La Librería de El Sueño Igualitario

DFC24-v2.jpgCazarabet conversa con...   Jesús Jiménez, coordinador de publicaciones de Desperta Ferro Ediciones, sobre “Rusia 1917. Revolución y guerra. Desperta Ferro 24”

 

 

 

 

 

 

 

La revista Desperta Ferro trata y se acerca al Octubre de 1917.

Analiza la revolución que tuvo lugar en aquel otoño de hace cien años con la revolución y la guerra civil. 

En este número Desperta Ferro se sumerge en el Octubre de Petrogrado, la Guardia Roja, el Tratado de Brest-Litovsk, la Legión Checoslovaca…así como la insurgencia cosaca y el Ejército voluntario.

Estamos, queridos amigos de la historia, en el año por excelencia a retomar la mirada en la Revolución Rusa de 1917 porque se cumplen cien años de sus revoluciones y del arranque de la guerra civil, una vez apartado del todo el zar y asumido el poder, todo el poder, por parte de los bolchevique. Rusia pasó a ser una monarquía anclada en el Antiguo Régimen, férrea, poco agilizada y engreída a ser un país de un partido con la mirada o las miradas puestas en los líderes que más supieron imponerse. Hay que hablar del carisma especial de Lenin en la conquista del poder y en el manejo de las masas, pero no hay que olvidar a Stalin que, muy a su manera, supo hacerse su sitio e imponer lo que fue, sin lugar a dudas, otra dictadura que en poc tiempo reemplazó al terror zarista…. Desperta Ferro no podía obviar este centenario y no lo hace, más bien al contrario acoge el testigo y trata de explicar la Revolución Rusa en algo muy especial haciéndose con las mejores plumas que, paso a paso y cada uno desde su especialidad, nos la van desmenuzando. Por ejemplo, lo acontecido en febrero del 17, lo que podríamos reconocer como la “revolución nacional-republicana” pasando luego a ser bolchevique es explicado por Francisco Veiga, profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona. En este artículo y en los demás se hacen constantes referencias, como debe ser, a las fuerzas y tendencias políticas que habitaban en Rusia. En este caso cobran una importancia vital que, creo, no podemos pasar por alto. Va muy bien, en este primer artículo, no solamente el acercamiento a esto último sino, también el recordatorio cronológico de lo que aconteció.

Petrogrado —que después pasó a ser Leningrado— es aquí la ciudad importante, el lugar donde se juegan las partidas políticas, pero también los movimientos estratégicos y de intimidación más importantes. El mapa donde se ubican los principales enclaves es de lo más edificante.

Se nos habla, también, desde la pluma de Rex a Wade de la Universidad  George Mason de la importancia que tuvo, reteniendo, La Guardia Roja para que el bolchevismo triunfase, de abriese camino y se posicionase. Algo más que imprescindible su fu papel; eso que quede sin duda. Los primeros meses, no llega ni al año, del poder bolchevique es muy importante no solo para posicionarse sino para convertirse y darlo a entender que habían venido para no moverse con un actitud y unas aptitudes más que decididas. Tenían claro que si había que emplear mano dura, entre los suyos, lo harían sin que les temblase el pulso. Tampoco perdonaban ni querían, ni consentían disensiones entre sus filas…Esto se puede leer y reflexionar con el artículo: La marcha triunfal del poder soviético (octubre de 1917-mayo 1918) desde la pluma de Peter Kenez de la Universidad de Santa Cruz de California. Este artículo, con su mapa detallado, nos explica y nos ayuda a hacernos una idea de por qué el bolchevismo se sentó con férreamente a la silla del zar.

No podía pasarse por alto la insurgencia de los cosacos y el origen del ejército voluntario, tema que para Desperta Ferro lo aborda Richard W  Harrison. Se nos despejan muchas dudas acerca de lo que pasó , los días de  después de la toma del poder de los bolcheviques…no fue un paseo por la alfombra roja, ni  mucho menos..Es un punto éste del que es muy importante saber mucho más.

Otro punto que cobra mucha importancia historiográfica es el Tratado de Brest-Litovsk., para ser más concisos: la paz firmada con Alemania y que no todos entendieron, aunque sí todo el pueblo llano y la gran mayoría de los que luchaban en las trincheras anhelaban…y es que los que estaban en retaguardia ya no es que estuviesen en un sin vivir por los suyos que estaban en las trincheras o que ya no estaban…es que el pueblo cada día padecía más hambre y era más exigido. Los bolcheviques decían que terminarían con ello, aún cuando les doliese en el orgullo… y así se llega a firmar este tratado; Pablo Martín  Fernández---teniente coronel de ingenieros y coautor con Francisco Veiga de Las Guerras de la Gran Guerra 1914-1917 que editó La catarata y de Entre Dos Octubres, Revoluciones y Contrarrevoluciones en Rusia 1905-1917—Alianza 1917-- y Guerra Civil en Eurasia—Alianza 2017-- .

