La
Librería de El Sueño Igualitario
La revista Desperta Ferro
trata y se acerca al Octubre de 1917.
Analiza la revolución que tuvo lugar en aquel
otoño de hace cien años con la revolución y la guerra civil.
En este número Desperta
Ferro se sumerge en el Octubre de Petrogrado, la Guardia Roja, el Tratado de
Brest-Litovsk, la Legión Checoslovaca…así como la
insurgencia cosaca y el Ejército voluntario.
Estamos, queridos amigos de la historia, en el
año por excelencia a retomar la mirada en la Revolución Rusa de 1917 porque se
cumplen cien años de sus revoluciones y del arranque de la guerra civil, una
vez apartado del todo el zar y asumido el poder, todo el poder, por parte de
los bolchevique. Rusia pasó a ser una monarquía anclada en el Antiguo Régimen,
férrea, poco agilizada y engreída a ser un país de un partido con la mirada o
las miradas puestas en los líderes que más supieron imponerse. Hay que hablar
del carisma especial de Lenin en la conquista del poder y en el manejo de las
masas, pero no hay que olvidar a Stalin que, muy a su manera, supo hacerse su
sitio e imponer lo que fue, sin lugar a dudas, otra dictadura que en poc tiempo reemplazó al terror zarista…. Desperta Ferro no podía obviar este centenario y no lo
hace, más bien al contrario acoge el testigo y trata de explicar la Revolución
Rusa en algo muy especial haciéndose con las mejores plumas que, paso a paso y
cada uno desde su especialidad, nos la van desmenuzando. Por ejemplo, lo
acontecido en febrero del 17, lo que podríamos reconocer como la “revolución
nacional-republicana” pasando luego a ser bolchevique es explicado por
Francisco Veiga, profesor en la Universidad Autónoma
de Barcelona. En este artículo y en los demás se hacen constantes referencias,
como debe ser, a las fuerzas y tendencias políticas que habitaban en Rusia. En
este caso cobran una importancia vital que, creo, no podemos pasar por alto. Va
muy bien, en este primer artículo, no solamente el acercamiento a esto último
sino, también el recordatorio cronológico de lo que aconteció.
Petrogrado —que después pasó a ser Leningrado—
es aquí la ciudad importante, el lugar donde se juegan las partidas políticas,
pero también los movimientos estratégicos y de intimidación más importantes. El
mapa donde se ubican los principales enclaves es de lo más edificante.
Se nos habla, también, desde la pluma de Rex a Wade de la Universidad George Mason de la importancia que tuvo,
reteniendo, La Guardia Roja para que el bolchevismo triunfase, de abriese
camino y se posicionase. Algo más que imprescindible su fu papel; eso que quede
sin duda. Los primeros meses, no llega ni al año, del poder bolchevique es muy
importante no solo para posicionarse sino para convertirse y darlo a entender
que habían venido para no moverse con un actitud y unas aptitudes más que
decididas. Tenían claro que si había que emplear mano dura, entre los suyos, lo
harían sin que les temblase el pulso. Tampoco perdonaban ni querían, ni
consentían disensiones entre sus filas…Esto se puede leer y reflexionar con el
artículo: La marcha triunfal del poder soviético (octubre de 1917-mayo 1918) desde
la pluma de Peter Kenez de la Universidad de Santa
Cruz de California. Este artículo, con su mapa detallado, nos explica y nos
ayuda a hacernos una idea de por qué el bolchevismo se sentó con férreamente a
la silla del zar.
No podía pasarse por alto la insurgencia de
los cosacos y el origen del ejército voluntario, tema que para Desperta Ferro lo aborda Richard W Harrison. Se nos despejan muchas dudas acerca
de lo que pasó , los días de después de
la toma del poder de los bolcheviques…no fue un paseo por la alfombra roja,
ni mucho menos..Es
un punto éste del que es muy importante saber mucho más.
Otro punto que cobra mucha importancia
historiográfica es el Tratado de Brest-Litovsk., para
ser más concisos: la paz firmada con Alemania y que no todos entendieron,
aunque sí todo el pueblo llano y la gran mayoría de los que luchaban en las
trincheras anhelaban…y es que los que estaban en retaguardia ya no es que
estuviesen en un sin vivir por los suyos que estaban en las trincheras o que ya
no estaban…es que el pueblo cada día padecía más hambre y era más exigido. Los
bolcheviques decían que terminarían con ello, aún cuando les doliese en el
orgullo… y así se llega a firmar este tratado; Pablo Martín Fernández---teniente coronel de ingenieros y
coautor con Francisco Veiga de Las Guerras de la Gran
Guerra 1914-1917 que editó La catarata y de Entre Dos Octubres, Revoluciones y
Contrarrevoluciones en Rusia 1905-1917—Alianza 1917-- y Guerra Civil en
Eurasia—Alianza 2017-- .
Es bien conocida la Legión Checoslovaquia para
quien haya visto documentales, leído algún artículo o libro sobre la Revolución
de Octubre y lo que acontece, pero siempre va muy bien que se nos recuerden
ciertas cosas, así lo hace en Desperta Ferro, Richard
Connaughton, un militar también formado en Ciencias
Políticas, nos acerca muy cordialmente a ello. Muy curioso este episodio
histórico militar.
