La Librería de El Sueño Igualitario

11223581_10152865606202131_5465201068427150566_n.jpgCazarabet conversa con...   Sofía Rodríguez López, autora de "Memorias de Los Nadie. Una historia oral del campo andaluz (1914-1959)" (Centro de Estudios Andaluces)

 

 

Una obra sobre las vivencias de la gente corriente en la primera mitad del siglo XX

 Lo que nos dice la entidad encargada de la edición, Centro de Estudios Andaluces:

El origen de esta obra es una investigación sobre la represión en la provincia de Almería, en concreto del proyecto de investigación ‘Fuentes orales para el estudio de la represión franquista en Almería’, financiado por el Centro de Estudios Andaluces.  

‘Memorias de Los Nadie’ es un amplio estudio realizado por Sofía Rodríguez, doctora en Historia Contemporánea que trabaja desde el año 2000 como especialista en fuentes orales para la Universidad de Almería, la Fundación Cajamar y el Centro de Estudios Andaluces, con proyectos dedicados a la represión, la colonización agraria, la vida cotidiana y las relaciones de género en la dictadura.

Este libro pretende ofrecer al lector un análisis reposado de la coyuntura que discurre entre la crisis de 1929 y el final de la autarquía en 1959, treinta años críticos en los que se sucedieron las políticas y cambios sociales más trascendentes en la historia reciente de nuestro país.

A caballo entre la historia y la memoria, este libro convierte las fuentes orales en protagonistas, reivindicando el uso de las mismas en la historiografía y su incontestable utilidad frente a los relatos convencionales. Los hombres y mujeres entrevistados nacieron en torno a la Gran Guerra y llegaron a 1939 marcados por su origen, extracción social, el analfabetismo, la organización del trabajo campesino, las estrategias familiares, la religión o el caciquismo imperante en el medio rural.

La autora plantea un recorrido por la España rural representada en esa Almería de la primera mitad del siglo XX donde abunda “gente corriente”, “capas populares” y personajes anónimos a los que por primera vez se les da voz. El libro, dividido en cinco bloques temáticos, comienza con un capítulo dedicado a las trayectorias sociales y familiares de las personas entrevistadas que nos introducen en el imaginario colectivo de aquella época: su cosmovisión de la vida, el trabajo, lo cotidiano y lo trascendente.

Una vez enmarcado este universo simbólico de la muestra –formada por 70 personas en 50 pueblos de la provincia- la autora se detiene en los recuerdos que conservan de la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo, y en sus impresiones sobre las políticas de la Transición a la democracia.

Este trabajo quiere ser una contribución significativa a los estudios sobre la represión y la violencia política en consonancia con las investigaciones más actuales: una historia que desde lo particular sea explicativa de las dinámicas sufridas en otras geografías y que introduzca nuevas categorías tipológicas y conceptuales en el análisis de la gente corriente.

La publicación ha sido posible gracias al Archivo de Historia Oral del País Vasco, una iniciativa promovida por el Grupo de Investigación Consolidado, Experiencia Moderna del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco.

 

Cazarabet conversa con Sofía Rodríguez López:

sofiarodriguez0409.jpg-Sofía, la generación “del sombrerillo en la mano”. ¿Quiénes son? (perdona mi ignorancia). ¿Qué nos puedes decir de ella?

-La expresión proviene de uno de los testimonios recogidos en el libro y la escogí como leit motiv porque me parecía clarificadora. Enseguida me imaginé esos desheredados,  esos “santos inocentes” representados por Alfredo Landa y Paco Rabal cuando se postraban ante el “señorito”. La generación del “sombrerillo en la mano” es la de los hombres y mujeres perdedores de la guerra, la de los emigrantes económicos y los exiliados políticos, la de los analfabetos y los muertos de hambre.

