La Librería de El Sueño Igualitario

lcr.jpgCazarabet conversa con...   Martí Caussa y Ricard Martínez i Muntada, editores del libro "Historia de la Liga Comunista Revolucionaria (1970-1991)" (La Oveja Roja)

 

 

Martí Caussa y Ricard Martínez i Muntada como coordinadores de una edición que acoge estudios, reflexiones y escritos de  Ramón Contreras, José María Galante, Manuel Garí, Josu Ibargutxi, Petxo Idoyaga, , Justa Montero, Jaime Pastor, José Luís Pérez Herrero, Acacio Puig y Miguel Romero. …nos escriben, muy minuciosamente, la Historia de la Liga Comunista  Revolucionaria y lo hacen de la mano de La Oveja Roja, una editorial llevada ,muy de la mano ,de Alfonso Serrano, su director y editor.

La Oveja Roja y Alfonso Serrano:

https://www.youtube.com/watch?v=i0jvNOsmN78

http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/30655/Alfonso_Serrano


Los coordinadores de esta edición: Martí Caussa y Ricard Serrano:

Martí Caussa:

http://www.publico.es/actualidad/534310/marti-caussa-la-ruptura-de-raiz-con-el-franquismo-no-se-dio-pero-era-posible

http://www.lacomunapresxsdelfranquismo.org/tag/marti-caussa/

http://www.fundanin.org/miguelromero3.htm

Interesantísimo esto que nos deja escrito, Martí Caussa,  en Rebelión:

http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Mart%ED%20Caussa&inicio=0

Excelente lo que nos deja Ricard Martínez i Muntada:

http://vientosur.info/IMG/pdf/VS126_R_Martinez_Izq_revolucionaria_sessenta_a_ochenta.pdf

Cuando en 1991 desaparece la Liga Comunista Revolucionaria, nace la publicación Viento Sur:

http://es.wikipedia.org/wiki/Viento_Sur

 

Peg613.jpgLo que nos dice la Oveja Roja sobre este libro:

Durante la tan falseada Transición, la LCR mantuvo una línea firme de radicalidad democrática y aspiraciones revolucionarias. Sus protagonistas cuentan aquí su historia.


Un día de diciembre de 1970, en plenas movilizaciones contra los Consejos de Guerra de Burgos, la mayoría de militantes del grupo Comunismo decidió iniciar el proceso de formación de la LCR. Los orígenes remotos y la gestación del nuevo grupo hay que buscarlos en el año 1968 en el interior de las Organizaciones Frente, la federación formada por el FOC de Catalunya, ESBA del País Vasco y el FLP (el «Felipe») del resto del Estado español. Desde este año eran claramente perceptibles los signos de radicalización en estas organizaciones, principalmente entre estudiantes y juventud obrera. Pero la radicalización afectaba a todos los grupos existentes. Por eso hay que preguntarse por sus causas profundas, que derivaban de la situación tanto en el Estado español, como a nivel internacional.

La LCR formó parte de una amplia izquierda revolucionaria que, durante los años setenta, fue un ámbito de acción política y social para decenas de miles de personas. Aquella izquierda sostenía una perspectiva de ruptura de raíz con la dictadura franquista, lo que le conduciría luego a un análisis crítico de la transición y sus resultados. Este libro relata los hechos más destacados de la historia de la LCR, incluida su trayectoria posterior hasta principios de los noventa; los sitúa en su contexto y expone los razonamientos y debates que llevaron a la organización a adoptar unas determinadas posiciones o a modificarlas. También refleja las opiniones minoritarias que en ella se expresaron en distintos momentos, ya que el intento de construir una organización democrática fue un rasgo definitorio de la LCR. El libro se concibe como una contribución al conocimiento de un mundo, el de la izquierda revolucionaria, que en la mayoría de análisis sobre aquellas décadas resulta ignorado o bien enmascarado por prejuicios y tópicos. Esta obra pretende contrarrestar ese desconocimiento y ofrecer elementos para la reflexión de historiadores y activistas actuales: en él, aparte de experiencias ligadas indisolublemente a sus autores, se plasman años de investigación y se remite a documentos —más de 500— que se pueden consultar íntegramente en la página web que ha aparecido con el libro (historialcr.info). Cualquier persona puede utilizar esos documentos, formarse su propia opinión y contrastarla con lo que aquí se cuenta.

