La
Librería de El Sueño Igualitario
Un libro del historiador Giaime
Pala para la colección de historia de la editorial Comares,
que se adentra en el “mundo de la intelectualidad” frente al franquismo donde
el movimiento comunista y el PSUC centran parte de su mirada.
Aquello que nos dice la editorial del libro:
El
presente libro analiza la historia de intelectuales que operaron en la
clandestinidad por su adscripción a un partido ilegal: el Partit
Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), es decir, la
organización política catalana más fuerte en los años de la dictadura
franquista. A partir de 1956, confluyeron en el PSUC decenas de jóvenes
licenciados y estudiosos hasta formar el más nutrido grupo de intelectuales
militantes operante en Cataluña, algunos de cuyos nombres (Manuel Sacristán,
Jordi Solé Tura, Josep Fontana, Francesc Vicens,
Francesc Vallverdú, etc.) se convertirían, con el
paso del tiempo, en figuras de reconocido prestigio sociocultural.
A través del estudio de las fuentes de archivo y
de la prensa de la época, el autor nos describe tanto la labor cultural de
estos intelectuales, concretada en la creación de diferentes revistas y en la
publicación de centenares de artículos acerca de todos los ámbitos del saber,
como su práctica política, su horizonte cultural y su papel dentro del PSUC. En
suma, nos presenta un enfoque interpretativo fundamentado en la historia
cultural y en la sociología histórica del intelectual mediante el cual explica
a un colectivo político cuya trayectoria fue tan intensa y productiva como
agitada dentro de un partido obligado a operar en condiciones difíciles.
En definitiva, se trata de una obra que nos
ayuda a comprender cómo la clandestinidad influía en la labor cultural de la
oposición al franquismo y de qué manera se desarrollaba la actividad política
de los intelectuales demócratas afiliados a un partido político. Y que nos
permite conocer un fragmento importante de la historia cultural catalana de los
años 1939-1977 y la consolidación de una cultura marxista que, en Cataluña, fue
hegemónica hasta el final de la transición a la democracia.
Giaime Pala (Milán, Italia, 1976) es doctor en Historia por
la Universidad Pompeu Fabra
y enseña Historia Contemporánea en la Universitat Autónoma de Barcelona y en
la Universitat de Girona. Sus líneas de investigación
se centran en la historia de los intelectuales y en la historia de los
movimientos comunista y antifranquista en Cataluña, temas sobre los que ha publicado
contribuciones en diferentes obras colectivas y artículos en revistas
especializadas como Historia contemporánea, Recerques, Cahiers
de civilisation espagnole contemporaine, Afers, Spagna contemporanea, Cercles, Italia contemporánea. Es editor y coautor del
libro El inicio del fin del mito soviético. Los comunistas occidentales ante la
invasión de Praga (El Viejo Topo, 2008) y autor del libro El PSUC. L’antifranquisme
i la política d’aliances
a Catalunya, 1956-1977 (Base, 2011). Forma parte del consejo de redacción de Segle XX. Revista catalana d’història.
El
autor, Giaime Pala:
Algunas entrevistas con él sobre temas bien actuales
Un estudioso del pasado, en este caso de la cultura que se movía clandestinamente
desde la izquierda del PSUC , que opina sobre el
presente en Italia:
Interesante:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4657184
http://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/entrevista_con_jose_luis_martin_ramos_y_
Documento muy especial:
Otro enlace que te vendrá muy, muy bien:
http://www.editorialcomares.com/TV/articulo/3056-Cultura_clandestina.html
Cazarabet
conversa con Giaime Pala:
-Giaime,
en este libro explicas la vida militante y la cultura que elaboraron los
intelectuales del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) en los años de la dictadura
franquista. Una cultura, como se indica en el título, “clandestina”, no oficial
y reprimida por el régimen. ¿Qué nos puedes comentar?
Sí, el libro analiza la historia de los intelectuales del
PSUC durante el franquismo. Es decir, la historia de intelectuales que tuvieron
que operar políticamente, y hacer cultura, en condiciones de clandestinidad y
represión policial. Me interesaba historiar la trayectoria de ese colectivo
porque me parecía uno de los casos más emblemáticos para explicar cómo la
clandestinidad orientaba y dificultaba la labor de los intelectuales
demócratas. En efecto, no creo que se pueda explicar a los intelectuales
antifranquistas analizando sólo sus escritos. Del intelectual antifranquista
hay que estudiar también su práctica política en un partido u organización
determinada y averiguar cómo la dureza de aquellos años pesó en su manera de
entender la labor cultural o de militar políticamente. En suma, estoy
convencido de que quien quiere hacer la historia de los intelectuales bajo el
franquismo (no sólo los del PSUC), tiene que hacer a la vez historia cultural y
sociología histórica del intelectual. Es lo que he intentado hacer yo en este
libro.
