Cazarabet conversa con... Juan Goñi, autor de “Los bosques que llevo dentro” (Tundra)
Juan Goñi rinde homenaje a los bosques que ha vivido, ha
palpado, ha respirado, ha oído, ha contemplado y ha captado su olor…todos los
sentidos tienen su confluencia desde la “contemplación” de Juan Goñi .
Del libro,
editado por Tundra, le escribe el
prólogo de Joaquín Araújo.
Según el
prólogo de Joaquín Araújo, podemos “ir haciendo boca”
con declaraciones como: “"Estamos ante un ejemplo de lo que supone estar
entero”.
Del prólogo
extraemos este “parecer” que, ya de entrada, nos dice mucho:
Los
naturalistas somos sumas. Primero nos sumamos a los paisajes, luego admiramos y
estudiamos la vida espontánea y, casi siempre, acabamos sumando la NATURA a la
CULTURA. Hacemos arte con lo que ya lo era. Incluimos. Somos incluso
multiplicación cuando conocemos y sentimos. Estás, lector, ante una
persona y un estilo literario que, tiende y a menudo logra, el mejor
injerto. Así son estos relatos. Pura Cultura destilada a partir de las vivaces
vivencias de la Natura que el contacto con el derredor ha proporcionado a uno
de nuestros naturalistas más auténticos y cultos. Juan Goñi conoce el mundo natural de primera mano, sin
intermediarios, dando todos los pasos del mundo a través de los diferentes
paisajes, sobre todo de su hogar navarro. Por tanto estamos escribiendo
sobre una suma más. Porque a las historias que la vivacidad nos cuenta a cada
paso, y recuerdo que son las más intensas y numerosas, Juan añade los elementos
propios de su capacidad creativa. Incluye incluso las sugerencias que vienen de
la, también tantas veces olvidada, cultura rural. Añadiendo lo externo a
nosotros mismos a la propia identidad alcanzamos una de las más coherentes
delicias posibles en este mundo. Sumamos y nos acercamos a la condición de convivenciales. Esto de ganarle la partida a las
poderosas restas es un empeño tan difícil como necesario. Pero para empezar a
estar enteros nos va a ayudar, y mucho, este libro del muy completo Juan Goñi. Suma, pues, tus ojos a las páginas que a continuación
se despliegan con la misma hermosa verdad que los bosques, los ríos y las
cordilleras que su autor ama."
El autor,
Juan Goñi:
Este
“naturalista”, natural de Tafalla—Navarra—es informático de formación, pero en
el año 2009 decidió dar un giro radical a su rumbo vital, decide dedicarse
profesionalmente a mostrar su tierra y sus bosques desde su empresa:”Navarra al
natural” organizando salidas de descubrimiento de la naturaleza, lo que le
empuja a estar en contacto íntimo y casi diario con los bosques y con las
personas que los aman, lo que va dejando en su corazón sentimientos y vivencias
que de alguna manera se plasman en estos textos. Su lema es:”Conocer para
respetar. Respetar para amar. Amar para defender”, lo que define perfectamente
su pasión y su anhelo: sembrar una emoción en cada corazón para que algún día
crezca un frondoso bosque de amor hacia la Naturaleza. Esta es su manera de
restituir a los bosques tanta generosidad, tanta hospitalidad. Y de paso, ser
feliz.
No te
pierdas: http://navarra-al-natural.blogspot.com/
Cazarabet conversa
con Juan Goñi:
-Juan, amigo, ¿qué es lo
que te ha hecho escribir “Los bosques que llevo dentro”? o preguntado de otra
manera, ¿qué te motivó a ello?
-Me dedico desde hace 10 años a guiar grupos por los bosques y paisajes de
mi tierra, así que estoy en contacto directo con estos ecosistemas gran parte
de los días del año. He visto con mis propios ojos el devenir del tiempo, el
transcurso de las estaciones en el bosque. Y me he dado cuenta que yo mismo me
contagio de las sensaciones que el bosque trasmite en cada estación. Empecé a
escribir lo que de alguna manera, el bosque me dicta. Necesitaba contárselo a
mis semejantes. No sé si soy yo, o son los bosques los autores de estas
letras… o directamente son esos bosques que sin duda, todas llevamos dentro.
