edition-86203.jpgCazarabet conversa con...   Ana Pérez López, editora y traductora del libroEntre la II República y la Guerra Civil Española” (Comares) de Ernst Toller

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La colección Comares de Historia reflexiona, indaga e investiga sobre la figura y el pensamiento de este  escritor y pensador y “su visión” ante la II República y la Guerra Civil española.

El autor dramático alemán Ernst Toller fue además un destacado activista político sobre todo desde esa generación de entreguerras… dejando una larga sombra más allá de ella…

Llega hoy hasta nosotros como una fuente de reflexión e investigación gracias a libros como el que nos propone Comares.

Esta reflexión que nos presenta y firma Ernst Toller Entre la II República y la Guerra Civil española.

Traduce este libro y guarda cuidado, exquisito, de la edición, Ana Pérez.

Lo que nos cuenta el libro que edita Comares:

El escritor alemán Ernst Toller (1893-1939) fue una de las figuras más destacadas de su época como autor dramático y activista político y un típico representante de la generación de entreguerras. Por su implicación en la República de Soviets de Múnich (1918/19) fue condenado a cinco años de prisión Allí escribió sus primeros y principales dramas, que fueron aclamados dentro y fuera de Alemania. Tras su puesta en libertad en 1924, Toller continuó recibiendo el reconocimiento internacional por su trayectoria literaria y política. Esta carrera fulgurante se vio truncada por el ascenso del nazismo al poder, al que combatió activamente desde el exilio a partir de 1933 hasta su suicidio en 1939.
Toller viajó por primera vez a España en 1931/1932 para conocer de cerca la II República. Los reportajes que publicó en 1932, a su regreso a Alemania, dan fe de su gran empatía con el país y reflejan una visión certera de los problemas políticos y sociales de la II República, que le hacen temer y presagiar la aparición del fascismo. En 1938 volvió a la España en guerra para colaborar en la causa de la República. El hambre y la miseria de la población civil le impresionaron profundamente y le impulsaron a concebir un plan de ayuda internacional para paliarlos. A este objetivo dedicó los últimos nueve meses de su vida, con un impresionante despliegue de energías para superar las muchas dificultades. Desgraciadamente, el éxito final del proyecto quedó truncado por la derrota de la República y el reconocimiento internacional de la dictadura franquista, y el 22 de mayo de 1939 se quitó la vida en su exilio de Nueva York.
Precedida de un documentado estudio, esta edición presenta por primera vez en español los reportajes de 1932 y diferentes textos sobre la iniciativa humanitaria de 1938.

La encargada de la edición y de la traducción del libro, Ana Pérez es Profesora Titular Emérita de Literatura Alemana de la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado principalmente sobre literatura alemana de los siglos XIX y XX y sobre literatura intercultural. En el primer ámbito es autora de numerosos artículos científicos, así como de ediciones de los escritores Theodor Fontane, Heinrich Heine, E.T.A. Hoffmann y Heinrich von Kleist. Respecto al siglo XX, su investigación se ha centrado en el periodo del exilio alemán (1933-1945), con la publicación del volumen El exilio alemán (1933-1945). Textos literarios y políticos, y de artículos y capítulos de libros sobre autores como Heinrich Mann, Thomas Mann, Anna Seghers, Hans Sahl, o Ernst Toller. Un tema transversal de su investigación es la relación existente entre las culturas española y alemana, y en el siglo XX especialmente entre los escritores alemanes y la guerra civil española. Respecto a la literatura intercultural es coeditora de los volúmenes Más allá de la frontera: cinco voces para Europa e Interculturalidad y creación artística. Espacios poéticos para una nueva Europa, así como de estudios sobre la problemática del exilio entre desarraigo y pluralismo cultural.

 

 

 

Cazarabet conversa con Ana Pérez López:

EKZ0p5AWsAA-4sK.jpg-Ana, amiga ¿nos puedes presentar a Ernst Toller?

