cover1.jpgCazarabet conversa con...   Manuel Horno, autor de “Las Haraganas” (Bala Perdida)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bala Perdida es una obra narrativa de Manuel Horno que esconde un descubrimiento doble: el de un escritor hecho a sí mismo desde la raíz y la de una historia de tres mujeres—tres hermanas—muy, muy cargada  de sus propias miserias, bondades, quizás miedos…

El prólogo de este magnífico libro va a cargo de José Ángel Mañas.

El libro bien podría ser llevado al drama teatralizado.

La sinopsis del libro: Tres hermanas han vivido siempre juntas y, hasta hace pocos años, bajo la protección de una madre que las ha mantenido alejadas de los peligros del mundo. Solteras y ya octogenarias, dejan pasar los días en la misma casa que las vio nacer, como tres haraganas, ahogando sus recuerdos con discusiones, soliloquios y alcohol.

El navarro Manuel Horno muestra una auténtica capacidad para recrear escenas cotidianas de un espacio rural, una suerte de costumbrismo decimonónico apoyado en una excepcional construcción de personajes. Sin duda, un autor que merece la pena explorar en cada palabra.

El autor, Manuel Horno: Manuel Horno nace en Pamplona en 1969. Siendo un niño se adentra en el mundo de la música, primero a través del canto y más adelante con estudios en el conservatorio. Tras diplomarse en Magisterio, trabaja de profesor un par de cursos y marcha a Salamanca para licenciarse en Musicología, regresando a su ciudad natal donde vuelve a dedicar unos años a la enseñanza. A los treinta, abandona definitivamente la educación de adolescentes y se afinca en Barcelona con la compañía músico-teatral La Trova. Con ella, durante ocho temporadas, recorre parte de la geografía española.

En ese tiempo es también corista en óperas y zarzuelas, imparte cursos de música para adultos, plancha en alguna casa, sirve cafés tras alguna barra, toca el órgano en bodas y oficia funerales laicos a desconocidos. Los cuarenta los cumple en Madrid, estudiando un Máster en Gestión Cultural de Artes Escénicas en la Complutense.  Al finalizarlo, trabaja como gerente y regidor en gira de varias producciones teatrales.

Y desde Madrid se traslada a un pequeño pueblo, en un valle del norte de España, donde continua ligado profesionalmente al sector cultural. Ahí se enfrenta por primera vez a una hoja de papel en blanco y a una historia ajena, encontrando en la escritura un placer arduo y una nueva manera de expresión.

Las Haraganas es su primera novela.

Pero el autor mismo dice de él desde la petición de la propia editorial: “Cuando la novela llegó a manos de Lorena Carbajo, a la que aun no tenía el placer de conocer, me pidió que le escribiera contándole algo sobre mí. Aquel mail me costó lo suyo. De lo que teclease, pensé, podía depender que mi manuscrito viese la luz de una vez por todas.

En mi biografía, aunque la lectura me hubiese acompañado siempre y los diarios durante una buena parte de mi adolescencia y juventud, la escritura, como tal, no aparece hasta los últimos años. No parecía una buena presentación para un aspirante a escritor. Al final le conté poco más o menos lo que acabo de contar aquí. Quizá más elaborado (no voy a negarlo) para intentar impresionar. La escritura es ficción, aunque la basemos en los hechos más reales.

No sé si soy bala perdida o no, pero con cincuenta años tengo la conciencia clara de que mi vida ha sido, y sigue siendo, una búsqueda, que un 13 de enero de finales de los sesenta mis padres me lanzaron al mundo y ahí sigo. ¿Perdido? No lo sé. Sí sé que he encontrado un filón de disfrute, un complemento perfecto a mi pasión por leer, un modo de ocupar el tiempo, yo que vivo de espaldas a la televisión, a las tecnologías y a las redes sociales, y también sé, paradojas del lenguaje, que no sé cuánto va durar, ni cómo va a evolucionar.

Quizá Las Haraganas se quede ahí, en una más de mis experiencias vitales. Pero ojalá no, y en ello estoy. Ojalá ser Bala Perdida signifique haber encontrado un lugar, con todo lo que eso significa, que me empuje a seguir escribiendo”.

 

 

 

Cazarabet conversa con Manuel Horno:

manuel.jpg-Amigo, ¿qué te ha llevado a escribir esta obra narrativa?; obra narrativa que yo veo convertida en una obra dramática o de teatro...no sé, me da que lo tiene todo, ¿no?