-¿Qué son para
ti los bosques?
-Joaquín Araujo dice que el bosque es la mejor ocurrencia en la
historia de la vida. Tiene razón. Hay un sutra
budista que dice que el bosque es un organismo peculiar de amabilidad y
benevolencia sin límites que no exige nada para sobrevivir y entrega
generosamente los productos de su vida y actividad, y regala protección a todos
los seres que lo habitan. Tiene razón también. Yo diría que un bosque es un
ente vivo que aúna en su ser a todas las criaturas que viven en él. Y así como
todas y cada una de las células de nuestro cuerpo nos construyen y nos
constituyen, exactamente igual cada árbol, cada musgo, cada helecho, todas las
lombrices, las hormigas, las aves… absolutamente todas las criaturas que lo
habitan lo construyen y constituyen. No me quiero olvidar que nosotros somos
hijos e hijas del bosque. Y por ello somos hermanos de los habitantes de todos
los bosques del planeta. Somos hermanos de las hayas, y de los robles,
petirrojos, gavilanes, lombrices o musgos… porque ellos y nosotros somos hijos
del bosque. Todo eso es un bosque. Y muchas cosas más. Por ejemplo, el bosque
es la casi la única herramienta que tenemos para defendernos de la mayor
amenaza de la historia del Humanidad, que es ni más ni menos que el Cambio
Climático y sus desastrosas consecuencias.
-Bueno, eres navarro… tu entorno y territorio es privilegiado por
muchas cosas, pero si nos centramos en los bosques, donde tienes
diferentes lugares donde ir a disfrutar de una manera muy, muy especial, ¿no?
Sin duda Navarra es una región de gran calidad y diversidad biológica.
Tenemos en nuestra relativamente escasa superficie el mayor desierto de Europa
(las Bardenas Reales) y también el segundo mayor de
los bosques europeos (el hayedo abetal de Irati). Tenemos aun bosques muy bien
conservados, como Bertiz, Kintoa,
Roncal, Urbasa… pero déjame que no esté satisfecho.
Quiero más bosques sanos e ilesos. En mi tierra y en mi Tierra.
-Y es que hay lugares que presentimos como más vinculadas a los bosques,
¿qué crees desde tu experiencia?
-Sin duda la cultura vasca, como gran parte de las culturas del norte
de Europa está muy vinculada a los bosques. Nuestros cuentos y leyendas se
desarrollan casi siempre en los bosques, en las montañas. Nuestros antepasados
creían en la Madre Tierra (aquí la llamamos Mari, la Madre) como creadora de
todo y de todos. Los mitos vascos conforman una religión terráquea, no celeste
como la cristiana. Nuestros antepasados consideraban sagradas a algunas
montañas, a los arroyos, a las cuevas… No me atrevería a decir que aún
conservamos esas creencias. Pero quizá en lo profundo de la cultura vasconavarra existe un poso de respeto por la Naturaleza
que no existe en otros lugares.
-Claro al vivir y nacer
en un entorno tan vinculado a la naturaleza y también a “cierta cultura del
bosque” crees que se crece de otra manera, os educáis o nos educamos
desde otra perspectiva?
-Es cada vez menos habitual, pero aún en los núcleos rurales los niños
entran en contacto con la realidad de las cosas naturales de una forma muchos
más sana y, valga la redundancia, más natural. Es desapego de la generación de
nuestros hijos y nietos hacia la realidad de lo que nos rodea es absolutamente
desquiciante, además de profundamente preocupante. Estamos educando a unos
niños que no saben nada sobre aquello que les da la vida. Se va a la Naturaleza
los sábados o los domingos, como se va al centro comercial, al parque temático
o al zoo. Sin involucrarse, con cuidado de no mancharse de barro más que lo
imprescindible. La Naturaleza debería ser el centro sobre lo que bascule la
totalidad de la formación de un Ser Humano. Por la sencilla razón de que si
Ella falla, el resto no tiene sentido ninguno.
