encarceladas (1).jpgCazarabet conversa con...   Iván Heredia Urzáiz, autor de “Encarceladas. Historia de las cárceles de mujeres de Zaragoza 1936-1954” (Mira)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mira Editores publica una Historia de las cárceles de mujeres de Zaragoza 1936-1954.

Iván Heredia Urzáiz es minucioso acercándose a los mujeres represaliadas y privadas de libertad desde la apisonadora del golpe de Estado franquista y los primeros años de la posguerra, entre 1936 y 1954.

Es el autor, también desde Mira, de Delitos políticos y orden social. Historia de la cárcel de Torrero 1928-1939.

La sinopsis del libro:

Esta es la historia de las cárceles de mujeres de Zaragoza. Durante el periodo de la Guerra Civil (1936-1939) y los años del primer franquismo (1936-1954), miles de mujeres fueron encarceladas, primero, en el departamento de mujeres de la cárcel de Torrero y, posteriormente, en la prisión habilitada de Predicadores, por haber simpatizado o colaborado con las fuerzas republicanas, por oponerse de forma activa o pasiva a la sublevación militar o, simplemente, por ser mujer, hermana, madre o hija de un republicano. Fueron estas mujeres las que tuvieron que soportar el hacinamiento de los espacios de reclusión, la suciedad, la miseria, el hambre, la violencia ejercida por el sistema penitenciario sobre las reclusas y, por último, tuvieron que hacer frente a la posibilidad de ser «sacadas» y fusiladas en las tapias del cementerio de la ciudad. La tragedia que experimentaron estas mujeres adopta una forma más visceral e inhumana cuando el análisis se enfoca sobre los seres más endebles e inocentes que las acompañaron en su encierro, los hijos de las presas.

El ensayo de Iván Heredia, que incluye también en su anexo final gráficas, documentos y una relación pormenorizada (edad, profesión, fecha de ingreso, de salida, causa de la muerte...) de presas políticas en las cárceles de mujeres de Zaragoza desde 1936 hasta 1948, supone un gran avance en la investigación en torno a los espacios femeninos de este periodo al abordar con precisión el proceso de cambio del papel de la prisión en la sociedad y la transformación de la realidad penitenciaria, y, sin duda, es un libro de consulta para todos aquellos interesados en la historia que deseen acercarse a los estudios de género, y, concretamente, los referidos al análisis de la violencia y la represión franquista.

 

El autor, Iván Heredia Urzáiz: Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Zaragoza. En los últimos años sus líneas de investigación se han centrado en el sistema penitenciario español y las lógicas del encierro en los años treinta y cuarenta del siglo XX. Es autor de varios libros, entre los cuales cabe destacar Delitos políticos y orden social. Historia de la cárcel de Torrero (1928-1939), publicado en 2005 en Mira Editores, y coautor de la biografía política Leandro Saún y Carmen Casas. Organización política clandestina en la Zaragoza de los años 40, estudio que vio la luz gracias al programa Amarga Memoria del Gobierno de Aragón. Asimismo, ha publicado artículos en obras colectivas, revistas científicas y de divulgación. Actualmente, combina su labor investigadora con su trabajo como profesor en Educación Secundaria.

 

Cazarabet conversa con Iván Heredia Urzáiz:

encarceladas (2).jpg-Amigo Iván, explícanos, por favor, el por qué y el origen de este libro…

“Encarceladas…” es un libro necesario hoy en día para reflexionar sobre el papel de la mujer en tanto que víctima de la represión y la persecución de los sublevados y, a medida que se iba conformando en Estado franquista, de los distintos aparatos de control social de la dictadura. Es un estudio que aborda la transformación del microcosmos penitenciario, a nivel teórico y real, en un periodo amplio y convulso, desde el inicio de la Guerra Civil hasta el cierre de la cárcel de Predicadores (1954).

El origen de este estudio se remonta diez años atrás, cuando estaba escribiendo mi tesis doctoral y, paralelamente, colaboré durante unos meses en una investigación sobre “represión sexuada” junto con Irene Abad y Sescún Marías que me llevó a articular un discurso sobre el papel de la mujer dentro de las prisiones en Zaragoza.

-¿Por qué eliges centrarte en las cárceles de mujeres de Zaragoza?

