La Librería de Cazarabet Indignado

image001.jpgCazarabet conversa con...   Josean Aparicio Tercero, autor de Exiliados del paraíso. Relatos” (Volapük)   

 

 

 

 

 

UNA COLECCIÓN DE RELATOS QUE VIAJAN DESDE EL COMPROMISO A LA PASIÓN Y QUE NOS HACEN VIAJAR , DESDE EL INTERIOR Y HASTA LA SELVA BRASILEÑA U OTROS MUCHOS LUGARES RECÓNITOS DE ESTE PLANETA , DESDE LA PLUMA DE JOSEAN APARICIO TERCERO.

LA EDICIÓN DE ESTE INSPIRADOR LIBRO CORRE A CARGO DE VOLAPÜCK.

LO QUE NOS EXPLICA LA EDITORIAL DEL LIBRO:

Como título a su bitácora puso una frase que podría definir su trayectoria: buscador de espacios sin conquistar. Ya desde muy joven, cuando vivía en su pueblo natal, pretendía esos espacios, soñando con una especie de retorno a la naturaleza. Tal vez por eso probó algunas formas de vida que ya en aquel momento eran consideradas un tanto idealistas, como vivir en una comuna. Tal vez por eso comenzó a escalar paredes verticales y montañas, a explorar parajes agrestes y a planear grandes viajes, y tal vez por lo mismo comenzó también a escribir.

Siempre encontró en la lectura no sólo un entretenimiento o una forma de evasión, sino también una especie de complicidad. Al principio escribe, como suele ser habitual, para sí mismo. Los viajes y las innumerables anécdotas que le han ido sucediendo por culpa de un carácter inquieto han sido una fuente de inspiración en casi todos los relatos. Quizás también se vean reflejados en ellos sus tendencias hacia todo eso que llamaron utopías.

Dedicado a sus pasiones, entre las que habría que destacar la literatura y los viajes, esos viajes con la mochila al hombro de los que ha sacado una buena parte de sus relatos. En varias ocasiones, ha sido finalista en concursos de ámbito internacional. Todos esos relatos, y otros tantos, se agrupan en esta antología que ahora se presenta.

EL AUTOR; JOSEAN APARICIO TERCERO:

http://joseanapa.wordpress.com/

 

 

Cazarabet conversa con Josean Aparicio:

image002.jpg-Josean, ¿les puedes presentar tú mismo el libro a nuestros lectores?

-Exiliados del paraíso fue el título que escogí a la hora de presentar mi libro ya que los últimos relatos que había escrito poco antes de su publicación estaban agrupados con ese título que también me pareció apropiado para el libro. El paso del tiempo y la evolución que ha tomado el desarrollo de las sociedades contemporáneas han ido aniquilando y dejando en el olvido algunos sueños y sumiéndonos en un estado de resignación unas veces, de impotencia otras muchas y de aceptación casi siempre. Esos relatos de los que hablo tratan de aquellos sueños nacidos dentro de ese paraíso del que fuimos desterrados. Sueños de adolescencia trastocados, formas de vida que van quedando en el olvido y también esos sueños de quienes pretendían hacer de éste un mundo mejor y más justo.

Al ser una recopilación de relatos, reuní también otros muchos entre los que hay una buena parte que se podrían definir como relatos de viajes. Basados en experiencias personales y encuentros, están contados desde el sentimiento y hablan de viajes que realicé en plan aventura, con la mochila a cuestas y las ventanas de la percepción abiertas de par en par.

 -Lo podríamos definir como un libro de relatos, vivencias, encuentros, búsquedas, silencios acompañados…todo dispuesto en una especie de pentagrama con libertad, pero con una elegancia muy predispuesta, ¿no?

-Esa pregunta es para mí un elogio. Creo que fue algo que salió sin premeditación ya que me gusta observar, sentir y también conocer otros paisajes, otras culturas y vivir otras realidades. También tengo una parte de aventurero, ya que soy escalador y alpinista, una faceta que nació en mi de la manera más pura, sin influencias, y al vivir esa parte, ese terreno donde se desarrolla esa faceta, nunca he concebido separar el paisaje de las gentes y las culturas que lo habitan, y a quienes el viajero debería mirar con respeto. Creo que se puede aprender mucho si se va con esa actitud y esa es una parte de lo que quiero transmitir.

