La
Librería de Cazarabet Indignado
Un ensayo
político desde La Oveja Roja que analiza y se acerca a las resistencias y a las
militancias en Estados Unidos.
Aquellos que
nos cuenta La Oveja Roja:
Ensayo político, crónica e historia oral
para acercarnos a la insurgencia política en el seno de Estados Unidos.
«Soy consciente de que la verdadera escritura
revolucionaria debería abolir la firma y el nombre, de que los libros deberían
ser como las grandes alamedas de Allende y dar paso a un sujeto colectivo y
liberado también en la escritura, pero mientras tanto, o precisamente por eso,
he tratado de escribir sin mirar desde fuera; con otros ojos, con otros y no
sobre otros, acercándome todo lo que pueda hasta que se queme la pupila para autoabolirme y minar la distancia aséptica entre sujeto y
objeto que sostiene y autoriza la racionalidad y la mirada hegemónica de
Occidente en las ciencias sociales.»
Este libro transita entre el ensayo político, la
crónica y la historia oral. Su sujeto: la heterogeneidad y multiplicidad de
luchas contra el imperialismo y el capitalismo dentro de Estados Unidos. La
posición de partida: la universidad. Y la forma empleada: un experimento de
escritura que fisura hasta el límite la subjetividad individual a través del
ruido y la furia de lo colectivo. No se trata de escribir sobre las
insurgencias, sino de hacerlo codo a codo con ellas.
Nos desmarcamos así de esa forma de automutilación epistemológica donde las
palabras suplantan a las cosas y la teoría no se mezcla con la acción. Y lo
hacemos convencidos de que existe una inteligencia propia a los movimientos
sociales, de que el movimiento obrero, los feminismos y los movimientos de
liberación afro estadounidenses y chicanos generan su propia epistemología y
sus herramientas teóricas en el fragor de sus luchas. En última instancia,
nuestro objetivo no es buscar saberes que aplaquen fuegos o conciencias, ni
acabar con la invisibilidad a través del reconocimiento del Amo. A lo que aquí
aspiramos es a otra cosa, a destruir una máquina, a acabar con una construcción
social que reparte invisibilidades con la misma facilidad con que oprime y
explota.
Sobre el
investigador ensayista, Luis Martín Cabrera:
Republicano errante, comunista sin partido, chicano por
solidaridad internacionalista, gringo por necesidad, chileno de adopción y
latinoamericanista por vocación, Luis Martín-Cabrera (Cáceres,
1972) se formó como filólogo en la Universidad de Salamanca. Desde finales de
los noventa vive en Estados Unidos, donde ha completado su formación con una
maestría en Estudios Latinoamericanos en Yale y un doctorado en Lenguas y
literaturas románicas en Michigan. Además de haber recorrido un buen número de
universidades norteamericanas, Martín-Cabrera ha sido militante de distintos
movimientos sociales y sindicales dentro y fuera de sus centros de estudio.
En lo académico, ha firmado varios ensayos pensados desde la cultura y a partir
de la relación inconmensurable entre marxismo y psicoanálisis. Esta matriz de
pensamiento se halla de manera más visible en su libro Radical
Justice: Spain and the Southern Cone
Beyond Market and State (Justicia
radical: España y el Cono Sur más allá del mercado y el Estado; Associated University Presses, 2011) y en el proyecto de creación de un archivo
digital, The Spanish Civil War Memory Project, con
testimonios de militantes antifranquistas y testigos de la violencia fascista en
el Estado español.
Desde hace años integra el colectivo rebelion.org.
Un
artículo muy bueno que nos puede acercar a la lectura del libro: http://www.cronicapopular.es/2015/06/estamos-ustedes-o-las-luchas-de-resistencia-en-estados-unidos/
Cazarabet conversa con Luis
Martín-Cabrera:
-Luis el presente libro,
Insurgencias invisibles, nos acerca de manera directa a cómo se llevan a cabo
las diferentes maneras de protestar y de ser insurgente en EEUU…una sociedad
que, en contra de lo que pueda parecer, segrega y mantiene la segregación
encima de más de un colectivo…y los que protestan, señalan y levantan el grito
al cielo no son menos, ¿qué nos puedes comentar?