La ciudad de Zaragoza es un escenario ideal para analizar represión, el control social y la evolución de las lógicas de encierro que imponen progresivamente los sublevados y, luego, el proyecto franquista. Desde un primer momento, la ciudad de Zaragoza estuvo bajo el poder de los golpistas y se puede observar la evolución y construcción del sistema penitenciario franquista en cada una de sus fases teóricas y reales. Ese proceso también se observa en las cárceles de mujeres de Zaragoza, que suponen un escenario excepcional para analizar cómo se implanta el nuevo modelo penitenciario y sus consecuencias en la vida real, aspecto que si bien se ha analizado en algunos casos a partir de la victoria del bando sublevado, no hay apenas investigaciones que analicen también el periodo de Guerra Civil (1936-1939).

-¿De qué centros estamos hablando?

Cuando hablamos de cárceles de mujeres me refiero a, en un primer lugar, el departamento de mujeres existente dentro de la Prisión Provincial de Zaragoza, popularmente conocida como cárcel de Torrero. Este pequeño pabellón, en el que rara vez habían coexistido más de 10 presas, es el que acogió durante los primeros días de la Guerra Civil y hasta abril de 1936 a cientos de mujeres que fueron detenidas y encarceladas, la inmensa mayoría por motivos políticos o por ser madres, esposa, hermana, hija o familiar de un destacado dirigente político o sindical de izquierdas. El 6 de abril de 1939, ante el hacinamiento de las dependencias destinadas al encierro de mujeres, las presas, junto con muchos niños y niñas que permanecían encerrados junto con sus madres, fueron trasladados hasta las dependencias de la Prisión Habilitada de Predicadores, un viejo caserón de los Villahermosa, situad0 en el centro de la ciudad de Zaragoza y que en 1928 había sido clausurado al no reunir las condiciones de salubridad y de seguridad necesarias para albergar a la población reclusa y después de haberse inaugurado la nueva prisión provincial, situada en el barrio de Torrero.

-¿Tenían diferenciaciones o algo de particular si las comparamos con otras cárceles de mujeres?

La cárcel de Torrero fue concebida para que dentro de sus muros hubiera otra prisión, el departamento de mujeres, un recinto pequeño que tras el golpe militar del 18 de julio se hacinó notablemente, dejando en evidencia la falta de infraestructuras para mantener recluidas a tan elevado número de mujeres. Imaginemos un espacio que hasta entonces habían estado como mucho recluidas 10 presas, y en ese momento algunas autoridades ya se quejaban de la falta de espacio, y donde en las dos primeras semanas de guerra son encarceladas más de 50 mujeres, cifra que no dejó de incrementarse en las semanas y meses siguientes. Por otro lado, la cárcel de Predicadores se habilita en 1939 debido a la necesidad de establecer un nuevo espacio para el encierro en la capital aragonesa, ante el constante ingreso en la cárcel de Torrero de presos y presas. Si bien es cierto que en un primer momento se pensó en trasladar hasta estas dependencias a presos, al final se tomó la determinación de traspasar hasta este lugar de encierro a todas las mujeres recluidas (más de 500 en abril de 1939) y a los niños y niñas que les acompañaba. La situación de esta prisión era terrible, y así lo reflejan los testimonios que nos han llegado hasta nuestros días, y que se pueden contrastar con las fuentes de las que disponemos. Algunas presas llegaron a tachar a la cárcel de Predicadores como un lugar terrible tanto en lo que respecta al trato de las presas como a las condiciones de vida.

-¿Qué características tienen estas prisiones de mujeres?; ¿cómo eran por dentro?. Por favor, háblanos un poco de las carceleras y carceleros…

El departamento de mujeres de la cárcel de Torrero era muy pequeño. En la memoria que se hace en el momento de su construcción queda patente que estas dependencias están pensadas para albergar a no más de 10 presas y, sobre todo, para acogerlas por un tiempo limitado de tiempo, hasta que su situación penal se aclarase. La Prisión Habilitada de Predicadores fue somentida a una serie de reformas durante los meses finales de 1938, con el fin de ampliar su capacidad y mejorar sus infraestructuras y su salubridad. No obstante, el edificio no estaba pensado para albergar a tan elevado número de presas (apenas había celdas y la mayoría de ellas convivían en salones de aglomeración) y no estaban pensadas para albergar a niños y niñas, ninguna prisión lo estaba.

