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978-84-8102-794-5.jpgCazarabet conversa con...   Rebeca Saavedra Arias, autora de “Destruir y proteger. El patrimonio histórico artístico durante la Guerra Civil (1936-1939)” (Universidad de Cantabria)

 

 

 

 

 

 

 

Rebeca Saavedra analiza para Ediciones de la Universidad de Cantabria explica cómo le fue al patrimonio histórico-artístico durante la Guerra Civil entre 1936 a 1939.

Lo que nos cuenta la entidad editora, la Universidad de Cantabria:

Durante la Guerra Civil (1936-1939) la integridad del patrimonio histórico-artístico español se vio seriamente amenazada como resultado de la conjunción de una serie de factores de carácter político, social, cultural y económico. El libro que aquí se presenta analiza tanto su destrucción y disgregación como las medidas desarrolladas para protegerlo y conservarlo a partir del estudio de las políticas culturales puestas en marcha por las autoridades republicanas y las fuerzas rebeldes. Sus diferentes concepciones sobre la cultura y su función social ayudan a explicar las diferencias existentes entre las políticas perfiladas en cada retaguardia y su grado de eficacia. Un aspecto en el que también resulta esencial el perfil y el grado de implicación de los hombres y mujeres que trabajaron en las labores de salvaguardia. Personas que, en muchos casos, pusieron en riesgo sus vidas y sus carreras con el único objetivo de preservar la herencia cultural española.

 

 

Cazarabet conversa con Rebeca Saavedra Arias:

photo.jpg- Rebeca, ¿qué te inspiró escribir este libro que viene desde tu tesis doctoral?

-Trabajando como becaria en los Museos Capitolinos, en Roma, un colega me explicó que durante las guerras napoleónicas Italia había perdido parte de su patrimonio. Esa idea se quedó en mi mente y, poco a poco, me fui planteando cuestiones relacionadas con la conservación del patrimonio en tiempos de guerra. Inevitablemente, en un país como el nuestro, tan rico patrimonialmente, era inevitable que sintiese curiosidad por saber cómo era posible que después de una guerra tan cruenta como lo fue la española de los años treinta del siglo XX la riqueza patrimonial española se hubiese conservado en “tan buenas condiciones”. Y esa curiosidad fue lo que me empujó a iniciar la investigación…

- Amiga, el patrimonio histórico-artístico durante la Guerra Civil Española, como casi todos los patrimonios que “se enfrentan” a una guerra sufren, se destruyen, pero también se protegen; aunque son de los más silenciados porque, casi lógicamente, están eclipsados por el sufrimiento humano. ¿Qué nos puedes reflexionar?

-Por muy dura que pueda resultar la destrucción patrimonial las pérdidas humanas siempre son más dolorosas y dañinas. Es normal, por tanto, que estás pasen a un primer plano y la otra quede en uno secundario.

No obstante, tampoco debemos olvidar que la destrucción intencionada de patrimonio suele tener siempre una fuerte carga simbólica tanto para quien la ejecuta como para quien la sufre puesto que la identidad cultural, incluso nacional de un pueblo, se basa, a menudo, en una serie de bienes patrimoniales a partir de los cuales se reconstruye visualmente su historia y se aprecian las más altas cotas de creación de sus miembros. Su destrucción constituye, en este sentido, un ataque directo a esa identidad. Un intento de cercenarla, debilitarla o, incluso, borrarla del mapa. Por este motivo, a pesar de que las pérdidas humanas acaparan los titulares de la prensa, también la destrucción de obras de arte y monumentos artísticos preocupa a la opinión pública. Las guerras del siglo XX así lo han demostrado. El caso de la Guerra Civil española es paradigmático en este sentido.

- El otro día, mirando un documental de esos de recreación histórica de los Sitios de Zaragoza, se dijo que esta ciudad antes de ser sometida a este terrible episodio histórico era consideraba “la Florencia española”. ¿Cuántas Zaragozas, revestidas como Florencias, ha habido en España, sobre todo en la contienda de la Guerra Civil?

-Por su riqueza patrimonial, en España, existen muchas ciudades de gran belleza. En general, las ciudades más castigadas fueron las que, inicialmente, formaron parte de la retaguardia republicana. En primer lugar, por los desmanes revolucionarios producidos durante el verano del 36. En segundo, por los bombardeos a los que la aviación rebelde sometió a muchas de ellas. Y, en tercero, porque en algunas se desarrollaron combates durante meses. Toledo, en este sentido, es un caso claro.

