Cazarabet conversa con... José María Murià, autor de “De
no ser por México” (MIlenio)
José María Murià Rouret escribe un libro que
es toda una declaración de intereses, llena de gratitud, al pueblo de México
que tanto abrió los brazos a los exiliados republicanos…
Justamente
se cumplen 80 años del exilio republicano español a tierras mexicanas.
Aquí se
analiza de nuevo, la relación entre México y España. México llegó a
convertirse en la capital del exilio político republicano español y este
libro hace homenaje conmovedor a los mexicanos que pusieron todo el empeño que
se requería, en la más amplia medida de sus fuerzas, para rescatar a los
expatriados.
La sinopsis
del libro:
Su incursión
en lo que el autor concibe como una verdadera epopeya de la “diplomacia
cardenista”, ha dado lugar a pocas páginas pero basadas en muchas horas de
reflexión y de oír devotamente, desde niño, lo que contaban sus mayores; además
de haber sido director general de archivos, bibliotecas y publicaciones de la
Secretaría de Relaciones Exteriores y haber tenido contacto con actores que
estuvieron cerca del tema de este libro. José María Murià
nos ofrece aquí, a la manera de la elaboración del tequila, un verdadero
destilado de todo lo que sobre el tema ha asimilado.
El autor,
José María Murià: graduado de la Universidad de
Guadalajara y doctorado en Historia por El Colegio de México. Pertenece a una
familia que no habría sobrevivido de no ser por lo que se trata en este libro.
Su campo de mayor interés es el pasado de Jalisco, sobre el que ha escrito y
publicado miles de páginas, además de muchos trabajos puntuales sobre sus
límites territoriales, sus historiadores y otros personajes destacados, así
como de la charrería y el tequila.
Enlaces muy
interesantes:
http://www.academia.org.mx/academicos-2018/item/jose-maria-muria
https://www.vilaweb.cat/noticies/entrevista-josep-maria-muria-barbaritats/
Cazarabet conversa con José María Murià:
-Amigo, ¿nos puedes contar y explicar el por qué de de este libro…qué te
hizo escribirlo?
-
La decisión de escribir este libro, que se publicó con el título De no ser por México (MAPORRÚA/SEMINARIO
DE CULTURA MEXICANA/EDITORIAL MILENIO,2019), bendecido con un espléndido
prólogo ni más ni menos que de Don
Sergio García Ramírez, uno de los más destacados jurisconsultos mexicanos de
todos los tiempos, es una respuesta quizá visceral en demasía a lo que llegué a
percibir como un cierto abuso y exageración de su importancia y beneficio para
México de lo que viene siendo un sector de la descendencia del grupo migratorio
que supera seguramente, digan lo que digan quienes han tenido interés avieso en
minimizarlo, las cuarenta mil personas que vinieron a dar a México por diversos
caminos, entre 1937 y quizá hasta 1952, más o menos.
-De veras que el título del libro
está muy, muy bien acertado porque, amigo, qué hubiese sido de los exiliados si
México no nos hubiese abierto sus brazos…-Es que además la acogido fue muy
buena, ¿se encuentra un por qué a ello?
-
Para todo fin práctico, deben considerarse también parte del Exilio muchos
españoles que se trasladaron a nuestro país después de 1945 sin el amparo de un
documento que los catalogara como “asilados” o “refugiados” políticos e,
incluso, habiendo salido de puertos españoles, pero con la misma intención de
quedarse en México mientras durara la dictadura franquista. Casi en su
totalidad, esta segunda oleada más o menos “legal”, estaba compuesta por amigos
y parientes de quienes ya estaban aquí, considerando incluso que muchos eran
solamente sus hijos o conyugues.