Este libro, coordinado por Martí Caussa y Ricard Martínez i Muntada, es el producto de varias personas que en común el haber militado en la LCR y conocer de primera mano los hechos que relatan. Concretamente, los diferentes capítulos de la obra llevan la firma de Martí Caussa, Ramón Contreras, José María Galante, Manuel Garí, Josu Ibargutxi, Petxo Idoyaga, Ricard Martínez i Muntada, Justa Montero, Jaime Pastor, José Luís Pérez Herrero, Acacio Puig y Miguel Romero. 

Más información: 
historialcr.info.

Sumario, índice de ilustraciones e introducción:     http://www.vientosur.info/spip.php?article9105.

 

 

Cazarabet conversa con Martí Caussa y Ricard Martínez

 

548ade990891c.jpg-Amigos, ¿por qué un libro sobre la Liga Comunista Revolucionaria, hoy y ahora…en estos tiempos tan convulsos en lo social y ciudadano?

-El libro es fruto de un proceso de ocho años de trabajo. Una serie de ex militantes de la LCR acordamos en 2006 elaborar una historia de la organización que recogiera los principales hechos de su trayectoria y se fundamentara sobre una amplia base documental. El objetivo era preservar y reivindicar la memoria de la LCR y contrarrestar la actual ignorancia sobre el conjunto de la izquierda revolucionaria de las décadas de 1970 y 1980, así como ofrecer un punto de partida para futuras investigaciones. En este último sentido, hay que destacar que el libro va asociado a una web (http://historialcr.info) donde se pueden encontrar en formato digital los más de 500 documentos de la LCR que han servido como base para el volumen. Es posible que la situación actual favorezca la acogida del libro, por lo menos entre sectores movilizados; ojalá haya activistas actuales que tengan interés en recuperar la experiencia de sus homólogos de hace treinta o cuarenta años.

 

-Habladnos un poco de sus orígenes….

-La LCR procede, por un lado, de la crisis terminal, acaecida en 1969, de las “Organizaciones Frente”: el Frente de Liberación Popular (FLP o Felipe) y sus equivalentes catalán (FOC) y vasco (ESBA). Una serie de militantes procedentes de aquellas organizaciones constituyeron el grupo “Comunismo”, que evolucionó hacia el trotskismo y a fines de 1970, en plena movilización contra los procesos de Burgos, decidió constituir la LCR. Por otra parte, ETA VI Asamblea, uno de los dos sectores en que se escindió la organización vasca en 1970, a partir de la crítica al nacionalismo y al militarismo, fue evolucionando hacia posiciones similares y acabó unificándose con la LCR a fines de 1973.

 

hqdefault.jpg-¿Qué hay del “viaje” con ETA?

-Si la pregunta se refiere a la fusión entre LCR y ETA VI, no se trata de un “viaje”, sino de un proceso que significó un salto cualitativo en la consolidación de la organización. Cosa muy distinta son las relaciones con la izquierda abertzale –que no con ETA– durante los años ochenta, las cuales se concretaron, entre otras cosas, en el apoyo a distintas campañas electorales de Herri Batasuna. Fue una relación no exenta de conflictos, pero que se quiso mantener porque se consideraba que en Euskal Herria subsistía la única corriente rupturista de masas de todo el Estado español, encarnada precisamente por aquella izquierda abertzale; y ello a pesar de que manteníamos una actitud crítica con la acción de ETA. A partir sobre todo del atentado de Hipercor en Barcelona, en 1987, las relaciones fueron haciéndose más frías y distantes.

