Cazarabet conversa con... David Rocha
Pérez, autor de “La sombra de Teresa” (Círculo Rojo)
Una historia tan
humana como contundente que te despertará si es que eres una lectora o lector
metido en cierto letargo.
La pluma de David Rocha
Pérez es contundente y valiente…para nada acomplejado con los estereotipos que
suelen acompañar a ciertos libros y propuestas literarias de thriller que son
una perfecta ósmosis entre “lo policial y lo misterioso”.
Aquello que nos
explica la editorial que nos lo muestra, Círculo Rojo:
Teresa creía haber
logrado enterrar su infancia para siempre, hasta que la noticia de dos extraños
crucificados la retornó a su propio infierno. Oculto, tras años de mentirse a
sí misma y a su marido, su pasado renacerá envuelto en una atmósfera sórdida y
cruel. Al mismo tiempo, la investigación policial del inspector Malatierra y la subinspectora Sara avanza entre asesinatos
misteriosos, personajes antinaturales y un Madrid caótico y apocalíptico. El
mal acecha, se extiende como una fiera oscura, es imposible huir de la sombra:
la sombra de Teresa.
El autor, David
Rocha Pérez:
David Rocha Pérez
(Granada, 1980). Inició su actividad literaria en la adolescencia, dejándose
envolver por los ambientes literarios de su ciudad natal, en la que nació su
necesidad por escribir. . Fue la poesía el lenguaje de sus comienzos para ir
adentrándose después, en el relato corto hasta llegar a la prosa más
incansable, de ritmo frenético y acelerado. En esta, su primera novela, con un
estilo casi cinematográfico se estrena en el género con el lenguaje propio de
un autor ecléctico, mordaz e impúdico.
Cazarabet
conversa con David Rocha Pérez:
-Amigo,
¿qué hay detrás de esta historia?; ¿pretendías algo?; ¿nos quieres enseñar o
reivindicar algunas cosas?
-No es una novela
de contenido social, político, moral… no va por ahí, más bien puro
entretenimiento. En esta novela he intentado jugar con las emociones del
lector, mantenerlo en vilo y expectante, hacer aflorar sus miedos; y todo ello
sobre una idea central: la relación simbiótica entre el bien y el mal que, con
una intensidad u otra, todos llevamos dentro.
-¿Cuántos silencios
y palabras calladas esconde Teresa y muchas de estas tramas…?;
te diría que el silencio es como el protagonista central, ¿no?
-Sí, quizás lo
mejor de la novela es lo que no se cuenta, un silencio que va desquebrajándose
poco a poco… hasta tener nombre y figura: Amanda, un personaje más diseñado
como concepto que como personaje y que, es la que justifica y explica toda la
trama, aunque en realidad, aparece poquísimo. He jugado a escribir sobre lo que
no está para que la intuición del propio lector se convierta en un elemento
clave de la novela.
-El pasado es muy,
muy denso y con recovecos…decidiste que esto era como el nudo central de la
trama que nos planteas…
-Sí, porque es un
pasado imposible de digerir y gestionar emocionalmente; lo que le ocurre a
Teresa sería difícilmente superable, de ahí, la densidad de “ese pasado” en la
novela. Es un pasado que sobrevive a cualquier presente y que pretende
condicionar el futuro del personaje.
-Pero en algunos
thrillers la trama se come a los
personajes o viceversa…aquí hay un equilibrio, pero un equilibrio frágil que casi depende de Teresa y de las
circunstancias…y que en cualquier instante se puede romper, ¿no? , ¿qué nos puedes decir?
-Pues… gracias,
porque si esa es la sensación que te ha producido, es justamente la sensación
que buscaba. En efecto, trama y personajes debían ser un todo indivisible, sin
que un elemento eclipsase al otro, al menos es lo que he intentado. No
obstante, cualquier equilibrio está sometido a un grado de entropía, al igual
que el de varios de los personajes de la novela, pero es precisamente esa
resistencia, al límite de lo inhumano en ocasiones, lo que les da también un
punto de fragilidad que los hace verosímiles para que el lector pueda empatizar con ellos.