Creo que lo que más me ha llevado a la escritura ha sido la lectura, ser un lector apasionado desde niño. Quizá ya soñaba entonces con escribir algún día un libro como los que leía... supongo que así era. En el cole me gustaba mucho hacer redacciones, una vez recuerdo que me presenté a un concurso y hasta soñé con ganar... Escribí algún relato, que aún guardo... pero nada de manera continua ni metódica. Sí que escribí mucho diario de adolescente y de joven, pero nunca una historia ajena. Las Haraganas es la primera, y ya de adulto. Fue un reto, un deseo que estaba allí y que no sabía si iba a ser capaz de llevar a cabo hasta el final. Ahora veo que me daba mucho miedo enfrentarme; me ponía excusas, como que para escribir necesitaba más tiempo, más espacio, más intimidad... Hasta que un día mi pareja me dijo: “Para escribir necesitas un papel y un boli”, me lo puso delante, no tuve excusa, y me lancé. Ahora el miedo a escribir lo he perdido. Me queda el respeto, eso sí.

Me gusta esa referencia a la obra dramática que haces. Es cierto, yo también la veo. Mi vida laboral ha estado muchos años ligada al teatro, y sigue estándolo ahora, y es cierto que mientras escribía Las Haraganas, imaginaba muchas de sus escenas sobre un escenario. El lenguaje narrativo es distinto en una obra dramática que en una novela, pero el fondo, la creación de personajes, las temáticas que planteas, principales y secundarias, están en ambos géneros. La primera novela de adultos que recuerdo haber leído fue Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes; y la primera obra de teatro de adultos que recuerdo haber visto,  por la misma época, a principios de los ochenta, fue la versión teatral que protagonizó Lola Herrera (y que hoy sigue representando). Me impactaron ambas mucho; creo que mi afición por esas dos artes viene en gran parte de ahí, o al menos me la despertó. ¿Las he relacionado desde entonces, inconscientemente? Puede que sí. Me lo miraré.

-¿Qué es para ti la narración porque, no sé, se  nota que te has divertido y no poco con estas tres hermanas; con el escenario en que se mueven o transitan porque más bien parece que transitan?.

El proceso de escribir una novela ha resultado ser un camino de aprendizaje constante. Te das cuenta de que va mucho más allá de hacer frases, de utilizar el lenguaje, la gramática, el vocabulario... de una manera coherente (o incoherente). Cuando comienzas te metes en una aventura y no eres consciente, al menos la primera vez que lo haces. Me he divertido mucho, aunque preferiría utilizar la expresión "he disfrutado mucho", porque a veces, bastantes veces, no era "divertido" encontrarte en un callejón sin salida, pero sí muy interesante ver cómo tu mente, tu imaginación, trabajaba para salir de ahí y cómo de una manera u otra lo conseguía. Eso ha sido un disfrute real. Luego sí, con algunos aspectos de los personajes, algunas escenas, me he reído yo mismo. A veces mi pareja me oía y me decía: «qué bien te lo pasas».

-¿Tomas “escenas reales y que pasan”, te inspiras o te basas en situaciones que directa o indirectamente has observado y lo transformas en una historia que palpita desde la ficción?

-Me baso mucho en la observación. En este aspecto he sido consciente de cómo el bagaje de años se ha volcado a la hora de escribir. Lo que cuento no es real, los personajes no son reales, las situaciones tampoco;  pero sí tomo muchas referencias de personajes, situaciones que he observado a lo largo de mi vida. Por ejemplo, la novela se desarrolla en gran medida en un entorno rural, y yo siempre he tenido mucha relación con ese mundo, por familia; mi padre era de un pueblo de Zaragoza y fue veterinario en otro, con lo que mis veranos siempre han tenido como referencia el pueblo, con sus personajes y situaciones, que te chocaban de niño, más si venías de la ciudad, y que han ido configurando un mundo entre la realidad y la ficción del que he echado mano. Y ahora vivo y trabajo en un pueblo. De ahí he bebido mucho para escribir, desde esa realidad he llegado a la ficción. Y después está lo puramente ficticio, lo inventado desde ninguna vivencia, por imaginación, por influencia de lecturas anteriores... No sé, quizá si me parase a analizar cada aspecto de la novela le encontraría un origen en “algo” o “alguien”... Puede ser interesante.