 

-¿Se rompió con ETA porque en ésta primaba más el nacionalismo que otra cosa…?

-Efectivamente, en 1970 ETA VI rompió con el otro sector –conocido como ETA V- a causa de las visiones distintas que unos y otros mantenían sobre la cuestión nacional en relación con el proyecto revolucionario. Por expresarlo sintéticamente, ETA VI defendía la creación de un Partido Obrero, mientras que ETA V mantenía la orientación tradicional de crear un Frente Nacional. Tras la escisión, ETA VI proclamó su ruptura con el nacionalismo, si bien siguió considerando que Euskal Herria sufría una situación de opresión nacional y por tanto debía ejercer su derecho a la autodeterminación (aunque ésta no tenía por qué comportar necesariamente la independencia).

 

-Este movimiento se forma a partir del rompimiento, como definitivo, con el PCE, aun viviendo Franco….¿Qué nos podéis contar, además porque esto debió influir mucho en las decisiones del PCE , después, una vez en la transición?

-No, la LCR no se formó a partir de una ruptura con el PCE, sino del modo que ya hemos relatado. Otra cosa es que, como el resto de la izquierda revolucionaria, en la formulación de su proyecto pesó mucho la oposición a las políticas del PCE inauguradas con la propuesta de “Reconciliación Nacional” (1956) y desarrolladas luego con la del “Pacto por la Libertad” (1972). Se interpretaba que estas propuestas se orientaban a la negociación con los sectores “evolucionistas” del franquismo y a un final pactado de la dictadura. A pesar de que, no sin cierta contradicción, el PCE también sostuvo la perspectiva de una caída “en caliente” del régimen. Lo que acabó sucediendo en la transición ratificó en buena medida nuestras críticas.

  

Cartel IA Miranda de Ebro WEB.jpg-Habladnos, por favor, de las dos estrategias que tenían un “poco como divididas” a la LCR: la del Frente Nacional y la del Partido Obrero….¿Qué nos puedes decir?

-Como ya hemos indicado, no fue un debate que se produjera en la LCR, sino en ETA, y fue el detonante de la escisión entre ETA V y ETA VI.

 

-Sobre el  atentado contra Carrero Blanco se ha escrito mucho…¿Qué nos podéis comentar porque incluso se habla de que si la CIA y los americanos era sabedores….?

-Se ha especulado mucho, pero lo cierto es que no hay ninguna prueba de esa supuesta intervención estadounidense, ni tan sólo de manera pasiva. Fue una acción llevada a cabo por ETA V y tuvo un impacto innegable en las perspectivas de continuidad de la dictadura. LCR-ETA(VI) –así se llamó hasta 1976 la organización unificada– manifestó su apoyo total a la acción, si bien no compartía que ETA V priorizara la “violencia minoritaria” y propugnaba que amplios sectores de masas se fueran “educando” en la “necesidad de la violencia revolucionaria”, según la expresión de la época.

 

-¿Traicionó el PCE, junto con algún que otro partido de izquierda (bueno, seamos claros, con los años el PSOE se ha ido deshaciendo con un azucarillo a la velocidad de la luz….), los más puros valores que deben rodear los ideales del trabajador y del obrero: la igualdad, la fraternidad, la justicia y la libertad…?