Es bien conocida la Legión Checoslovaquia para quien haya visto documentales, leído algún artículo o libro sobre la Revolución de Octubre y lo que acontece, pero siempre va muy bien que se nos recuerden ciertas cosas, así lo hace en Desperta Ferro, Richard Connaughton, un militar también formado en Ciencias Políticas, nos acerca muy cordialmente a ello. Muy curioso este episodio histórico militar.

También es curioso el saber o recordar que hubo una especie de “fase democrática de la guerra civil entre junio y noviembre del año  1918”, se trata de “El Komuch”. Los entresijos de la confrontación civil tienen aquí un punto de inflexión que, demasiado a menudo, pase desapercibido. Lo firma, nos referimos a este artículo, Geoffrey Swain de la Universidad de Glasgow.

En este número también se trata, en un extra, en concreto el nº25, cómo fue El primer asalto a Tobruk, en 1941.

 

 

Cazarabet conversa con Jesús Jiménez, coordinador de publicaciones de Desperta Ferro Ediciones:

maxresdefault.jpg-¿Qué aporta este artículo o artículo de artículos a esta composición de estudios, ensayos y demás  sobre la Revolución Rusa que se han ido publicando durante este año de celebración del centenario?

-Nuestra aportación a este centenario tenía que ser coherente con el alcance de nuestra publicación, que está especializada en la historia militar, bélica o del conflicto y en la que el objeto de estudio debe ser, ante todo, el fenómeno de la guerra. Nosotros hemos pretendido con este monográfico explorar el proceso revolucionario en la medida en que es el desencadenante de la guerra civil que sacudió todo el territorio que había pertenecido al Imperio ruso. Así, analizamos la configuración de los bandos enfrentados y el proceso por el que unos acontecimientos de naturaleza netamente política, como es la revolución, se acaban convirtiendo también en un hecho militar: una guerra más o menos convencional, de la que además desarrollamos su fase inicial. Probablemente en futuras publicaciones seguiremos desarrollando este conflicto.    

-¿Fue la Revolución Rusa, una “revolución de revoluciones”? (estaba el antecedente de 1905 y la revolución de febrero del mismo año 1917, con  la “puntilla del Octubre Rojo”) La Revolución Rusa es una revolución que tiene dentro diferentes revoluciones dentro de ella misma; algo parecido a las  muñecas rusas, las matriuskas. ¿Qué nos puedes reflexionar? Porque aquí sí que parece que había, de sobras, motivos para levantarse. La Rusia de 1917 vivía en un total servilismo, la de unos muchos debajo de unos pocos que les chupaban el trabajo y el día a día?

-Sin duda, se trata de un fenómeno enormemente complejo. De forma convencional, llamamos Revolución rusa a los acontecimientos que tuvieron lugar entre marzo y noviembre de 1917 (según el calendario gregoriano) y que desembocaron en el acceso al poder de los bolcheviques, pero efectivamente existen unos antecedentes y, lo que es más importante, la llegada al poder de los bolcheviques no hace sino iniciar dicho proceso revolucionario. La historiografía, muy dada a polemizar sobre la periodización de los hechos históricos, nos ofrece interpretaciones que van desde un planteamiento extremamente restrictivo –distinguiendo, por ejemplo, las revoluciones de Febrero y Octubre, como radicalmente diferentes en su naturaleza– a otros muy integradores –como aquellos que proponen que la Revolución rusa discurre entre 1905 y la consolidación del estalinismo ya en la década de 1930. Si tomamos esta última opción, las variables del proceso naturalmente se multiplican porque incluye el choque, las tensiones, el conflicto –irreconciliable o no– entre los intereses de clase de sectores tan dispares como la autocracia y la vieja oligarquía terrateniente, la burguesía industrial y rural, la intelligentsia liberal, el campesinado propietario y el desposeído y, naturalmente el proletariado. Cada uno de estos sectores fue sucumbiendo –también en cierto modo el proletariado con el advenimiento de la burocracia, de la que seguro que tenemos ocasión de hablar– en sus fases sucesivas.     

 -¿Desde cuándo se estaba horneando la Revolución Rusa?, ¿cuáles fueron los principales ingredientes en el caldo de ebullición de esta revolución? Retorno un poco sobre la pregunta anterior: ¿fue el año 1905 con la manifestación acallada a golpe de sangre un punto de no retorno? Había dos Rusias, como en casi todos los conflictos, que estallan en forma de revolución: dos focos irreconciliables y demasiado quebrados .Era una sociedad sin permeabilidad y eso cuando se quiebra, llevando  a la lucha, sin tregua y hasta que uno sucumbe, ¿no? Bien, avisada estaba la estampa de la historia dado que en 1905 ya hubo un intento de levantarle las alfombras a la monarquía autoritaria…