-Volvamos un poco más al libro en sí
mismo al autor le formulamos unas preguntas que él prefiere responder de esta
manera con una especie de reflexión global sobre nuestras cuestiones:
-De entre las exiliadas y exiliados
en México y sus descendientes se desplegó una vida cultural y académica que en
otros lugares no tuvo lugar o no pudo desarrollarse. ¿por
qué?. México, un país acogedor para los españoles republicanos… de manera que
se establece una relación como de ósmosis constante, ¿aún ahora, después de 80
años, se nota? ¿cómo y de qué manera? En términos
genéricos ¿Qué hubiese pasado si no hubiese sido por México?, mucha
“intelectualidad”, mucha gente con estudios y destacados en diferentes campos se
hubiesen visto abocada a qué… porque si nos ponemos trágicos sabemos que
precisamente los intelectuales, “los mejor formados académicamente” eran los
que peor lo tenían en caso de tomar otro exilio, con campos de internamiento
franceses, “stalags”, después y campos
de concentración finalmente… Pero a México llegaron todo tipo de perfiles
sociales y profesionales, ¿verdad?, aunque el camino para llegar, desde el
embarque en tierras francesas, era pura agonía, una odisea en sí mismo. ¿Cómo
se estableció tu familia en México y cómo te planteas, no sé, como rendirle tributo
a México y a su acogida… porque hay algo más que agradecimiento… hay verdadera
fraternidad de unos con otros?. Si no es mucho preguntar, amigo, coméntanos aquello que te contaron tus
antepasados de su partida, viaje, llegada a México, los primeros días, el
establecimiento… ¿Hubo como “un choque socio-cultural” de la manera de entender
y ver las cosas, respecto a las que estaban acostumbrados aquí?
-Casi en su totalidad,
esta segunda oleada más o menos “legal”, estaba compuesta por amigos y
parientes de quienes ya estaban aquí, considerando incluso que muchos eran
solamente sus hijos o conyugues.
También entre ellos “había de todo”: académicos,
artistas, profesionistas, obreros, campesinos, empleados, técnicos, etc.
Asimismo, puede decirse que prácticamente todos resultaron ser gente de orden y
trabajo en sus diferentes campos.
En los años ochenta, por caso, me tocó promover una
búsqueda de estos migrantes que hubieran tenido problemas con la justicia y el
número que se encontró fue ínfimo.
No obstante, los franquistas españoles que vivían en
México, alentados por el gobierno de Franco, y secundados por la derecha
mexicana que no “canta mal las rancheras”, desataron una dura propaganda
detractora, con ánimo de que lesionar la imagen del gobierno de Lázaro Cárdenas
y los seguidores de éste.
Finalmente, los argumentos de los detractores fueron
cayendo por su propio peso, aunque nunca desaparecieron los rescoldos. De ahí
que pronto se fuera generalizando y hasta convertirse en hábito y hasta un acto
reflejo que mexicanos y asilados insistieran constantemente en las bondades de
la migración y lo beneficiosa que resultó para México, en términos generales y
en muchos casos particulares. En fin: hoy día es muy difícil que alguien, cuya
opinión merezca ser tomada en cuenta, afirme lo contrario.
Como es natural, máxime en la medida de que se iba
alargando la vida de la dictadura y prácticamente se perpetuaba la imposibilidad
de regresar a España o, al menos, como decían, de hacerlo “con la frente en
alto”, muchos de los que vinieron se fueron diluyendo e integrando en la vida
nacional. Mi Maestro en El Colegio de México, José Gaos, acuñó para sí la
palabra transterrado: sin dejar de ser español, como lo
imponían sus orígenes de los cuales no renegó jamás, procuró interiorizarse en
su nueva tierra y hacerla también
suya. Tan fue así, que el último trabajo que dirigió estaba encaminado
precisamente hacia lo que él llamó alguna vez “la descolonización mental”.
Pero la palabra gustó y muchos, que más bien
procuraban mantenerse lo más marginados posible de la realidad mexicana,
también quisieron atribuírselo, siendo que Gaos lo había acuñado precisamente
para diferenciarse de ellos.
Así pues, en el seno de aquella migración hubo dos
tensiones extremas con todas las combinaciones posibles: los transterrados, con tendencia a la mexicanización, y otros,
a los que algunos gustamos de llamar enterrados,
aunque no sea feliz el término, que procuraron vivir lo más apartados que se
pudo de la realidad mexicana, llegando a crear, aunque fueran sutiles,
verdaderos guetos…
Me gusta presumir que los más brillantes tendieron a
alinearse a la primera fuerza, pero entre los segundos, curiosamente, se dieron
los más entusiastas porristas del
exilio.
Los descendientes de los primeros, sin perder
generalmente la noción de su origen, se
fueron integraron de manera natural en la sociedad mexicana, los otros
cultivaron su pertenencia a una España que, claro, ya no existía en la
realidad.
No dejaba de ser patético cuando, con el paso del
tiempo, suspiraba por “regresar a España” gente ya adulta que había enterrado
su ombligo en México. Es que a pesar de haber nacido aquí, en realidad no
vivían realmente en él ni le pertenecían.
