Cazarabet conversa con... Fernando Jiménez Herrera, autor de “El mito de las
checas. Historia y memoria de los comités revolucionarios (Madrid, 1936)”
(Comares)
La colección de Comares Historia se sumerge,
mediante un excelente y riguroso trabajo de Fernando Jiménez Herrera, en la
idiosincrasia, pero también en el mito de lo que fueron las checas madrileñas.
La sinopsis del libro:
El mito de las checas, historia y memoria de
los comités revolucionarios (Madrid, 1936) es un libro que tiene como objeto de
estudio los comités revolucionarios madrileños, que fueron conocidos como
checas. En general, este tipo de centros han sido desatendidos por la
historiografía, siendo importantes los interrogantes que todavía existen sobre
ellos. A su vez, predomina la visión impuesta durante la guerra y la posguerra
por la propaganda franquista, que los bautizó como checas. El libro plantea un
doble objetivo. Por una parte, comparar los centros españoles con la policía
política soviética, la Cheká. A través de este estudio se exponen las
diferencias y similitudes de ambos organismos y, por tanto, la utilidad del
concepto para para el caso español. Es decir, hasta qué punto los comités
revolucionarios madrileños se inspiraron en la policía política soviética para
su constitución o la puesta en marcha de sus funciones. O, si, por el
contrario, este tipo de centros se inserta dentro de los recursos de
movilización obrera tradicional adaptados al nuevo contexto bélico. Por otro
lado, se realiza una importante labor de reconstrucción de centros y personal,
que permiten desmentir algunos mitos, como la importancia de los
ex-presidiarios en el control de estos centros. Este trabajo de reconstrucción
permite conocer a las personas que dieron vida a los procesos revolucionarios durante
la guerra civil y las múltiples formas que adoptaron los mecanismos para
llevarlos a cabo.
El mito de las checas, historia y memoria de los comités revolucionarios
(Madrid, 1936) nos adentra en los múltiples procesos revolucionarios que
tuvieron lugar en Madrid en el verano otoño de 1936 de la mano de sus
protagonistas. Un periodo convulso donde se impulsó la creación de una nueva
sociedad y la destrucción del viejo orden establecido.
El autor, Fernando Jiménez Herrera: es doctor
en Historia por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), institución donde
está ejerciendo como Personal de Apoyo a la Investigación. Se ha especializado
en historia de la violencia, historia social, historia de la movilización
obrera y la microhistoria. Sus trabajos se han centrado en el estudio de los
comités revolucionarios que surgieron en Madrid y sus municipios aledaños
durante la guerra civil española. Es miembro de proyectos y grupos de
investigación, como el Grupo de Investigación Complutense de la Guerra Civil y
el Franquismo (GIGEFRA). Ha participado en diversos congresos a nivel nacional
e internacional, en obras colectivas y ha publicado artículos donde ha
continuado profundizado en el conocimiento de estos centros. Algunos de los
libros en los que ha colaborado han sido, Asedio. Historia de Madrid en la
guerra civil (1936-1939), coordinado por Gutmaro Gómez Bravo en 2018; Morir en
Madrid (1939-1944). Las ejecuciones masivas del franquismo en la capital,
coordinado por Fernando Hernández Holgado y Tomás Montero Aparicio en 2020;
Checas: Miedo y odio en España durante la Guerra Civil. La voz de los
testimonios en la Causa General, coordinado por Antonio César Moreno Cantano en
2017 o Madrid, Una ciudad en guerra (1936-1948), coordinado por Daniel Oviedo
Silva y Alejandro Pérez Olivares en 2016.
Cazarabet
conversa con Fernando Jiménez Herrera:
-Amigo, ¿qué es lo que te llevó a investigar sobre las
chekas? -Hay o hubo algún incentivo qué te ha hecho investigar sobre
esto?
-La primera vez que leí sobre
que era una “checa” fue en el libro de Andrés Trapiello las armas y las letras en 2010-11. No sabía lo que eran y empezó mi
interés sobre el tema, descubriendo que era amplio el desconocimiento que había
sobre estos centros, predominando los estudios propagandísticos frente a los
rigurosos estudios históricos.
-
¿Por qué partiendo del calificativo de “mito”? -¿De qué mito de mitos están
rodeadas o estuvieron rodeadas las chekas en España..?