También es curioso el saber o recordar que
hubo una especie de “fase democrática de la guerra civil entre junio y
noviembre del año 1918”, se trata de “El
Komuch”. Los entresijos de la confrontación civil
tienen aquí un punto de inflexión que, demasiado a menudo, pase desapercibido. Lo
firma, nos referimos a este artículo, Geoffrey Swain
de la Universidad de Glasgow.
En este número también se trata, en un extra,
en concreto el nº25, cómo fue El primer asalto a Tobruk,
en 1941.
Cazarabet
conversa con Jesús Jiménez, coordinador de publicaciones de Desperta
Ferro Ediciones:
-¿Qué
aporta este artículo o artículo de artículos a esta composición de estudios,
ensayos y demás sobre la Revolución Rusa
que se han ido publicando durante este año de celebración del centenario?
-Nuestra aportación a este centenario tenía
que ser coherente con el alcance de nuestra publicación, que está especializada
en la historia militar, bélica o del conflicto y en la que el objeto de estudio
debe ser, ante todo, el fenómeno de la guerra. Nosotros hemos pretendido con
este monográfico explorar el proceso revolucionario en la medida en que es el
desencadenante de la guerra civil que sacudió todo el territorio que había
pertenecido al Imperio ruso. Así, analizamos la configuración de los bandos
enfrentados y el proceso por el que unos acontecimientos de naturaleza
netamente política, como es la revolución, se acaban convirtiendo también en un
hecho militar: una guerra más o menos convencional, de la que además
desarrollamos su fase inicial. Probablemente en futuras publicaciones
seguiremos desarrollando este conflicto.
-¿Fue la
Revolución Rusa, una “revolución de revoluciones”? (estaba el antecedente de
1905 y la revolución de febrero del mismo año 1917, con la “puntilla del Octubre Rojo”) La Revolución
Rusa es una revolución que tiene dentro diferentes revoluciones dentro de ella
misma; algo parecido a las muñecas
rusas, las matriuskas. ¿Qué nos puedes reflexionar?
Porque aquí sí que parece que había, de sobras, motivos para levantarse. La
Rusia de 1917 vivía en un total servilismo, la de unos muchos debajo de unos
pocos que les chupaban el trabajo y el día a día?
-Sin duda, se trata de un fenómeno enormemente
complejo. De forma convencional, llamamos Revolución rusa a los acontecimientos
que tuvieron lugar entre marzo y noviembre de 1917 (según el calendario
gregoriano) y que desembocaron en el acceso al poder de los bolcheviques, pero
efectivamente existen unos antecedentes y, lo que es más importante, la llegada
al poder de los bolcheviques no hace sino iniciar dicho proceso revolucionario.
La historiografía, muy dada a polemizar sobre la periodización de los hechos
históricos, nos ofrece interpretaciones que van desde un planteamiento
extremamente restrictivo –distinguiendo, por ejemplo, las revoluciones de
Febrero y Octubre, como radicalmente diferentes en su naturaleza– a otros muy
integradores –como aquellos que proponen que la Revolución rusa discurre entre
1905 y la consolidación del estalinismo ya en la década de 1930. Si tomamos
esta última opción, las variables del proceso naturalmente se multiplican
porque incluye el choque, las tensiones, el conflicto –irreconciliable o no–
entre los intereses de clase de sectores tan dispares como la autocracia y la
vieja oligarquía terrateniente, la burguesía industrial y rural, la intelligentsia
liberal, el campesinado propietario y el desposeído y, naturalmente el
proletariado. Cada uno de estos sectores fue sucumbiendo –también en cierto
modo el proletariado con el advenimiento de la burocracia, de la que seguro que
tenemos ocasión de hablar– en sus fases sucesivas.
-¿Desde cuándo se estaba horneando la
Revolución Rusa?, ¿cuáles fueron los principales ingredientes en el caldo de
ebullición de esta revolución? Retorno un poco sobre la pregunta anterior: ¿fue
el año 1905 con la manifestación acallada a golpe de sangre un punto de no
retorno? Había dos Rusias, como en casi todos los
conflictos, que estallan en forma de revolución: dos focos irreconciliables y
demasiado quebrados .Era una sociedad sin permeabilidad y eso cuando se
quiebra, llevando a la lucha, sin tregua
y hasta que uno sucumbe, ¿no? Bien, avisada estaba la estampa de la historia
dado que en 1905 ya hubo un intento de levantarle las alfombras a la monarquía
autoritaria…
-De hecho, podemos remontarnos aún más, hasta
las reformas de 1861, durante el reinado del zar Alejandro II, de las que la
más representativa es la emancipación de los siervos. Esta decisión sobre el
estatus jurídico del campesinado, analizada de forma superficial, podría llevar
a la conclusión de que garantizaría la paz social en Rusia. Sin embargo,
inaugura un periodo de conflictividad creciente al plantar a las clases
sociales del ámbito rural ante las tensiones, contradicciones y conflicto de
intereses propios de la implantación de un capitalismo incipiente en el campo
ruso. No en vano es el periodo en el que se desarrolla el populismo ruso (los narodniki), un
movimiento genuinamente revolucionario que es antecedente directo del Partido Socialrevolucionario, imprescindible para comprender los
acontecimientos de 1917. Por otro lado, la reforma del gobierno local, también
en la década de 1860, inicia el proceso de divorcio entre la autocracia y una intelligentsia
que progresivamente va a abrazar el constitucionalismo. Si a esto añadimos la
introducción del marxismo y de los partidos socialistas en Rusia conforme esta
“revolución agraria” libera la mano de obra para que se desarrolle la
incipiente industrialización de Rusia en unos pocos focos geográficos con una
clase obrera numéricamente pequeña pero muy concentrada, tenemos todos los
ingredientes que nos encontraremos en la Revolución de 1905. En el fondo
responde a una secuencia histórica razonablemente clásica.
