Cazarabet conversa con... Carlos Fernández Rodríguez, autor de “Los otros camaradas. El PCE en los orígenes del franquismo
(1939-1945)” (Prensas de la Universidad
de Zaragoza)
Prensas de la Universidad de Zaragoza edita un
ensayo, parte de la tesis, desde la pluma de Carlos Fernández
Rodríguez sobre “el PCE en los orígenes del franquismo “, entre los años
1939-1945. Se encuentra en la temática de Historia Contemporánea y en la
colección de Ciencias Sociales.
La sinopsis del libro:
Con el final de la Guerra Civil española se
inició una lucha clandestina contra la dictadura en el seno del PCE
protagonizada durante los años más duros de la represión política, y que
desembocó en detenciones y fusilamientos de miles de comunistas españoles. El
libro de Carlos Fernández Rodríguez, utilizando novedosas fuentes documentales,
aborda una investigación sobre el proceso histórico seguido por el PCE como
partido opositor antifranquista en el interior de España y su relación con las
diferentes direcciones en el exterior entre 1939 y 1945. El autor analiza su
estructura y organizaciones centrándose en la militancia de base y sus
disensiones internas por el control del Partido, acusaciones de herejes y
desviacionistas, así como la caída de los diferentes equipos directivos
provocada, en muchos casos, por las delaciones y los confidentes policiales.
Además de los apartados más o menos habituales
en todo ensayo de investigación como son un apartado dedicado a “descifrar” las
numerosas siglas que se hacen servir en el libro; los agradecimientos; la
presentación; una introducción y después del desarrollo del libro, una
conclusión… nos encontramos, como mencionamos,
con el cuerpo o denso desarrollo del libro con este índice temático: en
este libro nos encontramos con este índice temático: El final de la Guerra
Civil. El golpe de Casado. El PCE en Valencia en los primeros momentos de
posguerra. La clandestinidad del PCE en Madrid. El asesinato del comandante de
la Guardia Civil Isaac Gabaldón y el fracasado
intento de liberar a dirigentes comunistas. La reorganización de las JSU en
1939 y otros grupos clandestinos comunistas. La organización clandestina del
PCE en el norte de España y su relación con Madrid. La clandestinidad del PCE
en Madrid a finales de 1939 y principios de 1940. Los primeros contactos entre
el PCE del interior y la organización en Portugal y en México. Heriberto
Quiñones, dirigente del PCE en el interior. La extensión de la dirección quiñonista al norte peninsular y la llegada del grupo de
Lisboa. Jesús Carrera Olascoaga y la situación de los comunistas en el resto del
país. El fin del quiñonismo. La organización
comunista tras la dirección de Quiñones entre finales de 1941 y 1943. La
estructura organizativa después de la detención de Jesús Bayón González. Las
últimas acciones de Jesús Carrera antes de su detención en 1943. Jesús Monzón y
la política de Unión Nacional. El Comité Regional de Castilla (provincial de
Madrid), su relación con la delegación del PCE y con el regional de Andalucía.
El aparato especial del norte de África y su vinculación con los servicios secretos
norteamericanos. La situación de otros
comités provinciales y regionales del PCE y la política de Unión Nacional entre
1944 y principios de 1945. La llegada de dirigentes procedentes de América
a principios de 1944. Las invasiones guerrilleras por los Pirineos y por el
valle de Arán. El fin del monzonismo y la subida al
poder de Carrillo.
El autor, Carlos Fernández Rodríguez:
Doctor en Historia por la Universidad
Complutense de Madrid. Ha trabajado en varios proyectos históricos como: “San
Fernando de Henares para la recuperación del Patrimonio histórico de la
localidad (2001-2002)”. A lo largo de los últimos años ha escrito varios
artículos para Congresos, prólogo de libros, periódicos y revistas y tiene
varias publicaciones: "Madrid Clandestino. La reestructuración del PCE,
1939-1945” (2002), La lucha es tu vida. Retrato de nueve mujeres republicanas
combatiente, (2008) y Yuncler, un viaje por la
historia (2017). También ha colaborado en la obra colectiva titulada Checas:
miedo y odio en España durante la Guerra Civil. La voz de los testimonios en la
Causa General (2017). Forma parte del grupo del proyecto de investigación,
Madrid, una ciudad en guerra, 1936-1953 y de Historia Social, ambas de la UCM.
Cazarabet
conversa con Carlos Fernández Rodríguez:
-Amigo,
¿qué te ha llevado a publicar este libro?
-El libro “Los otros camaradas. El PCE en los
orígenes del franquismo (1939-1945)” es algo más de la mitad de mi tesis
doctoral, extendido y corregido. La idea era poder publicar una primera parte
del proceso histórico desarrollado por el PCE desde momentos antes de finalizar
la Guerra Civil en 1939 y hasta los primeros meses de 1945. Debido a la elevada
extensión del libro de más de 1.000 hojas, la idea es hacer un segundo volumen
que abarque el desarrollo de la organización comunista española entre 1945 y
finales de la década de los años cuarenta del siglo XX, con el cambio de
política y de táctica, tras dejar la lucha armada en el movimiento guerrillero
e iniciar la expansión del movimiento obrero en los Sindicatos Verticales
franquistas.
- ¿Cuáles
han sido las razones que te lleva a investigar sobre el Partido Comunista de
España en los primeros años del franquismo?