Construir una historia, una historia de historias, a partir de los testimonios orales…el peso y la importancia del testimonio oral, ¿qué supone?  Háblanos de cómo has ido localizando a las voces que componen y alimentan este libro testimonial y coral…

Los testimonios fueron recogidos por mí y otros compañeros (Maribel Ruiz García, Óscar Rodríguez Barreira y Nuria Espigares) mientras trabajábamos en el proyecto del “Mapa de Fosas”, auspiciado por la Consejería de Justicia y Administraciones Públicas de la Junta de Andalucía. Como sólo detectamos la existencia de tres fosas comunes en Almería (la del cementerio de la capital, el de Berja, y una de dos maquis en Sierro), utilizamos la financiación y el apoyo de la Asociación Guerra, Exilio y Memoria Histórica de Andalucía (AGEMHA) para llevar a cabo un trabajo de campo por la mitad de los pueblos de la provincia. Durante el mismo, recogimos información de los archivos municipales y pudimos hablar con decenas de personas acerca de su historia de vida y, especialmente, de su experiencia durante la guerra y el franquismo. Los contactos nos los proporcionaron en los ayuntamientos, centros de día o asociaciones de tercera edad. A partir de ahí, nos dirigíamos a ellos con nuestra grabadora y un guión de entrevista semi-estructurada, al que respondieron prestándonos una colaboración desinteresada que trascendía el mero cuestionario, y que nos llevó a conseguir entre una y tres entrevistas por cada municipio que visitamos. 

-¿Cómo ha sido el proceso documental alrededor de este libro?

Por una parte, la labor de documentación se ha llevado a cabo en esos archivos municipales, así como en los registros civiles de los juzgados de paz. En los primeros consultamos las actas capitulares y la correspondencia de Secretaría en que se hablaba de los presos políticos, la redención de penas o las juntas de libertad vigilada. En los segundos, localizamos los fallecidos de forma violenta entre 1936 y 1948, año en que se decreta el fin del Estado marcial. Finalmente, ha sido en el transcurso de nuestra investigación sobre este periodo y el trabajo en otros archivos, en el que hemos recogido y completado gran parte de los datos que se recogen en el libro.

-El captar el testimonio de manera tan directa, pudiendo casi leer o detectar el lenguaje no verbal, el de los gestos, es muy importante, ¿no?

Así es. Lo ideal para quienes hacemos historia con fuentes orales, así como para los socio-lingüistas, antropólogos, sociólogos, etc., es realizar entrevistas de vídeo, ya que el registro sonoro no puede captar ese lenguaje corporal que nos acompaña a todos y nos delata. No obstante, la cámara sigue inhibiendo y requiere de un dispositivo técnico algo más sofisticado del que no siempre se dispone o conviene a nuestra investigación. De ahí que decidiéramos grabar las entrevistas en MP3 y realizar después un trabajo escrupuloso de transcripción con ellas. En el mismo, no sólo se recoge cada expresión literal y cada pausa, sino que queremos mostrar cómo respiran y cómo se sienten nuestros entrevistados en cada momento, detectando qué les apena, alegra o incomoda. 

0000789953_230x230_jpg000.jpg-La gente del campo andaluz era considerada como el extracto más bajo de la sociedad andaluza…eso es muchísimo peso que llevar y levantar a las espaldas…. ¿qué nos puedes decir?

Digo que el campo andaluz era muy grande y que tampoco podemos generalizar. No es comparable la estructura de la propiedad en la Alta Andalucía o las Alpujarras, con la de la Baja Andalucía; ni la agricultura de secano, que la de los campos irrigados en los años 40 por el Instituto Nacional de Colonización. “Gente del campo” eran los jornaleros, pero también las familias campesinas, los capataces y hasta los “aguatenientes” o la aristocracia latifundista. Andalucía era eminentemente rural, pero dentro de esa realidad existen múltiples realidades distintas. Yo he tratado de recoger algunas de ellas, siendo quizás la más significativa la distancia existente entre el temporero y el señorito absentista, que sólo iba al cortijo para llevarse el mejor bocado de su hacienda. 

-Por eso, supongo y por ser como “los hijos del campo y la tierra” eran considerados como los nadie, ¿no?

El título fue una búsqueda transaccional con la editorial. En principio se iba a llamar Lugares Comunes, porque la técnica de la historia oral nos lleva a buscar esos enclaves de la memoria que conforman un tópico, un punto de saturación en el que los testimonios coinciden y se repiten. No obstante, nos decidimos por esta otra opción porque el protagonista del libro es un sujeto colectivo anónimo y, en muchos casos, proscrito. No es que en época se les llamara así. “Los Nadie” es un concepto acuñado por Eduardo Galeano en El libro de los abrazos, que me atrapó desde un principio, y al que se han dedicado ya numerosos ensayos. Con su reciente pérdida, lo hemos convertido también en un homenaje póstumo a ese uruguayo universal definidor, como pocos, de los desheredados.