-De hecho, podemos remontarnos aún más, hasta las reformas de 1861, durante el reinado del zar Alejandro II, de las que la más representativa es la emancipación de los siervos. Esta decisión sobre el estatus jurídico del campesinado, analizada de forma superficial, podría llevar a la conclusión de que garantizaría la paz social en Rusia. Sin embargo, inaugura un periodo de conflictividad creciente al plantar a las clases sociales del ámbito rural ante las tensiones, contradicciones y conflicto de intereses propios de la implantación de un capitalismo incipiente en el campo ruso. No en vano es el periodo en el que se desarrolla el populismo ruso (los narodniki), un movimiento genuinamente revolucionario que es antecedente directo del Partido Socialrevolucionario, imprescindible para comprender los acontecimientos de 1917. Por otro lado, la reforma del gobierno local, también en la década de 1860, inicia el proceso de divorcio entre la autocracia y una intelligentsia que progresivamente va a abrazar el constitucionalismo. Si a esto añadimos la introducción del marxismo y de los partidos socialistas en Rusia conforme esta “revolución agraria” libera la mano de obra para que se desarrolle la incipiente industrialización de Rusia en unos pocos focos geográficos con una clase obrera numéricamente pequeña pero muy concentrada, tenemos todos los ingredientes que nos encontraremos en la Revolución de 1905. En el fondo responde a una secuencia histórica razonablemente clásica.   

-A partir de esta fecha –me refiero al año 1905–, me da que para la dinastía zarista todo empezó a ir de mal en peor y el Zar no hizo más que apretujarse en su palacio, su familia, sus aristócratas y estar “más ciego” ante las auténticas necesidades del pueblo. Aunque me da que a la Dinastía  Romanov nunca empatizó con la mayoría de su pueblo..Y es que es bien difícil cuándo uno se cree divino o con comportamientos muy autoritarios, casi me atrevería a decir caprichosos y sin rumbo, como el de  la zarina Alejandra que cambiaba el gobierno o a algunos de sus ministros más destacados en plena I Guerra Mundial.

-Sin lugar a dudas, 1905 marca el inicio del fin de los Románov y uno de los síntomas visibles es ese aislamiento, que no es más que el alejamiento de la sociedad. Y no me refiero solo a un alejamiento de la clase obrera y del campesinado, sino también de las élites. La vida cortesana y las intrigas del periodo responden a un patrón de decadencia del régimen y no hay que buscar las causas en la personalidad de sus protagonistas.   

-Desperta Ferro a lo que sí le dedicó un número es a la guerra, casi semiescondida, de Rusia contra Japón ¿cómo le influye esta contienda a una Rusia que en 1917 hizo removerse algo más que el mapamundi?

-Efectivamente, en su momento dedicamos el número 18 de Desperta Ferro Contemporánea a la Guerra Ruso-Japones. El transcurso desfavorable de la contienda tuvo un cierto efecto catalizador de las contradicciones del régimen que hemos mencionado antes y que dieron lugar a la Revolución de 1905. No obstante, opino que los efectos de la derrota final afectaron fundamentalmente a la imagen de la monarquía autocrática, a la correlación de fuerzas dentro de las élites del régimen –ocaso de Serguéi Witte, comienzo de un periodo regeneracionista desde el autoritarismo con Stolypin…– y a la posición internacional de Rusia como potencia; sin embargo, como detonante de un estallido social quedó eclipsado, sin duda, por la magnitud de la tragedia que supuso la Primera Guerra Mundial. El periodo 1905-1917 es enormemente complejo. Para comprenderlo me gustaría recomendar la obra que Francisco Veiga y Pablo Martín, ambos colaboradores de nuestra revista, publicaron junto a Juan Sánchez Monroe, con motivo del centenario y cuyo título es enormemente ilustrativo: Entre dos octubres. Su lectura a mí me aportó numerosas claves.     

-Y cómo influyó el descontento en la calle, “in-creciendo” por la guerra que se había convertido en toda una sangría (me refiero a la I Guerra Mundial) con, además, las consecuencias sufridas por el pueblo que cada vez sufría más las consecuencias de esa guerra y después de una posguerra –tras firmar un tratado con los dientes bien apretados-.

-Este es, sin lugar a dudas, un factor explicativo vertebral de la revolución de 1917. El coste humano de la guerra recayó casi por completo en el campesinado. Una de las consecuencias fue una merma de la producción de alimentos que afectó también al suministro en las ciudades. En estas, el desarrollo capitalista de Rusia se había apoyado considerablemente en la industria de guerra, y la ciudad no era capaz de suministrar bienes de consumo atractivos para el medio rural y por tanto para el intercambio comercial de productos manufacturados por alimentos. El proletariado de las ciudades era además sensible a los problemas del campo porque en buena medida no había abandonado sus vínculos con la tierra, a la que regresaba en temporadas de cosecha, por ejemplo. Los padecimientos de la población por la guerra explican el carácter espontaneo de la Revolución de Febrero y además justifican que la propaganda de los partidos revolucionarios en las filas del ejército tuviera enorme éxito. Así, la continuación o no de la guerra se convirtió a lo largo de 1917 en un problema político capital. Dicho problema tendría continuidad tras la Revolución de Octubre y estallaría con el Tratado de Brest-Litovsk que supuso un divorcio definitivo entre los bolcheviques y otros sectores, como los socialrevolucionarios de izquierdas, que hasta el momento habían apoyado de un modo u otro al Gobierno soviético. Por último, hay que decir que esos mismos problemas en la relación campo-ciudad en un contexto bélico continuaron e incluso se agravaron durante la guerra civil.   

