Doctor-Romera.jpgCazarabet conversa con...   Pascual Martín Blanco, autor de “Doctor Romera. El médico de los pobres” (Utopía)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un libro  que nos acerca a la persona del Doctor Romera desde Utopía Ediciones y desde la firma de Pascual Martín Blanco.

El subtítulo: “El  médico de los pobres”, ya nos aproxima bastante a la idea de lo que fue este médico…

Aquello que nos cuenta y explica Editorial Utopía:

Vicente Martín Romera, conocido popularmente como el “Doctor Romera”, fue un renombrado médico, político y diputado socialista por el Frente Popular durante las últimas Cortes de la República, formadas en las Elecciones Generales del 16 de febrero de 1936.

Aunque natural de Madrid, su vida estuvo vinculada a Huesca y, especialmente, a Córdoba, donde ejerció como cirujano en la Beneficencia local. Durante sus más de veinticinco años de dedicación profesional en la capital cordobesa, se convirtió en uno de las figuras más influyentes y reconocidas, siendo habitual su aparición en los diarios locales y su relación con otros grandes personajes de la sociedad, como Juan Belmonte o Emilio Luque.

Su vida y carrera fueron violentamente truncadas el 6 de agosto de 1936, cuando fue detenido junto al alcalde de Córdoba, Manuel Sánchez Badajoz, y otros concejales, para ser fusilado dos días después.

Aunque el nombre de Vicente Martín Romera haya sido olvidado por muchos, historiadores e hispanistas de prestigio como Paul Preston, Francisco Moreno Gómez o Antonio Barragán Moriana, rescatan su labor del pasado y lo sitúan entre los grandes intelectuales silenciados por el golpe de Estado.

https://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Mart%C3%ADn_Romera

El autor Pascual Martín Blanco:

Pascual Martín Blanco es el autor de esta biografía sobre su propio ascendiente, el célebre médico y político Vicente Martín Romera, que sería una de los intelectuales más relevantes de la sociedad de la II República, hasta su asesinato junto al alcalde Manuel Sánchez Badajoz el 6 de agosto de 1936.

Nace en León en 1980 y se licencia en Historia y en Derecho por la Universidad de  Barcelona.Durante su aún incipiente trayectoria literaria ya ha abarcado distintos géneros desde la novela, con Diario de un joven desventurado---Letras Difusión,2012—hasta el ensayo político, siendo autor de Catalanofobia:una historia a través del desastre---Verbum,2018--.En este su más reciente libro , se enfrentra al nuevo reto de recoger la vida y trayectoria de Vicente Martín Romera, médico ,político de la II República de quie es, además, descendiente directo.

 

 

Cazarabet conversa con Pascual Martín Blanco:

doctorromera (1).JPG-Amigo, ¿qué es lo que te ha hecho escribir este libro sobre Vicente Martín Romera…?, eres descendiente directo no sé si esto lo pone más fácil o más difícil, depende de cómo y de desde dónde se mire, ¿no?, ¿qué nos puedes comentar?

-El vínculo que me ata a Vicente Martín Romera es sanguíneo. Fue uno de los hermanos mayores de mi bisabuelo Pascual, por lo tanto, no soy descendiente directo suyo. Procedo de una rama genealógica colateral.

El doctor Romera no tuvo descendencia alguna.

-Libro que no deja de ser de intensa investigación y allá donde hay investigación debe de haber previa documentación, estudio, reflexión, analítica….¿cómo te has apañado en eso?, ¿cómo ha sido este viaje que, presumimos, siempre es trabajoso, pero dando sus frutos y satisfacciones?

-En primer lugar, tengo que agradecer a don Luis García, del Archivo Diocesano de Huesca, que me facilitara el trabajo de búsqueda de mis antepasados najinos. La investigación comenzó, en parte, al detectar un error en el certificado de defunción de Vicente. En el mismo decía que su madre –mi tatarabuela- se llamaba Carmen cuando en realidad su nombre era Casimira. Tengo que reconocer que, en un principio, no tenía ni idea de su nombre ni, tampoco, de su procedencia. Gracias a la intervención de este paciente hombre confirmé que la familia Martín procede de Lanaja (Huesca).