-Sobre todo los consideraba así el poderoso, el terrateniente, el señorito de botas altas y relucientes, a los que  les venía bien, demasiado bien, que no acabasen teniendo voz…era primordial criarlos bajo la ignorancia, bajo las reglas rígidas de lo “de siempre”, con una educación sin letras ni libros…sirviéndose para todo ello de la religión, de estrictas normas de sociabilización…

Así es como lo expresan los propios entrevistados. En la Andalucía oriental no era tan común la imagen estereotipada del señorito andaluz-sevillano, aunque existieran especímenes parecidos… aún los hay. En muchos casos ni siquiera se dedicaban a la tierra, sino que eran abogados, banqueros o altos funcionarios del Estado residentes en capitales de provincias, y que negaban a sus mandados todo aquello que proporcionaban a sus hijos: educación, comodidades, ocio o lecturas prohibidas… La religión ha sido SOFIA.JPGla adormidera para todos ellos desde la noche de los tiempos.   

-De todas formas, sus experiencias, aquello vivido se les quedó tan impregnado que ha ido pasando de generación en generación, de manera que, muchas veces, tan solo tienes que mirarles para imaginar que hay todo un mundo detrás de su mirada, detrás de “Los Nadie”….

Las historias de esta gente están marcadas por la guerra, el miedo y, sobre todo, el hambre. Ellos saben de la crisis más que nadie, lo que ocurre es que no sufrieron el desclasamiento que hoy experimentamos los que crecimos con la burbuja inmobiliaria pensando que eso era “lo normal”. Siempre recordaré a María, humillada por su madrastra como una cenicienta, hasta que ingresó en el comité antifascista; o a Rosenda, que decía que a la guerra sólo iban los gandules, porque los campesinos no tenían tiempo para la política. Creo que tampoco olvidaré algunas de sus miradas y sus silencios.

-Y es que me pregunto: ¿hay algo que identifique más al ser humano con “lo social” y el entorno natural que el trabajar la tierra y con la tierra…? Amiga, ¿se cumplirá algún día aquello de “la tierra es de quien la trabaja”?

No parece que los tiempos vayan en esa dirección. Se dice que los años 60 y la irrupción de la sociedad de consumo, relajaron la jerarquización del país, haciendo aparecer las clases medias, pero la situación actual demuestra que las desigualdades no han hecho más que aumentar con la crisis, y que los pobres son más pobres que nunca, los aspirantes a pequeños propietarios han sido desahuciados de sus casas, y los ricos “se han frotado las patitas”, viendo una oportunidad de negocio en el abaratamiento del parque inmobiliario, tanto urbano como rural. Es lo que Susana Narotzky y Gavin Smith denominan la “hipoteca humana”.

-Háblanos de la educación y de la escuela en el mundo de los que trabajaban el campo andaluz…

Como ya se ha dicho, la educación en aquellos años de analfabetismo rampante, cayó en descrédito, hasta el punto de pasar de lo que se ha denominado la “edad de plata” durante la II República, a la triste imagen de posguerra, de escuelas semiderruidas. Fueron muchos factores los que contribuyeron a esa situación: a nivel estructural, la inversión en colegios fue prácticamente nula en los años 40, siendo constantes las denuncias del magisterio ante las juntas de instrucción primaria, por la mala situación de los locales y casas de maestros. A nivel humano, hay obras como la Historia de una maestra, de Josefina Aldecoa, que resultan clarividentes para entender el abandono de los pueblos, tan poco atractivos por su incomunicación para los docentes recién graduados, y que dejaron abundantes puestos sin cubrir, provocando las quejas de los padres y, sobre todo, de las madres. Por otra parte, las familias necesitaban la mano de obra de sus hijos desde que echaban los dientes, para ayudar a escardar en el campo, a cuidar los hermanos pequeños y los rebaños de la sierra, o siquiera a espantar los pájaros. Finalmente, tenemos que referirnos a la depuración profesional del magisterio republicano, que abocó a los ya depauperados maestros, a la clandestinidad o la miseria, haciendo popular en aquellos años a la figura del bachiller ambulante (con título o sin él), que iba por los cortijos para enseñar, mal que bien, las primeras letras a tantos hijos de trabajadores.

losnadie (2).jpg-La Iglesia y la religión, tenían mucho peso y, a su manera, todavía lo tienen y a mi entender empobrecieron la libertad de aquella gente coartada en muchas dimensiones ¿Qué nos puedes comentar?

