La Librería de Cazarabet Indignado

9788490451960 (1).jpgCazarabet conversa con...   Ignacio Gutiérrez Gutiérrez, coordinador del libro "La democracia indignada. Tensiones entre voluntad popular y representación política" (Comares)

 

 

Ignacio Gutiérrez Gutiérrez coordina este magnífico “encuentro” de firmas que nos “hablan” de la indignación en torno a la democracia que vivimos y en que vivimos.

Cuando la ciudadanía dice: “sentirse indignada”…el sistema sobre el que esta ciudadanía habita se suele indignar antes o después, pero termina, inevitablemente, consentido…nuestra ciudadanía, hoy por hoy, viaja indignada y se encuentra indignada y es por eso que el sistema democrático, aunque joven, se encuentra indignado y enfadado….Y cuando los unos ,los otros y el sistema está indignado por muy bien que pudiese andar un país…nada sería positivo..es difícil e infumable ser feliz con este nivel de indignación y enfado generalizado desde el continente, la propia democracia al contenido, sus ciudadanos…

La ciudadanía está indignada y la democracia, también porque , por activa y por pasiva, la han ido dinamitando y  el surgimiento del 15M y todo lo que con  este movimiento ciudadano se ha ido derivando es una prueba más …las mareas ciudadanas y de diferentes colectivos, los descréditos a la clase política y el rechazo de la sociedad a estos y a los sindicatos….las burlas al sistema y los ascos, cada vez más evidentes, a los integrantes de las diferentes y principales instituciones son buena prueba de ello….La gente se ha movilizado y ha tomado, de alguna manera, la calle, aún con la Ley Mordaza amenazando al ciudadano…

Todo esto, aún desde mi “triste” y poco especializada  analítica me hace pensar que ha abonado mucho el camino hacia una “nueva forma” de ver y entender la política que ha sido aprovechada por nuevas personas que han incurrido en el panorama político conformando el nuevo partido Podemos que ha roto muchas expectativas y que ha incurrido con una fuerza bestial en la política y entre la ciudadanía. ellos son fruto, también de este “fenómeno” que es la democracia indignada.

Con Ignacio Gutiérrez Gutiérrez conversaremos ofreciéndonos , mejor dicho, dándonos su opinión sobre el libro y sobre “elementos” o puntos sobre los que “planea” el libro, son opiniones particulares y personales sobre el tema, porque (nos gustaría que quedase clari) él no habla por el resto de plumas que se reúnen en  el libro. La entrevista recoge su opinión personal….verá, también que su intención tampoco es resumir el libro

Lo que nos dice Comares:

Desde hace algunos años, un grupo de profesores del Departamento de Derecho Político de la UNED venimos organizando sesiones de trabajo sobre temas que nos parecen de cierta transcendencia. Tras La inclusión de los otros: símbolos y espacios de la multiculturalidad (23 y 24 de noviembre de 2011) y Constitución y globalización (26 de junio de 2012), los días 21 y 22 de noviembre de 2013 se celebraron en Madrid las Jornadas sobre La democracia indignada: tensiones entre voluntad popular y representación política. 
Todas estas jornadas se celebran gracias a la generosa confianza de los ponentes, casi sin excepción procedentes de otras universidades, que reciben la propuesta de abordar un tema prefijado por los organizadores, junto con el esquema general de las sesiones, sin conocer de antemano a sus compañeros de mesa. En todos los casos nos hemos encontrado con aceptaciones inmediatas y sin reservas, en horas veinticuatro, lo que nos permite desvelarles enseguida el secreto del programa completo. Como sospechamos que en preparar sus intervenciones tardarán algo más de tiempo del que Lope necesitaba para llevar sus comedias de las musas al teatro, todo eso lo hacemos con la debida antelación, aproximadamente un año antes de la fecha prevista para las sesiones. Les pedimos también que, después de la exposición y el debate, nos entreguen unos textos; de modo que, con la ayuda no menos generosa de ciertas editoriales, hemos logrado publicar siempre algún testimonio de nuestros coloquios .
Esta presentación tiene por objeto ofrecer al lector el marco de análisis que en esta ocasión propusimos a los ponentes para encuadrar sus intervenciones iniciales. Pero cada uno gozó de plena autonomía para interpretar y desarrollar su parte; de ese modo, el relato final de las jornadas no sólo se ve enriquecido por la pluralidad de estilos, sino también por las nuevas tramas y los giros imprevistos que cada contribuyente, de acuerdo con su peculiar perspectiva, ha considerado oportuno introducir en él. Ello abre también nuevas posibilidades al lector, que bien puede reconstruir el texto final en términos distintos de los que esta introducción sugiere, sin disponer los elementos conforme al mismo plano general que se ofreció de modo indicativo a los responsables de elaborarlos. Las piezas del discurso admiten, sin duda, muy diversas articulaciones. 
Esto es más cierto con el paso del tiempo; cuando, como ocurre ahora, nuevos datos y acontecimientos aparecidos tras el cierre de los textos por parte de los autores pueden sugerir cambios de acento en los análisis y en los pronósticos. En cualquier caso, las jornadas no pretendían un análisis coyuntural, determinado por las urgencias del momento y de validez igualmente fugaz, sino reflexionar con alguna perspectiva cuando ya habían transcurrido dos años y medio desde el inicio de las movilizaciones del 15-M. Quizá la relativa distancia desde la que se escribieron, particularmente adecuada para la reflexión intelectual, permita que las consideraciones ahora publicadas proyecten una luz más clara también sobre los desarrollos recientes.

