La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Francisco
Xavier Redondo Abal, autor de "Bibliotecarias e
bibliotecarios infames" (Laiovento)
Este verano veía la luz un libro de ensayo, en lengua gallega,
que se lee muy bien desde la editorial Laiovento, se
trata de BIBLIOTECARIAS E BIBLIOTECARIOS “INFAMES”. Un muy buen libro que nos
acerca, desde la pluma de Francisco Xavier Redondo Abal
y con el prólogo de Manuel Rivas (que ya muy bien escribiese sobre el
sufrimiento de los libros, plumas y escritos en su Los libros arden mal que le
publicase Alfaguara en el 2006) nos acercan a la represión más allá del libro,
como materia, también de aquellos que los cuidan y los facilitan públicamente.
Sobre el prologuista, Manuel Rivas poco a decir, mejor
consultar para salvar dudas: http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Rivas y si lo que queréis es acercaros a la obra a la
que apuntamos más, mejor clicar a: http://www.alfaguara.com/es/libro/los-libros-arden-mal-3/
Nos llama un poco la atención esto de lo “autos de
fe”, así que buceamos para explicaros de dónde vienen estos actos públicos que
se celebraban para “purgar” pecados. Os acercamos a la definición: http://es.wikipedia.org/wiki/Auto_de_fe
El autor se ha puesto siempre entre la investigación
de todos aquellos comprometidos con la cultura….haciendo del uso de esta algo
para alimentar los ideales de libertad, convivencia…He aquí un trabajo suyo,
que también puede ayudarnos a entender
mucho más, el presente libro que edita Laiovento, http://www.congresovictimasfranquismo.org/wp-content/uploads/2011/12/23.-Xabier-Redondo.-Depuraci%C3%B3n-bibliotecarios.pdf
La historia nos ha dejado, desgraciadamente, otras
represalias sobre los libros: http://es.wikipedia.org/wiki/Quema_de_libros
Puede que éste sea el episodio de quema de libros más
conocido, al menos dentro de la Historia Contemporánea: http://www.dw.de/10-de-mayo-1933-quema-de-libros-por-los-nazis/a-16805510
El Franquismo
también dejó sus particulares y nefastas huellas cuanto a la quema de libros:
https://www.meneame.net/story/quema-libros-30-abril-1939-mano-falange
Este trabajo de Ana María Rus es digno de leer: http://www.represura.es/represura_8_febrero_2013_articulo2.html
Fernando Larraz que editó,
también como Ana María Rus(ésta editó La persecución del libro) un libro con Trea, Letricidio español, nos
dejó esta entrevista muy especial con Cazarabet conversa con: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/letricidio.htm
Pero esto es lo que nos dice, en realidad, la
editorial del libro de Francisco Xavier Redondo Abal
:
“Los enemigos de España fueron condenados al fuego.
Con motivo de lana Fiesta de él Libro se celebró un
auto de fe en el patio de lana Universidad Central, pronunciando él catedrático
Antonio Luna lanas siguientes palabras:
"Para edificar a España una, grande y libre,
condenamos al fuego los libros separatistas, los liberales, los marxistas, los
de lana leyenda negra, los anticatólicos, los de él romanticismo enfermizo, los
pesimistas, los pornográficos, los de un modernísimo extravagante, los cursis,
los cobardes, los pseudocientíficos, los textos malos y los periódicos
chabacanos.
E incluimos en nuestro índice a Sabino Arana, Juan
Jacobo Rousseau, Carlos Marx, Voltaire, Lamartine, Máximo Gorki, Remarque,
Freud y al Heraldo de Madrid"
Periódico Ya (Madrid), 2 de mayo de 1939
"El secreto de la libertad radica en educar
las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantos
ignorantes". Maximilien Robespierre (1758-1794)”
El autor:
Se trata de un pontevedrés,
licenciado en geografía e historia por la Universidad de Santiago de
Compostela. Trabajó en el Archivo Histórico Provincial de Pontevedra, en el
Municipal de Meaño y en la Biblioteca Pública de
Cambados… actualmente lo hace en la Biblioteca de la Universidad de Santiago de
Compostela. Tiene publicados artículos en diferentes revistas y es autor de
libros como: Percorrendo
a catástrofe; Botarse o monte; Memorias de Marcelino Fernández Prada, un
alcalde socialista e revolucionario; Alfonso Ortega Prada: memorias de un
socialista perseguido por el fascismo y A memoria dos libros: incautación,
expolio e desfeita da biblioteca de Santiago Casares
Quiroga. En Laiovento ha publicado O fulgor e as tebras: as bibliotecas na Galizia da II República e a súa
destrucción durante a Guerra Civil; Proceso a unha biblioteca: a persecución de Castelao
a través da incautación da súa biblioteca e O mar e a memoria o Expediente Armesto.