-A partir de esta
fecha –me refiero al año 1905–, me da que para la dinastía zarista todo empezó
a ir de mal en peor y el Zar no hizo más que apretujarse en su palacio, su
familia, sus aristócratas y estar “más ciego” ante las auténticas necesidades
del pueblo. Aunque me da que a la Dinastía
Romanov nunca empatizó
con la mayoría de su pueblo..Y es que es bien difícil
cuándo uno se cree divino o con comportamientos muy autoritarios, casi me
atrevería a decir caprichosos y sin rumbo, como el de la zarina Alejandra que cambiaba el gobierno
o a algunos de sus ministros más destacados en plena I Guerra Mundial.
-Sin lugar a dudas, 1905 marca el inicio del
fin de los Románov y uno de los síntomas visibles es
ese aislamiento, que no es más que el alejamiento de la sociedad. Y no me
refiero solo a un alejamiento de la clase obrera y del campesinado, sino
también de las élites. La vida cortesana y las intrigas del periodo responden a
un patrón de decadencia del régimen y no hay que buscar las causas en la
personalidad de sus protagonistas.
-Desperta Ferro a lo que sí le dedicó un número es a la guerra,
casi semiescondida, de Rusia contra Japón ¿cómo le
influye esta contienda a una Rusia que en 1917 hizo removerse algo más que el
mapamundi?
-Efectivamente, en su momento dedicamos el
número 18 de Desperta Ferro Contemporánea a la Guerra Ruso-Japones. El transcurso desfavorable de la contienda tuvo un
cierto efecto catalizador de las contradicciones del régimen que hemos
mencionado antes y que dieron lugar a la Revolución de 1905. No obstante, opino
que los efectos de la derrota final afectaron fundamentalmente a la imagen de
la monarquía autocrática, a la correlación de fuerzas dentro de las élites del
régimen –ocaso de Serguéi Witte, comienzo de un
periodo regeneracionista desde el autoritarismo con Stolypin…–
y a la posición internacional de Rusia como potencia; sin embargo, como
detonante de un estallido social quedó eclipsado, sin duda, por la magnitud de
la tragedia que supuso la Primera Guerra Mundial. El periodo 1905-1917 es
enormemente complejo. Para comprenderlo me gustaría recomendar la obra que
Francisco Veiga y Pablo Martín, ambos colaboradores
de nuestra revista, publicaron junto a Juan Sánchez Monroe, con motivo del
centenario y cuyo título es enormemente ilustrativo: Entre dos octubres. Su lectura a mí me aportó numerosas
claves.
-Y cómo influyó
el descontento en la calle, “in-creciendo” por la guerra que se había
convertido en toda una sangría (me refiero a la I Guerra Mundial) con, además,
las consecuencias sufridas por el pueblo que cada vez sufría más las
consecuencias de esa guerra y después de una posguerra –tras firmar un tratado
con los dientes bien apretados-.
-Este es, sin lugar a dudas, un factor
explicativo vertebral de la revolución de 1917. El coste humano de la guerra
recayó casi por completo en el campesinado. Una de las consecuencias fue una
merma de la producción de alimentos que afectó también al suministro en las
ciudades. En estas, el desarrollo capitalista de Rusia se había apoyado
considerablemente en la industria de guerra, y la ciudad no era capaz de
suministrar bienes de consumo atractivos para el medio rural y por tanto para
el intercambio comercial de productos manufacturados por alimentos. El
proletariado de las ciudades era además sensible a los problemas del campo
porque en buena medida no había abandonado sus vínculos con la tierra, a la que
regresaba en temporadas de cosecha, por ejemplo. Los padecimientos de la
población por la guerra explican el carácter espontaneo de la Revolución de
Febrero y además justifican que la propaganda de los partidos revolucionarios
en las filas del ejército tuviera enorme éxito. Así, la continuación o no de la
guerra se convirtió a lo largo de 1917 en un problema político capital. Dicho
problema tendría continuidad tras la Revolución de Octubre y estallaría con el
Tratado de Brest-Litovsk que supuso un divorcio
definitivo entre los bolcheviques y otros sectores, como los
socialrevolucionarios de izquierdas, que hasta el momento habían apoyado de un
modo u otro al Gobierno soviético. Por último, hay que decir que esos mismos
problemas en la relación campo-ciudad en un contexto bélico continuaron e incluso
se agravaron durante la guerra civil.