-¿Qué
papel jugaban los intelectuales, en este caso los cercanos al PSUC, en todo
este viaje haciendo, rehaciendo, reflexionando y pensando la cultura? Sin ellos
ese viaje del que ahora ponemos disfrutar para reflexionar sacer nuestras
propias conclusiones sería harto imposible….
De entrada, nosotros deberíamos reconocer el papel de toda
una generación de activistas antifranquistas, de distintas tendencias políticas
y perfiles sociológicos, en la articulación de una más general cultura
democrática en España. Lo digo porque no fue fácil oponerse al régimen de
Franco y porque soy de la opinión de que toda aquella gente apenas tuvo
maestros intelectuales y tenía un escaso –o, en todo caso, incompleto−
conocimiento del mundo político y cultural anterior a la guerra civil. En el
caso del PSUC, no creo que se pueda entender sin sus intelectuales el proceso
de reconstrucción de una cultura de izquierdas en Cataluña y España, y de un
lenguaje político procedente de la tradición marxista. Una reconstrucción que
partía casi desde cero, porque −a diferencia del anarquismo y el republicanismo−,
el marxismo comunista no desarrolló antes de 1939 un movimiento robusto y
culturalmente consistente en Cataluña (el partido comunista catalán más fuerte
hasta 1936 fue el Bloc Obrer i Camperol-POUM,
con el que es sabido que el PSUC entró en conflicto desde su misma fundación en
julio de 1936).
-El
PSUC era un partido, digamos, muy al uso: vertical y muy piramidal... así que
es de suponer que “el manejo” y “el mimo” hacia la cultura la tenía como bien
calculada… ¿Qué nos puedes decir?
Todo partido, de cualquier tendencia política y periodo
histórico, es una organización basada en un determinado nivel de “verticalidad”
y jerarquía. Sin llegar a aceptar la vieja ley de hierro
de las oligarquías de los partidos que formuló Robert Michels
a principios del siglo XX, lo cierto es que no existen partidos puramente
asamblearios y horizontales. El papel que juegan los dirigentes, o los líderes
carismáticos, es siempre más importante que el de los militantes de base. Y el
PSUC no fue ninguna excepción. Lo cual no quiere decir que en ese partido no
existiera una dialéctica interna sobre la estrategia y la táctica que debía
aplicar la organización. Los militantes opinaban sobre la línea del partido. Y
sobre todo lo hacían los intelectuales, quienes, a diferencia de sus compañeros
obreros, tenían más familiaridad con la cultura escrita y una mayor capacidad
para sistematizar sus ideas y críticas. Y, como cualquier otro partido (del
pasado y del presente), el PSUC necesitaba a intelectuales que le ayudaran a
formular propuestas políticas y a batallar en el frente cultural y de las
ideas. Al menos hasta la crisis Claudín-Semprún de
1964-1965, el partido promovió la entrada y la participación activa de los
intelectuales en la vida de la organización.
-Pero,
¿cómo era el “perfil” del intelectual que formaba parte del PSUC?
Era el de un/una joven de clase media cuya familia le podía
costear los estudios universitarios; una persona inteligente, despierta, que
llegó al activismo clandestino sobre todo por inquietudes de tipo cultural que
no podían verse satisfechas en el clima cicatero y provinciano de la época. Y,
sobre todo, era una persona consciente del precio que podía pagar por su
actividad clandestina. Durante el franquismo, lo peligroso no fue tanto ser antifranquista
desde un punto de vista teórico o moral, cuanto formar parte de una
organización antifranquista volcada, a través de la acción, en el derrocamiento
de la dictadura.
-¿Se podrá decir que los
intelectuales del PSUC fueron de los primeros que alimentaron una “cierta
manera de entender la cultura catalana”? Lo que quiero decir es que debía de
haber “cierto sentimiento nacional y catalán en torno a lo
cultural”. ¿En la reflexión intelectual había cierta dosis de
nacionalismo? ¿Cómo y de qué manera?
El Comité de Intelectuales del PSUC se formó en 1956. Pero
antes, en el periodo 1939-1956, otros grupos antifranquistas catalanes –sobre
todo de ideología nacionalista− habían emprendido una reflexión sobre
cómo volver a activar la cultura catalana en esas condiciones tan difíciles.