En el cementerio de La Almudena de Madrid me facilitaron las fechas de defunción de aquellos antepasados sanguíneos vinculados a Vicente Martín y, a partir de ahí, pude proseguir con mi investigación genealógica.

Poco después confirmé que la familia Romera no procedía de Aragón si no de Almazán (Soria), estando emparentados con el farmacéutico e historiador adnamantino Elías Romera y Medina.

Pero la investigación no terminó ahí. Confirmar su fecha de nacimiento fue una odisea y he sido muy pesado con los funcionarios del Registro Civil de Madrid. Por cierto, en el Archivo Diocesano no logré dar con su partida de bautismo.

La siguiente parada fue consultar el Archivo Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. Cuando introduje su nombre en la página web del Portal de Archivos Españoles (PARES) y vi que existían dos fichas me emocioné. Las solicité pensando que encontraría algo que me pudiera llamar la atención, imaginaba que pudiera ser  miembro de la masonería, sin embargo, me di de bruces contra la realidad puesto que eran dos documentos relacionados con una tramitación de proposición de Ley presentada al Congreso relativa a una pensión vitalicia para las hijas de Francisco Salmerón Alonso (Adela y Dolores Salmerón Martínez). ¡Fue una tremenda decepción!

Después visité (virtualmente) los Archivos de Aragón (DARA) y ahí encontré algo, aunque era muy poca cosa.

Por suerte, la prensa de la época me ha resultado muy útil para recoger su testimonio y gracias a la página web de la Biblioteca Virtual de la Prensa Histórica pude completar mi investigación. ¡Fue una suerte encontrarla!

-En esta investigación ¿has encontrado trabas, cuando se trata de indagar en la biografía de una persona… para nada es fácil?—tengamos en cuenta que los entendidos dicen y mantienen que es el género literario más difícil-----Háblanos de ese trabajo de investigación, por favor…

-Efectivamente, no ha sido una tarea sencilla. El doctor Romera no fue un personaje de primer orden, como Largo Caballero, Indalecio Prieto o Manuel Azaña. La información existente sobre éstos, abunda.

Quizá peco de optimista, pero desde un primer momento tuve claro que si escribía una biografía sobre Vicente Martín, tarde o temprano, correría la voz y que los descendientes de aquellos que una vez tuvieron contacto con él –como sus sobrinos políticos, los Simón, por ejemplo-, se manifestarían públicamente al respecto y así podría conocerlos e intercambiar información o recuerdos sobre su figura.

-¿Nos puedes explicar cómo vuelcas lo documentado, lo investigado… cómo es tu metodología de trabajo… cómo trabajas?

-En un primer momento tuve que digerir toda la información que disponía sobre el personaje en cuestión. Muchos aspectos de su vida, sobre todo infancia y primera juventud, cojean. ¡Y eso es algo que me duele pero que tampoco puedo hacer nada al respecto! He de reconocer, por ejemplo, que también desconozco en donde estudió su hermano pequeño, mi bisabuelo. Esa es una información que dudo mucho que alguna vez conozca o llegue a saber jamás.

Esa oscuridad comienza a aclararse una vez lo vemos convertido en un joven médico destinado en Grañén (Los Monegros) a partir del año 1910. Allí tuvo que conocer y entrar en contacto con el círculo del doctor Bonifacio Martín Costea el cual también fue alcalde del municipio. No existió vínculo sanguíneo alguno entre ambos a pesar de la coincidencia del apellido Martín. Llegar a descartar la consanguineidad entrambos fue un proceso un poco lento porque tuve que contactar primero con los Archivos de Aragón para después hacerlo con el Archivo Diocesano de Pamplona para solicitar su partida de bautismo. Honestamente, perdí mucho tiempo, pero necesitaba la certeza de los datos.

