La Librería de El Sueño Igualitario

hg00357.jpgCazarabet conversa con...   Eduardo Juárez Valero, autor de “Crónicas de un Real Sitio. Lucha política, guerra y represión (1934-1939)” (HG)

 

 

 

 

Un libro desde la pluma del historiador Eduardo Juárez Valero.

Lo que nos dice la editorial hg del libro:

“La historiografía española ha realizado en las últimas décadas un gran esfuerzo para recuperar en su plenitud períodos de la historia de España fundamentales para entender el pasado más inmediato y comprender nuestro presente…”

“trabajos como el que tenemos en las manos significan para la historiografía española y, primordialmente, para los ciudadanos de La Granja”.

“el historiador y Cronista de este Real Sitio, Eduardo Juárez Valero, ha dado un paso importante en la recuperación de la historia de su amada localidad y de obligada consulta para el conocimiento de nuestro controvertido pasado”.

Ángel Herrerín López

 

 

Cazarabet conversa con Eduardo Juárez Valero:

Eduardo.juarez.valero.JPG-Eduardo, arrancas tu estudio en 1934, cuando ya estaba bien arrancada la II República ¿Por qué eliges ese tiempo?

-Es evidente que en 1934 se produce una fractura, principalmente social, tras la entrada de los conservadores en el gobierno a finales de 1933. Sin embargo, no justifica la hipótesis de los neofranquistas que establece allí el inicio de la guerra civil española. El objetivo de dar comienzo ahí el estudio era desmontar esas falsas hipótesis. El primer muerto en el supuesto enfrentamiento, en La Granja, se produce a finales de julio de 1936, ya empezada la guerra. Y no hay que olvidar que La Granja, el Real Sitio en general, contaba con sindicatos socialistas, conservadores e, incluso, anarquista. Que el enfrentamiento político y social provocado por la evolución republicana fue patente desde casi el inicio de la República. Hubo huelgas, enfrentamientos entre sindicatos, lucha por los puestos de trabajo, cierre de sedes sindicales, de bares asociados a tendencias políticas. El enfrentamiento político llegó hasta el punto de prohibirse la celebración del 1 de mayo en 1936. El único lugar en toda España donde ocurrió. Y, sin embargo, no hubo una sola muerte. Es el golpe de estado de 1936 lo que provoca que se cruce la frontera del horror y no la lucha política propia de un sistema democrático en un país con el modelo de estado en evolución.

-¿Es porque en ese tiempo despega el llamado Bienio Negro, tiempo, dentro de la II República bajo mandato de la derecha?

-No, en realidad. Si fuera así, debería haber empezado por exponer el bienio reformista, causa del bienio negro. Mi interés iba más hacia la búsqueda de los orígenes de la guerra civil más que en la quiebra del sistema republicano.

-Hasta el momento que te pones con la narración, la de 1934… ¿cómo fue la “recepción” de la República ideas y valores?; ¿Y cómo transcurrieron los primeros tiempos de la República?

-Bueno, pues, como puedes imaginar, muy complicado. La batería de reformas del gobierno de Azaña tocaron todos los aspectos posibles de aquella sociedad y eso provocó la reacción de los sectores más inmovilistas de la tradicional sociedad española, bloqueando todo cuanto pudieron. Por otra parte, las reformas republicanas fueron tantas y con tan poco tiempo para su desarrollo que acabaron siendo superficiales. Esa falta de penetración en las estructuras de la sociedad es lo que favoreció un clima de enfrentamiento civil, sin duda.

-Hablemos un poco de la batalla de La Granja. Te voy a realizar una serie de preguntas que las puedes contestar una a una o realizar uno o varios comentarios. Vamos allá. ¿En qué consistió La batalla de La Granja?-¿Por qué se produjo?; ¿Qué resultado tuvo? -¿Por qué captar la atención intentando tomar Segovia atacando, los republicanos, La Granja de San Ildefonso en la Sierra de Guadarrama?, ¿A qué se debió la importancia estratégica? 