Yo no creo que mi papel sea expresar aquí mi opinión sobre la Iglesia, sino el que la sociedad de entonces le otorgó. España era un país eminentemente católico y su poder era enorme: en la política, en las instituciones, la educación, la sanidad, el sindicalismo, las organizaciones benéficas y el apostolado seglar… La movilización social provocada por la secularización del Estado en la Constitución de 1931 prácticamente no tuvo parangón entre las mujeres, y cualquier signo de modernización que supusiera privarla de ese status, encontró numerosos detractores. Ahora bien, hasta en los pueblos más modestos de la provincia de Almería surgieron logias, ligas ateas y de librepensamiento en las primeras décadas del XX, opuestas a ese dogmatismo. Y cuando trató de llevarse a cabo la revolución social en el verano de 1936, los primeros símbolos en ser atacados fueron los católicos, identificados con la tradición más rancia y el apoyo a los poderosos. ¿Significa eso que España había dejado de ser católica? No, y ahí están los testimonios. La iglesia siguió marcando el ritmo de los días en el medio rural, los actos sacramentales que servían de ritos de paso a sus moradores, y los únicos espacios de sociabilidad existentes en el franquismo. Porque esa Iglesia, unánimemente reaccionaria hasta 1962, cuidaba a la “minoría selecta” mientras convencía a los pobres de su imposible promoción social.  

-La mujer era visto como “algo secundario”….pero la mujer ha luchado y no paró de luchar y está luchando…la mujer, se dice, que es la tierra ¿A base de qué se ha ganado esa igualdad….qué sujetos del sufrimiento ha ido dejando por el camino…?

Yo no creo que la mujer responda a esa visión poética de “la tierra”, porque eso significaría remontarnos a la mitología clásica, que la esencializaba como el elemento pasivo, capaz sólo de recibir la acción germinadora del hombre. Como parte de Los Nadie, me interesan las mujeres porque son ellas quienes se llevan la peor parte entre los pobres, los perdedores y los marginados. El sexo casi siempre ha jugado en su contra, aunque a mí no me gusta hacer una historia victimista, sino analizar precisamente cómo el “género”, que es un concepto cultural, se ha utilizado a lo largo del tiempo como un mecanismo de poder… y también de resistencia. Las mujeres tienen sus propios repertorios de combatividad, sus propias luchas y demandas, estrategias genuinas de resistencia… y todo se analiza de forma transversal, haciendo que, por primera vez, mi libro no esté dedicado específicamente a las mujeres, sino a cómo éstas se comportan en el conjunto de la sociedad. Por eso no aparecen sólo representadas como madres, esposas o hijas de campesinos, sino que las hay también que cogieron las armas y el arado, exiliadas, amantes del maquis y, sobre todo, supervivientes: emigrantes, enfermeras clandestinas y unas cuantas estraperlistas.

-En aquellos años se llegaban a “arreglar” los matrimonios con lo que esto generaba: inestabilidad a todos los niveles en la familia y en cada uno de sus componentes y en la convivencia plácida de unos con otros…

Lo que demuestran los testimonios orales es que las estrategias matrimoniales eran algo que incumbía a toda la familia, y que las decisiones sobre el futuro de sus miembros no se adoptaban de forma individual, sino atendiendo a lazos emocionales y a intereses de grupo. Esto se debe a la existencia de una “estructura de sentimiento”, concepto empleado en el libro para explicar por qué era necesario que un hombre encontrara a una mujer de su misma clase y formación, para explotar la tierra como colonos; en qué condiciones se podía emigrar en pareja o por separado; o por qué tantas mujeres tuvieron que dejar los estudios, mientras sus hermanos varones podían desarrollar una carrera profesional.

-La II República, irrumpe y estoy segura que pretende romper, y en su medida lo hace, con muchos muros, tabúes, estereotipos… ¿Qué nos puedes decir?; ¿Cómo se recibe la reforma agraria en el campo andaluz, sobre todo entre el campesinado?

