Cazarabet conversa con... José
Joaquín Beeme y Malena Manrique, de la Fundación del Garabato
Nos ponemos en
contacto con José Joaquín Beeme y Malena Manrique para hablar de la Fundación
del Garabato y de las publicaciones que nos han hecho llegar: Síndrome Sur, El lince de Goya y A.Z
Cuaderno angerino.
Antes que nada,
unos apuntes de presentación. José Joaquín (JJ) y Malena son dos activistas
culturales zaragozanos que en 2002 deciden dar un salto en sus vidas y se
trasladan a Italia. Beeme había sido editor y diseñador gráfico de un sello de
referencia en la capital del Ebro, Unaluna.
Tras unos años
con diversas iniciativas dan forma a una editorial, “La Torre degli Arabeschi”,
que presenta pequeñas y cuidadas tiradas de libros artesanales y grabados. En
2013 se proponen y crean una plataforma de análisis y reflexión sobre el arte,
la Fundación del Garabato, en Angera. Se trata de una población lombarda al sur
del Lago Mayor desde la cual desarrollan su incansable labor materializada en
dar forma a una biblioteca especializada, con miles de volúmenes, que presenta
como rasgo específico su colección internacional de cuadernos de artista.
Exposiciones, tertulias, audiovisuales… en una finca cuyo jardín se convierten
en un faro de creación cultural.
Algunos enlaces
sobre la Fundación y su actividad:
Fundación del Garabato
https://fundaciondelgarabato.eu/
La Fundación del
Garabato, el oasis cultural de dos aragoneses en Italia
Fundación del Garabato
https://www.ccma.cat/corporatiu/fundacion-del-garabato/noticia/3025545/
Goya al desnudo: una
panorámica de su obra en Basilea
http://www.andalan.es/?p=16814
Pradilla en su laguna
de oro y nácar
https://www.andalan.es/?p=16949
A.Z Cuaderno
angerino / Fundación del Garabato, 2020
https://www.elpollourbano.es/letras/2020/12/a-z-cuaderno-angerino-fundacion-del-garabato-2020/
Investigación
Artística
https://www.elpollourbano.es/exposiciones/2013/12/investigacion-artistica/
La Torre degli Arabeschi
https://sites.google.com/site/latorredegliarabeschi/
Cazarabet
conversa con José Joaquín Beeme y Malena Manrique de la Fundación El Garabato:
Amigos, ¿nos podéis explicar qué es la Fundación El Garabato?
-Una plataforma de estudio y práctica de los procesos creativos que
nació en 2013, después de más de diez años de gestación. Reúne el trabajo
analítico de Malena Manrique, doctora en Historia del Arte especializada en
teoría y crítica del arte, y la producción artística y multimedia de JJ Beeme.
-¿Por qué Garabato? ¿por qué le ponéis este nombre a la Fundación?
-Por ir a las raíces de las que toda idea creativa surge, al momento
primordial en que un concepto todavía magmático, unas líneas intuitivas, un borrón
informe, una chispa de pensamiento germina hasta convertirse en —lo que hasta
su pulverización por el contemporáneo llamábamos— belleza, impura y simplemente
belleza, sanadora y convulsa belleza. Preferimos a la obra cumplida, a la
perfección canónica consagrada por el museo, la anarquía del bosquejo, el
apunte lleno de osadía, la mancha genial, el non finito.
-En vuestras vidas, en vuestros proyectos tienen mucha importancia los
gatos. Contadnos…
-Los gatos, y toda la familia felina, son como espíritus encarnados,
bioindicadores de vida misteriosa, paralela, alienígena. En nuestro jardín
conviven dos gatos (uno ibérico, otra alpina) con mirlos, carboneros,
petirrojos, herrerillos, abejorros, mariposas, sírfidos, ranas, sapos,
tortugas, culebras y carpas koi. JJ estudió en el colegio Lince de la
Universidad Laboral de Cheste (Valencia). Garabato, si se quiere, es un
anagrama arabescado de gato.
-¿En qué áreas trabajáis?
-La historia crítica del arte. La literatura heterodoxa. La
antropología del arte. El cine en todas sus acepciones. Las sucesivas simbiosis
artísticas entre España e Italia. Con sus varias vías de expresión:
microedición, cuadernismo, cine en pequeño formato, animación, videoarte.