-En tus creaciones o en esta de Las Haraganas, ¿qué papel quieres darles a los personajes, el que preferencia, eso me parece o…prioritario frente a la trama y al escenario?

-Porque parece que el papel de la trama siempre es el eje sobre el que gira todo lo demás---hasta la paciencia, satisfacciones e insatisfacciones del escritor o escritora--, pero a veces la ósmosis entre personajes y trama es tan fuerte que  es difícil distinguir….te lo digo todo esto porque me da que es una obra de ellas, las protagonistas, pero también una obra donde el escenario que  les rodea ,casi les extirpa el aire…¿qué nos puedes decir?…

-Permíteme que conteste estas dos cuestiones simultáneamente. Sí, efectivamente. Si tuviese que definir qué tipo de novela es Las Haraganas, diría que es una novela de personajes. No es una novela de intriga, ni de acción, aunque hay algo que va a intrigar al lector desde el comienzo. Pero el centro son ellas. De hecho lo que me fue guiando a la hora de escribir fue la propia personalidad de cada personaje. Dicen que hay novelas mapa y novelas brújula. Las Haraganas, en su creación, ha sido totalmente brújula. No la planifiqué, no elabore una trama con su presentación-nudo-desenlace. Creé tres personajes centrales (las tres protagonistas) a partir de recuerdos, de rasgos de personas con las que me he cruzado, y fueron esos personajes los que me fueron guiando, fueron la brújula de la novela. Cuando comencé no sabía muy bien por dónde iban a salir, como si al despertarse cada mañana yo las observase sin que ellas se percatasen y sin que yo supiese qué iban a hacer. A la vez, las he ido conociendo tanto, que me podía adelantar a sus movimientos... No sé si me explico. Ellas cobraron vida en mi imaginación y me fueron guiando. Lo que me interesaba era describir tres psicologías, tres modos personales de enfrentarse a la vida, ante una misma situación. No hay acción, más allá de los recuerdos de cada una.

Y en cuanto al escenario, sí creo que tiene mucho peso. Tiene peso porque, como planteas, les asfixia de algún modo. Ellas desarrollan su vida entre un entorno rural y otro urbano, parte transcurre en un pueblo, parte en una ciudad; pero, aunque varíe, para ellas es el mismo, como si se moviesen en el único  que han sido capaces de crear con sus pequeñas acciones cotidianas, sus manías, sus miedos, sus anhelos...

-¿Y la trama, qué tiene de particular, como de fuerza en esta obra..?

-Quizá la trama me sirvió de guía. Cuando decía que ellas iban creando la novela, evidentemente yo la iba metiendo en un, llamémosle, esquema narrativo.

unnamed.jpg-¿Por qué me recuerda o me parece que te han influido García Lorca con La Casa de Bernarda Alba y también está Las tres hermanas de Ánton Chéjov?---que conste que no me gustan las comparaciones, pero no he podido evitar que estas dos obras me vinieran a la mente—

-¡Te recuerda porque me han influido ambas obras! Como decía al comienzo, esto de escribir ha partido de leer, de leer mucho. Y sobre todo a los clásicos. Yo no he inventado nada nuevo con Las Haraganas. He creado una novela (mejor o peor, ya lo decidirán los lectores) que enraíza con mi formación como lector. No es un calco, o al menos no lo veo así, pero está claro que la influencia está ahí. Si hubiese sido capaz de crear una nueva novela, sin referencia alguna a nadie, un nuevo género, un estilo completamente novedoso, sería un Proust, o un Joyce, un Cortázar, un García Márquez... y no lo soy.

De la Bernarda Alba he tomado esa personalidad potente de la madre, capaz de marcar el camino de unas vidas ajenas a la suya; ese poderío. Me parece un tema que Lorca refleja magistralmente, y un tema muy vital. La figura materna sigue siendo muy poderosa en nuestra sociedad, creo que nos marca mucho como personas. No siempre llevado al extremo que reflejo en la novela, pero la figura materna está ahí. Al principio la madre no existía en la novela, pero en seguida vi que para que esas tres mujeres se comportasen así tenían que tener detrás una figura muy fuerte que las marcase. Y surgió doña Matilde.