Con todo, creo que el PSUC fue uno de los núcleos más activos y creativos a la
hora de pensar la manera de revitalizar la lengua y la cultura catalanas y de
interpretar la fenomenología histórica del catalanismo (al respecto, fue muy
importante el libro, elaborado colectivamente dentro del partido, “El problema
nacional català”). Por otra parte, los intelectuales
del PSUC no se veían a sí mismos como “nacionalistas”; más bien, utilizaban en
sus textos la palabra “nacional” para significar su propuesta cultural para la
futura Cataluña democrática, es decir, una propuesta que devolviera a la
sociedad catalana, entendida como conjunto del que formaban parte los
trabajadores de lengua castellana, la riqueza de su lengua y la personalidad
cultural propia (sin por eso renunciar a una relación fraternal con los demás
pueblos de España). Se trataba de una visión cultural integradora, republicana
y hostil a cualquier forma de etnicismo. Sin duda, fue de lo mejor que expresó
el PSUC.
-Explicas
en el libro cómo vivieron y vieron ciertas crisis internas del PSUC, por
ejemplo la de Claudín-Semprún. Estas crisis, de
alguna manera, se prolongaron con el paso del tiempo…
La crisis Claudín-Semprún
representó un punto de no retorno en la
relación entre los intelectuales y la cúpula del PSUC. Fernando Claudín y Jorge Semprún, dos
prestigiosos dirigentes comunistas, a partir de finales de 1963 empezaron a
criticar en los órganos de dirección del PCE la línea política del partido por
demasiado triunfalista y no adherente a la situación sociopolítica que vivía
España en aquellos años. Santiago Carrillo interpretó aquellas críticas como un
desafío a su liderazgo dentro de la organización y supo aislar a Claudín y Semprún tachándolos de
“revisionistas” y cosas por el estilo. Al final, y sin haber discutido
seriamente sus argumentos, los dos dirigentes fueron expulsados del PCE. Pero
en el caso del PSUC, la crisis claudinista se vivió
de manera algo diferente: puesto que los intelectuales comunistas (tanto los de
Barcelona como los que vivían en París) no aceptaron las motivos oficiales para
justificar las expulsiones y pidieron insistentemente a sus dirigentes los
textos con las tesis completas de Claudín y Semprún para discutirlas a fondo, el Comité Ejecutivo del
PSUC pensó que estaban protagonizado una especie de amotinamiento político para
hacerse con las riendas de la organización. Lo cual activó una reacción antiintelectual muy fuerte en los dirigentes y la ruptura
de todo tipo de contacto con el Comité de Intelectuales durante muchos meses.
Si los intelectuales hubiesen insistido en querer discutir las tesis de Claudín y Semprún, se habría
producido una larga cadena de expulsiones. Es por esto por lo que los
intelectuales se rindieron y aceptaron, velis
nolis, los hechos consumados. Pero aquella discusión dejó heridas profundas
sobre todo en la dirección del PSUC, la cual no volvió a fiarse de sus
intelectuales como antes. En suma, a partir de aquella crisis, la relación
entre los intelectuales y dirigentes del PSUC se torció definitivamente.
-En tu libro hablas de todas
las revistas culturales que creó el PSUC en aquellos años: Cultura Nacional, Quaderns de cultura
catalana, Veritat
y Nous Horitzons. Se
trata de un trabajo notable teniendo en cuenta el contexto que vivía el
partido.
El hecho de que el PSUC creara diferentes publicaciones
culturales y que consiguiera mantener en pie, durante el franquismo, a Nous Horitzons,
que fue con creces la revista más importante que produjo el PSUC, tiene un
mérito indiscutible. Porque era complicado coordinar, distribuir y pedir
colaboraciones para una revista que, aunque fuera editada legalmente en México,
estaba de facto prohibida en España.
Digamos que en Nous Horitzons se
habló de todo. Y, sobre todo cuando el partido pudo contar con núcleos redaccionales estables (como en 1960-1962 y en 1967-1971)
supo producir materiales culturales de buena, y a veces excelente, calidad que
hoy los historiadores desgraciadamente no utilizan para estudiar la sociedad de
aquellos años. Es una lástima, porque, además de un buen número de artículos
sobre ciencias humanas de gran interés, hay otros excelentes que analizan el
mundo del trabajo y económico o los aspectos jurídicos de la represión que fueron
el fruto del trabajo de militantes que acopiaban, con mucho esfuerzo,
información detallada y precisa acerca de esos temas.
-Con
todo, en tu libro explicas que Nous Horitzons entró en crisis en más de una ocasión. ¿Por
qué?
