sus edificios y vestigios
son claros ejemplos, ¿no?
-Tienen
mucha importancia. Para empezar el de mostrar, el de ser testigos de la vida
que allí hubo durante siglos. Cómo vivía la gente, en qué medio se desarrollaba
dicha vida, cómo construían, cómo laboraban… en definitiva, cómo era el común
devenir diario. Pero, además, aún retienen muchos elementos de interés del
patrimonio cultural, del histórico-artístico y del etnológico, que habría que
conservar, en algunos casos con ejemplos prácticamente únicos.
-Algunos de estos
enclaves, ahora totalmente deshabitados, son denominados “viejos” porque, al
lado, prácticamente se han edificado nuevos enclaves que llevan el mismo nombre
es el caso, por ejemplo de Rodén, Belchite….- Aunque
Belchite merece como una consideración aparte, ¿no?
-Se les
pone este adjetivo porque se deshabitaron como consecuencia de la guerra civil
española, construyéndose en sus cercanías un pueblo nuevo en el que ahora viven
sus pobladores. De ahí lo de “viejo”, pero ambos merecen esa consideración
aparte por cuanto son pueblos que quedaron vacíos no por las habituales causas
de la despoblación, sino por esa guerra ya apuntada.
-En estos casos, en general, aunque cada caso será particular… ¿qué
causas llevan a la despoblación?
-Las causas
que han llevado a la despoblación –si bien movimientos poblaciones, de
poblamiento y despoblamiento, ha habido a lo largo de toda la historia del
hombre- son las que se enumeran continuamente y ya se han apuntado. Esta
despoblación se inició tras la guerra civil, momentos de posguerra que ya
vieron cómo se deshabitaban algunos núcleos, en especial los que eran más
pobres o quedaron más tocados económicamente, y que tuvo su momento álgido
entre mediados de los años cincuenta e inicios de los setenta del pasado siglo.
Fue un despoblamiento motivado e inducido por el régimen franquista, que en
esos momentos intentaba fomentar la ciudad y los planes de desarrollo
industrial frente al campo, frente al medio rural, frente a la montaña. Y se
llevó a cabo a través de todos los medios con los que contaba el régimen, como
eran la propaganda, la supresión de servicios –educativos y sanitarios,
principalmente-, la falta de infraestructuras –sobre todo, viarias-, el
aislamiento, la construcción de embalses, la repoblación forestal –la gran
mayoría de las veces para evitar que se colmatarán esos embalses–, sin olvidar
también la caída de la economía tradicional del medio rural, sobre todo del
medio de la montaña, basado en la ganadería ovina que paulatinamente fue
perdiendo la importancia que tenía, lo cual conllevaba que no todos podían
vivir ya en el mismo sitio de lo que habían vivido hasta ese momento.
-¿Hay diferencias
entre otras despoblaciones en otros lugares?
-No, toda
la despoblación que se produce en la península Ibérica, en el medio rural, pero
–sobre todo- en el medio montano, se debe a las mismas causas, con lo que
tienen las mismas características. Incluso es similar a algunas despoblaciones
que se han producido en otros lugares, en especial en los espacios montañosos
europeos.
-Y estos lugares
deshabitados, ¿qué características, además de las evidentes, comparten?
-Comparten
el que fueron unos enclaves con presencia humana, con vida diaria, durante
siglos, mostrando una cultura propia y en algunos casos única, que se quedaron
vacíos en muy pocos años, perdiendo por lo tanto todo lo que esa cultura
atesoraba.
-¿Te has encontrado con alguna anécdota, dato que te haya sorprendido?
-Buenos,
anécdotas puede haber muchas, como el de –hablando también de los pueblos
deshabitados de Huesca- la joven maestra que llegó a Escartín, en la zona
oscense de Sobrepuerto, asustándose al pensar a qué
lugar llegaba, y apenada cuando unos años más tarde tenía que irse y dejar el
lugar; unos pensamientos, unos sentimientos, que dejó escrito en la encalada
pared de la escuela de este lugar.
O el del
cercano Pardina de la Isuala, despoblado según la
tradición por quedar vacío tras haberlo asolado una grave enfermedad, por norma
general la peste de aquellos años de la edad Moderna, del siglo XVII. Es un
fenómeno que se dio en varios lugares y que se conoce como el Mito de las
abuelas, es decir, de las únicas supervivientes –dos o tres ancianas- de un
pueblo que ha sido asolado por una epidemia, y que van pidiendo asilo por las
poblaciones aledañas a cambio de dejarles las tierras y posesiones de ese lugar
ya amortado. Van pasando por dos o tres pueblos
cercanos, hasta que en el último las acogen, siendo a partir de ese momento los
nuevos dueños de ese pueblo vacío. Pero lo que realmente esconde este Mito es
la despoblación y los movimientos poblaciones que siempre han existido (y que
ha sido una constante del hombre por guerras, motivos económicos, facilidad de
acceso…) por el endeudamiento económico que los habitantes habían contraído con
concretas personas de algún pueblo cercano, como lo demuestra el testimonio del
cura que por entonces había en Escartín y la Pardina de la Isuala,
quien dejó un documento escrito en el que detallaba cómo el lugar de La Isuala se quedaba vacío por esas deudas que sus escasos
habitantes habían contraído con, en concreto, una casa de Escartín, propietaria
a partir de entonces –y no todo el pueblo, como siempre dice el Mito- de ese
lugar de La Isuala y de sus tierras.
-Tienen
mucho, para empezar lo ya comentado, el pensar que en esos lugares ha habido
vida desde siempre hasta no hace mucho, hasta hace apenas medio siglo; pensar
que por esas calles y muros se movía gente y que ahora solo quedan los últimos
testigos de esa vida, esos muros, esas piedras que denotan esa no muy antigua
presencia, y por las que –mientras queda una piedra, aunque solo sea una-
seguirán con vida, no caerán en el olvido, no serán pueblos abandonados, serán
–siempre lo serán- pueblos deshabitados.
-Amigo José Luís,
bueno sabemos que no paras y que tus inquietudes siempre van pensando cosas
nuevas que investigar, estudiar, ¿qué nos puedes decir?; ¿nos puedes dar alguna
pista si está trabajando en alguna cosa?
-Bueno,
sigo trabajando con todo lo que tiene que ver con el hombre y sus
manifestaciones desarrolladas en ese medio natural con el que estaba plenamente
cohesionado. Con la cultura que en el mismo desarrolló en una sana convivencia,
pues ambos dependen entre sí, y de las manifestaciones artísticas y culturales
que desarrolló en el mismo, acopladas a ese terreno que conocía a la perfección
y que cuidaba porque era su modo de vida, porque vivía en él. Vamos, sigo
trabajando en lo que tiene que ver con ese paisaje humanizado que nos ha
llegado y que estamos perdiendo, en ese paisaje que el hombre ha transformado y
cuidado a lo largo de su existencia y que no sólo se ve en los pueblos, sino
también en cualquier parte del monte, del medio rural o montano. En ese paisaje
humanizado tan importante, porque todos los espacios naturales son como son por
la sana interrelación habida entre naturaleza y hombre, entre hombre y
naturaleza, siendo buen ejemplo de ello el Valle de Ordesa
y todo su entorno, que precisamente por la unión de ambos aspectos –natural y humano-
está incluido, entre otros, en la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad.
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