-Utilizar una categoría como la de “traición” resulta poco útil para comprender racionalmente lo sucedido con el PCE, aunque por aquel entonces el término estuviera a menudo en boca de toda la izquierda revolucionaria. El PCE desarrolló una política no exenta de contradicciones, como ya hemos indicado, y se fue orientando hacia un cambio de régimen que supondría el final del franquismo, pero no el modelo de “democracia avanzada” que él mismo había defendido. La aceptación de la monarquía y la bandera bicolor son los símbolos más visibles de ello, pero más importantes aún fueron la priorización de lo institucional frente a la movilización social o el postergamiento de las perspectivas de transformación social profunda, todo en nombre de la “consolidación de la democracia”, aunque ésta tuviera sus límites, unos límites que el PCE no quiso forzar y ni siquiera admitir abiertamente que existían. Sin duda influyó en ello el miedo a la involución –al Ejército, en definitiva–, pero quizás también cierta esperanza de ser el partido mayoritario de la izquierda, al estilo del PCI en Italia, lo cual, de algún modo, vendría a compensar las “inevitables” renuncias. Huelga decir que estas expectativas no se cumplieron y que en el tránsito de los setenta a los ochenta el PCE se precipitó en una gravísima crisis.

 

cartellcedoc_3360.jpg-Habladnos un poco de cómo se fue recreando el tema entorno a la OTAN… ¿fue todo como una pantomima de los partidos que podríamos llamar “de orden”?

-La integración en la OTAN fue una opción consciente y, de hecho, natural de las clases dominantes españolas, ya que consolidaba la alianza militar con el resto del Occidente capitalista. También fue un elemento de integración del Ejército –que seguía siendo, no hay que olvidarlo, el Ejército de Franco– en el nuevo régimen democrático, mediante las perspectivas de homologación internacional y modernización. No hay que perder de vista que el proceso de integración en la OTAN se aceleró notablemente tras el 23-F. Luego está la posición del PSOE: cuando el gobierno de UCD llevó a cabo la integración, los socialistas lanzaron la consigna “de entrada, no”, deliberadamente ambigua. Una vez en el gobierno, Felipe González –ya declaradamente atlantista– intentó escamotear el referéndum que había prometido y que finalmente le arrancaron las masivas movilizaciones anti-OTAN, en la articulación de las cuales, por cierto, tuvieron un papel destacado organizaciones como la LCR, que ayudaron a construir e impulsar una amplia red de comités de base. Se perdió el referéndum debido a la campaña de miedo desatada por el gobierno y las clases dominantes a través de los medios de comunicación más poderosos, pero las movilizaciones desarrolladas durante los primeros ochenta fueron un importantísimo ámbito de resistencia.

 

-¿Es a vuestro entender el PSOE un producto de fábrica de la socialdemocracia  europea, del “nuevo capitalismo…bajo la “visto bueno” de USA…. Y desmovilizar socialmente al votante de izquierdas, a las gentes de pensamiento de izquierda y hacer frente a los grupos, ¿cómo os diría?, “como más de izquierda” como vosotros?

-En 1979 el PSOE lanzó una campaña de autoproclamación bajo el lema “Cien años de honradez”, a lo que alguien añadió “y cuarenta de vacaciones”. Es muy adecuado: el papel del PSOE en el antifranquismo fue completamente marginal. El principal partido del antifranquismo fue el PCE-PSUC y, por lo menos en la década de 1970, la segunda fuerza, si se la toma en su conjunto, fue la izquierda revolucionaria. Y, sí, la operación para la reimplantación del PSOE en el Estado español y su promoción como fuerza hegemónica de la izquierda fue directamente impulsada y financiada, a mediados de los setenta, por la socialdemocracia alemana. Ahora bien, ello no debe hacernos ignorar que el PSOE consiguió conectar con la sensibilidad y la cultura política de sectores amplios de la clase trabajadora y las clases populares y aparecer luego, a principios de los ochenta, como el partido que podía llevar a cabo el cambio posible. Es decir, sin aquel apoyo exterior el PSOE habría tenido muchas dificultades para llegar adonde llegó, pero por sí solo dicho apoyo no explica que lo consiguiera.

 

-¿Fue así como lo dejó “atado y bien atado…” Franco?