Yo creo
que la visión que tenemos de Estados Unidos en España y en América Latina está
fuertemente marcada por dos visiones: una idealista, según la cual los Estados
Unidos son la meca del progreso y la democracia y otra que llamo de la
consolación, según la cual los Estados Unidos son superiores económica y
militarmente, pero en el fondo son una manada de gente blanca, obesa y
descerebrada, cosa que tranquiliza a una izquierda europea supuestamente más
culta y sofisticada, pero no cambia nada y más bien ayuda a naturalizar la
dominación imperial. Yo me puse a escribir el libro, porque estoy convencido de
que ninguna de las dos permite comprender en toda su complejidad lo que son los
Estados Unidos.
En mi
opinión, para desmontar estas dos miradas hay que entender que los Estados
Unidos, como país moderno, se funda sobre el genocidio y el despojo de las
tierras de los pueblos indígenas y sobre la esclavitud. Esa es la historia de
la “acumulación primitiva” como la llama Marx, en su particular encarnación
estadounidense, este es el “hardware” de la sociedad norteamericana, el
“software” es la alternancia entre dos partidos que defienden esencialmente lo
mismo. Lo que sucede es que las clases dominantes blancas en Estados Unidos han
sido muy hábiles escondiendo justamente las resistencias a la dominación y la
explotación, tapando las “insurgencias invisibles” bajo una narrativa de
progreso y democracia eternas, según la cual , hay problemas aquí o allá, pero
esencialmente hay igualdad de oportunidades, de eso va el “sueño americano”,
narrativa maestra del 90% de las películas de Hollywood (la versión más
grotesca del American Dream sería la película THe pursuit of Happyness con Will Smith). ¿Cómo puede ser Estados Unidos el pináculo de
la democracia mundial si tiene la mayor población reclusa del mundo? Pero por
otro lado, ¿Estados Unidos es Bill Gates, Donald Trump,
los Simpsons, la llegada a la luna o Rubén Salazar,
Bobby Seal, Gloria Anzaldúa,
Amy Goodman y el sindicato
de los Wobblies?
-¿Por qué esa segregación….de qué tienen miedo
porque detrás de cada segregación hay miedos, impotencias y no pocos odios…?
En su
origen no hay necesariamente miedo, sino intereses económicos puros y duros que
se asientan sobre la deshumanización y el terror como políticas dominantes de
una clase, un género, una raza y una sexualidad: los hombres, blancos
heterosexuales con propiedad que fundaron el país tal y como se consigna en la
constitución. Lo que sucede es que cuando la dominación y la explotación se
asientan sobre un genocidio y un modo de producción esclavista eso tiene
consecuencias incalculables en el presente. Cuando una sociedad decide que un
grupo de seres humanos dejan de serlo por el color de su piel, que son sujetos infrahumanos cuya vida no vale
nada o vale menos que la vida de los amos blancos, eso genera una política del
odio y el miedo, por cierto, muy ligada a ciertas fantasías sexuales. Por
ejemplo, detrás del transeúnte blanco que cruza la calle cuando se encuentra
con un negro o detrás del policía que dispara sin preguntar contra un negro
desarmado, están, entre otras cosas, la mala conciencia y una fantasía racial
según la cual el hombre afroamericano es hipersexual
y agresivo, siempre dispuesto a violar a las mujeres blancas y a dar muerte al
amo, por lo tanto hay que temerlo, castrarlo real y simbólicamente, someterlo
al terror racial para mantener las jerarquías, son cuerpos abyectos de los que
se puede prescindir sin que haya consecuencias legales. Los informes sobre
linchamientos están llenos de falsas acusaciones de este tipo que justifican el
espectáculo colectivo del terror racial (se imprimían incluso postales
conmemorativas con los cuerpos inertes colgando del árbol).
Desmontar
este sistema de miedos, odios e intereses económicos que, por cierto, no nos es
ajeno en España como país promotor del tráfico de esclavos y antigua potencia
imperial, es un tarea urgente y de largo aliento y, por cierto, no sólo un
problema económico, sino también cultural, simbólico, legal e histórico.