-Muchas y seguidas, tienes razón. Veamos, la batalla de La Granja se desarrolla entre el 30 de mayo y el 6 de junio de 1937. Es la consecuencia del cambio de gobierno. El 17 de mayo de 1937 accedía a la Presidencia del Gobierno Juan Negrín y, con él, Indalecio Prieto como Ministro de Defensa Nacional. Su primer objetivo fue montar una ofensiva que detuviera el avance franquista hacia el norte industrial. Plantearon rápidamente Segovia, pues todo hacía de la empresa algo factible (falta de defensas, cercanía con la capital, pequeñas dimensiones). A la vez, podría significar la conquista de una capital franquista, lo que no había ocurrido hasta entonces y, por supuesto, poner a prueba el recién formado Ejército Popular de la República, donde habían fusionado milicias, tropas profesionales y Brigadas Internacionales. Planificada la ofensiva seguramente por Miaja y no por Vicente Rojo, como muchos han llegado a decir, estratégicamente resultaba sencilla, pero de gran dificultad táctica por la falta de conocimiento del terreno, por la agresiva orografía y por las posiciones defensivas franquistas, bien abastecidas por Enrique Varela. En realidad, lo que más dificultó la ofensiva, que pasó de ser el ataque sobre Segovia (como lo llamó Robert Capa) a la Batalla de La Granja (objetivo mucho menor), fue, indudablemente, la tradición y táctica de la época. Si bien muchos han descrito la Guerra Civil Española como preludio de la II Guerra Mundial, en muchos, la mayoría diría yo, de los aspectos, la Guerra Civil fue un epílogo de la I Guerra Mundial. Con esa visión de guerra de posiciones se puede comprender cómo las unidades republicanas, dirigidas por Domingo Moriones y el General Walter, pudieron fracasar en la toma de La Granja, Valsaín y, más allá, Segovia, encelados en conquistar las posiciones de los Cerros del Puerco y Cabeza Grande. El segundo día de la ofensiva, perdida la sorpresa, Miaja era consciente de la inutilidad de la maniobra. El resultado final, similar para los dos bandos. Ambos quedaron en las mismas posiciones de partida.

lagranja.jpg-¿Qué importancia, a tu manera de ver, tuvo la batalla de La Granja en el devenir de la guerra?

-Pues, sinceramente, en lo que se refiere al transcurso estratégico y táctico de la guerra, insignificante. Sirvió, eso sí, para fijar un frente activo durante toda la contienda, impidiendo que progresara en sentido alguno. Ahora bien, influyó en el perfeccionamiento y mejora de la efectividad del ejército republicano, como se pudo ver al mes siguiente en la ofensiva de Brunete. Curiosamente, desde un punto de vista literario, se convirtió en inspiración de la novela más famosa de Hemingway, “¿Por quién doblan las campanas?” y objeto del estudio fotográfico de Gerda Taro y Endré Friedman, creadores del personaje de Robert Capa.

-En lo puramente humano: ¿cuántas vidas se cobró esta batalla?, ¿y cuántos heridos?

-Como siempre, las pérdidas humanas fueron considerables.  Cerca de 3500 bajas, incluyendo heridos, desaparecidos y los cerca de 1500 muertos; Valsaín totalmente destruido y el bosque horadado en más de treinta y cinco zonas, generando un trauma perenne en la memoria de toda una generación del Real Sitio.

-Háblanos del papel que tuvieron  en esta batalla las BBII

-Hablar de la Batalla de La Granja es hablar de la 14ª Brigada Internacional, conocida como La Marsellesa. Formada en su mayoría por franceses, tuvo la mala suerte de chocar con las posiciones franquistas en el Cerro del Puerco y Valsaín. Durante más de cuatro días trataron de tomar aquellas posiciones en altura, fracasando en todos los intentos. Dirigidos por el polaco Karol Wacław Świerczewski, General Walter, perdieron todos los enfrentamientos y su condición de brigada de choque, quedando, a partir de ese momento, como brigada de apoyo. Dejó en las lomas del Cerro del Puerco y Matabueyes más de 300 brigadistas, entre ellos el hermano del dramaturgo alemán Bertold Bretch.