-¿Qué características tienen estas prisiones de mujeres?; ¿cómo eran por dentro?. Por favor, háblanos un poco de las carceleras y carceleros…

-Las cárceles de mujeres de Zaragoza dependían de la Dirección de la Prisión Provincial de Zaragoza, de ahí que su documentación se halle en el mismo fondo documental y quien toma las decisiones importantes del centro son el director y equipo directivo de la cárcel de Torrero. En cuanto a los carceleros, quiero poner de manifiesto en primer lugar que, frente a lo que algunas personas han afirmado en algunos estudios, ni durante la Guerra Civil ni durante el franquismo, ni el departamento de mujeres de la cárcel de Torrero ni mucho menos la Prisión Habilitada de Predicadores, estuvieron regidas por congregaciones religiosas. Los funcionarios encargados de estos espacios eran mujeres y, en menor medida, hombres. Sólo la Celadora y las guardianas podían estar en contacto con las presas, y el único hombre que entraba en estos espacios de encierro era el capellán de prisiones a dar misa o a asistencia espiritual.

Dicho esto, el trato diario era brutal y violento, durante la guerra y posguerra. En el libro los lectores podrán observar cómo los espacios de encierro femeninos van sufriendo un proceso intenso de deshumanización.

ChWsL3BXEAAHjao.jpg-En las prisiones de mujeres era dónde más se notaba la presencia e influencia de la Iglesia…

No, lo cierto es que esa influencia se notaba tanto en los espacios de encierro masculinos y femeninos. Obviamente, en los espacios regidos por congregaciones religiosas, esa intensificación de la influencia de la Iglesia fue patente, pero no fue el caso de las cárceles de mujeres de Zaragoza. No obstante, lo que sí es cierto es que, mientras durante la II República las prisiones se transformaron en centros laicos, donde sólo podían oficiarse oficios si un preso o presa lo pedía. Tras el 18 de julio de 1936 la religión vuelve rápidamente a ocupar los espacios de encierro masculinos y femeninos, ya sea a través de la reposición de las misas de precepto, la comunión pascual y, sobre todo, es notable en esas celebraciones patrióticas donde las ceremonias religiosas tienen un papel protagonista, quedando patente la comunión entre el Estado franquista y la Iglesia Católica española.

-En las cárceles se pasaba hambre, había “chantaje emocional” por los familiares que se habían quedado en las casas, habían castigos y escarmientos… ¿en qué consistían éstos últimos?

En la cárcel se pasaba mucha hambre. Las raciones eran escasas tanto en cantidad, como en calidad y, sobre todo, su contenido nutritivo escaso. En muchos casos las presas dependían de la comida que les traían sus familiares para sobrevivir. Es difícil llegar a saber si había ese chantaje emocional, los testimonios que nos han llegado son escasos y no se hacen alusiones al respecto. Las comunicaciones con las familias eran difíciles. El chantaje de algunos funcionarios era real y existen algunos casos de corruptelas y fraudes. Los castigos eran habituales en las prisiones, cualquier indisciplina era severamente castigada, en ocasiones incluso con largos periodos en celdas de castigo o con palizas brutales. En el libro hay un apartado destinado al estudio de la “disciplina y castigo” en las cárceles de mujeres de Zaragoza en este periodo, y algunos sucesos que he analizado ponen de manifiesto la brutalidad que se ejerció sobre las mujeres encarceladas, especialmente sobre las presas políticas.

-¿Todo iba encaminado a una reeducación?, pero, supongo, que la reeducación era puramente ficticia y artificial…era una reeducación disfrazada por la supervivencia, ¿no?, ¿qué nos puedes decir?...vamos que creo que había poca sinceridad en esa redención, ¿no?...aunque sí cierta aceptación…

Hay que diferenciar entre reeducación y redención, ya que son conceptos totalmente diferentes. En este tema es importante el lenguaje y observar cómo se adapta por parte de quienes ejercen el poder. Por ejemplo, en la II República Victoria Kent apostaba por un sistema penitenciario que regenerase y que reintegrase al desviado, al delincuente. El correccionalismo, corriente teórica sobre la que se sustenta Kent, habla de un preso enfermo que hay que cuidar y recuperar para que habite en sociedad sin plantear conflicto. En cambio, tras el 18 de julio de 1936 el lenguaje cambia, el término regenerar es sustituido por reeducar, por implantar una pena retributiva y punitiva basada en el castigo y la implantación de un sistema que, entre otros objetivos, tenía la reeducación de la población reclusa para que abrazase los ideales del franquismo. La redención de penas es un sistema que se implanta para reforzar la nueva modalidad de la pena, de carácter aflictivo y la necesidad de someter a un castigo al vencido y, más tarde, a través de la modalidad de redención de penas por trabajo intelectual, implantar una reeducación a las presas y presos considerables como recuperables. ¿Hasta qué grado asimilaban esa reeducación basada en el nacional-catolicismo? Su impacto se limitaba a la aceptación por parte de algunas presas a incluirse dentro de este programa como vía para acortar la pena.