-Mantenerlos en “silencio” , en
estructuras duras y encorsetadas de libertad de todo tipo sumerge a los
insurgentes y contestatarios en posturas más enconadas….y entonces los puntos
de encuentro y hasta los puntos de tratar de sentarse a dialogar son menos
posibles…¿Qué nos puedes argumentar?
No sé si
entiendo bien la pregunta. Con el famoso 1% más rico de la sociedad no sé si
hay algo que discutir. El problema es la relación entre los sectores de la
clase media más o menos sin acceso a los medios de producción, por un lado, y
la clase trabajadora y lumpen que vive en la precariedad más absoluta o
directamente en la abyección, por otro. El asunto es que nuestras sociedades
capitalistas estratifican de manera minimalista los privilegios en una miríada
de direcciones, para naturalizar la dominación. Si tu vives en un Estado social
con ciertos privilegios te vas a alarmar si los ves en peligro, pero si el
mantenimiento de esos privilegios depende de la extracción del trabajo y los
recursos del sur global no vas a protestar tanto. Si eres blanco, probablemente
no te va a importar tanto que a los negros les metan cinco balazos en el cuerpo
sólo por el color de su piel. El problema es el 1%, pero también ese 20% que en
cuanto se recuperó la bolsa y pudo tener un crédito nuevo para abrir un negocio
pequeño o comprar un coche, se olvido de la burbuja inmobiliaria o de ocupar
Wall Street.
En este
sentido, creo que Podemos no acierta del todo cuando trata de “conquistar el
centro”, no debería tratarse de conquistar el centro, sino de hacerlo saltar en
pedazos y sustituirlo por redes de solidaridad que nos permitan pensar cómo
queremos vivir y si de verdad podemos ser libres, si nuestra libertad pasa por
la opresión de otras y otros. Ese trabajo es mucho más lento, pero igual de
necesario que ganar elecciones.
-Hay insurgentes en todos los lugares y sociedades.
Por favor, amigo Luis, ¿qué incorporan las insurgencias que vienen de USA al
conjunto o movimiento insurgente más global?
Creo que
en Estados Unidos tenemos la suerte o la desgracia de vivir en las “entrañas
del monstruo”, como lo llamó el poeta cubano José Martí, en el hegemón global y eso da cierta lucidez y también produce
cierta ceguera en los movimientos insurgentes. Lo otro es que, simplificando un poco, los conflictos
sociales en Estados Unidos se han expresado más en términos raciales que de
“lucha de clases” tal y como expliqué hace un momento. Si uno se fija bien los únicos movimientos
que han amenazado la hegemonía de los Estados Unidos son el movimiento de
liberación negro, los Black Panthers y otros grupos,
el movimiento chicano y los Puerto Rican Lords. El movimiento sindical les sigue, pero siempre
dentro de un esquema reformista, muy infiltrado y también combatido
violentamente.
Creo que
en Europa y, en menor medida en América Latina, tenemos mucho que aprender
sobre esto, porque no somos ajenos para nada una “modernidad colonial”, como la
llama el sociólogo peruano Aníbal Quijano, que expresó la dominación no sólo en
términos de clase, sino también racialmente y en términos heteropatriarcales.
Sólo hay que ver en España, por ejemplo, quién hace los trabajos más duros y
peor remunerados: las mujeres pobres del tercer mundo. El proletariado hoy a
nivel mundial tiene, sobre todo, cara de mujer de piel cobriza.
En este
sentido, el concepto de “lucha de clases”, siendo esencial es insuficiente para
pensar la liberación de la explotación y la dominación capitalista, hay que
abrirlo y ponerlo en diálogo con las tradiciones de lucha afroamericanas o con
el concepto de “pachakuti” –el mundo y el tiempo
patas arriba—de los Aymarás en el altiplano andino.
Europa debe y puede ser “provincializada” como arguye
Dipesh Chakrabarty, hay
vida más allá de la ilustración y de la revolución francesa. Creo que esto no lo acaban de aceptar
marxistas compañeros de ruta, como Carlos Fernández Liria, mi entrañable
Santiago Alba Rico y otras y otros.