-El Zar tampoco
es que tuviese mucha habilidad para saber rodearse de buenos consejeros ni
políticos ni tampoco militares; recordemos que destituye a su primo para estar al mando de las tropas
en la Gran Guerra. ¿Qué nos puedes reflexionar al respecto? ¿Hasta qué punto a
este monarca le interesaba la política? Háblanos de esos compañeros de viaje de
la monarquía zarista de los Romanov, de los que
estaban detrás de ellos gobernando.
-Se ha escrito mucho sobre la personalidad y
la ideología de Nicolás II, así como sobre la influencia de la zarina y de su
entorno. Naturalmente, la concepción autocrática y providencialista del zar
estaba quedando desfasada, no solo respecto a otros Estados del periodo, sino a
los propios planteamientos políticos de las élites rusas que veían como
irreversible el viaje hacia un constitucionalismo controlado. Esto explica que
tras las primeras convulsiones de la Revolución de Febrero el entorno del zar,
los personajes clave de la aristocracia y los representantes de la alta
burguesía (Rodzianko, Guchkov…)
no tuvieran mayores reparos en forzar la abdicación del zar sin demasiado
interés por dar continuidad a la dinastía. De hecho, con la aquiescencia de
estos, Rusia se convirtió en una república de facto. Nadie echó de menos a Nicolas II, ni siquiera –y es trágico decirlo– tras su
ejecución ya en plena guerra civil. Por su parte, los sectores más
reaccionarios tuvieron bastante más interés en la restauración del orden que en
la restauración propiamente de la dinastía.
-Porque, lo que
hoy conocemos como “clase media” o burguesía en torno a según qué oficios era
minoritario y con poco poder decisorio o ¿nos lo parece? ¿esa
burguesía era más numerosa de lo que nos pensamos?, ¿cómo influía? Convivir con
los grandes terratenientes, los
aristócratas, el gran soporte del sistema zarista, debía ser muy difícil sobre
todo por el campesinado…
-No se puede hablar de una clase media en
Rusia tal y como la entendemos hoy en día, pero naturalmente con el desarrollo
del capitalismo en Rusia emergieron los sectores sociales propios en torno a la
administración, las profesiones liberales, los talleres fabriles… Con las
reformas constitucionales posteriores a 1905 que dieron lugar a una Duma sí que
mostraron cierto peso electoral, del que el más claro ejemplo es la presencia
importante del Partido Constitucional-Demócrata (los kadetes). Es más, el Gobierno
zarista maniobró para establecer un sufragio cada vez más censitario para sacar
del sistema a estos sectores liberales –y por supuesto a los grupos socialistas
que optaron por la participación institucional en ese periodo–. El papel de
este sector liberal durante el periodo del Gobierno Provisional en 1917 es sin
duda importante, aunque la propia revolución le pasó factura: nuevamente
volvemos a tener una muestra electoral ya a finales de 1917 y principios de
1918 con las elecciones a la Asamblea Constituyente en la que, aun siendo el
grupo no socialista más influyente, su representación no es comparable a la de
los grupos socialrevolucionarios y al partido bolchevique. Quizá una causa de
su debilidad se deba a que en el campo no había un correlato. No tengo la
sensación de que se articulara entre el campesinado acomodado una conciencia
política semejante, probablemente porque la cultura política en el ámbito rural
estaba más vinculada a las instituciones comunitarias tradicionales y a los zemstvos. En
cuanto a la última cuestión que planteas, no hay más que ver la agitación en el
campo (represión contra el campesinado, ocupaciones de tierras, ataques a las
propiedades de los terratenientes) para comprender que esa convivencia estaba
rota.
-Y si encima se
colapsa la administración y el hambre se vuelve una pandemia cada día más
aguda, las condiciones humanas son espantosas y se descuidan sostenes de un
Estado como suele ser el Ejército por las condiciones en las que viven…
entonces la burbuja termina por estallar y esos campesinos, trabajadores de la
tierra, trabajadores industriales, intelectuales o indignados pasan de “tragar”
a estallar en cadena, ¿es así, fue así?
-Sin duda. Es el proceso que comentaba antes
asociado a las condiciones de vida en el contexto de la guerra.
-¿En Rusia se
hizo esa “típica” revolución del campesino en armas?; ¿Cómo va asumiendo el
campesinado el cambio hacia “un nuevo Estado”, cómo un trueque?; pero estamos
en lo anterior el alimento tensa
situaciones entre los campesinos y los bolcheviques, ¿no?
-Analizar el papel del campesinado en la
Revolución rusa podría llevarnos horas. Es un aspecto troncal de su desarrollo.
No, no considero que en Rusia se diese propiamente una revolución campesina. La
conflictividad en el campo existió de forma más o menos espontanea, más o menos
organizada, y la revolución propició que los campesinos se acercaran al
objetivo de la propiedad de la tierra. Sin embargo, si entendemos la revolución
como un proceso para la conquista del poder político y la erección de ese nuevo
Estado que mencionas, su vanguardia fue indiscutiblemente el proletariado
urbano. De ahí que el poder soviético fuera “exportado” desde los principales
centros industriales (Petrogrado, Moscú, el Donbás,
Bakú) por las milicias obreras y contingentes del ejército afines al Gobierno
soviético. Más aún, llegados a la guerra civil, durante el periodo del
“comunismo de guerra”, las relaciones son de conflicto dado que el Estado
empieza a necesitar de la coerción para conseguir del campo lo que necesita:
abastecimiento para las ciudades y hombres para un Ejército Rojo que conforme
crece se nutre en esencia del campesinado. Es por oposición a esta situación
donde sí se podría hablar de ejemplos de “revolución del campesinado en armas”,
emancipados de esta situación. Un buen ejemplo podría ser el movimiento
liderado por Néstor Majnó.
