Cazarabet conversa con... Antonio
Ramírez Navarro, autor de “Aunque nos espere el dolor y la
muerte. Historia del movimiento anarquista en Almería” (Universidad de Almería)
Un libro imprescindible para entender al
anarquismo, palmo a palmo, lugar a lugar…en este caso viajamos a Almería desde
la pluma estudiosa y analítica de Antonio Ramírez Navarro…
Lo que nos dice la sinopsis:
Las ideas anarquistas se difundieron por la
comarca del Poniente almeriense durante la década de los setenta del siglo XIX.
Duramente reprimidas por los gobiernos de la Restauración, las organizaciones
libertarias llevaron una existencia precaria hasta comienzos del siglo XX. La
dictadura de Primo de Rivera supuso un nuevo periodo de graves dificultades y
clandestinidad para las organizaciones anarquistas, que no volverían a resurgir
con fuerza hasta la proclamación de la Segunda República, régimen que fue
acogido con desconfianza por los libertarios aunque el periodo republicano
supuso la legalización y un enorme crecimiento de las organizaciones sindicales
de signo revolucionario.
Los anarcosindicalistas se disputaron la
influencia sobre el proletariado almeriense con comunistas y socialistas pero
fue el golpe militar de 1936 lo que llevó a un crecimiento exponencial de su
militancia que se hizo con el control de una pequeña parte de los comités
revolucionarios primero y de las corporaciones municipales después. Con unos
20.000 afiliados y más de cien sindicatos organizados en la provincia, los
libertarios entraron en las instituciones y pusieron en marcha una serie de
colectivizaciones.
El final de la guerra supuso la desaparición
del movimiento libertario organizado. Sus dirigentes fueron fusilados,
encarcelados o tuvieron que marchar al exilio en Argelia, donde acabaron en
campos de concentración durante el régimen de Vichy. Tras los años de represión
y clandestinidad de la dictadura franquista, habrá que esperar a la Transición
para que la CNT vuelva a organizarse en Almería.
La obra incluye más de 400 microbiografías
de los principales anarquistas almerienses.
El autor, Antonio Ramírez: Periodista y sociólogo, Antonio Ramírez Navarro es doctor
en Historia Contemporánea por la Universidad de Almería. Su tesis doctoral, Anarquistas
y comunistas en la formación del movimiento obrero almeriense (1872-1939),
para la que realizó una estancia de investigación en la Universidad de Aix-Marseille, obtuvo la mención internacional y el premio
extraordinario de doctorado. Es autor de la biografía sobre el gobernador
comunista valenciano Vicente Talens, La fuerza
de los débiles y de El
optimismo de los desesperados. Historia del PCE en Almería (1922-1939) y ha
traducido las memorias de la escritora francesa Pauline
Talens-Péri, La
bastarda del PC, publicadas por el Instituto de Estudios Almerienses.
Fue redactor en distintos diarios de
información general y subdirector de Prensa y Publicaciones de los Juegos
Mediterráneos Almería 2005. También ha trabajado como coordinador de proyectos
europeos de desarrollo rural y como sociólogo para el Instituto Andaluz de la
Juventud. Ha sido asesor de la Fundación Integrasul
(Rio Grande do Sul, Brasil) y delegado de Asamblea de Cooperación por la Paz en
Túnez.
En la actualidad es profesor de Geografía e Historia de secundaria y pertenece al grupo de
investigación Estudios del Tiempo Presente de la Universidad de Almería. Sus
líneas de investigación se centran en los comienzos del movimiento obrero en la evolución de las corrientes anarquistas
y comunistas durante la Segunda República, la Guerra Civil y la represión
franquista de posguerra. También ha publicado varios trabajos sobre el exilio
republicano en el norte de África.