-Tus experiencias casi diría al borde del espíritu de un explorador se topan, casi de golpe, con las realidades de pueblos, gentes, miradas, desprovistas de lo suyo….

-Así es. Hay lugares de la tierra donde la presencia de los desposeídos  es algo que no se puede eludir. Mucha gente viaja dentro de una burbuja y tratan de no ver esa realidad, pero es algo que está ahí aunque nos duela y es difícil no conmoverse cuando ves un grupo de niños vestidos con harapos y esnifando pegamento, gente que necesita ser atendida de una enfermedad grave y no tiene donde acudir, personas trabajando en condiciones insalubres por una miseria de sueldo o un plato de comida. Muchas veces te quedas impactado ante esa escenas, con una sensación de impotencia y sin saber lo que hacer.

-Parece que con los descubrimientos, conquistas, procesos de colonización de los llamados “pueblos del primer mundo” infringimos una herida profunda y lacerante que poco remedio ha tenido. Cuéntanos, tú que has viajado tanto ¿cómo lo has visto, cómo te has encontrado y topado con ello?

-En realidad no me considero un gran viajero si me comparo con esas personas que dejan todo para irse a recorrer el mundo sobre una bicicleta o a vivir directamente en corazón donde habitan otras culturas, pero si que he podido asomarme y observar un poco como se desarrolla la vida en esos lugares donde cohabitan algunas maravillas mezcladas con las miserias. Voy a ser realista y diré que el propósito de mis viajes iba más encaminado a conocer las maravillas, pero no por eso cerraba los ojos al ver la otra parte. Creo que en cualquier rincón del planeta, la gente a lo único que aspira es a vivir y a conseguir su parcela de felicidad. La portada de mi libro constituye un ejemplo de lo que hablo, vi a esos niños que estaban mendigando y en el momento en el que establecí otro tipo de relación al ponerme a jugar con ellos y hacerles fotos, acabaron riéndose y ofreciéndome parte del botín de caramelos que habían conseguido ese día, en ese mismo viaje vimos también a un anciano en una zona retirada del Himalaya que tenía una herida profunda y con muy mala pinta en la pierna, estaba claro que necesitaba puntos de sutura y seguramente antibióticos, pero allí no hay centros de salud ni nadie que pudiera tratarlo de la forma debida, así que nos acercamos otro amigo y yo con el botiquín rudimentario que teníamos y después de lavar y tapar la herida como pudimos, le dimos algunas gasas, agua oxigenada y esparadrapo, el hombre intentó regalarnos algunas hortalizas y por sus gestos se le notaba profundamente agradecido, estos ejemplos dicen mucho de la sencillez de esa gente que aunque apenas disponen de nada, tampoco les importa compartirlo. He de decir que tampoco estoy muy seguro de que el turista, aunque vayas con esta actitud, aportemos demasiado regalando cosas que acusan aun más las diferencias y hacen que la gente tenga una visión poco real sobre nosotros. Aunque quizás ya es demasiado tarde para pensar en preservar su identidad. En mis primeros viajes recuerdo que fue para mí un choque ver que en pleno Himalaya, en pueblos a los que solo se podía llegar caminando, disponían de antenas parabólicas y les llegaban programas que les hacían tener una visión distorsionada sobre occidente. En Kenia llegué caminando a un poblado masai en plena sabana en el que no tenían agua pero si coca cola, también me sorprendió que se sabían el nombre de casi todos los futbolistas de los equipos de fútbol españoles y que el chaval con el que hablamos tenía dirección de correo electrónico y cuenta en Facebook cuando nosotros aún no teníamos.

Creo que el culpable de la miseria material que sufre mucha gente en el mundo y añadiría la miseria espiritual que sufrimos sobre todo aquí en el llamado primer mundo, tienen un mismo culpable, que es el sistema capitalista y todo lo que lo sostiene. Es triste que en muchos de los países más explotados y deshumanizados que hay en el mundo, estén precisamente en esa situación por tener algo que aquí interesa, bien podríamos hablar de coltán, oro, gas, petróleo o diamantes… es lo mismo. Su riqueza es la causa de su miseria y en eso creo que la culpa es sobre todo de los gobiernos, las entidades financieras y las grandes corporaciones que son las primeras interesadas en que allí exista ese caos y miseria que propician su intrusión y saqueo. Ellos son quienes establecen todas esas desigualdades y desequilibrios que nos están llevando a la ruina. No hace falta remontarnos al pasado para hablar de colonización y saqueo. Las cosas no han cambiado apenas, en todo caso van a peor.