-Franco no dejó las cosas tan atadas como pretendía. Cuando murió, su régimen se hallaba ya en una grave crisis, debida, sobre todo, a la movilización de masas encabezada por el movimiento obrero. Lo cierto es que la transición, con todos sus límites, supuso el fin de aquel régimen y la instauración de una democracia liberal homologable, en términos generales, a las europeas; esto ya lo reconocía la LCR en 1978. Otra cosa es que también comportó continuidades muy relevantes, especialmente en el aparato del Estado, en el cual no se produjo depuración alguna –y menos aún el castigo a los responsables de los crímenes de la dictadura–, y anduvo aparejada con la recomposición del poder de las clases dominantes y la desaparición de las expectativas de transformación social profunda que se habían generado en amplios sectores populares. Ello condicionó las décadas siguientes y está en el origen de una parte de los problemas actuales, aunque no de todos, claro está.

 

Libro-LCR-presentacion-foto-Josep-Salip-y-Montse-Falcó.jpg-El sistema en que luego se fue embarcando a la sociedad española con el capitalismo más exacerbado cada día hacia el neoliberalismo que nos ha acabada llevando a esta crisis…..no deja de ser otra traición…¿Cómo lo veis…ya lo empezabais a ver, así, en aquellos días?

-El gobierno del PSOE presidido por Felipe González fue el primero que desarrolló en el Estado español políticas neoliberales sistemáticas. Pese a que bajo su mandato se extendieron y generalizaron la educación y la sanidad públicas, también se llevaron a cabo reformas laborales y de las pensiones claramente contrarias a los intereses de la clase trabajadora, así como una reconversión industrial salvaje y privatizaciones de empresas y servicios públicos. Además, el PSOE asumió en su discurso político la legitimación del capitalismo como el mejor de los sistemas posibles. Desde luego, la LCR lo vio claro desde el principio, lo denunció y participó en las movilizaciones, muchas veces masivas, que se desarrollaron contra aquellas políticas.

 

-A vuestro entender y según el estudio de la Liga Comunista Revolucionaria: ¿cómo debería haberse afrontado el fin del franquismo y el arranque con una democracia plena?

-La perspectiva estratégica de la LCR era el derrocamiento del régimen mediante la movilización, lo cual habría abierto la puerta a la depuración del aparato del Estado, la disolución de los cuerpos represivos, el castigo a los culpables de los crímenes de la dictadura, el reconocimiento del derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas, la instauración de formas republicanas de gobierno y la conquista de las reivindicaciones económicas y sociales de las clases populares. A su vez, ello habría creado unas condiciones favorables para seguir avanzando en el sentido de la transformación revolucionaria de la sociedad. Por supuesto, esa perspectiva no se cumplió debido a la combinación de varios factores: los límites del propio movimiento de masas antifranquista, la capacidad de recomposición política de la burguesía y la actitud conciliadora y pactista de la izquierda mayoritaria, condicionada por la amenaza militar.

 

-Vamos, ahora sí, a hablar de las cosas tratadas directamente en el libro y perdonad las licencias anteriores….Habladnos un poco de la publicación Combate..

Si nos lo permites, lo resumiremos citando lo que escribía hace algunos años nuestro camarada Miguel Romero, fundador y dirigente de la organización a quien, por desgracia, perdimos a principios de 2014: “La historia de la LCR se funde con la de su periódico, Combate. Leyendo Combate se conocen no sólo las ideas y las iniciativas de la organización; también se percibe, más o menos entre líneas, su pulso, los estados de ánimo de los militantes y de la dirección. La mitificación del Qué hacer de Lenin –el periódico como organizador y centralizador colectivo del partido clandestino– tuvo un peso inicial en la atribución de ese papel predominante a Combate. Pero fue sobre todo la lógica de la acción militante la que, de una manera natural, lo estableció así pese a que en la Liga se producía muchísimo ‘papel’ (panfletos, boletines de empresa y sectoriales y, especialmente, boletines internos por todas partes, reflejo abrumador, y hasta emocionante dadas las circunstancias, del cuidado por la democracia interna, por no dejar que la clandestinidad la sofocara, por dejar constancia por escrito de los debates y ponerlos a disposición de los militantes). La organización se dirigía desde el periódico y sacar el periódico significaba asumir la obligación de analizar la situación, plantear objetivos, informar de luchas que sólo podían conocerse por medio de él. En la clandestinidad, tocar Combate era como abrazar a la Liga. Sin duda, para conocer la historia de la organización hay que recurrir también a otras fuentes; pero para conocer la vida de la Liga, no hay medio mejor que Combate.

