Cazarabet conversa con... Eloy Morera, autor de “Cutanda” (Doce
Robles)
Alfonso I El Batallador se alzó con la victoria
en una de las batallas más míticas que se vivió en la Reconquista en 1120,
cerrando el paso en las incursiones de “los moriscos” hacia los valles de
Daroca, Calatayud, Zaragoza….
Eloy Morena lo hace entretenido y magistral en
la colección “La Historia de Aragón en Novela” de Ediciones Doce Robles,
alzándose con el Premio de Novela Histórica Medieval “Ciudad de Calatayud”.
La sinopsis del libro:
La batalla de Cutanda, que tuvo lugar el 17 de
junio de 1120, fue la mayor contienda librada en Aragón durante la Edad Media
y, probablemente, la más trascendental para la historia de nuestra tierra. Allí
donde hoy sobrevive este pequeño pueblo turolense del mismo nombre, en tiempos
del Batallador se dirimió el futuro de todo un reino.
Cutanda es el relato de un enfrentamiento
armado, como ha habido tantos en la historia, y de un amor en tiempos de
guerra. Es también la historia de un conflicto entre culturas y creencias, como
las sigue habiendo hoy en día. Pero en esencia, el gran campo de batalla es
psicológico. La novela de Eloy Morera narra el éxito de una actitud, de una
voluntad y de una idea, algo por lo que todos batallamos.
El autor, Eloy Morena: Eloy Morera nació en
Zaragoza el 8 de agosto de 1991. Es licenciado en Historia por la Universidad
de Zaragoza. Actualmente trabaja realizando actividades didácticas para
escuelas e institutos desde Faetón Servicios Educativos, con el fin de acercar
el patrimonio aragonés a los estudiantes. También es secretario de la
asociación cultural El Rincón del Romántico.
Después de ser guía en la villa de Luna, y
tras realizar una excavación en el castillo de Obano,
publicó Júnez y Casta, novela histórica
ambientada en la frontera del Aragón medieval, y cuyo título hace referencia a
dos despoblados de las tierras del Arba (Cinco Villas).
Durante el verano de 2018, Eloy fue guía en el
castillo de Mesones de Isuela, experiencia que le
sirvió de inspiración para escribir El castillo de Mesones. Un camino hacia
el interior. De nuevo, en esta novela Eloy toma por bandera la historia,
los paisajes, las gentes y el patrimonio de Aragón para reivindicar todo ello y
adentrarse en sus misterios.
En 2020, y con motivo del noveno centenario de
la incorporación de Calatayud al reino de Aragón, el joven escritor se presentó
el I Premio de Novela Histórica Ciudad de Calatayud con "Cutanda",
obra que fue seleccionada ganadora.
Cazarabet conversa con Eloy Morera:
-Amigo,
¿qué te ha llevado a escribir esta novela histórica, en la que le pones ficción
a un hecho histórico que marcó un antes y un después en el devenir de Aragón?
-Amo Aragón, su tierra y su cultura. Como
historiador, creo que hay episodios de nuestra tierra que no se conocen lo suficiente
y que debemos valorar más. La Batalla de Cutanda es uno de ellos, y el hecho de
que Calatayud convocase el I Premio de Novela Histórica Ciudad de Calatayud me
pareció una gran oportunidad para dedicar una novela a la batalla que, hace 900
años, hizo posible la incorporación de Calatayud a Aragón.
-Antes una
batalla podía, muchas veces, conformar el destino de una guerra, ¿verdad?
¿Hasta qué punto lo hizo Cutanda?
-En la Edad Media siempre solía ser así, y por
eso no hubo muchas batallas. Un enfrentamiento suponía un riesgo demasiado
alto. A diferencia de lo que solemos pensar, el Medievo fue un tiempo de
castillos, no de batallas. En aquella época de miedo e inestabilidad
permanentes, era preferible levantar un castillo para resguardarse tras sus muros
que salir a pelear. Ese hecho aún realza más la importancia de Cutanda: cuando
todos rehuían el enfrentamiento, el Batallador y Aragón salieron a dirimir su
destino en el campo de batalla.
-¿Cómo
es que Alfonso I el Batallador se mide a Ibrahim Ibn Yusuf
en este lugar geográfico, cerca de Calamocha?
-No podemos saberlo. Pero sí podemos estar
seguros de que el Batallador estimó que aquel lugar era el mejor para sus
tropas, pues no cabe duda de que fue él quien eligió el campo de la batalla.
