La
Librería de Cazarabet Indignado
Cazarabet conversa con... Ignacio
Gutiérrez Gutiérrez, coordinador del libro "La
democracia indignada. Tensiones entre voluntad popular y representación
política" (Comares)
Ignacio
Gutiérrez Gutiérrez coordina este magnífico
“encuentro” de firmas que nos “hablan” de la indignación en torno a la
democracia que vivimos y en que vivimos.
Cuando la
ciudadanía dice: “sentirse indignada”…el sistema sobre el que esta ciudadanía
habita se suele indignar antes o después, pero termina, inevitablemente,
consentido…nuestra ciudadanía, hoy por hoy, viaja indignada y se encuentra
indignada y es por eso que el sistema democrático, aunque joven, se encuentra
indignado y enfadado….Y cuando los unos ,los otros y el sistema está indignado
por muy bien que pudiese andar un país…nada sería positivo..es difícil e
infumable ser feliz con este nivel de indignación y enfado generalizado desde
el continente, la propia democracia al contenido, sus ciudadanos…
La
ciudadanía está indignada y la democracia, también porque , por activa y por
pasiva, la han ido dinamitando y el
surgimiento del 15M y todo lo que con
este movimiento ciudadano se ha ido derivando es una prueba más …las
mareas ciudadanas y de diferentes colectivos, los descréditos a la clase
política y el rechazo de la sociedad a estos y a los sindicatos….las burlas al
sistema y los ascos, cada vez más evidentes, a los integrantes de las
diferentes y principales instituciones son buena prueba de ello….La gente se ha
movilizado y ha tomado, de alguna manera, la calle, aún con la Ley Mordaza
amenazando al ciudadano…
Todo
esto, aún desde mi “triste” y poco especializada analítica me hace pensar que ha abonado mucho
el camino hacia una “nueva forma” de ver y entender la política que ha sido
aprovechada por nuevas personas que han incurrido en el panorama político
conformando el nuevo partido Podemos que ha roto muchas expectativas y que ha
incurrido con una fuerza bestial en la política y entre la ciudadanía. ellos
son fruto, también de este “fenómeno” que es la democracia indignada.
Con
Ignacio Gutiérrez Gutiérrez conversaremos
ofreciéndonos , mejor dicho, dándonos su opinión sobre el libro y sobre
“elementos” o puntos sobre los que “planea” el libro, son opiniones
particulares y personales sobre el tema, porque (nos gustaría que quedase clari) él no habla por el resto de plumas que se reúnen
en el libro. La entrevista recoge su
opinión personal….verá, también que su intención tampoco es resumir el libro
Lo que
nos dice Comares:
Desde hace algunos años, un grupo de profesores del
Departamento de Derecho Político de la UNED venimos organizando sesiones de
trabajo sobre temas que nos parecen de cierta transcendencia. Tras La inclusión
de los otros: símbolos y espacios de la multiculturalidad
(23 y 24 de noviembre de 2011) y Constitución y globalización (26 de junio de
2012), los días 21 y 22 de noviembre de 2013 se celebraron en Madrid las
Jornadas sobre La democracia indignada: tensiones entre voluntad popular y
representación política.
Todas estas jornadas se celebran gracias a la
generosa confianza de los ponentes, casi sin excepción procedentes de otras
universidades, que reciben la propuesta de abordar un tema prefijado por los
organizadores, junto con el esquema general de las sesiones, sin conocer de
antemano a sus compañeros de mesa. En todos los casos nos hemos encontrado con
aceptaciones inmediatas y sin reservas, en horas veinticuatro, lo que nos
permite desvelarles enseguida el secreto del programa completo. Como sospechamos
que en preparar sus intervenciones tardarán algo más de tiempo del que Lope
necesitaba para llevar sus comedias de las musas al teatro, todo eso lo hacemos
con la debida antelación, aproximadamente un año antes de la fecha prevista
para las sesiones. Les pedimos también que, después de la exposición y el
debate, nos entreguen unos textos; de modo que, con la ayuda no menos generosa
de ciertas editoriales, hemos logrado publicar siempre algún testimonio de
nuestros coloquios .
Esta presentación tiene por objeto ofrecer al
lector el marco de análisis que en esta ocasión propusimos a los ponentes para
encuadrar sus intervenciones iniciales. Pero cada uno gozó de plena autonomía
para interpretar y desarrollar su parte; de ese modo, el relato final de las jornadas
no sólo se ve enriquecido por la pluralidad de estilos, sino también por las
nuevas tramas y los giros imprevistos que cada contribuyente, de acuerdo con su
peculiar perspectiva, ha considerado oportuno introducir en él. Ello abre
también nuevas posibilidades al lector, que bien puede reconstruir el texto
final en términos distintos de los que esta introducción sugiere, sin disponer
los elementos conforme al mismo plano general que se ofreció de modo indicativo
a los responsables de elaborarlos. Las piezas del discurso admiten, sin duda,
muy diversas articulaciones.
Esto es más cierto con el paso del tiempo;
cuando, como ocurre ahora, nuevos datos y acontecimientos aparecidos tras el
cierre de los textos por parte de los autores pueden sugerir cambios de acento
en los análisis y en los pronósticos. En cualquier caso, las jornadas no
pretendían un análisis coyuntural, determinado por las urgencias del momento y
de validez igualmente fugaz, sino reflexionar con alguna perspectiva cuando ya
habían transcurrido dos años y medio desde el inicio de las movilizaciones del
15-M. Quizá la relativa distancia desde la que se escribieron, particularmente
adecuada para la reflexión intelectual, permita que las consideraciones ahora
publicadas proyecten una luz más clara también sobre los desarrollos recientes.
