Cazarabet conversa con... Rafael Vallbona, autor de “La casa de la frontera” (Milenio)
Rafael Vallbona nos
acerca a una lectura plácida de encuentros, lugares comunes,
desencuentros…avatares de la vida.
Reconstruye la vida desde un instrumento que
domina, su pluma…exquisita.
La novela reúne lugares, pero más que nada
reúne personajes que vienen de lugares hacia un lugar común, acogedor y “de
encuentro”.
El libro lo edita Milenio, del Grup Pagès Editors.
Aquello que nos explica la editorial Milenio
del libro:
La casa de la frontera es un bar, un hostal y
un colmado junto a la aduana francesa, en Puigcerdà,
que pertenece a la familia Grau desde que la comprara a finales del siglo xix. El día de su jubilación, mientras apaga por última vez
las luces de la tienda, Carme repasa la vida de su familia —desde los
tatarabuelos hasta los hijos— y recuerda sin nostalgia la historia de la casa.
Un lugar de paso, rodeado de un imponente paisaje pirenaico, donde se han
cruzado muchos destinos –aventureros, fugitivos o exiliados– y que ha sido
testigo de episodios relevantes de la historia: la Semana Trágica, la Guerra
Civil, la miseria de la posguerra, el auge del turismo o la construcción del
túnel del Cadí. Ahora que cierra, Carme siente cómo su mundo se apaga. Porque
aquellas vidas que a lo largo de cinco generaciones han habitado la casa son ya
parte de la suya. Y porque los muros de la casa conservarán para siempre el
relato de miles de vidas anónimas que son el reflejo de una época. Con una
reconstrucción histórica bien trabada, moviéndose entre el presente y el
pasado, y jugando con la doble perspectiva de realidad y ficción, Rafael Vallbona ha escrito una novela coral que mantiene la
intriga y la emoción por una tierra y unos personajes —con sus esperanzas e
ilusiones, sus anhelos y sus miedos— que han dejado huella en la historia de su
tierra.
El autor, muy prolífico, Rafel Vallbona:
Es escritor y periodista. Autor de
sesenta libros de todos los géneros: novelas, ensayos, poemarios y libros de
viajes, algunos de los cuales han sido traducidos. Ha sido galardonado, entre
otros, con los premios Amat Piniella y Néstor Luján
de novela histórica, Ernest Udina
de periodismo, Columna Jove y Ramon Muntaner de novela juvenil, Ferran
Canyameres de novela negra y Jocs
Florals de Barcelona de poesía. Con La casa de
la frontera recibió en 2017 el premio de novela BBVA Sant
Joan, uno de los principales de la literatura catalana. Colabora en diversos
medios de comunicación y ejerce de profesor en la Facultat
de Comunicació Blanquerna
(Universitat Ramon Llull).
Cazarabet
conversa con Rafael Vallbona:
-Rafael, amigo estamos ante un libro pletórico…siempre
hay lugares recurrentes, casi emblemáticos en La Frontera…aquí es en forma de
casa…casi, casi romántico y, además, la casa en sí, con los habitantes que va
recibiendo y reteniendo, se convierte en algo especial… ¿no?
-El tema del libro es la dignidad, y sobre él ha
construido un relato doble: el de una saga familiar de gente corriente, y el de
la visión que la gente de la periferia tiene del siglo XX. Siempre se cuenta la
historia desde el poder, la mesocracia, la capitalidad. Yo he querido dar la
visión de la historia que tiene la gente que vive en el margen del relato
oficial.
Conocer y reconstruir la historia real de la familia
Grau me permitió ese doble hilo narrativo. Con sus sentimientos, emociones,
pequeñas glorias y grandes catástrofes...reales todas ellas. Nada inventado.
-¿Cómo se te
ocurrió la idea de construir esa casa como punto de encuentro?, siendo, además,
un bar, un hostal….
-Fue el conocer de forma casual algunos aspectos de la
historia familiar, tal y como cuento en la novela: la delegación del gobierno
vasco instalada en su casa, los avatares de la casa durante la guerra y la Retirada...
Carmen me contaba esos fragmentos de historia de forma
anecdótica hasta que me dijo: algún día se tendrá que explicar la historia de
esta familia. Y lo hice.
-Todas y todos
nos hemos encontrado con estos locales y a no pocos nos ha hecho “tilín-tilín”
porque esto de regentar un hostal, bar, lugar de encuentro es, no sé,
como atractivo…es un trabajo que, de entrada, suele llamar mucho la atención,
que gusta y atrae…¿qué nos puedes comentar?
-Carmen soñaba con ser secretaria, no con tener que
dedicarse al negocio familiar. A su abuela jamás le gustó vivir allí. Su padre
tenía un buen trabajo en Barcelona y lo tuvo que dejar para hacerse cargo del
negocio familiar...Quiero decir que esto de que atrae, quizás a los que
construimos historias con esos lugares, como el Bagdad café, por decir. Y
supongo que a los lectores (como mínimo a los catalanes si, puesto que llevamos
cinco ediciones en año y medio) Pero vivir allí es duro y difícil el día a día
en la alta montaña, en la frontera con todos sus problemas
geoestratégicos...Uf. A mí, que soy de ciudad, me costaría mucho vivir allí. A
ti no?
