La
Librería de Cazarabet Indignado
Un libro que
analiza, profundiza e indaga sobre la restricción de contenidos y la censura
digital en la red desde la editorial Icaria .Todo ello bajo el cuidado
editorial de Rafael Rodríguez Prieto y Fernando Martínez Cabezudo.
Es un libro que se
encuentra dentro de la temática de Análisis Contemporáneo y en materia de
Comunicación y Nuevas Tecnologías, más concretamente en ciencia y tecnología.
Aquello que nos
explica la editorial:
¿Qué
Internet queremos? Hoy en la Red observamos un combate similar al de Tesla y
Edison, cada uno con intereses distintos y con un enfoque diferente de la
creatividad y de la sociedad. No deja de ser preocupante que en pleno siglo XXI
no se haya realizado una pregunta tan importante y trascendental para nuestro
futuro, a pesar de que son muchos y diversos los colectivos concienciados y
activos en Internet. Contestarla llevaría tiempo y precisaría de una
deliberación y una contraposición de ideas y argumentos que excede la ridícula
mitificación de una tecnología que nos ofrece posibles mejoras, así como
amenazas evidentes; una aproximación ingenua que obvia las relaciones de
dominio que se pueden desarrollar. El problema reside en que mientras el tiempo
pasa y la ciudadanía ni tan siquiera la plantea, otros la están respondiendo y
actuando, conformando una Red común de acuerdo a sus intereses.
Los
autores, Rafael Rodríguez Prieto y Fernando Martínez Cabezudo son
investigadores y profesores de Filosofía del derecho y Política de la
Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
Cazarabet
conversa con Rafael Rodríguez Prieto:
-¿Qué puntos, amigo, tiene muy flacos Internet
que pueden afectar los derechos de los usuarios?, me refiero más que nada a
preservar la intimidad y privacidad nuestra que, me da, se ve como vulnerada...
-Internet nos
ofrece muchas posibilidades, pero también puede ser una amenaza a nuestros
derechos fundamentales. Cuando contratamos un servicio, por ejemplo en una red
social (en condiciones abusivas, ya que son contratos de adhesión que nadie
lee), estamos pagando con nuestros datos. Este hecho no suele ser percibido por
los usuarios finales, que creen que se trata de un servicio gratis. Esto no es
así. Y el abuso sobre nuestra intimidad y privacidad es uno de los problemas
más evidentes que estamos teniendo.
-¿La
información y me refiero a cualquier tipo de información está restringida en
internet?
-Internet es una
expresión del mundo no cibernético. Los problemas, las dificultades o los
desafíos que nos encontramos en nuestra vida diaria no distan demasiados de los
que nos encontramos cuando accedemos a la Red. La información y la
desinformación están en la Red. Sería necesario que la gente aprendiera a usar
Internet y conocer las posibilidades que nos da. Actualmente eso no se hace. No
se enseña en los colegios y las consecuencias de ello son que las nuevas
generaciones se relacionan con la Red, en una mayoría de casos, de forma pobre
y simple. Es como si tuviéramos un menú de comidas muy amplio y siempre
pidiéramos hamburguesa con papas. Además, en el mundo de las guerras de
patentes, de los asaltos cibernéticos a servicios de información o a comités de
campaña electoral como el de Hilary Clinton, pensar que hay un flujo libre de
información veraz de fácil acceso para la ciudadanía resulta difícil.
-Hay,
pues, una imposición de la misma y una dictadura cibernética:¿Qué
lobbies son los que más se benefician de ello?
-Los procesos de
concentración de la propiedad empresarial en Internet han sido
sorprendentemente rápidos. Es como si las tendencias del capitalismo actual se
hubieran agudizado de forma muy acusada en la Red. Hoy tenemos verdaderos
oligopolios. Desgraciadamente, hay demasiados empresarios dedicados a la
tecnología que más que pensar en generar una empresa importante con la que
desarrollar un proyecto innovador a largo plazo, están pensando en generar una
empresa que puedan vender por millones a uno de los gigantes de la Red. Las
consecuencias son nefastas, porque esto implica una concentración brutal y una
falta de pluralidad y competencia que pagaremos todos.
Pese a esto, por la
propia configuración abierta de la Red, todavía podemos ver líneas de fuga en
ese control omnímodo de los grandes dominadores. Existen apuestas interesantes
en casi todos los niveles que nos podamos figurar: hay Proveedoras de Servicios
como Guifi.net que apuestan por una solución que está en las antípodas de las
grandes del sector como Movistar; existe toda una comunidad de desarrolladores
de free software que ofrecen
alternativas de fácil acceso que abarcan un sinfín de ámbitos, desde sistemas
operativos completos a suits de informática… etc.; hay proyectos
como Arduino que llevan la apuesta más lejos y del
software, los programas, pasan la idea de apertura e inclusión a la
construcción del hardware. Si nos fijamos, hay una lucha por imponer un
sentido, un uso, una determinada racionalidad a lo que es y entendemos que es
la Red y esta pugna, esta guerra, está teniendo lugar ahora mismo delante de
nuestras narices.