Cazarabet conversa con Francisco Xavier Redondo Abal:
-Francisco, ¿estamos ante un
libro que reivindica la memoria de una especie de “guardianes de la cultura y
las lecturas” que fueron represaliados…?
-Estamos
ante un estudio que sí hace un ejercicio de memoria y al tiempo pretende reivindicar
y reparar los nombres de los perseguidos y los olvidados, de aquellos que
trabajando en bibliotecas, archivos y museos arqueológicos no hicieron más que
procurar el bien común a través de la difusión del libro y de la cultura en
general. Hablamos de hombres y mujeres que trabajaban en silencio, con
profesionalidad, que no buscaban el premio, la fama o la notoriedad. Tratamos
de auténticos patriotas, en el sentido de que perseguían la solidaridad, la
fraternidad, la justicia social, la igualdad de oportunidades, el conocimiento
y progreso de y para todos. Y lo hicieron usando como herramientas el libro y
la enseñanza y aprovechando la oportunidad que por primera vez en toda nuestra
historia les brindaba un Estado, el republicano, que hizo suyo una cuestión
primordial: erradicar el analfabetismo que según el Censo de 1930 afectaba a
casi la mitad de la población española. Aquellos hombres y mujeres que ponían
un orden fértil en las bibliotecas y los archivos eran, en efecto, los
guardianes de la cultura, sí, pero sobre todo eran los responsables de que
aquellas lecturas custodiadas en esos centros pudieran llegar a todos los
sectores de la población, independientemente de su status social, su género o
su lugar de residencia. Aquellos represaliados por defender la cultura no
fueron héroes. Simplemente actuaron y trabajaron en consecuencia con su
profesión: socializaron la lectura porque pensaban que el libro era un arma
invencible de solidaridad y progreso social. En mi ensayo procuro recuperar
aquellos nombres injustamente olvidados. Precisamente comienzo el estudio
recogiendo unas palabras de Teresa Andrés, una bibliotecaria excepcional que
falleció exiliada en París en 1947, y que en un momento dado pronunció las
siguientes palabras: "Nos enterró el olvido. Parecía que no hablaban de
nosotros porque no les dejaban y era, simplemente, que nos habían
olvidado". Pues para que no los olviden escribí este libro.
-Siempre se ha hablado más de otros colectivos como
del de maestros y maestras que, también defendiendo la cultura desde la
enseñanza fueron represaliados…..yo, personalmente, desconocía un poco más la
historia que rodeaba a los bibliotecarios y bibliotecarias…Cuéntanos,¿ el
propósito era generar , entre este colectivo, miedo para que no se atreviesen a
tener entre sus estanterías, a facilitar lecturas a las gentes que resultasen “como comprometidas para el
régimen dictatorial, en este caso, franquista”?