 

Sin título-1.jpg-Los Pactos de la Moncloa ¿Qué letra pequeña desconocemos que nos ha ido arrebatando nuestra dignidad como ciudadanía?

No es cuestión de letra pequeña. Los Pactos de la Moncloa incluían una serie de medidas “estabilizadoras”, entre las que destacaba el control de los salarios, que en los años anteriores habían aumentado notablemente gracias a la movilización; ahora se establecía un aumento máximo en función de la inflación prevista y no la pasada (la prevista siempre acababa siendo inferior a la real). También se ampliaban las facilidades para el despido. Como compensación a estos “sacrificios” de la clase trabajadora, se previeron también una serie de contrapartidas “sociales”, con mayor gasto público sobre la base de una reforma fiscal progresiva. Ahora bien, estas contrapartidas se cumplieron escasamente, ya que la reforma fiscal quedó en buena medida desvirtuada por la ausencia de control real y efectivo, y por la existencia de vías de elusión y fraude para los empresarios. Teniendo en cuenta sus efectos socioeconómicos reales y el hecho de que comportaron una mayor supeditación de la movilización a lo institucional, los Pactos de la Moncloa constituyeron para la clase trabajadora una derrota sin paliativos y con efectos de larga duración.

 

-¿Cómo recordáis la lucha de aquellos días? (por ejemplo desde las calles a las cárceles)

Es imposible resumir en pocas frases todos los aspectos de una trayectoria de veinte años. Lo cierto es que durante buena parte de los setenta, y a pesar de la represión y las dificultades, la nota dominante fue el entusiasmo y la convicción de que el derrocamiento de la dictadura y el camino hacia el socialismo estaban a nuestro alcance. Incluso en las cárceles, con toda su dureza, se palpaba ese ambiente. A partir de 1977 o 1978, con la constatación de que no se iban a cumplir aquellas perspectivas, hubo desmoralización, abandonos y, entre quienes siguieron militando, un considerable desconcierto. A principios de los ochenta nos reorientamos hacia la priorización de los movimientos sociales y ello nos permitió sobrevivir hasta principios de la década siguiente.

 

-¿Cómo os organizabais con las reuniones y demás porque no debía ser nada fácil…con la policía siempre delante y detrás….y ese miedo a que te pillen?

-Bueno, se desarrollaron una serie de medidas de seguridad que, por lo general, fueron efectivas –si bien se produjeron algunas caídas de importancia, sobre todo en 1974– y permitieron garantizar el funcionamiento de la organización. Y no sólo eso: a diferencia de otras organizaciones, la LCR fue capaz, en plena clandestinidad, de realizar procesos de debate y elección de los órganos de dirección con participación de toda la militancia.

 

LCR.1º-mayo-1977-.jpg-A vuestro entender:¿Cuál es el punto más delicado que se vive, en general, en la transición?. Habladnos un poco, como en un punto y aparte, del 23-F.