-Ernst Toller (1893-1939) fue un escritor y activista alemán perteneciente a la generación de intelectuales que, a raíz de las experiencias en la I Guerra Mundial y las revoluciones de 1918/19, se comprometieron con la causa de la justicia social y la libertad a nivel internacional. En Toller este compromiso se manifestó tanto en su obra literaria, sobre todo dramática, como en su activismo político, con una singular coherencia entre pensamiento, sentimiento y acción. Esta trayectoria literaria y política le valió el reconocimiento internacional e  hizo de él una de las figuras más destacadas de su época.

-Era un dramaturgo y un escritor que reflejaba aquello que le “removía” por dentro….

-Sí, así era. Realmente Toller fue alguien que vivió apasionada y conscientemente en su presente histórico en todos los momentos de su vida. Siendo muy joven, se incorporó como voluntario a la I Guerra Mundial, pero la terrible realidad de la guerra le convirtió en un convencido pacifista. Poco después, su compromiso con la causa de la emancipación social y su apoyo incondicional a la unidad de la clase obrera le impulsaron a implicarse en la Revolución alemana de 1918-1919, enfrentándose así por primera vez a su contradicción interna entre pacifismo y espíritu revolucionario. Tras la derrota de la República de Sóviets, fue condenado a cinco años de prisión. Allí escribió sus primeros dramas, en los que trataba conflictos propios, pero también de toda su generación. Estas obras fueron estrenadas con grandes éxitos en teatros alemanes y de todo el mundo mientras su autor seguía en prisión, lo que la valió fama y prestigio internacional.

-Nos importa mucho su faceta humana…

-Por los testimonios recogidos, Toller fue un personaje carismático, de un enorme atractivo, al que era difícil sustraerse. Era un gran orador que arrastraba a las masas en sus mítines y discursos, y al que le gustaba verse rodeado de amigos. Su imagen como escritor de éxito y revolucionario a veces le pesaba demasiado, pero también le gustaba, en una nueva contradicción. Su mayor problema eran sus cambios de estado de ánimo, entre el entusiasmo desbordante y los estados depresivos, que le llevaban a dudar de su capacidad literaria, y que con el paso de los años fueron dejando huella en su salud. Otro importante rasgo suyo era su empatía con los desfavorecidos. A Toller le conmovía y le sublevaba el sufrimiento humano y la injusticia social. Su compromiso no era solo intelectual, sino que también el sentimiento formaba parte de él.

-¿Lo habías “trabajado” a este escritor alemán anteriormente?.- ¿Cuándo lo trabajabas, me refiero a este libro, cómo te sentías y una vez visto el resultado final?

-Sí, realmente empecé hace años a trabajar sobre Toller, aunque no lo haya hecho de manera continuada, investigando aspectos concretos, como su relación con España, y especialmente, su gran campaña internacional de ayuda a la población civil española durante la Guerra civil. Esos estudios previos se publicaron en revistas científicas y en obras colectivas y fueron los que me impulsaron a proyectar una obra de mayor envergadura, a mi juicio necesaria, en la que presentar al público lector en lengua castellana la persona de Ernst Toller en todas sus dimensiones y sobre todo en su relación con España. Se trataba de recuperar una figura de un pasado histórico no tan distante -y con grandes similitudes con nuestro propio presente-, principalmente por dos razones: contribuir a una memoria democrática europea, y hacer justicia a alguien injustamente olvidado, que en los años 30 del siglo pasado fue conocido y admirado en España. Espero que el resultado de mi trabajo vaya en este sentido.

El libro profundiza en la documentación del contexto de su relación con España entre 1931 y 1939. También se incorporan todos los reportajes que Toller escribió en 1932 sobre la recién estrenada II República española, que nunca se habían traducidos al castellano hasta ahora, así como algunos textos seleccionados por mí en relación con su iniciativa humanitaria de 1938, que tampoco se habían traducido. El libro cubre una importante laguna en los estudios literarios en castellano sobre Toller, y por ello me siento muy satisfecha.