-Los
avances en materia biblioteconómica aparecidos
durante la etapa republicana fueron espectaculares. No sólo se renovaron los
viejos fondos bibliográficos de las bibliotecas sino que se generalizó el
acceso a las mismas y se impulsó el préstamo a domicilio. La depuración de
bibliotecarios y bibliotecarias fue un aviso a navegantes: tras la victoria
franquista ya no había sitio para la innovación y muchos menos para la difusión
y propagación del libro. La censura campó a sus anchas y todos quedaron
advertidos de que en el Nuevo Estado lo prioritario estaba íntimamente ligado
al nacional-catolicismo. Salirse de ese renglón suponía el castigo y el
descrédito. Muchos libros fueron prohibidos, ya por su temática o por quien
fuera su autor. Incluso Platón fue mal visto por las nuevas autoridades que
"conocían" que era el autor de un ejemplar titulado La República. Puede
sonar a broma pero es la triste realidad. Pero, además, hay que señalar que en
la depuración franquista prima un evidente componente ideológico de corte
fascista y represivo. A eso hay que añadir que los sublevados siempre
entendieron la cultura como el paradigma de todos los males que
"amenazaban" a España: las universidades, los ateneos, los
intelectuales, la Institución Libre de Enseñanza, los maestros, los
bibliotecarios... todos conformaban la "anti-España" y todos ellos
debían ser combatidos. Incluso por la fuerza de las armas.
-Creo por lo que he leído que
llegaron a crear un régimen de terror en torno a las lecturas…entonces, ¿cómo
se podían educar mentes y “almas” libres?
-En 1910,
un autor llamado Andrés Manjón advirtió que la Institución
Libre de Enseñanza estaba "formando cerebros aptos para la
revolución". Podríamos citar cientos de ejemplos como este para ilustrar
el concepto que aquellos retrógrados tenían de la enseñanza y la cultura. Pero
es fácil entender que, con estos mimbres, el odio hacia todo aquello que
significara librepensamiento, libertad de cátedra, difusión cultural y
creativa, lectura sin censura, etc., suponía el lógico resultado a semejantes
premisas. Cuando en julio de 1936 llegue la tormenta que asolará a España,
muchos edictos, órdenes y disposiciones atenderán a la prohibición, persecución
y censura de ciertos libros y lecturas. Se hablará de "literatura
pornográfica y disolvente" para referirse a Blasco Ibáñez, a Valle-Inclán,
a Voltaire, a Spinoza, a Luzuriaga, a Zweig, a Pérez Galdós, a Baudelaire, a Freud... Se
calificará como "veneno para las inocentes mentes de nuestra
infancia" las lecturas para niños que enviaban a las escuelas el Patronato
de las Misiones Pedagógicas... Se afirmará con rotundidad la existencia de un
"grado de perversión moral y depravación provocado por la literatura
disolvente y pornográfica"... Se animará a la quema pública de libros,
folletos y periódicos "judíos, marxistas y antiespañoles"... Se
fusiló a maestros, se cerraron escuelas, se persiguió a bibliotecarios... Este
era el panorama dominante en aquella España beata y negra.
-¿Qué repercusiones ha ido teniendo esto que,
creo, va más allá de una censura, en
el transcurso de los años…?
-En primer
lugar, en Galicia, tenemos constatado la quema pública de libros en Ferrol, A
Coruña, Vigo... nada más iniciarse la contienda. Luego llegarán las
incautaciones, expolios y depuraciones de bibliotecas, tanto privadas como
públicas. En el primer caso son bien conocidos los casos de las bibliotecas de
Casares Quiroga en A Coruña o la de Castelao en
Pontevedra. A continuación se crearon las comisiones depuradoras de bibliotecas
públicas por una orden de 16 de septiembre de 1936. Estas tuvieron como radio
de acción los distritos universitarios y, especialmente, los consejos dados por
el sacerdote Pablo Ladrón de Guevara que a principios del siglo XX publicó una
obra titulada Novelistas malos y buenos. Allí se calificaban un buen
número de títulos como sensuales, obscenos, blasfemos, peligrosos, inmorales,
heréticos... Sobran pues los comentarios. Pero el resultado final fue la
privación a varias generaciones del acceso a la cultura general y la
constatación de que España se había convertido en un paisaje lunar en cuanto a
la lectura y la enseñanza.
-¿Cuántos bibliotecarios y bibliotecarias fueron
represaliados y cómo era esa represión?
-En
octubre de 1935 había en España cerca de 300 funcionarios agrupados en el
Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. No todos ellos
recibieron con entusiasmo la llegada de la Segunda República: algunos provenían
de escalafones muy alejados en el tiempo (incluso de finales del siglo XIX),
mantenían profundas creencias religiosas y profesaban ideas conservadoras.