-En esta
novela pesa mucho el escenario, pero también, tanto o más, los personajes que
van pasando….¿qué nos puedes valorar?
-Si los hubiera inventado yo no hubiera sido capaz de
darles la dimensión humana que tiene o tuvieron en realidad. La vida en la alta
montaña ayuda a mantener estrechos los lazos familiares. A menudo en una casa
conviven tres generaciones y 10 o 12 personas. Eso hace que la memoria familiar
se preserve. Y es muy potente, y hace fuertes a
los personajes y me ayudó mucho a tejer el relato. Lo digo yo mismo en
la novela cuando hablo de como son algunos de ellos, Josep, uno de los hijos,
por ejemplo, con quien me une una buena amistad.
-Y la trama,
¿qué lugar refiere aquí la trama?
-La trama es la arquitectura del relato. He querido
jugar con el tiempo para darle profundidad y complejidad. Los flashback
funcionan tal y como funciona nuestra memoria: selectiva, anacrónica,
ensalzando momentos muy pequeños y diluyendo otros de mayores.
También quise que la novela terminara hoy en día para
poder contar como ha cambiado la vida en Cerdaña desde la apertura del túnel
del Cadí, en 1984 (por cierto, yo fui uno de los que cubrió en directo esa
inauguración para Catalunya radio). Es a partir de entonces cuando la quinta
generación de la familia puede escoger su futuro personal y profesional. Por
fin no han de emigrar o trabajar en el mismo negocio familiar, como sus antepasados.
Para relatar ese episodio contemporáneo yo mismo me convertí en narrador
testimonio. Y eso me permite hablar de mis relaciones con todos los personajes
de la novela, de cómo los conocí. Me he sentido cómodo haciendo de 'actor de
reparto'.
-El denominador
común de muchos acontecimientos históricos ha sido esa casa, ese hostal…situado
en la frontera, ese último matiz, ¿qué importancia le refiere a todo?
-La casa es el eje del relato, el eje de la vida, la
piel de los personajes. Todo sucede a su alrededor, el siglo XX entra y sale
por sus puertas y la familia se convierte así en testimonio avanzado de ese
siglo convulso.
-Es una novela que solo leer de qué va, la
sinopsis…atrae, no sé por qué….la casa en la frontera, la pensión, todo un
poco…la entrañable atmósfera de los que encuentran un hogar entre sus
circunstancias…diría que es entrañable, al menos el entorno. ¿Qué nos puedes
comentar?, ¿pensaste en un lugar entrañable?... ¿pensabas o notabas esa
placidez?
-Conozco todos los escenarios del relato desde hace
años y nunca he pensado en ellos como lugares entrañables. Los personajes, que
son personas, si que son entrañables: me han regalado
su historia, sus vidas y me honoran con su amistad.
La frontera es un lugar inhóspito, un territorio vacío
habitado por gente sin esperanza, sin futuro, que han ocupado aquel no mands land como último puerto al
que amarrar su desolación: los tatarabuelos de la familia Grau fueron en 1882
de esos, y consiguieron redimirse de su desarraigo precisamente allí, pero el
resto... entre Francia y España la frontera no es un lugar definido, no es una
raya, no es una alambrada con policías a cada lado fuertemente armados: es un
yermo, la tierra baldía de T.S Eliot. El lugar a donde van a dar los que no
tienen ningún lugar.
-Porque al
salir de casa los tiempos son tan convulsos que asustan…
-Sí, pero la vida está allá fuera. Y solo queda
partirse la cara con el destino y seguir adelante, haya frontera o no. Y si la
hay, cruzarla sin pedir permiso a nadie, que nadie es dueño de nuestros pasos. eso lo saben muy bien todos los personajes de la novela.
-¿Amigo en qué
estás trabajando ahora…qué nos puedes contar?
-Yo suelo
trabajar en dos o tres proyectos literarios a la vez. También escribo en El
Mundo, doy clases en la universidad, edito una colección de libros Quaderns de la font del Cargol y hago activismo cultural en la asociación Can Vallerià, nuestra casa.
Por lo que
respecta a los libros, además de dedicar esfuerzos a promocionar la edición en
castellano de La casa de la frontera, estoy terminando un libro que viene a ser
una secuela de la novela. Se llamará Un any a Cerdanya (un año en la Cerdaña) y que viene a ser una
colección de retratos de personajes de allí, de recuerdos, de emociones que me
transmite aquel bellísimo paisaje... Con él cierro mi ciclo de libros sobre esa
tierra que se inició con La comuna de Puigcerdà
(sobre la época de dominio anarquista entre 1936 i 1937), siguió con La casa de
la frontera y ahora cierro con este.
Y para
terminar, acabo de ganar el premio de novela breve Roc
Boronat, que convoca la ONCE de Catalunya. En catalán
es el premio más importante del género breve. La novela se llama Els fumadors de Gitanes. Es un relato sobre la tristeza por el mundo que
desaparece y que nos hizo mejores y el advenimiento del mundo de hoy, lleno de monstruosidades que desconocemos.
Y ya tengo
una nueva historia que anda dándome vueltas por la cabeza. Será una novela
larga, bastante larga.
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