La crisis económica, decíamos en nuestra
propuesta, ha convertido en insoportables las deficiencias del sistema
representativo. En tiempos de bonanza se pasan por alto, pero eso resulta más
difícil cuando el sistema no ofrece respuesta para los graves problemas
cotidianos. Se reclaman entonces no sólo otros resultados (bienestar) u otras
políticas, sino también otras formas políticas: una democracia real que supere
los límites de la democracia representativa de partidos. Analizar esta
situación quedaba bajo la responsabilidad de Enrique Guillén, a quien se le
propuso como título para su ponencia «Las enseñanzas del 15-M, o de cómo la
democracia representativa se topa con límites insoportables».
La primera respuesta supuso reactivar la participación
a través del ejercicio de ciertos derechos fundamentales: hablamos de las
masivas convocatorias del 15-M, del toma la plaza o el rodea el Congreso, de
las reuniones, concentraciones, manifestaciones y huelgas, del ejercicio masivo
del derecho de petición a través de plataformas sociales. Correspondía
explicarlo a Elviro Aranda («El ejercicio de los
derechos fundamentales como poder democrático»). Una segunda reacción se
orienta hacia las posibilidades que abre la democracia directa: hay propuestas
de que se celebren referenda no sólo para la
autodeterminación territorial, sino también para convalidar la política
económica del Gobierno, por ejemplo; y también se han puesto en marcha varias
iniciativas legislativas populares, la más célebre de ellas por parte de la
Plataforma anti-desahucios. De ello se ocuparía Miguel Presno
(«Instituciones de democracia directa»).
Esa activación social también necesita organizarse: de un
asambleísmo más o menos primario y de las redes sociales se pasa a técnicas más
depuradas, con comisiones, grupos de trabajo, plataformas e incluso se crean en
internet instrumentos alternativos de información que sustituyen a la prensa
convencional, muy afectada por la crisis económica. Es la temática que, en
principio, encargamos a Miguel Boix, bajo el título
«La organización de los contrapoderes». Pero, además, ¿qué tipo de poder
ejercen esos nuevos contrapoderes? Porque ya no son un clásico mecanismo de
control social, como el que ejercía la prensa tradicional, sino que van más
allá: desde la resistencia ciudadana, por ejemplo frente a las ejecuciones
hipotecarias, hasta la búsqueda de la hegemonía ideológica, que en su caso se
concretará sólo a medio y largo plazo, pero que ya desempeña un papel central
en la acción social. De ello nos debía hablar Ramón Adell
(«El poder de los contrapoderes»).
Al final, sin embargo, la conversión del
contrapoder ciudadano, de una nueva voluntad popular, en decisiones con
eficacia pública, desde la reforma de la ley hipotecaria a la de la ley
electoral, exige una cierta institucionalización: también los nuevos actores
necesitan y buscan una cierta representación, en cursiva si se quiere. Y ello
supone asumir la lógica propia de la organización política, con los riesgos que
ello entraña; son bien conocidos, por ejemplo, a partir de la experiencia de
los verdes alemanes. Tales serían «Las enseñanzas del tiempo transcurrido, o de
cómo la democracia representativa sigue siendo imprescindible», una ponencia de
la que se encargaría Josep M.ª Castellet.
Este esquema tenía algo de fábula, como advirtió
enseguida Enrique Guillén, cuyo gusto por la literatura es conocido. Pero, como
señaló él mismo, la enseñanza de las fábulas no siempre fructifica; y, del
mismo modo que la cigarra y la hormiga persisten una y otra vez en sus
conductas, los seres humanos nos empeñamos en tropezar con las mismas piedras.
Nos ampara una buena excusa: como somos animales
con conciencia del tiempo, nuestros tropiezos nunca nos parecerán idénticos,
pues tienen lugar en momentos diferentes, en nuevos contextos históricos. La
democracia, en efecto, pretende convertir la voluntad popular, la voluntad del
demos, en decisiones políticas más o menos estables, en poder público, en cratos. Pero el pueblo, el demos, es una magnitud variable,
que cambia no sólo de opinión y de voluntad, sino también de configuración, de
estructura. Y el poder, el cratos, cambia no sólo sus
formas y mecanismos, sino incluso de ubicación: hoy sabemos, por ejemplo, que
el lugar de las decisiones principales no es el Parlamento nacional, sino que
se ha desplazado hacia las instituciones políticas de la Unión Europea y hacia
instituciones económicas más o menos articuladas que de modo muy genérico
identificamos como «los mercados». ¿Cómo podemos llevar hasta allí la renovada
y siempre cambiante voluntad popular?
En ello consiste el reto actual de la
representación política, al que se enfrentaron los ponentes de estas Jornadas;
los organizadores les agradecemos una vez más su participación, así como a los
colegas y alumnos asistentes, que con sus intervenciones enriquecieron el
debate. Como coordinador, me siento obligado a insistir en la fortuna que
supone para mí colaborar estrechamente desde hace años, y también en esta
ocasión, con María Salvador, Fernando Reviriego y
Jorge Alguacil, tan competentes colegas como excelentes amigos. Lo hacemos en
un Departamento que ha sabido generar espacios de convivencia y autonomía
óptimos para enmarcar el trabajo universitario; Pilar Mellado, directora del
mismo en los últimos años, encarna ejemplarmente ese espíritu y merece por ello
también nuestro reconocimiento.
El autor, Ignacio Gutiérrez Gutiérrez:
https://www.innova.uned.es/webpages/igutierrez/web.htm
Cazarabet conversa con
Ignacio Gutiérrez:
- Ignacio, si una democracia no está en constante vinculación con cierta
dosis de indignación… ¿no sería verdadera democracia, no?