-Internet,
entonces fue creado para controlarnos más o es utilizado, una vez creado, para
ello…
-Como decimos en el
primer capítulo del libro, la historia de Internet es muy especial porque
responde a unos valores muy singulares sustentados en la libertad, la
iniciativa personal o colectiva, el intercambio de ideas y conocimientos. Es un
punto de inflexión cuando la Red se abre al comercio. Como cualquier otro
proceso social, la Red no es independiente del contexto en el que se sitúa. El
mundo actual está muy influido por el neoliberalismo y el control
gubernamental. Internet amplia las opciones de aquellos que quieren
controlarnos. Eso es evidente. Lo mismo se podía decir de los equipos de radio
y de agencias como la Estasi.
Las cosas no son en
sí, no hay una sustancia que las defina de una vez para siempre. La razón en sí
de la creación de Internet desde luego no fue el control, sino la
particularidad de que el personal que integraba ARPA, una agencia del
ministerio de defensa de EEUU, estaba dispersa por el país y hacía falta una
herramienta de conexión diferente a todo lo que existía; así como la
participación de J C R Licklider y sus ideas en torno
a cómo debía ser, popularmente conocidas como Intergalactic
Network.
-Saben en todo momento los temas por los que nos
interesamos, con quien hablamos, cuáles son nuestros círculos de amigos
virtuales, qué y por cuánto compramos...es como llevar pegado a nuestras
espaldas a un espía, ¿no?
-Desde luego que si
usamos la Red de una manera frívola, por supuesto que sí. A estas tendencias de
control las denominamos como Dictanet. El libro
ofrece una metodología de análisis de cómo se establecen estas relaciones de
dominio en la Red que usted está describiendo tan bien con la imagen de “llevar
pegado a nuestras espaldas un espía”. Además, tienes el problema de que no
sabes ni quién tiene la información, ni hasta dónde llega.
-Y
si esto no es vulneración de las libertades y de los DDHH… ¿qué lo empezará a
ser?
-Es una vulneración
de los DD.HH. y las libertades básicas. El problema también es de percepción.
Mucha gente joven ha perdido la noción de intimidad o privacidad que costó
tanto esfuerzo y luchas. Esta relativización de cuestiones tan nucleares en
nuestros derechos básicos procede también de la hábil palabrería y retórica que
usan los multimillonarios de Internet. Cuando hablan de Transparencia total,
están pensando en todos los demás, porque ellos bien que se esfuerzan en
preservar su intimidad. Hablo de gente como los jefes de Facebook o Google.
-Encima
sobre la información la que se nos ofrece al querer saber sobre cualquier cosa,
por ejemplo desde el Google, hay también censura. Comentadnos.
-En Google hay algo
que denominamos como restricción de contenidos. Existe un algoritmo que sitúa
unos enlaces por encima de otros en las búsquedas. El llamado pagerank es la piedra angular de google; este no solo ordena el listado de resultados sino
que también selecciona los campos en los que se busca. Se unen dos problemas:
tendemos a pensar que la Red está expuesta en Google y que podemos conocerla a
través de ella, pero esto es un reduccionismo bastante grande. Como muy
acertadamente dice mi colega y coautor del libro Fernando Martínez Cabezudo, es
como si alguien que está en una celda de una cárcel le intentas convencer de
que el mundo solo es aquello que aparece por su ventana. A mi
me gusta fastidiar a algunos políticos diciéndoles que solo han visto el mundo
desde la mirilla de su Facebook o Twitter.
Google, Facebook, Twitter solo tienen un objetivo: el máximo beneficio. Lo
demás es retórica publicitaria. De hecho, algo que cada vez resulta más
interesante es la relación de estas grandes empresas de la Red con la
biotecnología. Un compañero de la universidad –el profesor López Baroni- me lo ha hecho notar y creo que es una de las
líneas de investigación más interesantes y prometedoras de la actualidad.
-Y
en España, en concreto, ¿cómo y de qué manera estamos controlados?
-Existen programas
de vigilancia de los que nos ocupamos en el capítulo 3, que ha puesto en marcha
España con otros estados europeos. Pero no solo eso: la NSA cuenta con datos de
todos nosotros. Además los acuerdos con Google les han facilitado mucho su
trabajo. Es increíble que un gobierno extranjero cuente con tanta información
de ciudadanos que, se supone, no están bajo su jurisdicción.