Representaban, en definitiva, la élite de la profesión y ocuparon los lugares
más altos del escalafón. Otros, las generaciones más jóvenes, tomaron como
suyos los esfuerzos dinamizadores que en el terreno de la cultura adoptaron las
autoridades republicanas. Eran hombres y mujeres de un gran dinamismo, que
habían pasado temporadas formándose en el extranjero, conocían idiomas, creían
en la libertad y en la solidaridad. Aquellos que mostraron simpatía por el
régimen republicano o militaron en partidos políticos de izquierda, sindicatos
de clase, ateneos, escuelas laicas o de librepensamiento... todos ellos pagarán
un altísimo precio cuando se produzca la victoria franquista. Aquellos que no
fueron asesinados o que no optaron por el exilio fueron investigados
exhaustivamente, hasta el último rincón de su existencia. Un juez (que era al
tiempo compañero de profesión) se encargó de sacar a la luz el pasado
democrático de decenas de facultativos. Ese instructor se llamaba Pedro Miguel
Gómez del Campillo y desde 1930 era el director del Archivo Histórico Nacional.
Allí montó su propio juzgado de instrucción, en la madrileña calle de
Recoletos, entonces rebautizada como Calvo Sotelo. Gómez del Campillo investigó
hasta la saciedad, contó con la delación de sus compañeros más conservadores y
sugirió castigos de acuerdo a la Ley de 10 de febrero de 1939, una ley
redactada para limpiar de "indeseables y anti-patriotas" al cuerpo
funcionarial. Muchos facultativos fueron postergados, trasladados a provincias
e incluso separados definitivamente de su profesión. Los bibliotecarios
castigados fueron enviados a archivos provinciales de Hacienda para alejarlos
de los libros y sus usuarios. El número de bibliotecarios y archiveros
depurados fue muy elevado pero hay que tener en cuenta que también fueron
investigados los encuadernadores, restauradores, fotógrafos, auxiliares de
bibliotecas... Por no hablar de una figura que apenas ha sido estudiada: la del
maestro-bibliotecario, es decir, el responsable de las escuelas rurales que
recibieron lotes de libros del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes
y del Patronato de las Misiones Pedagógicas para crear pequeñas bibliotecas en
aquellos lugares.
-Crear ignorantes o fabricarlos,
casi que estaría mejor dicho ,es algo que se ve que a los gobiernos y
gobernantes les debe de resultar como “rentable”…sobretodo en según en qué coyunturas históricas….lo importante es
crear y fabricar seguidismo, gente que obedezca sin preguntar y está claro que
los libros, muchos de ellos, no animan a ello y los que los facilitan
tampoco…¿De alguna manera, aunque haya libertad de expresión y las formas sean
diferentes, esto se está dando hoy en
día?
-Absolutamente.
Los libros y la lectura, es decir, la enseñanza y la educación, implican que
uno piense por sí mismo, se hace autónomo y sobre todo crítico e independiente.
Quien lee y se instruye desarrolla una mente lógica, evaluadora y, como dije
antes, crítica. Esto supone que esa persona no es fácilmente manipulable y,
además, poco propensa a la sumisión. La lectura fomenta hábitos de discusión,
de contraposición de idearios, de pensar sin tabúes ni prohibiciones, con plena
libertad de elección. En definitiva, la enseñanza crea hombres y mujeres
libres. Crea ciudadanos, no súbditos. La lectura desplaza la superchería y los
dogmas incuestionables, sustituyéndolos por el pensamiento, el razonamiento y
la deducción. Las autoridades de la Segunda República querían erradicar el
analfabetismo (que rondaba el 43% de la población española) para que la gente
asumiera la capacidad de elegir en libertad. Los responsables del Ministerio de
Instrucción Pública sabían que sólo la instrucción, la lectura y la cultura (en
términos amplios) podrían facilitar el asentamiento del régimen republicano y
su sistema democrático de gobierno. Por eso apostaron por las escuelas y por
las bibliotecas, erradicaron la desigualdad existente entre el campo y la
ciudad y llevaron libros y maestros a los lugares más apartados de la geografía
española. Aquellos ministros de Instrucción Pública, como Marcelino Domingo o
Fernando de los Ríos, lo tenían muy claro. José Ignacio Wert
también lo tiene meridianamente claro: destrozar la enseñanza pública, impedir
el acceso a determinados segmentos de la población a la educación a través del
recorte en becas y ayudas y, por último, subvencionar colegios religiosos
representa apostar por una escuela elitista y discriminatoria, dominante y
clasista. Otro tanto podríamos decir del IVA cultural, el segundo más alto de
Europa. El negocio es obvio: todos ellos salen ganando pues siguen manteniendo
en su poder los resortes que facilitan la manipulación, el engaño y el
desconcierto. Sí, ellos son casta.