Nos acercamos un poco más a algunos de los
protagonistas de esta historia: CUETO
GARCÍA, CARLOS. Nacido en Almería el 18 de noviembre de 1896. Intentó
ser militar y entró en la Academia de Infantería de Toledo pero abandonó los
estudios por razones de salud aunque los franquistas aseguraron que fue
expulsado por indeseable. Piloto de barco, trabajó como práctico en el puerto
de Almería. Se afilió al PSOE en 1931 y llegó a ser secretario general de la
agrupación de Almería. En 1934 se afilió a Juventudes Libertarias, a la FAI y a
la CNT. Como consecuencia de su actividad política, fue encarcelado en
distintas ocasiones, entre ellas en octubre de 1934 por la huelga general
revolucionaria. Durante los años treinta alcanzó notoriedad en los círculos
anarquistas como conferenciante. En 1936 participó en varios mítines por
Andalucía durante la campaña electoral de febrero. Su hermano José María, capitán
de Infantería y jefe de la caja de reclutas, se puso del lado de los sublevados
y fue ejecutado en Cartagena a pesar de que Carlos hizo cuanto pudo por
salvarlo. En noviembre fue nombrado primer oficial del buque Astoy Mendi, con el
que realizó viajes a Holanda, Inglaterra y Francia para exportar mineral de
hierro. En mayo de 1937 Cueto regresó a Almería y fue designado vocal de la
Cámara Uvera, concejal del Ayuntamiento en representación de la CNT y desde
enero de 1938 secretario general del Frente Popular. Actuó también como
acusación en el tribunal popular y formó parte del comité de enlace entre la
UGT y la CNT. Al acabar la guerra, Cueto intentó huir por el puerto de Alicante
pero fue detenido por los franquistas, conducido al campo de concentración de Albatera y posteriormente encarcelado en El Ingenio.
Condenado a cadena perpetua, le fue conmutada la pena por la de veinte años y
salió en libertad de la colonia penitenciaria de Dos Hermanas en 1946 tras el
correspondiente indulto. Murió en el exilio en Francia.
VIZCAÍNO ZAPATA, JOSÉ Nacido en Almería en 1888. Militante de la FAI
y de las JJLL y secretario local de la CNT de Almería en diversos periodos
entre 1931 y 1936. En 1934 acabó en prisión como consecuencia de su apoyo a la
huelga revolucionaria de octubre. Fue representante del sindicato anarquista en
el Comité Central Antifascista y en la Diputación Provincial como vocal
delegado de la Junta de Compras de Intendencia Militar. Intervino en la
incautación del convento de la Compañía de María y del Monte de Piedad. También
ostentó la presidencia del Consejo Provincial de Asistencia Social. Vendedor de
profesión, publicó varios artículos en el diario Hombres Libres en
defensa de Francisco Maroto. Durante la guerra se encargó de tareas de
propaganda. Intentó huir por Alicante pero fue detenido en Murcia. Condenado a
cadena perpetua en 1940, fue excarcelado en 1945 del Reformatorio de Adultos de
Alicante. Volvió a ocupar el cargo de secretario de la federación local de la CNT
en la clandestinidad hasta que fue nuevamente detenido. Murió en la cárcel de
Granada a finales de los años cuarenta.
Cazarabet
conversa con Antonio Ramírez Navarro:
-Antonio,
amigo, explícanos, ¿qué es lo que te lleva a escribir este libro sobre lo que
fue el movimiento libertario en Almería?
-Durante años se ha aceptado como un lugar
común que el movimiento libertario tuvo poca importancia en Almería. La escasez
y la dispersión de la documentación sobre las organizaciones anarquistas
contribuyó a consolidar esta creencia y el hecho es que, a pesar de que durante
los últimos años han aparecido monografías en Almería sobre prácticamente todos
los partidos y sindicatos del periodo republicano, sobre los libertarios seguía
pesando un ominoso silencio. Aunque es evidente que la ideología anarquista
logró una mayor difusión en Andalucía Occidental, Berja
y Adra contaban con sociedades obreras de inspiración ácrata ya en 1873.
Durante la guerra civil, el movimiento libertario tuvo más de cien
organizaciones entre sindicatos cenetistas y grupos de la FAI y de Juventudes
Libertarias por toda la provincia y llegó a contar con unos 20.000 afiliados.
Aunque en Andalucía ha habido muchos periódicos libertarios, en Almería se
publicó Emancipación, el único diario
de las organizaciones anarquistas en la región.