-El hecho de investigar sobre el Partido
Comunista de España era algo que me llamaba la atención desde mis años
universitarios. En un primer momento empecé a estudiar el estado de la cuestión
sobre el movimiento guerrillero y en concreto una guerrilla urbana de matiz
comunista que hubo en Madrid, de la cual he escrito algunos artículos. Pero a
la hora de empezar a visitar archivos, de entrevistar a antiguos militantes y
de estudiar sobre el tema observé que había muchos vacíos y desconocimientos
sobre la clandestinidad en los años cuarenta. Debido a ello mi tesina o memoria
de licenciatura estuvo dedicada a esa primera clandestinidad en Madrid y de la
cual se publicó mi primer libro “Madrid Clandestino”.
-Carlos
¿en qué estado se encontraba el PCE al término de la guerra civil…teniendo en
cuenta que muchos o la gran mayoría de sus dirigentes marcharon al exilio?
-El PCE se había convertido en la organización
política más combativa y en el partido con mayor número de militantes, dentro
de las fuerzas republicanas, sobre todo, en la segunda mitad de la Guerra Civil
española. Había un ambiente anticomunista entre los diferentes sectores
militares y políticos republicanos. El coronel Segismundo Casado y sus
colaboradores tenían como objetivo acabar con el Gobierno del socialista Juan Negrín, sustituyéndolo por otro que pudiera negociar con
Franco y los sublevados el final de la guerra. Negrín
era partidario junto con la mayoría de dirigentes comunistas de resistir (entre
ellos Togliatti) y continuar la guerra esperando que
con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, tanto Francia como Gran Bretaña ayudaran
a la II República.
- ¿Qué
quedó del PCE en la España franquista y qué parte pasó al exilio?
-Antes de finalizar la Guerra Civil, el 6 de
marzo de 1939 se exilió la mayor parte de la cúpula militar y política del PCE
(Dolores Ibárruri, Antonio Cordón, Jesús Monzón, etc) y con posterioridad el resto de los dirigentes con
mayor relevancia de los altos cargos del Partido (Buró Político y Comité
Central), en dirección a la URSS, a Francia y a América. Palmiro Togliatti, Fernando Claudín y
Pedro Checa antes de exiliarse dejaron la orden a otros cuadros intermedios
comunistas que formaran una dirección clandestina para ayudar a la
reestructuración del PCE, su paso a la lucha clandestina, la ayuda de los
camaradas presos y la evacuación de los que no hubieran sido detenidos. El
resto de la militancia fueron los que no pudieron exiliarse y muchos de ellos
fueron arrestados y otros corrieron peor suerte, acabando sus vidas en
pelotones de fusilamiento.
-Los
que quedaron en España cercanos al PCE y a sus ideas, ¿qué suerte de suertes
corrieron?
-La mayor parte de las sedes y de los locales
de las Juventudes Socialistas Unificadas y del PCE fueron atacados y
desvalijados cuando se produjo el golpe de Estado de Casado. Muchos comunistas
fueron detenidos y llevados a las cárceles, siendo encontrados allí por las
tropas sublevadas cuando terminó el conflicto civil. La división interna entre
los sindicatos y las organizaciones políticas de izquierda era latente,
extendiéndose al resto de la población, con lo que el panorama no era nada
esperanzador entre la oposición antifranquista. Esas diferencias eran diarias
incluso entre los presos en el interior de los campos de concentración y
prisiones franquistas. Rápidamente se comprobó que el PCE sería el partido
mejor preparado para organizar su reestructuración en pequeños grupos y en la
idea de que algo había que hacer para organizarse contra la dictadura
franquista.
-¿Y los del
exilio, que caminos dentro del mismo pudieron tomar?
-Ante las graves consecuencias para ellos que
podría haber supuesto la permanencia de los principales dirigentes del PCE en
España, tomaron la decisión de exiliarse. Desde ese momento se produjo una
batalla interna por el control del Partido en el interior y con los diferentes
centros de control de la organización comunista española dividida en el
extranjero. En Moscú estaban los máximos dirigentes políticos y militares con
José Díaz (trabajó en el secretariado de la Internacional Comunista y por el
desarrollo de la Segunda Guerra Mundial se trasladó a la capital de Georgia,
Tiflis, donde terminó suicidándose en 1942), Dolores Ibárruri,
Enrique Líster, Juan Modesto, etc. En Francia
permanecieron sobre todo cuadros intermedios que estuvieron en cargos
importantes de la administración republicana y en Comités Provinciales del PCE,
creando una Delegación del PCE en territorio francés controlada teóricamente
primero por Carmen de Pedro, aunque realmente estuvo liderada por Jesús Monzón,
quien también controlaría el PCE en el interior de España con posterioridad. En
territorio americano se exiliaron una gran parte de militantes y dirigentes
comunistas divididos entre México (con la creación de un Buró Político liderado
por Vicente Uribe), Cuba, Chile, Argentina y Uruguay. También hubo una gran
presencia de comunistas exiliados en el norte de África. Por lo tanto el exilio
comunista estuvo muy dividido y sin tener conocimiento de la verdadera realidad
del interior del país, tanto de la represión vivida como de la situación de la
clandestinidad en la militancia comunista.