-Sobre todo te diría que te influye la literatura rusa; esa marera de percibir a los personajes, de ponerlos en el entorno, de organizar la trama...

-... me has pillado... Chejov, Tolstoi, Dostoievski... Me descubro ante ellos.

-Pasiones, deseos, imposiciones, frustraciones….gestiones emocionales que solo se quedan dentro de una misma y que una  no sabe como soltar y demasiadas calladas por respuestas, demasiados silencios, ¿lo ves y lo percibes así?

-Totalmente. Si hubiesen sido capaces de hablar... Bueno, si alguno de esos tres personajes, cualquiera, Inés, Julita o Adelina, o su madre misma, hubiese sido capaz de expresar qué sentían, no te digo en el comienzo de la “trama”, sino en cualquier momento, estoy seguro de que sus vidas hubiesen sido muy diferentes; probablemente las vidas de las tres, aunque hubiese sido una sola la que hubiese hablado. Pero hacen un tándem muy cerrado, con todas esas emociones contenidas. Y para cuando se quieren dar cuenta, ya es tarde. Quizá este sea un punto que veo que conecta con el lector actual, esa vivencia que tenemos todos de haber callado en algún momento algo que quizá si hubiésemos dicho hubiese cambiado nuestra vida.

-¿Buscas entretener, pero que a la vez, la lectora o el lector sienta….se ponga en la piel de ellas?.- -Se nota que te lo has pasado muy bien escribiendo, creando e imaginando esta historia, ¿no?

-Busco que quien lea la novela disfrute leyendo. Para mí, leer es un placer, lo que no quita para que a veces no requiera un esfuerzo. Si he conseguido que además se ponga en la piel de los personajes, puedo añadir una gran satisfacción a la que he tenido escribiéndola. Lo he pasado bien, muy bien sí, aunque haya atravesado algunos callejones complicados, como decía antes. En la bio que envié a la editorial digo que he encontrado en la escritura un placer arduo.  

-¿Cómo ha sido el proceso de documentación?-¿Y qué metodología de trabajo utilizas?

-He tenido que hacer poca labor de documentación, la verdad. Algo sobre cómo se denominaba algún ministerio en una época determinada, sobre las carreras universitarias de los años 40... Pero la novela no la sitúo temporalmente, ni la ubico en un espacio concreto. Sí hay una referencia a la guerra (que puede ser la civil), el entorno urbano podría ser Madrid y el rural el del norte de España donde ahora vivo. Pero no lo especifico, y fue una decisión consciente. La razón es que no creo que tengas tanto peso esos datos. Me dijo una persona al leerla, que igual podía haber transcurrido en la Inglaterra de principios del XX, y creo que es así. Las causas que les empujan a actuar de esa manera a los personajes son más globales que una época o un lugar concreto. Ahora, si queremos buscar referencias, también me parece válido; podemos hablar de tres mujeres que viven una España de posguerra, una posguerra que ellas prolongan hasta la actualidad. Me gusta ese aspecto de la literatura de que cada uno haga su propia interpretación, no dar todo cerrado.

-¿Cómo ha sido trabajar con la Editorial Bala Perdida?

-Una gozada. No conocía la editorial. Me puso en contacto con ella José Ángel Mañas, a quien debo mucho por cómo apostó para que saliese a la luz. Había leído la novela y le había gustado mucho. Me dijo que merecía la pena publicarla y que creía que podía encajar bien en la línea editorial de BP. Y a partir de ahí, fue conocer a Lorena Carbajo y entendernos a la primera. He contado en alguna ocasión que quedamos a comer y la sobremesa duró cinco o seis horas.  Yo desconocía totalmente el mundo editorial, y lo estoy conociendo de la mano de ella, gran maestra. Es una jabata, una luchadora en este mundo. Y el proceso de editar la novela, correcciones, pruebas, selección de portada... lo he ido aprendiendo también de su mano, ella con mucha paciencia, los dos con mucha ilusión.

-¿Qué has sentido al tener la primera novela recién salida de la imprenta?

-Sensaciones... No te lo crees... abres las páginas y ese texto que has leído y releído en una pantalla o impreso en unos folios tiene forma de libro, de ese objeto que tú amas tanto... Miedo, ¿gustará? ¿será digna de?... Emoción, ¡por fin!

Y encima ahora me dejáis hablar de ella... ¡Gracias! Un abrazo.

 

 

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