-El Zar tampoco es que tuviese mucha habilidad para saber rodearse de buenos consejeros ni políticos ni tampoco militares; recordemos que destituye  a su primo para estar al mando de las tropas en la Gran Guerra. ¿Qué nos puedes reflexionar al respecto? ¿Hasta qué punto a este monarca le interesaba la política? Háblanos de esos compañeros de viaje de la monarquía zarista de los Romanov, de los que estaban detrás de ellos gobernando.

-Se ha escrito mucho sobre la personalidad y la ideología de Nicolás II, así como sobre la influencia de la zarina y de su entorno. Naturalmente, la concepción autocrática y providencialista del zar estaba quedando desfasada, no solo respecto a otros Estados del periodo, sino a los propios planteamientos políticos de las élites rusas que veían como irreversible el viaje hacia un constitucionalismo controlado. Esto explica que tras las primeras convulsiones de la Revolución de Febrero el entorno del zar, los personajes clave de la aristocracia y los representantes de la alta burguesía (Rodzianko, Guchkov…) no tuvieran mayores reparos en forzar la abdicación del zar sin demasiado interés por dar continuidad a la dinastía. De hecho, con la aquiescencia de estos, Rusia se convirtió en una república de facto. Nadie echó de menos a Nicolas II, ni siquiera –y es trágico decirlo– tras su ejecución ya en plena guerra civil. Por su parte, los sectores más reaccionarios tuvieron bastante más interés en la restauración del orden que en la restauración propiamente de la dinastía. 

-Porque, lo que hoy conocemos como “clase media” o burguesía en torno a según qué oficios era minoritario y con poco poder decisorio o ¿nos lo parece? ¿esa burguesía era más numerosa de lo que nos pensamos?, ¿cómo influía? Convivir con los grandes  terratenientes, los aristócratas, el gran soporte del sistema zarista, debía ser muy difícil sobre todo por el campesinado…

-No se puede hablar de una clase media en Rusia tal y como la entendemos hoy en día, pero naturalmente con el desarrollo del capitalismo en Rusia emergieron los sectores sociales propios en torno a la administración, las profesiones liberales, los talleres fabriles… Con las reformas constitucionales posteriores a 1905 que dieron lugar a una Duma sí que mostraron cierto peso electoral, del que el más claro ejemplo es la presencia importante del Partido Constitucional-Demócrata (los kadetes). Es más, el Gobierno zarista maniobró para establecer un sufragio cada vez más censitario para sacar del sistema a estos sectores liberales –y por supuesto a los grupos socialistas que optaron por la participación institucional en ese periodo–. El papel de este sector liberal durante el periodo del Gobierno Provisional en 1917 es sin duda importante, aunque la propia revolución le pasó factura: nuevamente volvemos a tener una muestra electoral ya a finales de 1917 y principios de 1918 con las elecciones a la Asamblea Constituyente en la que, aun siendo el grupo no socialista más influyente, su representación no es comparable a la de los grupos socialrevolucionarios y al partido bolchevique. Quizá una causa de su debilidad se deba a que en el campo no había un correlato. No tengo la sensación de que se articulara entre el campesinado acomodado una conciencia política semejante, probablemente porque la cultura política en el ámbito rural estaba más vinculada a las instituciones comunitarias tradicionales y a los zemstvos. En cuanto a la última cuestión que planteas, no hay más que ver la agitación en el campo (represión contra el campesinado, ocupaciones de tierras, ataques a las propiedades de los terratenientes) para comprender que esa convivencia estaba rota.  

-Y si encima se colapsa la administración y el hambre se vuelve una pandemia cada día más aguda, las condiciones humanas son espantosas y se descuidan sostenes de un Estado como suele ser el Ejército por las condiciones en las que viven… entonces la burbuja termina por estallar y esos campesinos, trabajadores de la tierra, trabajadores industriales, intelectuales o indignados pasan de “tragar” a estallar en cadena, ¿es así, fue así?

-Sin duda. Es el proceso que comentaba antes asociado a las condiciones de vida en el contexto de la guerra.

-¿En Rusia se hizo esa “típica” revolución del campesino en armas?; ¿Cómo va asumiendo el campesinado el cambio hacia “un nuevo Estado”, cómo un trueque?; pero estamos en lo anterior  el alimento tensa situaciones entre los campesinos y los bolcheviques, ¿no?