-¿Hay
una reorganización, aún con la dispersión de dirigentes, bases y demás
componentes del PCE?, cuando hablo de “reorganización”, me refiero a los que
quedaron dentro del país y a los que quedaron fuera…
-Una vez que los dirigentes del PCE salieron
hacia el exilio, el resto de la militancia comunista se preparó para realizar
la reestructuración del PCE y de la JSU con plena autonomía en los primeros
momentos. En Madrid y en el Levante fueron los primeros lugares donde se
empezaron a reunir comunistas que no habían sido detenidos para saber qué había
pasado con sus camaradas y empezar a organizarse. A pesar de la represión
vivida, de las primeras detenciones y de las personas escondidas, los
militantes de base quisieron hacer ver que el Partido aún estaba activo. Una de
las primeras misiones que llevaron a cabo fue formar a los cuadros para que
trabajaran y se movieran en las complicadas condiciones de clandestinidad.
Realizaban labores de ayuda económica a los presos y a sus familias (había
comités en el interior de las cárceles y conexiones con otras prisiones), el
conocimiento de la verdadera situación en la que habían quedado los integrantes
del PCE, el intento de unificar a aquellos grupos que estaban dispersos y desconectados
entre ellos (hubo ocasiones que funcionaron varias direcciones clandestinas del
PCE sin conocerse entre ellas la existencia de la otra) y la difusión de que
había que realizar actividades políticas clandestinas. Las diferentes
direcciones le dieron mucha importancia en el trabajo clandestino al tema de la
propaganda. Entre marzo y abril de 1939 el PCE imprimió varios manifiestos y
octavillas con disposiciones de cómo llevar a cabo las actividades
clandestinas, el tema de la preparación de la evacuación de militantes y el
inicio de las luchas contra los postulados dictatoriales. Antes de su salida,
algunos dirigentes del PCE encargaron a una serie de cuadros la formación de
una dirección provisional para la preparación de la clandestinidad. Entre esos
individuos estaban: Jesús Larrañaga, Florencio Sosa, Francisco González Montoliú, Pedro García Ferreño,
etc. La mayor parte de ellos fueron detenidos en el puerto de Alicante y
trasladados al campo de Albatera donde organizaron
esa primera dirección.
-¿Cómo
era “ser comunista” cuando eso significaba formar parte de la clandestinidad?
-La militancia comunista clandestina en
su mayor parte era anónima para el resto de sus camaradas. Formaban parte de
una estructura férrea y ortodoxa y demostraban unas grandes dosis de combate
antifranquista. Aquellos comunistas habían luchado durante la Guerra Civil con
mucho orgullo de pertenecer a su Partido. Por ello no fue menos en los inicios
de la dictadura franquista, sintiéndose identificados en ese espacio vital de
militante y el compromiso adquirido por sus ideales. Generalmente, aquella
militancia tuvo una camaradería singular y propia, una conducta fiel y devota
por su ideario y en unos espacios de sociabilidad señalados por la
clandestinidad. El comportamiento de aquellas mujeres y hombres comunistas fue
calificado en el lenguaje y dogma propio como revolucionarios, adoctrinados,
fanáticos, abnegados, comprometidos, etc. La pertenencia al PCE era significado
de consideración, de reconocimiento y de responsabilidad en el seno de las
fuerzas antifranquistas por ser, como hemos dicho antes, la organización
política más combativa de todas. El militante conocía que estaba sujeto a una
jerarquía de poder estructurada y jerarquizada desde el simple grupo o célula hasta
la entidad de poder superior y que las órdenes había que acatarlas. Debido a
ello uno de las principales tareas a realizar fue la captación de militantes y
simpatizantes para que engrosaran las filas del PCE en la clandestinidad. La
lealtad y el compromiso eran básicas en la lucha y tenían que cumplir unas
rígidas normas de comportamiento y pautas de seguridad para eludir las
detenciones de las fuerzas represoras franquistas. Hubo intromisión de policías
en el seno de la organización comunista y esta quiso impedir que hubiera
delaciones y chivatazos por parte de otros camaradas, motivo por el cual fueron
detenidos gran cantidad de comunistas en aquellos años. Debido a este motivo
dentro del PCE hubo acusaciones de disidentes, provocadores, desviacionistas,
sectarios, etc, contra aquellos individuos
sospechosos de trabajar para las fuerzas del orden franquistas e ir en contra
de los postulados oficiales del Partido. Para evitar estos posibles casos lo
primero que se hacía al comprobar que podía haber un caso de estos era realizar
un estudio de la situación de los posibles disidentes, en el caso de que se
comprobara que eran unos provocadores, eran apartados de los puestos de
dirección en el caso de ostentarlos, seguidamente eran expulsados de la
organización comunista y podía darse el caso de que pudieran ser sentenciados a
muerte, como ocurrió con algunos militantes. Eran años donde el estalinismo
estaba presente en los partidos políticos comunistas internacionales. La
ortodoxia, la obediencia y la lealtad eran acciones llevadas a cabo por la
mayoría de comunistas en la clandestinidad con sus superiores. Mantener la
unión interna aseguraba que no hubiera hendiduras en el organigrama piramidal
de la organización política comunista, desde las células o troikas, pasando por
los radios y sectores hasta finalizar en los comités y en las delegaciones.
Para conservar esa disciplina decidieron publicar en la prensa clandestina
postulados teóricos y políticos para formar a la militancia de base de cómo
tenían que comportarse y cómo poder incrementar su nivel político y cultural.
Una propaganda periódica que servía como función socializadora de la militancia
y de adoctrinamiento en beneficio de su Partido. Con la lectura de aquellos
informes podrían transmitir enseñanzas marxistas leninistas y por otro lado la
línea política a seguir, siendo transmitidos entre los mismos cuadros.