-Se jugaba mucho con ese chantaje, con el miedo y el escarmiento, ¿verdad? …y las cárceles debieron ser un lugar donde se cimentaba

El chantaje se observa en muchos aspectos, y se ve de forma sutil en algunos episodios de las memorias de capuchino Gumersindo de Estella, cuando trata de convencer a presas y presos condenados a pena de muerte a confesarse antes de ser ejecutados. El escarmiento está presente en el violento trato que dispensan muchas de las funcionarias a las presas. El miedo estuvo presente durante todo el periodo a estudio y se impuso de muchas formas: mediante el trato vejatorio; las “sacas”, la violencia que impregnaba el día a día de la prisión, sobre todo durante los años de guerra y primeros años de posguerra, donde un solo comentario podía conllevar un maltrato físico.

-Hubo muertes de mujeres condenadas, asesinadas y ejecutadas, pero se supone, también, que fueron muchas las que murieron en el propio centro penitenciario cumpliendo pena o fruto de las penurias vividas allí…¿no?. ¿Hay listados de ello y de las que sufriendo las consecuencias perdieron la vida?

Si, hubo sacas de presas no condenadas y otras condenadas por la justicia militar y en el estudio se pueden consultar quiénes fueron las mujeres sacadas y algunas de sus trayectorias vitales. Pero, como bien matizas, también hubo mujeres que perdieron la vida víctimas de las enfermedades ocasionadas de la malnutrición, el hacinamiento, la suciedad y la gran incidencia de las enfermedades en las presas. En el libro se puede consultar un pequeño anexo de presas fallecidas por enfermedad, ahora bien, es imposible saber cuántas presas fallecieron días, semanas o meses después de salir de prisión como consecuencia de ese periodo de encierro que experimentaron.

-Fuera de Zaragoza, en Aragón había algún centro penitenciario más centrado en las mujeres…como el de Barbastro, también vinculado a un convento…Háblanos un poco de estos y de la vinculación con las órdenes religiosas y esos conventos…

Sí, en Aragón el otro centro importante de encierro femenino estaba ubicado en Barbastro, en un convento de religiosas como bien mencionas. De hecho, en los primeros años de posguerra, son muchas las presas que son trasladadas desde Zaragoza hasta ese centro de encierro. Los datos que se tienen sobre esta prisión son parciales, ya que gran parte de la documentación de las prisiones de la provincia de Huesca, que estaba en el fondo documental de la Prisión Provincial de Huesca, fue destruida. No obstante, en la Prisión Habilitada “Las Claras” llegó a albergar a más de 500 presas en febrero de 1941.

Foto-13.jpg-¿Cómo llegaban a la cárcel?; ¿qué características tenían y compartían  estas encarceladas?

Las presas llegaban de diversas partes. En los primeros momentos de guerra llegaban procedentes de las comisarías de vigilancia, o desde sus casas. Y llegaban en el coche celular, o acompañadas por las fuerzas del orden. Conforme avanza la guerra y la depuración de la retaguardia se completa, vienen mujeres de muchos pueblos. Cuando se “liberaba” una población de la provincia, primero eran clasificadas en las prisiones municipales y de partido, y luego llegaban al pabellón de mujeres de la cárcel de Torrero. Muchas llegaban después de haber sido vejadas, humilladas y sometidas a castigos públicos en sus pueblos. Esas escenas se vieron hasta el final de la guerra. En los años de posguerra, el movimiento de presas por la geografía española era intenso. El objetivo era aliviar el hacinamiento de muchas prisiones centrales y provinciales. De ahí que muchas mujeres llegaran de muchas regiones españolas (Madrid, Cataluña, Castilla La Mancha, País Vasco, etc.) y cuando llegaban a Zaragoza, muchas veces para pasar unos pocos días hasta reanudar el camino hasta su destino definitivo, eran trasladadas a pie desde la estación de tren. El viaje en tren lo solían hacer en vagones destinados a ganado, así que se pueden imaginar el olor y la suciedad que tenían que soportar estas mujeres, la mayoría de ellas, como ya he mencionado, habían sido detenidas por su colaboración, militancia o simpatías con el gobierno republicando o con las fuerzas políticas que defendían la legalidad republicana, por ser hija, esposa, madre, hermana, de destacados dirigentes sindicales o políticos de izquierda.