Poco tiempo después lo vemos en la capital de la provincia ejerciendo la profesión en el Hospital de Huesca y, a la vez, simultaneando el trabajo con una consulta privada propia en el Coso Bajo. Siendo tan joven, estoy convencido de que su padre, panadero de formación convertido, tiempo después, en industrial –gracias a su titánico esfuerzo personal- tuvo algo que ver con esta consulta que estaba sita en una de las principales vías de la ciudad.

Finalmente, la luz (informativa) la encontramos en Córdoba. Para no ser oriundo de aquella bonita tierra, se hizo sentir su presencia sobre manera. Tuvo que tener unas aptitudes sociales únicas. Comparado con su padre, del que sabemos que era rudo, muy terco y de fortísimo carácter; Vicente era sofisticado aunque sabemos que tuvo también un carácter fuerte ya que renunció al negocio familiar -que con tanto ahínco había construido su padre- y esta decisión, aparentemente sencilla, seguro que no lo fue tanto.

Llegar a estas conclusiones es un proceso largo y laborioso, no resulta fácil. Hay que poner en orden muchas ideas y pensamientos y luego ponerlos por escrito lo que al final acaba resultando, paradójicamente, más sencillo.

Sin título-1.jpg-Háblanos de la estructura de este trabajo, me da que es muy didáctico… nos llevas de la mano enseñándonos cómo fue “este médico de los pobres”…

-Muchas gracias puesto que esa ha sido es mi intención inicial y celebro que el lector también lo haya podido percibir de esta manera. Siempre sentí una sana admiración por Stefan Zweig y su manera de redactar las biografías de personajes histórico como Fouché o mi admirado Balzac. En un principio me propuse imitarle sin más pero ya desde una fase temprana del redactado supe que era Pascual Martín y que debía de hacerlo a mi manera. Además, Fouché era un individuo habituado a conspirar en la sombra, por tanto, oscuro, es decir, tremendamente interesante por su forma de actuar o proceder. Vicente, aunque también tiene por ahí algún que otro claro oscuro, fue un personaje más bien luminoso y transparente.

Es cierto que en sus últimos años fue político profesional pero no era un viejo zorro avezado en el arte de las conjuras palaciegas que se suelen gestar en el seno de los partidos políticos. Hay que saber conspirar en la sombra y eso exige mucha discreción. Vicente siempre fue de frente y si le provocaban públicamente en un periódico local, no duda de entrar al trapo y contestar de manera rotunda puesto que era una persona temperamental, fuerte en sus convicciones pero, sobre todo, honesta.

Por otro lado, me gustan los libros en los que se condensa mucha información en unas pocas líneas, en donde las frases deben de ser cortas (sujeto, verbo y predicado) y las mismas tienen que tener ritmo.

Con la información que disponía sobre mi personaje imaginé redactarlo de esta manera.

Solo tengo por objeto escribir, no tanto el ser escritor. Quiero disfrutar del placer de la escritura…

-En el Dr. Romera primaba y pesaba más “su talento humano” por encima de cualquier otra cualidad, ¿no?

-Los hermanos Martín Romera fueron, inicialmente, ocho, de los cuales murieron cinco durante la más tierna infancia. No puedo imaginar el terrible vacío existencial que sentiría tras su muerte. Me pongo en su lugar y si de pequeño hubiera vivido algo parecido –perder a un hermano debe de ser una experiencia traumática puesto que son una parte esencial de mi patrimonio emocional-, le hubiera declarado la guerra a las enfermedades que asolan el mundo y hubiese estudiado Medicina.

Creo que esta experiencia sobrevenida le condicionó de por vida y que gracias a ella se convirtió en un excelente médico cirujano con una clara vocación de servició a la comunidad.

¡Fue un hombre de acción y, desde lugo, de pensamiento!

-Pero destacó y mucho en “el plano intelectual”, ¿verdad?, ¿desde qué perspectiva?