- ¿Por qué lo
titulas Aunque nos espere el dolor y la
muerte, como título principal, poniéndole como subtítulo el de Historia del movimiento libertario en
Almería?
-Es el tercer verso de la Varsoviana y tiene
un carácter profético. La obra se cierra con unas 400 microbiografías
de los anarquistas almerienses más relevantes. Al final de la guerra, muchos de
ellos acabaron fusilados, en las cárceles franquistas o en los campos de
concentración argelinos. El libro es una historia del movimiento libertario en
Almería desde sus orígenes hasta la Transición, aunque hay abundantes
referencias al contexto andaluz y español. El anarquismo en Almería no se
entiende sin la aportación de los obreros retornados de Barcelona durante los
años treinta.
-¿Cuánto tiempo
te llevó este trabajo de investigación?
-Unos seis años. Empecé a recopilar
información en distintos archivos en 2012.
-Es de pensar que
el trabajo de investigación y de estudio se concentra en buena parte de la
documentación y de saber hacerlo…faceta que suele acontecer muy, muy trabajosa
y minuciosa, ¿no? Háblanos un poco de esa tarea.
-En el caso del movimiento libertario el
trabajo es especialmente complicado porque la documentación está muy dispersa.
Cuando acabó la guerra, las organizaciones anarquistas destruyeron buena parte
de su documentación con el objetivo de escapar a la represión franquista. Aun
así quedan documentos en las fundaciones Anselmo Lorenzo y Salvador Seguí de
Madrid. También conservamos digitalizados muchos números de los periódicos Emancipación, La Voz de la FAI, Juventud
Consciente y Nervio y en los
distintos archivos almerienses hay documentos sobre la CNT. Para la
documentación sobre los campos de concentración argelinos recurrí al Archivo de
Ultramar de Aix-en-Provence,
en Francia.
-Y luego llega la
fase de sentarse y ponerle orden, aunque aquí cada uno, según la metodología de
trabajo, actúa de forma diferente e individualizada. Háblanos un poco de cómo
lo has ido haciendo tú…
-Una vez que conseguí reunir la documentación,
mi preocupación era no incurrir en un catálogo tedioso de las organizaciones
anarquistas. Aunque se trata de un libro con carácter académico, el objetivo es
que cualquier persona interesada en la historia del movimiento obrero o de la
guerra civil lo pueda leer sin mayor dificultad. Así que dediqué mucho tiempo a
redactar el texto de forma cronológica, apoyándome en los documentos, en la
prensa y en la abundante literatura memorialística
escrita por anarquistas.
-Hablas y nos
comentas de esos “apóstoles del movimiento”… ¿no hubo, aún desde el horizonte,
profetas o maneras de hacer y entender que marcasen un poco el camino como con
migas de utopía?
-Es evidente que el anarquismo tiene un
componente utópico importante pero frente a las visiones milenaristas que
presentan a los libertarios andaluces como un conjunto de ‘rebeldes primitivos’
que no entendían la opresión que padecían y se dejaban llevar por cíclicos
estallidos de ira, me gustaría insistir en la idea de que el anarquismo
almeriense, a pesar de su invocación a la propaganda por el hecho y a la acción
directa, consiguió importantes mejoras para los trabajadores por la vía de la
negociación con los patronos y tuvo un carácter tan racional como el de
cualquier otra rama del movimiento obrero.
-¿Qué hay de las
personas que inspiraron al movimiento libertario en Almería?
-Sabemos muy poco sobre los primeros obreros
anarquistas almerienses pero, a diferencia de lo que ocurría en Andalucía
Occidental, donde el ideario anarquista se difundió fundamentalmente entre los
campesinos, en Almería estuvo más ligado a la minería y al incipiente
proletariado industrial de las fundiciones.
-Ya que estamos
utilizando terminología bíblica, qué coyuntura social se dio para que la
génesis de la CNT fuese como fue. Por favor, explícanos las características
especiales que crees tiene esta génesis almeriense en torno a la CNT.