-Por ponerte un ejemplo, las historias
clínicas…el año pasado se me afirmaba en el transcurso de una conversación que
estaban al alcance de mucha gente y que o bien éstos o técnicos podrían hacer
llegar tu historia a compañías de seguros, sector privado…¿Todo
lo digitalizado en más vulnerable de ser espiado, aunque sea una cosa tan
delicada como la salud ¿
-Efectivamente. El big data, la comercialización de todo, la mercantilización
de la Red, que es una de las tendencias más perniciosas. De hecho, con el
Internet de las cosas todo puede empeorar. Por ejemplo, cuando nuestra nevera
esté vacía podremos programarla para que llamé al
supermercado y nos traigan lo que falte. Esa información puede ser muy valiosa
para las agencias de seguros, ¿no cree? Pues así, todo.
-¿Cómo
y de qué manera esta sociedad tan enclaustrada en el capitalismo se alimenta de
esta vulnerabilidad desde las redes?
-El capitalismo es
más cultural que económico. Esa es la clave. Es un modelo de imposición
cultural que implica que unos pocos van a acumular casi toda la riqueza.
Políticamente, el nacionalismo –cualquier tipo- es su complemento perfecto. Es
muy rentable que la gente culpe de todo a que no se respeta su identidad
nacional, a que los extranjeros les roban y cosas parecidas, antes de que
reflexione sobre cómo está distribuido el poder económico y su impacto en la
clase social. Hoy la idea es que la inmensa mayoría de los ciudadanos deben
esforzarse por sobrevivir y por transferir más riqueza a una minoría. La
plusvalía es el elemento clave de la clase social. El apropiarse de ella. En el
libro dedicamos un buen número de líneas al análisis de la plusvalía en la red,
lo que denominamos net surplus. Se está extrayendo una ingente cantidad de
plusvalía de la creatividad social de la Red. Se está aculturando
a las nuevas generaciones en la idea del “hágalo usted mismo” para que
trabajemos 12 meses y 24 horas gratis para grandes empresas puedan prescindir
de mano de obra, tendencia esta que se agudizará en las próximas décadas con la
inteligencia artificial. Pero el capitalismo también sabe que Internet puede
ser una poderosa herramienta para transformar la sociedad. Existen tendencias
que conviven con las anteriormente referidas como Dictanet
que van justo en el sentido contrario. Como decimos en el último capítulo del
libro, hoy en la Red se reproduce una batalla que ya tuvo lugar en la
revolución inglesa entre aquellos que querían mantener las tierras comunales y
los que querían privatizarlas. Internet es una nueva tierra en el que se
establecen relaciones de poder y dominio.
-Redes
sociales; ahí se pierde todo porque no hay, por no haber, ni concierto entre
usuarios: desde anonimatos desde donde insultan, se insultan o desde donde
también se espía. ¿Qué nos puedes comentar?
-Javier de la Cueva
nos muestra, de forma muy brillante, la vinculación de Twitter
con las ideas de Goebbels. Creo que es muy
representativo. Las redes sociales generan burbujas donde la gente puede pensar
que la revolución va a tener lugar mañana al medio día o puede también ser una
magnífica vía de escape de la indignación social, que pasará con la siguiente
noticia deportiva del momento. La sacralización de la instantaneidad y la
negación de los procesos y su reflexión es un verdadero problema. Hay miles de
personas que se informan a través de las noticias que se envían por Facebook.
Eso equivale a que puede haber más gente que conozca mejor la vida privada de
los gatos que los problemas con el coltán en África,
que provoca esclavitud infantil para que en otras zonas del orbe la gente pueda
cambiar de móvil cada año. Encima estas mismas redes son las que luego eluden
el pago de impuestos o no permiten a los herederos encargarse de gestionar el
legado digital de las personas. En ese sentido en mi universidad hemos realizado
dos proyectos. El primero fue una campaña en Twitter,
para que Twitter pagara los impuestos justos en
España. Fueron mis estudiantes de primero de Derecho. No logramos el objetivo
primario, pero sí obtuvimos otro: ningún estudiante que participó en la
experiencia tiene ya la ingenua visión de las redes que tenía antes de comenzar
el curso. Además han transmitido el mensaje a sus amigos y familiares. El
segundo es una iniciativa en la que aún estamos trabajando para que el
legislativo español sea el primero que apruebe una ley sobre sucesión digital.
Con ella los herederos podrían gestionar el legado digital de una persona (sus
cuentas en redes sociales, sus discos o películas…). Finalmente, acabamos de
recibir la agradable noticia de que una pequeña empresa tecnológica tiene
diseñada una aplicación denominada Socialwee, que ha
integrado gran parte de las propuestas sobre garantía de derechos fundamentales
que hacemos en el libro. Uno de los dueños de esta red social –Juan Miguel
Becerra- se ha puesto en contacto con nosotros para que le ayudemos en la
última fase del proyecto. Es un resultado modesto, pero satisfactorio, ya que
implica que existe una preocupación sobre estos temas y un intento de
solucionar problemas y dar alternativas desde una filosofía diferente.