Dependiendo de lo que entiendas por “delicado”, podría ser el mismo 23-F. Lo cierto es que todo el proceso de transición estuvo fuertemente condicionado por la amenaza, más o menos velada, de una intervención militar involucionista. Lo resumen bien unas notas de una reunión de la dirección del PSUC, en julio de 1976: “En España no habrá democracia contra el Ejército”. En este contexto, desde el ámbito militar se desarrollaron fuertes presiones políticas y también tramas directamente golpistas. En el 23-F confluyeron tres de ellas, con objetivos distintos pero parcialmente coincidentes. La LCR llamó a defender las libertades democráticas, exigió la depuración a fondo de las Fuerzas Armadas y posteriormente analizó que, pese al fracaso del golpe como tal, éste había conllevado una derechización de la situación política, en el sentido de satisfacer las exigencias de la jerarquía militar relativas a un frenazo a las autonomías (que se tradujo en la Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico, LOAPA), así como la puesta en marcha de la integración en la OTAN.

 

-¿Y cuál es el momento más delicado que vive la Liga Comunista Revolucionaria?

En distintos sentidos, podríamos citar tres: toda la lucha clandestina, por los riesgos que comportaba; el desconcierto, la desorientación y la crisis de militancia de fines de los setenta, una vez quedó claro que no habría ruptura radical; y el final de su historia, con la unificación fracasada con el Movimiento Comunista (MC).

 

cartelljvinyals_1317.jpg-¿Cómo fueron las relaciones entre la LCR y los demás grupos que desde la izquierda se iban moviendo , más o menos, como vosotros: los pocos que quedaban de trotskistas (porque esquilmaron a muchos), algunos sindicalistas, los anarquistas y anarcosindicalistas, la Liga Comunista, el Frente por la Unidad de Trabajadores, Partido Revolucionario de los Trabajadores, la Organización Revolucionaria de Trabajadores…?. Con el paso del tiempo:¿tenéis la impresión que en la relación e interrelación con estos grupos se perdieron muchas fuerzas?

-La LCR nunca se consideró “el” partido, sino que fue consciente de que el partido revolucionario que quería construir había de ser fruto de la confluencia entre distintas organizaciones y corrientes. La fusión LCR-ETA(VI) se entendió como una primera concreción de dicha perspectiva, que se mantuvo permanentemente. Asimismo, en 1977 se produjo la reunificación entre la LCR y la Liga Comunista, que se habían escindido en 1972. Sin embargo, durante los setenta todas las organizaciones de la izquierda revolucionaria se caracterizaron por una fuerte afirmación del bagaje teórico y político propio (y la LCR no fue una excepción: consideraba que las confluencias se producirían, sobre todo, por la aproximación de los demás a nuestras posiciones). Ello dificultó posibles procesos de unidad que tal vez habrían multiplicado las potencialidades de aquel espacio político. A principios de los ochenta, la LCR formuló la propuesta del Partido de los Revolucionarios, que significó un paso adelante en sentido unitario: propugnaba la unidad de todas las corrientes revolucionarias en una organización caracterizada por el pluralismo ideológico y la democracia interna.

 

-La última o me vais a echar a los perros (risas):¿cómo y por qué  fue el final de la Liga Comunista Revolucionaria y qué derivas han ido tomando muchos de los que tiraron del carro de la Liga Comunista Revolucionaria?

-El final de la LCR hay que enmarcarlo en el contexto de las consecuencias del derrumbamiento de los regímenes mal llamados socialistas, a fines de los ochenta y principios de los noventa. La ofensiva ideológica que cantaba las excelencias del capitalismo y afirmaba que éste no tenía alternativa fue brutal y puso en graves dificultades a la izquierda que no renunciaba a transformar la sociedad, incluidas aquellas corrientes que, como la nuestra, habían luchado contra el estalinismo y habían denunciado a los regímenes que ahora se hundían. En aquellas condiciones, en 1990 se puso en marcha un rápido proceso de fusión con el MC, la otra organización significativa de la izquierda revolucionaria que había logrado sobrevivir durante los ochenta. Aquella fusión era una de las posibles concreciones del proyecto del Partido de los Revolucionarios, y lo cierto es que con el MC había importantes coincidencias en cuanto al análisis de la situación y a la práctica política. Sin embargo, las culturas organizativas eran muy distintas: la suya más jerárquica y con una concepción más restrictiva de la democracia interna y el pluralismo, la nuestra al revés. La nueva organización, con algunas excepciones territoriales, sólo sobrevivió de 1991 a 1993. Luego, quienes procedían de la LCR no se reagruparon como tales, sino que transitaron por caminos distintos dependiendo de los territorios y las opciones y prioridades políticas de cada cual. Cabe decir, con todo, que la mayoría de quienes no se fueron a casa continuaron desarrollando su actividad en el marco de los movimientos sociales y del ámbito diverso y plural de la izquierda alternativa.