EKZ0qHFXUAAlqIy.jpg-¿Cómo era, cómo lo definirías como escritor?; aquí hay que destacar su faceta de dramaturgo, ¿verdad?

-Ciertamente, sus obras principales, y por las que sobre todo ha pasado a la historia de la literatura, son las dramáticas. Pero Toller fue también el autor del conocidísimo libro de poemas “El libro de las golondrinas”, y un agudo analista y crítico del presente en sus artículos de prensa, intervenciones en congresos, crónicas de viajes, así como en obras de carácter documental, como por ejemplo sobre el estado de la administración de justicia en la República de Weimar, y fue, finalmente, el autor de una magnífica autobiografía, “Una juventud en Alemania”, en la que plasma su trayectoria vital hasta que sale de la prisión en 1924. Para Toller, volcarse en la creación literaria era parte de un compromiso integral, en el que no se puede separar la dimensión estética de la ética y de la política. Por eso, la escritura de Toller, sin descuidar nunca los aspectos estilísticos y la búsqueda de belleza, es esencialmente comunicativa, para llegar al lector y que nada impida a este acceder a lo que el autor le quiere trasmitir. 

-¿Cómo lo has percibido tú, como lectora, pero también como traductora y filóloga de lengua germánica?, más que nada, ahora, lo pregunto en esa faceta que se desglosa aquí en el libro de Comares con estos reportajes en torno a la II República y a los textos sobre “sus” iniciativa humanitaria seis años después..

-Bueno, creo que me ha pasado como a cualquiera que entra en contacto con Toller o su obra: que es imposible sustraerse a la fascinación que ejerce, precisamente en esa coherencia interna entre vida, obra y acción, tan difícil de encontrar. Toller no es nunca el poeta encerrado en la torre de marfil, sino que, pie a tierra, se mezcla con los desfavorecidos, con los que se identifica desde un sentimiento de fraternidad elemental, y por los que reclama justicia y denuncia los abusos del poder. Como apuntaba más arriba, esto significa que su escritura es clara y trasparente, incluso cuando utiliza la ironía, y abierta al lector, algo que se capta perfectamente en los reportajes donde incluso él se retrae como cronista para ceder la palabra a las personas que presenta en ellos, dejando que sea el lector el que saque las conclusiones pertinentes.

-¿Cómo podríamos definir su relación con la España de esta II República?

-Toller amaba España. En los reportajes de 1932 expone con mirada crítica los problemas existentes, como la cuestión agraria, la miseria del pueblo trabajador, el analfabetismo, el trabajo infantil, la marginación de la mujer o el gran poder de la iglesia católica, que acumula propiedades y oprime conciencias. Pero también expresa una enorme empatía con el pueblo español, cuyo carácter en cierto modo idealiza y con el que se identifica, sobre todo con los rasgos de dignidad e individualismo de su clase trabajadora, lo que explica para él el arraigo del anarquismo en nuestro suelo. Esta simpatía, patente en los reportajes de 1932, se intensificará tras el inicio de la Guerra Civil en 1936, tomando parte decidida, como tantos antifascistas, a favor del gobierno legítimo de la II República, lo que dará lugar a su gran iniciativa humanitaria.

EKZ0p8GWkAcLz7C.jpg-¿Cómo es ese primer viaje de Toller a España entre 1931-1932?

-Tras su salida de la prisión en 1924, Toller continuó su carrera de éxitos como dramaturgo y personaje cosmopolita, aclamado allí donde fuera. Pero fue también un crítico agudo de una evolución de la República de Weimar que defraudaba las expectativas progresistas que se habían depositado en ella.