-Solo una sociedad obrera almeriense, La Igualitaria, de panaderos, participó
en la fundación de la CNT. El sindicato tardó mucho en organizarse en Almería y
no fue hasta el final de la Restauración, en los años que van desde 1919 a
1923, cuando empezó a tener una influencia creciente en la Casa del Pueblo y en
el conjunto del movimiento obrero. La dictadura de Primo de Rivera acabó con
las incipientes organizaciones anarquistas almerienses, que no volverían a
resurgir con fuerza hasta la proclamación de la República.
-¿Cuáles son los
“nombres propios” que cimentaron al movimiento libertario en Almería?
-Domingo Carmelo Quer
es el obrero que está detrás de la creación de las primeras sociedades
anarquistas de Berja y Adra pero no sabemos
prácticamente nada sobre su vida. No será hasta los años treinta cuando contemos
con nombres propios como José Vizcaíno Zapata o Carlos Cueto, que aparecen
reflejados en la obra del anarquista almeriense Abel Paz. Sin duda el
anarquista almeriense más conocido es Diego Camacho (Abel Paz), aunque, como
muchos libertarios almerienses, se formó y desarrolló su actividad en Cataluña.
En el libro se incluyen también microbiografías de
anarquistas que, por una otra razón, tuvieron vinculación con Almería aunque
fuesen de otras provincias: Santana Calero, Morales Guzmán, Armand
Guerra, Francisco Maroto, etc.
-Al movimiento
libertario no le viene de nuevo eso “de viajar” entre la legalidad y la
insurrección, pero como en cada territorio va todo como de manera diferente,
¿qué nos puedes decir teniendo en cuenta el espacio geográfico de Almería?
-A finales del siglo XIX, los anarquistas
contaron con muy breves periodos de legalidad. Y cuando pudieron registrar sus
organizaciones en muchos casos no lo hicieron hasta que fue imprescindible para
acceder al reparto de concejalías que siguió en 1937 a la reorganización de los
consejos municipales. Almería fue siempre una provincia muy mal comunicada y
las organizaciones libertarias tuvieron muy escasa relación con el comité
regional y casi nula con el nacional. Los movimientos
insurreccionales de 1932 y 1933 tuvieron un eco muy débil en la provincia pero
se vivieron otros conflictos de carácter local en los que los anarquistas
jugaron un papel importante.
-Últimamente me
han llegado lecturas en las que, de manera más o menos directa, ha salido el tema
de la organización La Mano Negra ¿Tuvo aquí algún tipo de influencia? ¿Cómo y
de qué manera?
-En Almería hubo actos en solidaridad con la
Mano Negra pero la organización apenas tuvo influencia en la provincia.
-Cuando hablas de
“proletarios”, ¿incluyes en el término al proletariado tal como se le conoce la
denominación, añadiéndole “el proletariado agrario” con sus jornaleros,
braceros….? Explícanos un poco acerca del término proletario.
-Sí, incluyo en el término proletariado a los
jornaleros, pero hay que tener en cuenta que el campo almeriense, a pesar de su
extrema pobreza, tenía muy poco que ver con el de los grandes latifundios de
Sevilla o Cádiz. Almería contaba con el porcentaje más bajo de jornaleros de
toda Andalucía y predominaba la pequeña propiedad agraria. Este factor explica
la menor difusión del ideario anarquista entre el campesinado. La emigración
temporal a Argelia para participar en faenas agrícolas como la recogida del
esparto suponía una válvula de escape a los campesinos que conseguían así algo
de dinero para afrontar los periodos sin trabajo y probablemente contribuyó a
que las ideas revolucionarias prendieran menos que en otras zonas de Andalucía.
-¿Qué
es lo que hizo difícil esa añorada o requerida “unidad proletaria”?