La crisis económica, decíamos en nuestra propuesta, ha convertido en insoportables las deficiencias del sistema representativo. En tiempos de bonanza se pasan por alto, pero eso resulta más difícil cuando el sistema no ofrece respuesta para los graves problemas cotidianos. Se reclaman entonces no sólo otros resultados (bienestar) u otras políticas, sino también otras formas políticas: una democracia real que supere los límites de la democracia representativa de partidos. Analizar esta situación quedaba bajo la responsabilidad de Enrique Guillén, a quien se le propuso como título para su ponencia «Las enseñanzas del 15-M, o de cómo la democracia representativa se topa con límites insoportables». 


10440883_246944485514433_3239287733704655712_n.jpgLa primera respuesta supuso reactivar la participación a través del ejercicio de ciertos derechos fundamentales: hablamos de las masivas convocatorias del 15-M, del toma la plaza o el rodea el Congreso, de las reuniones, concentraciones, manifestaciones y huelgas, del ejercicio masivo del derecho de petición a través de plataformas sociales. Correspondía explicarlo a Elviro Aranda («El ejercicio de los derechos fundamentales como poder democrático»). Una segunda reacción se orienta hacia las posibilidades que abre la democracia directa: hay propuestas de que se celebren referenda no sólo para la autodeterminación territorial, sino también para convalidar la política económica del Gobierno, por ejemplo; y también se han puesto en marcha varias iniciativas legislativas populares, la más célebre de ellas por parte de la Plataforma anti-desahucios. De ello se ocuparía Miguel Presno («Instituciones de democracia directa»). 

Esa activación social también necesita organizarse: de un asambleísmo más o menos primario y de las redes sociales se pasa a técnicas más depuradas, con comisiones, grupos de trabajo, plataformas e incluso se crean en internet instrumentos alternativos de información que sustituyen a la prensa convencional, muy afectada por la crisis económica. Es la temática que, en principio, encargamos a Miguel Boix, bajo el título «La organización de los contrapoderes». Pero, además, ¿qué tipo de poder ejercen esos nuevos contrapoderes? Porque ya no son un clásico mecanismo de control social, como el que ejercía la prensa tradicional, sino que van más allá: desde la resistencia ciudadana, por ejemplo frente a las ejecuciones hipotecarias, hasta la búsqueda de la hegemonía ideológica, que en su caso se concretará sólo a medio y largo plazo, pero que ya desempeña un papel central en la acción social. De ello nos debía hablar Ramón Adell («El poder de los contrapoderes»).


Al final, sin embargo, la conversión del contrapoder ciudadano, de una nueva voluntad popular, en decisiones con eficacia pública, desde la reforma de la ley hipotecaria a la de la ley electoral, exige una cierta institucionalización: también los nuevos actores necesitan y buscan una cierta representación, en cursiva si se quiere. Y ello supone asumir la lógica propia de la organización política, con los riesgos que ello entraña; son bien conocidos, por ejemplo, a partir de la experiencia de los verdes alemanes. Tales serían «Las enseñanzas del tiempo transcurrido, o de cómo la democracia representativa sigue siendo imprescindible», una ponencia de la que se encargaría Josep M.ª Castellet.

Este esquema tenía algo de fábula, como advirtió enseguida Enrique Guillén, cuyo gusto por la literatura es conocido. Pero, como señaló él mismo, la enseñanza de las fábulas no siempre fructifica; y, del mismo modo que la cigarra y la hormiga persisten una y otra vez en sus conductas, los seres humanos nos empeñamos en tropezar con las mismas piedras. 


Nos ampara una buena excusa: como somos animales con conciencia del tiempo, nuestros tropiezos nunca nos parecerán idénticos, pues tienen lugar en momentos diferentes, en nuevos contextos históricos. La democracia, en efecto, pretende convertir la voluntad popular, la voluntad del demos, en decisiones políticas más o menos estables, en poder público, en cratos. Pero el pueblo, el demos, es una magnitud variable, que cambia no sólo de opinión y de voluntad, sino también de configuración, de estructura. Y el poder, el cratos, cambia no sólo sus formas y mecanismos, sino incluso de ubicación: hoy sabemos, por ejemplo, que el lugar de las decisiones principales no es el Parlamento nacional, sino que se ha desplazado hacia las instituciones políticas de la Unión Europea y hacia instituciones económicas más o menos articuladas que de modo muy genérico identificamos como «los mercados». ¿Cómo podemos llevar hasta allí la renovada y siempre cambiante voluntad popular? 


En ello consiste el reto actual de la representación política, al que se enfrentaron los ponentes de estas Jornadas; los organizadores les agradecemos una vez más su participación, así como a los colegas y alumnos asistentes, que con sus intervenciones enriquecieron el debate. Como coordinador, me siento obligado a insistir en la fortuna que supone para mí colaborar estrechamente desde hace años, y también en esta ocasión, con María Salvador, Fernando Reviriego y Jorge Alguacil, tan competentes colegas como excelentes amigos. Lo hacemos en un Departamento que ha sabido generar espacios de convivencia y autonomía óptimos para enmarcar el trabajo universitario; Pilar Mellado, directora del mismo en los últimos años, encarna ejemplarmente ese espíritu y merece por ello también nuestro reconocimiento.

El autor, Ignacio Gutiérrez Gutiérrez:

https://www.innova.uned.es/webpages/igutierrez/web.htm

 

Cazarabet conversa con Ignacio Gutiérrez:

s200_ignacio.guti_rrez_guti_rrez.png- Ignacio, si una democracia no está en constante vinculación con cierta dosis de indignación… ¿no sería verdadera democracia, no?