Hay que pensar que Cutanda se encuentra en el camino que habían de recorrer los
almorávides en su camino hacia Zaragoza, ciudad que pretendían reconquistar
para el Islam. Y es un lugar en el que podía tener
ventaja la caballería pesada aragonesa.
-¿Cómo
llegan a Cutanda estos dos bandos que allí se confrontan, los almorávides y los
cristianos?
-Los almorávides habían reunido el mayor
ejército que se había dirigido hacia Zaragoza durante la Edad Media, incluyendo
tropas africanas que marchaban con 2000 camellos. Esta fuerza se dirigía a
Zaragoza desde el Sevilla, Granada, Murcia, Valencia… Desde allí, seguirían la
antigua vía romana que, junto el curso del Pancrudo, unía Teruel con Zaragoza.
Es el mismo camino que siglos atrás y en sentido contrario, recorrió San Vicente
en su destierro a Valencia.
El Batallador, por su parte, fue al encuentro
de los almorávides remontando el Jiloca desde Calatayud, ciudad fronteriza que
en ese momento estaba asediando con su hueste.
-Está el
Batallador, en aquel momento, en plena reconquista de Aragón; y los
almorávides, siguiendo al entonces caíd de Ishbiliya—gobernador
de Sevilla—, que también quería reconquistar los terrenos recientemente
perdidos…
-Para unos y otros, Zaragoza es fundamental.
Se trataba de la capital de la llamada Marca Superior de al-Andalus,
por lo que articulaba la defensa de la frontera del Ebro frente a los
cristianos. Alfonso la había conquistado bajo cruzada en diciembre de 1118,
pero aquella conquista no fue definitiva: la importante ciudad peligraba y dos
años después, los almorávides intentaron recuperarla. Si no llegaron a alcanzar
su objetivo, fue gracias a la batalla de Cutanda.
-¿Cómo
plantean la batalla los unos y los otros y cómo fue el “choque bélico” que
duró, poco más o menos, un día entero?
-Cutanda es un paradigma y un enigma de
nuestra historia. Paradigma porque nos revela algunos de los aspectos más
llamativos de la mal llamada “Reconquista”. Y un enigma porque seguimos sin
saber cómo y dónde fue exactamente. Nueve siglos después, se sigue buscando el
lugar de la batalla. Lo más probable es que no fuese una batalla muy larga,
aunque sí terrible por su violencia: el Batallador asestó un golpe fatal a las
fuerzas almorávides y éstas se dieron a la fuga tras ver rotas y desmoralizadas
sus propias líneas.
-Ambos bandos
sufrieron mucho en esta batalla, pero evidentemente las tropas del gobernador
Ibn Yusuf quedaron diezmadas, ¿no?
-Por completo. Tal fue el descalabro que
sufrieron ante la tropa aragonesa, que durante mucho tiempo existió entre los
musulmanes el dicho “peor fue la de Cutanda” como consuelo frente a una
desgracia. De aquella frase, por cierto, viene la más conocida para nosotros de
“Más se perdió en Cuba”.
-Háblanos la
“importancia” de esta batalla, la de Cutanda… —sobre todo, de las consecuencias
de la misma, geopolíticamente hablando, dado que el resultado no tiene retorno
ni para unos ni para otros…-
-En Cutanda no sólo se consolidó la conquista
de Zaragoza, sino que se abrieron las puertas del reino de Aragón a toda la
tierra del Jalón y el Jiloca. Desde un punto de vista territorial, Cutanda
contribuye a dibujar las actuales fronteras de Aragón.
-El
Batallador tuvo aquí la ayuda de tropas de Aquitania, alianza que venía ya,
presumo, desde que su padre Ramiro Sancho contrajera nupcias con su madre
Felicia de Roucy…
-Es importante señalar que Aragón estaba
dentro del tablero de la política internacional de la época. Alianzas
matrimoniales como la que señalas, pero también alianzas de vasallaje como la
realizada entre el rey aragonés Sancho y el papado tuvieron como consecuencia
el que viniesen muchos hombres de armas extranjeros a combatir al islam en
nuestra tierra. Así, la campaña de Zaragoza fue una cruzada; en la campaña de
Cutanda estuvo presente el mismísimo duque Guillermo de Aquitania, conocido
como el Trovador y padre de Leonor de Aquitania. Guillermo cruzó los Pirineos
con 300 de los famosos caballeros aquitanos. Todos ellos batallaron junto a los
aragoneses en los campos de Cutanda.