Sí, Nous Horitzons
entró en crisis un par de veces a lo largo de los años clandestinos. Por de
pronto porque las exigencias de la lucha clandestina influyeron negativamente
en su trayectoria, como en 1962, cuando el partido tuvo que renunciar a la
redacción de Nous Horitzons que
trabajaba en París –y que era muy buena− porque necesitó a sus redactores
(Jordi Solé Tura, Pere Ardiaca, Francesc Vicens…) para otros cargos y tareas militantes. Pero
también es evidente que, sobre todo a partir de 1967, cuando los intelectuales
de Barcelona (Manuel Sacristán, Josep Fontana, Francesc Vallverdú
y otros) crearon una nueva redacción en Cataluña con vistas a relanzar la
revista, surgieron tensiones con el Comité Ejecutivo del partido sobre la línea
editorial que tenía que seguir Nous Horitzons. No soy un fan de las teoría de las
generaciones de orteguiana memoria, pero es evidente, y así lo explico en el
libro, que sobre todo en la segunda mitad de los sesenta se produjeron
tensiones entre los jóvenes intelectuales que trabajaban en Barcelona y los
dirigentes de París sobre los temas que se tenían que afrontar y los artículos
que se tenían que publicar. Mientras los primeros apostaban por una línea más
abierta y conectada con el marxismo más fecundo procedente de Europa, los
segundos no dejaron de insertar artículos esquemáticos u otros ingenuamente prosoviéticos que los primeros no veían nada bien. Esta
tensión se nota en los números de los mejores años de Nous Horitzons (1967-1971) y produjo
discusiones y hasta censuras.
-Terminas el libro explicando
la disolución del Comité de Intelectuales. ¿Nos puedes dar algunos datos sobre
este hecho?
La disolución del Comité de Intelectuales se produjo en
1971-1972. Y fue el resultado de años de tensiones y desencuentros que se
remontaban a la crisis Claudín-Semprún. Porque, como
he dicho antes, la dirección del PSUC nunca más volvió a fiarse plenamente de
sus intelectuales después de aquella crisis. Tanto las formas organizativas que
la dirección impuso al Comité de Intelectuales como su negativa a escuchar las
quejas y las recomendaciones de los intelectuales para mejorar su trabajo,
fueron desatendidas. Liso y llano: el Comité Ejecutivo siguió viendo,
erróneamente, a los intelectuales del PSUC como a un colectivo potencialmente
rebelde y no totalmente alineado con su línea política. De ahí que a principios
de los setenta disolviera a un Comité que fue creado en 1956 y que podría haber
dado bastante más de sí si no se hubiera producido la crisis claudinista.
-Pero
por mucho que se disuelva un comité, perteneciente a un partido (en
este caso el PSUC) quedan las personas, sus pensamientos, reflexiones,
estudios, trabajos e investigaciones que quieren compartir….Así que no terminan
nunca, de alguna manera siempre están en continuo trabajo.
Sin duda. Los intelectuales del PSUC nos han dejado un
corpus de escritos y artículos que ningún otro partido o colectivo político
catalán supo producir en esos años. Materiales que, insisto, merecen ser leídos
y utilizados historiográficamente aun hoy.
-Una
última pregunta relacionada con la actualidad: ¿Hoy la relación entre
intelectuales y partidos de izquierdas es diferente respecto al pasado?
Hoy el panorama es completamente distinto respecto a hace
treinta o cuarenta años: en la actualidad las direcciones de todos los partidos
políticos están formadas en su gran mayoría por personas con una elevada
formación académica. Y esto es algo que pasa también en los partidos de
izquierdas o en las siglas de la llamada “nueva política”, que están liderados
sobre todo por intelectuales o académicos precarios. Hace cuarenta años esto
era impensable, ya que los partidos formaban (e incluían en sus órganos de
dirección) a militantes procedentes de las fábricas, del campo, del comercio de
proximidad y de la construcción. Es evidente que la segmentación y la parcelización que ha experimentado el mundo del trabajo
manual desde los años ochenta, además de poner en dificultad al ámbito
sindical, ha mermado su capacidad para seguir proporcionando cuadros políticos
a los partidos y de incidir en sus vidas internas. Y esto es algo que considero
negativo y peligroso. La izquierda tiene que volver a ser representativa de la
sociedad en la que actúa y en nombre de la cual quiere gobernar; y ha de
esforzarse por volver a dar dignidad (moral, material y política) al mundo del
trabajo.
22849
Cultura clandestina.