-La democracia implica atribuir a los ciudadanos la responsabilidad de su propio destino; y, desde luego, es inherente a las personas cierto grado de insatisfacción. De un lado, porque los proyectos que traza su voluntad miran más lejos de lo que las circunstancias reales permiten alcanzar en ese momento: justo eso es lo que nos lleva a ir superando los límites del presente, a progresar hacia nuevos horizontes. De otro, porque la adopción de decisiones colectivas implica, en mayor o menor grado, cesiones de unos y de otros, que en esa misma medida ven sus pretensiones parcialmente insatisfechas. La democracia, en cuanto gobierno de los ciudadanos, cuenta siempre, por tanto, con cierta insatisfacción, y la aprovecha para seguir avanzando. 

Pero la indignación es una idea más potente; se trata del sentimiento que surge en quien percibe que no es tratado conforme a las exigencias de su propia dignidad. No se refiere, pues, a la frustración derivada del fracaso, siempre relativo, en lograr lo que se pretende; sino que alude a la irritación que surge en quien no se siente reconocido como lo que fundamentalmente es: un ser humano dotado de un valor inconmensurable, precisamente la dignidad de la persona.

El Estado social y democrático de Derecho es un régimen político cuya construcción pretende apoyarse directamente en las exigencias de la dignidad, que implican reconocer a todos la libertad, la igualdad y la participación en las decisiones que comporta la autodeterminación colectiva. En tal régimen existirán siempre insatisfacciones, pero no debería caber la verdadera indignación: nadie se indigna si se siente partícipe activo de la vida pública, si es tratado conforme a las exigencias del principio de igualdad, si ve reconocidas sus libertades elementales. Cuando se perciben sentimientos más o menos generalizados y persistentes de indignación, hay que sospechar, por tanto, que las imperfecciones en el régimen de convivencia han alcanzado un nivel excesivo.

- Analizáis el fenómeno ciudadano 15M. ¿Qué crees que se está derivando a partir de este movimiento y en torno a  la crisis económica, social y que ha llegado hasta lo humano y lo cultural? Lo que vengo a plantearos es si la crisis es lo primero que está siendo “presa” de la globalización

-La pregunta es compleja. El 15M es un movimiento específicamente español, que surge en un momento muy determinado; pero, a la vez, constituye la reacción, en ese tiempo y en este espacio, frente a problemas con alcance global.

La crisis económica que se extiende desde 2008 a partir de los Estados Unidos es global porque ya previamente el capitalismo financiero se ha globalizado. En particular, la libre circulación de capitales y mercancías presiona a los trabajadores de los países más desarrollados para que compitan con los de otros países, algunos de ellos llamados emergentes, en los que existen condiciones laborales penosas; y eso se resuelve deteriorando las condiciones laborales en Occidente: trabajo precario y bajadas salariales, también paro y deterioro de unos servicios públicos (sanidad, prestaciones sociales por jubilación o desempleo, educación…) que servían como garantía de las condiciones básicas de existencia digna para los trabajadores. Pero simultáneamente hay beneficiados, que son quienes juegan con su dinero en todas partes y, moviéndolo sin cesar en mercados virtuales, eluden legal o ilegalmente los impuestos que permitirían al Estado democrático no sólo garantizar cierta igualdad solidaria entre sus ciudadanos, sino también tener alguna autonomía de acción frente a los mercados financieros: ahora los Estados dependen casi por completo de la financiación que pueda obtener en ellos.

Las sociedades del bienestar europeo toleran con dificultad esa pérdida de autonomía y el incremento de las desigualdades, que con razón perciben como una quiebra del pacto social básico en el que se asentaba el Estado social y democrático de Derecho. Las reacciones políticas, catalizadas por partidos que hasta el momento no existían o se habían mantenido al margen de los procesos de decisión, parecen muy diversas, en la medida en que ponen el acento en distintos lugares; pero su origen común permite también identificar algunos rasgos compartidos. Quiero destacar uno: el empeño por recuperar el papel del Estado nacional, que se percibe como el lugar propio de la democracia y de la igualdad solidaria, frente a la integración supranacional y la globalización. Y lo quiero destacar porque, justamente, pone en evidencia los límites de esa reacción política. En efecto, al capitalismo globalizado no pueden enfrentarse Estados con población y poder económico relativamente reducidos, como son los de Europa occidental; necesitan apoyarse recíprocamente en esa lucha y coordinar sus esfuerzos. Y, aún así, el éxito en absoluto está garantizado.

En España, el 15M supone una “toma de conciencia” colectiva sobre la existencia de esos problemas; un primer esbozo, fundamentalmente emocional, de reacción compartida cuando se percibe la crisis como generadora de injusticias y de servidumbres. Funciona, en cierto modo, como “condición de posibilidad” de muchos fenómenos y procesos que, en ese sentido, han derivado de él. Primero, diversas mareas “toman la calle” (educación de todos para todos, sanidad pública, justicia gratuita, colectivos anti-desahucios…); luego se comienzan a articular movimientos políticos de confluencia en torno a algunas de esas mismas plataformas o a partidos y coaliciones ya existentes; finalmente surgen los círculos de Podemos y se termina consolidando Podemos como partido. Pero estos procesos son diferentes entre sí; todos canalizan una indignación compartida, pero sus objetivos y estrategias difieren, incluso pueden entrar en tensión.

ignaciogutierrezprimerplano.jpg- Pero el 15M es algo más que un movimiento de indignación;  porque aporta mucho, desde el plano de “nuevas visiones”, a la hora de ver y entender la política, los problemas sociales…

-En efecto, el 15M no sólo reacciona, sino que también propone. Lo que ocurre es que cuando esas propuestas, inicialmente acumulativas, se tienen que articular en un proyecto, se descubre que no siempre encajan todas; a veces por razones estructurales, a veces por cuestiones estratégicas.