-Más allá de la guerra hubo represión. Háblanos de ella

-Indudablemente, lo más grave para el Real Sitio. La constitución del mismo como núcleo socialista de primer orden (los principales dirigentes segovianos eran de La Granja o Valsaín) con la existencia de tres sindicatos socialistas, provocó que, una vez dominada la posición por las tropas franquistas, a partir del 22 de julio de 1936, se desatara una política de limpieza social encaminada a erradicar el marxismo del Real Sitio. Más de cuatrocientos presos, un 10% de la población, y cerca de 60 ejecutados mediante juicios y sacas de la cárcel, contribuyeron a la ruptura social sólo superada con la llegada de la democracia a finales del siglo XX. Fue tal la represión que se constituyó la cárcel provincial de Segovia en La Granja, empleando para ello las antiguas Caballerizas de la Reina. Muchos de los ejecutados aún descansan en fosas comunes por descubrir, provocando un agujero funesto en la memoria de los vecinos, principalmente, de Valsaín, donde la represión fue más profunda y sostenida. No hay que olvidar que la mayoría de los ejecutados lo fueron en 1936, siendo asesinado sólo un vecino en 1937.

16(331).JPG-La gente, el día a día, durante la batalla y tras ella,¿ cómo fue transcurriendo?

-Os podéis imaginar. Durante la batalla, especialmente desde el 30 de mayo al 2 de junio, encerrados en casa o en los refugios habilitados para protegerse durante los bombardeos de la artillería, viendo cómo bajaban camiones repletos de heridos y muertos. Durante el año siguiente, sobrepasados por la presencia militar. El General Enrique Varela, encargado de la zona, reforzó las posiciones serranas todo lo que pudo, llenando el Real Sitio de tropas. Llegaron a convivir cerca de cuatro mil vecinos con más de cuatro mil soldados de diferentes unidades, incluyendo regulares y tropas africanas. Ahora bien, mientras estuvieron, no faltaron suministros en La Granja. Una vez hubo terminado la última ofensiva franquista para recuperar el paso del Reventón y basculado el interés de la guerra al frente del Ebro, la cosa cambió radicalmente. De los suministros variados y continuos se pasó al hambre y al racionamiento, adelanto de lo que se habría de soportar durante la postguerra.

-Amigo Eduardo, ahora ¿en qué estás trabajando, nos puedes dar una pista?

 -Pues, la verdad, siempre tengo muchos frentes abiertos. Sigo con mi línea de investigación en recuperación fuentes medievales y técnicas paleográficas. En lo que se refiere a la guerra civil, estoy trabajando especialmente en la difusión y formación en arqueología de los restos de la Guerra Civil. También ando presentando la edición de las memorias del brigadista internacional Nick Gillain, tituladas “El Mercenario: diario de un combatiente en la guerra de España”, que he publicado con la editorial Interfolio y tengo a la espera de editar las memorias de Higinio Canga, destacado líder fundador de las comisiones obreras asturianas durante el franquismo. No obstante, actualmente estoy inmerso en la terminación de mi cuarta novela, de la que os hablaré en otra ocasión.

 

 

 

 

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Crónicas de un Real Sitio. Lucha política, guerra y represión (1934-1939). Eduardo Juárez Valero
424 páginas
15,00 euros
HG
EAN: 9788494003578




“La historiografía española ha realizado en las últimas décadas un gran esfuerzo para recuperar en su plenitud períodos de la historia de España fundamentales para entender el pasado más inmediato y comprender nuestro presente…”
“trabajos como el que tenemos en las manos significan para la historiografía española y, primordialmente, para los ciudadanos de La Granja”.
el historiador y Cronista de este Real Sitio, Eduardo Juárez Valero, ha dado un paso importante en la recuperación de la historia de su amada localidad y de obligada consulta para el conocimiento de nuestro controvertido pasado”.