-Las
repercusiones de todo esto fueron trágicas, costaron muchas vidas humanas, ¿no?
-La represión fue el instrumento básico para
la consolidación de la dictadura. Una represión constituida en una de sus señas
de identidad y que utilizó para imponer su sometimiento político, ideológico y
social. Durante la Guerra Civil inició los elementos de eliminación del enemigo
y que tras la misma perfeccionó, con unos mecanismos para continuar la política
de venganza contra los españoles acusados de “rojos” y antiespañoles. No sólo
buscaban la eliminación física de los vencidos, sino también la supresión de
sus principios ideológicos. Para ello el
régimen franquista levantó un aparato de control totalitario donde la piedra
angular fue la represión y una de las tácticas utilizadas fue la de ejecutar a
sus adversarios. Todo intento de organizarse políticamente o de una oposición
antifranquista tenían que terminar con ella, arrancarlo de raíz, de igual
manera que su ideario. Franco quería el sometimiento de la población, meter el
medio y el terror entre las familias con pasados republicanos sometidas a la
vergüenza pública y al control. Dicha represión ayudó reforzar el régimen
dictatorial con el apoyo militar y eclesiástico. Aquella España llena de
masones, de laicos, de republicanos, de marxistas y de “rojos” no era bien
vista y llevaron a cabo una política de exterminio, persecución y venganza. Se
habilitaron campos de concentración ante la gran cantidad de detenciones, las
cárceles estaban abarrotadas de presas y de presos y los fusilamientos estaban
a la orden del día (muchos de ellos sin juicio previo y en el caso de haberlo,
los procedimientos sumariales posteriores con una legislación militar, no
facilitaban defensa alguna al enjuiciado). La represión física es muy difícil
de cuantificar porque hubo miles de asesinatos en toda España contra los
republicanos españoles. Podemos poner un ejemplo de aquella represión en Madrid
y su provincia. En Madrid capital entre 1939 y 1944 fueron fusiladas 2.933
personas de las que 128 fueron militantes del PCE y de la JSU eliminadas por su
lucha contra el régimen (hubo muchos más comunistas pero fueron condenados por
adhesión a la rebelión). Entre 1944 y 1976 fueron fusiladas 202 personas en el
cementerio de Carabanchel, de los cuales 34 fueron comunistas en su mayor parte
miembros de una guerrilla urbana madrileña. En Alcalá de Henares entre 1939 y
1948 fueron fusiladas 268 personas, de las que 30 fueron luchadores
antifranquistas entre 1944 y 1947. Fueron casi 200 personas solo en Madrid y
provincia las fusiladas por su pertenencia al PCE clandestino y a la lucha
antifranquista.
-Carlos,
háblanos de “esas nuevas fuentes documentales” de las que te vales para la
confección de este libro…
-Para realizar este libro investigué en una
veintena de archivos, bibliotecas y fundaciones que dieron lugar a unas fuentes
primarias originales. La parte más importante de la documentación proviene del
Archivo Histórico del PCE y sobre todo de los novedosos fondos procedentes de
los archivos militares donde se encuentran los procedimientos sumariales o
consejos de guerra elevados contra los encausados por vía militar por adhesión
a la rebelión o por actividades políticas en contra el régimen franquista. Son
miles de causas donde se puede estudiar el comportamiento represivo del
franquismo y las actividades políticas llevadas a cabo contra él mismo. También
son importantes los fondos del archivo de la Fundación Francisco Franco donde
albergan informes elaborados por los servicios de información del Ministerio de
la Gobernación dirigidos por miembros de la Brigada Político Social. Estos
realizaban informes, dosieres y estadísticas que hacían circular entre
gobernadores civiles, comisarías de policía y comandancias de la Guardia Civil
sobre las organizaciones antifranquistas y sus miembros para conocer las
publicaciones que editaban y las principales actividades desarrolladas. Entre
las notas y los oficios más importantes la Dirección General de Seguridad
redactaba resúmenes que enviaban al Ministerio del Interior y éste a su vez a
la Secretaría de la Jefatura del Estado, que informaba directamente a Franco.
De igual manera hay que destacar los informes internos realizados en la
clandestinidad por la militancia comunista y que están depositados en el
Archivo Histórico del PCE. También he utilizado fuentes orales que complementan
a las fuentes escritas, casi siempre contrastadas de manera
objetiva y analizadas de manera crítica.
-Cómo “el partido
“en el interior, viviendo en plena dictadura, clandestinidad y persecución
convivía y se comunicaba con el partido en el exterior, en el exilio…teniendo
en cuenta que, en los primeros años, había una guerra mundial…
-Si ya de por sí la comunicación en el
interior era complicada entre grupos y comités clandestinos del PCE, imagínate
con respecto al exterior y a las diferentes direcciones existentes. El
intercambio de información en una misma ciudad y sobre todo en Madrid se
realizaba a través de notas escritas, muchas veces en clave para que en el caso
de que fueran descubiertas, no pudieran ser descifradas. Hubo enlaces, sobre
todo mujeres, que se encargaban de facilitar la comunicación entre las
diferentes cárceles madrileñas a través de notas que sacaban en las visitas de
los familiares de los presos. La dirección nacional desde Heriberto Quiñones y
con posterioridad otras delegaciones nacionales del interior utilizaban cartas
y correspondencia para ponerse en contacto con otros comités provinciales en
diversas estafetas utilizadas para dicho cometido. Enviaban misivas en lenguaje
cifrado o escritas en tinta simpática para que no fueran descubiertas y según
indicaban las normas de seguridad clandestinas. También se crearon diversos
aparatos de comunicación y enlaces entre España con Francia y con Portugal para
que hubiera un intercambio directo con la dirección del PCE en territorio
francés y con los enviados desde el Buró Político del PCE en México a territorio
luso. El principal motivo de intentar comunicarse entre las direcciones
comunistas de América y de Francia era el hecho de controlar la situación del
Partido en España y que siguiera la línea política emanada desde el exterior.