Así, las tensiones sobre las formas de entender la política en el proceso de organización de Podemos son ya conocidas, y responden a una alternativa perfectamente razonable, cuyos polos pueden formularse de forma simplificada: los objetivos o los instrumentos políticos; o, dicho en otros términos, la conquista del poder democrático o la garantía del pluralismo democrático en el camino hacia el poder.

En el ámbito de las propuestas sociales existen también problemas de articulación. Destacaré el que plantea la identificación de los objetivos económicos en el marco de la globalización. Yo creo que las perspectivas ecológicas hacen plausibles las tesis que abogan por el decrecimiento como propuesta general. Pero, incluso al margen de esta tesis, lo cierto es que un Estado como España sólo puede garantizar la igualdad inherente a la dignidad de las personas si asume que algunas de las medidas adoptadas al efecto pueden generar pérdida de competitividad internacional e incluso decrecimiento; y, por tanto, la lucha por la igualdad de los ciudadanos, en el actual contexto de la globalización, implica que una parte significativa de éstos ha de renunciar a los niveles de bienestar particular que ha conocido hasta ahora. Considero que la alternativa se presenta de modo muy diverso en unos países y otros, pero entre nosotros podría resultar menos traumática de lo que parece: la posición de las mayorías apenas se vería alterada, pues se trata de optar entre un mayor crecimiento que beneficia especialmente a los más ricos y un eventual decrecimiento que nos iguala a todos. Y, sin embargo, el discurso del crecimiento sigue siendo mayoritario; seguramente por la misma razón que ha llevado a resolver en un sentido muy preciso el debate anteriormente aludido: a corto plazo, es el único capaz de suscitar apoyos entre quienes se perciben como clases medias, a las que evidentemente se pretende seducir.

- ¿Qué creéis que hemos aprendido a través del 15M?

-Enseñanzas hubo muchas; pero el aprendizaje es algo costoso, que exige tiempo y receptividad por parte de los sujetos que reciben esas enseñanzas, incluso disciplina y organización en el proceso de asimilación. Es demasiado pronto para saber qué se ha aprendido, y sobre todo para diferenciar lo que han aprendido unos y otros. Ni siquiera está claro que el balance final vaya a ser positivo. Por ejemplo: ya sabíamos que se podía usar la calle como lugar de la política, pero quizá aprendieran más quienes desde el poder descubrieron los riesgos de perder el control físico de los espacios públicos. Se descubrió la potencia de los medios de comunicación digitales, de las retransmisiones en streaming de los actos públicos y de las manifestaciones; pero el aprendizaje de quienes pretenden reprimir o manipular esa información no ha ido a la zaga. Se percibió la creatividad de la discusión libre; pero quienes tenían proyectos preconcebidos pusieron a prueba los mecanismos de selección y manipulación orientados a convertir el debate en asentimiento y aclamación. El conocimiento, también el aportado por el 15M, es poder; pero el poder puede ser un temible gestor del conocimiento generado socialmente.

- ¿Es la pluralidad y el ágora, la participación ciudadana, lo que le ha dado más dinamismo al movimiento 15M, una de sus principales “bazas”?

-Cierta racionalización del ímpetu participativo es inevitable: la participación ciudadana en el ágora es tendencialmente discontinua y desigual. Incluso resulta deseable, pues una “democracia de la plaza pública” termina apoyándose en el segmento de población capaz de  incrementar su peso cuantitativo mediante la persistencia, un criterio cuyo valor cualitativo es discutible.

En cuanto a la pluralidad: el 15M introduce en el espacio político a determinados sectores sociales que se habían mantenido al margen del mismo, en ocasiones por su legítima resistencia a plegarse a las segmentaciones políticas convencionales. En ese momento se agregan y aciertan a generar procedimientos de debate y participación que respetan su singularidad. Ese incremento de la pluralidad democrática merece un juicio sin duda positivo, constituye una aportación neta del 15M.

La pluralidad se conserva luego en grado diverso en cada uno de los distintos procesos y movimientos que dan continuidad al 15M, a los que hemos aludido más arriba. Por lo que se refiere a la articulación de una propuesta directamente política, la reducción de la pluralidad también termina siendo inevitable, pues un programa legislativo y de gobierno ha de orientarse conforme al principio de coherencia de la acción pública. Justamente por ello, el mejor modo de mantener activa la pluralidad del 15M es no reducir su herencia a uno u otro de sus legados, necesariamente parciales. Ya hemos dicho que del 15M surgieron fenómenos y procesos diferentes, que en su diversidad recogen la pluralidad que estaba en el propio 15M. En concreto, no debemos reducir el 15M a mero precedente de Podemos: los límites inherentes a la acción de un partido político, que seguramente no se pueden superar, no debieran lastrar las expectativas abiertas por un movimiento más plural que otorgó visibilidad política a tantas ideas y a tantos grupos de acción.

- ¿Qué precedentes crees que ha tenido el 15M en España?

-Antes del 15M habían existido movimientos de denuncia, pero el 15M está marcado por algo sin antecedentes claros: la sensación colectiva de haber quedado al margen de proceso político institucionalizado, pero de estar, al mismo tiempo, en condiciones de recuperar protagonismo. Desde las movilizaciones de los años 1985 y 1986 por el no en el referéndum sobre la permanencia en la OTAN  y la huelga general del 14 de diciembre de 1988, el célebre y ya casi olvidado 14D, hasta el no a la guerra de 2003, siempre habían existido referencias institucionales más o menos precisas. Para encontrar unas sensaciones similares quizá haya que remontarse al periodo de la transición, cuando el anquilosado sistema político del franquismo desfallecía sin estar aún abiertos los cauces para los movimientos de oposición. El paralelismo es, sin duda, significativo. Se trata, ahora, de garantizar que los cauces que se abran, e indudablemente se han de abrir algunos, no excluyan ninguno de los elementos creativos que el 15M ha podido generar.