Toller estuvo en España entre finales de octubre de 1931 y principios de marzo de 1932, es decir, pocos meses después de la proclamación de la II República el 14 de abril. Su propósito era conocer de cerca su realidad, los problemas políticos y sociales a que se enfrentaba, la situación de la clase trabajadora y de un pueblo que necesitaba salir de la miseria y el atraso de siglos. Pese a las diferencias estructurales existentes, quería comparar el proceso en España con el de la República de Weimar, donde las elecciones de septiembre de 1930 habían convertido al partido  nacionalsocialista en la segunda fuerza más votada, lo que le llevó a vaticinar qué ocurriría si Adolf Hitler llegaba al poder.

Hay que tener en cuenta que cuando Toller vino a España no era un desconocido. Su aureola internacional había llegado a nuestro país, como se refleja en la prensa de esos años, y se habían traducido ya varias obras suyas.

En los artículos en que Toller analiza la realidad política y social de la II República toma nota de los avances, como su afán por combatir el analfabetismo con la construcción de nuevas escuelas, o la política reformista en materia de prisiones de Victoria Kent, aunque en ambos casos males endémicos dificultan la realización de los objetivos deseados: la necesidad del trabajo infantil para la subsistencia de las clases oprimidas, en un caso, y la falta de medios y las reticencias de una burocracia indolente y reacia a cualquier cambio, en el otro. Toller vio en esta discrepancia entre los propósitos de reforma y su realización en la práctica un gran peligro para la República: “Las resoluciones y las leyes deben hacerse realidad, si no los seguidores se desaniman y los adversarios se fortalecen.(…) Los conflictos que no pueden resolver agudizan la situación social y dan lugar a que los fascistas aparezcan en escena.”

Lo que más le atrajo fue conocer directamente la situación de la gente del pueblo, darles la palabra para que sean ellos los que relaten sus condiciones de vida, aunque también recogió las voces de los sindicalistas que luchaban contra los abusos del capital.

En otros artículos, Toller trató temas más típicos y tópicos, como son los toros, las cofradías de Semana Santa, las bodegas andaluzas, el flamenco, o la visita a lugares como Sevilla, Toledo o el monasterio de El Escorial. Todos ellos recogen las impresiones, admirativas, sorprendidas, irónicas o amables, pero siempre abiertas a los otros, en un sincero afán por entender aquello que le es ajeno y, no obstante, no le deja indiferente.

-Toda esa trayectoria de compromiso y de activismo político le llevó al exilio, en 1933, escapando de las garras del nazismo.

-En efecto, Toller ocupaba uno de los primeros puestos en la lista de perseguidos por los nazis. Tuvo la suerte de estar en Suiza el 30 de enero de 1933, cuando Hitler llegó al poder, lo que sin duda le salvó la vida. Comenzó así un exilio, en el que junto a la mayor parte de escritores e intelectuales alemanes antifascistas, Toller combatió a los nazis con todos los medios a su alcance. Su objetivo era mostrar a la tibia opinión pública occidental la verdadera naturaleza criminal del nazismo y demostrar que ellos, los exiliados, eran los representantes de la verdadera Alemania, la de la cultura, frente a la barbarie hitleriana. Sin abandonar la creación literaria, Ernst Toller fue uno de los más activos y conocidos representantes de este exilio alemán antifascista. Refugiado en Londres, pasó largas temporadas en Estados Unidos, donde realizó una gira de conferencias y actos para dar a conocer la realidad y la amenaza de la Alemania nazi, y fue contratado por los estudios cinematográficos de Metro-Goldwyn-Mayer de Hollywood como guionista, aunque ninguna de sus propuestas fue llevada a la pantalla. 

Ernst-Toller-Holocaust-Memorial-Museum_EDIIMA20191220_0864_19.jpg-Su particular compromiso con la II República le lleva a volver en 1938 a España. ¿Cómo fue eso?