-Analizar el papel del campesinado en la Revolución rusa podría llevarnos horas. Es un aspecto troncal de su desarrollo. No, no considero que en Rusia se diese propiamente una revolución campesina. La conflictividad en el campo existió de forma más o menos espontanea, más o menos organizada, y la revolución propició que los campesinos se acercaran al objetivo de la propiedad de la tierra. Sin embargo, si entendemos la revolución como un proceso para la conquista del poder político y la erección de ese nuevo Estado que mencionas, su vanguardia fue indiscutiblemente el proletariado urbano. De ahí que el poder soviético fuera “exportado” desde los principales centros industriales (Petrogrado, Moscú, el Donbás, Bakú) por las milicias obreras y contingentes del ejército afines al Gobierno soviético. Más aún, llegados a la guerra civil, durante el periodo del “comunismo de guerra”, las relaciones son de conflicto dado que el Estado empieza a necesitar de la coerción para conseguir del campo lo que necesita: abastecimiento para las ciudades y hombres para un Ejército Rojo que conforme crece se nutre en esencia del campesinado. Es por oposición a esta situación donde sí se podría hablar de ejemplos de “revolución del campesinado en armas”, emancipados de esta situación. Un buen ejemplo podría ser el movimiento liderado por Néstor Majnó.  

-Todos los principales opositores de izquierdas rusos estaban o en exilio o en prisiones, pero ¿por qué los bolcheviques fueron los que supieron tomar más la posición o ser más “oportunistas”?

-Sí, en todos los partidos opositores de izquierdas (bolcheviques, mencheviques y socialrevolucionarios esencialmente) se dio el fenómeno de la convivencia de un sector en el exilio (generalmente sus dirigentes) y de las células que operaban en el interior del país de forma, según el caso y el momento, legal o clandestina. La Revolución de Febrero en el fondo cogió un tanto desprevenidos a todos, aunque sí está documentado que la cúpula bolchevique la vivió con escepticismo mientras que los dirigentes mencheviques y socialrevolucionarios sí supieron hacerse con el dominio inicial de los sóviets y por añadidura de la representación en el Gobierno Provisional durante ese periodo de régimen dual que se dio hasta la Revolución de Octubre. Pero ahí está también el germen de la posición de fuerza bolchevique. Con un programa enormemente tacticista como el reflejado en las Tesis de abril se postuló como la oposición por la izquierda a la colaboración de los sóviets con el Gobierno, de modo que pudo ir capitalizando el desgaste de sus oponentes. La incapacidad por parte del régimen de febrero de dar respuesta a los temas fundamentales como la paz y la tierra condujeron a una situación a partir del verano y el otoño de 1917 en el que las únicas alternativas con capacidad para prosperar eran o la contrarrevolución encarnada en el general Kornilov o la ruptura de los sóviets con el Gobierno Provisional defendida por los bolcheviques.   

-¿Ganaron los bolcheviques la revolución?, sería si miramos a la de octubre, ¿no?; porque en el febrero del 17 no fueron los decisorios, pero sí en Octubre (y en sus prolegómenos) y a partir de ahí  que éstos empiezan a  escribir la historia y ya se sabe  que según quien escribe la historia la manipula a su propio interés. Lenin, aparece casi entre bambalinas, claro era la única manera que tenía de aparecer, pero creo que aquello que mejor podría definirle era que sabía lo que hacía, era muy inteligente, oportunista, ágil en sus decisiones y determinante… sabía lo que quería e iba a por ello con una sagacidad muy propia de sus mascotas preferidas los gatos. ¿Lo ves tú también un poco así?

-Sí, parece evidente por lo que acabo de comentar que se puede adjudicar a los bolcheviques el triunfo de la revolución, pero hay algunos matices que aclarar en todo esto. El primero, los bolcheviques tuvieron en la conquista del poder en noviembre y en los primeros pasos del Gobierno revolucionario a otros compañeros de viaje, como fueron los socialrevolucionarios de izquierdas, si bien esta relación no tuvo un recorrido demasiado largo. En segundo lugar, sobre la figura de Lenin: parece difícil cuestionar su talento como revolucionario, pero la mitificación que sufrió su figura ha fomentado una imagen de un partido bolchevique monolítico en torno a la voluntad de su líder y esto, sobre todo en el momento que nos ocupa entre las revoluciones de Febrero y Octubre, no es del todo cierto. No me refiero solo a las polémicas más o menos conocidas como las reticencias de Kaménev y Zinoviev a la insurrección en Petrogrado y otros casos similares; el debate estaba presente en todos los niveles del partido, desde las células menores. En este sentido es muy recomendable la trilogía sobre los bolcheviques en Petrogrado del historiador Alexander Rabinowitch. Se trata en definitiva de un periodo en el que el partido, como organización política, aún no había pasado por los problemas que habría que afrontar como consecuencia de la conquista del poder, su crecimiento y la identificación con el propio aparato del Estado.

-A veces las ramas no nos dejan ver el bosque y yo me quiero acercar a los anarquistas de ese tiempo y época en Rusia: El anarquismo presentaba la mayor fuerza en Petrogrado, Moscú, Kronstadt, Ivanovo-Vonesenks y amplias zonas de Ucrania, ¿cómo era la radiografía de las gentes que acariciaban esta ideología? ¿Por qué el anarquismo se vio relegado en cuanto al comunismo, al bolchevismo? Todo lo que no fue reacción o revolución bolchevique fue como revocado, ¿no?