Uno de los primeros capítulos del libro está dedicado precisamente a la fiesta desencadenada con  la proclamación de la Segunda República y a todas las expectativas que ésta trajo consigo. En una situación social tan crispada como la crisis de los años 30, con un enorme paro obrero y los mercados internacionales bloqueados a nuestra economía de exportación, tras el crack de 1929, la reforma agraria vino a insuflar aire entre los sin tierra o desposeídos del campo. Pero ése no era el principal problema para los pequeños propietarios de las Alpujarras que contemplaron con pavor las expropiaciones y las primeras colectivizaciones. De ambas partes nos hablan nuestros protagonistas, algunos hijos de los responsables de fincas incautadas, que vieron cómo tras la guerra esos “experimentos” les salieron muy caros.

 -La gente del campo se lanza a la militancia, toma la voz que siempre se les había negado ¿Qué significa esto para los que siempre habían tenido voz?; ¿y qué cambios se experimentan entre los propios militantes?

Fueron muchos los hijos de cortijeros, temporeros y aparceros que, hartos de la obediencia y lealtad que sus progenitores profesaban a los “señoritos”, se radicalizaron durante los años 30, rompiendo con el atavismo de la tradición, sindicándose y militando por primera vez en partidos políticos, con la firme intención de cambiar ese status quo y forzar el sino de las cosas. Fueron ellos los primeros en saludar la República como una ventana de oportunidad para ese cambio, y en definirse conforme avanzó la guerra, y el Frente Popular se identificaba cada vez más con el comunismo. Para los que hasta entonces habían llevado la voz cantante, esa imagen del pueblo en armas, vestido de alpargatas y mono obrero, era la viva imagen de la subversión en el orden normal y “moral” de las cosas, por eso para ellos también fue una lucha contrarrevolucionaria por el mantenimiento de sus privilegios.

losnadie (1).JPG-Llega el Golpe de Estado, para mucha gente, además con la guerra desatada, un jarro de agua fría, casi helada… ¿no?

La guerra sólo era necesaria para los que la desataron y la ganaron. Aunque todos la sufrieron, no afectó por igual a las provincias que albergaban frentes de combate, que a las retaguardias rendidas o resistentes ante el enemigo. Mientras los testimonios de derechistas hablan de cómo pasaron a zona nacional a través de Sierra Nevada o por barcos hasta Málaga y el campo de Gibraltar, los voluntarios que fueron con apenas 17 años a luchar por la legalidad gubernamental, describen la crudeza del conflicto, en toda su magnitud: la de las muertes, los heridos, el miedo, el frío y el hambre. Las mujeres, ejército de reserva para la República, hablan mientras tanto de su lucha cotidiana por el abastecimiento, de los refugios antiaéreos, de las colas de racionamiento y de la necesidad de sobreponerse cuando llegó el final.

-Y llega, después de tres años de guerra, la derrota, los castigos, el botín de los vencedores, el escarmiento, el hostigamiento…todo pasa, pero ¿cómo pueden llegar a soportarlo…cómo pudieron soportarlo?;¿Cómo se desarrollan las resistencias en aquellos arduos años?

Como en todas las sociedades mediterráneas, un factor fundamental de resistencia fue la solidaridad familiar. Mientras se imponía el castigo y la delación entre vecinos, la gente aprendió a vivir emparedada en sus casas, a darles las vueltas a los forros de los abrigos y a cocinar con harina de algarrobas. Tras la desarticulación de la oposición armada y el Socorro Rojo, el franquismo consiguió acabar con el espacio público y que la gente corriente olvidara la “alta política”, volviéndose hacia lo privado y centrándose en la supervivencia diaria. Comer se convirtió entonces en un acto de resistencia. Vivir para no morir en las cárceles, los campos de concentración y el resto de esa inmensa geografía penitenciaria. Para ello se acudió a todo tipo de estrategias: desde el contrabando de matute, hasta los pequeños hurtos y fraudes a la Fiscalía de Tasas o el Servicio Nacional del Trigo.

-¿Cómo ha sido, amiga Sofía, ordenar tanta documentación, tanto testigo…cómo ha ido la metodología de trabajo?