Desde aquí enviaban periódicos, revistas y manifiestos para que los militantes
en el interior supieran cual eran las directrices políticas y las actividades a
realizar, aunque realmente desconocían la verdadera situación del país y la
realidad que se vivía en él. En un primer momento el aparato de comunicación
con el exterior de la dirección de Quiñones estaba controlado por Calixto Pérez
Doñoro y utilizaban barcos norteamericanos como el Leigh, el Artigas o el Capulin
para hacer llegar la propaganda comunista consistente en el periódico Mundo
Obrero o la revista Nuestra Bandera, manifiestos y otro tipo de escritos. Estos
barcos atracaban en puertos de Vizcaya y los militantes vascos recogían el
material impreso. Quiñones acusó a los dirigentes comunistas en México y en
Cuba de no conocer el estado real del país, con una represión desmedida contra
los comunistas y los opositores antifranquistas. Desde el extranjero se
alentaba realizar una lucha general y desproporcionada contra el régimen, algo
que Quiñones calificaba como exótico e irreal. En algunas ocasiones si funcionó
el aparato de pasos como el que hubo entre Francia y España por los Pirineos y
por la zona de Euskadi, el primero nada más terminar la Guerra Civil y el
siguiente cuando el dirigente vasco Jesús Carrera pasó al país desde territorio
francés para contactar con camaradas suyos de Navarra y de Guipúzcoa. También
hubo otro foco de comunicación entre el exilio comunista en el Norte de África
y el sur de España mediante barcos que llegaban a las costas españolas. La conexión
entre España y la URSS fue inexistente durante varios años, de igual manera que
con Francia, donde residía la otra dirección clandestina del PCE con Jesús
Monzón a la cabeza hasta 1944. La comunicación se hacía a través de la escucha
de las transmisiones que hacía Radio España Independiente.
-¿Cómo
se estructuró, con todos estos ingredientes, el PCE?, puntualizo—ya me
perdonarás---que hay que tener en cuenta, creo, ya no tanto por cómo quedó la
izquierda y el PCE después de la Guerra Civil Española…sino, también teniendo
en cuenta el resultado y todo lo que significó la II Guerra Mundial-
-Dependiendo en qué momento de clandestinidad
estuviera, el PCE se articuló de una manera u otra. Una de las primeras
reorganizaciones tuvo lugar en el campo de Albatera
con Jesús Larrañaga a la cabeza. Aquí se decidió que salieran algunos cuadros
del PCE para contactar con los grupos clandestinos de militantes que estuvieran
organizados en distintos lugares de España, sobre todo en Madrid, en el Levante
y en Cataluña. En la capital de España se articularon varios grupos de
comunistas, primero con la dirección de Matilde Landa y luego con las de
Enrique Sánchez y José Cazorla. Otros militantes valencianos unificaron a otros
grupos clandestinos para saber que camaradas no habían sido detenidos. Mientras
en el norte peninsular sin contacto con el centro organizaron unos comités
provinciales en Vizcaya, en Navarra, en Guipúzcoa y en Cantabria y
establecieron contactos con Galicia y Asturias. Tras la creación de una
Comisión Central Reorganizadora del PCE en Madrid buscaron la ayuda de un
dirigente más cualificado y preparado para llevar las riendas de la
organización comunista en la clandestinidad. Ese individuo fue el agente
internacionalista Heriberto Quiñones quien articuló una especie de Buró
Político del PCE en el interior del país. Con su política de Unión Nacional
entre 1940 y 1941 extendió la mejor estructura clandestina comunista de toda la
década de los cuarenta a lo largo de toda la geografía peninsular. Tras la caída
de la dirección de Heriberto Quiñones hubo varios cambios en la dirección que
quisieron acabar con todo lo que hubiera dejado la anterior directiva. Se
inició una campaña antiquiñonista y fue Jesús Bayón
quien dirigió al PCE clandestino durante un tiempo. Con la llegada de Francia
de Jesús Carrera enviado por la Delegación del PCE en aquel país dirigida por
Jesús Monzón, este quiso recuperar el poder de la organización comunista en el
interior y puso a Carrera como máximo dirigente, antes de la llegada en persona
del propio Monzón. Entre 1942 y 1943 Carrera contactó con todos los comités
provinciales que Quiñones había desarrollado y comunicó la nueva línea política
a seguir emanada de la que seguía el PCE en Francia. Monzón junto con otros
colaboradores y dirigentes de la organización comunista en el país vecino entró
en España para desarrollar lo que denominó la Junta Suprema de Unión Nacional
cuyo máximo exponente propagandístico fue el periódico Reconquista de España.