- En lugar de recortes y de Leyes Mordaza, ¿no crees que a una sociedad en crisis le hacen falta acrecentar sus derechos y sus “poderes” democráticos?

-Los recortes en los Estados del bienestar son inherentes a la crisis, que es en realidad un  desarrollo consecuente con el capitalismo globalizado; y el incremento de la represión es la prueba de que, como antes señalábamos, el poder también aprende del 15M. Es natural que, ante el deterioro inequitativo del Estado social, la ciudadanía responda en la calle; y es también natural que los promotores de esa desigualdad pretendan reprimir la protesta ciudadana incluso a costa de las garantías propias del Estado de Derecho.

Lo importante, pues, no es lo que a una sociedad “le hace falta”; sino, de un lado, lo que es esperable atendiendo a su situación y su evolución. Pero de otro, más decisivo aún, importa lo que esa sociedad sea capaz de lograr mediante su esfuerzo colectivo: si desea más derechos, deberá conquistarlos.

- ¿Son las Iniciativas Legislativas Populares una de las mejores armas de la democracia?

-Las ILP son uno de los mecanismos que permiten a los ciudadanos encauzar sus demandas hacia el circuito institucional; pero, con su regulación actual, lo cierto es que resulta demasiado optimista considerarlas como un “arma de la democracia”. La experiencia de la ILP de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas es el mejor ejemplo de que la voluntad de los firmantes de la ILP, inserta luego en el ámbito de las Cortes Generales, puede terminar siendo desvirtuada.

Sin título-1.jpg- ¿Qué es aquello que deberíamos saber de la fuerza y el poder de las ILP?

-Precisamente eso: que tienen sólo tanta fuerza y tanto poder como demuestren los que la han promovido. En la práctica, la ILP sirve como catalizador de una movilización; pero esa movilización sólo será eficaz si, tras la presentación de la ILP ante el Congreso de los Diputados, se mantiene activa durante la tramitación parlamentaria y hasta la votación final de la proposición.

- Algunos ciudadanos, frente al abuso del poder, ¿podemos verdaderamente plantearnos ser un “contrapoder”? ¿Debemos hacerlo para dignificar nuestro paso por la vida?

-La dignidad no exige sólo liberarse del poder ajeno, sino también participar positivamente en la configuración del destino colectivo: determinar los titulares de los poderes públicos, por ejemplo eligiendo representantes, y orientar su acción. Por eso, el poder en democracia no debe concebirse sólo frente a los ciudadanos, sino que al mismo tiempo proyecta su libre autodeterminación: ejercer el poder es, aquí, el ejercicio de un mandato de los ciudadanos, en interés de los mismos y a su servicio.

Pero los ciudadanos deben también mantener el máximo nivel posible de implicación cotidiana en los asuntos públicos, para seguir orientando la acción de sus representantes una vez designados y evitar que éstos abusen de la posición que les ha sido atribuida. Y, al efecto, deben reservarse esferas privadas de libertad individual y colectiva con las que garantizar que sus criterios se pueden formar y expresar en libertad, de modo que no puedan ser simplemente desatendidos por quienes en determinado momento son titulares de los poderes públicos. Todo esto conforma una opinión pública activa y participativa, que ahora calificamos de “contrapoder”. Por supuesto que lo es: resulta evidente que las cosas han cambiado a medida que los ciudadanos han sabido alzar la voz y organizarse.

Pero también la idea de “contrapoder” es ambigua: al poder sólo lo frena otro poder, de modo que un contrapoder es, también y necesariamente, un poder, un verdadero poder. Como tal, corre el riesgo de ser instrumentalizado, incluso se puede abusar de él. Por eso es tan importante la garantía de la pluralidad social.

- ¿Cómo debemos y cómo podemos participar si tenemos deseos y el ánimo de “cambiar las cosas”? Porque no todo debe de ser “meterse en política”. ¿Se pueden cambiar las cosas desde otras parcelas de trabajo?; ¿cómo lo ves?

-“Las cosas” que hay que cambiar forman un entramado tan complejo que su transformación exige la acción en todas las parcelas; en cualquiera de ellas, si somos conscientes de que nuestra intervención tiene alcance general, estaremos “metiéndonos en política”. Existen niveles de implicación y de proyección para todos los gustos.

Hay trabajos cuyo simple desempeño consciente lleva consigo la transformación de la realidad. Por ejemplo: los profesores de Derecho tenemos la responsabilidad de contar la verdad sobre la efectividad y la eficacia de las normas jurídicas, sin quedarnos en el mero análisis de sus mandatos; y de este modo, sin salir de nuestro trabajo e incluso sin adoptar una posición expresamente crítica, desenmascaramos una realidad que, en su objetiva injusticia, constituye el mejor estímulo para la movilización. Porque la realidad no sólo se compone de hechos, sino también de conciencia de los mismos y de organización social.

Sin título-3.jpgPor eso, todo movimiento de articulación ciudadana al margen de las instituciones, como este mismo Cazarabet, contribuye a cambiar las cosas. Y ese cambio es tan necesario en tantos frentes que nadie debe pensar que su contribución es irrelevante. El movimiento feminista tiene aún mucho camino por recorrer, especialmente en ámbitos que aparentemente aceptan sus postulados, pero que se mantienen aferrados a una definición de la esfera pública entroncada en la tradición patriarcal. Los colectivos de extranjeros y de apoyo a los inmigrantes y los movimientos interculturales constituyen un fundamento imprescindible para la verdadera democratización del sistema. Las redes transnacionales son también un elemento fundamental para generar un orden global compatible con la libertad y la democracia en cualquier escala. Y también hay que cobrar conciencia de que todo esto es meterse en política, porque la política es lo que determina la vida colectiva de la gente.

