Cazarabet conversa con...   Blanca Gago Domínguez, traductora del libro “El señor peludo” (Gallo Nero) de May Sarton

 

 

 

 

 

 

 

Las aventuras de Tom Jones, el gato que adoptó---soy de las que creo que los gatos nunca tienen “dueños”, tal como nosotros los entendemos---de Voz Brusca y Voz Suave de la mano de la exquisita y sensitiva escritora May Saton.

Un libro para leerse y leerlo en familia, compartirlo desde el amor a los animales, los gatos por excelencia…

Lo edita en castellano la editorial Gallo Nero con la traducción de Blanca Gago Domínguez.

Esta sociedad desgarrada por las prisas, la competencia, la brusquedad, necesita más libros como El señor peludo…necesita más libro como los que edita Gallo Nero.

Una editorial de estilo y espíritu tan sencillo y humilde como recaudadora de tesoros literarios: https://www.gallonero.es/

La sinopsis del libro: «En todo lo que escribe May Sarton puede oírse el corazón humano latiendo justo debajo de la superficie», Washington Post Book World.

Esta encantadora historia, un clásico de la literatura gatuna, está basada en las verdaderas aventuras de Tom Jones, el gato de May Sarton. Antes de conocer a su dueña, era un gato callejero, salvaje e independiente que no tenía nombre. Pero un día, ya cansado de la vida vagabunda, decidió renunciar a su libertad para probar a vivir en una casa. Finalmente, dio con una que le pareció aceptable, y le gustaron las voces que salían de allí. Entonces comenzó su transformación en un auténtico señor Peludo. Este libro de May Sarton es una de las historias más tiernas que se han escrito acerca de las alegrías y tribulaciones que supone compartir nuestra vida con un gato.

La autora, May Sarton: Eleanore Marie Sarton (Wondelgem, Bélgica, 1912–York, Estados Unidos, 1995). Poeta, memorialista y escritora, nació en Bélgica de padre belga-estadounidense y madre inglesa; la familia dejó Bélgica después del asesinato del archiduque Francisco Fernando. Autora muy prolífica, escribió poesía, novelas, libros infantiles y una obra de teatro, aunque su gran aportación literaria fueron sin duda sus diarios y memorias. Cosmopolita y políticamente comprometida, los temas que recorren sus obras son la amistad, las relaciones, el envejecimiento, la soledad y los derechos de la mujer.

 

Lo que nos cuenta Ediciones Franz sobre Blanca Gago:

“Blanca Gago es filóloga e investigadora. Ha traducido a autoras como Tillie Olsen, Jane Lazarre, Caroline Lamarche, Marghanita Laski o Ursula K. Le Guin. Muy pronto se interesó por el estudio de los límites, siempre inciertos, entre realidad y ficción, vida y literatura o géneros literarios. Muestra de ello fue la obra Rara avis. Retablo de imposturas (2009), que escribió junto a Ignacio Caballero. También ha publicado Historias que no se contaron (2019), que aborda las relaciones entre literatura y maternidad, y Autoras de culto (2019), una mirada personal sobre la vida y la obra de varias escritoras.

En su nueva novela, Gago continúa su exploración de la literatura a través de la ficción existencial, o de la existencia a través de los libros, según se mire. En Encender las voces, la autora nos presenta una serie de libros potentes y heterogéneos, desde La furia y otros cuentos, de Silvina Ocampo a Respiración artificial de Ricardo Piglia, desde los Antipoemas, de Nicanor Parra a Juegos de la edad tardía, de Luis Landero, que le sirven para ensamblar una historia de iniciación a la vida adulta, de redención familiar y de búsqueda del ser.”

 

Para conocer algo más sobre May Sarton y la editorial Gallo Nero:

https://www.elconfidencial.com/cultura/2021-08-26/may-sarton-escritora-editorial-pelotazo_3250446/

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Blanca Gago Domínguez:

-Amiga Blanca, ¿cómo es el papel de una traductora en una obra como esta tan especial, tan sensible…escrita con ese realismo que te acerca a las cosas del día a día, sin florituras ni estridencias?