-Todos los
principales opositores de izquierdas rusos estaban o en exilio o en prisiones,
pero ¿por qué los bolcheviques fueron los que supieron tomar más la posición o
ser más “oportunistas”?
-Sí, en todos los partidos opositores de
izquierdas (bolcheviques, mencheviques y socialrevolucionarios esencialmente)
se dio el fenómeno de la convivencia de un sector en el exilio (generalmente
sus dirigentes) y de las células que operaban en el interior del país de forma,
según el caso y el momento, legal o clandestina. La Revolución de Febrero en el
fondo cogió un tanto desprevenidos a todos, aunque sí está documentado que la
cúpula bolchevique la vivió con escepticismo mientras que los dirigentes mencheviques
y socialrevolucionarios sí supieron hacerse con el dominio inicial de los
sóviets y por añadidura de la representación en el Gobierno Provisional durante
ese periodo de régimen dual que se dio hasta la Revolución de Octubre. Pero ahí
está también el germen de la posición de fuerza bolchevique. Con un programa
enormemente tacticista como el reflejado en las Tesis de abril se postuló como la
oposición por la izquierda a la colaboración de los sóviets con el Gobierno, de
modo que pudo ir capitalizando el desgaste de sus oponentes. La incapacidad por
parte del régimen de febrero de dar respuesta a los temas fundamentales como la
paz y la tierra condujeron a una situación a partir del verano y el otoño de
1917 en el que las únicas alternativas con capacidad para prosperar eran o la
contrarrevolución encarnada en el general Kornilov o
la ruptura de los sóviets con el Gobierno Provisional defendida por los
bolcheviques.
-¿Ganaron los
bolcheviques la revolución?, sería si miramos a la de octubre, ¿no?; porque en
el febrero del 17 no fueron los decisorios, pero sí en Octubre (y en sus
prolegómenos) y a partir de ahí que
éstos empiezan a escribir la historia y
ya se sabe que según quien escribe la
historia la manipula a su propio interés. Lenin, aparece casi entre bambalinas,
claro era la única manera que tenía de aparecer, pero creo que aquello que
mejor podría definirle era que sabía lo que hacía, era muy inteligente,
oportunista, ágil en sus decisiones y determinante… sabía lo que quería e iba a
por ello con una sagacidad muy propia de sus mascotas preferidas los gatos. ¿Lo
ves tú también un poco así?
-Sí, parece evidente por lo que acabo de
comentar que se puede adjudicar a los bolcheviques el triunfo de la revolución,
pero hay algunos matices que aclarar en todo esto. El primero, los bolcheviques
tuvieron en la conquista del poder en noviembre y en los primeros pasos del
Gobierno revolucionario a otros compañeros de viaje, como fueron los
socialrevolucionarios de izquierdas, si bien esta relación no tuvo un recorrido
demasiado largo. En segundo lugar, sobre la figura de Lenin: parece difícil
cuestionar su talento como revolucionario, pero la mitificación que sufrió su
figura ha fomentado una imagen de un partido bolchevique monolítico en torno a
la voluntad de su líder y esto, sobre todo en el momento que nos ocupa entre las
revoluciones de Febrero y Octubre, no es del todo cierto. No me refiero solo a
las polémicas más o menos conocidas como las reticencias de Kaménev
y Zinoviev a la insurrección en Petrogrado y otros
casos similares; el debate estaba presente en todos los niveles del partido,
desde las células menores. En este sentido es muy recomendable la trilogía
sobre los bolcheviques en Petrogrado del historiador Alexander Rabinowitch. Se trata en definitiva de un periodo en el que
el partido, como organización política, aún no había pasado por los problemas
que habría que afrontar como consecuencia de la conquista del poder, su
crecimiento y la identificación con el propio aparato del Estado.
-A veces las
ramas no nos dejan ver el bosque y yo me quiero acercar a los anarquistas de
ese tiempo y época en Rusia: El anarquismo presentaba la mayor fuerza en
Petrogrado, Moscú, Kronstadt, Ivanovo-Vonesenks
y amplias zonas de Ucrania, ¿cómo era la radiografía de las gentes que
acariciaban esta ideología? ¿Por qué el anarquismo se vio relegado en cuanto al
comunismo, al bolchevismo? Todo lo que no fue reacción o revolución bolchevique
fue como revocado, ¿no?
-Tengo que confesar que mi conocimiento sobre
el anarquismo ruso durante la revolución es más bien escaso y es totalmente cierto
que la historiografía más o menos tradicional no le concede excesivo
protagonismo. La revolución de 1917 se analiza desde el punto de vista de la
conquista del poder político en un relato circunscrito fundamentalmente a los
acontecimientos en Petrogrado y otro puñado reducido de centros de decisión y
protagonizados por actores políticos (partidos, dirigentes, organizaciones
sociales…) en el seno de las instituciones emanadas de la propia revolución.