-Amigo Iván, ¿cómo fue el proceso de investigación en torno a las prisiones de mujeres de Zaragoza?. Quien dice investigación, también dice estudio de lo investigado, de lo recopilado, de lo que se va captando y recogiendo, de entrevistas, de datos que se comparan, se cotejan, se contrastan….y de horas y horas en las bibliotecas entre periódicos, libros… ¿Qué nos puedes decir de este trabajo?,por cierto, ¿cuánto tiempo te llevó?

Hace poco hablaba con una amiga sobre el proceso de escritura y le comentaba que al escribir ensayo, en este caso de Historia, necesitamos que todos los datos estén correctamente contrastados, analizados y, sobre todo, justificados. Escribir narrativa es un proceso libre, donde el autor se puede permitir licencias. En un ensayo, todo tiene que tener su justificación documental o bibliográfica. Por lo tanto, requiere de una gran implicación intelectual y una enorme inversión de tiempo, especialmente a la hora de recoger fuentes.

El proceso de investigación me ha llevado a transitar por muchos archivos y bibliotecas situados tanto en la provincia de Zaragoza (Archivo Histórico Provincial o el Archivo del Centro Penitenciario de Zuera) como en archivos nacionales (AGA, Archivo del Ministerio del Interior, Biblioteca Nacional, Biblioteca de Instituciones Penitenciarias, etc.). El trabajo con las fuentes fue larga y su organización compleja. No obstante, a la tarea de recopilar datos hay que añadir la tarea de relacionar la información, y eso sólo es posible con un buen sistema de clasificación de fuentes y tras la inversión de una gran cantidad de tiempo. A ello hay que sumar las lecturas de libros, artículos y prensa.

Este trabajo de investigación surgió a medida que estaba realizando esa tarea de investigación para mi tesina y, posteriormente, para mi tesis doctoral. Cuando se investiga un tema, suelen aparecer progresivamente documentos que puede que no encajen bien en tu tesis, pero sí en un estudio aparte y a medida que pasa el tiempo te das cuenta de que mucha de esa documentación y de esos temas no puedes encajarlo como desearías en tu tesis, y vas etiquetando esa documentación con posibles temas, vías de investigación o posibles artículos. A la vez que estaba escribiendo mi tesis doctoral, fue armando un estudio sobre presas políticas. Las investigaciones realizadas junto con Irene Abad y Sescún Marías sobre “represión sexuada” me permitieron darle forma a algunas páginas y capítulos que hablaban de presas y de su situación en la prisión y que aparecieron publicados en algunos artículos. En el año 2011 recibí una propuesta para colaborar con Studia Histórica en un número dedicado a las cárceles de mujeres, trabajo que me sirvió para revisar algunas cuestiones que estaba planteando. Por cuestiones personales, y ante la necesidad de tomar distancia con este estudio, metí en un “cajón” esta investigación y lo retomé en varias ocasiones en estos años, hasta que hace unos meses me dediqué a darle forma, incluir algunos datos nuevos, nuevas lecturas y depurar el texto y algunos apartados.

-¿Y cómo es ponerle orden a todo ello?; ¿cómo es tu metodología de trabajo?

Como antes he mencionado, escribir un ensayo te obliga a que todo tiene que estar justificado y contrastado. Para que esta tarea sea lo más sencilla posible, desde mi punto de vista, es necesario tener una metodología clara desde un principio y es preciso utilizar un sistema de clasificación de fuentes eficaz. Es un trabajo que requiere mucho esfuerzo cuando se recogen los datos, pero a la larga es eficaz y te ahorra tiempo a la hora de conectar los datos y de escribir.

Cada historiador tiene su metodología, la mía se basa en el orden en la recopilación de datos, plantear un guión claro del estudio –aunque no siempre es fácil-, leer mucho y no sólo de historia (en mis investigaciones tengo que leer desde tomos de leyes y circulares, libros de psicología, filosofía del encierro, sociología, derecho) y escribir, reescribir y reflexionar sobre lo que se escribe.  

-Amigo Iván, ¿nos puedes explicar en qué estás trabajando en la actualidad o qué tienes en mente?

Tal y como hice con “Encarceladas…”, tengo otros textos metidos en un “cajón” que me gustaría sacar en un futuro. Uno de esos trabajos es mi tesis doctoral sobre la cárcel de Torrero que abarca los años 1928 hasta 1948. Ángela Cenarro, que me dirigió la tesis, lleva varios años insistiéndome en la necesidad de publicar este estudio, aunque por motivos profesionales me ha sido imposible dedicarle el tiempo que precisa para adaptar un análisis académico a un libro de divulgación. Asimismo, no dejo de trabajar en algunos artículos de temas que me han ido apareciendo en la documentación analizada y en los que deseo seguir profundizando.

 

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