-¿De todas formas,
tanto destacó el Batallador en el campo de batalla, más allá de otras
consideraciones?, lo digo porque lo de “batallador” le debe de venir de su
carácter: pues eso, guerrero, pero en parte, también, de su traza en el campo
de batalla, ¿no?
-Alfonso I fue un batallador en todos los sentidos.
De talante inquieto y firme determinación, no cesó nunca de luchar por aquello
en lo que creía. Era, diríamos, un idealista. Afirmó Lacarra
que vivió más tiempo sobre la montura de su caballo que a pie, y no es mera
retórica. Era un hombre incansable: cuando no se batía con la espada, lo hacía
con el derecho o la acción política. Ni la edad pudo detenerlo, ¡a los 60 años
seguía asediando castillos!
-Contrae
matrimonio con Urraca I de León, así que durante un tiempo extiende su reinado
y dominios más allá de Aragón y Pamplona… También León, Toledo, parte de
Castilla…
-Lo conocemos como el rey de Aragón,
pero también lo fue de Pamplona y efectivamente, al casar con Urraca se
convierte en rey de Castilla. Incluso llegó a intitularse “emperador de España”,
como antes lo había hecho el rey de León. Desde luego, Alfonso logró sobresalir
como el gran líder cristiano de la península.
-¿Cómo
es ponerle ficción, amigo, a un hecho histórico tan importante…?
-Emocionante. Siempre me ha atraído la figura
del Batallador y su tiempo. He recorrido Cutanda y los paisajes que vieron el
avance de semejantes ejércitos en su camino hacia la batalla. Novelar todo ello
hace posible acercar aquel hecho al presente y arrojar luz sobre las brumas del
pasado, para así, poder sentir la Historia.
-¿Te
has sentido como coaccionado por la historia escrita?, y ¿qué es o no es a la
hora de ficcionar esta historia?
-En absoluto. Como historiador, más bien me gustaría
disponer de más documentación para así, lograr reconstruir con mayor certeza lo
que realmente sucedió. No obstante, son los vacíos documentales los que nos
permiten volcar la imaginación para ficcionar el
pasado y dotarlo de esa fuerza que hace posible el que nos proyectemos en las
gentes del siglo XII.
-La historia de
amor en estos tiempos de guerra distiende lo que bien hubiese podido ser una
narración como más histórica y belicosa, ¿verdad?
-El amor forma parte de la vida, siempre está
presente. También en la guerra. No podemos pensar que todos los hombres de
armas compartían los intereses y motivaciones del rey. Y por lo demás, en un
ejército de la época estaban muy presentes las mujeres: rehenes, esposas de los
caballeros, prostitutas… En la novela, la historia de amor que discurre
paralela a la historia de la batalla me permite, además, profundizar en la
compleja realidad de la sociedad del Aragón del siglo XII, que no se puede
reducir a “moros y cristianos”. Por el contrario, existía un rico mosaico de
culturas. Los musulmanes andalusíes no eran lo mismo que los extremistas
almorávides, y de hecho, el último rey andalusí de
Zaragoza luchó contra ellos junto al batallador. Además, con el amor entre Badra y Salvián quería hacer un
homenaje al Cantar de Roldán en Zaragoza, así como también un alegato a favor
del amor en mayúsculas, que nunca ha entendido de fronteras, culturas y
religiones. Tampoco en la Edad Media.
-¿Cómo
te planteas la incorporación de personajes y tramas de ficción dentro de
la no-ficción?
-La incorporación de personajes ficticios es
un recurso muy valioso para devolver la vida a aquellas gentes que nunca dejaron
huella de su existencia: ni en la documentación escrita ni tampoco en la material. De los reyes y los nobles del reino tenemos
cierta información, pero de un mesnadero como Salvián,
o de una andalusí como Badra, no. Sin embargo, la
Historia es el conjunto de las vivencias de cuantos nos precedieron en el
tiempo; de todos ellos. Y a través de la ficción podemos acercarnos a los más
humildes. Así, puede decirse que la ficción, lejos de desvirtuar el relato del
pasado, nos ayuda a completarlo –siempre y cuando, claro, sea creíble y no
contradiga lo que se sabe de ese pasado-.
-Amigo Eloy,
ahora que te tengo aquí y si me permites, pasamos a hablar un poco del
ejercicio de narrar y escribir; ¿qué es para ti la narración?