- Pero las garras del poder responderán si el contrapoder se moviliza. ¿Cómo y de qué manera?; ¿qué podemos o debemos esperar del poder, de sus formas y maneras…?; ¿lo debemos “temer”?

-Por supuesto que el poder es temible, especialmente cuando teme ser despojado del poder. El miedo está, evidentemente, en ambos bandos, y puede retroalimentarse. Ya se están adoptando normas administrativas y penales, y tomando medidas policiales y políticas, que pretenden silenciar la reacción ciudadana, incluso a los medios de comunicación que se limitan a darle cobertura informativa.

Pero eso no constituye solo una reacción frente a la movilización ciudadana, sino que es consecuencia directa de la crisis: también quienes se benefician de la injusticia saben que ésta es una fuente objetiva de inseguridad, y actúan en consecuencia, poniendo en marcha medidas de protección de sus propios intereses particulares. Por eso, el miedo no se elimina cerrando los ojos o encerrándonos en casa, porque con ello solo conseguiríamos perpetuar una situación de injusticia que llevaría consigo más inseguridades y mayor represión. El único modo de superar el miedo es afrontar su reto y eliminar sus causas; en definitiva, construir un orden legítimo en el que nadie tenga motivos para la indignación.

 

 

9788490451960 (1).jpg18478   
La democracia indignada. Tensiones entre voluntad popular y representación política. Ignacio Gutiérrez Gutiérrez (coord.)   
176 páginas        17 x 24 cms.
17.00 euros
Comares


I. Desde hace algunos años, un grupo de profesores del Departamento de Derecho Político de la UNED venimos organizando sesiones de trabajo sobre temas que nos parecen de cierta transcendencia. Tras La inclusión de los otros: símbolos y espacios de la multiculturalidad (23 y 24 de noviembre de 2011) y Constitución y globalización (26 de junio de 2012), los días 21 y 22 de noviembre de 2013 se celebraron en Madrid las Jornadas sobre La democracia indignada: tensiones entre voluntad popular y representación política.
Todas estas jornadas se celebran gracias a la generosa confianza de los ponentes, casi sin excepción procedentes de otras universidades, que reciben la propuesta de abordar un tema prefijado por los organizadores, junto con el esquema general de las sesiones, sin conocer de antemano a sus compañeros de mesa. En todos los casos nos hemos encontrado con aceptaciones inmediatas y sin reservas, en horas veinticuatro, lo que nos permite desvelarles enseguida el secreto del programa completo. Como sospechamos que en preparar sus intervenciones tardarán algo más de tiempo del que Lope necesitaba para llevar sus comedias de las musas al teatro, todo eso lo hacemos con la debida antelación, aproximadamente un año antes de la fecha prevista para las sesiones. Les pedimos también que, después de la exposición y el debate, nos entreguen unos textos; de modo que, con la ayuda no menos generosa de ciertas editoriales, hemos logrado publicar siempre algún testimonio de nuestros coloquios .
Esta presentación tiene por objeto ofrecer al lector el marco de análisis que en esta ocasión propusimos a los ponentes para encuadrar sus intervenciones iniciales. Pero cada uno gozó de plena autonomía para interpretar y desarrollar su parte; de ese modo, el relato final de las jornadas no sólo se ve enriquecido por la pluralidad de estilos, sino también por las nuevas tramas y los giros imprevistos que cada contribuyente, de acuerdo con su peculiar perspectiva, ha considerado oportuno introducir en él. Ello abre también nuevas posibilidades al lector, que bien puede reconstruir el texto final en términos distintos de los que esta introducción sugiere, sin disponer los elementos conforme al mismo plano general que se ofreció de modo indicativo a los responsables de elaborarlos. Las piezas del discurso admiten, sin duda, muy diversas articulaciones.
Esto es más cierto con el paso del tiempo; cuando, como ocurre ahora, nuevos datos y acontecimientos aparecidos tras el cierre de los textos por parte de los autores pueden sugerir cambios de acento en los análisis y en los pronósticos. En cualquier caso, las jornadas no pretendían un análisis coyuntural, determinado por las urgencias del momento y de validez igualmente fugaz, sino reflexionar con alguna perspectiva cuando ya habían transcurrido dos años y medio desde el inicio de las movilizaciones del 15-M. Quizá la relativa distancia desde la que se escribieron, particularmente adecuada para la reflexión intelectual, permita que las consideraciones ahora publicadas proyecten una luz más clara también sobre los desarrollos recientes.