Desde esta óptica de pugna por el poder y por los resortes del Estado no es
difícil suponer por qué despuntan los bolcheviques en el discurso
historiográfico. Ahora bien, en la revolución entendida como un proceso más
amplio, tal y como comentábamos al comienzo de esta charla, empiezan a aparecer
en otros factores y en ellos el papel del anarquismo adquiere otra dimensión.
Me estoy refiriendo a la agitación social en el campo ruso antes y durante la
revolución, los movimientos autónomos de resistencia durante la guerra civil,
etc. Reitero que estoy poco familiarizado con el tema, pero sí me consta que en
los nuevos campos de estudio que explora la historiografía sobre la Rusia
revolucionaria el papel del anarquismo está quizás más justamente
explorado.
-¿Cuál fue el
significado de la revuelta de Kronstadt? ¿Cómo fue el
papel de las guerrillas majnovistas?
-Kronstadt no deja
de ser el símbolo de esa contradicción que parece inherente a toda revolución
cuando alcanza la mayoría de edad, cuenta con los resortes del poder y, muchos
dirían, “se traiciona a sí misma” al aplicar la represión contra elementos que
reclaman los objetivos iniciales de la revolución. La realpolitik devorando al
idealismo. Me gustaría insistir en todo caso en que esa contradicción también
estuvo presente en el devenir del Partido Comunista y las reivindicaciones de
algunas de las facciones que operaron en su seno hasta el estalinismo. La Majnovchina, por
su parte, fue un fenómeno realmente sobresaliente. Un caso de éxito, dentro de
la guerra civil rusa, de una organización militar –y también socioeconómica–,
de inspiración anarquista. Lo cierto es que si tradicionalmente la guerra civil
se ha visto como un choque directo entre la revolución, encarnada en los
bolcheviques, y la reacción, representada por los diferentes líderes blancos,
la historiografía ha avanzado bastante para poner de relieve la complejidad de
un conflicto a múltiples bandas. Ya hubo algunos trabajos pioneros, como el de Evan Mawdsley –que hemos tenido
ocasión de publicar con el título Blancos
contra rojos. La Guerra Civil rusa–, que lanzaban propuestas interesantes
en ese sentido, y autores posteriores como Jonathan Smele
o Geoffrey Swain (este último, colaborador de nuestro
número sobre la revolución) han profundizado enormemente en la idea. El
primero, por ejemplo, habla de “guerras civiles ‘rusas’”, mientras que el
segundo traza una contienda en la que al choque entre blancos contra rojos
antecede “otra guerra civil” entre bolcheviques y socialistas revolucionarios.
-Porque, ¿hasta
qué punto marcó la Revolución de Octubre el destino, ya no tan solo de
Rusia sino de toda la Humanidad y desde
qué perspectivas?
-Conceptos como “corto siglo XX” (Bered, Hobsbawm), “siglo de la
revolución” (Fontana) o “siglo soviético” (Lewin) en
definitiva aluden al protagonismo de la experiencia soviética en el devenir del
siglo XX. No se me ocurre un proceso revolucionario anterior a 1917 que tuviera
tanto éxito como el ruso a la hora de transformar radicalmente las estructuras
sociales. Las consecuencias de la Revolución rusa, asociadas posteriormente a
las de la Segunda Guerra Mundial y la descolonización, que incorporan algunos
matices propios, nos conducen a un panorama durante la segunda mitad del siglo
pasado y hasta el colapso de la Unión Soviética, en el que una parte nada
desdeñable de la humanidad vivía bajo regímenes inspirados, directa o
indirectamente, en el marxismo-leninismo, lo que dio lugar a la existencia en
el mundo de dos modelos alternativos enfrentados. Más allá de las implicaciones
políticas, económicas y sociales objetivas, que son de sobras conocidas por
todos, me parece relevante un aspecto más bien subjetivo: el triunfo de la
Revolución rusa propició que los movimientos políticos transformadores se
pudieran plantear como fin la superación real del capitalismo, lo que
conllevaba también que el individuo del siglo XX incorporara el sentido
dinámico del proceso histórico y la mutabilidad del sistema a su “cosmovisión”,
por así decirlo, un hecho muy presente en la producción intelectual durante
décadas. En la actualidad esto no sucede así, o no es un fenómeno relevante.
-¿Mantuvieron los
bolcheviques como un poco aposta y alargándola la guerra contra “los Blancos”
en detrimento y para escarmiento de los que miraban y soñaban en todas las
dimensiones de la palabra libertad?
-No tengo constancia de que existiera una
decisión de prolongar artificialmente la contienda e incluso me cuesta creer
que esto fuera deseable para el Gobierno soviético, dadas las tensiones
internas que generaba el coste de la guerra. Más aún, en los compases finales
del conflicto el nuevo régimen se vio obligado a combatir de forma abierta a
grupos que, como el de Majnó, habían sido aliados
circunstanciales contra los blancos y sofocar levantamientos internos como la
rebelión de Tambov o la propia sublevación de Krondstadt.