-La democracia implica atribuir a los ciudadanos la
responsabilidad de su propio destino; y, desde luego, es inherente a las
personas cierto grado de insatisfacción. De un lado, porque los proyectos que
traza su voluntad miran más lejos de lo que las circunstancias reales permiten
alcanzar en ese momento: justo eso es lo que nos lleva a ir superando los
límites del presente, a progresar hacia nuevos horizontes. De otro, porque la
adopción de decisiones colectivas implica, en mayor o menor grado, cesiones de
unos y de otros, que en esa misma medida ven sus pretensiones parcialmente
insatisfechas. La democracia, en cuanto gobierno de los ciudadanos, cuenta
siempre, por tanto, con cierta insatisfacción, y la aprovecha para seguir
avanzando.
Pero la indignación es una idea más potente; se trata
del sentimiento que surge en quien percibe que no es tratado conforme a las
exigencias de su propia dignidad. No se refiere, pues, a la frustración
derivada del fracaso, siempre relativo, en lograr lo que se pretende; sino que
alude a la irritación que surge en quien no se siente reconocido como lo que
fundamentalmente es: un ser humano dotado de un valor inconmensurable,
precisamente la dignidad de la persona.
El Estado social y democrático de Derecho es un
régimen político cuya construcción pretende apoyarse directamente en las
exigencias de la dignidad, que implican reconocer a todos la libertad, la
igualdad y la participación en las decisiones que comporta la autodeterminación
colectiva. En tal régimen existirán siempre insatisfacciones, pero no debería
caber la verdadera indignación: nadie se indigna si se siente partícipe activo
de la vida pública, si es tratado conforme a las exigencias del principio de
igualdad, si ve reconocidas sus libertades elementales. Cuando se perciben
sentimientos más o menos generalizados y persistentes de indignación, hay que
sospechar, por tanto, que las imperfecciones en el régimen de convivencia han
alcanzado un nivel excesivo.
- Analizáis el fenómeno
ciudadano 15M. ¿Qué crees que se está derivando a partir de este movimiento y
en torno a la crisis económica, social y que ha llegado hasta lo humano y
lo cultural? Lo que vengo a plantearos es si la crisis es lo primero que está
siendo “presa” de la globalización
-La pregunta es compleja. El 15M es un movimiento
específicamente español, que surge en un momento muy determinado; pero, a la
vez, constituye la reacción, en ese tiempo y en este espacio, frente a
problemas con alcance global.
La crisis económica que se extiende desde 2008 a
partir de los Estados Unidos es global porque ya previamente el capitalismo
financiero se ha globalizado. En particular, la libre circulación de capitales
y mercancías presiona a los trabajadores de los países más desarrollados para
que compitan con los de otros países, algunos de ellos llamados emergentes, en
los que existen condiciones laborales penosas; y eso se resuelve deteriorando
las condiciones laborales en Occidente: trabajo precario y bajadas salariales,
también paro y deterioro de unos servicios públicos (sanidad, prestaciones
sociales por jubilación o desempleo, educación…) que servían como garantía de
las condiciones básicas de existencia digna para los trabajadores. Pero
simultáneamente hay beneficiados, que son quienes juegan con su dinero en todas
partes y, moviéndolo sin cesar en mercados virtuales, eluden legal o
ilegalmente los impuestos que permitirían al Estado democrático no sólo
garantizar cierta igualdad solidaria entre sus ciudadanos, sino también tener
alguna autonomía de acción frente a los mercados financieros: ahora los Estados
dependen casi por completo de la financiación que pueda obtener en ellos.
Las sociedades del bienestar europeo toleran con
dificultad esa pérdida de autonomía y el incremento de las desigualdades, que
con razón perciben como una quiebra del pacto social básico en el que se
asentaba el Estado social y democrático de Derecho. Las reacciones políticas,
catalizadas por partidos que hasta el momento no existían o se habían mantenido
al margen de los procesos de decisión, parecen muy diversas, en la medida en
que ponen el acento en distintos lugares; pero su origen común permite también
identificar algunos rasgos compartidos. Quiero destacar uno: el empeño por
recuperar el papel del Estado nacional, que se percibe como el lugar propio de
la democracia y de la igualdad solidaria, frente a la integración supranacional
y la globalización. Y lo quiero destacar porque, justamente, pone en evidencia
los límites de esa reacción política. En efecto, al capitalismo globalizado no
pueden enfrentarse Estados con población y poder económico relativamente
reducidos, como son los de Europa occidental; necesitan apoyarse recíprocamente
en esa lucha y coordinar sus esfuerzos. Y, aún así, el éxito en absoluto está
garantizado.
En España, el 15M supone una “toma de conciencia”
colectiva sobre la existencia de esos problemas; un primer esbozo,
fundamentalmente emocional, de reacción compartida cuando se percibe la crisis
como generadora de injusticias y de servidumbres. Funciona, en cierto modo,
como “condición de posibilidad” de muchos fenómenos y procesos que, en ese
sentido, han derivado de él. Primero, diversas mareas “toman la calle”
(educación de todos para todos, sanidad pública, justicia gratuita, colectivos
anti-desahucios…); luego se comienzan a articular movimientos políticos de
confluencia en torno a algunas de esas mismas plataformas o a partidos y
coaliciones ya existentes; finalmente surgen los círculos de Podemos y se
termina consolidando Podemos como partido. Pero estos procesos son diferentes
entre sí; todos canalizan una indignación compartida, pero sus objetivos y
estrategias difieren, incluso pueden entrar en tensión.
- Pero el
15M es algo más que un movimiento de indignación; porque aporta mucho, desde el plano de
“nuevas visiones”, a la hora de ver y entender la política, los problemas
sociales…
-En efecto, el 15M no sólo reacciona, sino que también
propone. Lo que ocurre es que cuando esas propuestas, inicialmente
acumulativas, se tienen que articular en un proyecto, se descubre que no
siempre encajan todas; a veces por razones estructurales, a veces por
cuestiones estratégicas.