-Para mí es, en gran medida, una manera más de
desarrollar la que es mi profesión y vocación: hacer didáctica de la historia,
del patrimonio y de nuestra tierra. Igual que cuando realizo visitas para los
colegios en los museos, o cuando estoy de guía en algún pueblo de Aragón,
cuando escribo también intento poner en valor lo que somos, para despertar
inquietud por saber de dónde venimos. De hecho, si existe Aragón ello es porque
existe una identidad aragonesa, y es la Historia quien teje y alimenta las
identidades.
-En tus
creaciones ¿qué papel quieres darles a los personajes…, bastante fuerte frente
a la trama?
-Depende. Si el personaje es histórico debe
primar la fidelidad a la realidad de ese personaje; si no lo es, entonces puede
jugarse con él para darle, por ejemplo, un valor simbólico. Y a veces, los
personajes no sólo son humanos. En “Júnez y Casta” o
en “El castillo de Mesones”, el protagonismo de ciertos lugares o monumentos
los eleva a una categoría que llega a personificarlos, como si fuesen un
personaje más de la obra. Y es que la tierra también modela a los humanos y
condiciona sus acciones; los monumentos, por su parte, son una huella de esos
mismos humanos, y algo de sus vidas permanece en ellos.
-¿Qué
papel crees que juega aquí el escenario, Cutanda?, porque me parece muy, muy
decisivo…-¿Cuál y cómo es el papel que le otorgas al escenario en el que
se pasean los personajes y se desarrolla la trama? -Últimamente con la obertura
del Centro de Interpretación y los trabajos, estudios e investigaciones de
historiadores y demás parece que este escenario esté como esperando a la trama
y a los personajes… ¿Qué nos puedes decir?
-Cutanda es un espacio físico, pero también
simbólico. Ese pueblo tiene, aunque pequeño, tiene una gran historia. Sólo el
nombre resuena con toda la épica que encierra, y por eso titulé así la obra… Al
igual que en el pasado, Cutanda sigue siendo un campo de batalla: si ayer se
batalló allí contra los almorávides; hoy, en ese mismo lugar, se batalla contra
la despoblación. Y es muy bonito que los vecinos hayan apostado por su pasado a
través de la recreación histórica, pues recreando el pasado construimos
presente. El centro de interpretación, si se gestiona bien, dará visibilidad al
pueblo, y eso le será muy beneficioso.
En mi novela, Cutanda se convierte en el
destino, el lugar donde se dirimirá la suerte de los personajes y sus
proyectos. Para el Batallador, es el triunfo de una voluntad y una
determinación. Aragón, aquél 17 de julio de 1120, fue Cutanda.
-En la narrativa
del género histórico siempre parece que el papel de la trama es el eje sobre el
que gira todo lo demás---hasta la paciencia, satisfacciones e insatisfacciones
del escritor o escritora--, ¿verdad?, ¿cómo es aquí?
-Soy un romántico: para mí lo más importante
son las personas. Aquí, el eje reside en la abrumadora voluntad del Batallador,
en la persistencia de Badra, o en los anhelos de Salvián. Por eso puede decirse que, en mi novela, el
resultado de la batalla se decide mucho antes de Cutanda. El batallador vence
en el decisivo momento en el que decide tomar la iniciativa y, frente a la diletancia de todos los personajes, ordena ir al encuentro
del enemigo. De ahí el título del primer capítulo. A partir de ese instante,
Cutanda es un campo de batalla psicológico.
-Pero
frente a algunas tramas históricas, la ósmosis entre los diferentes personajes
y la trama de tramas es tan fuerte que interaccionan de una manera…
-Sólo cuando las actitudes de los personajes
son coherentes a la condición y el tiempo que les corresponde, se consigue su
fusión con la trama. Entonces cobran vida y son sus acciones las que construyen
las historia, y no la historia la que los empuja y condiciona. Cutanda fue el
éxito de la estrategia del Batallador, y por tanto el personaje de Alfonso debe
estar por delante de los hechos; de lo contrario, parecería una marioneta en
manos de un puñado de fechas sin mayor significado.
-Eloy, ¿qué
pretendías al sumergirnos en este ejercicio narrativo?… ¿Enseñarnos una parte
importantísima de nuestra historia?