-Esa sensación de
claustrofobia te gusta manejarla, pero dentro, naciendo, del personaje, en este
caso Teresa…
-Teresa arrastra un
pasado a modo carga radiactiva que la tiene por completo contaminada. Tanto,
que usa del autoengaño (y por ende del engaño a su marido que es su principal
apoyo) para aliviar el peso de su vida. Este mecanismo de autodefensa le falla
cuando todo explota en sus manos y es entonces cuando se ve apresada en un
presente que no había podido solucionar su pasado. No hay peor claustrofobia
que la de verse apresado en uno mismo, en tu propia historia.
-Podemos
intentar poner tierra de por medio, pero hay cosas que siempre nos persiguen,
¿no?
-Sí, sobre todo
aquello que no hemos resuelto convenientemente. Podemos tratar de disimularlo y
de maquillar la realidad, pero al final no se puede estar huyendo toda la vida.
Por lo general, creo que es mejor afrontar que esquivar, al menos, en los que
respecta a nuestra parte emocional.
-Poesía, relato
corto y finalmente novela...¿ha sido un viaje de
aprendizaje literario?
-Y lo sigue siendo.
Espero, además, que nunca termine.
-Eres muy, muy descriptivo
y, a la vez, escueto—no te vas por las ramas-- en aquello que nos quieres
contar…es como si describieses o detuvieses, congelando, imágenes con el
escenario, la trama y los personajes en interacción. Una detrás de la otra y
luego todo queda como cosido…en entiendo lo de “tu estilo cinematográfico”, ¿tú
que nos puedes explicar?
-Quería un lenguaje
directo y rápido. Proporcionar al lector sensación de velocidad, que tuviera
que leer con la respiración forzada. La novela empieza “ya empezada” sin preámbulo
preparatorio, quería transmitir la misma sensación que tenemos cuando llegamos
dos minutos tarde a una sala de cine y la proyección ya se ha iniciado. Y desde
luego, intentar al menos, mantener al lector en esa tensión. Precisamente por
esa búsqueda de velocidad en la trama, me pareció imprescindible tener mucho
acierto y precisión, con los aspectos o secuencias descriptivas: de los
personajes, los escenarios etc. … ya que, en caso
contrario, la historia podría convertirse en un lenguaje sin imágenes, y fue
muy importante para mí buscar unas descripciones, a la vez que breves, lo
suficientemente impactantes para que en el subconsciente del lector se
proyectase la “película”
-Lo de la trama
apocalíptica se lleva mucho últimamente desde el cine a la literatura, pasando
por las series…bueno, en cierto modo este mundo que conocemos se va a pique y
muy deprisa…¿es la literatura una metáfora o una salida?
-Nuestra
civilización se ha ido a pique constantemente, creo que eso es consustancial a
la capacidad de innovación del ser humano. Todo imperio, sociedad, gobierno,
religiones… parecen haber nacido con fecha de caducidad, es un proceso de
destrucción-construcción constante y necesario. Puede que por eso el
pensamiento apocalíptico o del fin, nos resulte aterrador y al mismo tiempo
atractivo; por un lado, nos priva de la seguridad del statu quo circunstancial
y por otro nos ofrece siempre una nueva posibilidad: otro mundo por construir.
¿Metáfora o salida?
Entiendo que la literatura puede ser ambas cosas, pero también un preludio de
hipótesis futuras, y aquí entraría en juego lo apocalíptico, pues es una idea
que llevamos dentro de nosotros mismos. La idea del fin subyace en muchos de
nuestros pensamientos: el final de una relación, de un resultado deportivo, la
muerte… Estamos llenos de finales, de apocalipsis parciales… Quizás sea una
idea que ayude a dar sentido a nuestra existencia, saber que habrá un fin nos
impulsa a vivir.
-Volviendo a lo que
has sido, ya, como escritor….diferencial es el punto que tiene y retiene uno o
una como poeta porque de “eso” siempre queda y mucho, ¿no?.
¿Qué tiene tu trama narrativa de “esa poesía”?
-Para mí la poesía
es un camino hacia la exactitud de la parte emocional del ser. En mi novela,
quizás, se puede advertir mi “vena” poética en los pasajes descriptivos en los
que hay párrafos que, si no llegan a ser del todo poéticos, sugieren cierto
atisbo de lirismo. De esta manera, creo que las descripciones han ayudado a
ubicar a los personajes y la historia, no solo en una determinada ciudad o un
paisaje sino, sobre todo, en el dibujo emocional que ese entorno iba causando
en cada momento en los distintos personajes.