II. La crisis económica, decíamos en nuestra propuesta, ha convertido en insoportables las deficiencias del sistema representativo. En tiempos de bonanza se pasan por alto, pero eso resulta más difícil cuando el sistema no ofrece respuesta para los graves problemas cotidianos. Se reclaman entonces no sólo otros resultados (bienestar) u otras políticas, sino también otras formas políticas: una democracia real que supere los límites de la democracia representativa de partidos. Analizar esta situación quedaba bajo la responsabilidad de Enrique Guillén, a quien se le propuso como título para su ponencia «Las enseñanzas del 15-M, o de cómo la democracia representativa se topa con límites insoportables».
La primera respuesta supuso reactivar la participación a través del ejercicio de ciertos derechos fundamentales: hablamos de las masivas convocatorias del 15-M, del toma la plaza o el rodea el Congreso, de las reuniones, concentraciones, manifestaciones y huelgas, del ejercicio masivo del derecho de petición a través de plataformas sociales. Correspondía explicarlo a Elviro Aranda («El ejercicio de los derechos fundamentales como poder democrático»). Una segunda reacción se orienta hacia las posibilidades que abre la democracia directa: hay propuestas de que se celebren referenda no sólo para la autodeterminación territorial, sino también para convalidar la política económica del Gobierno, por ejemplo; y también se han puesto en marcha varias iniciativas legislativas populares, la más célebre de ellas por parte de la Plataforma anti-desahucios. De ello se ocuparía Miguel Presno («Instituciones de democracia directa»).
Esa activación social también necesita organizarse: de un asambleísmo más o menos primario y de las redes sociales se pasa a técnicas más depuradas, con comisiones, grupos de trabajo, plataformas e incluso se crean en internet instrumentos alternativos de información que sustituyen a la prensa convencional, muy afectada por la crisis económica. Es la temática que, en principio, encargamos a Miguel Boix, bajo el título «La organización de los contrapoderes». Pero, además, ¿qué tipo de poder ejercen esos nuevos contrapoderes? Porque ya no son un clásico mecanismo de control social, como el que ejercía la prensa tradicional, sino que van más allá: desde la resistencia ciudadana, por ejemplo frente a las ejecuciones hipotecarias, hasta la búsqueda de la hegemonía ideológica, que en su caso se concretará sólo a medio y largo plazo, pero que ya desempeña un papel central en la acción social. De ello nos debía hablar Ramón Adell («El poder de los contrapoderes»).
Al final, sin embargo, la conversión del contrapoder ciudadano, de una nueva voluntad popular, en decisiones con eficacia pública, desde la reforma de la ley hipotecaria a la de la ley electoral, exige una cierta institucionalización: también los nuevos actores necesitan y buscan una cierta representación, en cursiva si se quiere. Y ello supone asumir la lógica propia de la organización política, con los riesgos que ello entraña; son bien conocidos, por ejemplo, a partir de la experiencia de los verdes alemanes. Tales serían «Las enseñanzas del tiempo transcurrido, o de cómo la democracia representativa sigue siendo imprescindible», una ponencia de la que se encargaría Josep M.ª Castell.

III. Este esquema tenía algo de fábula, como advirtió enseguida Enrique Guillén, cuyo gusto por la literatura es conocido. Pero, como señaló él mismo, la enseñanza de las fábulas no siempre fructifica; y, del mismo modo que la cigarra y la hormiga persisten una y otra vez en sus conductas, los seres humanos nos empeñamos en tropezar con las mismas piedras.
Nos ampara una buena excusa: como somos animales con conciencia del tiempo, nuestros tropiezos nunca nos parecerán idénticos, pues tienen lugar en momentos diferentes, en nuevos contextos históricos. La democracia, en efecto, pretende convertir la voluntad popular, la voluntad del demos, en decisiones políticas más o menos estables, en poder público, en cratos. Pero el pueblo, el demos, es una magnitud variable, que cambia no sólo de opinión y de voluntad, sino también de configuración, de estructura. Y el poder, el cratos, cambia no sólo sus formas y mecanismos, sino incluso de ubicación: hoy sabemos, por ejemplo, que el lugar de las decisiones principales no es el Parlamento nacional, sino que se ha desplazado hacia las instituciones políticas de la Unión Europea y hacia instituciones económicas más o menos articuladas que de modo muy genérico identificamos como «los mercados». ¿Cómo podemos llevar hasta allí la renovada y siempre cambiante voluntad popular?
En ello consiste el reto actual de la representación política, al que se enfrentaron los ponentes de estas Jornadas; los organizadores les agradecemos una vez más su participación, así como a los colegas y alumnos asistentes, que con sus intervenciones enriquecieron el debate . Como coordinador, me siento obligado a insistir en la fortuna que supone para mí colaborar estrechamente desde hace años, y también en esta ocasión, con María Salvador, Fernando Reviriego y Jorge Alguacil, tan competentes colegas como excelentes amigos. Lo hacemos en un Departamento que ha sabido generar espacios de convivencia y autonomía óptimos para enmarcar el trabajo universitario; Pilar Mellado, directora del mismo en los últimos años, encarna ejemplarmente ese espíritu y merece por ello también nuestro reconocimiento.

IGNACIO GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ
Departamento de Derecho Político
UNED



PRESENTACIÓN        .
        Ignacio Gutiérrez Gutiérrez

LAS ENSEÑANZAS DEL 15-M (EL LÉXICO CONSTITUCIONAL
FRENTE A LA CRISIS DE LEGITIMIDAD)
        Enrique Guillén López

        INTRODUCCIÓN        .
        I.        EL 15-M. UN INTENTO DE DESCRIPCIÓN EN PERSPECTIVA CONSTITUCIONAL        .
                1.        De la crisis económica a la crisis de legitimidad. El constitucionalismo como desencadenante. La crisis del concepto racional-normativo de Constitución        .
                2.        Pluralidad de sus integrantes        .
                3.        La relevancia constitucional de la presencia física en la calle. La libertad del siglo XXI no es exactamente la de los modernos        .
                4.        La expresión del pluralismo político al margen de los partidos (o contra los partidos). Política y rechazo de los políticos        .
        II.        ENSEÑANZAS. LA REAPERTURA DE LAS PUGNAS DE LEGITIMIDADES. NUEVOS PARÁMETROS DE EXPRESIÓN DEL CONFLICTO EN EL CONSTITUCIONALISMO DEL SIGLO XXI        .
        III.        CONSECUENCIAS        .
        IV.        CONCLUSIONES SUMARIAS        .