-Fue una persona inteligente y por lo que he leído en la prensa de la época, tenía una sólida formación humanística. Tiene mérito puesto que procedía de un entorno más bien pragmático, es decir, gente que vivía para y por el trabajo y no tanto para poder disfrutar del lujo que supone la cultura. Y recalco la palabra lujo porque la misma representa un estadio emocional para el que uno se tiene que preparar a conciencia si pretende disfrutarla en condiciones. Está claro que existen muchos conceptos de cultura, ¡ninguno mejor que otro!, pero como todo en esta vida, se crean castas intelectuales. Por ejemplo, la cultura quinqui de los años setenta y ochenta del siglo pasado pasa por ser marginal mientras que la movida madrileña puede ser entendida como de alta cultura por el gran número de artistas que se prestaron a unirse a esa fenomal y admirable generación musical que fueron grupos como Los Secretos, Burning o Gabinete Caligari.

Vicente podría haber seguido vinculado al mundo de las tahonas y hacerse, además, sindicalista de la UGT (como sus tíos paternos), pero quiso romper con ese ambiente y fraguar su propio destino. Ahora bien, esta afirmación no lo convierte en un elitista social, ¡ni mucho menos!

-¿Cómo entendía el ejercicio de la medicina?; ¿era un médico vocacional?, ¿se miró en alguien; alguna persona le dio inspiración o le “abrió un poco el camino”?

-Su destino (familiar) era convertirse en panadero, sin embargo, no quiso continuar con la tradición recién inaugurada por su padre (su abuelo, Vicente Martín Calpe, fue pelaire o tejedor) y estudió Medicina por vocación. Lo fácil hubiera sido seguir en el negocio del pan, en la cómoda zona de confort que continuó mi bisabuelo, pero salió de ella y se convirtió en una hermosa criatura sabia en la divina ciencia de Esculapio. ¡Forjó su propio destino sin ataduras ni compromisos previos adquiridos!

Tengo mis sospechas de que un pariente lejano de su madre, Elías Romera, pudo influir de alguna manera sobre él. Y durante los años que estudió la carrera le tuvo que marcar, definitivamente, conocer a Alejandro San Martín y Satrústegui, médico cirujano, de origen navarro, catedrático de Patología Quirúrgica de la Universidad Central de Madrid y, además, también político del Partido Liberal, ministro, en su día, de Instrucción Pública y Bellas Artes. Por lo tanto, ¡no resulta extraño que perteneciera a las juventudes del Partido Liberal en Huesca! Alejandro San Martín, ¡qué personaje más fascinante y, lamentablemente, desconocido para la inmensa mayoría de los españoles!

A la pregunta que me haces de cómo se abrió camino. ¿Qué te puedo decir?, ¿por qué comenzar tu carrera profesional en Huesca y no en Madrid o Soria? Me gustaría pensar que fue porque tuvo una conexión especial con el Altoaragón, o quizá fuera porque quería estar cerca de sus abuelos que vivían en Lanaja para cuidarlos, la verdad es que no lo sé.

-Para ti, Pascual, ¿cómo ha sido acercarte a él como predecesor, qué te ha supuesto?... supongo que debe de ser duro porque el final fue tan trágico que el indagar, preguntar, escribir sobre él fue, en parte doloroso…

-Ha sido un viaje espiritual (mental) realmente emocionante. Nací en León pero me he criado en Barcelona –ciudad en la que actualmente resido- y durante mi juventud viví dos años en Madrid. Aunque considero a las tres ciudades como propias, nunca he acabado de sentirme del todo leonés, ni barcelonés ni, tampoco, madrileño. Cuando era pequeño mis padres me apuntaron, junto a mi hermano pequeño, a un campamento en Banastón, pueblecito cercano a Aínsa y ahí viví una de mis mejores experiencias infantiles. Tenía diez u once años cuando pisé Huesca por primera vez y sin saber que era de origen aragonés, me sentí como en casa.

Gracias a Vicente he reconstruido mi desconocido mi árbol genealógico y gracias a él, finalmente, he podido encontrar mis raíces.