-Yo creo que nuestro papel consiste en leer el texto y, en cierto modo, apropiarnos de él, comprenderlo para hacerlo nuestro y así poder volcarlo en la lengua de llegada, en este caso, el español. Fue un proceso muy placentero, porque, como bien dices, El señor peludo desprende una gran sensibilidad, es un relato cotidiano lleno de escenas y detalles tan agudos como delicados.

-¿Cómo es que te encargas de esta traducción de uno de los libros de May Sarton, El señor peludo?

-En este caso, fue una propuesta de Donatella Ianuzzi, editora de Gallo Nero, para quien ya había traducido otra obra de la misma autora, Diario de una soledad. Donatella me lo propuso y yo acepté encantada.

-¿Cómo ha sido traducir a May Sarton?, ¿cómo te llega como traductora?, ¿y si te pones la bata de escritora?

-Cuando descubrí a May Sarton, hace ya unos años, me quedé maravillada por su obra, y enseguida me llegó especialmente su voz, tan depurada y sensible. Es una escritora muy especial para mí, a la que admiro y disfruto mucho leyendo, y eso, a la hora de traducirla, hace que todo sea mucho más fácil e interesante, que las palabras fluyan y la voz surja en sintonía con el original. 

-Supongo, que, como traductora, debes de tener claro que este es un libro, tal como pretendía May Sarton, que puede ser leído por toda la familia con todo su abanico generacional…

-Sí, ese fue uno de los retos de la traducción: mantener un tono capaz de llegar a pequeños y mayores, para que toda la familia pueda disfrutar la historia, con un lenguaje limpio y divertido, agudo pero accesible.

-Y, por supuesto, por los amantes de los animales, en especial de los gatos…

-Sí, Sarton era una gran amante de los gatos, siempre tuvo alguno en casa y le gustaba observarlos y escribir sobre ellos. En sus diarios también los menciona a menudo. El señor peludo es la historia de Tom Jones, uno de los gatos que tuvo durante muchos años, un homenaje a su memoria que refleja el amor de la autora por estos animales. Creo que los amantes de los gatos pueden sentirse especialmente apelados por la historia, que narra el día a día, las aventuras gatunas que vivimos cuando tenemos cerca a estos seres tan especiales.

-Normalmente, ¿veis vuestro trabajo de traductores compensado…os sentís compensados por el colectivo de lectores?

-Yo, personalmente, me siento muy compensada cuando un lector o lectora cuenta sus experiencias sobre algún libro que he traducido. Es una gran satisfacción y siempre podemos aprender de ello.

-Cuando una persona se dedica a la traducción, ¿a qué se condena para bien y para mal?

-La traducción literaria es un trabajo muy vocacional, por lo que creo que todos nos condenamos, en primer lugar, a trabajar con textos literarios, lo cual es un placer enorme que tiene, como contrapartida, otras desventajas, como la incertidumbre o la precariedad económica, pero eso no es solo un problema de los traductores, sino de todos los trabajadores del sector editorial. 

-¿Una traductora se especializa en temas y en determinadas plumas?, ¿Cómo ha sido en el caso de traducir a May Sarton…te tienes que documentar, por su estilo, por los temas a los que se acerca en algo en especial?; o no sé, quizás a los que veis, como especialistas que sois de las letras y de las traducciones---seáis o no filólogas, especialistas en traducción…---lo que no vemos los “simples mortales lectores” y quizás veáis vosotr@s...

-Bueno, supongo que cada caso es distinto. Yo, de momento, no me considero especialista en nada, es más, me gusta variar de idioma, género y público destinatario en mis traducciones porque así aprendo más. En cuanto a la documentación, en este caso, para El señor peludo, no tuve que documentarme porque no es un libro complicado ni tiene un léxico o una temática especialmente difíciles. 

-¿Cómo es el proceso de documentación de l@s traductor@s?

-En mi caso, me documento a medida que avanzo en la lectura de la obra y voy componiendo el primer borrador, según requiera el texto, para poder comprenderlo bien e ir desenmarañando los hilos, poco a poco, hasta que me familiarizo con la obra: el lenguaje, el ambiente, los personajes si los hay… Todo ese proceso es necesario para traducir y componer un texto coherente que refleje el original y, a la vez, tenga una entidad propia, funcione por sí mismo.