Ángel Herrerín López


Eduardo Juárez Valero
Doctor en Historia por la UNED, es profesor titular de Cultura y Civilización Españolas en AHA International España (University of Oregon), profesor de Paleografía y Diplomática del Máster de Archivística de la Fundación Carlos de Amberes-UNED, profesor-tutor del Máster en la España Contemporánea en el Contexto Internacional del Departamento de Historia Contemporánea en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED y profesor de Historia de España en el programa de verano de la Georgia Southern University en Segovia. Desde 2007 es presidente del Centro de Investigación de la Guerra Civil Española (CIGCE). Entre sus publicaciones científicas destacan La Batalla de La Granja: historia de un enfrentamiento olvidado (2008) y El corredor de la Batalla de La Granja: de campo de batalla a Sitio Histórico. Además, ha publicado varias novelas, entre ellas El Bebedor de Tiempo (2007), Caminos de Joffá (2009) y Vérrum (2011). Es colaborador del diario El Adelantado de Segovia y autor de la revista Historia de National Geographic Society. En diciembre de 2012 fue nombrado por el pleno municipal de San Ildefonso Cronista Oficial del Real Sitio.

 

INTRODUCCIÓN

Indudablemente, la Guerra Civil Española dio comienzo a finales del día 19 de julio de 1936, cuando las tropas sublevadas de la columna dirigida por el General Emilio Mola, provenientes de Valladolid, se enfrentaron a las milicias republicanas, organizadas a toda prisa en Madrid, en las inmediaciones del puerto de Guadarrama, conocido como el Alto del León. Establecer otro punto de partida para la contienda anterior a la rebelión militar iniciada en los cuarteles norteafricanos, obligaría a realizar un análisis de la historia reciente de nuestro país que incumpliría los principios básicos de la contingencia histórica, esto es, que las consecuencias impulsaran el establecimiento de las causas; que el fin, tergiversando a Machiavello al estilo de Robespierre, no sólo justificara los medios, sino que estableciera el principio de las cosas. Algo muy distinto es situar, no ya el inicio de la Guerra Civil, sino la casuística de tan terrible periodo histórico, dejando bien claro que origen de la Guerra Civil no tiene que significar, necesariamente, inicio de la misma.

En lo que se refiere a las múltiples causas que dieron paso al conflicto fratricida, como bien establece Enrique Moradiellos[1][1], hay una disparidad considerable entre los principales historiadores, no aceptándose, a día de hoy, dicotomías del pasado que focalizan causas unitarias o, al menos, centradas en una única variable. Sin embargo, en lo que se refiere al presente libro, analizar el proceso socio-político previo al enfrentamiento armado y cómo éste afectó al Real Sitio de San Ildefonso, obliga a reflexionar desde unos años antes del estallido de la Guerra Civil, justo a mediados de 1934, cuando el gobierno radical-cedista amenazaba con quebrar el sistema republicano, dirigiéndolo, a decir de la mayoría de los historiadores, “mediante un giro autoritario”, hacia una “restauración monárquica o una dictadura corporativa similar a la existente en Portugal y Austria”[2][2].

La derrota que experimentaron los partidos republicanos en 1933 tas romper su coalición con los socialistas[3][3], dejó a éstos últimos ante una disyuntiva hasta entonces sólo deseada por los llamados izquierdistas o revolucionarios dentro del PSOE y liderados por Francisco Largo Caballero, de contemporizar hasta lograr otra coalición al modo de la llevada a cabo en 1931 con la izquierda republicana y burguesa, o promover una revolución que estableciese una república socialista, en contra de los moderados de su propio partido, representados por Julián Besteiro.

Los partidos republicanos burgueses de Diego Martínez Barrio, Manuel Azaña o Felipe Sánchez Román, trataban, por su parte, de recomponer el frente tras la victoria de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), sorprendidos por la disposición manifiesta del partido Radical de Alejandro Lerroux, principal partido político republicano en el parlamento de 1933, de gobernar con aquellos como aliados.