-Desde el primer momento hubo una disputa
entre socialistas y anarquistas por hacerse con un mayor grado de influencia
entre el proletariado. La situación se complicó aún más durante los años
treinta con el crecimiento del PCE y la fundación de la Unión Local de Sindicatos,
organización comunista que fue percibida como una amenaza por la CNT. Los
comunistas se referían sistemáticamente a sus hermanos proletarios como ‘socialfascistas’ o ‘anarcofascistas’
y los libertarios no dudaban en acusar a los comunistas de delatores. Al mismo
tiempo se hacían constantes invocaciones a la unidad proletaria que, en la
mayoría de las ocasiones, acabaron en fracaso por las acusadas diferencias
ideológicas entre unos y otros. Tras la Desbandada de Málaga, en Almería se
produjo el ‘caso Maroto’ que acabó con la condena a muerte del líder libertario
aunque fue finalmente indultado. Maroto intentó destituir al gobernador
socialista Gabriel Morón y durante unos días la ciudad estuvo al borde del
enfrentamiento armado entre anarquistas y marxistas, como había ocurrido en
Valencia con la Columna de Hierro y como ocurriría en Barcelona durante los
hechos de mayo de 1937. En los campos de concentración argelinos, los gendarmes
se vieron obligados a intervenir a veces por altercados entre comunistas y
anarquistas. La guerra había terminado pero las cuentas seguían pendientes
hasta tal punto que en Djelfa los responsables del
campo llegaron a prohibir a los españoles hablar de política.
-Pero la sociedad
andaluza era “de vivir de la tierra”…. ¿Cómo logró meterse dentro de esto el
movimiento anarquista?
-El movimiento anarquista no logró una
presencia importante entre el campesinado almeriense hasta los años de la
guerra civil, lo que se tradujo en la puesta en marcha de un importante número
de colectivizaciones agrarias. Previamente el movimiento había sido más urbano
y su presencia se había circunscrito a la capital y a localidades medianas con
explotaciones mineras.
-¿Puede que en el
ámbito de la sociedad este movimiento libertario estuviese como lastrado por la
influencia de la Iglesia, el tener, las más de las veces, un índice de
alfabetización alto?
-Desde sus orígenes, las relaciones entre el
movimiento libertario y la Iglesia fueron más que complicadas. Los jesuitas
llegaron incluso a organizar expediciones de evangelización a las localidades
del Poniente almeriense con mayor presencia anarquista y las organizaciones
eclesiásticas intentaron combatir, por todos los medios a su alcance, la
difusión del ideario ácrata. Ya durante la guerra civil, aunque en las acciones
iconoclastas y en la persecución religiosa participaron todas las fuerzas del
Frente Popular, los anarquistas se distinguieron por una mayor virulencia.
-¿Cómo se vive,
amigo, la llegada de la II República en Almería? ¿Y la victoria del Frente Popular?, teniendo
todo el rato la mirada puesta, más que nada en el movimiento libertario.
-Los libertarios acogieron con desconfianza la
proclamación de la República aunque eran conscientes de que, con el nuevo
régimen, gozarían de una mayor libertad para difundir sus ideas y para
desarrollar sus organizaciones. Tras un crecimiento importante durante el
primer bienio, la CNT quedó al margen de la intentona revolucionaria de octubre
de 1934 pero eso no impidió que fuese duramente reprimida en los meses
siguientes y que buena parte de sus líderes locales fuese encarcelada. La
actitud ante la formación del Frente Popular fue bastante ambigua. Aunque no se
sumaron, lo apoyaron con el objetivo de sacar a los compañeros de las cárceles
pero el apoyo, sobre el que también hubo muchas polémicas entre los militantes,
acabó al día siguiente de las elecciones.
-¿Cómo vive
Almería y el movimiento libertario el golpe de estado de julio del 36 y
el comienzo de esa guerra civil?
-En Almería los militares no se sublevaron
hasta el 21 de julio, lo que permitió a las organizaciones obreras repartir las
pocas armas de las que se disponía y organizar la resistencia.
-¿Cómo reacciona
el movimiento libertario?; ¿Cómo hace frente a los militares alzados?
-El movimiento libertario hizo un llamamiento
a los obreros para combatir a los sublevados y participó en la lucha contra los
militares golpistas. Los anarquistas abderitanos jugaron un papel importante en
los combates del 21 de julio y la sede de la CNT en la plaza del Ayuntamiento
fue uno de los núcleos de la resistencia. Esa misma tarde, la llegada del buque
Lepanto al puerto de Almería,
contribuyó decisivamente a que los sublevados se rindieran.
- Debieron haber,
también aquí, nombres propios, ¿no?