De igual manera que había ocurrido con anterioridad una de sus premisas fue
contactar con el resto de comités provinciales, sobre todo con Cataluña donde
tuvo problemas con la dirección del PSUC por las disputas internas por el
control del poder de la organización en territorio catalán. Monzón dedicó
especial atención al aparato de agitación y propaganda para divulgar las
publicaciones periódicas, al contacto con otras fuerzas republicanas para que
hubiera una mayor unidad en la lucha antifranquista aunque fuera irreal y a las
relaciones con la dirección del PCE en el exilio americano y en el norte de
África. La decisión de Monzón de llevar a cabo acciones de lucha armada
guerrilleras y la invasión por el valle
de Arán marcó las últimas acciones de Monzón como máximo dirigente del PCE
clandestino en España. Entre finales de 1944 y principios de 1945 fueron
llegando cuadros procedentes de América del Sur a España para controlar la
situación del Partido y con Santiago Carrillo en tierras francesas. Se iniciaba
otro proceso de cambio de poder en la organización comunista clandestina
española, con ataques de disidentes y de traidores contra la figura de Monzón y
de sus colaboradores.
-En el PCE de
este período hay muchos protagonista, ¿a quién o quiénes podemos destacar?
-Es muy complicado entre miles de militantes
clandestinos quedarnos o destacar la valía, el combate y la heroicidad de
hombres y mujeres comunistas en la lucha antifranquista, en aquellos años de
dura represión y de abandono por parte de sus principales dirigentes del PCE
exiliados al extranjero. Independientemente de recalcar el trabajo de
dirigentes como Matilde Landa, Enrique Sánchez, José Cazorla, Heriberto
Quiñones, Jesús Carrera y otras decenas de camaradas suyos que dieron sus vidas
por su Partido y por la lucha contra los postulados dictatoriales, podemos
distinguir la labor y el sacrificio de algunas mujeres y hombres comunistas de
aquellos años. En el caso de las mujeres también sufrieron detenciones,
torturas y años de cárcel, contribuyendo al combate contra la dictadura. Las
mujeres se dedicaron a labores asistenciales y colaboraron en las actividades
clandestinas como enlaces, en los aparatos de agitación y propaganda, como
estafetas e incluso como guerrilleras de algunas agrupaciones guerrilleras. Dos
ejemplos de aquellas mujeres fueron Juana Doña y Mercedes Gómez Otero Merche.
Las dos sufrieron varios arrestos, bárbaras torturas y penas de muerte,
conmutadas a treinta años de prisión. Merche fue una de las mujeres comunistas
más activas y luchadoras del PCE clandestino en aquellos años. Leal con sus
principios ideológicos y con una camaradería especial hacía sus compañeras de
lucha. Una trabajadora incansable y comprometida a lo largo de toda su vida. De
Juana Doña se podría escribir muchas páginas y de ambas mujeres narré sus biografías y la de otras compañeras en el
libro La lucha es tu vida. Juana Doña fue una activista incansable y mujer
reivindicativa donde las hubiera. Formó parte de un grupo guerrillero de Madrid
y tuvo varias penas de muerte. En el caso de los hombres comunistas podemos
destacar la figura de Calixto Pérez Doñoro. Este
madrileño fue uno de los comunistas más activos y combativo en la
reorganización del PCE desde el final de la Guerra Civil. Miembro de varias
direcciones clandestinas desempeñó un papel importante de contacto con
diferentes comités provinciales y en los organigramas dirigentes. Pérez Doñoro fue detenido varias veces y se escapó de la cárcel
en dos ocasiones. También participó en el movimiento guerrillero y con
posterioridad pudo exiliarse a Francia donde vivió durante muchos años. La
riqueza de sus experiencias vitales y de sus testimonios nos permite conocer
como fueron sus actividades para lograr la deseada libertad y el regreso de una
situación democrática perdida desde la época republicana por el golpe de Estado
dictatorial.
-¿Se distinguían
como dos partidos o era claramente uno…?
-Cuando se produjo el exilio de los
principales dirigentes del PCE a diferentes destinos en el extranjero, el
Partido también se dividió. Como dije con anterioridad la organización
comunista española estuvo fragmentada entre la URSS, América, Francia, el norte
de África y España. En la práctica era en territorio francés donde se tenía un
mayor contacto con la organización clandestina del interior del país. La
militancia estaba dividida y había grupos clandestinos sin ninguna comunicación
con el resto de sus camaradas. A pesar del intento de los comités y de las
delegaciones del interior de unificar a los grupos de comunistas dispersos, no
consiguieron en su totalidad la unidad del Partido. Por ello no se puede hablar
de un único Partido sino que hubo varias organizaciones que deseaban el control
y el poder del PCE. Este fue uno de los principales campos de batalla internos
entre los militantes clandestinos hasta la llegada de los cuadros llegados de
América en 1945 y con la presencia de Santiago Carrillo en Francia. No hubo un
único Partido incluso en el interior del país en la clandestinidad a pesar de
los deseos de sus dirigentes que así fuera.
-Es
de suponer que las disensiones, discusiones y luchas por el control del partido
era la ley del día a día en torno al PCE, ¿verdad?... qué nos puedes comentar?