-Porque, de
alguna manera, no se puede amar aquello que no se ve, se contempla, se
palpa, se nota, se respira, se huele, se andan..
Exacto. Hay que conocer para amar, y hay que amar para defender. Además es
una relación a dos bandas, porque te aseguro que todos los que conocemos la
Naturaleza, aunque sea mínimamente, la amamos profundamente y la defendemos con
el arma de nuestra palabra. El primer enemigo de la Natura es la ignorancia.
Después está la avaricia, la comodidad, la prisa: enemigos de la Natura pero
compinches y cómplices necesarios de esta sociedad del consumo y del derroche.
-¿Qué tienen “de
especial” para ti los bosques? Y¿ “esos bosques
especiales como tuyos” que has conocido desde siempre?
-Caminar por un bosque es lo que ha hecho el ser humano en el 99.9% de su
existencia. Homo sapiens lleva al menos 350.000 años caminando por los bosques,
ojos y oído avizor, quizá ayudando a los más débiles de la tribu, quizá
transportando a nuestra espalda a nuestros hijos aún bebés, buscando y buscando
nuevos lugares donde encontrar recursos que nos permitan sobrevivir. Aquí nació
nuestra inteligencia, y todas y cada una de nuestras artes. Aquí nacieron los
instintos que nos han permitido llegar hasta ahora. Si consigues caminar por el
bosque algo profundamente telúrico, atávico tal vez, te susurra al oído de
nuestra más primitiva conciencia. Llámalo ADN, llámalo como quieras. Si
consigues que el bosque te hable, que te cuente sus secretos, si escuchas con
atención lo que el petirrojo cuenta posado en el espino, entonces encontrarás
la explicación a casi todo. Tengo la costumbre de meterme dentro de todos los
bosques que conozco. De escucharlos con detenimiento, de contemplarlos con
admiración, de empatizar con sus problemas, de
engrandecerme con sus destrezas… Tengo la suerte de que todos los bosques que
he conocido se me han metido dentro. Los llevo a todos aquí, en el corazón y en
la mente. Porque todos ellos me ofrecieron sentimientos, aptitudes, ánimos que
nunca he de olvidar. Así que, aunque mis bosques navarros son mi hogar más
cercano, los bosques que llevo dentro son todos los bosques del planeta, que en
definitiva, es uno: el Bosque. Esa criatura de la que tú y yo somos Hijos. Ni
más ni menos. ¡Menudo orgullo!
-Amigo, nosotros no
somos de un lugar “de bosques”, quizás por eso nos sentimos, a la vez, tan
atraídos por ellos, como cautivados … lugares de paz,
de silencios, de reencuentros con todos los habitantes que palpitan, más o
menos, pero que conforman el ecosistema…los estimamos desde la distancia y los
disfrutamos de una manera que casi nos dejan agujetas en todos los sentimos
cuando los visitamos, pero la primera premisa debe ser el respeto con el bosque
y todos los habitantes. ¿Qué nos puedes comentar?
-Ojala vuestra zona recupere pronto esos bosques que la conformaron
desde hace al menos 40.000 años. Quizá sea momento de ponernos en la labor.
Cada árbol plantado es una pequeña victoria, así que quizá sea hora de empezar
con la faena. Y mientras tanto visitemos con asiduidad nuestros bosques
favoritos. Pero visitemos el bosque como visitaríamos la casa de nuestra propia
Madre. Porque eso es precisamente el bosque. Dejemos que el Bosque hable.