Los sindicatos, por el contrario, siguieron caminos opuestos: CNT, buscando el atajo revolucionario que llevaban persiguiendo desde hacía más de treinta años; UGT, dispersa en luchas internas que intentaban capitalizar el socialismo en el país, bien en manos de Besteiro, bien en las de Largo Caballero. En cualquier caso y como consecuencia, el frente obrero quedaba fracturado por estas disensiones y por la falta de consenso ideológico, dificultando la acción conjunta y la labor esencial del sindicato, esto es, la defensa de los trabajadores, como quedaría tristemente claro en la fallida revolución de octubre de 1934. Y todo ello, sin duda, tuvo espacio en los sucesos de 1934 y los enfrentamientos políticos y sociales previos al golpe de estado y la guerra civil en San Ildefonso, objetivo esencial de este libro.

Esa característica señalada, la existencia de todas las fases políticas y sociales en el devenir del advenimiento del Frente Popular y la Guerra Civil en San Ildefonso, convierten, sorprendentemente, la historia de este pequeño municipio, claro ejemplo de microhistoria, en una muestra casi canónica del proceso general experimentado en la totalidad del país, en un paso de la microhistoria a la macrohistoria con muy pocos o ningún matiz reseñable.

Por ello, la consideración general, múltiple, con grupos de causas estructurales, coyunturales e inmediatas, conforman un espectro lo suficientemente amplio para no dejar resquicios a la interpretación sesgada y tendenciosa. De la ruptura del parlamentarismo durante la Restauración Borbónica con la Dictadura del General Miguel Primo de Rivera al establecimiento de una República donde no todos los actores aceptaban las reglas del juego; de la incapacidad para establecer un modelo económico durante la Primera Guerra Mundial a la profunda crisis propiciada por el crack de 1929 y que impidió el asentamiento de la II República; de la inexistencia de un escenario político que asumiera todas las posibilidades, alejando los deseos insurreccionales y revolucionarios, a la incapacidad del estamento político de llevar a fondo las reformas planteadas en los primeros años de la Republica; de la dogmatización y militarización de las masas a la profunda división de un ejército con una parte en el pasado colonial y africanista y otra en un futuro de obediencia civil.

Y todo ello hay que enmarcarlo en un entorno internacional explosivo. La agresividad de los estados nazi-fascistas, basada en la política de los hechos consumados era contrarrestada por la inacción de las democracias occidentales, cuya política de apaciguamiento tan solo daba una imagen de debilidad aprovechada por Alemania e Italia y explorada por la URSS. La Francia socialista, atenazada entre la locura de Hitler y Mussolini y la posibilidad de una España fascista, no fue suficientemente agresiva en sus políticas ante la desidia británica, más preocupada de dinamitar cualquier revolución socialista en la vieja España que en prevenir una eclosión de los regímenes fascistas, abriendo un camino sin retorno hacia una guerra total. Qué decir de los Estados Unidos, expectantes por la lejanía de Europa y la fuerza creciente de los lobbies cristianos, contrarios a la política religiosa de la  II República, aviso claro, según sus analistas, de una revolución comunista.

Esta multiplicidad de causas, algunas entrelazadas, y de graves consecuencias tuvieron, como ya he señalado, un reflejo evidente en el Real Sitio de San Ildefonso, lo que no debe sorprender. Podría pensarse que en el tránsito de la Monarquía a la República, San Ildefonso, perdido en aquel viaje el título de Real Sitio, habría pasado a un segundo plano como el resto de residencias reales del país. Por el contrario, el primer Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, tomó la decisión de mantener el Paraíso segoviano como residencia veraniega de la Jefatura del Estado.

Convertido, por tanto, en capital veraniega de la II República, San Ildefonso experimentó el proceso republicano en primera persona. Si a ello se suma que más de las tres cuartas partes de la población eran obreros asalariados de la administración pública o privada, la politización de la sociedad de San Ildefonso fue a la par de la del resto del país. Desde el partido Radical Socialista al PSOE, la CEDA, Acción Popular, Acción Católica, CNT, UGT, Izquierda Republicana e, incluso, el Radio Comunista del PCE, la mayor parte de las formaciones políticas republicanas tuvieron representación en el municipio. Del mismo modo, cualquier situación nacional, a excepción de víctimas mortales previas al 18 de julio de 1936, tuvo su reflejo en San Ildefonso: huelgas, manifestaciones, revoluciones, enfrentamientos, lucha callejera, represión, golpe de estado y guerra civil, hasta el punto de sorprender el paralelismo existente con el conjunto de la nación.