-¿Qué vinculación tenéis con Aragón?
-Nacidos y crecidos en Zaragoza, después de más de 20 años viviendo
entre Turín, Roma y Milán seguimos muy atentos a lo que pasa, o no pasa, en
Ébrida y sus contornos. Jamás nos hemos desvinculado; la distancia no es el
olvido.
-¿Qué pulso o pálpito os marca Goya
en todo vuestro proyecto? Porque veo, leo, casi se palpa que es muy fuerte,
fundamental…
-A Goya hemos dedicado artículos y libros (Goya a vuelapluma, Racimos de cabezas grotescas), varios
vídeos y el cortometraje Goya versus Aníbal, que abre una trilogía sobre pintores aragoneses
vinculados a Roma (en fase de preproducción, los dedicados a Francisco Pradilla
y Jusepe Martínez). Nos crece su fiera independencia intelectual, su rabiosa libertad creativa. Su mirada radiográfica
es nuestra mirada. Somos tan oníricos como caprichosos, y antibelicistas como
el maestro. ¡Pero también antitaurinos!
-El cine, con el arte o parte del mismo, también es importante para vosotros, ¿no?; ¿cómo y de qué manera?
-El cine es arte y parte de nuestro ADN. Por lo mismo que nos interesa
cruzar nuestra investigación con los sueños, la imaginación, el surrealismo. JJ
Beeme, que tras cursar el doctorado con el profesor Sánchez Vidal hizo un máster en Historia y Estética de la Cinematografía
en la Universidad de Valladolid, realiza vídeos científicos para el principal
centro de investigación de la Comisión Europea.
-¿El Garabato es como una especie de centro casi, casi de
experimentación de vuestras técnicas, propuestas de expresión…?
-Sí, la fundación —aneja a nuestra casa— se compone de un taller
experimental de grabado y escultura; un estudio audiovisual con una pequeña
sala de proyecciones; una biblioteca-archivo con nuestras publicaciones,
facsímiles de cuadernos de artista y películas de animación experimental; un
jardín-isla de biodiversidad, con más de un millar de especies, que nutre
nuestra investigación y nuestra práctica artística.
-¿El lugar de trabajo, la ubicación geográfica, el Lago Maggiore, os inspira o es algo más que “esa inspiración que, sí o sí, siempre, hay que trabajar?
-Inspiración y enseñanza. Una barca con un pequeño motor de 40 cv nos
lleva al Piamonte o a Suiza en días de bruma, nos facilita la inmersión o nos
permite cabotar en busca de maderas aluvionales, de formas caprichosas, que dan
organicidad a nuestras esculturas. Nuestro hijo se llama, con toda la
caballeresca intención, Nazarín del Lago.
-Nos llegaron vuestras publicaciones Síndrome Sur, El lince de Goya y A.Z Cuaderno angerino y me parecen “muy sesudas”, superiores a mi entendimiento, quizás porque me habéis cogido en un momento vital que se encuentra en otro sitio, en otro
lugar, en otro momento… Amigos, ¿para quién están pensadas estas publicaciones?
-Son algunas de las más recientes: una colección de relatos
ambientados en el sur de Italia, un ensayo sobre el Capricho 43 y un
alfabeto de nuestras conexiones lacustres. Cada libro es un experimento en sí
mismo, porque nos gusta mezclar y (mejor aún) romper géneros, probar nuevos
formatos, tintas, encuadernaciones. Reivindicar el objeto libro —aun
practicando la edición de imágenes y sonidos— en un mundo que tiende,
vanamente, a prescindir de él. Quienquiera que no haya perdido definitivamente
sus capacidades lectoras, un mínimo de curiosidad cultural y amor por el idioma
puede comprender perfectamente, gustar lo que escribimos. Se ha dicho y aquí lo
repetimos, sin ánimo de aparecer exquisitos, pero sí extemporáneos: nos
dirigimos a la inmensa minoría.