- Porque es algo, el Patrimonio perdido, que se desvanece como el polvo; bienes que una vez tan destruidos. ¿Qué vas a hacer, reponerlos?, sí, pero nunca serán lo que fueron y lo que representaron, porque parte de lo que fueron y representaron se acumulaba en el paso de los años…

-Hay bienes que son irreproducibles; pero, en casos muy extremos, como la destrucción de ciudades enteras durante la II Guerra Mundial y, precisamente, por lo que hemos comentado antes en relación a la identidad, en ocasiones, es necesario restaurar y reconstruir obras de arte, monumentos y centros históricos como una forma simbólica de recuperar la normalidad anterior al conflicto y también de apuntalar las bases identitarias de un pueblo.

- ¿Hay un “mapa” del patrimonio histórico-artístico que sufrió daños o muchos daños durante la contienda en España?

-No, esa labor está aún por hacer. Es un trabajo muy complejo que requeriría de mucho tiempo, una buena financiación y un grupo de investigadores multidisciplinar dedicado en exclusiva a ello.

rebe01.jpg- ¿Y qué hay que decir del Patrimonio histórico-artístico que fue robado, requisado, quizás hasta esquilmado?

-Este es un tema especialmente complejo y controvertido. Hubo patrimonio incautado de forma legal, de manera irregular y también robado. Las líneas entre una cosa y otra no siempre son nítidas porque la legislación fue cambiando durante la guerra y es distinta en cada una de las retaguardias. Está claro, sin embargo, que el mercado negro de obras de arte, antigüedades, libros raros y antiguos y objetos de carácter histórico fue, por su importante flujo, uno de los principales problemas a los que tuvieron que enfrentarse tanto las autoridades republicanas como los poderes sublevados. Me remito al libro para ahondar en el tema ya que difícilmente podría explicarlo en unas pocas líneas.

- ¿Y qué lleva o ha llevado a causar estas pérdidas, en todo su abanico de posibilidades, en todo el patrimonio?

-Las principales causas de pérdida o destrucción de patrimonio durante la Guerra Civil fueron los desmanes anticlericales, las incautaciones irregulares, el mercado negro de obras de arte y las actividades bélicas, especialmente, el bombardeo de centros urbanos.

- ¿Por qué al hablar sobre el patrimonio histórico artístico la gente tiende a pensar casi instantáneamente con “lo sacro” por encima de todo?; aunque hay patrimonio histórico-artístico en otras muchas posibilidades…

-Supongo que, al menos en el caso de España, esto se debe a que una parte muy importante del patrimonio histórico-artístico nacional es de temática o carácter religioso. Algo lógico si tenemos en cuenta que, durante siglos, la Iglesia fue uno de los principales clientes y/o mecenas artísticos. Esto en la práctica se traduce en que nuestras ciudades están plagadas de iglesias, conventos o catedrales y que nuestros museos están repletos de pinturas y esculturas en los que se representan diferentes episodios de la vida de los santos o escenas de la Biblia.

- La destrucción de cualquier ciudad o pueblo, por ejemplo, bajo los efectos de un bombardero o de una batalla puerta a puerta, forma parte, también de la pérdida del patrimonio histórico-artístico, ¿no?

-Sí, de hecho, como he señalado ya con anterioridad, estas son algunos de las causas fundamentales de destrucción. Madrid, Toledo, Teruel, Málaga, Santander y un largo etcétera más fueron ciudades que sufrieron importantes pérdidas como consecuencia de ello.

- De esos hubo bastantes en España (Belchite, Corbera d’Ebre, Torrevelilla, Híjar, Alcañiz, Guernika…). ¿Qué nos puedes decir?, ¿Cómo deberían recuperarse para la dignificación de la historia de su patrimonio, sea más o menos valorado, y de la convivencia de todo ello con los ciudadanos y ciudadanas?

-Es complicado, han pasado muchos años desde el fin de la guerra. La restauración y sobre todo la reconstrucción no son a mi juicio opciones a valorar precisamente por el largo tiempo transcurrido. Sin embargo, si se puede hacer un mayor trabajo de difusión de lo sucedido a través de charlas, centros de interpretación, exposiciones, etc. Actividades que sirvan para dar a conocer entre el conjunto de la ciudadanía qué sucedió y porqué. De esta forma, se sentarían las bases no sólo para una mejor comprensión del período, sino también para una revalorización tanto del patrimonio perdido como del salvado.