-En el libro “miras y vas
retratando” diferentes situaciones que se han ido dando en el mundo de las
insurgencias, las protestas de los diferentes grupos y colectivos, el
obrerismo…¿tan diferente es a lo que vivimos en el llamado “viejo continente”?
Creo que
históricamente sí es diferente, pero que a día de hoy es bastante parecido. El
movimiento sindical en Estados Unidos ha sido combatido y es combatido
virulentamente, fue infiltrado por la mafia, por los servicios de inteligencia,
cooptado, denunciado y combatido con todos los medios con que disponía el
Estado como expresión de la clase terrateniente y empresarial. Los campos de
California, por ejemplo, están sembrados de sangre de líderes sindicales, lo
cuentan Mike Davis y Justin Akers Chacón en un libro
imprescindible, Nadie es ilegal.
Entonces,
hay un nivel de represión mayor y una cultura abiertamente hostil hacia el
sindicalismo. Lo pude ver de primera mano cuando era organizador sindical en
Michigan y en la Universidad de Yale. Nombrar la palabra sindicato
inmediatamente evocaba la palabra mafia, corrupción, burócrata. Los empresarios
cuentan con más poder todavía que en España, la negociación por rama de la
producción es impensable. Mientras tanto, los sindicatos con honrosas
excepciones se han ido replegando, defendiendo mínimos y no máximos, dándole su
apoyo tácitamente al Partido Demócrata, acomodándose pero ¿no es esto lo mismo
que pasa con CC.OO. y con UGT?
Hay que
reinventar el sindicalismo, incluso el combativo, partir del conflicto capital
y trabajo, pero abrirlo más a una dimensión internacionalista, ecológica,
anti-colonial y de género (pensar los trabajos del cuidado, por ejemplo), de lo
contrario podría pasar, como relato en una de las crónicas, que acabáramos con
sindicatos que defienden derechos laborales en casa y guerras imperiales en el
extranjero. Y aún así, aún así, un sindicato malo es mejor que no tener
sindicato.
-¿Qué es lo que te llevó a escribir este libro…hay
algún hecho, alguna situación que te llevó a realizar ese tránsito entre lo que
veías y lo que , con el tiempo, se volcó en un libro?
Sí la
motivación principal parte de situaciones vividas por más de una década. No sé,
de repente, estoy en Yale en una manifestación de trabajadores del hospital y
de la limpieza, 3,000 personas en la calle en New Haven o una marcha en
homenaje a Zapata en el Barrio Logan, el barrio chicano de San Diego, y me
empiezo a preguntar, ¿sabrán que estamos aquí en Madrid, en Buenos Aires, en La
Habana? ¿Sabrán que además de gordos obesos blancos republicanos aquí hay gente
que se la juega por sus derechos, qué pelea desde dentro? Y mi intuición era
pensar que no, que no lo sabían y que yo estaba en un posición de privilegio
para testimoniar sobre ese quehacer colectivo. Dice mi amigo Daniel Noemi que este libro es en el fondo “un poema de amor a los
Estados Unidos; al país que no aparece en las noticias, el que no se conoce, el
que lucha –porque en todas partes se lucha—por un mundo mejor. Al país
terriblemente segregado, pobre, de los Panteras Negras y del movimiento
Chicano, de la Unión del Barrio, de los incipientes (y a veces insipientes)
sindicatos de estudiantes graduados” [1]. Hay una dimensión afectiva fuerte y
una identificación con ese EE.UU. que Daniel ha percibido muy bien y que está
en lo más profundo del libro.
-El libro parece una especie de
guión-documental de diferentes relatos situacionales enlazados de alguna
manera con entrevistas que le dan, al conjunto del trabajo, un aire de
dinamismo….Cuéntanos sobre la metodología de trabajo, sobre cómo ha ido el
proceso de documentación y de investigación…
Claro,
por lo mismo que te estoy diciendo, esta historia no era sólo, mía, sino que se
trata de una experiencia de militancia colectiva, entonces la idea era pensar
cómo podría escribir ese piquete de huelga, esa reunión de un colectivo
anti-racista. Como el medio es el mensaje, la forma y el fondo son
inseparables, acudí a la tradición latinoamericana de la crónica y a la
historia oral para fisurar la voz individual y la
autoridad del intelectual letrado. Lo que ha salido, creo, es un ajiaco
caribeño, un libro radicalmente híbrido y que tal vez no se entienda bien en
España.