Su final es trágico, triste; pero lo comparo con el de mi bisabuelo Pascual -que falleció en 1941 a los cincuenta años de edad víctima de una infección séptica-; y pienso que morir así, de manera tan cruel e injusta, fue algo heroico. La vida de Vicente fue como la estela de un meteorito, ¡impresionante! Y es doloroso su final, sí, pero en su memoria está su “resurrección”. Quiero pensar que, de alguna manera, con esta biografía he logrado restaurar algo de su legado como persona. Al menos esa es mi ilusión…

-Aunque compense… ¿verdad? y por lo que estoy leyendo, aún desde el recuerdo, Vicente Martín Romera compensa…

-Claro que compensa y hasta la fecha no he cesado en buscar nueva información relacionada con su figura. ¡Ojalá que esta biografía tenga amplia difusión y que quizá alguien, en algún remoto lugar, encuentre una foto suya perdida en un viejo baúl o un documento en el que aparezca su nombre escrito por ahí y se ponga en contacto conmigo para poder actualizar la historia!

-¿Qué destacarías, amigo, de la personalidad de Vicente Martín Romera?, hablo de esa personalidad que sobresale a corta distancia, la que se muestra con la familia, con las amistades…

-A través de una sobrina nieta suya con la que hablé hace tiempo y que, a su vez, lo hacía en nombre de su nonagenaria madre –única sobrina superviviente de Vicente Martín y cuyo delicado estado de salud hacía imposible entablar conversación con ella- pude rescatar dos recuerdos infantiles de aquella. Resulta que cuando iban a visitar a Vicente a Córdoba desde Madrid a éste le gustaba llevar a sus sobrinos a ver  los toros pero parece ser que a estos, aún pequeños, no les gustaba nada pisar la plaza. Otro recuerdo traído a colación sería el de que de vez en cuando solía regañarla por leer la novela de Tarzán. ¿Esta bronca lo convierte en un hombre de valores puritanos? Pudiera ser, pero no me atrevo ni a confirmarlo ni a desmentirlo.

Respecto a su personalidad, puedo decir que brilló como el Sol. Tuvo una cultura muy vasta; recurría, siempre que podía, al humor; y tuvo importantes inquietudes sociales que lo llevaron a comprometerse políticamente con aquello que creía que era justo. 

Se puede decir que fue una persona muy versátil y que si tenía que implicarse en algo lo hacía hasta sus últimas consecuencias.

Además, creo que fue una persona sumamente pasional.

-Por qué Vicente Martín Romera abrazó, entre muchas tendencias ---incluso sin moverse de la izquierda—el socialismo…

-A Vicente le interesó la política desde joven. Ya en Huesca fue presidente de la Juventud Liberal, los cachorros del Partido Liberal fundado por el político progresista Práxedes Mateo Sagasta. Este partido implosionó en 1931, así que un paso lógico para un progresista convencido era abrazar otra de las ramas progresistas existentes por entonces, es decir, la socialista. Ambas opciones ideológicas, liberalismo y socialismo, siempre han defendido de manera radical el igualitarismo frente a la idea de libertad la cual ha sido patrimonializada, desde la Ilustración, por los conservadores.

Sin título-2.jpg-Amigo Pascual, ¿cómo has podido “palpar” su paso por Huesca?

-Ha sido una profunda decepción constatar que no queda ni rastro de su paso por Huesca. Cuando visité la capital altoaragonesa me acerqué hasta el Coso Bajo, número 41, -lugar en donde tenía su consulta- y no había nada, ¡ni una mísera placa conmemorativa! Ojalá que en el futuro se pueda enmendar este vacío. Ahora bien, quizá las cosas cambien a partir de ahora porque el Ayuntamiento, honestamente, no tiene porque saber tal o cual cosa de oficio. Entiendo que nos corresponde a su familia y a la sociedad civil el advertírselo y que solo entonces, y si lo estima oportuno, podrá actuar en consecuencia.

Por otro lado, la relación de Vicente con la ciudad debió de ser muy intensa, es más, se consideraba a sí mismo como “cónsul de Huesca”.