-Tengo que confesar que mi conocimiento sobre el anarquismo ruso durante la revolución es más bien escaso y es totalmente cierto que la historiografía más o menos tradicional no le concede excesivo protagonismo. La revolución de 1917 se analiza desde el punto de vista de la conquista del poder político en un relato circunscrito fundamentalmente a los acontecimientos en Petrogrado y otro puñado reducido de centros de decisión y protagonizados por actores políticos (partidos, dirigentes, organizaciones sociales…) en el seno de las instituciones emanadas de la propia revolución. Desde esta óptica de pugna por el poder y por los resortes del Estado no es difícil suponer por qué despuntan los bolcheviques en el discurso historiográfico. Ahora bien, en la revolución entendida como un proceso más amplio, tal y como comentábamos al comienzo de esta charla, empiezan a aparecer en otros factores y en ellos el papel del anarquismo adquiere otra dimensión. Me estoy refiriendo a la agitación social en el campo ruso antes y durante la revolución, los movimientos autónomos de resistencia durante la guerra civil, etc. Reitero que estoy poco familiarizado con el tema, pero sí me consta que en los nuevos campos de estudio que explora la historiografía sobre la Rusia revolucionaria el papel del anarquismo está quizás más justamente explorado.  

-¿Cuál fue el significado de la revuelta de Kronstadt? ¿Cómo fue el papel de las guerrillas majnovistas?

-Kronstadt no deja de ser el símbolo de esa contradicción que parece inherente a toda revolución cuando alcanza la mayoría de edad, cuenta con los resortes del poder y, muchos dirían, “se traiciona a sí misma” al aplicar la represión contra elementos que reclaman los objetivos iniciales de la revolución. La realpolitik devorando al idealismo. Me gustaría insistir en todo caso en que esa contradicción también estuvo presente en el devenir del Partido Comunista y las reivindicaciones de algunas de las facciones que operaron en su seno hasta el estalinismo. La Majnovchina, por su parte, fue un fenómeno realmente sobresaliente. Un caso de éxito, dentro de la guerra civil rusa, de una organización militar –y también socioeconómica–, de inspiración anarquista. Lo cierto es que si tradicionalmente la guerra civil se ha visto como un choque directo entre la revolución, encarnada en los bolcheviques, y la reacción, representada por los diferentes líderes blancos, la historiografía ha avanzado bastante para poner de relieve la complejidad de un conflicto a múltiples bandas. Ya hubo algunos trabajos pioneros, como el de Evan Mawdsley –que hemos tenido ocasión de publicar con el título Blancos contra rojos. La Guerra Civil rusa–, que lanzaban propuestas interesantes en ese sentido, y autores posteriores como Jonathan Smele o Geoffrey Swain (este último, colaborador de nuestro número sobre la revolución) han profundizado enormemente en la idea. El primero, por ejemplo, habla de “guerras civiles ‘rusas’”, mientras que el segundo traza una contienda en la que al choque entre blancos contra rojos antecede “otra guerra civil” entre bolcheviques y socialistas revolucionarios.

-Porque, ¿hasta qué punto marcó la Revolución de Octubre el destino, ya no tan solo de Rusia  sino de toda la Humanidad y desde qué perspectivas?

-Conceptos como “corto siglo XX” (Bered, Hobsbawm), “siglo de la revolución” (Fontana) o “siglo soviético” (Lewin) en definitiva aluden al protagonismo de la experiencia soviética en el devenir del siglo XX. No se me ocurre un proceso revolucionario anterior a 1917 que tuviera tanto éxito como el ruso a la hora de transformar radicalmente las estructuras sociales. Las consecuencias de la Revolución rusa, asociadas posteriormente a las de la Segunda Guerra Mundial y la descolonización, que incorporan algunos matices propios, nos conducen a un panorama durante la segunda mitad del siglo pasado y hasta el colapso de la Unión Soviética, en el que una parte nada desdeñable de la humanidad vivía bajo regímenes inspirados, directa o indirectamente, en el marxismo-leninismo, lo que dio lugar a la existencia en el mundo de dos modelos alternativos enfrentados. Más allá de las implicaciones políticas, económicas y sociales objetivas, que son de sobras conocidas por todos, me parece relevante un aspecto más bien subjetivo: el triunfo de la Revolución rusa propició que los movimientos políticos transformadores se pudieran plantear como fin la superación real del capitalismo, lo que conllevaba también que el individuo del siglo XX incorporara el sentido dinámico del proceso histórico y la mutabilidad del sistema a su “cosmovisión”, por así decirlo, un hecho muy presente en la producción intelectual durante décadas. En la actualidad esto no sucede así, o no es un fenómeno relevante.

-¿Mantuvieron los bolcheviques como un poco aposta y alargándola la guerra contra “los Blancos” en detrimento y para escarmiento de los que miraban y soñaban en todas las dimensiones de la palabra libertad?

-No tengo constancia de que existiera una decisión de prolongar artificialmente la contienda e incluso me cuesta creer que esto fuera deseable para el Gobierno soviético, dadas las tensiones internas que generaba el coste de la guerra. Más aún, en los compases finales del conflicto el nuevo régimen se vio obligado a combatir de forma abierta a grupos que, como el de Majnó, habían sido aliados circunstanciales contra los blancos y sofocar levantamientos internos como la rebelión de Tambov o la propia sublevación de Krondstadt. En definitiva, la extensión del conflicto la veo más bien una consecuencia de la situación aún precaria del poder bolchevique.