- Nuestra generación nada tiene que ver con muchos de los que fueron a desangrar a aquellos pueblos, destripando culturas y maneras de ser…pero hemos de ser conscientes de ello. ¿Qué nos puedes reflexionar?

-En Bolivia y Perú encontré gente que tienen abierta la herida de la colonización y aún nos acusan a los españoles de ello, algunos, aunque no lo sepan, hasta podrían ser descendientes de aquellos colonizadores. Da igual el lugar, en la historia ha habido constantes procesos de colonizaciones y genocidios que siempre ha pagado el pueblo. Es necesario conocer bien la historia para poder cerrar las heridas y que no se repitan las cosas. Nuestra generación quizás es culpable de esconder la cabeza como el avestruz y de dejarnos llevar por acontecimientos en los que deberíamos tomar parte activa. Aquí mismo tenemos el tema de la memoria histórica.

Hoy se sigue desangrando a aquellos pueblos, como antes decía, ahora lo único que interesa es conseguir extraer sus recursos de la forma más barata posible, y para ello no hay miramientos, si tienen que provocar guerras, las provocan, si tienen que apoyar dictadores, los apoyan, si hay que expropiar tierras, provocar hambrunas o prohibir medicamentos genéricos que podrían salvar vidas, les es indiferente, luego incluso son capaces de apoyar a algunas ONGs para hacer un lavado de imagen. Vivimos en un mundo donde la inmoralidad ha llegado al máximo grado en el imperio del dinero.

La gente tiene mucho más poder del que cree para hacer cambiar el curso de las cosas, quizás podrían servir de ejemplo cercano las protestas que hubo contra la guerra de Irak mientras gobernaba Aznar o el movimiento por la insumisión anteriormente. E incluso las luchas del primero de mayo remontándonos al pasado ya hace más de un siglo. Hace falta concienciar a la gente de que somos nosotros quienes podemos cambiar el curso de los acontecimientos, pero en primer lugar hace falta conocer la verdad para poder tomar esa parte activa. 

image003.jpg-Con las disculpas, las peticiones de perdón no hay suficiente, nunca si no se pasa a cambiar de actitud o a trabajar para que se cambie. Supongo, que les debemos algo más que una reparación porque allí seguimos, antes como Estados con nuestros  estandartes y escudos de las respectivas Coronas. Ahora el poder avaricioso viaja con  emblemas corporativos, con los diferentes logos de empresas que, normalmente, ya no solo explotan laboral y humanamente a los ciudadanos, además desangran las entrañas de la naturaleza y de sus recursos naturales…los de cada comunidad, los de cada aldea…¿Qué nos puedes argumentar?

-Tal vez me he adelantado un poco a responder ya a esto con lo que he expuesto anteriormente. Me voy a centrar ahora más en el tema de la naturaleza que es algo que me preocupa. Ya dijo Eduardo Galeano y supongo que mucha más gente sabia, que harían falta varios planetas como este para sostener el ritmo que llevamos en los países industrializados si todo el mundo aspirara a vivir como nosotros, y eso ya está ocurriendo y está empezando a tener sus consecuencias. Hace unos años discutía con alguien que negaba la realidad del cambio climático (también lo hizo Rajoy que tiene un primo científico), yo le conté a esta persona con la que discutía, que había ido a escalar montañas donde antes había glaciares y sólo encontré una mancha de hielo. Los periodos interglaciares no duran décadas sino milenios. Hoy vemos como arden los bosques de medio mundo cada vez que llega el verano, como retroceden glaciares, cómo nos estamos quedando sin agua (no quiero ser pesimista pero supongo que el agua provocará las guerras y saqueos del futuro). Hoy vivimos como si todas estas cosas no tuvieran nada que ver con nosotros, la gente sigue llenando sus piscinas y lavando el coche en verano como si ese agua fuese un bien inagotable mientras los pantanos se vacían y en muchos países tienen que caminar kilómetros para llenar un cántaro y  ven secarse sus tierras de cultivo, claro que ya desde hace un tiempo también cotizan los alimentos en bolsa y además está la cuestión de los transgénicos... El hombre parece haber olvidado que somos parte de la naturaleza, y que sin ella estamos perdidos.