-si quieres concretar más en las de Madrid-
-Al principio de mis
investigaciones no utilicé el concepto mito para catalogar el fenómeno de los
comités madrileños. Fue a raíz de las lecturas que realice con las fuentes
franquistas y la insistencia de estas por catalogar a los centros madrileños
como “checas” lo que hizo que recurriese al concepto mito. También al
investigar las diferencias abismales que existen entre la Cheká soviética y los
comités españoles. En ningún momento el uso del concepto mito hace referencia a
la existencia de los comités o el uso de la violencia por parte de estos
centros durante el verano otoño de 1936. Mito hace alusión al uso del concepto
“checa” por parte de la propaganda franquista. Lo que existió en España fueron
comités que recurrieron a la tradición de cada corriente ideológica para su
composición, para frenar la sublevación y, posteriormente, impulsar un proceso
revolucionario. No fueron centros ni inspirados en el modelo soviético ni
creados a instancias de asesores de la policía política soviética, como quiso
hacer ver la propaganda franquista.
-Porque
una cosa es la checa en España y otra es esa denominación de allá de dónde
surge, ¿no?.- ¿Qué principales diferencias presentaba
respecto a las chekas de la Unión Soviética?
-La Cheká soviética fue la
policía política instaurada en diciembre de 1917 por el Partido Bolchevique
para luchar, según sus impulsores, contra los contrarrevolucionarios, pero fue
utilizada para eliminar todo tipo de oposición al Partido y la revolución de
Octubre. Desde el Estado se le dotó de toda una serie de funciones amparadas
por la legalidad que incluyeron la ejecución de sus propias sentencias. A su
vez, también se incorporaron en sus oficinas funcionarios mantenidos por el
Estado y de fondos para financiar, entre otras funciones e instituciones,
campos de concentración de prisioneros. Campos que no tuvieron que ver con el
sistema Gulag del periodo estalinista. Por su parte, los comités españoles que
fueron llamados “checas” surgieron por iniciativa propia o por la de sus
partidos o sindicatos; fueron sus miembros los que se apoderaron de toda una
serie de funciones exclusivas del Estado, como el orden público y la justicia;
carecieron de financiación por parte del Estado – o, por lo menos, la mayor
parte de los comités, salvo el Comité Provincial de Investigación Pública, las
Milicias de Vigilancia de Retaguardia o las brigadas dependientes de los
ministerios, como la del Amanecer o los Linces de la República. En definitiva,
la Cheká nació dentro del Estado y amparada legal y económicamente por el
mismo. Fue una expresión más del poder central de los bolcheviques. En cambio,
los comités fueron en contra de los intereses del Estado español totalmente
contrario a los procesos revolucionarios. En general, no les financiaron, salvo
pequeñas excepciones, y no fueron una expresión del Gobierno republicano, sino
más bien de su debilidad frente a estos nuevos centros.
-¿Cómo
funcionaron las Chekas y cómo es que surgió la idea de instalarlas aquí?
-Los comités que surgieron en la
retaguardia republicana se formaron para frenar a la sublevación y, tras
conseguirlo, iniciar la extensión de un proceso revolucionario de distintos
carices dependiendo de las ideologías impulsoras y la trayectoria de sus
miembros. El uso del concepto “checa” por parte de la propaganda franquista
persiguió distintos objetivos, entre ellos, la desacreditación de la República
ante las potencias democráticas al intentar vincular al Gobierno con la Unión
Soviética; defender la idea a nivel nacional de la rusificación de la
retaguardia republicana; o deshumanizar al enemigo simplificando la complejidad
de matices que se dieron en los comités.
-¿Por
qué te interesa la violencia en la retaguardia republicana...que no tiene a
ver, según argumentas, con la violencia de la República?
-La violencia que pusieron en
marcha los comités revolucionarios siguió unos objetivos de clase concretos y
unos intereses relacionados con aquellos colectivos que los pusieron en marcha.
Como se ha dicho, los comités, en general, no se vincularon al Estado, sino a
distintas fuerzas obreras, es por ello que se recurre al concepto violencia en
la retaguardia republicana, porque no la ejerció el gobierno republicano, por
eso sería incorrecto hablar de violencia republicana. Otro caso sería la
violencia ejercida por las instituciones oficiales, lo que sí sería violencia
republicana, pero no la ejercida por los comités, porque no fueron
instituciones del Estado, sino iniciativas desde abajo y los márgenes del
sistema, que incluso fue en contra de los intereses de las instituciones
oficiales.