En consecuencia, cuando fue el caso de que “regresaran
a su España” se encontraron con que ésta
no existía y hasta que no había existido nunca o hacía mucho que había dejado
de serlo, y algo peor, que ellos tampoco existían para la España real.
Recuérdese que, al sobrevenir eso que le llaman democracia, ésta procuró
mantener a los vestigios del exilio lo más apartados posible.
“Haya
sido como haya sido” el caso es que los hijos de ese tipo de exilio “enterrado”
mantienen a “mucha honra” lo que hicieron sus padres y abuelos y, para hallar
una razón de ser, se han convertido en propagandistas a veces muy enfadosos y hasta ofensivos.
Diversas veces nos ha tocado soportar descargas
exageradas de elogios hasta el extremo de escuchar esta frase:
“Los exiliados sacamos
a México de atrás de la cortina de nopal”.
De ahí que, en alguna ocasión, hemos aprovechado la
grabadora de algún periodista para responder, humildemente, asumiendo un aire
de franciscano más falso que un billete de quince pesos, que en efecto, el
exilio español le había traído muchas ventajas, muchas, a nuestro País. En cambio, éste, solamente les había
ofrecido la vida… y la oportunidad de
ganársela decorosamente, en muchísimos casos,
desarrollando las actividades de su preferencia.
De ahí el título de mi libro De no ser por México que se refiere a todo lo que hicieron los
mexicanos aquellos, conforme a esa política exterior de antaño, que tal vez no
tiene parangón en la historia de la Humanidad.
Como decían con frecuencia los “refugiados” españoles:
“Cárdenas nos abrió las puertas”; ¡es cierto!, aunque quizá deberían agregar
que ni Avila Camacho ni Alemán
las cerraron. Pero ello es algo que se ha visto muchas veces. Lo más
extraordinario de este caso es que el gobierno mexicano no solo “abrió las
puertas”, sino que, además, realizó una gesta de extraordinario valor y hombría
para salvar la vida a los españoles en Francia, sacarlos de los campos de
concentración, esconderlos de la Gestapo y de los esbirros franquistas con los
pantalones muy bien fajados, facilitando su escape y, finalmente, recibiéndolos
con los brazos abiertos. Todo ello sin olvidar tampoco a quienes fueron rescatados desde Portugal…
Cálculo mesurado nos permite asegurar que fueron más
de cien mil personas las que, “de no ser por México”, no habrían sobrevivido y
más 40 mil a las que se les abrieron los brazos. Ello fue ratificado cuando, el
año pasado, Don Porfirio Muñoz Ledo
organizó que se pusiera la leyenda “Exilio español en México”, con letras
doradas, en la Cámara de Diputados.
México es un país con una gran tradición hospitalaria,
en especial cuando se trata de perseguidos políticos. Pero en este caso creo
que la gente quiso contrastar al “refugiado” con los “gachupines”, dada la molestia
que para muchos estos representaban y que se vieron tan inhumanos, detractores
y agresivos frente a los refugiados.
Puede decirse que este libro se empezó a preparar
desde que adquirí el uso de razón, si es que ello ha sucedido ya. Quiero decir
que tuve información de primera mano, lo que los antropólogos llamarían
“trabajo de campo” desde la infancia, acumulando sensaciones, emociones e
información concreta, queriéndolo o no. Luego fui director general durante casi
ocho años de “Archivos, Bibliotecas y Publicaciones” de la Secretaría de
Relaciones Exteriores en los años ochenta… conocí a algunos sobrevivientes de
la gesta diplomática, incluyendo a Don Gilberto Bosques, a quien tuve la
oportunidad de organizarle el primer homenaje después de la marginación de que
fue objeto desde 1965 y el último que se le hizo en vida, además hicimos un
libro con una gran entrevista que se le realizó y se publicó en la colección
“Historia oral de la Diplomacia Mexicana” que creamos…
También
tuve oportunidad de recorrer, no mucho, los campos de Francia escenarios de
varios hechos. Un buen día arranqué escribiendo con un orden cronológico, hasta
que me di cuenta de que, al paso que iba, el libro tendría unas mil páginas...
Volví a empezar tratando de ir a lo esencial.