-Contamos con el testimonio del anarquista
abderitano Antonio Vargas Rivas, que escribió sus memorias durante la
Transición. Los anarquistas más relevantes eran José Vizcaíno, Carlos Cueto y
los hermanos Del Águila Aguilera.
-¿Cómo afrontaron
esa especie de disputa entre hacer primero la Revolución o la guerra? ¿Cómo lo has podido analizar?
-Como en el resto de la España republicana, en
Almería se vivió ese debate entre guerra o revolución. Los anarquistas hacían
constantes invocaciones al espíritu del 19 de julio y consideraban que solo por
medio de la revolución se conseguiría derrotar a los franquistas pero en
Almería no eran lo suficientemente fuertes como para imponer su programa y los
experimentos revolucionarios se limitaron a la puesta en marcha de colectivizaciones,
vistas siempre con desconfianza por los comunistas. Al mismo tiempo las
organizaciones libertarias vivieron desgarradas entre unas bases que querían
mantener la vigencia de los comités revolucionarios surgidos tras el colapso
del Estado republicano en julio de 1936 y unos dirigentes que, al aceptar las
carteras ministeriales en el Gobierno de Largo Caballero, acabaron señalando el
camino para aceptar la disolución de los comités y la integración en las
instituciones republicanas.
-Entre “los
emboscados” ¿había en esa Almería gentes con el ideal libertario?
-Las organizaciones libertarias, como las
comunistas y en menor medida las socialistas, recibieron una militancia de
aluvión durante los primeros meses de la guerra. Entre esos militantes de nuevo
cuño se colaron derechistas que querían hacerse con un aval revolucionario para
escapar de la represión republicana. No tenían ideas libertarias pero fingieron
tenerlas. Hay varios casos documentados de concejales presuntamente libertarios
que cuando llegaron los franquistas fueron confirmados en sus puestos tras
hacer valer sus antiguas credenciales falangistas o sus acciones en favor de la
quinta columna.
-Pero los alzados
y los franquistas se hacen con la victoria, si es que podemos decir que hay
victoria en las guerras ¿cómo cae la represión entre los colectivos y
organizaciones de carácter libertario en Almería?
-La ideología libertaria fue la más
represaliada por el franquismo en Almería. Aunque es imposible fijar con
exactitud la cifra puesto que, como es lógico, los libertarios intentaron
ocultar su militancia a las autoridades franquistas, más de ochenta anarquistas
fueron fusilados al acabar la guerra, a los que hay que sumar casi otros tantos
libertarios almerienses fusilados en Cataluña. La mayoría de los dirigentes que
evitaron el paredón fueron condenados a cadena perpetua, aunque salieron de las
cárceles en torno a 1946 cuando el franquismo intentaba blanquear su imagen
ante las potencias vencedoras en la guerra mundial, y solo unos cuantos como
Pérez Burgos o Vargas Rivas consiguieron alcanzar Argelia, donde tuvieron que
padecer terribles penalidades. También es importante la cifra de anarquistas
que murieron en el maquis durante la primera posguerra. A diferencia de lo que sucedió
en la mayor parte de Andalucía, la guerrilla almeriense estaba compuesta
mayoritariamente por libertarios.
-Amigo, ¿cómo ha
sido una vez has visto, así en global, tu trabajo finalizado, cómo lo sientes?,
Son estudios e investigaciones tan largas y trabajosas que me imagino uno
cuando las termina se debe sentir extenuado, ¿verdad?, pero, no sé, a la vez
con ganas de más…
-Ha sido un trabajo dificultoso pero estoy
contento con el resultado y con que la Universidad de Almería haya decidido
publicarlo en su colección de Historia. Creo que la documentación reunida y las
microbiografías pueden ser de utilidad para futuros
trabajos de investigadores que trabajen sobre la historia local o de
historiadores del anarquismo en general.
-¿Estás pensando,
amigo Antonio, en redondear más este trabajo desde alguna otra perspectiva? ¿nos puedes dar alguna pista?
-Sigo trabajando sobre el exilio de los
republicanos españoles en el norte de África pero para añadir algo más al
trabajo sobre los anarquistas almerienses tendría que encontrar nueva
documentación relevante.
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