Por cierto, tuvo relación con el artista oscense Ramón Acín Aquilué quien realizó un cartel publicitario, muy pintoresco, que ha servido como portada de mi presente libro. Curiosamente, su padre, Pascual Martín Casbas, se sirvió del arte del ilustrador turolense Teodoro Gascón Baquero para la decoración de uno de los locales del  negocio familiar (la hoy desparecida panadería La Vienesa y su emblemática cadena de sucursales distribuidas por la capital de España).

-Más intensa fue su relación con Córdoba, ¿no?

-Desde luego que lo fue, y eso que acabó en Córdoba por el amor de una mujer de… Zaragoza, cuyo nombre era Emilia Simón Gómez. Su suegro, Valeriano Simón Pérez, fue director de la sucursal del Banco de España en la capital cordobesa. La lista de invitados de su boda, celebrada precisamente en Córdoba, es impresionante. Entró,  de lleno en el seno de la alta sociedad local.

Una vez allí ejerció como médico cirujano en el Hospital de la Misericordia y por un admirable y desinteresado gesto que tuvo con un paciente le concedieron en el año 1924 la Gran Cruz de la Beneficencia.

Pero su relación no terminó ahí: parece ser que amaba el mundo de la tauromaquia y, a la vez, se pluriempleó trabajando como médico jefe en el coso cordobés. Tuvo que hacer bien las cosas puesto que no tardó en ser conocido como el “médico de los toreros”. Entre sus pacientes podemos encontrar nombres de reconocido prestigio como el de Ignacio Sánchez Mejías (a quien tras su fallecimiento Federico García Lorca dedicaría un poema) o al mismísimo Juan Belmonte, El Pasmo de Triana.

Con el advenimiento de la II República se vinculó, políticamente, al PSOE. Parece ser que fue un hombre de Largo Caballero.

-¿Por qué iba un poco más allá como ser humano y médico, convirtiéndose en “el médico de los pobres”?

-Si tuviera que definirlo con una única palabra esta sería: comprometida. Quizá nos pueda parecer extraño a nosotros, pragmáticos latinos de herencia católica, la idea de pertenecer a la comunidad, profundamente interiorizada en el seno del mundo protestante: Reino Unido y los Estados Unidos de América, principalmente (Angloesfera), el concepto de vivir unidos por la confianza mutua, etcétera; pero la verdad es que en nuestro particular universo (el Occidente cristiano) la Iglesia de Roma ha tenido, desde sus inicios, idéntica ética y filosofía que la del resto de las iglesias hermanas angloestadounidenses (anglicana y episcopaliana). 

No puedo afirmar con rotundidad que Vicente fuera un hombre de fe como su único hermano superviviente, que sí que lo fue, o eso es lo que dice su testamento, pero no me parece descabellado pensar que se pudiera regir por esta noble idea de servir a la comunidad velando por su seguridad y felicidad. 

Ahora bien, la cosa no tiene porque ser necesariamente así, aunque quizá pueda ayudar un poco a centrar el asunto y tratar de comprender este compromiso que adquirió –desinteresadamente- con el prójimo o el más necesitado. 

Lamentablemente, su religiosidad, o no, será siempre un misterio para nosotros.

-¿Se puede decir “de todas todas” que es un mártir de la II República?; no se encuentra el por qué de su asesinato, ¿verdad?- Como familia se os ha acercado, alguna vez alguien pidiendo perdón o intentando justificar lo injustificable…

No tengo duda alguna de que lo fue puesto que murió con el acta de diputado bajo el brazo a principios del mes de agosto del año 1936, por lo tanto, era un representante electo del pueblo español. Sin embargo, existe un punto poco claro sobre su actividad política unos años antes de convertirse en cargo electo. Durante la revolución de octubre del año 1934 conspiró contra la II República y estuvo encerrado en prisión por ello. Desconozco su grado de implicación en el coup y si me remito al verdadero protagonista de esta historia -el PSOE- observo que tampoco a éste le resulta sencillo explicar a la ciudadanía el porqué de su alzamiento contra el orden legal vigente. El pasado es como una losa que, a veces, cuesta de asumir y comprender.