Y esa sorpresa no ha de ser extraña después de analizar la bibliografía existente al respecto. El vacío historiográfico en lo que se refiere al periodo analizado por esta monografía, si bien puede alarmar, debe ser comprendido por la enorme dificultad de acceso a las fuentes primarias. Hasta que a finales de 2009 no terminó la constitución del Archivo Histórico Municipal del Real Sitio, proceso dirigido por el que suscribe, siendo prácticamente imposible la investigación al respecto con anterioridad. Los cerca de diez mil documentos cotejados en este archivo en la búsqueda de los orígenes de la Guerra Civil Española en San Ildefonso y la fractura política y social de su comunidad, esenciales para comprender todo el proceso, habrían permanecido ilocalizables, perdidos entre la maraña del archivo administrativo municipal.

Los expedientes principales sobre los vecinos del Real Sitio represaliados tras el golpe de estado han dormitado ochenta años entre los depósitos de documentos de la Audiencia Provincial y el Archivo Histórico Provincial de Segovia, algunos de ellos trasladados allí desde el Archivo Municipal de San Ildefonso a finales de la Dictadura. No sin un permiso especial de la Secretaria de la Audiencia Provincial, pudo este humilde historiador, tras cuatro meses de espera, llegar hasta aquellos informes.

En el extremo contrario estaría la documentación existente en el Archivo del Conde de Álbiz, custodiado por Luis Comyn y al que tuve acceso gracias a su amabilidad y disposición para la difusión de la historia del Real Sitio que siempre ha demostrado tan representativa familia.

Desde el punto de vista militar, la facilidad de acceso de los Archivos Generales Militares, en concreto los de Ávila y Segovia, y la fantástica colaboración del Brigada Enrique Gallego Lázaro, han consolidado la investigación del proceso bélico, iniciada hace más de siete años y concluida en estas líneas y completada con documentación del Archivo Histórico Nacional y del Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares.

Más accesible, sin duda, fueron los fondos hemerográficos de los diarios El Adelantado de Segovia y El Norte de Castilla. Muy útiles en lo referente al periodo republicano, el interés de sus contenidos decae alarmantemente durante el golpe de estado –ambos periódicos dejaron de publicarse los primeros días de la Guerra Civil– y se torna instrumental tras la caída de Segovia en zona nacionalista, al ser intervenidas ambas redacciones.

Por todo ello, no ha de extrañar la inexistencia de monografía alguna al respecto que pueda considerarse de rigor histórico. En lo que se refiere al proceso represor tras el golpe de estado, los trabajos de Santiago Vega Sombría[4][4] analizan el citado aspecto en el conjunto de la provincia. Si bien describen a grosso modo lo acaecido en San Ildefonso, adolecen de la falta de profundidad que la imposibilidad del acceso a la citada documentación conlleva, no dejando de ser obras de referencia para cualquier estudio sobre la represión del franquismo que se precie. Respecto al proceso republicano y a los pocos meses de gobierno del Frente Popular, lo acaecido en San Ildefonso carece de referencia bibliográfica alguna, más allá de la Memoria de Licenciatura de Aurora Andrés[5][5] dirigida por el malogrado Maestro Javier Tusell, pudiendo decirse lo mismo del desarrollo del golpe de estado, a pesar de existir artículos que sí profundizan en la catarsis experimentada por la provincia segoviana en aquellos terribles momentos[6][6].

Más referencias se encuentran de los acontecimientos bélicos, centrados esencialmente en la Batalla de La Granja, ampliamente analizada por este autor[7][7]. El primero en referirse a los citados enfrentamientos de mayo y junio de 1937 fue el despechado brigadista belga, Nick Gillain, cuya descripción de la batalla, tras las aportaciones de la documentación hallada a lo largo de los años, resulta incierta y cuestionable[8][8]. Junto a él, Ernest Hemingway posee el honor de haber sido el primero en escribir sobre aquellos días, aunque la libertad poética esgrimida por el autor haga prácticamente imposible seguir pasaje alguno de la batalla y provoque cómicas confusiones y búsquedas de puentes imaginarios[9][9].