-Y sumergirnos en ella, disfrutar la Historia,
llamar a recorrer las legendarias tierras del Jiloca y del Pancrudo. Pretendo
despertar la inquietud por visitar el Puente medieval de Luco y el mítico campo
de batalla de Cutanda… Pretendo que, como el Batallador, no dejemos de luchar por
aquello en lo que creemos: creo que su ejemplo sigue siendo un gran referente
para el genio aragonés.
-Me da, Eloy, que
te lo has pasado muy bien escribiendo, reescribiendo parte de la historia,
creando e imaginando esta obra, ¿no?; ¿parte del éxito de una buena narración
está en que el escritor o escritora se lo pase, verdaderamente, bien
escribiendo?.- Lo que no quita, seguramente de ciertas
ansiedades, ¿no?- En la novela histórica, al estar marcado por la misma
historia, ¿se dan como más ansiedades que se dan y convergen?
-Me gusta mucho escribir, por supuesto. Y me
ayuda a encontrarme. Lejos de crearme ansiedades, me permite combatirlas.
Escribir, como leer, nos otorga el poder de realizar nuestros sueños.
-¿Los
personajes, los que muestras y haces desfilar en tu historia, han ido
cambiando, bajo el influjo de la trama, con respecto a cómo los pensaste en un
inicio o es más bien algunos rasgos, no importantes y que no interfieran en la
historia, dentro de la trama los que cambian bajo el influjo, influencia o
enamoramiento al que te someten, como escritor, algunos de los personajes?
-Personalmente, no creo en “la novela que se
hace a sí misma”. Pienso que, para conseguir un objetivo, es necesario tener
clara la estructura de la obra: si queremos recrear la historia, hay que
ceñirse a los datos históricos; si queremos destacar la fuerza del amor, los
personajes deben actuar en consecuencia. Todo tiene un porqué, nada se deja al
azar.
-Amigo Eloy,
salta a la vista que esta novela histórica te ha exigido trabajo, y no poco,
con el proceso de documentación e investigación… También encuentros con
especialistas en la misma batalla y en la época medieval y de reconquista,
¿verdad?, ¿cómo ha sido?, ¿Nos puedes hablar del proceso de documentación,
búsqueda de fuentes, lectura de libro y demás que hay detrás de este libro?
Período apasionante, pero muy afanoso y trabajoso que, a veces, incluso nos
puede sumergir en cierta ansiedad.
-Para la documentación y ambientación de la
obra, cuento con la ventaja de ser historiador y haber estudiado durante mucho
tiempo el contexto y el hecho concreto de la batalla. Además, como enamorado de
Aragón, también he recorrido en varias ocasiones los escenarios del episodio
que narra la obra. No obstante, sí me fue necesario profundizar en el estudio
de ciertos aspectos, para lo cual conté con la ayuda del catedrático y
novelista José Luís Corral, el experto recreador de Edad Media Héctor Polite, y
los investigadores de la batalla de Cutanda, Rubén Sáez y Javier Ibáñez, que
firman la nota histórica que acompaña a la novela, logrando así una obra plural
que cuenta con un resumen de los últimos avances en la búsqueda arqueológica de
la batalla.
- ¿Y cómo ha sido
el día a día de trabajo, tu metodología para construir esta novela histórica?
-Es necesario evadirse del presente y viajar a
la Edad Media. Y para eso es preciso dedicar mucho tiempo y así, ir
sensibilizándose paulatinamente con la época, hasta que te sientes capaz de
moverte entre las tropas de Batallador. Entonces, ya está: ves la historia, ¿y
si no fue tal como la has visto? Esa pregunta siempre está ahí, pero es la duda
que hace mágica la literatura histórica… Como dijo Umberto Eco, “Una novela es
la historia que pudo ser; la Historia es la novela que fue”.
-¿Cómo
ha sido trabajar con la Editorial Doce Robles y ser suma de esta colección que,
mediante la novela, nos acerca a hechos históricos importantes?
-Teresa y Javier son dos grandes personas y
geniales profesionales. Un lujo trabajar con ellos. Y que incluyan mi título
dentro de una colección que ya ha ganado un merecido prestigio y
reconocimiento, ha sido todo un honor.
-Este trabajo,
¿te ha abierto la mente y la curiosidad por indagar más sobre algunos de los
aspectos tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que estás
sumergido ahora?
-La Historia es infinita. Cuanto más
profundizas en ella, más te das cuenta de lo que te falta por conocer, y más
acuciante es la necesidad por indagar. Sin dudarlo, dedicaré más trabajos a la
historia de Aragón. Hay que batallar por “reconquistar” nuestro pasado.
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