Así, las tensiones sobre las formas de entender la
política en el proceso de organización de Podemos son ya conocidas, y responden
a una alternativa perfectamente razonable, cuyos polos pueden formularse de
forma simplificada: los objetivos o los instrumentos políticos; o, dicho en
otros términos, la conquista del poder democrático o la garantía del pluralismo
democrático en el camino hacia el poder.
En el ámbito de las propuestas sociales existen
también problemas de articulación. Destacaré el que plantea la identificación
de los objetivos económicos en el marco de la globalización. Yo creo que las
perspectivas ecológicas hacen plausibles las tesis que abogan por el
decrecimiento como propuesta general. Pero, incluso al margen de esta tesis, lo
cierto es que un Estado como España sólo puede garantizar la igualdad inherente
a la dignidad de las personas si asume que algunas de las medidas adoptadas al
efecto pueden generar pérdida de competitividad internacional e incluso
decrecimiento; y, por tanto, la lucha por la igualdad de los ciudadanos, en el
actual contexto de la globalización, implica que una parte significativa de
éstos ha de renunciar a los niveles de bienestar particular que ha conocido
hasta ahora. Considero que la alternativa se presenta de modo muy diverso en
unos países y otros, pero entre nosotros podría resultar menos traumática de lo
que parece: la posición de las mayorías apenas se vería alterada, pues se trata
de optar entre un mayor crecimiento que beneficia especialmente a los más ricos
y un eventual decrecimiento que nos iguala a todos. Y, sin embargo, el discurso
del crecimiento sigue siendo mayoritario; seguramente por la misma razón que ha
llevado a resolver en un sentido muy preciso el debate anteriormente aludido: a
corto plazo, es el único capaz de suscitar apoyos entre quienes se perciben
como clases medias, a las que evidentemente se pretende seducir.
- ¿Qué creéis que hemos
aprendido a través del 15M?
-Enseñanzas hubo muchas; pero el aprendizaje es algo
costoso, que exige tiempo y receptividad por parte de los sujetos que reciben
esas enseñanzas, incluso disciplina y organización en el proceso de
asimilación. Es demasiado pronto para saber qué se ha aprendido, y sobre todo
para diferenciar lo que han aprendido unos y otros. Ni siquiera está claro que
el balance final vaya a ser positivo. Por ejemplo: ya sabíamos que se podía
usar la calle como lugar de la política, pero quizá aprendieran más quienes
desde el poder descubrieron los riesgos de perder el control físico de los
espacios públicos. Se descubrió la potencia de los medios de comunicación
digitales, de las retransmisiones en streaming de los
actos públicos y de las manifestaciones; pero el aprendizaje de quienes
pretenden reprimir o manipular esa información no ha ido a la zaga. Se percibió
la creatividad de la discusión libre; pero quienes tenían proyectos
preconcebidos pusieron a prueba los mecanismos de selección y manipulación
orientados a convertir el debate en asentimiento y aclamación. El conocimiento,
también el aportado por el 15M, es poder; pero el poder puede ser un temible
gestor del conocimiento generado socialmente.
- ¿Es la pluralidad y el ágora,
la participación ciudadana, lo que le ha dado más dinamismo al movimiento 15M,
una de sus principales “bazas”?
-Cierta racionalización del ímpetu participativo es
inevitable: la participación ciudadana en el ágora es tendencialmente
discontinua y desigual. Incluso resulta deseable, pues una “democracia de la
plaza pública” termina apoyándose en el segmento de población capaz de incrementar su peso cuantitativo mediante la
persistencia, un criterio cuyo valor cualitativo es discutible.
En cuanto a la pluralidad: el 15M introduce en el
espacio político a determinados sectores sociales que se habían mantenido al
margen del mismo, en ocasiones por su legítima resistencia a plegarse a las
segmentaciones políticas convencionales. En ese momento se agregan y aciertan a
generar procedimientos de debate y participación que respetan su singularidad.
Ese incremento de la pluralidad democrática merece un juicio sin duda positivo,
constituye una aportación neta del 15M.
La pluralidad se conserva luego en grado diverso en
cada uno de los distintos procesos y movimientos que dan continuidad al 15M, a
los que hemos aludido más arriba. Por lo que se refiere a la articulación de
una propuesta directamente política, la reducción de la pluralidad también
termina siendo inevitable, pues un programa legislativo y de gobierno ha de
orientarse conforme al principio de coherencia de la acción pública. Justamente
por ello, el mejor modo de mantener activa la pluralidad del 15M es no reducir
su herencia a uno u otro de sus legados, necesariamente parciales. Ya hemos
dicho que del 15M surgieron fenómenos y procesos diferentes, que en su
diversidad recogen la pluralidad que estaba en el propio 15M. En concreto, no
debemos reducir el 15M a mero precedente de Podemos: los límites inherentes a
la acción de un partido político, que seguramente no se pueden superar, no
debieran lastrar las expectativas abiertas por un movimiento más plural que
otorgó visibilidad política a tantas ideas y a tantos grupos de acción.
- ¿Qué precedentes crees
que ha tenido el 15M en España?
-Antes del 15M habían existido movimientos de
denuncia, pero el 15M está marcado por algo sin antecedentes claros: la
sensación colectiva de haber quedado al margen de proceso político
institucionalizado, pero de estar, al mismo tiempo, en condiciones de recuperar
protagonismo. Desde las movilizaciones de los años 1985 y 1986 por el no en el
referéndum sobre la permanencia en la OTAN
y la huelga general del 14 de diciembre de 1988, el célebre y ya casi
olvidado 14D, hasta el no a la guerra de 2003, siempre habían existido
referencias institucionales más o menos precisas. Para encontrar unas
sensaciones similares quizá haya que remontarse al periodo de la transición,
cuando el anquilosado sistema político del franquismo desfallecía sin estar aún
abiertos los cauces para los movimientos de oposición. El paralelismo es, sin
duda, significativo. Se trata, ahora, de garantizar que los cauces que se
abran, e indudablemente se han de abrir algunos, no excluyan ninguno de los elementos
creativos que el 15M ha podido generar.