Los intelectuales del PSUC bajo el franquismo. Giaime Pala
184 páginas
15,00 euros
Comares
El presente libro analiza la
historia de intelectuales que operaron en la clandestinidad por su adscripción
a un partido ilegal: el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), es decir, la organización
política catalana más fuerte en los años de la dictadura franquista. A partir
de 1956, confluyeron en el PSUC decenas de jóvenes licenciados y estudiosos
hasta formar el más nutrido grupo de intelectuales militantes operante en
Cataluña, algunos de cuyos nombres (Manuel Sacristán, Jordi Solé Tura, Josep
Fontana, Francesc Vicens, Francesc Vallverdú, etc.) se convertirían, con el paso del tiempo, en
figuras de reconocido prestigio sociocultural.
A través del estudio de las fuentes de archivo y de la prensa de la época, el
autor nos describe tanto la labor cultural de estos intelectuales, concretada
en la creación de diferentes revistas y en la publicación de centenares de
artículos acerca de todos los ámbitos del saber, como su práctica política, su
horizonte cultural y su papel dentro del PSUC. En suma, nos presenta un enfoque
interpretativo fundamentado en la historia cultural y en la sociología histórica
del intelectual mediante el cual explica a un colectivo político cuya
trayectoria fue tan intensa y productiva como agitada dentro de un partido
obligado a operar en condiciones difíciles.
En definitiva, se trata de una obra que nos ayuda a comprender cómo la
clandestinidad influía en la labor cultural de la oposición al franquismo y de
qué manera se desarrollaba la actividad política de los intelectuales
demócratas afiliados a un partido político. Y que nos permite conocer un
fragmento importante de la historia cultural catalana de los años 1939-1977 y
la consolidación de una cultura marxista que, en Cataluña, fue hegemónica hasta
el final de la transición a la democracia.
Giaime Pala (Milán, Italia, 1976) es doctor en
Historia por la Universidad Pompeu Fabra y enseña Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona
y en la Universitat de Girona. Sus líneas de
investigación se centran en la historia de los intelectuales y en la historia
de los movimientos comunista y antifranquista en Cataluña, temas sobre los que
ha publicado contribuciones en diferentes obras colectivas y artículos en
revistas especializadas como Historia contemporánea, Recerques, Cahiers de civilisation espagnole contemporaine, Afers, Spagna contemporanea,
Cercles, Italia contemporánea. Es editor y coautor
del libro El inicio del fin del mito soviético. Los comunistas occidentales
ante la invasión de Praga (El Viejo Topo, 2008) y autor del libro El PSUC. L'antifranquisme i la política d'aliances
a Catalunya, 1956-1977 (Base, 2011). Forma parte del consejo de redacción de Segle XX. Revista catalana d'història.
INTRODUCCIÓN
1. HACER CULTURA SIN INTELECTUALES
2. CREACIÓN Y DESPLIEGUE DEL COMITÉ
DE INTELECTUALES DEL PSUC
La politización de los intelectuales
El ingreso en el PSUC
La tendencia obrerista de los intelectuales
3. MARXISMO, NACIÓN Y CULTURA
CATALANA
Por una cultura «nacional-popular»: los Quaderns de
cultura catalana
La primera fase de (Nous) Horitzons,
la revista teórica del PSUC
Pensar históricamente el movimiento nacional catalán
El final de la redacción de París de Nous Horitzons
4. EL IMPACTO DE LA CRISIS
CLAUDÍN-SEMPRÚN EN EL PSUC
Las consecuencias del fracaso de la manifestación de Canaletas
El eco de las críticas de Claudín y Semprún llega a Barcelona
Las expulsiones de Jordi Solé Tura y Francesc Vicens
El pulso entre el Comité Ejecutivo y los intelectuales de Barcelona
5. INTENTAR UN PROGRAMA «GRAMSCIANO»:
LA SEGUNDA VIDA DE NOUS HORITZONS
La crisis de Nous Horitzons
(1965-1967)
El relanzamiento de la revista (1967-1971)
Las tensiones entre la redacción de Barcelona y la dirección de París
Estancamiento y refundación de Nous Horitzons (1972-1976)
6. REORGANIZACIÓN, MILITANCIA Y
PERSPECTIVAS DE LOS INTELECTUALES COMUNISTAS
De las células homogéneas a las células mixtas
Evitar el «desgaste en el vacío»: el militantismo de los intelectuales
La Alianza de las Fuerzas del Trabajo y de la Cultura: una propuesta
insuficiente
De los problemas del sector al sector como problema
7. CRISIS Y FINAL DEL COMITÉ DE
INTELECTUALES
La discusión sobre la «Declaración de Abril» del PCE de 1967
La dimisión de Sacristán y el enfrentamiento entre el Comité y Gutiérrez Díaz
La disolución del Comité de Intelectuales
CONCLUSIONES
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE ONOMÁSTICO
SOBRE EL AUTOR
_____________________________________________________________________
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c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
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