Noto por
ejemplo, como cada vez que se habla del movimiento Black Lives
Matter en los medios españoles o de la brutalidad
policial o del problema de la inmigración se llama a sesudos sociólogos para
que pontifiquen, pero no se les ocurre ir a mirar en este libro lleno de
Historia y de historias, a caballo entre la teoría, el ensayo, la crónica y una
voz, la mía, llena de otras voces que hablan por mí o mirar más allá del
presente escuchar a los mismo activistas del movimiento Black Lives Matter, preguntarse por qué
hay un movimiento en defensa de la vida de las personas afroestadounidenses.
Mucha
gente me ha dicho lo de lo cinematográfico, puede ser, estaría bien hacer una road movie, si alguien se anima, ja, ja,ja,ja
-¿Cómo ha influido tu trabajo de profesor en este
libro y en la elaboración del mismo? ; ¿Qué te han enseñado los alumnos y
alumnas y has ido volcando en el libro?
Le debo
muchísimo a mis estudiantes, a provecho la ocasión para darles las gracias
aquí. Sobre todo a las y los latinos de
California, por confiar en mí, por compartir lo que significa en muchos casos
vivir en los arrabales de la ciudadanía, cargar con la frontera y el miedo
dentro del cuerpo, pero también por enseñarme a luchar con dignidad y sobre
todo, por acoger a este huérfano de patria, a este español, comunista,
republicano y errante.
En lo más
práctico hay partes de muchos de ellos en la escritura, a veces, frases
literales, recuerdos de conversaciones. Por ejemplo, esta frase de “tú no eres material
universitario” se la han dicho a casi todos mis estudiantes latinos en la
escuela; aparecen ahí retazos de conversaciones, sueños colectivos,
desordenados, procesados y vueltos a ordenar dentro de un relato que es mío y
es de otras y otros y que, aunque está atravesado por ajustes ficcionales, es
dolorosa y esperanzadoramente real.
Por lo
demás el subtítulo de este libro podría ser Universidad y militancia, hay que
robarle tiempos, saberes y recursos a la Universidad para devolvérselos a los
pueblos y a la sociedad. La universidad debe dejar de contemplarse el ombligo,
debe escuchar a la gente y teorizar desde ahí, dejar de producir abstracciones
alucinantes para un mercado académico cada vez más anémico. Las y los
intelectuales debemos autoabolirnos, no caminar ni
delante ni detrás de los pueblos, sino al lado.
-Luis, si las insurgencias se
mueven en la invisibilidad es porque la sociedad, a mi entender, no es lo
suficientemente madura para asumir ciertos retos que deberían tener que ver con
lo que debería ser una verdadera democracia. ¿Qué nos puedes comentar?
No sé si
es necesariamente falta madurez, es más bien que hay un aparato mediático que
hace invisibles ciertos movimientos o que los inserta dentro de una lógica
mediática bien manipuladora, bien espectacular. Por espectacular entiendo que
se genera un pico de interés mediático que luego se satura y desaparece. Esa
inmediatez no permite pensar históricamente y no pensar históricamente es no
pensar.
En
cualquier caso, en el epílogo del libro aclaro que somos invisibles para ellos,
pero no para nosotras. Por eso, no aspiramos a que el Amo (llámese Estado,
medios de comunicación o Mercado) nos dé la luz nos reconozca, sino a quebrar
la dialéctica del amo y el esclavo que reparte visibilidades e invisibilidades,
opresores y oprimidos, explotadores y explotados.