- En lugar de recortes y de
Leyes Mordaza, ¿no crees que a una sociedad en crisis le hacen falta acrecentar
sus derechos y sus “poderes” democráticos?
-Los recortes en los Estados del bienestar son
inherentes a la crisis, que es en realidad un
desarrollo consecuente con el capitalismo globalizado; y el incremento
de la represión es la prueba de que, como antes señalábamos, el poder también
aprende del 15M. Es natural que, ante el deterioro inequitativo del Estado
social, la ciudadanía responda en la calle; y es también natural que los
promotores de esa desigualdad pretendan reprimir la protesta ciudadana incluso
a costa de las garantías propias del Estado de Derecho.
Lo importante, pues, no es lo que a una sociedad “le
hace falta”; sino, de un lado, lo que es esperable atendiendo a su situación y
su evolución. Pero de otro, más decisivo aún, importa lo que esa sociedad sea
capaz de lograr mediante su esfuerzo colectivo: si desea más derechos, deberá
conquistarlos.
- ¿Son las Iniciativas
Legislativas Populares una de las mejores armas de la democracia?
-Las ILP son uno de los mecanismos que permiten a los
ciudadanos encauzar sus demandas hacia el circuito institucional; pero, con su
regulación actual, lo cierto es que resulta demasiado optimista considerarlas
como un “arma de la democracia”. La experiencia de la ILP de la Plataforma de
Afectados por las Hipotecas es el mejor ejemplo de que la voluntad de los
firmantes de la ILP, inserta luego en el ámbito de las Cortes Generales, puede
terminar siendo desvirtuada.
- ¿Qué es
aquello que deberíamos saber de la fuerza y el poder de las ILP?
-Precisamente eso: que tienen sólo tanta fuerza y
tanto poder como demuestren los que la han promovido. En la práctica, la ILP sirve
como catalizador de una movilización; pero esa movilización sólo será eficaz
si, tras la presentación de la ILP ante el Congreso de los Diputados, se
mantiene activa durante la tramitación parlamentaria y hasta la votación final
de la proposición.
- Algunos ciudadanos,
frente al abuso del poder, ¿podemos verdaderamente plantearnos ser un
“contrapoder”? ¿Debemos hacerlo para dignificar nuestro paso por la vida?
-La dignidad no exige sólo liberarse del poder ajeno,
sino también participar positivamente en la configuración del destino
colectivo: determinar los titulares de los poderes públicos, por ejemplo
eligiendo representantes, y orientar su acción. Por eso, el poder en democracia
no debe concebirse sólo frente a los ciudadanos, sino que al mismo tiempo
proyecta su libre autodeterminación: ejercer el poder es, aquí, el ejercicio de
un mandato de los ciudadanos, en interés de los mismos y a su servicio.
Pero los ciudadanos deben también mantener el máximo
nivel posible de implicación cotidiana en los asuntos públicos, para seguir
orientando la acción de sus representantes una vez designados y evitar que
éstos abusen de la posición que les ha sido atribuida. Y, al efecto, deben
reservarse esferas privadas de libertad individual y colectiva con las que garantizar
que sus criterios se pueden formar y expresar en libertad, de modo que no
puedan ser simplemente desatendidos por quienes en determinado momento son
titulares de los poderes públicos. Todo esto conforma una opinión pública
activa y participativa, que ahora calificamos de “contrapoder”. Por supuesto
que lo es: resulta evidente que las cosas han cambiado a medida que los
ciudadanos han sabido alzar la voz y organizarse.
Pero también la idea de “contrapoder” es ambigua: al
poder sólo lo frena otro poder, de modo que un contrapoder es, también y
necesariamente, un poder, un verdadero poder. Como tal, corre el riesgo de ser
instrumentalizado, incluso se puede abusar de él. Por eso es tan importante la
garantía de la pluralidad social.
- ¿Cómo debemos y cómo
podemos participar si tenemos deseos y el ánimo de “cambiar las cosas”? Porque
no todo debe de ser “meterse en política”. ¿Se pueden cambiar las cosas desde
otras parcelas de trabajo?; ¿cómo lo ves?
-“Las cosas” que hay que cambiar forman un entramado
tan complejo que su transformación exige la acción en todas las parcelas; en
cualquiera de ellas, si somos conscientes de que nuestra intervención tiene
alcance general, estaremos “metiéndonos en política”. Existen niveles de
implicación y de proyección para todos los gustos.
Hay trabajos cuyo simple desempeño consciente lleva
consigo la transformación de la realidad. Por ejemplo: los profesores de
Derecho tenemos la responsabilidad de contar la verdad sobre la efectividad y
la eficacia de las normas jurídicas, sin quedarnos en el mero análisis de sus
mandatos; y de este modo, sin salir de nuestro trabajo e incluso sin adoptar
una posición expresamente crítica, desenmascaramos una realidad que, en su
objetiva injusticia, constituye el mejor estímulo para la movilización. Porque
la realidad no sólo se compone de hechos, sino también de conciencia de los
mismos y de organización social.