Poco conocemos sobre esta
violencia y son esos interrogantes los que hacen que me atraiga su
investigación. Intento conocer el porqué de esa violencia y sus formas, puestas
en marcha por los revolucionarios.
-¿Qué
llega con más fuerza y determinación el concepto o mera denominación de
cheka desde el Este, desde la Unión Soviética o el método que se aplicaba en
ellas?
-El concepto “checa” llegó a
España vinculado al temor a la revolución. Los acontecimientos que se
produjeron en Rusia en 1917 y, sobre todo, durante la guerra civil rusa,
produjo un gran impacto en todos los países. En las clases dominantes produjo
miedo frente a la alegría y simpatía que levantó la revolución de Octubre entre
las clases más humildes y trabajadoras, en general. Ese miedo elaboró un
discurso y unos relatos que pusieron en el centro a la Cheká. Incluso en 1936,
esta institución ya no existía y, aun así, el concepto “checa” fue utilizado
por la prensa por ese impacto que generó y la memoria que despertaba,
principalmente, entre los lectores de estos medios de comunicación.
-Porque
los asesores ¿se aplicaban o intentaban copiar más allá de la denominación…?
-Los comités españoles cuando se
constituyeron no tuvieron en mente la Cheká soviética, sino sus experiencias
previas. El mejor ejemplo fueron los comités de Defensa anarquistas, un
instrumento de autodefensa ya utilizado en la esfera libertaria durante los
años de la Segunda República. Es más, los anarquistas españoles, no todos, pero
si un grupo importante, eran conscientes de las actuaciones de la Cheká
soviética contra los anarquistas rusos, muchos de ellos exiliados en Francia.
Los asesores soviéticos no se centraron en los comités revolucionarios, sino en
las instituciones estatales.
-Porque
desde el concepto se impone el mito de mitos y ahí entramos en un relato de la
historia o de un pasaje de la misma que puede ser el equivocado, ¿no? o no el
más objetivo…
-Acercarnos al pasado utilizando
el concepto “checa”, desde los resultados obtenidos en mi investigación, lo
único que hace es distorsionarnos el pasado. Es mantener y legitimar el
discurso franquista creado durante la guerra y asentado en la posguerra. Por
tanto, no nos permite conocer con profundidad el pasado, con rigurosidad un
fenómeno tan complejo como fue el de los procesos revolucionarios de 1936 y las
grandes diferencias que existieron entre los distintos comités que recibieron
el nombre de “checas”, incluso entre los comités que surgieron dentro de la
misma ideología.
-De
todos los activos político, sindicales y sociales que salieron a la
defensa de la II República,¿ se puede
conocer quién tuvo, según tus investigaciones, más responsabilidades en
los Comités Revolucionarios…?.- ¿Y las responsabilidades qué decisiones solían
conllevar?---sobre todo te lo pregunto respecto a las chekas—
-Los comités revolucionarios
adscritos a la esfera libertaria fueron los más numerosos de la retaguardia
madrileña. Esto respondió a la concepción que tuvieron los anarquistas sobre la
revolución, una revolución desde abajo, multiplicando sus espacios y esfuerzos.
Por el contrario, los socialistas y comunistas optaron por mantener los
espacios políticos y sindicales anteriormente constituidos reforzados con
nuevas funciones. Sin embargo, que hubiese más libertarios que comunistas y
socialistas no implicó mayores cuotas de violencia por parte de los primeros.
La principal función de los comités fue el ejercicio de la justicia revolucionaria
que formó parte de la lucha contra la contrarrevolución. Por ende, la función
de sus miembros fue juzgar a los sospechosos y dictaminar sentencia que fueron
cumplidas por sus brigadas en caso de que esta fuese la pena capital. En
definitiva, quienes organizaron los comités fueron los miembros que estuvieron
al frente de éstos y a su disposición contaron con diversos militantes
encuadrados en sus brigadas. El resto de personas, miembros o socios se
mantuvieron al margen del ejercicio de la violencia, aunque fueran conocedores
de las funciones llevadas a cabo por sus compañeros.
-Y
en la violencia que se practicaba: ¿qué había de respuesta a la violencia con
la que entraron en muchos lares los fascistas, militares….y qué había como de
“iniciativa”?