El teniente coronel López Muñiz, jefe del Estado Mayor del General Varela, fue, por su parte, el primer militar que publicó su experiencia en la batalla[10][10], englobándola, como un movimiento secundario, en la batalla de Madrid, del mismo modo que hizo posteriormente Fernando Gil Osorio[11][11]. Años más tarde, José Manuel Martínez Bande, con un tono menos propagandístico y literario que López Muñiz, analizó el enfrentamiento citado en varias publicaciones[12][12], al igual que Ramón Salas Larrazábal[13][13] con su análisis del ejército popular de la República y el trabajo de su hermano, Ángel Salas Larrazábal, sobre la aviación durante la guerra civil[14][14]. Hizo éste último interesantes alusiones a la lucha aérea desatada sobre los montes de Valsaín, tema, por cierto, también tratado en las memorias de Frank Tinker, piloto americano al servicio de la República, que refutan muchas de sus conclusiones[15][15].

Con la llegada de la democracia, las publicaciones sobre aspectos tácticos y estratégicos fueron perdiendo presencia frente a los estudios centrados en la recuperación de la memoria histórica. Desde entonces, el número de Historia 16 de José Luis Martín Herrero[16][16] o las recientes obras de Manuel Redero y Pablo García Colmenares, de carácter general, que apenas dedican unas líneas[17][17], como tantos otros afamados especialistas, jalonan el haber historiográfico de este hecho histórico. En ninguno de los casos citados, por cierto, se describe el proceso bélico completo, desde las primeras acciones destinadas a fijar el frente o la toma de los puertos del Reventón y La Flecha con el objetivo de acabar con la acción de la artillería republicana, aspectos inéditos del presente libro, fruto de la documentación encontrada en el largo proceso de investigación sostenido durante más de siete años.

Todo ello ha quedado reflejado consecuentemente en esta monografía, estructurada en tres grandes bloques para facilitar la comprensión del complejo proceso político, social, económico y militar experimentado por el municipio de San Ildefonso en los años señalados. El libro comienza, sin embargo, con una contextualización del entorno de San Ildefonso en el año 1936, estableciéndose las características del mismo, sus infraestructuras, actividad económica y señas demográficas esenciales.

El primer bloque, titulado Del revanchismo al golpe de estado, analiza el devenir político, social y, sobre todo, laboral, de la comunidad de San Ildefonso desde el fracaso de la revolución de octubre de 1934 hasta el estallido de la Guerra Civil Española, tratando de profundizar en las consecuencias que la represión llevada a cabo por los gobiernos radical-cedistas tuvo en la constitución del Frente Popular y en la posterior represión desatada tras el fracaso del golpe de estado de julio de 1936.

El segundo, llamado Estado de Guerra, trata de  mostrar de forma definitiva los hechos militares acaecidos en la zona, desde los escarceos de finales de julio hasta la ofensiva republicana sobre Segovia, pasando por la eliminación de las posiciones artilleras republicanas de los altos de la sierra.

El tercer bloque, bajo el título Viviendo en Guerra, pretende  mostrar la dureza de la vida en San Ildefonso durante los años de la guerra. Iniciado con el análisis de las consecuencias que la represión tuvo para los habitantes del municipio, el capítulo profundiza en la vida cotidiana de las poblaciones de San Ildefonso, para terminar con un estudio en profundidad de la labor llevada a cabo por el Ayuntamiento, así como su implicación en el proceso represor iniciado a finales de julio de 1936.

Para terminar, más allá de las obligadas conclusiones y un epílogo evocador de lo que la guerra dejó en el Real Sitio, la monografía incluye un índice onomástico donde poder encontrar las referencias a los centenares de vecinos de San Ildefonso cuyos nombres son citados a lo largo de estas páginas.