- En cambio muchos de estos lugares fueron herramienta política en manos de la dictadura, por ejemplo, Belchite y como “símbolo del escarmiento”.

-Sí, lo fueron. De ahí que sea fundamental explicar y dar a conocer la Guerra en todas sus dimensiones. Sólo si los españoles conocen bien su historia podrán interpretarla adecuadamente y serán capaces de distinguir entre la realidad y los discursos que en torno a ella se han ido elaborando de manera tergiversada y/o interesada.

- ¿Qué soluciones o “hoja de ruta” se deberían de seguir para recuperar ese patrimonio histórico-artístico?

-Imagino que se refiere al perdido durante la Guerra. Pues bien, en la inmediata posguerra ya se efectuaron algunas iniciativas en este sentido. Un aspecto que no abordo en profundidad en mi libro pero que si es conocido de alguna forma. Estas iniciativas se centraron en la recuperación de obras de arte y antigüedades fuera de nuestras fronteras y en la restauración de monumentos en territorio español. Los métodos y la dotación económica destinada a ello fueron escasos y, por esa razón, los resultados y el grado de actuación que requería la situación por la que atravesaba nuestro patrimonio no fue el adecuado. Hay que tener en cuenta también que, en septiembre del 39, estalló la II Guerra Mundial lo que, sin duda, dificultó, cuando no impidió, las pesquisas y las acciones para recuperar piezas en el extranjero.

En la actualidad, sólo a través de investigaciones muy rigurosas, multidisciplinares y bien financiadas se podría lograr rastrear algunas de las piezas que aún no han aparecido. Aunque la dificultad es enorme por las propias circunstancias que revistieron su desaparición: una actividad ilícita, dos guerras, etc.

1643792.jpg- Aunque conforme pasan los años lo de “recuperar” se hace muchísimo más difícil, ¿no?; ¿se está a punto, por ejemplo, tratando de pueblos mencionados anteriormente?

-Yo creo que recuperar o recrear un monumento desaparecido no tiene sentido ya. Si restaurarlo, si estuviera dañado y todavía no hubiera sido intervenido.

Insisto en que, bajo mi punto de vista, hoy lo más útil sería, en primer lugar, hacer una labor de investigación e interpretación histórica rigurosa sobre lo sucedido. Y, en segundo, una buena campaña de difusión de los hechos a través de conferencias, libros, rutas informativas, salas de interpretación en museos locales y provinciales, paneles, etc. Pero claro, esta no deja de ser sólo una opinión.

- En la retaguardia republicana; ¿cómo fue o debió ser para los que intentaban conservar el patrimonio histórico –artístico?; ¿y cómo ejercieron esa destrucción los que la ejercieron (que no fueron todos) ?;y los que lo hacían, ¿por qué lo hacían como norma general, qué les arrastraba a ello?

-Muchas preguntas… para una sola entrevista. El libro es la clave. Da las claves, más bien. En la retaguardia republicana las autoridades se enfrentaron a los problemas por los que estaba atravesando el patrimonio con determinación desde el principio de la guerra, pero tenían un hándicap: parte del pueblo participó activamente en la oleada de ataques anticlericales que se produjo primero en toda España y luego en la retaguardia republicana durante los primeros meses del conflicto. Ese pueblo era uno de los principales pilares de la defensa republicana y esta circunstancia mediatizó la labor realizada y la difusión de la misma.

- Pero los alzados que terminaron con la II República, puede que se sepa menos de la destrucción ocasionado en el patrimonio histórico artístico, pero también lo hubo, ¿no? Coméntanos…

-Sí, ellos participaron en la destrucción. A través de los bombardeos esencialmente pero también como consecuencia de la falta de compromiso real a la hora de proteger y conservar el patrimonio en su retaguardia. Y digo real porque, aunque pusieron en marcha organismos encargados de hacerlo, no los dotaron del presupuesto y los recursos humanos necesarios para desarrollar su labor. Evidentemente, eso lastró el ejercicio de estas tareas.

- ¿Cabe o consideras dentro de esta destrucción de patrimonio histórico –artístico, la privación a la que sometió a la población, respecto de las creaciones artísticas que calificaban de “peligrosas para la grandeza de España” sea en cualquiera de las manifestaciones creativas y artísticas que solo encontraron cobijo, libertad y reconocimiento en el exilio?