-Como he comentado anteriormente fue una de
las principales pugnas internas de las estructuras directivas del PCE, no sólo
desde el exilio, sino también a nivel del interior del país. Ya en la primera
posguerra, aquellos grupos que empezaron a reorganizarse no se fiaban de otros
militantes que quisieron controlar el poder porque habían sido ellos quiénes habían
empezado a reestructurar el Partido. Desde el exterior se enviaban militantes y
dirigentes para conocer la realidad de la situación del país y sobre todo quien
o quienes dirigían las premisas y las directrices del PCE en el interior. Al
norte de España entraron en varios momentos comunistas vascos para contactar
con los comités de Vizcaya y Guipúzcoa y en Cataluña llegaron comunistas
catalanes para saber cuál era la situación del PSUC, provocando discusiones con
los dirigentes del PCE que estaban a cargo del mismo en territorio vasco y
catalán. A Portugal llegó el conocido como Grupo de Lisboa desde América con
cuadros como: Jesús Larrañaga, Manuel Asarta, Isidoro
Diéguez, Jaime Girabau, etc. enviados por el B.P. con
Vicente Uribe a la cabeza para que entraran en España clandestinamente y
recuperaran el control del Partido. La detención de este grupo provocó la caída
de otros comunistas en Portugal y en España y la fuerte crítica de Quiñones por
las acciones emprendidas y la mala labor realizada. Cuando una dirección era
sustituida por otra, los nuevos dirigentes entrantes criticaban la política y
las actividades desarrolladas por sus predecesores y realizaban una campaña de
denuncias ante ello. La lucha por el poder y el control de la organización comunista
clandestina fue una constante en aquellos años, en un ambiente donde el
estalinismo hacía acto de presencia en las organizaciones comunistas
internacionales y donde se extendían las acusaciones de herejes,
desviacionistas y disidentes. Los mayores afectados de esta situación fueron
los militantes de base que muchas veces no comprendían hechos y actuaciones de
ese tipo, en un Partido donde la jerarquía y la disciplina eran órdenes básicas
de comportamiento, les sorprendían las discusiones y las disputas internas en
el seno de su Partido.
-El fin de la
guerra mundial, la invasión por Vall d’Aran, el maquis para nada mitigaron estas diferencias,
más bien la incrementaron, ¿verdad?
-Efectivamente las pugnas y las luchas
internas se acrecentaron entre finales de 1944 y los primeros meses de 1945. El
control de la Delegación del Comité Central del PCE en España entre Jesús
Monzón y los principales cuadros llegados desde América (Casto García y Agustín
Zoroa entre otros) se extendió durante aquellos
meses. Monzón no quiso entregar el mando del Partido a pesar de las órdenes
enviadas por Carrillo desde Francia. El dirigente navarro manifestaba que él
había sido quien dirigió el Partido en Francia y en España cuando los miembros
del Buró Político y del Comité Central se habían exiliado a otros países.
Monzón envió una carta personal a Carrillo indicando las faltas cometidas por
Casto García, la imprudencia de otros cuadros por infringir las normas básicas
de clandestinidad y poniendo en peligro a otros camaradas, finalizando la
misiva manifestando que dejaban de tener contacto con Francia, que no enviaran
ningún otro documento y que cualquier incumplimiento de lo expuesto sería
considerado como una provocación. Por otro lado, Monzón para asegurarse el
respaldo de otros dirigentes envió una carta a Francia del B.P. del PCE en
México que le garantizaba como el máximo dirigente comunista en España,
exponiendo que quizás era Carrillo quien tenía disonancias con los dirigentes
españoles en América. Por su parte, Santiago Carrillo envió una carta a Uribe
indicando que Monzón estaba a la espera de ser separado del Comité Central y
envió a Zoroa a España en marzo de 1945 con varios
documentos, entre los que estaba una Carta Abierta de la Delegación del Comité
Central del interior atacando a Monzón y a sus colaboradores y las debilidades
que había en su política de Unión Nacional. Le criticaba también por su
actividad en Francia al desplazar a la camarada que había sido designada como
máxima dirigente, Carmen de Pedro. Finalmente el dirigente asturiano utilizó
todas esas críticas para atacar a Monzón y calificarlo de aventurero, disidente
y provocador. Se iniciaba una purga similar a la sucedida
años antes contra Quiñones, acusando a Monzón y a sus ayudantes de
colaboracionistas y de traidores. Finalmente Carrillo y sus camaradas llegados
de América se hicieron con el poder en la Delegación del PCE en el interior
poniendo a Agustín Zoroa como máximo dirigente hasta
que fue detenido a finales de 1946.
-¿En esta
horquilla en la que analizas al PCE en los primeros años del franquismo…este
partido pasa a ser poderoso a empezar una especie de implosión interna…como una
cuenta atrás…? aunque el final de los finales ya se dio en la democracia, más o
menos entre 1981-1982.
-El hecho de pertenecer al PCE conllevaba para
su militancia una sensación de orgullo y predisposición por ser la organización
política más combativa y luchadora durante la Guerra Civil española y en la
dictadura, en el seno de las fuerzas políticas de izquierda. Fue la
organización de la resistencia y de la guerra y la protagonista de los
principales combates políticos, culturales y sociales en España durante
aquellos años. Ese papel preponderante en el seno del Frente Popular se
extendió a lo largo de todo el franquismo, con unas tácticas y políticas
llevadas a cabo, por un lado junto a otras fuerzas y movimientos políticos y
sociales y por otro lado, y de manera independiente, para conseguir sus propias
metas y las libertades y la democracia deseada. Con el cambio de táctica
planteado a finales de la década de los años cuarenta, dejando la lucha armada
con el movimiento guerrillero, para introducirse en los Sindicatos Verticales
franquistas y liderar el movimiento obrero, siguió con su papel protagonista en
el conjunto de partidos de izquierda y la posterior creación de CC.OO. De igual
manera que estuvo fuertemente presente en los movimientos estudiantiles y
universitarios y en los ámbitos de intelectuales, todos ellos tan importantes
en la oposición antifranquista como la resistencia obrera.