 

 

 

lcr.jpg17678
Historia de la Liga Comunista Revolucionaria (1970-1991). Martí Caussa y Ricard Martínez i Muntada (eds.)
268 páginas      14,5 x 24 cms.
16,00 euros
La Oveja Roja



Durante la tan falseada Transición, la LCR mantuvo una línea firme de radicalidad democrática y aspiraciones revolucionarias. Sus protagonistas cuentan aquí su historia.


Un día de diciembre de 1970, en plenas movilizaciones contra los Consejos de Guerra de Burgos, la mayoría de militantes del grupo Comunismo decidió iniciar el proceso de formación de la LCR. Los orígenes remotos y la gestación del nuevo grupo hay que buscarlos en el año 1968 en el interior de las Organizaciones Frente, la federación formada por el FOC de Catalunya, ESBA del País Vasco y el FLP (el «Felipe») del resto del Estado español. Desde este año eran claramente perceptibles los signos de radicalización en estas organizaciones, principalmente entre estudiantes y juventud obrera. Pero la radicalización afectaba a todos los grupos existentes. Por eso hay que preguntarse por sus causas profundas, que derivaban de la situación tanto en el Estado español, como a nivel internacional.

La LCR formó parte de una amplia izquierda revolucionaria que, durante los años setenta, fue un ámbito de acción política y social para decenas de miles de personas. Aquella izquierda sostenía una perspectiva de ruptura de raíz con la dictadura franquista, lo que le conduciría luego a un análisis crítico de la transición y sus resultados. Este libro relata los hechos más destacados de la historia de la LCR, incluida su trayectoria posterior hasta principios de los noventa; los sitúa en su contexto y expone los razonamientos y debates que llevaron a la organización a adoptar unas determinadas posiciones o a modificarlas. También refleja las opiniones minoritarias que en ella se expresaron en distintos momentos, ya que el intento de construir una organización democrática fue un rasgo definitorio de la LCR. El libro se concibe como una contribución al conocimiento de un mundo, el de la izquierda revolucionaria, que en la mayoría de análisis sobre aquellas décadas resulta ignorado o bien enmascarado por prejuicios y tópicos. Esta obra pretende contrarrestar ese desconocimiento y ofrecer elementos para la reflexión de historiadores y activistas actuales: en él, aparte de experiencias ligadas indisolublemente a sus autores, se plasman años de investigación y se remite a documentos —más de 500— que se pueden consultar íntegramente en la página web que ha aparecido con el libro (historialcr.info). Cualquier persona puede utilizar esos documentos, formarse su propia opinión y contrastarla con lo que aquí se cuenta.

Sumario, índice de ilustraciones e introducción:     http://www.vientosur.info/spip.php?article9105


Este libro, coordinado por Martí Caussa y Ricard Martínez i Muntada, es el producto de varias personas que en común el haber militado en la LCR y conocer de primera mano los hechos que relatan. Concretamente, los diferentes capítulos de la obra llevan la firma de Martí Caussa, Ramón Contreras, José María Galante, Manuel Garí, Josu Ibargutxi, Petxo Idoyaga, Ricard Martínez i Muntada, Justa Montero, Jaime Pastor, José Luís Pérez Herrero, Acacio Puig y Miguel Romero. 

Más información: historialcr.info.

 

 

 

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