 -En resumen, todos somos como hijos de una tierra, sea cual sea el lugar que habitemos en ella, pero todos somos hijos para intentar mejorar este entorno en el que hemos nacido y al que le debemos tanto ¿Qué opinas?

-Deberíamos sensibilizarnos de esos problemas y darnos cuenta de que vivimos en un planeta maravilloso al que estamos destruyendo. Todo lo que le hacemos a la tierra nos lo hacemos a nosotros mismos. Es muy triste salir al campo para darte un baño en una poza de cualquier río o arroyo de montaña y ver que todos esos lugares se han llenado de gente que dejan allí la basura. Supongo que a nadie le gusta ver esos lugares con basura ¿entonces por qué actúan así? Y lo mismo sucede con otras cosas. Creo que algunas personas no son conscientes de que hay que preservar todo eso que tanto nos gusta, que con esa forma de actuar pronto nos quedaremos sin esos lugares.

Hoy sabemos que casi todos los pescados contienen plásticos y metales tóxicos en su organismo y que después éstos pasan también al nuestro. Lo mismo sucede con otros alimentos. A las grandes multinacionales parece no importarles las personas. Su única motivación es crecer y ganar más. Por eso utilizan mano de obra barata, imponen reformas laborales, crean los lobbies y  luego nos alimentan con piensos transgénicos como si fuésemos ganado y, cuando enfermamos, nos venden las medicinas. A pesar de todo esto se puede hacer un consumo responsable, hay asociaciones de productores y consumidores ecológicos que no contaminan la tierra ni minan la salud, también hay formas de viajar optimizando los vehículos (además sale más barato) y luego está la actitud. No creo que la solución sea marcharse a una cueva para vivir sin energía eléctrica y sin teléfono móvil, sino luchar para que no nos pongan el impuesto al sol, por esa forma de producir más respetuosa con la tierra o por no estar cambiando esos objetos cada vez que les interesa vendernos otros nuevos, tratar de ser feliz con menos cosas, también hay que recuperar la lucha en la calle, no podemos consentir que nos traten de esa manera. Creo que es importante recuperar esa frase que dice “piensa globalmente, actúa localmente”.

Cuando nos hablan de economía siempre sale la palabra crecer. Un crecimiento que la mayoría de las veces se basa en la explotación de la naturaleza y de la gente.  Un crecimiento insostenible y de consecuencias nefastas. Hoy día ningún gobernante se atrevería a hablar de decrecer porque todo el mundo aspira a tener más y todas las empresas se basan en eso. Yo creo que la única solución es decrecer para poder recuperar este mundo, y de no hacerlo así, caminaremos  directamente al colapso.

*Aprovecho para decir que acabo de terminar mi primera novela “Erosión”, que espero ver pronto publicada y en cuya trama aparece un personaje involucrado precisamente en estos temas.

 

 

 

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Exiliados del paraíso. Relatos. Josean Aparicio Tercero   
196 páginas       20 x 13 cms.
12.00 euros
Volapük



"Este título iba destinado, en principio, a agrupar varios relatos cortos que tratan sobre personas todavía arraigadas a la naturaleza, seres al margen del progreso y de esa sociedad que en aquel momento llamaron del bienestar - aunque en estos momentos ese término empieza a pertenecer al pasado-, personas que aun viviendo en diferentes zonas del planeta, tienen un sueño común, que les dejen vivir en paz con la tierra, con sus costumbres y con su modo de vida. Seres pertenecientes a la naturaleza, que han sabido vivir en armonía con ella creando mundos que poco a poco desaparecen sin apenas dejar huella. Una herencia y una sabiduría que hemos despreciado, en muchas ocasiones, cegados por esos otros valores del progreso, ese progreso que quizá estamos pagando demasiado caro y que en realidad, la mayoría de las veces, tampoco nos conduce a la felicidad.

He continuado escribiendo otros relatos en estos últimos años, y la mayoría de ellos tienen que ver de alguna manera con esa temática, la del exilio de un paraíso u otro, que bien puede ser el de la infancia, el de nuestros ideales o incluso el de la propia inocencia. Por eso he querido hacer una recopilación de todos ellos unificándolos con ese título."
Josean

 

 

 

 

 

 

 

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