PODER DEMOCRÁTICO Y DERECHOS EN UNA SOCIEDAD EN CRISIS
        Elviro Aranda Álvarez

        INTRODUCCIÓN        .
        I.        «Radiografía» de lo que dicen que nos pasa        .
        II.        UNA PRECISIÓN DOGMÁTICA QUE NOS AYUDA A ENTENDER LA FORTALEZA DE NUESTRO SISTEMA. LOS DERECHOS HUMANOS, INSTRUMENTO DE LAS REVOLUCIONES ILUSTRADAS PARA LA PRESERVACIÓN DE LA LIBERTAD Y LA IGUALDAD        .
        III.        UNA SEGUNDA PRECISIÓN DOGMÁTICA. LOS DERECHOS HUMANOS, DE PRINCIPIOS FILOSÓFICOS A MANDATOS JURÍDICOS UNA VEZ QUE SE INTEGRAN EN LAS CONSTITUCIONES NORMATIVAS        .
        IV.        LA PARTICULAR SITUACIÓN DE ESPAÑA EN CUANTO A LA CRISIS DEMOCRÁTICA E INSTITUCIONAL        .
                1.        La corrupción, cáncer de la democracia que abusa de las instituciones, aleja a los ciudadanos de la política y favorece la descalificación global        .
                2.        La partitocracia. Estructura política que favorece el poder de las oligarquías partidarias y limita la participación        .
                3.        La opacidad del poder y la insoportable falta de transparencia de los poderes públicos y privados        .
        V.        PARA FINALIZAR, DOS REQUISITOS PARA RECUPERAR LA CONFIANZA EN LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL: EL VALOR QUE NOS OFRECE LA CONSTITUCIÓN MATERIAL Y LA NECESARIA RECUPERACIÓN DEL PRINCIPIO DE LEALTAD CONSTITUCIONAL Y DE UNA CIUDADANÍA PARTICIPATIVA        .

LA DEMOCRACIA DIRECTA
Y LA FALACIA DE SUS RIESGOS
        Miguel Ángel Presno Linera

        I.        PRESENTACIÓN        .
        II.        LA PARTICIPACIÓN DIRECTA COMO PARTE DE LA ESENCIA Y VALOR DE LA DEMOCRACIA        .
        III.        LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DIRECTA Y FALACIA DE SUS RIESGOS        .
        IV.        ¿DEMOCRACIA REAL O VIRTUAL?        .
        V.        LA REGULACIÓN DEL REFERÉNDUM EN LA CONSTITUCIÓN DE 1978        .
        VI.        LA INICIATIVA POPULAR EN LA CONSTITUCIÓN DE 1978        .
                1.        La exclusión de la iniciativa popular para la reforma de la Constitución        .
                2.        Las materias excluidas a la iniciativa legislativa popular        .
                3.        El número de personas que debe respaldar la iniciativa legislativa popular        .
                4.        Las leyes reguladoras de la iniciativa legislativa popular        .

LA ORGANIZACIÓN DE LOS CONTRAPODERES:
SOBRE LAS (LIMITADAS) POSIBILIDADES DE PARTICIPACIÓN
DE LOS CIUDADANOS EN LA GESTIÓN DE LOS ASUNTOS PÚBLICOS
EN EL MODELO CONSTITUCIONAL ESPAÑOL
        Andrés Boix Palop

        I.        ¿LOS CIUDADANOS COMO CONTRAPODER?        .
                1.        Democracia y poder ciudadano, desde Grecia hasta la actualidad        .
                2.        ¿La inevitabilidad del gobierno de las elites?        .
                3.        Las formas de gobierno elitista en la actualidad, en España y en Europa        .
        II.        POSIBILIDADES DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA EFECTIVA EN LOS DISTINTOS PODERES CONSTITUCIONALES        .
                1.         Un poder legislativo blindado frente a las iniciativas ciudadanas        .
                2.         Un poder judicial meritocrático, distante e incontrolado        .
                3.         Un poder ejecutivo reacio a la transparencia y a la participación        .
                        3.1.         Transparencia administrativa y empoderamiento ciudadano        .
                        3.2.         Insuficiencias de los mecanismos de participación en la acción administrativa (elaboración de normas reglamentarias)        .
        III.        A MODO DE CONCLUSIÓN, SOBRE EL AGOTAMIENTO DEL MODELO CONSTITUCIONAL DE 1978        .


EL PODER DE LOS CONTRAPODERES
        Ramón Adell Argilés

        I.         EL PODER POLÍTICO INSTITUCIONAL Y «OTROS PODERES»        .
        II.         EL CONTRAPODER DE LA SOCIEDAD: OPINIÓN PÚBLICA Y MAYORÍAS SILENCIOSAS        .
                1.         Opinión pública        .
                2.         Las mayorías silenciosas        .
                3.         Minorías activas, multitudes y opinión pública        .
        III.        EL CONTRAPODER DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LAS MINORÍAS RUIDOSAS        .
                1.         La movilización no cuenta       .
                2.         A vueltas con la indignación o el 15-M        .
                        2.1.         La acampada como ocupación de espacio público        .
                        2.2.         El escrache como expresión de denuncia y acoso        .
                        2.3.         Las mareas como confluencia de protestas        .
        A MODO DE CONCLUSIÓN        .

LAS ENSEÑANZAS DEL TIEMPO TRANSCURRIDO,
O DE CÓMO LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
SIGUE SIENDO IMPRESCINDIBLE
Josep M.ª Castell Andreu

        I        .
        II        .
        III        .
        IV        .
        V        .
        VI        .
        VII        .
        ALGUNAS REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BÁSICAS       

 

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