En definitiva, la extensión del conflicto la veo más bien una consecuencia de
la situación aún precaria del poder bolchevique.
-Finalmente, ya
la última ¿pasó Rusia de ser una monarquía autoritaria, una especie de
dictadura a otro tipo de dictadura burócrata bolchevique?
-Es indudable que tras la Revolución de
Octubre y en el contexto de la guerra civil, tanto el partido bolchevique como
las instituciones de clase nacidas de la revolución, los sóviets, vieron
progresivamente mermado su carácter democrático –estos últimos de forma
evidente conforme se iba ilegalizando progresivamente a los grupos de oposición
al régimen soviético–. Mientras tanto, conforme se desarrollaba el aparato del
Estado surgía una burocracia que empezaba a ganar peso específico y autonomía
de acción al margen de los debates políticos y decisiones en el seno de
aquellos. Los dirigentes bolcheviques fueron conscientes de este fenómeno, que
en el fondo fue uno de los principales motivos de enfrentamiento entre ellos a
lo largo de la década de 1920, tan intensa y conflictiva en términos políticos.
De ese modo, creo que no cabe ver dicha “dictadura burocrática” como el modelo
político preconcebido por los bolcheviques, sino como una
consecuencia de la praxis del poder que cristalizaría con el estalinismo. Este
es, en mi opinión uno de los temas más apasionantes del estudio de la
Revolución rusa y del que se pueden sacar más conclusiones de tipo teórico
sobre los fenómenos revolucionarios.
27098
Rusia 1917. Revolución
y guerra. Desperta Ferro 24. VVAA
65 páginas
7,00 euros
Desperta Ferro
Son las últimas horas del 25 de
octubre de 1917, según el calendario juliano. Petrogrado, la antigua capital de
los zares, es presa de una gran agitación. La Guardia Roja encabeza a las
masas, formadas por soldados de la guarnición y marinos de la Flota del
Báltico, junto con trabajadores de las fábricas y otros muchos habitantes de la
ciudad. Ha llegado el día. Mientras, en el Instituto Smolny,
el Segundo Congreso de los Sóviets está tomando decisiones importantes.
Entonces llega la noticia, el Palacio de Invierno ha caído y, con ello, queda
marcado a fuego en la historia el triunfo de los bolcheviques al frente de la
Revolución rusa. Sin embargo, triunfar no lo es todo, aún tienen que ser
capaces de gobernar un país inmenso, agotado por una guerra que dura ya tres
años y presa de enormes problemas sociales. La contrarrevolución no tarda en
manifestarse. La Guerra Civil rusa no ha hecho más que empezar.
El régimen de febrero. De la revolución nacional-republicana a la
bolchevique por Francisco Veiga (Universidad Autónoma
de Barcelona)
Durante ocho meses, los nuevos dirigentes revolucionarios debatieron si Rusia
debía seguir en la Primera Guerra Mundial o no. La imposibilidad de seguir en
el combate precipitó la Revolución rusa de Octubre. El advenimiento inesperado
de la Revolución rusa de Febrero contrasta agudamente con la de octubre,
concebida por los bolcheviques como una toma del poder desarrollada con
precisión militar. Febrero fue el caos, y de él surgió la abdicación del zar y
la aparición de un poder bicéfalo: el Gobierno Provisional –organizado por
representantes de la Duma o parlamento–; y el Sóviet o asamblea coordinadora de
los trabajadores, soldados y campesinos. Ambas instituciones se instalaron en
el Palacio de Táuride.
La Guardia Roja por Rex A. Wade
(George Mason University)
La “Guardia Roja”, también llamada “Milicia Obrera” o “Guardia Obrera”, estuvo
compuesta por partidas de voluntarios armados formadas por trabajadores de la
industria de las ciudades rusas durante la Revolución rusa de 1917, que fueron
evolucionando junto con ella entre este año y 1918. Tuvo un rol importante en
el proceso de organización de los trabajadores y en sus actividades, en la toma
del poder por los bolcheviques y en asegurar el nuevo régimen soviético antes
de que empezaran a perder importancia a partir de la primavera de 1918 y de
que, poco después, fuera abolida.
La marcha triunfal del poder soviético (octubre de 1917-mayo de 1918) por
Peter Kenez (University of
California Santa Cruz)
En un artículo de 1915 titulado “El colapso de la Segunda Internacional”, Lenin
escribió que el requisito más importante para que se desarrollara una situación
revolucionaria no era que el pueblo no pudiera tolerar la opresión por más
tiempo, sino que las clases dirigentes ya no pudieran mantenerse en el poder
sin introducir cambios. Es en momentos de crisis y fisuras en las clases
superiores cuando el descontento popular puede estallar. Y ciertamente, durante
la Revolución rusa, las hubo. El Gobierno Provisional, una vez instaurado, fue
incapaz de solucionar los dos problemas fundamentales a los que se enfrentaba
Rusia: pan y paz. La ofensiva de Kérenski, la última
de la guerra, fracasó por completo, a partir de entonces el Ejército ruso
empezó a descomponerse, y la comida siguió siendo escasa. Todo ello facilitó la
toma del poder por los bolcheviques, en octubre, aunque conservarlo no sería
una cuestión fácil.