-Yo os diría que todos los genios aragoneses tienen no pocos puntos de
confluencia… Cuando veo el cine de Buñuel percibo,
descaradamente, a Goya y lo mismo me pasa con Goya… por poner solamente dos ejemplos, además muy del arte. Pero lo mismo pasa en otras disciplinas, incluso más allá del arte, y que se hermanan más con las humanidades, aunque, desde mi perspectiva, todo va muy
unido.
-Claro que está unido; las correspondencias son continuas. Sólo los
necios compartimentan, o nuestro cerebro pobre y clasificador. Nos sentimos
dentro de esa conexión ideal: parte genealogía intelectual, parte afinidad
electiva. Malena (y en esto la acompañan Warburg, Gombrich, Panofsky)
identifica en los grandes maestros, no siempre bajo los focos de la
historiografía oficial, a sus guías. Y en Goya y Buñuel estaba ya, incubado,
Beeme.
-¿Concebís el proyecto, la
fundación y la difusión como una manera de activismo cultural-social? En eso también me recordáis a Goya, Buñuel…
-Sería un crimen permanecer pasivos ante todo lo que en el mundo, en
el planeta ocurre, y ocurre mal. ¿Cómo no ser críticos, cómo no ir al fondo de
un malestar cada vez más disfrazado de tecno-espectáculo? ¿Cómo hacer arte, escritura, cine que no sean
sostenibles? La conciencia medioambiental atraviesa, de parte a parte, todo lo
que hacemos y decimos. Nuestra vida cotidiana lo mismo que cada artefacto que
introducimos en el mundo, muy a sabiendas de que no puede, no debe ser nunca
ornamento tóxico, basura intelectual, cacofonía del pensamiento ausente.
-Hay un concepto integral y holístico en vuestra manera de entender todas las artes, así como la vida. Creo que
no me equivoco, ¿verdad?; aunque, por favor, estáis invitados a “matizar” esto.
-Estamos persuadidos de una íntima dependencia entre todos los
fenómenos, pasados o presentes. Gaia del arte; efecto mariposa de las ideas;
orfeón de macro y microcosmos. Vanguardia en la tradición: voladuras controladas. Nos privan las inteligencias relacionantes, los vasos comunicantes del
pensamiento creador. Nos disgusta el microespecialismo, por lo mismo que
echamos de menos visiones más generosamente abiertas, poéticas, universalistas.
Todo aparece fragmentario porque nos hemos ido encerrando en la calderilla del
pan para hoy, en el cálculo infinitesimal del sálvese quien pueda. La poesía
japonesa —en nuestro imaginario la fascinación por aquella cultura ancestral—
es capaz de evocar en una brizna de yerba todo el universo, y por eso es
coherente que un biólogo-filósofo como Fukuoka sostenga que una agricultura natural y nuestra salud
espiritual sean una y la misma cosa.
-Pero me da que en este mundo que viaja tan aprisa… que todo lo quiere enseguida y “bien hecho” y en la sociedad actual tan globalizada, en la que se valora el tiempo
de una manera tan desmedida como la productividad, esto de dedicarse a mimar la
vida desde el arte no es para nada fácil, ¿verdad?
-Practicar una suerte de Slow Art (y estamos en la tierra de Carlo
Petrini, adalid de una gastronomía lenta y sostenible) es clave para el
desarrollo de nuestros proyectos, distinguiéndonos netamente del arte-gadget o
de la grandilocuencia del arte institucional. Ni que decir tiene, nos repele el
criptoarte o el antiarte a que nos están arrastrando brokers y
subasteros. Por eso defendemos la ecología del arte, que Baj derivaba de la
ecología mental de Bateson. Por eso nuestra práctica (publicaciones, películas,
exposiciones) medida y meditada, arrebatado garabatismo que no impide un
estudio reposado: arte y ciencia en feliz coyunda. Y también, por eso, hemos
colaborado desde su primera edición con el Green Festival de San Marino y
Montefeltro-Rímini.
-La pregunta es un poco larga o puede resultar de respuesta, así de entrada, un poco larga, pero nos gustaría que nos presentaseis vosotros un poco estas tres
publicaciones que nos hicisteis llegar: Síndrome Sur, El lince de Goya y Cuaderno
angerino.
-Síndrome Sur recoge los relatos
que JJ Beeme escribió, gracias a un premio a la creación literaria del
Instituto de Estudios Turolenses, durante un viaje por Italia central y meridional.