-La violencia ejercida por los
comités respondió a una iniciativa de frenar la sublevación y de intentar
materializar un proceso revolucionario. Este tipo de violencia fue la que
predominó en Madrid hasta noviembre de 1936, cuando a ella se sumó la violencia
fomentada por bombardeos de la aviación o los obuses sublevados sobre la
ciudad. Ya antes se había dado este tipo de violencia vinculado a las noticias
que traían consigo los refugiados y soldados sobre el avance franquista. No
obstante, carecemos de los datos suficientes todavía para poder establecer
relaciones más concretas.
-No
todos los que entraban en las chekas eran fascistas o defensores del Golpe de
Estado… ¿no? - En el principio no, pero después tal como se aproxima el
37—recordemos que en mayo del 37 salta todo por los aires en el epicentro de
Barcelona—más o menos, con diferencias y matices, los que defendían a la
República fueron todos a una, pero luego hubo importantísimas fisuras entre
milicianos, anarquistas, comunistas, poumistas, ¿qué papel juega aquí la
represión en las chekas?
-Los comités llamados por la
propaganda franquista “checas” en Madrid o Barcelona, a la altura de los
sucesos de Barcelona, ya no estaban operativos. Desde diciembre de 1936 y hasta
febrero de 1937 su actividad fue minoritaria, cuando no marginal,
desapareciendo la mayor parte de ellos para integrarse en las instituciones, en
sus propias organizaciones o en sus trabajos anteriores a la guerra.
-En
las guerras civiles en las que en un propio pueblo, de repente, de la noche a
la mañana---por decir algo—todo estalla... lo que sí es lógico pensar es que
hubo chivatazos, revanchas, saldos de cuentas, envidias, deudas que había o no
que pagar y según donde estés de posicionado y quién tenga el ascua más
caliente se tiene una oportunidad de oro, mediante la violencia, de cortar
cabos sueltos…se ha hecho, se hace y se hará, ¿no?
-La resolución de viejos
conflictos a través de la violencia fue un elemento común en ambas
retaguardias. Lamentablemente, no contamos con las denuncias hechas a los
comités por la ciudadanía, ni con un listado de personas juzgadas en estos
centros. Solo contamos con las denuncias realizadas en posguerra donde se pudo
hacer referencia a estas viejas rivalidades. No obstante, en la mayor parte de
los casos desconocemos el motivo o los motivos exactos de la denuncia. Todo
parece indicar que el componente político jugó un papel importante, pero
todavía queda mucho por hacer en este sentido.
-No
toda la represión era tan desorganizada como se dice, según tu explicas…pero
haberla la hubo, ¿no?, me refiero a grupos, patrullas…que operaban un poco en
cada pueblo donde está claro que recibían listados…tampoco es del todo creíble
ni demostrable que esos listados viniesen de los Comités Revolucionarios…¿qué
nos puedes comentar?
-Los comités rurales,
principalmente, no tuvieron que recurrir a un listado. La vida en los pueblos
permitió conocer las preferencias ideológicas y los rencores previos que
pudieron facilitar la irrupción de la violencia como forma de resolución de
conflictos. En el caso de las ciudades es un fenómeno más complejo. La
violencia ejercida por los comités no fue una violencia planificada de
antemano, se fue imponiendo en función del desarrollo de los acontecimientos.
Fue organizada en tanto que los comités canalizaron las denuncias dejando poca
acción a la iniciativa fuera de estos cauces. Tenemos casos en los que una
determinada población, ante un bombardeo, por ejemplo, reclamaba la ejecución
de personas detenidas en las cárceles oficiales que fueron frenados por los
miembros de los comités o que participaron en el asesinato de los reos. Todavía
queda mucho por hacer en este campo y mucha investigación de centros-comités y
pueblos de la retaguardia republicana.
-Otro
denominador común en todo este trabajo tuyo en torno a las checas, violencia de
violencias es o fueron los miedos, ¿verdad?
-El miedo siempre estuvo
presente. Se recoge a través de los testimonios, cuando se oían los vehículos,
sin saber si una persona iba a ser detenida esa noche o si ese coche que
circulaba iba a efectuar disparos contra los milicianos apostados en un
parapeto. Si las bombas iban a derribar el edificio donde se refugiaban un
grupo de vecinos; o miedo ante el tribunal que juzgó a los sospechosos. Un
miedo que no abandonó Madrid, como muchas otras zonas de España, hasta muchos
años después.
-¿Cómo
nacen los Comités Revolucionarios en Madrid?; ¿a la par que en el resto del
Estado?-¿Y cómo es la génesis de las chekas?