-No, ese es un tema diferente. El exilio al que se vieron forzados muchos intelectuales, literatos y artistas, efectivamente, privó a la población de una serie de referentes culturales e intelectuales que, sin lugar a duda, hubieran sido fundamentales en el desarrollo de España durante la posguerra, pero no se puede meter en el mismo saco que las pérdidas ocasionadas en el patrimonio por los bombardeos de la aviación rebelde. Son cuestiones distintas, aunque interconectadas.

Lo que si se debería hacer es dar a conocer mejor esa cultura del exilio que tan importante fue y que tantos frutos dio. En este sentido, se han dado interesantes pasos desde la Transición. Pero hay que seguir insistiendo para que la ciudadanía conozca y sienta como propia también esa obra realizada en el extranjero. El año pasado, el Museo Reina Sofía organizó una exposición fantástica con esa temática: Campo Cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953.

- De todas formas, hubo gente que se jugó la vida para salvaguardar y proteger ese patrimonio histórico artístico. Háblanos un poco de ello…

-Si, hombres y mujeres que se arriesgaron por proteger nuestra riqueza artística. Fueron admirables en su conjunto y lo hicieron de manera desinteresada en muchos casos, aunque también es un aspecto que tiene sus luces y sus sombras. Hubo quien aprovechó su trabajo para espiar para los sublevados, quien se cambió de bando o quien conspiró para que algunas iniciativas no salieran adelante. Es un tema interesantísimo y muy revelador de lo que fue la Guerra Civil española. El capítulo cinco del libro está destinado a explicar estas cuestiones.

- Me imagino, amiga, que el trabajo de documentación en este ensayo de estudio e investigación debió ser harto estimulante, y hasta apasionante ¿no?

-Ojalá todas las investigaciones fueran tan interesantes en ese sentido. Para mí fue un trabajo de investigación muy duro por la complejidad del tema, pero también muy estimulante e, incluso, divertido. Fue como hacer un gran puzle que luego tuve que interpretar con el rigor que una investigación académica exige.

- Y ante tanta recogida de documentación, búsqueda de la misma, ¿cómo desarrollas la metodología de trabajo?

-Básicamente, en primer lugar, localicé y leí la bibliografía que ya existía sobre el tema. De esta forma, pude elaborar un estado de la cuestión sobre el asunto y empezar a diseñar la tarea investigadora propiamente dicha. En segundo lugar, comencé a rastrear en varios archivos españoles y extranjeros toda la documentación relativa al tema que pude encontrar y fui seleccionando aquella que más me interesaba. Con la documentación ya en mis manos, en tercer lugar, comencé su análisis y estudio. Tomé notas, elaboré hipótesis, etc. Y, en cuarto lugar, crucé esas notas con las obtenidas de las lecturas previas y de las realizadas durante el proceso de rastreo documental, ya que esta es una labor que se desarrolla de forma continuada en toda investigación. Esto se debe a que es necesario mantenerse al día de las novedades editoriales y seguir buscando obras que nos pudieran haber pasado por alto o a las que, inicialmente, no hubiéramos tenidos acceso. Finalmente, comenzó el proceso de elaboración y redacción del libro. Y bueno… Destruir y proteger es el resultado tangible de todo ello.

 

 

 

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Destruir y proteger. El patrimonio histórico artístico durante la Guerra Civil (1936-1939). Rebeca Saavedra Arias   
397 páginas       17 x 24 cms.
25.00 euros
Universidad de Cantabria



Durante la Guerra Civil (1936-1939) la integridad del patrimonio histórico-artístico español se vio seriamente amenazada como resultado de la conjunción de una serie de factores de carácter político, social, cultural y económico. El libro que aquí se presenta analiza tanto su destrucción y disgregación como las medidas desarrolladas para protegerlo y conservarlo a partir del estudio de las políticas culturales puestas en marcha por las autoridades republicanas y las fuerzas rebeldes. Sus diferentes concepciones sobre la cultura y su función social ayudan a explicar las diferencias existentes entre las políticas perfiladas en cada retaguardia y su grado de eficacia. Un aspecto en el que también resulta esencial el perfil y el grado de implicación de los hombres y mujeres que trabajaron en las labores de salvaguardia. Personas que, en muchos casos, pusieron en riesgo sus vidas y sus carreras con el único objetivo de preservar la herencia cultural española.

 

 

 

 

 

 

 

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