-Finalmente, ya la última ¿pasó Rusia de ser una monarquía autoritaria, una especie de dictadura a otro tipo de dictadura burócrata bolchevique?

-Es indudable que tras la Revolución de Octubre y en el contexto de la guerra civil, tanto el partido bolchevique como las instituciones de clase nacidas de la revolución, los sóviets, vieron progresivamente mermado su carácter democrático –estos últimos de forma evidente conforme se iba ilegalizando progresivamente a los grupos de oposición al régimen soviético–. Mientras tanto, conforme se desarrollaba el aparato del Estado surgía una burocracia que empezaba a ganar peso específico y autonomía de acción al margen de los debates políticos y decisiones en el seno de aquellos. Los dirigentes bolcheviques fueron conscientes de este fenómeno, que en el fondo fue uno de los principales motivos de enfrentamiento entre ellos a lo largo de la década de 1920, tan intensa y conflictiva en términos políticos. De ese modo, creo que no cabe ver dicha “dictadura burocrática” como el modelo político preconcebido por los bolcheviques, sino como una consecuencia de la praxis del poder que cristalizaría con el estalinismo. Este es, en mi opinión uno de los temas más apasionantes del estudio de la Revolución rusa y del que se pueden sacar más conclusiones de tipo teórico sobre los fenómenos revolucionarios.     

 

 

 

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Rusia 1917. Revolución y guerra. Desperta Ferro 24. VVAA
65 páginas
7,00 euros
Desperta Ferro




Son las últimas horas del 25 de octubre de 1917, según el calendario juliano. Petrogrado, la antigua capital de los zares, es presa de una gran agitación. La Guardia Roja encabeza a las masas, formadas por soldados de la guarnición y marinos de la Flota del Báltico, junto con trabajadores de las fábricas y otros muchos habitantes de la ciudad. Ha llegado el día. Mientras, en el Instituto Smolny, el Segundo Congreso de los Sóviets está tomando decisiones importantes. Entonces llega la noticia, el Palacio de Invierno ha caído y, con ello, queda marcado a fuego en la historia el triunfo de los bolcheviques al frente de la Revolución rusa. Sin embargo, triunfar no lo es todo, aún tienen que ser capaces de gobernar un país inmenso, agotado por una guerra que dura ya tres años y presa de enormes problemas sociales. La contrarrevolución no tarda en manifestarse. La Guerra Civil rusa no ha hecho más que empezar.

El régimen de febrero. De la revolución nacional-republicana a la bolchevique por Francisco Veiga (Universidad Autónoma de Barcelona)
Durante ocho meses, los nuevos dirigentes revolucionarios debatieron si Rusia debía seguir en la Primera Guerra Mundial o no. La imposibilidad de seguir en el combate precipitó la Revolución rusa de Octubre. El advenimiento inesperado de la Revolución rusa de Febrero contrasta agudamente con la de octubre, concebida por los bolcheviques como una toma del poder desarrollada con precisión militar. Febrero fue el caos, y de él surgió la abdicación del zar y la aparición de un poder bicéfalo: el Gobierno Provisional –organizado por representantes de la Duma o parlamento–; y el Sóviet o asamblea coordinadora de los trabajadores, soldados y campesinos. Ambas instituciones se instalaron en el Palacio de Táuride.

La Guardia Roja por Rex A. Wade (George Mason University)
La “Guardia Roja”, también llamada “Milicia Obrera” o “Guardia Obrera”, estuvo compuesta por partidas de voluntarios armados formadas por trabajadores de la industria de las ciudades rusas durante la Revolución rusa de 1917, que fueron evolucionando junto con ella entre este año y 1918. Tuvo un rol importante en el proceso de organización de los trabajadores y en sus actividades, en la toma del poder por los bolcheviques y en asegurar el nuevo régimen soviético antes de que empezaran a perder importancia a partir de la primavera de 1918 y de que, poco después, fuera abolida.

La marcha triunfal del poder soviético (octubre de 1917-mayo de 1918) por Peter Kenez (University of California Santa Cruz)
En un artículo de 1915 titulado “El colapso de la Segunda Internacional”, Lenin escribió que el requisito más importante para que se desarrollara una situación revolucionaria no era que el pueblo no pudiera tolerar la opresión por más tiempo, sino que las clases dirigentes ya no pudieran mantenerse en el poder sin introducir cambios. Es en momentos de crisis y fisuras en las clases superiores cuando el descontento popular puede estallar. Y ciertamente, durante la Revolución rusa, las hubo. El Gobierno Provisional, una vez instaurado, fue incapaz de solucionar los dos problemas fundamentales a los que se enfrentaba Rusia: pan y paz. La ofensiva de Kérenski, la última de la guerra, fracasó por completo, a partir de entonces el Ejército ruso empezó a descomponerse, y la comida siguió siendo escasa. Todo ello facilitó la toma del poder por los bolcheviques, en octubre, aunque conservarlo no sería una cuestión fácil.