-Las sociedades, casi todas ellas, tienen los
mismos problemas : la pobreza en lugares que ,por el estallido de “burbujas y
falsas burbujas”, se han quedado huérfanas de tejido humano dinámico---me viene
a la mente Detroit--; los problemas que se desatan en las fronteras; la
incomprensión de la clase media acomodada; la intransigencia de un poder
aferrado a lo que llaman orden y que solo genera desigualdad y desorden y las
violencias, de todo tipo, pero sobretodo las que se generan (tienen su semilla)
el poder de los mercados y de “lo económico”…ya que para que haya ricos
hay que hacer que muchos de los conciudadanos muerdan el polvo en la pobreza,
la injusticia y la desigualdad…¿Qué nos puedes comentar?; ¿Se dan más estas
conductas en EEUU que en otros lugares?, ¿Por qué?
Coincido
con el diagnóstico que haces. No sé si estas cosas se dan más o menos en
Estados Unidos. Creo que hay mayor acumulación de capital y por lo tanto hay,
pese a las desigualdades de todo tipo, más goteo hacía abajo y por lo tanto más
que perder en una eventual rebelión.
De todas
maneras, cuando llegué a mediados de los años 90, pensaba que estaban mucho más
avanzadas y encontraba imposible que el tejido social comunitario en España
pudiera deteriorarse tanto como en Estados Unidos, pero la realidad me ha
quitado la razón. Hoy la cultura del centro comercial, la colonización de los
espacios públicos por parte del mercado en España ya no está tan lejos como
antes de USA.
Y ni
hablar de la hegemonía cultural, yo sería cauteloso a la hora de anunciar el
principio del declive de los Estados Unidos. Económicamente tal vez, pero
siguen teniendo la hegemonía militar y cultural. En lo cultural de hecho ha avanzado,
consumimos sus películas, sus series, sus modos de vida, algunos programas de
televisión están directamente calcados de los de Estados Unidos, además
tendemos a copiar lo peor, este libro también trata de mostrar ese otro Estados
Unidos que no sale en la tele y del que podríamos aprender muchas cosas.
-¿Cómo ha conseguido el Estado silenciar a estos
movimientos o cómo lo va intentando porque, personalmente, cada vez los conozco
más?
Es una
combinación de criminalización de la protesta (multas, reapertura de sumarios
en casos incluso donde la falta de pruebas es palmaria), acoso y deshumanización de las y los
inmigrantes, brutalidad policial contra las minorías raciales, el levantamiento
de un complejo industrial de prisiones destinado a contener a las minorías
raciales en una extensión poco disimulada de las leyes de segregación de la
época de Jim Crow y sobre
todo la financialización de todas las esperas de la
vida pública y privada. Me refiero al sistema de crédito, pero también a la
organización del trabajo y de la vida en general. Creo que no entendemos,
personalmente yo no entiendo, la capacidad de control y disciplina del capital
financiero, no atisbamos a comprender lo que significa que la rama hegemónica
de la producción no sea la tierra o el capital industrial, sino el dinero,
¡Estados Unidos es una sociedad que produce sobre todo dinero!
Por eso
se puede tolerar que haya cierta disidencia, por eso me han permitido en mi
universidad escribir este libro, porque somos hormiguitas en la pata de un
elefante descomunal, el capital financiero, y su capacidad gigantesca de
reproducción de la vida sin respeto por ningún límite ni humano ni planetario.
¡Ojalá que Estados Unidos y el capital financiero terminen siendo la cigarra!
Lo digo cada vez con más pesimismo intelectual, pero con la misma voluntad de
acción.
-¿Es la propia democracia ,en países como EEUU ,
las mismas que “demonizan” tanto a la insurgencia …una “burbuja” , una especie
de “encantamiento de brujos”?