-Como es sabido, la Guerra Civil española suscitó la solidaridad de los antifascistas a nivel internacional, una solidaridad que se manifestó de diversas maneras, desde la participación directa en la contienda en las Brigadas Internacionales, a la organización de comités de ayuda, llamamientos y declaraciones de apoyo al legítimo gobierno de la República. Toller se une a este movimiento internacional desde su exilio, pero en 1938, estando en Nueva York, no puede resistir estar alejado del escenario bélico y decide viajar a España a contribuir a la defensa de la República.

-Encuentra en 1938 una España de hambre y carencias extrema…y eso le lleva a idear un plan internacional de ayuda para intentar paliar un poco la situación ¿Nos puedes hablar un poco del mismo?

-Inmediatamente antes de viajar a España, Toller participó en París en el III Congreso Internacional de Escritores por la Defensa de la Cultura, donde su alocución fue un alegato a favor del compromiso del intelectual en la lucha antifascista y la necesidad de  terminar la guerra. En Barcelona y en Madrid sufrió con sus habitantes los continuos bombardeos de los sublevados y fue testigo de la escasez de víveres reinante, del hambre y las carencias entre la  población civil, sobre todo en los niños, algo que se incrementaba cada día con el continuo flujo de refugiados que huían de la zona rebelde. Toller concibió y expuso al gobierno de la República un plan de ayuda internacional en el que era necesaria la participación de los gobiernos democráticos, ya que las contribuciones de los comités de ayuda eran insuficientes para paliar las grandes carencias. Su idea era que los gobiernos de cada país compraran sus excedentes de producción alimentaria a precio de coste para enviar esos productos a España. Consciente de que la política de “no intervención” de Inglaterra y Francia impediría cualquier proyecto de auxilio a la República, planteó, también de acuerdo con el gobierno, que la ayuda se dedicase a las dos zonas, la rebelde y la leal a la República, “según sus necesidades”.

La realización de esta iniciativa requirió un enorme esfuerzo por su parte, de cinco meses de dedicación intensa, en los que se trataba de movilizar la solidaridad con la República en la opinión pública de los diferentes países, a través de los sindicatos, los comités parlamentarios, y los medios de comunicación, contando con la movilización social y el apoyo de figuras destacadas de cada país, para que se presionara a los gobiernos respectivos a implicarse en el proyecto. La realización de esta plan –que la prensa española siguió con gran atención y respeto-, le llevó a Gran Bretaña, Francia, los países escandinavos y, finalmente, a Estados Unidos, donde en diciembre de 1938 se creó el comité de ayuda a España bajo la dirección del presidente Roosevelt, y en enero de 1939 se aprobó el envío del primer barco cargado de trigo para España. Terminaba así un proyecto que había iniciado en julio de 1938, con un tremendo desgaste físico, emocional y económico, pues Toller sufragó todos los gastos de su propio bolsillo e incluso tuvo que pedir prestado para llevarlo a su fin.

-Toller volcó todas sus fuerzas en este objetivo, pero los acontecimientos en España se precipitaron, concluyendo con la derrota de la República.

-Efectivamente, en diciembre de 1938 comenzó la ofensiva franquista en Cataluña y la huida de la población civil hacia la frontera francesa. Barcelona se rindió el 26 de enero de 1939 y la derrota de la República era inminente. Finalmente, el 28 de marzo, Franco entró en Madrid y el 1 de abril el gobierno de los Estados Unidos reconoció oficialmente el régimen franquista. Las ayudas para auxiliar a la población civil de la República, conseguidas con tanto esfuerzo personal y solidaridad internacional, fueron destinadas a los 400.000 refugiados españoles en los campos de internamiento de Francia.

Ernst-Toller-Samotschin-Imperio-Aleman_EDIIMA20191220_0870_19.jpg-Este final de la II República debió tener un efecto desgarrador para Toller… ¿qué nos puedes comentar?