-Nacieron como consecuencia del
golpe de Estado. Primero para frenar la sublevación y, tras lograr este
objetivo, extender un proceso revolucionario. Hablamos de procesos
revolucionarios porque fueron varios puestos en marcha de forma simultánea y
ninguno llegó a tomar el poder, siguiendo vigente el sistema republicano. Este
fue su nacimiento en Madrid, en otras zonas de la retaguardia, por ejemplo, en
zonas rurales, el inicio de estos procesos vino de la mano del abandono de las
fuerzas del orden de sus puestos, siendo trasladados por las autoridades
locales o centrales o bien, se marcharon ante su apoyo explícito a la
sublevación. En otros casos, el fenómeno revolucionario y la irrupción de los
comités en la vida pública vino dado por las milicias,
como ocurrió en Aragón.
En relación a la equiparación de
estos centros con la Cheká soviética empezó en el mismo septiembre de 1936, mes
en el que se produjo la formación de las Brigadas Internaciones y la República
consiguió la adquisición de material soviético y su ayuda internacional. A
partir de ese momento fue en aumento el uso del concepto, aunque no fue hasta
terminar la guerra cuando se consolido para el caso madrileño. En un principio
su uso fue indeterminado y no se fijaba bien el uso del concepto a los comités.
Además, el bando franquista utilizó este término para definir la actuación de
otros centros en otras regiones y momentos del enfrentamiento bélico. Así
encontramos “checas” en Asturias, cuando el frente se
traslada allí, o en Barcelona al ser tomada la ciudad condal. Es más, en este
último caso, su uso es selectivo, es solo para dos preventorios del Servicio de
Investigación Militar, el SIM.
Aunque la pieza cuarta de la
Causa General defiende la existencia de “checas” en todo el territorio
peninsular, incluso en zonas como Galicia donde siempre estuvieron las fuerzas
franquistas, las propias autoridades locales desmienten su existencia. Por
ejemplo, en la zona del País Vasco que quedó en el lado republicano del frente,
los guardias civiles de los pueblos defienden que allí no hubo “checas”, que lo
que hubo fueron comités. Comités que realizaron las mismas funciones o
similares a los madrileños. El porqué del uso del concepto para unos centros
como los madrileños y no para otros, como los rurales de Castilla-La Mancha o
los del País Vasco es una de las preguntas a las que intenta responder El mito de las checas.
-¿Fue
una solución, la de armar al pueblo, para defender más a la República o a la
revolución, aprovechando que el Golpe había abierto brecha?
Numerosos comités aprovecharon
el armamento primero para frenar a la revolución y, dependiendo de la
organización, fomentar el proceso revolucionario. Sin embargo, todo parece
indicar que la mayor parte del armamento se fue con las columnas a los frentes.
Una parte si se quedó en la retaguardia para fomentar la revolución. Pero todo
depende de la organización, ya que según algunos indicios fueron los comunistas
y los socialistas los que recibieron la mayor parte del armamento, en
detrimento de otras organizaciones como las libertarias. Fue la conjunción de
ambos fenómenos, el contexto y el armamento, lo que favoreció la aparición,
primero, y la consolidación después de los comités.
-En
muchos lugares las milicias, sobretodo en un principio, salvaron a la
República…
-Mantuvieron zonas a favor del
Gobierno, pero el control efectivo quedó en manos de comités y de las milicias.
En muchos casos, el Gobierno se convirtió en un actor más en la lucha por el
control de la situación. De forma progresiva, ante la evolución del conflicto y
los cambios en los gobiernos, los comités y las milicias dieron paso a las
formas de gobierno institucionalizadas antes del golpe de Estado, lo que
produjo que para el final de la guerra, el Gobierno hubiese recuperado el
monopolio de sus funciones casi de forma absoluta.
-¿Cómo
ha sido el proceso y la tarea ardua de investigación que, además tiene mucho a
ver con el proceso de documentación? La investigación, la recopilación de
documentación, el contrastar todo ello…el aproximarse a testimonios más o menos
directos sobre vuestro trabajo…es un trabajo que requiere de una tarea inmensa,
de minuciosidad, pero también de mucha gratificación al final… ¿qué nos puedes
decir?