Al fin y al cabo, este libro trata única y exclusivamente de personas. Empujadas a luchar por sus ideales, por sus familias, por su futuro o a responder por su pasado. Personas ligadas a un entorno único, sometidas a un indescriptible proceso que cambiaría una sociedad, enfrentada y dividida, durante más de cuarenta años. Quizás en los sufrimientos inherentes a los errores cometidos se pueda encontrar la semilla de la paz en que hoy, afortunados de nosotros, nos desenvolvemos. Sirvan estas páginas, por tanto, como recuerdo imborrable de lo que nunca debió pasar. De lo que nunca, espero, tengamos que volver a arrepentirnos.

 

 

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[1][1] MORADIELLOS, E., 1936. Los mitos de la Guerra Civil, Ed. Península, Barcelona, 2008, pp. 19-32.

 

[2][2] GIL-PECHARROMÁN, J., Segunda Republica Española (1931-1936), Biblioteca Nueva, Madrid, 2006, p.283.

 

[3][3] THOMAS, H., La Guerra Civil Española, Grijalbo, Barcelona, 1976, Vol. I, pp. 130-131.

 

[4][4] VEGA SOMBRÍA, S., De la esperanza a la persecución: la represión franquista en la provincia de Segovia, Crítica, Madrid, 2005. Tras las rejas franquistas, Foro por la Memoria Madrid, 2008. La política del miedo: el papel de la represión en el franquismo, Crítica, Madrid, 2011.

 

[5][5] Conversación mantenida con Aurora Andrés. Septiembre de 2014.

 

[6][6] GIBAJA, J.C., “La vida cotidiana en Segovia durante la Guerra Civil”,  Estudios Segovianos nº 86 (1989), pp. 163-198. FONTECHA, A., GIBAJA, J.C., y BERNALTE, E., “La vida en retaguardia durante la Guerra Civil en zona franquista: Coca-Segovia (1936-1939), Historia y memoria de la Guerra Civil. Vol. II (1988), Valladolid, pp. 183-309.

 

[7][7] JUÁREZ VALERO, E. et alii, La Batalla de La Granja: historia de un enfrentamiento olvidado, CIGCE, Segovia, 2009. CASTELLANO RUIZ DE LA TORRE, R., JUÁREZ VALERO, E., PORTERO FONTANILLA, J., RAMOS CASTRO, R., SCHNELL QUIERTANT, P., El corredor de la Batalla de La Granja: de campo de batalla a Sitio Histórico, HG Ediciones-CIGCE, Madrid, 2012.

 

[8][8] GILLAIN, N., El mercenario, Tánger, 1939.

 

[9][9]  HEMINGWAY, E., For whom the bell talls (Por quién doblan las campanas), New York, 1940.

 

[10][10] LÓPEZ MUÑIZ, G. et Alii, La batalla de Madrid, Madrid, 1943.

 

[11][11] GIL OSORIO, F., “Oficiales provisionales”, Revista de Historia Militar, 9 (1961), Madrid.

 

[12][12] MARTÍNEZ BANDE, J.M., La intervención comunista en la guerra de España, Madrid, 1965. La ofensiva sobre Segovia, Madrid, 1972. Las brigadas internacionales, Madrid, 1973.

 

[13][13] SALAS LARRAZÁBAL, R., El ejército popular de la república, Madrid, Reeditado en 2006.

 

[14][14] SALAS LARRAZÁBAL, J., La guerra de España desde el aire, Madrid, 1969.

 

[15][15] SMITH, R.K. y CARGILL HALL, R., Five down, no glory: Frank G. Tinker, Mercenary Ace in the Spanish Civil War, Annapolis, (Reed.) 2011.

 

[16][16] MARTÍN HERRERO, J.L., “La ofensiva republicana contra Segovia”, en Historia 16 v. 22, nº 265 (1998), pp. 28-36.

 

[17][17] REDERO SAN ROMÁN, M.,  Castilla y León en la Edad Contemporánea, Salamanca, 2009. GARCÍA COLMENARES, P., Historia y memoria de la guerra civil y  primer franquismo en Castilla y León, Valladolid, 2007.