Unos años después de que finalizara el proyecto el “Mapa de Fosas”, en 2011, solicité una ayuda al Centro de Estudios Andaluces y fui contratada durante un año por la Universidad de Almería para dedicarme a la transcripción de todos los testimonios utilizados en el libro. Cada entrevista utilizada tiene una duración entre 1 y 2 horas, y ocupa una media de 15 folios de extensión. Para conseguir trasladar de forma escrupulosa el relato oral al papel, se emplearon en torno a 4 horas de trabajo por cada hora de entrevista. Estos cálculos arrojarían un resultado de 560 horas y casi mil páginas. Lo más duro para entonces estaba hecho, pero quedaba lo más difícil: analizar cada relato, sintetizarlos, buscar un hilo conductor entre ellos y encajarlos en el marco histórico y la epistemología acerca de dicho periodo. Para entonces, ya me había dado cuenta que aquel tesoro sobrepasaba con mucho el estudio de la represión, y planteaba un friso temático y cronológico más amplio: la vida de la gente corriente en el mundo rural, desde su infancia, al término de la Gran Guerra, hasta su madurez, tras hacer la mili o el Servicio Social, casarse, y plantar la tierra o decidirse a emigrar en los años 60.

-Ya la última reflexión, paciente amiga: más vale una imagen que mil palabras; ¿qué nos puedes decir de la portada que retiene una fuerza sin igual, sin medida….? .Hay pocas portadas que digan tanto como la presente…

La imagen de la cubierta es de la fotógrafa almeriense Luisa Reche, una de mis mejores amigas. Tenía claro que quería un retrato con fuerza, un primer plano de alguien que representara a Los Nadie, a tanta gente anónima curtida por la vida y el trabajo. Ella me lo brindó de la mano de esta mujer peruana que captó cuando realizaba un máster de fotoperiodismo en la comarca de Cajamarca… Da igual que sea de aquí o de allí,  nadies” los hay al Sur de todo el mundo.   

 

 

 

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Memorias de Los Nadie. Una historia oral del campo andaluz (1914-1959). Sofía Rodríguez López
557 páginas
18,00 euros
Centro de Estudios Andaluces



El origen de esta obra es una investigación sobre la represión en la provincia de Almería, en concreto del proyecto de investigación ‘Fuentes orales para el estudio de la represión franquista en Almería’, financiado por el Centro de Estudios Andaluces. 

‘Memorias de Los Nadie’ es un amplio estudio realizado por Sofía Rodríguez, doctora en Historia Contemporánea que trabaja desde el año 2000 como especialista en fuentes orales para la Universidad de Almería, la Fundación Cajamar y el Centro de Estudios Andaluces, con proyectos dedicados a la represión, la colonización agraria, la vida cotidiana y las relaciones de género en la dictadura.

Este libro pretende ofrecer al lector un análisis reposado de la coyuntura que discurre entre la crisis de 1929 y el final de la autarquía en 1959, treinta años críticos en los que se sucedieron las políticas y cambios sociales más trascendentes en la historia reciente de nuestro país.

A caballo entre la historia y la memoria, este libro convierte las fuentes orales en protagonistas, reivindicando el uso de las mismas en la historiografía y su incontestable utilidad frente a los relatos convencionales. Los hombres y mujeres entrevistados nacieron en torno a la Gran Guerra y llegaron a 1939 marcados por su origen, extracción social, el analfabetismo, la organización del trabajo campesino, las estrategias familiares, la religión o el caciquismo imperante en el medio rural.

La autora plantea un recorrido por la España rural representada en esa Almería de la primera mitad del siglo XX donde abunda “gente corriente”, “capas populares” y personajes anónimos a los que por primera vez se les da voz. El libro, dividido en cinco bloques temáticos, comienza con un capítulo dedicado a las trayectorias sociales y familiares de las personas entrevistadas que nos introducen en el imaginario colectivo de aquella época: su cosmovisión de la vida, el trabajo, lo cotidiano y lo trascendente.

Una vez enmarcado este universo simbólico de la muestra –formada por 70 personas en 50 pueblos de la provincia- la autora se detiene en los recuerdos que conservan de la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo, y en sus impresiones sobre las políticas de la Transición a la democracia.

Este trabajo quiere ser una contribución significativa a los estudios sobre la represión y la violencia política en consonancia con las investigaciones más actuales: una historia que desde lo particular sea explicativa de las dinámicas sufridas en otras geografías y que introduzca nuevas categorías tipológicas y conceptuales en el análisis de la gente corriente.

La publicación ha sido posible gracias al Archivo de Historia Oral del País Vasco, una iniciativa promovida por el Grupo de Investigación Consolidado, Experiencia Moderna del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco.

 

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