La Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... David Barba,
responsable de la edición de “Idries Shah. Reflexiones / El libro del libro” (La Llave)
Reflexiones
desde la pluma, el sentir y la reflexión más profunda de Idries
Shah.
Ediciones
La Llave nos acerca aquí una edición
bien especial sobre cómo emplear el amor como instrumento que nos abrirá no
pocas puertas y deshará no pocos nudos desde las Reflexiones de Idries Shah.
Una
editorial muy, muy entrañable:
http://www.edicioneslallave.com/
Aquello que
nos dice el libro:
Tan
breve como impactante, Reflexiones es, en palabras de la Premio Nobel
de Literatura Doris Lessing, «una vivaz colección de
fábulas, comentarios y aforismos de gran calidad» que desafían al intelecto
condicionado. En Reflexiones, Idries Shah confronta al lector con perspectivas e ideas
inusuales, en un intento de liberar la mente para ver las cosas como realmente
son.
El prefacio dice: «¿Imaginas que las fábulas existen
solamente para divertir o instruir, y que están basadas en ficciones? Las
mejores son trazos de lo que sucede en la vida real, en la comunidad y en los
procesos mentales del individuo».
El
autor, Idries Shah:
Autor
y maestro situado en la cima del conocimiento secreto de la tradición Sufi, Idries Shah
fue un prolífico escritor con una enorme repercusión popular: sus libros
abarcan desde la psicología y la espiritualidad hasta los cuentos de sabiduría
y los estudios culturales. Considerado como el gran divulgador del Sufismo en
Occidente, nació en Simla, India, en el seno de una familia de la nobleza
afgana, y fue educado en Inglaterra. Distinguido con títulos como Sayed (descendiente de Muhammad), Hadrat
(La Presencia) o Gran Sheikh de la Tariqa Naqhsbandi, su manera de
enseñar generaba desconcierto y solía provocar las iras de los académicos, así
como la admiración de personalidades como Doris Lessing,
Ted Hughes, Robert Graves, J.D. Salinger o Jorge Luis
Borges. Su sentido del humor y sus ideas sobre la atención y la intuición, hoy
comúnmente aceptadas, hacen de su obra un constante aprendizaje contra el ego y
un vehículo imperecedero hacia la consciencia.
Hay
que “saber un poco más”: https://es.wikipedia.org/wiki/Idries_Shah
https://idriesshahfoundation.org/es/
https://www.caminoconciencia.org/cuentos-idries-shah-camino-conciencia
Cazarabet conversa
con David Barba, editor de La Llave:
-¿Qué nos puedes explicar de este libro y de su publicación en Ediciones La
Llave?
-En 2018 hemos publicado dos de los 25 libros de la Colección Idries Shah: sus obras completas
irán apareciendo en Ediciones La Llave en los próximos años. Los primeros
volúmenes son “Reflexiones” y “El libro del libro”.
Reflexiones es un libro breve que te golpea. Doris Lessing dijo que se trata de “una vivaz colección de fábulas,
comentarios y aforismo de gran calidad”, que desafían al intelecto condicionado
típico de nuestra cultura.
“El libro del libro” es una obra con sorpresa. Se trata de un
texto breve y asombroso que pretende educar en la diferencia entre el
contenedor y el contenido. Cuando apareció por primera vez en Inglaterra hace
35 años, generó un auténtico escándalo: el lector se dará cuenta de por qué en
cuanto lo tenga en sus manos…
-Por favor, amigo, acércanos un poco a la figura de Idries Shah.
-Idries Shah
fue un sufí en el pleno sentido del término: un místico loco, vividor,
profundamente sabio, capaz de generar un tipo de conocimiento en sus
interlocutores que no tiene nada que ver con el tipo de conocimiento al que
estamos acostumbrados. Sus críticos, los eruditos, decían que se inventaba
cosas, lo criticaban muchísimo. Era un hombre escandaloso, que dedicó su vida a
tratar de sacar a la mente condicionada de su aturdimiento, y solía provocar
las iras de los académicos y los culturetas, lo que
le provocaba gozosas carcajadas. Conocerle era sinónimo de convulsión. No ha
habido otro maestro sufí como él desde entonces.
-¿Qué tenía de especial desde su faceta de intelectual,
divulgador, escritor…?
-Dio a conocer como nadie el sufismo en Occidente. Era poseedor
de muy vastos conocimientos simbólicos y a su manera fue un heredero natural
del místico Georges Gurdjieff y de su Cuarto Camino.
También popularizó en Occidente las historias y cuentos del Mulá Nasrudín, un sabio loco capaz de ponerse en ridículo para
transmitir valiosas lecciones.
-Pero todo ello obedecía a su manera de congeniar y/o entender
la vida, ¿no?