-Se trata, ciertamente, de un amargo final. El mismo Toller lo señaló así en el manuscrito de trabajo que he titulado “Apuntes para un libro”, en el que se anotan todos los pasos dados para llevar a cabo su proyecto, que termina con el escueto resumen: “Sueño y realidad”. El sueño de la solidaridad y la realidad de una situación internacional marcada por una política de “no intervención”, de facto de abandono de la República, por parte de las democracias, en su inútil “apaciguamiento” de la amenaza del fascismo.

A mi juicio, la amargura de ese final no debe empañar la grandeza de la iniciativa de Toller. Ciertamente, la ayuda internacional que finalmente consiguió no llegó a tiempo de socorrer a sus destinatarios en España, pero al menos sirvió para paliar la terrible situación de los refugiados españoles. Pese a la oposición abierta de los enemigos de su proyecto, de las reservas políticas y diplomáticas, mantuvo con firmeza su objetivo hasta el final. Su enorme esfuerzo solidario, su entrega a esta causa humanitaria brilla por sí misma y pienso que debe recibir su merecido reconocimiento en nuestro país.

-Terminó su vida suicidándose en el año 1939, seis años después de partir al exilio y avecinándose la II Guerra Mundial, suponemos que desesperado por todo…

-Probablemente su suicidio se debió a un cúmulo de razones, que en un momento determinado estallaron en su interior. Estaba en la más absoluta ruina, en un estado de total agotamiento tras el gran esfuerzo realizado, sumido en una profunda depresión, incapaz de dormir y trabajar, su mujer le había abandonado, no sabía nada de sus hermanos, que habían caído en manos de Hitler y morirán en campos de concentración nazis, y a todo esto hay que sumar los insistentes rumores de un pacto entre Stalin y Hitler y del inminente estallido de la II Guerra Mundial. Y finalmente, la derrota de la República en España, a la que había dedicado los últimos meses de su vida… quizás se sintió en un momento sin fuerzas para seguir viviendo en un mundo así.  El 19 de mayo había tenido lugar el llamado desfile de la victoria de Franco en Madrid, y el 22 de mayo, Ernst Toller se suicidó en la habitación de su hotel en Nueva York.

El día 27 tuvo lugar su funeral, al que, entre otras personalidades, asistió Juan Negrín, el último presidente de gobierno de la II República española, y en su alocución expresó “la gratitud del pueblo español a quien había tenido su sufrimiento tan cerca del corazón.”

-Amiga como traductora, ¿cómo te has tenido que documentar para acercarte a Ernst Toller y a su obra, en concreto a esta parte de obra? La tarea de la traducción va más allá de “traducir”… se debe de estar familiarizado con la firma, con la manera de pensar del autor, con su obra, su expresividad escrita, sus giros…

-Tenéis razón en que es necesario conocer bien a un autor para traducirle lo más fielmente posible. En este caso, eso no ha sido problema, porque ya estaba perfectamente familiariza con la obra y la personalidad de Toller. Lo que sí me gustaría resaltar es la intensa labor de indagación llevada a cabo en diferentes archivos y centros de investigación para documentar su relación con España en todo el periodo estudiado, una labor para la que he contado con la colaboración inestimable de instituciones y personas cercanas, a las que una vez más quisiera agradecer su apoyo y ayuda.

-Amiga, ¿cómo ha sido trabajar con Comares?

-Para mí ha sido una experiencia muy estimulante, pues se trata de una editorial moderna, rigurosa y dinámica, con la que he mantenido en todo momento el buen contacto, y he contado con su apoyo y comprensión ante aspectos específicos como las numerosas ilustraciones del libro. Y después de la publicación, he de decir que nuevamente se han implicado a fondo en presentaciones y en la promoción del libro, por lo que les doy doblemente las gracias. En resumen, una experiencia estupenda.

Muchas gracias a vosotros también por vuestro interés y vuestra colaboración en la divulgación de la figura de Ernst Toller y su relación con España.

 

 

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