Por eso, todo movimiento de articulación
ciudadana al margen de las instituciones, como este mismo Cazarabet,
contribuye a cambiar las cosas. Y ese cambio es tan necesario en tantos frentes
que nadie debe pensar que su contribución es irrelevante. El movimiento
feminista tiene aún mucho camino por recorrer, especialmente en ámbitos que
aparentemente aceptan sus postulados, pero que se mantienen aferrados a una
definición de la esfera pública entroncada en la tradición patriarcal. Los
colectivos de extranjeros y de apoyo a los inmigrantes y los movimientos
interculturales constituyen un fundamento imprescindible para la verdadera
democratización del sistema. Las redes transnacionales son también un elemento
fundamental para generar un orden global compatible con la libertad y la
democracia en cualquier escala. Y también hay que cobrar conciencia de que todo
esto es meterse en política, porque la política es lo que determina la vida
colectiva de la gente.
- Pero las garras del poder
responderán si el contrapoder se moviliza. ¿Cómo y de qué manera?; ¿qué podemos
o debemos esperar del poder, de sus formas y maneras…?; ¿lo debemos “temer”?
-Por
supuesto que el poder es temible, especialmente cuando teme ser despojado del
poder. El miedo está, evidentemente, en ambos bandos, y puede retroalimentarse.
Ya se están adoptando normas administrativas y penales, y tomando medidas
policiales y políticas, que pretenden silenciar la reacción ciudadana, incluso
a los medios de comunicación que se limitan a darle cobertura informativa.
Pero eso
no constituye solo una reacción frente a la movilización ciudadana, sino que es
consecuencia directa de la crisis: también quienes se benefician de la
injusticia saben que ésta es una fuente objetiva de inseguridad, y actúan en
consecuencia, poniendo en marcha medidas de protección de sus propios intereses
particulares. Por eso, el miedo no se elimina cerrando los ojos o encerrándonos
en casa, porque con ello solo conseguiríamos perpetuar una situación de
injusticia que llevaría consigo más inseguridades y mayor represión. El único
modo de superar el miedo es afrontar su reto y eliminar sus causas; en definitiva,
construir un orden legítimo en el que nadie tenga motivos para la indignación.
18478
La democracia indignada. Tensiones entre voluntad popular y
representación política. Ignacio Gutiérrez Gutiérrez (coord.)
176 páginas 17 x 24 cms.
17.00 euros
Comares
I. Desde hace algunos años, un grupo de profesores del Departamento de Derecho
Político de la UNED venimos organizando sesiones de trabajo sobre temas que nos
parecen de cierta transcendencia. Tras La inclusión de los otros: símbolos y
espacios de la multiculturalidad (23 y 24 de
noviembre de 2011) y Constitución y globalización (26 de junio de 2012), los
días 21 y 22 de noviembre de 2013 se celebraron en Madrid las Jornadas sobre La
democracia indignada: tensiones entre voluntad popular y representación
política.
Todas estas jornadas se celebran gracias a la generosa confianza de los
ponentes, casi sin excepción procedentes de otras universidades, que reciben la
propuesta de abordar un tema prefijado por los organizadores, junto con el
esquema general de las sesiones, sin conocer de antemano a sus compañeros de
mesa. En todos los casos nos hemos encontrado con aceptaciones inmediatas y sin
reservas, en horas veinticuatro, lo que nos permite desvelarles enseguida el
secreto del programa completo. Como sospechamos que en preparar sus
intervenciones tardarán algo más de tiempo del que Lope necesitaba para llevar
sus comedias de las musas al teatro, todo eso lo hacemos con la debida
antelación, aproximadamente un año antes de la fecha prevista para las
sesiones. Les pedimos también que, después de la exposición y el debate, nos
entreguen unos textos; de modo que, con la ayuda no menos generosa de ciertas
editoriales, hemos logrado publicar siempre algún testimonio de nuestros
coloquios .
Esta presentación tiene por objeto ofrecer al lector el marco de análisis que
en esta ocasión propusimos a los ponentes para encuadrar sus intervenciones
iniciales. Pero cada uno gozó de plena autonomía para interpretar y desarrollar
su parte; de ese modo, el relato final de las jornadas no sólo se ve
enriquecido por la pluralidad de estilos, sino también por las nuevas tramas y
los giros imprevistos que cada contribuyente, de acuerdo con su peculiar
perspectiva, ha considerado oportuno introducir en él. Ello abre también nuevas
posibilidades al lector, que bien puede reconstruir el texto final en términos
distintos de los que esta introducción sugiere, sin disponer los elementos
conforme al mismo plano general que se ofreció de modo indicativo a los
responsables de elaborarlos. Las piezas del discurso admiten, sin duda, muy
diversas articulaciones.
Esto es más cierto con el paso del tiempo; cuando, como ocurre ahora, nuevos
datos y acontecimientos aparecidos tras el cierre de los textos por parte de
los autores pueden sugerir cambios de acento en los análisis y en los
pronósticos. En cualquier caso, las jornadas no pretendían un análisis
coyuntural, determinado por las urgencias del momento y de validez igualmente
fugaz, sino reflexionar con alguna perspectiva cuando ya habían transcurrido
dos años y medio desde el inicio de las movilizaciones del 15-M. Quizá la
relativa distancia desde la que se escribieron, particularmente adecuada para
la reflexión intelectual, permita que las consideraciones ahora publicadas proyecten
una luz más clara también sobre los desarrollos recientes.
II. La crisis económica, decíamos en nuestra propuesta, ha convertido en
insoportables las deficiencias del sistema representativo. En tiempos de
bonanza se pasan por alto, pero eso resulta más difícil cuando el sistema no
ofrece respuesta para los graves problemas cotidianos. Se reclaman entonces no
sólo otros resultados (bienestar) u otras políticas, sino también otras formas
políticas: una democracia real que supere los límites de la democracia
representativa de partidos. Analizar esta situación quedaba bajo la
responsabilidad de Enrique Guillén, a quien se le propuso como título para su
ponencia «Las enseñanzas del 15-M, o de cómo la democracia representativa se
topa con límites insoportables».