-¿Hay
alguna manera, amigo Rafael, de prevenir que nos espíen o una vez haces uso de
internet o redes sociales es casi imposible?
-Existen vías. Ante
todo el sentido común. Hay que ser celosos de nuestra intimidad. Antes que
buscar vías informáticas complejas, que no están al alcance de la mayoría, hay
que tratar de no ser confiados o incautos. Nada es gratis y menos los derechos
o los servicios que nos prestan. ¿Dejaríamos a un extraño que entrar en nuestra
casa? ¿Permitiríamos al primero que nos cruzamos en la calle que revisara
nuestra cartera? Sentido común y transmitirlo a nuestros hijos o nietos, tratar
de hablar con ellos. Todo cuesta mucho esfuerzo. Hay que inculcar estas ideas.
No es carca, ni rancio. Disciplina, trabajo, valores…De lo contrario, estamos
perdidos.
-¿Debería
de haber como un código ético que regule el comportamiento, nuestras formas en
las redes sociales?; ¿Cómo todas estas cosas se pueden hacer sin vulnerar las
libertades y nuestros derechos?
-La educación es
una respuesta. Otra es la regulación. Hay que regular Internet. Sabemos mucho
de los planes de negocio de las grandes empresas, pero aun nadie ha consultado
a los ciudadanos sobre el Internet que quieren a todos los niveles. Y hay
iniciativas positivas –con sus límites- a nivel del uso de la Red para la
participación, como por ejemplo Demo 4.0 –ideado por Francis Jurado Gilabert y Juan Ignacio Moreno Yagüe. En el libro nos
referimos a la producción socialmente útil que fue una experiencia de
democratización de la economía en la Gran Bretaña de los setenta y principios
de los ochenta. Se puso en marcha en una industria de armamento que se
reconvirtió para desarrollar productos que ayudaran a las personas y en el Greater London Council, el ayuntamiento del
Gran Londres. Esta experiencia gubernamental supuso la llegada al poder de
colectivos sociales con un claro objetivo de transformación social y la
economía era decisiva, a través del plan industrial de Londres. Todo ello lo
analizo en mi libro Ciudadanos soberanos (Almuzara, 2005). La producción
socialmente útil es una idea que parece pensada para Internet. Democratizar la
producción sería una vía seria para una real transformación social.
-Amigo,
finalmente, ¿cómo ha sido escribir con Fernando Martínez Cabezudo este libro?
-Este libro ha sido
coescrito con Fernando Martínez. Fernando es probablemente de los
investigadores que más sabe en Europa de propiedad intelectual. Sus
conocimientos sobre la Red también son muy profundos. Este libro no hubiera
sido posible sin su concurso. No quisiera terminar sin agradecer a la editorial
Cátedra su extraordinaria confianza en este trabajo y, en especial, a Raúl
García Bravo. Finalmente, señalar que
este trabajo se ha gestado durante años de discusión y presentación de algunas
de las ideas y argumentos que se desarrollan en el mismo en los que nos hemos
beneficiado de las críticas y sugerencias de colegas y amigos. Resaltar, en
este sentido, a Pablo A. Fernández Sánchez de la Universidad de Sevilla, a Rose
Moss de la Universidad de Harvard y a David Rey
Jordán de la Universidad Pablo de Olavide y el apoyo
durante estos años de Ramón Soriano, Catedrático del área de conocimiento y
director del Laboratorio de Ideas y Prácticas Políticas, de Aleksandra
Hadzelek de la Universidad de Tecnología de Sydney y de los colegas del RCC James B. Conant Research Group.
23983
Desmontando el mito
de internet. Restricción de contenidos y censura digital en la red. Rafael Rodríguez Prieto, Fernando
Martínez Cabezudo (eds.)
192 páginas
19,00 euros
Icaria
¿Qué Internet queremos? Hoy en
la Red observamos un combate similar al de Tesla y Edison, cada uno con
intereses distintos y con un enfoque diferente de la creatividad y de la
sociedad. No deja de ser preocupante que en pleno siglo XXI no se haya realizado
una pregunta tan importante y trascendental para nuestro futuro, a pesar de que
son muchos y diversos los colectivos concienciados y activos en Internet.
Contestarla llevaría tiempo y precisaría de una deliberación y una
contraposición de ideas y argumentos que excede la ridícula mitificación de una
tecnología que nos ofrece posibles mejoras, así como amenazas evidentes; una
aproximación ingenua que obvia las relaciones de dominio que se pueden
desarrollar. El problema reside en que mientras el tiempo pasa y la ciudadanía
ni tan siquiera la plantea, otros la están respondiendo y actuando, conformando
una Red común de acuerdo a sus intereses.
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