Dejemos fuera la cháchara intrascendente. Caminemos sin prisa, contemplando,
oliendo, escuchando. Recuerda que, como dice Araujo, el bosque ama nuestras
pisadas pero teme nuestras manos. Así que las manos quietas, quizá sosteniendo
un cayado, quizá asidas a unos buenos prismáticos. Si lo hacemos así saldremos
curados del bosque. Porque sanarnos es otra de las casi infinitas destrezas del
bosque.
-Siempre hay conductas que más valdría se
quedasen en la cama antes que ir a conocer y maltratar el entorno, ¿no?
-Desde luego que sí. Hay que dejar fuera del bosque la codicia, la prisa,
la comodidad, que como hemos dicho, son enemigas encarnizadas de los espacios
naturales. El ruido humano es extremadamente antipático: no deja escuchar ni
contemplar. No coger nada ni dejar nada, no salirse del camino… Y las manos…
las manos quietas ¡por favor! Si no es para acariciar con sumo cuidado un
musgo, un tronco o la propia hojarasca. Arranquemos el verbo arrancar de
nuestro diccionario.
-¿Al margen de todo esto que son como pautas
educativas con qué actitud aconsejarías que nos acercáremos a los bosques?;¿Tú cómo te sumerges en ellos?
-Lo he dicho antes. Hemos de ir al Bosque como vamos a casa de nuestra
Madre, porque es precisamente allí a dónde vamos. Saludar con respeto, escuchar
con respeto, caminar con respeto, mirar con respeto. Hay que ir al bosque a no
hacer nada, a no llevarse nada si no es la basura humana que podamos encontrar,
a no traer más que admiración. Hay que caminar en la máxima soledad posible e
intentando perturbar lo mínimo posible la vida alrededor. Es la única manera
que conozco de que un bosque se te “meta dentro”.
-Creo que el factor de
la educación es más que importante y que va más allá de tener y mantener una
“buena educación” para con el entorno; tiene que ver, también, con “ir un poco
documentado” a conocer y adentrarse en un bosque, a saber cómo visitarlo, sacar
alguna foto, sentarse y reflexionar, escuchar un río en un lugar privilegiado,
distinguir la fauna que nos encontraremos, saber qué aves pueden “romper”
agradablemente el silencio, pasear sabiendo qué pisamos….
-Desde luego. Aciertas otra vez. El lema de mi empresa es “Conocer para
respetar, respetar para amar, amar para defender”. Todo comienza en el
“conocer”. Documentarse es sin duda importante. Y elegir algún sendero que se
adecúe a nuestras capacidades físicas.
-La presencia del “antropos”
¿ha generado demasiado estrés a nuestros bosques?
Si. Pero no tanto por exceso de personas, sino por defecto de respeto,
defecto de silencio.
-Amigo, ¿qué ha supuesto para ti, viendo el resultado final, el haber
escrito este libro?
-Es sin duda un hito en mi vida. He tenido la suerte de conocer a muchos
lectores que se han puesto en contacto conmigo para contarme esos bosques que
“llevan dentro”, y esto ha significado un enorme orgullo. Si he conseguido
plantar de algún modo un poco del amor que siento por los bosques en el corazón
de algunos corazones… todo ha merecido la pena.
-¿Cómo ha sido tener desde el prólogo la compañía de Joaquín Araújo? ¿Y editar con Tundra, esta editorial que, sin
ningún ruido, esta editando y nos está educando a todos los lectores en el amor
a la naturaleza?
-Como dices, he tenido la inmensa satisfacción de contar con los dos
grandes hitos de la literatura de Naturaleza de nuestro país. Joaquín, a quien
sigo y admiro desde mi infancia, tuvo la gentileza de escribir el prólogo de
“Los bosques que llevo dentro”. Y Tundra Ediciones es sin duda el referente
nacional en lo que respecta a las publicaciones relacionadas con la Naturaleza:
desde guías de huellas, árboles o mamíferos hasta verdaderas obras maestras de
la literatura natural. Ha sido un sueño cumplido poder contar con Víctor J.
Hernández y con Joaquín Araújo, y por eso
modestamente les dediqué mi libro.
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