La primera respuesta supuso reactivar la participación a través del ejercicio
de ciertos derechos fundamentales: hablamos de las masivas convocatorias del
15-M, del toma la plaza o el rodea el Congreso, de las reuniones,
concentraciones, manifestaciones y huelgas, del ejercicio masivo del derecho de
petición a través de plataformas sociales. Correspondía explicarlo a Elviro Aranda («El ejercicio de los derechos fundamentales
como poder democrático»). Una segunda reacción se orienta hacia las posibilidades
que abre la democracia directa: hay propuestas de que se celebren referenda no sólo para la autodeterminación territorial,
sino también para convalidar la política económica del Gobierno, por ejemplo; y
también se han puesto en marcha varias iniciativas legislativas populares, la
más célebre de ellas por parte de la Plataforma anti-desahucios. De ello se
ocuparía Miguel Presno («Instituciones de democracia
directa»).
Esa activación social también necesita organizarse: de un asambleísmo más o
menos primario y de las redes sociales se pasa a técnicas más depuradas, con
comisiones, grupos de trabajo, plataformas e incluso se crean en internet
instrumentos alternativos de información que sustituyen a la prensa
convencional, muy afectada por la crisis económica. Es la temática que, en
principio, encargamos a Miguel Boix, bajo el título
«La organización de los contrapoderes». Pero, además, ¿qué tipo de poder
ejercen esos nuevos contrapoderes? Porque ya no son un clásico mecanismo de
control social, como el que ejercía la prensa tradicional, sino que van más
allá: desde la resistencia ciudadana, por ejemplo frente a las ejecuciones
hipotecarias, hasta la búsqueda de la hegemonía ideológica, que en su caso se
concretará sólo a medio y largo plazo, pero que ya desempeña un papel central
en la acción social. De ello nos debía hablar Ramón Adell
(«El poder de los contrapoderes»).
Al final, sin embargo, la conversión del contrapoder ciudadano, de una nueva
voluntad popular, en decisiones con eficacia pública, desde la reforma de la
ley hipotecaria a la de la ley electoral, exige una cierta
institucionalización: también los nuevos actores necesitan y buscan una cierta
representación, en cursiva si se quiere. Y ello supone asumir la lógica propia
de la organización política, con los riesgos que ello entraña; son bien
conocidos, por ejemplo, a partir de la experiencia de los verdes alemanes.
Tales serían «Las enseñanzas del tiempo transcurrido, o de cómo la democracia
representativa sigue siendo imprescindible», una ponencia de la que se
encargaría Josep M.ª Castell.
III. Este esquema tenía algo de fábula, como advirtió enseguida Enrique
Guillén, cuyo gusto por la literatura es conocido. Pero, como señaló él mismo,
la enseñanza de las fábulas no siempre fructifica; y, del mismo modo que la
cigarra y la hormiga persisten una y otra vez en sus conductas, los seres
humanos nos empeñamos en tropezar con las mismas piedras.
Nos ampara una buena excusa: como somos animales con conciencia del tiempo,
nuestros tropiezos nunca nos parecerán idénticos, pues tienen lugar en momentos
diferentes, en nuevos contextos históricos. La democracia, en efecto, pretende
convertir la voluntad popular, la voluntad del demos, en decisiones políticas
más o menos estables, en poder público, en cratos.
Pero el pueblo, el demos, es una magnitud variable, que cambia no sólo de
opinión y de voluntad, sino también de configuración, de estructura. Y el
poder, el cratos, cambia no sólo sus formas y
mecanismos, sino incluso de ubicación: hoy sabemos, por ejemplo, que el lugar
de las decisiones principales no es el Parlamento nacional, sino que se ha
desplazado hacia las instituciones políticas de la Unión Europea y hacia
instituciones económicas más o menos articuladas que de modo muy genérico
identificamos como «los mercados». ¿Cómo podemos llevar hasta allí la renovada
y siempre cambiante voluntad popular?
En ello consiste el reto actual de la representación política, al que se
enfrentaron los ponentes de estas Jornadas; los organizadores les agradecemos
una vez más su participación, así como a los colegas y alumnos asistentes, que
con sus intervenciones enriquecieron el debate . Como coordinador, me siento
obligado a insistir en la fortuna que supone para mí colaborar estrechamente
desde hace años, y también en esta ocasión, con María Salvador, Fernando Reviriego y Jorge Alguacil, tan competentes colegas como
excelentes amigos. Lo hacemos en un Departamento que ha sabido generar espacios
de convivencia y autonomía óptimos para enmarcar el trabajo universitario;
Pilar Mellado, directora del mismo en los últimos años, encarna ejemplarmente
ese espíritu y merece por ello también nuestro reconocimiento.
IGNACIO GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ
Departamento de Derecho Político
UNED
PRESENTACIÓN .
Ignacio Gutiérrez Gutiérrez
LAS ENSEÑANZAS DEL 15-M (EL LÉXICO CONSTITUCIONAL
FRENTE A LA CRISIS DE LEGITIMIDAD)
Enrique Guillén López
INTRODUCCIÓN .
I. EL 15-M. UN INTENTO DE DESCRIPCIÓN
EN PERSPECTIVA CONSTITUCIONAL .
1. De la crisis económica a la crisis
de legitimidad. El constitucionalismo como desencadenante. La crisis del
concepto racional-normativo de
Constitución .
2. Pluralidad de sus
integrantes .
3. La relevancia constitucional de la
presencia física en la calle. La libertad del siglo XXI no es exactamente la de
los modernos .
4. La expresión del pluralismo
político al margen de los partidos (o contra los partidos). Política y rechazo
de los políticos .
II. ENSEÑANZAS. LA REAPERTURA DE LAS
PUGNAS DE LEGITIMIDADES. NUEVOS PARÁMETROS DE EXPRESIÓN DEL CONFLICTO EN EL
CONSTITUCIONALISMO DEL SIGLO XXI .