-¿Cómo ha sido el proceso de documentación para la
escritura de este ensayo y cómo la metodología de trabajo?
-A través
de diferentes estudios tuve conocimiento de la existencia de los expedientes de
depuración a que fueron sometidos todos los bibliotecarios y archiveros
españoles pues, en realidad, eran funcionarios públicos y como tales fueron investigados
y examinados de acuerdo a la Ley de 10 de febrero de 1939 que fijaba las normas
para la depuración de todos y cada uno de ellos, ya fueran maestros,
diplomáticos, jueces, trabajadores de compañías arrendatarias del Estado, etc.
Esos expedientes se encuentran en el Archivo General de la Administración de
Alcalá de Henares donde todo fueron facilidades para su consulta y
reproducción. El tamaño de la documentación fue tal que decidí circunscribir en
primera instancia el estudio a Galicia. Es decir, elegí a aquellos facultativos
nacidos o ligados íntimamente a Galicia por diferentes cuestiones. Claro que
eso me llevó a citar a muchos otros que nada tenían que ver con mi tierra.
Luego, vas tirando del hilo, una lectura te lleva a otra, una situación concreta
te aconseja indagar en otra cuestión ligada a aquella y al final compones el
trabajo. Para mí fue un recorrido alucinante, por desconocido. Un
descubrimiento continuo. Por lo demás, metodológicamente, intenté ser riguroso
en el manejo de las fuentes y, sobre todo, trabajar honestamente. Pero
desconozco si lo habré conseguido.
-Francisco Xavier: veo que tu producción como
escritor e investigador está ligadísima al mundo de los libros, las
bibliotecas….un mundo donde te mueves como pez en el agua al haber estado
trabajando en archivos, bibliotecas… ¿fue al estar trabajando en estos ámbitos
cuando pensaste en escribir(al encontrarte con la información, aunque tuvieses
que investigar y demás…) de los libros, las bibliotecas y la represión sobre
ellos…?
-En
realidad todo empezó cuando aprobé las oposiciones a la Biblioteca
Universitaria de Santiago de Compostela, en 1993. Había unos temas sobre
historia de las bibliotecas en España y cuestiones relacionadas con la lectura
pública a lo largo de los tiempos. Curiosamente, en la bibliografía que
manejabas para elaborar los temarios siempre había un vacío en el momento de
abordar los años 30 y 40 del pasado siglo. O al menos, se pasaba muy de
puntillas. Aquellos paréntesis siempre me llamaron la atención. ¿Existió la
lectura socializada durante la Segunda República? ¿Y los bibliotecarios? ¿Cómo
acogieron los impulsos dados por las autoridades del Ministerio de Instrucción
Pública al libro y la biblioteca? ¿Saludaron con el mismo entusiasmo los
esfuerzos en pro de la lectura pública, de la apertura de las bibliotecas sin
discriminaciones? ¿Modificaron los fondos bibliográficos de aquellas
bibliotecas obsoletas donde prevalecía la cuestión religiosa, como
interpretaciones de la Biblia, hagiografías de santos, comentarios a los
Testamentos...? Luego, paso a paso, vas descubriendo las actividades de las
Misiones Pedagógicas (con Manuel Bartolomé de Cossío) y de la Junta de
Intercambio y Adquisición de Libros para Bibliotecas Públicas (con Antonio Zozaya), por ejemplo, y observas que España caminaba en la
buena dirección. Pero, por desgracia, también descubres que tras el golpe de
Estado de julio de 1936 se hacen normales las quemas públicas de libros,
los expolios de bibliotecas privadas, la censura, la persecución de los
bibliotecarios que colaboraron en la expansión del libro y la lectura.