-¿Cómo
te fue con el fascinante y, ahora en efervescencia, mundo de los relatos
cortos?
-Reconozco que, al
principio, solo fue una cuestión de tamaño, jaja.
Empecé a escribir relato corto porque me veía incapaz de afrontar el reto de
una novela. Sin embargo, esa misma limitación personal me llevó a descubrir un
género fabuloso y que, desde
luego, también tiene su dificultad. Creo que, en mi novela, por el estilo con
el que está escrita, su brevedad intensa, su condensación, sus paradas
drásticas y en seco, se vislumbra un poco el carácter de autor de relato corto.
-Amigo, ¿qué te
hace escribir?, porque divierte, te dividieres, ¿no?....a mí, me lo parece…(y mucho)
-Te diría que lo de
escribir, al menos en lo que al género de la novela se refiere, me surge por
una extraña necesidad de vivir otras vidas, buscar experiencias diferentes,
otros conocimientos… y poder contarlos, claro (también hay algo de pura vanidad
personal) y, en cuanto a lo de ¿divertirme? … ufff No
sé qué decir. En cualquier caso, sería un “divertimento masoquista” porque
también hay momentos en que me hace sufrir, me agobia, me asfixia… Por
explicarlo de un modo más ilustrativo, sería algo parecido a lo que siento
cuando participo en una carrera (hago running y Trail, como lo llaman ahora) me gusta, sí, pero…cuando
llevo un rato con las pulsaciones por encima de ciento ochenta te aseguro que
también sufro y sobreviene a mi cabeza la fatídica idea de la rendición que,
afortunadamente se queda solo en eso: en una idea tentadora.
-Todas las novelas
tienen que tener una alta dosis de documentación---muchas veces hasta de
investigación---¿cómo lo llevas?
-En realidad, en
esta novela en particular no he necesitado de mucha documentación ni
investigación. Por un lado los lugares por los que discurre la trama los
conozco bien; en cuanto a la trama policial me ha ayudado un poco mi
experiencia en mi trabajo, la Administración de Justicia y… bueno, sí que he
tenido que leer algo sobre drogas y en concreto sobre la escopolamina;
y también indagué un poco con la idea del “perdón” que aparece en la novela
como vehículo para vencer al “mal”: para ello me sirvieron algunos relatos de
víctimas de terrorismo que optaron por perdonar para tratar de vivir sin odio,
fue un tema muy peliagudo, difícil e interesante.
-¿Cómo es, además,
amigo tu metodología de trabajo?
-Un completo
desastre… jajaja, creo que no tengo método. Lo mismo me ponía a escribir a las seis de la
mañana antes de ir al trabajo, que me desvelaba a media noche para escribir o
lo hacía por la tarde… “Mi metodología” va acorde con mi propio desorden. Por
lo demás, esta novela ha sido una criatura “mal parida” empecé sin una idea
clara de lo que quería ni adónde iba, la labor de improvisación fue increíble,
sobre todo al principio. Una vez que la historia fue cogiendo cuerpo, el
horizonte difuso dio paso a la claridad de ideas y de la trama.
Podría decir que es una novela que se ha hecho por sí misma.
-A los personajes,
amigo David, los has conocido, aunque sea indirectamente porque siempre, me da,
que nos fijamos, como anhelamos aquello que conocemos…
-En algunos personajes
hay rasgos propios y seguramente también de otras personas cercanas, pero al
introducirlos en la ficción se oculta su origen de una manera inconsciente y
probablemente habría que psicoanalizar a los personajes o, mejor dicho, al
autor. No obstante, ninguno de los personajes son una
recreación literaria de personas reales, al menos en el plano de mi “yo”
consciente; han nacido de mi imaginación, pero claro, la imaginación también
nace de las vivencias propias, las relaciones humanas, las lecturas, los
viajes… así que… ¿quién sabe?
-David, ¿qué nos
estás preparando; ya estás trabajando en algo?, ¿nos puedes dar alguna pista?
-Desde finales de
junio estoy gestando en mi cabeza una nueva idea. Ahora mismo estoy en el punto
de… creo que empiezo a escribir ya mismo. Solo puedo adelantar algunos
ingredientes sobre los que llevo algunos meses documentándome: Teología,
arqueología, genética, psicología… Ya veremos, aún queda mucho trabajo.
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