III.
CONSECUENCIAS .
IV. CONCLUSIONES
SUMARIAS .
PODER DEMOCRÁTICO Y DERECHOS EN UNA SOCIEDAD EN CRISIS
Elviro
Aranda Álvarez
INTRODUCCIÓN .
I. «Radiografía» de lo que dicen que
nos pasa .
II. UNA PRECISIÓN DOGMÁTICA QUE NOS
AYUDA A ENTENDER LA FORTALEZA DE NUESTRO SISTEMA. LOS DERECHOS HUMANOS,
INSTRUMENTO DE LAS REVOLUCIONES ILUSTRADAS PARA LA PRESERVACIÓN DE LA LIBERTAD
Y LA IGUALDAD .
III. UNA SEGUNDA PRECISIÓN DOGMÁTICA.
LOS DERECHOS HUMANOS, DE PRINCIPIOS FILOSÓFICOS A MANDATOS JURÍDICOS UNA VEZ
QUE SE INTEGRAN EN LAS CONSTITUCIONES
NORMATIVAS .
IV. LA PARTICULAR SITUACIÓN DE ESPAÑA
EN CUANTO A LA CRISIS DEMOCRÁTICA E INSTITUCIONAL
.
1. La corrupción, cáncer de la
democracia que abusa de las instituciones, aleja a los ciudadanos de la
política y favorece la descalificación
global .
2. La partitocracia.
Estructura política que favorece el poder de las oligarquías partidarias y
limita la participación .
3. La opacidad del poder y la
insoportable falta de transparencia de los poderes públicos y
privados .
V. PARA FINALIZAR, DOS REQUISITOS
PARA RECUPERAR LA CONFIANZA EN LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL: EL VALOR QUE NOS
OFRECE LA CONSTITUCIÓN MATERIAL Y LA NECESARIA RECUPERACIÓN DEL PRINCIPIO DE
LEALTAD CONSTITUCIONAL Y DE UNA CIUDADANÍA PARTICIPATIVA
.
LA DEMOCRACIA DIRECTA
Y LA FALACIA DE SUS RIESGOS
Miguel Ángel Presno
Linera
I.
PRESENTACIÓN .
II. LA PARTICIPACIÓN DIRECTA COMO
PARTE DE LA ESENCIA Y VALOR DE LA
DEMOCRACIA .
III. LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA
DIRECTA Y FALACIA DE SUS RIESGOS .
IV. ¿DEMOCRACIA REAL O
VIRTUAL? .
V. LA REGULACIÓN DEL REFERÉNDUM EN LA
CONSTITUCIÓN DE 1978 .
VI. LA INICIATIVA POPULAR EN LA
CONSTITUCIÓN DE 1978 .
1. La exclusión de la iniciativa
popular para la reforma de la
Constitución .
2. Las materias excluidas a la
iniciativa legislativa popular .
3. El número de personas que debe
respaldar la iniciativa legislativa
popular .
4. Las leyes reguladoras de la
iniciativa legislativa popular .
LA ORGANIZACIÓN DE LOS CONTRAPODERES:
SOBRE LAS (LIMITADAS) POSIBILIDADES DE PARTICIPACIÓN
DE LOS CIUDADANOS EN LA GESTIÓN DE LOS ASUNTOS PÚBLICOS
EN EL MODELO CONSTITUCIONAL ESPAÑOL
Andrés Boix
Palop
I. ¿LOS CIUDADANOS COMO
CONTRAPODER? .
1. Democracia y poder ciudadano,
desde Grecia hasta la actualidad .
2. ¿La inevitabilidad del gobierno de
las elites? .
3. Las formas de gobierno elitista en
la actualidad, en España y en Europa
.
II. POSIBILIDADES DE PARTICIPACIÓN
CIUDADANA EFECTIVA EN LOS DISTINTOS PODERES
CONSTITUCIONALES .
1. Un poder legislativo
blindado frente a las iniciativas
ciudadanas .
2. Un poder judicial meritocrático, distante e incontrolado
.
3. Un poder ejecutivo reacio a
la transparencia y a la participación
.
3.1. Transparencia
administrativa y empoderamiento ciudadano
.
3.2. Insuficiencias de los
mecanismos de participación en la acción administrativa (elaboración de normas
reglamentarias) .
III. A MODO DE CONCLUSIÓN, SOBRE EL
AGOTAMIENTO DEL MODELO CONSTITUCIONAL DE
1978 .
EL PODER DE LOS CONTRAPODERES
Ramón Adell
Argilés
I. EL PODER POLÍTICO
INSTITUCIONAL Y «OTROS PODERES» .
II. EL CONTRAPODER DE LA
SOCIEDAD: OPINIÓN PÚBLICA Y MAYORÍAS
SILENCIOSAS .
1. Opinión pública
.
2. Las mayorías
silenciosas .
3. Minorías activas, multitudes
y opinión pública .
III. EL CONTRAPODER DE LOS
MOVIMIENTOS SOCIALES Y LAS MINORÍAS
RUIDOSAS .
1. La movilización no
cuenta .
2. A vueltas con la indignación
o el 15-M .
2.1. La acampada como ocupación
de espacio público .
2.2. El escrache como expresión
de denuncia y acoso .
2.3. Las mareas como
confluencia de protestas .
A MODO DE
CONCLUSIÓN .
LAS ENSEÑANZAS DEL TIEMPO TRANSCURRIDO,
O DE CÓMO LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
SIGUE SIENDO IMPRESCINDIBLE
Josep M.ª Castell Andreu
I .
II .
III .
IV .
V .
VI .
VII .
ALGUNAS REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BÁSICAS
_____________________________________________________________________
LA LIBRERÍA DE CAZARABET - CASA SORO (Turismo cultural)
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069