-Francisco Xavier, también te acercas a personas, vinculadas al
izquierdismo y al republicanismo… ¿es una manera, sientes tú, de reivindicar su
memoria y en conjunto la memoria histórica? Por cierto, ¿cómo ves o sientes el
proceso, reivindicaciones y demás que ha ido tomando, y evolucionado la Memoria
Histórica?
-Por
supuesto que pretendo reivindicar la memoria de los represaliados, de los
inocentes, de los perseguidos. Para ellos (bibliotecarios o no) nunca hubo paz.
La persecución fue implacable, muy lejos del espíritu cristiano de piedad y
reconciliación. El mismo general Franco advertía en mayo de 1939: "No nos
hagamos ilusiones: el espíritu judaico, en alianza con el marxismo, no se
extirpa en un día y aletea en el fondo de muchas conciencias". Sí, al
estudiar a los bibliotecarios depurados pretendo reparar el nombre de los
invisibles, de los que quedaron en la desmemoria y el olvido. Gentes
absolutamente inocentes. ¿La Memoria Histórica? Yo no sé qué es la Memoria
Histórica. Sólo puedo decir que hoy, en España, todavía hay personas que opinan
que cuando alguien busca los restos de su familiar asesinado y enterrado en una
cuneta como un perro, ¡¡¡ese alguien cree que aquel está pensando en las
subvenciones!!! Pues semejante barbaridad fue dicha por todo un señor diputado
del Partido Popular, Rafael Hernando. ¿Es posible mayor impiedad? Hay en España
muchas asociaciones y personas que se mueven con honestidad en el terreno de la
Memoria Histórica. Se producen avances en la reparación de los nombres y
afloran elementos que nos hacen más justos, libres y solidarios. Pero esos
avances acontecen a pesar de los poderes públicos. Eso es muy triste y dice muy
poco a favor de este Estado supuestamente democrático. ¿Cómo entender que
todavía hoy no se condene al franquismo sin paliativos? ¿Cómo es posible que se
califique de "régimen autoritario" a un Estado fascista y criminal
como fue el franquista? ¿Resulta admisible que hoy en día muchas calles y
plazas aún conserven los nombres de los golpistas? ¿Es justo pensar que en 1936
todos fueron iguales y todos en igual medida? No, pero todo ello es fruto del
desconocimiento, de la mitología heredada tras cuarenta años de dictadura. Hay
que seguir avanzando, con rigor y metodología, con honestidad y sin
revanchismos. Pero hay que proseguir en la tarea de reivindicar el pasado, por
muy duro que resulte.
-En qué estás trabajando, actualmente, amigo
Francisco, ¿nos puedes avanzar algo?
-Acabo de
publicar un pequeño trabajo en la revista A Trabe de Ouro
sobre los bibliotecarios que quedaron atrapados en el Madrid republicano en
1936 y que conformaron una auténtica Quinta Columna autónoma. Bibliotecarios
que deseaban la victoria franquista y que, no pudiendo escapar de la capital
del Gobierno republicano, pusieron todos sus esfuerzos en boicotear y torpedear
cuántas órdenes emanaran de las autoridades legítimas en lo que concierne, por
ejemplo, a la salvaguardia del patrimonio histórico, artístico y bibliográfico
amenazado por los saqueos y los bombardeos. Por lo demás, siempre hay miles de
ideas para seguir trabajando que poco a poco van cogiendo sentido, siempre
aparecen asuntos que hacen despertar tu curiosidad. Como escribió Manuel Rivas:
"Vamos profundizando laboriosamente en la estratografía
de la infamia". Ahora mismo estoy trabajando en la edición de las memorias
de un antiguo preso republicano, oriundo de Ferrol y colaborador con la
guerrilla antifranquista a finales de la década de los años 40.