-Empecé mi investigación
recurriendo a la Causa General para conocer los centros que fueron llamados
“checas” en Madrid. Una vez que tenía las localizaciones, me centré en Vallecas
porque me permitía un doble análisis a través del Puente de Vallecas, una zona
urbana, y el pueblo de Vallecas, una zona en proceso de urbanización, un punto
intermedio entre el ámbito urbano y el rural. Cuando conseguí reunir todos los
nombres de los integrantes de los comités acudí al Archivo General e Histórico
de la Defensa en Madrid para consultar todos los consejos de guerra que
conservasen sobre los miembros de los comités y de las organizaciones sociales
o políticas a las que estuvieron vinculados, es decir, ateneos libertarios,
radios comunistas o casas del pueblo socialistas. Una vez reunida esta
información la contraste con los expedientes personales conservados en el
Centro Documental de la Memoria Histórica y la documentación propia de los
comités y los centros sociales y políticos. Esta información se encuentra tanto
en el Centro Documental, como en los archivos Regional y de Villa de Madrid y
los archivos de las organizaciones como el Archivo Histórico del PCE, las
Fundaciones Largo Caballero y Pablo Iglesias o, para el caso libertario la
Fundación Anselmo Lorenzo o Salvador Seguí. A su vez completé la investigación
con información del municipio de Vallecas en los archivos anteriormente mencionados
de Villa y Regional de Madrid, el Archivo Central de la Guardia Civil y el
Archivo General de la Administración. Cerré la investigación volviendo a sus
miembros con informes del Archivo General del Ministerio del Interior para los
antecedentes penales y al Archivo General de la Administración. Todo este
proceso iniciado en 2014 con la tesis y culminado en 2017, se completó y
compaginó con la lectura de todas aquellas referencias que pude conseguir sobre
la guerra civil, la violencia y el Municipio de Vallecas, así como de la Cheká
soviética. Desde el 2017 a esta parte se ha revisado y ampliado los materiales
consultados, intentando con ello, si se me permite la expresión, reunir el
mayor número de piezas del puzle posible para acercarme lo más fielmente
posible a los acontecimientos recogidos en el libro El mito de las checas. Cada vez que vas ligando estas piezas a
través de la información encontrada en los archivos generaba en mí una gran
satisfacción. El ver que cada vez vas conociendo mejor tu objeto de estudio y
que el trabajo arduo empieza a dar sus frutos, es un sentimiento de felicidad
indescriptible. Todo proceso investigador tiene esos momentos gratificantes,
así como los de frustración al no poder avanzar.
-¿Y
qué metodología de trabajo seguiste en la elaboración de este
libro? -¿Trabajas sobre un guion de cuestiones y/o preguntas
sobre las que ir encontrando respuestas?
-Empecé mi investigación a
través de la Causa General para conocer los centros que fueron llamados en
Madrid “checas”. Las preguntas que guiaron esta investigación fueron ¿Qué fue
una checa? Cuando llegue a la conclusión de que fueron comités y que fue el uso
del concepto “checa” un instrumento propagandístico franquista, me pregunte ¿por
qué los franquistas recurrieron al concepto “checa” para definir a los comités?
¿cuáles fueron las diferencias y similitudes entre la
Cheká soviética y los comités? ¿a qué intereses
respondió el uso de este concepto en la guerra civil española? Estas preguntas
junto a los resultados obtenidos en la investigación archivística fueron los
que guiaron la presente investigación. Es decir, se partió de una serie de
hipótesis que se vieron reafirmadas o negadas por la documentación archivística
consultada. Se ha intentado recoger la mayor información posible para que la
investigación sea consolidada, ofreciendo resultados rigurosos.
-¿Cómo
ha sido trabajar con Comares en su prestigiosa colección de Historia?
-Sinceramente, ha sido
estupendo. Desde el primer momento se interesaron por el proyecto y me sentí
siempre valorado. Solo tengo palabras de agradecimiento para con la editorial
Comares, en especial con Miguel Ángel del Arco, quien siempre me apoyó y fue el
primero en tener acceso al borrador expresando su interés por mi trabajo. A su
vez, también tengo palabras de agradecimiento a Eloísa y Gonzalo Osorio.
-¿Nos
puedes dar alguna pista sobre lo que estás trabajando ahora?
-Ahora me encuentro trabajando
en un par de artículos que profundizan en el estudio de Vallecas durante el
primer tercio del siglo XX y en un pequeño libro sobre la biografía de dos
miembros del Ateneo Libertario de Vallecas, Victoriano y Amor Buitrago, padre e
hijo respectivamente.
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