-¿Cómo es y qué
significa el PCE en los primeros años del franquismo para el global de “la
izquierda”?
-El Partido Comunista de España fue el partido
hegemónico en la lucha antifranquista. La división existente en las fuerzas
políticas de izquierda pertenecientes al Frente Popular durante la Guerra Civil
se fragmentó totalmente con el ambiente anticomunista que se vivía en el resto
de partidos y sindicatos socialistas, anarquistas y republicanos y que concluyó
en el golpe de Casado. Independientemente de este acontecimiento, el PCE y su
militancia que no se exilió y que no fue detenida ni fusilada, lideraron al
conjunto de fuerzas y movimientos antifranquistas. Fue la única organización
que combatió a la dictadura en aquellos primeros años del franquismo desde sus
postulados políticos de Unión Nacional, con sus propios medios de agitación y
propaganda y con la lucha armada guerrillera durante la década de los años
cuarenta. Siendo el momento histórico donde la represión contra los enemigos
del régimen y de Falange fue más dura y cruel, llenando los campos de
concentración y las cárceles de hombres y mujeres comunistas combativos contra
la dictadura. Hubo algunos intentos de alianzas unitarias como cuando tras la
invasión del Valle de Arán, Carrillo suprimió la Junta Suprema de Unión
Nacional y en febrero de 1946, por temor de quedarse marginado el PCE, se
adhirió a la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas junto al PSOE y a otras
fuerzas republicanas. No obstante y en la práctica la división en el seno de
las fuerzas de izquierda fue irreconciliable durante muchos años.
-El PCE el que se
quedó dentro de España militantes de base, simpatizantes y demás cómo viven
esos primeros días del franquismo conviviendo con ciudadanos y ciudadanas de
“la otra izquierda”: socialistas, anarquistas, republicanos…
-El ambiente que se vivía en el seno de los
militantes y simpatizantes de los partidos políticos y sindicatos que formaban
parte de las fuerzas republicanas del Frente Popular no pudo ser peor, por la
división existente y por la culpa de unos a otros en la derrota en el conflicto
bélico español. Los comunistas denunciaban que las demás fuerzas políticas no
quisieron luchar hasta el último momento y la conjura civil y militar de Casado
ayudó a Franco a que el final de la guerra se hiciera como se hizo: con una
guerra civil dentro de la guerra civil, sin resistir hasta el último momento y
las cárceles llenas de comunistas que fueron detenidos por las fuerzas casadistas, dejando el camino libre a que los sublevados,
una vez se hicieron con el poder, lo único que tuvieron que hacer fue sacarlos
para fusilarlos sin juicio y en otras ocasiones tras proceder a “enjuiciarlos”
en el seno de la jurisdicción militar, tuvieran penas de muerte u otras condenas
de prisión (esta acusación perduró entre la militancia comunista durante muchos
años). A pesar del miedo y el temor por las represalias y por el ambiente
represivo del régimen contra los republicanos, había un estado de malestar, no
sólo como dije antes, entre militantes y simpatizantes, sino en la ciudadanía
en general. Entre personas de izquierda y obreros no podían creerse y estaban
estupefactos viendo como los defensores de la causa republicana contra el
fascismo se peleaban entre ellos. Esa atmósfera tensa se podía notar sobre todo
en las prisiones, en los campos de concentración y en los batallones de
trabajadores donde se formaban grupos según sus tendencias políticas,
originando las discrepancias políticas y las grandes discusiones y hasta peleas
entre simpatizantes de un partido político u otro.
-Es casi lógico
pensar que los que estaban en el exilio lo vivían esas relaciones dentro de la
izquierda de manera diferente, pero ¿cómo de diferentes se vivían esas
relaciones desde el exilio…?
-En el exilio la situación no era muy distinta
de la vivida en el interior de España. Entre los exiliados también hubo
disputas políticas por la manera que afrontaron el final de la Guerra Civil
cada organización y por las fuertes divergencias vividas en el seno de los
partidos políticos y sindicatos. Estos tuvieron diferentes líneas de acción
entre su militancia y se vio en cada uno de los campos de concentración donde
los franceses ubicaron hacinadamente a los exiliados
españoles. Como ocurrió en España, el PCE fue la fuerza política más combativa
y desde los primeros momentos empezaron a agruparse en células y grupos entre
los barracones para ver qué hacer. Había órdenes en el seno de los partidos
políticos españoles de no acercarse a compatriotas de distinta tendencia
política, sobre todo con los comunistas. No olvidemos que el PCE era un partido
ilegal y sus militantes perseguidos tras el pacto de no agresión entre
soviéticos y alemanes. El ambiente anticomunista se extendió en el exilio en
toda Francia y la lucha por la hegemonía y el control del exilio español empezó
en los campos de concentración y en los batallones de trabajadores. No obstante, serían los comunistas quienes formaron parte
mayoritariamente de la Resistencia francesa contra los nazis, englobados en las
Fuerzas Francesas del Interior dentro de la Agrupación de Guerrilleros
Españoles.
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