Creo que
por un lado democracia y capitalismo son incompatibles y que por otro el ciberfetichismo, como lo llama César Rendueles,
nuestra visión del mundo a través de una pantalla de computador o de un
teléfono móvil es la burbuja que tapa todas las burbujas. No soy tecnofóbico, pero si entre el mundo y nosotros hay una
pantalla, la empatía y la solidaridad son muy difíciles. Por eso, en el mundo
más mercantilizado de todos los mundos, en Estados Unidos, he defendido junto a
otras y otros las viejas tácticas de organización: las conversaciones cara a
cara, puerta a puerta, oficina a oficina, fábrica por fábrica, la resistencia
de los cuerpos y no de las mal llamadas redes sociales, aunque éstas,
indudablemente, puedan tener alguna utilidad social. No hay nada que pueda
sustituir el contacto humano. La empatía que produce la foto de Aylán es pan para hoy y hambre para mañana, parte de un
lugar bueno, pero desemboca en el mismo nihilismo de este cibercapitalismo
financiero en el que vivimos.
19539
Insurgencias invisibles: resistencias
y militancias en Estados Unidos. Luis
Martín Cabrera
272 páginas 17 x 24 cms.
18,00 euros
La Oveja Roja
Ensayo político, crónica e historia oral para
acercarnos a la insurgencia política en el seno de Estados Unidos.
«Soy consciente de que la verdadera escritura revolucionaria debería abolir
la firma y el nombre, de que los libros deberían ser como las grandes alamedas
de Allende y dar paso a un sujeto colectivo y liberado también en la escritura,
pero mientras tanto, o precisamente por eso, he tratado de escribir sin mirar
desde fuera; con otros ojos, con otros y no sobre otros, acercándome todo lo
que pueda hasta que se queme la pupila para autoabolirme
y minar la distancia aséptica entre sujeto y objeto que sostiene y autoriza la
racionalidad y la mirada hegemónica de Occidente en las ciencias sociales.»
Este libro transita entre el ensayo político, la crónica y la historia oral. Su
sujeto: la heterogeneidad y multiplicidad de luchas contra el imperialismo y el
capitalismo dentro de Estados Unidos. La posición de partida: la universidad. Y
la forma empleada: un experimento de escritura que fisura hasta el límite la
subjetividad individual a través del ruido y la furia de lo colectivo. No se
trata de escribir sobre las insurgencias, sino de hacerlo codo a codo con
ellas.
Nos desmarcamos así de esa forma de automutilación epistemológica donde las
palabras suplantan a las cosas y la teoría no se mezcla con la acción. Y lo
hacemos convencidos de que existe una inteligencia propia a los movimientos
sociales, de que el movimiento obrero, los feminismos y los movimientos de
liberación afroestadounidenses y chicanos generan su
propia epistemología y sus herramientas teóricas en el fragor de sus luchas. En
última instancia, nuestro objetivo no es buscar saberes que aplaquen fuegos o
conciencias, ni acabar con la invisibilidad a través del reconocimiento del
Amo. A lo que aquí aspiramos es a otra cosa, a destruir una máquina, a acabar
con una construcción social que reparte invisibilidades con la misma facilidad
con que oprime y explota.
Fragmentos: http://www.laovejaroja.es/insurgencias-f.htm
Republicano
errante, comunista sin partido, chicano por solidaridad internacionalista,
gringo por necesidad, chileno de adopción y latinoamericanista por vocación, Luis
Martín-Cabrera (Cáceres, 1972) se formó como filólogo en la
Universidad de Salamanca. Desde finales de los noventa vive en Estados Unidos,
donde ha completado su formación con una maestría en Estudios Latinoamericanos
en Yale y un doctora¬do en Lenguas y literaturas
románicas en Michigan. Además de haber recorrido un buen número de uni¬versidades norteamericanas, Martín-Cabrera ha sido
militante de distintos movimientos sociales y sindi¬cales
dentro y fuera de sus centros de estudio.
En lo académico, ha firmado varios ensayos pensa¬dos desde la cultura y a partir de la relación incon¬mensurable entre marxismo y psicoanálisis. Esta
matriz de pensamiento se halla de manera más visible en su libro Radical Justice: Spain and the Southern
Cone Beyond Market and State (Justicia radical: España y el Cono Sur más allá del mercado
y el Estado; Associated University
Presses, 2011) y en el proyecto de creación de un
archivo digital, The Spanish
Civil War Memory Project,
con testimonios de militantes antifraquistas y
testigos de la violen¬cia fascista en el Estado
español.
Desde hace años integra el colectivo rebelion.org.
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