No es un libro académico, aunque pretende hablar con
verdad…
Su intención es recordar y
“recordársela” a españoles lo que muchos quieren olvidar o, al menos,
minimizar. A mexicanos lo que todos deberían tener muy presente. Como dice en
la “Confesión preliminar” es una manera “particular de gritar ¡Viva México! De
un viejo que ha vivido siempre con tal premisa y está ya viendo cerca el final
de su camino”.
Hay unas premisas que no funcionan en el cuestionario:
Todo mundo existe por muchas circunstancias fortuitas.
Pero yo hubiera existido de cualquier manera, aunque mi vida pudo haber sido
muy diferente. Creo que me tocó una de las mejores posibilidades.
1.-Nací en este país. He vivido siempre en él. Lo he
recorrido de punta a cabo. Conozco su historia mejor que la mayoría de los
mexicanos, por razón natural, pero me he comprometido cabalmente no solo con su
pasado sino también con su futuro y con su presente. He estado siempre al
servicio de lo que he considerado las mejores causas, sufriendo represión, recompensas
y el placer infinito de mantener la frente en alto cada vez que digo “soy
mexicano”… más aún: jalisciense.
No tengo nada que agradecerle a mi país “desde
afuera”. Tengo todo que agradecerle por ser parte de él.
Mi familia llegó a México, esperó a que yo naciera y
con el tiempo pasó a Guadalajara. Yo he tenido muchos ires
y venires pero la referencia siempre ha sido en esta
ciudad. Trabajaron, añoraron y un buen día se enteraron de que ya pertenecían a
este país. En él están enterrados abuelos y padres.
La agonía para ellos fue poder embarcar, lo que se
logró “de milagro”, casi o, más bien, por los “pantalones” del señor cónsul
general de México en Francia. Su recepción no pudo ser mejor: con un pedacito
de cartón numerado, después de quitarle montones de papeles franceses, le
dijeron: “con esto, de Sonora a Yucatán vaya donde quiera y haga lo que le dé
la gana”. El comentario de mi padre fue: “¡ese día sentí lo que era la
libertad!” No había agradecimiento solamente: hubo compenetración…
-¿No puedes contar, un poco
brevemente, lo que es y significó La Casa de España en México?; ¿cuáles eran
“sus misiones”?
-La casa de España en México fue una especie de asilo
para que gente valiosa no tuviera que trabajar fuera de su campo. Pronto los de
profesiones lucrativas dejaron de necesitarla, no así los intelectuales. Por
eso se cambió a Colegio de México para promover y enseñar humanidades y
ciencias sociales. Es una institución académica mexicana de enorme prestigio.
-En la actualidad, México es un país
muy castigado y del que todos se aprovechan…una tierra de tránsito hacia “el
Sueño Americano” de los USA o del Canadá…un país amenazado por un muro---el que
está alzando la administración Trump---un país
ignorado cuando la sangre de sus estudiantes—los 43 asesinados---la de las
mujeres de Ciudad Juárez piden justicia a gritos….que se pierden en los áridos
desiertos….Se me rompen los esquemas, tenemos tanto que agradecer y tanta poca
valentía para hacerlo o…¿qué nos puedes reflexionar?, dado que en el mundo, por
desgracia, no suele resaltar quien más bien enarbola la bandera de la dignidad,
¿verdad?. Volvamos al libro, aunque hablar de lo anterior, también es hablar
del libro, creo…pero amigo ¿qué personajes destacarías y en qué campos de entre
los muchos que se acogieron bajo el abrazo de México?
-La lista de personajes se suele encabezar con José
Gaos, aunque cuando se pone uno hacer una relación de notoriedades ya no es tan
larga. No quisiera poner a unos sí y a otros no. Para mi Gaos representa a
todos.
-Amigo, estaríamos profundizando
mucho más en los intríngulis de este libro, muy, muy necesario y preciso,
quizás encontremos otros momentos… pero coméntanos,¿
cómo fue el proceso de documentación e investigación? –qué
me da que fue apasionante---, ¿cómo fue la metodología de trabajo… cómo te lo
hiciste para volcar todo lo documentado, investigado en este libro?
-
Como dije, no hay una etapa de investigación sistemática, Hay una acumulación
de datos e ideas que un buen día encontraron el modo de salir, primero casi a
chorro y luego ya se pudo establecer un racionamiento.
-¿Cómo fue trabajar con Milenio
Ediciones?
- Trabajar con
Milenio es espléndido. No es el primer libro en el que participa y espero que
tampoco el último.
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