-Háblanos de la relación con los editores porque son ellos los que te contratan, ¿no?

-La relación con los editores debe ser cuanto más fluida, mejor, porque así el texto saldrá ganando. Cuando hay un entendimiento y un entusiasmo compartido por la obra en que trabajamos, cada uno a su manera, eso se refleja en el resultado final, en el texto que llegará a los lectores.

-¿Cómo es el día a día en el trabajo de una traductora?

-Pues yo me levanto y me pongo a trabajar temprano, porque estoy más despejada y tranquila por las mañanas. Intento trabajar hasta mediodía y luego también a última hora de la tarde. Normalmente, no puedo trabajar muchas horas seguidas porque la concentración se me agota, y a veces solo tengo que dejar pasar unas horas o unos días para resolver las cuestiones que se me encallan, las soluciones que no acaban de convencerme… El texto necesita respirar y, en la medida de lo posible, es bueno respetar sus tiempos.

-Explicadnos todos o todas sois en su mayoría filólog@s o licenciad@s en traducción, ¿no?; ¿cuál es el perfil de las y los que se dedican a la traducción?

-En mi caso, soy filóloga, y también hice un doctorado en Literatura y traducción, así que mi formación es básicamente literaria, pero hay muchos perfiles. Creo que lo más importante, más allá de los estudios, es sentir una verdadera vocación y amor por la literatura, en el caso de la traducción literaria. 

-¿Qué manías tienes como traductora?; ¿cómo han estado aquí, como de activas, estas manías?

-Pues la verdad es que no soy consciente de ser muy maniática, aunque claro, esa es mi perspectiva…Me gusta leer el texto en voz alta para captar bien la musicalidad, el ritmo, y también me parece importante la puntuación del texto. En el caso de El señor peludo, al ser un texto dirigido a niños y adultos, trabajé especialmente la fluidez y el léxico para que no perdiera la agudeza del original, pero se leyera con facilidad, con una sonrisa en los labios. 

-Amiga, ¿en qué consiste el trabajo de traductora porque es mucho más que “traducir” tal como lo entendemos…requiere mucho más de lo que aparentemente se ve, aunque quedéis en un tercer plano—a mi entender por desgracia…----…?

-Traducir consiste, básicamente, en leer y aprehender un texto para re-crearlo en otra lengua, y eso requiere cierta invisibilidad y una gran capacidad de absorción, de adaptación al original. Hay que ser permeable e imaginativo. Con respecto al reconocimiento por parte del sector y el público, creo que sí, que aún falta mucho por hacer.

-Trabajo que requiere, además de una metodología exigente, ¿verdad?

-La metodología viene dada por las necesidades del texto, y creo que, además, este trabajo exige intuición y oído, herramientas que te brinda, básicamente, la lectura.

-¿Cómo ha sido trabajar con Gallo Nero, porque me parece una editorial comprometida, excelente en su sensibilidad, humilde y muy acertada en lo que escoge a la hora de editar…?

-Para mí es todo un honor trabajar con Donatella Ianuzzi y los colaboradores de Gallo Nero, que tiene un catálogo maravilloso, coherente y muy sensible, como bien dices. Solo puedo decir cosas buenas de mi experiencia con ella, y ojalá podamos seguir trabajando en el futuro.

-Amiga, por favor, explícanos ¿en qué estás trabajando ahora?

-Ahora estoy traduciendo un ensayo sobre mitología clásica y preparando el próximo número de la revista Quaderns de la Mediterrània, que coordino y edito, con un dossier dedicado al viaje en el Mediterráneo.

-Y dinos, ¿tienes gato o has tenido? ¿cómo ha sido tu relación con estos animales tan especiales…?; en el caso de que los tengas o que ell@s te tengan a ti—esa es mi opinión nadie manda al género gatuno— ¿cómo te han influido a la hora de afrontar esta traducción?

-Ahora no tengo gato, pero tuve una gata durante muchos años, cuando vivía en casa de mis padres. Se llamaba Sere y me he acordado mucho de ella traduciendo a Sarton.

 

 

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