Sobre su asesinato hemos de leer, con cautela, el panfleto cordobés Guión que jaleó, de manera inaudita, su detención por los militares alzados y después celebró, cobardemente, su muerte.

Respecto a lo que me preguntas de que si alguien alguna vez nos ha pedido perdón por el crimen, la verdad es que no pero he de admitir una cosa: durante muchos, muchos años, los Martín hemos desconocido –por dejadez- nuestra historia familiar y orígenes. Lamentablemente, no ha existido un vínculo con el pasado lo que implica que no hemos podido reivindicar su figura en condiciones, o la de sus tíos sindicalistas de la Sociedad de Socorros de Obreros en Pan Francés Cubano y Similares (vinculada políticamente a la UGT) Ramón e Hilario Martín Casbas, puesto que, sencillamente, lo ignorábamos… ¡hasta ahora! Por vez primera en nuestra historia, los Martín tenemos una mitología familiar (algo parecido a los antiguos dioses domésticos romanos) a la que honrar y venerar.

-Amigo los escenarios de la memoria son importantes… visitas tú los lugares en los que estuvo y en los que habitó  tu predecesor… ¿qué sientes en esa Córdoba que lo vivió a él en plenitud, pero que también captó sus últimos latidos?

-Todavía no he tenido la oportunidad de visitar la Córdoba de Vicente Martín. Estaba previsto presentar el libro ahí dentro de dos semanas (23 de marzo) pero debido a la emergente alarma médica derivada de la crisis del coronavirus, ha sido cancelada por motivos de seguridad. Lo primero es la salud, el resto es secundario.

Por otro lado, Córdoba me despierta mucha admiración y respeto y más tras conocer en profundidad el intenso idilio de amor que vivió con ella mi ilustre antepasado. 

-Amigo, ¿cómo ha sido publicar con Utopía?

-Desde el primer momento en que entablé relación con Ricardo González, el editor, tuve una conexión fantástica. Le interesó mi obra y con una sutileza digna de alabanza me sugirió, sin herir mis sentimientos, algunas cosas que debía de pulir del texto para su publicación. Rápidamente pensé: “¡es todo un artesano del libro!” Aprovecho este foro para agradecer, una vez más, el que haya creído en mí. ¡Gracias!

-¿Nos puedes dar alguna pista de lo que estás trabajando ahora?

-El género biográfico siempre me ha interesado mucho. Recientemente, he terminado de escribir un viejo proyecto que tenía en mente desde hacía muchos años. Es una biografía escrita en primera persona -como si de una autobiografía se tratara- del luchador aragonés Milo Millán, quien era natural de Sena (Los Monegros) pero que vivió desde niño en el Barrio Chino (Raval) de la ciudad de Barcelona.

Tuve la suerte de conocerle unos años antes de que fallecería (2013). Desde la primera vez en que lo conocí tuve la impresión de estar hablando con Edward Bloom, personaje principal de la película Big Fish del director Tim Burton y protagonizada,  magistralmente, por Ewan McGregor. En base a los recuerdos de mis conversaciones con él he podido reconstruir, parcialmente, su vida. No me gusta inventar ni especular mucho cuando pretendo ser fidedigno con la realidad.

Supongo que siempre he pensado que la Barcelona tardo franquista no fueron solo las fiestas celebradas en la discoteca Bocaccio por la gauche divine, ni tampoco los encuentros literarios celebrados entre escritores del boom hispanoamericano (Vargas Llosa, García Márquez, Carlos Fuentes, etcétera) y la sobresaliente Carmen Balcells. Me apasiona la vida de los grandes olvidados de la sociedad, de los marginales, los buscavidas, etcétera.

Y, últimamente, me estoy documentado para escribir, en un futuro no tan lejano, una biografía sobre uno de los personajes más fascinantes del Bajo Imperio romano, el emperador Diocleciano. Sorprendentemente, a día de hoy, sigue anatematizado por el cristianismo occidental.

 

 

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