Allí probaba diversas técnicas narrativas, embebidas en dos de sus grandes
devociones, el cine y la literatura, y de algún modo anticipaba, sin
proponérselo, su posterior vinculación biográfica al país cisalpino: “es mi
Burdeos, mi México y mi Marrakech todo junto —escribe en el prólogo—, y aquí
tengo mi casa-jardín, mi barca al sol y un taller donde se me desmanda y guiña
un tropel de garabatos”.
El lince de Goya prosigue nuestra ya
larga indagación sobre el querido paisano, casi santo o diablo tutelar. Esta
vez Malena somete a un análisis iconográfico el capricho “El sueño de la
razón”, a partir del mito grecorromano de la stryx y de la psicología
arquetípica, desarrollada por James Hillman en Presencias animales. El
libro inaugura la colección ‘Animal de fondo’, que pronto tendrá otros tres
compañeros de viaje: Entre cuervos, Vincent - Un lagarto para
Caravaggio - Frida crisálida.
Por último, Cuaderno angerino repasa alfabéticamente todas las
afinidades que hemos ido tejiendo en dos décadas de vida lacustre: Angera
(entre Lombardía y Piamonte) acoge nuestra sede. Desde Monte Verità o la
fundación Eranos, en la vecina Suiza, hasta la fortaleza Borromeo-Visconti y
las historias vivas del mundo garibaldino. Con una porción de escritores y
artistas, de nuestro entorno inmediato, que nos han influido: Hermann Hesse,
Miguel Ángel, Enrico Baj, Dario Fo, Gianni Rodari, Harald Szeemann, Giovanni
Pascoli, Renato Guttuso, Lucio Fontana, Giancarlo Sangregorio…
-En las artes no hay que forzar, por la productividad y la
neoliberalización, porque los movimientos artísticos a su ritmo… poco a poco, sin prisas pero sin pausas, van haciendo… Así nos reencontramos o nos reconocemos con movimientos artísticos a miles y miles de kilómetros, y es que los humanos, tanto aquí como en nuestras antípodas, buscamos, todas y todos, lo mismo, ¿no?
-Tenemos una visión radical del arte, que bebe tanto de la
antropología como de los arquetipos junguianos: más allá del grado de
desarrollo tecnológico, que no es más que la herramienta, cada época, cada
cultura, modula —repetición con variaciones— los mismos símbolos, el mismo
corpus icónico que no nos abandona jamás porque forma parte de la especie, de
nuestra experiencia del mundo. Pulsiones subterráneas, que afloran en distintos
momentos de la historia, conforman expresiones como el arte grotesco, el arte
onírico o el llamado arte outsider. El
contemporáneo, temerariamente, ha roto toda conexión con lo humano profundo:
costosísimas e inanes cáscaras vacías; arte es todo y también, seguramente,
nada.
-¿Obedece el arte y sus manifestaciones a una razón de ser o a una especie de “Ikigai”?
-Nuestro Ikigai es precisamente intervenir con ideas, imágenes
y palabras en el curso de las cosas, en imperfecta armonía con la naturaleza
pero en completo desacuerdo con muchas de las derivas de la contemporaneidad:
la voracidad destructiva a golpe de coche y cemento, la especulación torticera
tanto en política como en economía, el cáncer demográfico, la aceleración desnortada,
la masiva prostitución de la belleza, las redes gaseosas, el puro humo, la
galopante estupidez.
-¿Cómo obedecen las
artes a aquello de “no hay absolutismos en el arte, como no hay verdades
absolutas… todo es relativo o
más bien flexible”? ¿Qué nos podéis comentar?
-Ni seres, ni saberes, ni poderes absolutos, y el arte el menos
absoluto de los excipientes humanos. Autocuestionarse siempre. Filosofía de la
sospecha. Profundo rechazo de los tantos emperadores desnudos, de los ídolos de
barro que cada día nos meten por ojos, boca y orejas. Aunque sí hay otras
verdades, fundamentales, que tienen que ver con la vida y la muerte y hemos
llamado derechos, democracia, tolerancia: en éstas sí creemos, en su vigencia
día a día conquistada.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)