La insurgencia cosaca y el origen del Ejército Voluntario por Richard W. Harrison
La Guerra Civil que siguió a la Revolución rusa fue un conflicto que se extendió por una inmensa extensión de territorio, y cuyo frente (un término muy relativo en este caso) llegó extenderse hasta 8000 km. Desde los bosques del lejano norte a las montañas del Cáucaso y los desiertos de Asia Central, las  diversas fuerzas antibolcheviques, conocidas colectivamente como los blancos, intentaron penetrar en la República soviética desde todas direcciones, mientras los rojos, por su parte, trataban de expandirse más allá de su base en el corazón de Rusia y extender su control a todo el antiguo imperio. De todos, el foco principal de la lucha contra los nuevos gobernantes fue, desde el principio, el sur; las regiones donde habitaban los cosacos del Don y del Kubán. Allí aguantó, con breves excepciones, durante el transcurso de la guerra.

El Tratado de Brest-Litovsk por Pablo Martín Fernández
Uno de los primeros actos de Lenin tras su toma del poder con el triunfo bolchevique en la Revolución rusa fue firmar los decretos Sobre la tierra y sobre la paz; y apenas unos días después los bolcheviques propusieron a sus aliados de la Entente concluir una paz general para poner fin al conflicto, iniciativa que fue rechazada tajantemente. El 13 de noviembre, el nuevo comisario de asuntos exteriores, León Trotski, solicitó un armisticio a los Imperios Centrales previo al inicio de las negociaciones de paz. Con el fin de maximizar el efecto propagandístico, los bolcheviques insistieron en que las negociaciones se llevaran a cabo en público: no solo se trataba de extrapolar el anhelo de paz ruso a los proletarios de los demás beligerantes y ganarlos para la revolución; sino también, insistiendo en el “derecho de autodeterminación de los pueblos”, socavar las iniciativas que implantaba Alemania frente a polacos y Lituanos para fijarlos a su órbita.

La Legión Checoslovaca por Richard Connaughton
Checoslovaquia es un término de la posguerra de 1918 que se refiere a la unión de los checos, representados por Tomas Masaryk, principal organizador de la resistencia, junto con los eslovacos de Milan Stefanik. El objetivo de ambos había sido ganarse el apoyo de los aliados a la independencia de ambas minorías del Imperio austrohúngaro. De esta coalición, el noventa por ciento de los miembros de las fuerzas armadas eran checos, y muchos de ellos estaban domiciliados en Francia, por lo que se les permitió unirse a la legión extranjera, de donde evolucionaría el término de legión checoslovaca. Sin embargo, la aventura con más épica fue la que vivieron los checoslovacos que combatieron en Rusia, que antes de abandonar el país por Vladivostok iban a vivir una anábasis militar que se extendería durante tres años y más de 9000 km, en lucha constante, fundamentalmente contra los bolcheviques.

El Komuch. La fase democrática de la Guerra Civil (junio-noviembre de 1918) por Geoffrey Swain (University of Glasgow)

Una de las piezas fundamentales de la Guerra Civil rusa durante el segundo semestre de 1918 fue el Komuch: el Comité de Miembros de la Asamblea Constituyente, formado por miembros del Partido Social-Revolucionario, que había sido el vencedor de las elecciones a dicha asamblea, posteriormente disuelta por los bolcheviques. Es interesante puntualizar que esta fuerza política, cuya base social estaba en las zonas rurales, era, en puridad, un partido dividido en sectores de izquierda, centro y derecha, y que el primero de ellos había llegado a colaborar activamente con los bolcheviques, mientras que los otros dos lo habían hecho con los partidos liberales que habían triunfado durante la primera fase de la Revolución. Es decir, era una entidad propia, de ahí que algunos autores no definan la contienda rusa como una guerra civil de dos bandos, sino de tres: rojos y blancos, por supuesto, y verdes, formado por los eseritas o social-revolucionarios.

Introduciendo el n 25, El primer asalto a Tobruk por Bruce I. Gudmundsson

El 8.º Batallón de Ametralladoras alemán fue una unidad singular. No solo porque tuvo más efectivos que la mayor parte de los batallones que rindieron servicio activo durante la Segunda Guerra Mundial, sino también por el modo en que se organizó. De los 1367 oficiales, suboficiales y soldados que formaron la unidad, 720 –encuadrados en tres compañías motorizadas (en camiones) de ametralladoras y dos secciones de ametralladoras motociclistas– tenía por misión el cuidado, reaprovisionamiento y manejo de las cuarenta ametralladoras pesadas que le daban su nombre. Del resto de los efectivos, 315 se encargaban de las demás armas pesadas del batallón: quince piezas contracarro ligeras y seis morteros pesados; 210 eran ingenieros militares y los últimos 122 se encargaban de servicios diversos, que iban desde el funcionamiento del cuartel general y la gestión de la red de comunicaciones a los cuidados médicos y el mantenimiento del equipo.

 

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