-Idries Shah
sabía lo que han intentado compartir otros místicos, desde el Tao, el Zen y el
Budismo tibetano, por ejemplo, a lo largo de siglos: que la mente convencional,
con su cháchara inagotable, sus prejuicios, sus sesgos de confirmación, su
paranoia y miedos… es un enorme impedimento para el desarrollo de la conciencia
y de la sensación de ser, es decir, de un ser organísmico,
autorregulado. Los humanos nos perdemos en cosas
demasiado estúpidas y el trabajo psicoespiritual de Idries Shah consiste en fomentar
otro tipo de conocimiento que no es fácilmente descriptible. Como dicen los
sufís, “sólo el que lo prueba lo sabe”. Hay un cuento del mulá Nasrudín que lo describe bien: el mulá está buscando algo
bajo un farol, en plena noche. Sus amigos comienzan a ayudarle. “¿qué has
perdido, Nasrudín?” “La llave de mi casa”. Después de
horas de búsqueda infructuosa, alguien pregunta: “¿pero seguro que la has
perdido aquí?” Y él responde: “no, la he perdido dentro de casa, pero es que
aquí hay más luz”.
Nosotros también buscamos la llave de nuestra casa (es decir,
buscamos el ser) allá donde hay más luz: en la fama, el brillo intelectual, el
dinero… Así nos distraemos de una vida más genuina, que sólo puede encontrarse
buscando en el pozo oscuro de la conciencia, es decir, dentro de casa.
-¿Qué enseñanzas, siempre, nos encontramos en cualquier
escrito firmado por Idries Shah?
-Son tantas… pero te cuento una de ellas con un cuento del
mismo Shah:
Un hombre se encontró con otro, el cual era apuesto,
inteligente y elegante. Le preguntó quién era. El otro dijo: «Soy el Diablo.»
«Pero no puedes serlo», dijo el primer hombre, «pues el diablo
es malvado y feo.»
«Amigo mío», dijo Satanás, «has estado escuchando a mis
detractores.»
-Creo que la realidad supera a la ficción, pero él le daba una
vuelta de tuerca muy particular a esto, ¿no?
Shah enseñaba a la gente que la realidad cotidiana es, en buena parte, una ficción
dañina. Y enseñaba a abrirse a otras posibilidades, otras maneras de pensar…
Enseñó a toda una generación a entender Oriente. Y su manera de explicar esa
llamémoslo magia no era precisamente convencional:
“Una voz me susurró anoche: ‘No existen voces que susurren en
la noche’”
-Utiliza “lo mejor de nosotros o que
de nosotros pueda surgir” para hacer frente a las trampas que nos encontramos
en este camino que es la vida…
-Y siempre quiere sacar a la gente de su catatonia
existencial. Otro cuento citado por Shah:
Un
día, el juez pidió a Nasrudín que le ayudara a
resolver un problema legal.
- ¿Cómo me sugerirías que castigue a un difamador?
- Córtales las orejas a todos los que escuchan sus mentiras -replicó el mulá.
-Idries Shah
no era escritor de los conocidos libros de autoayuda---tal como se entienden
hoy--, pero sus libros, su lectura nos acerca a conceptos que nos impregnan de
salidas, desde el amor como instrumento, para ayudar y con ello ayudarnos…
-El amor, en todo caso, sería un tema subyacente. Le interesa
más la otra cara de la moneda, que es la conciencia. Nos creemos sabios y somos
muy inconscientes, muy idiotas. Idries Shah sabe que, como mínimo, uno puede empezar
reconociéndose como un idiota (de modo que se volverá automáticamente un poco
menos idiota). Estamos muy dormidos, no queremos cambiar, no vemos nada:
-Un hombre, perseguido por un tigre hambriento, se volvió
desesperadamente para enfrentarlo y clamó: «¿Por qué
no me dejas en paz?» El tigre contestó: «¿Por qué no
dejas tú de ser tan apetecible?»
-Porque el hecho de ayudar, escuchar, empatizar
tiene mucho a ver con la manera de ser de Idries Shah y de trasladarlo a sus escritos y, de alguna manera, a
sus lectores. ¿Qué nos puedes reflexionar?
-Idries Shah
era un bárbaro, un crítico implacable de nuestros vicios, especialmente de los
vicios de la moral y la cultura occidental, de nuestro victorianismo
tan poco asumido. Pero al mismo tiempo era un hombre que gustaba de la gente,
que sabía escuchar… Borges, Graves, Salinger
admiraban a Idries Shah. Y
él, finalmente, era un hombre sencillo: “Da siempre más de lo que tomes”,
enseñaba.
-¿A qué público puede interesar, cres
como editor, la o las lecturas de Idries Shah?
-Todo aquel que quiera adentrarse en una senda de
autoconocimiento y de desarrollo de su conciencia encontrará en Idries Shah el conocimiento
necesario como para aprender a denunciarse las trampas de su propio ego. Pero
decir solo eso sería dejar pequeño a Idries Shah…
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