-Este año, se está publicando mucho sobre el tema de los libros y la
represión que han sufrido…sin ir más lejos Trea lo ha
hecho con "Letricidio español" de Fernando Larraz y "La persecución del libro" de Ana María
Rus… ¿te has hecho con sus lecturas?, ¿nos puedes recomendar algo sobre la
cuestión de los libros, libreros, bibliotecarios y bibliotecarias…?
-Conozco los trabajos de Fernando Larraz, por ejemplo El monopolio de la palabra,
publicado en 2009 que estudia la literatura del exilio español durante el
franquismo, así como Una historia transatlántica del libro, del año 2010
sobre la edición en España y Latinoamérica durante la pasada década de los 40.
Tomo nota del Letricidio español (¡y
prometo leerlo!). De Ana Martínez Rus sólo puedo responder con palabras de
admiración. Leí nada más salir a la calle La persecución del libro, un
excelente trabajo que abarca los años 1936 hasta 1951 y donde se estudian
cuestiones como la censura franquista, la destrucción y/o la depuración de
bibliotecas, la producción editorial en la posguerra y, por supuesto la
persecución de los bibliotecarios y archiveros que vieron en la lectura
socializada de la época republicana una esperanza para el progreso y la
justicia social. Martínez Rus documenta sus trabajos con minuciosidad y rigor,
aporta nuevos e interesantes enfoques sobre estas cuestiones y, desde luego,
para mí siempre es un placer consultar sus trabajos como, entre otros, La
política del libro durante la Segunda República o San León Librero. Sobre
la segunda pregunta, puedo deciros que hay infinidad de buenos estudios
relativos al tema en cuestión, ya sea en artículos, ponencias o libros. Autores
como Enrique Pérez Boyero, Mariano Boza, María Cristina Gállego, Inmaculada de
la Fuente, Alicia Alted, Luis García Ejarque, Marta
Torres Santo Domingo, Ramón Salaberría, Rosa San
Segundo, Romà Seguí... Yo os recomendaría el libro de
un bibliotecario exiliado en 1939, Juan Vicens de la
Llave, titulado España viva: el pueblo a la conquista de la cultura. De
todos modos, siempre hay que leer a quienes con sus escritos incitaron al odio
contra los libros: Suñer Ordoñez, Teodoro Rodríguez, José María Pemán, Fernando García Montoto,
Rafael Valdés, Antonio Sierra... sólo así entenderemos el despropósito que llevó
a tanta destrucción y, a la postre, a la dictadura y a la opresión.
18169
Bibliotecarias e
bibliotecarios infames. Francisco Xavier Redondo Abal
175 páginas 14 x 21 cms.
16,00 euros
Laiovento
Vas ler algo que fai abanear o mobiliario histórico. Vas recibir unha información perturbadora, un deses estrelampos que
se abre paso entre as lamias da persiana da ocultación, perpetrada ás veces coa hipócrita desculpa da
"operación Olvido". Vas entrar en Bibliotecarias e bibliotecarios
"infames", vas saír da autoestrada do relato histórico convencional, vas ir
a pé, a valmontes, pola banda inhóspita da historia, e vas sentir que a
intrahistoria, como o rumor dun bater de alas nun bosque queimado, vén por ti.
Cada vez que entres nunha biblioteca ou nun arquivo, ou cada vez
que escoites "depuración" ou "extirpación", vaste lembrar de Bibliotecarias e bibliotecarios
"infames", de como o compromiso
polo espallamento do saber se converteu nunha proba
de cargo e nunha mancha ominosa, de como palabras de uso hixiénico ou sanitario poden ser envelenadaspolo
arsénico do odio e metamorfosearse en sinistros eufemismos.
Este é un libro de historia, si. Ben feito. Impecábel. Mais tamén un libro que fai historia:
un acto de verdade, xustiza e
reparación. Bibliotecarias e bibliotecarios "infames"semella escrito
coa perseveranza luminosa do guizo,
ese pau resistente onde a lingua de lume faise lapis, nun movemento ben
sutil.
Manuel Rivas
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