La insurgencia cosaca y el origen del Ejército Voluntario por Richard W.
Harrison
La Guerra Civil que siguió a la Revolución rusa fue un conflicto que se
extendió por una inmensa extensión de territorio, y cuyo frente (un término muy
relativo en este caso) llegó extenderse hasta 8000 km. Desde los bosques del
lejano norte a las montañas del Cáucaso y los desiertos de Asia Central,
las diversas fuerzas antibolcheviques,
conocidas colectivamente como los blancos, intentaron penetrar en la República
soviética desde todas direcciones, mientras los rojos, por su parte, trataban
de expandirse más allá de su base en el corazón de Rusia y extender su control
a todo el antiguo imperio. De todos, el foco principal de la lucha contra los
nuevos gobernantes fue, desde el principio, el sur; las regiones donde
habitaban los cosacos del Don y del Kubán. Allí
aguantó, con breves excepciones, durante el transcurso de la guerra.
El Tratado de Brest-Litovsk por Pablo Martín
Fernández
Uno de los primeros actos de Lenin tras su toma del poder con el triunfo bolchevique
en la Revolución rusa fue firmar los decretos Sobre la tierra y sobre la paz; y
apenas unos días después los bolcheviques propusieron a sus aliados de la
Entente concluir una paz general para poner fin al conflicto, iniciativa que
fue rechazada tajantemente. El 13 de noviembre, el nuevo comisario de asuntos
exteriores, León Trotski, solicitó un armisticio a
los Imperios Centrales previo al inicio de las negociaciones de paz. Con el fin
de maximizar el efecto propagandístico, los bolcheviques insistieron en que las
negociaciones se llevaran a cabo en público: no solo se trataba de extrapolar
el anhelo de paz ruso a los proletarios de los demás beligerantes y ganarlos
para la revolución; sino también, insistiendo en el “derecho de
autodeterminación de los pueblos”, socavar las iniciativas que implantaba
Alemania frente a polacos y Lituanos para fijarlos a su órbita.
La Legión Checoslovaca por Richard Connaughton
Checoslovaquia es un término de la posguerra de 1918 que se refiere a la unión
de los checos, representados por Tomas Masaryk,
principal organizador de la resistencia, junto con los eslovacos de Milan Stefanik. El objetivo de
ambos había sido ganarse el apoyo de los aliados a la independencia de ambas
minorías del Imperio austrohúngaro. De esta coalición, el noventa por ciento de
los miembros de las fuerzas armadas eran checos, y muchos de ellos estaban
domiciliados en Francia, por lo que se les permitió unirse a la legión
extranjera, de donde evolucionaría el término de legión checoslovaca. Sin embargo,
la aventura con más épica fue la que vivieron los checoslovacos que combatieron
en Rusia, que antes de abandonar el país por Vladivostok iban a vivir una anábasis militar que se extendería durante tres años y más
de 9000 km, en lucha constante, fundamentalmente contra los bolcheviques.
El Komuch. La fase democrática de la Guerra Civil
(junio-noviembre de 1918) por Geoffrey Swain (University of Glasgow)
Una de las piezas fundamentales de la Guerra Civil rusa durante el segundo
semestre de 1918 fue el Komuch: el Comité de Miembros
de la Asamblea Constituyente, formado por miembros del Partido
Social-Revolucionario, que había sido el vencedor de las elecciones a dicha
asamblea, posteriormente disuelta por los bolcheviques. Es interesante
puntualizar que esta fuerza política, cuya base social estaba en las zonas
rurales, era, en puridad, un partido dividido en sectores de izquierda, centro
y derecha, y que el primero de ellos había llegado a colaborar activamente con
los bolcheviques, mientras que los otros dos lo habían hecho con los partidos
liberales que habían triunfado durante la primera fase de la Revolución. Es
decir, era una entidad propia, de ahí que algunos autores no definan la
contienda rusa como una guerra civil de dos bandos, sino de tres: rojos y
blancos, por supuesto, y verdes, formado por los eseritas
o social-revolucionarios.
Introduciendo el n.º 25, El primer asalto a Tobruk por Bruce I. Gudmundsson
El 8.º Batallón de Ametralladoras alemán fue una unidad singular. No solo
porque tuvo más efectivos que la mayor parte de los batallones que rindieron
servicio activo durante la Segunda Guerra Mundial, sino también por el modo en
que se organizó. De los 1367 oficiales, suboficiales y soldados que formaron la
unidad, 720 –encuadrados en tres compañías motorizadas (en camiones) de
ametralladoras y dos secciones de ametralladoras motociclistas– tenía por
misión el cuidado, reaprovisionamiento y manejo de las cuarenta ametralladoras
pesadas que le daban su nombre. Del resto de los efectivos, 315 se encargaban
de las demás armas pesadas del batallón: quince piezas contracarro
ligeras y seis morteros pesados; 210 eran ingenieros militares y los últimos
122 se encargaban de servicios diversos, que iban desde el funcionamiento del
cuartel general y la gestión de la red de comunicaciones a los cuidados médicos
y el mantenimiento del equipo.
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