La
Librería de El Sueño Igualitario
Introducción y estudio de Salvador Bataller.
Algar, joven sello editorial, que pertenece o
está abrazado por Bromera Editorial, nos acerca un
libro imprescindible desde la pluma del maestro que fue, y es desde la memoria
y las lecturas, Vicente Blasco Ibáñez.
Si bien está, podríamos decir, un poco más
indicado para los jóvenes, la editorial lo ha pensado así, es perfectamente,
claro está, legible por todos nosotros.
Cualquier edad es buena para acercarse a este
libro porque Blasco Ibáñez es transverso a cualquier edad.
Se trata de una antología de relatos o más
bien cuentos que entretienen, pero que nos hacen, también reflexión.
Aquello que nos indica y nos ofrece este
libro, la sinopsis según Algar:
La antología Cuentos de amor
y de guerra refleja muchos de los personajes, temas, conflictos y escenarios de
las mejores novelas de Vicente Blasco Ibáñez, pero con más brevedad e
intensidad. Ejemplifica la evolución del autor y muestra matices diversos, pero
complementarios y genuinamente blasquianos, de dos
ejes temáticos universales: el amor y la guerra, en facetas y momentos
históricos diferentes. Además, los relatos se complementan con una detallada
introducción, muy útil para comprender el contexto en el que se escribieron los
cuentos.
Acerquémonos un poco a Vicente Blasco Ibáñez:
Desde la Wiquipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Blasco_Ib%C3%A1%C3%B1ez
Desde el Instituto Cervantes:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/vicente_blasco_ibanez/
Conozcamos un poco mejor al autor de la
introducción y el estudio, Salvador Bataller:
Cazarabet conversa con Salvador Bataller,
autor de la antología Cuentos
de amor y de guerra
-Amigo Salvador, no somos filólogos, pero sí difusores
culturales que van un poco más allá del libro conversando con autores y
editores, hablando de libros. Y la primera pregunta que se nos plantea es: ¿a
qué Blasco Ibáñez nos encontramos en esta “reunión´” de cuentos?
-Amigos de Cazarabet, en primer lugar, gracias
por interesaros por este libro y gracias por vuestra labor difusora de la
cultura. Y sí, como bien insinuáis, podemos encontrarnos con diferentes Blascos, porque fue puro dinamismo, no dejó de hacer cosas
y presenta múltiples facetas, como persona y como escritor; pero hemos
procurado reflejar la mayoría y ejemplificar su evolución biográfica y
literaria en esta “reunión” que hemos titulado Cuentos de amor y de guerra. Le pusimos este título, que no
corresponde a ninguna obra concreta de Blasco Ibáñez, porque nuestra selección
muestra matices diferentes, pero complementarios y genuinamente blasquianos, de dos de los muchos ejes temáticos
universales que trató: el amor y la guerra, tomados en un sentido amplio. Para
rastrear aspectos y momentos históricos diferentes de estos dos grandes temas y
mostrar las grandes capacidades
narrativas del autor, hemos elegido catorce relatos cortos de gran
calidad e interés, entre ellos
capítulos, que bien podrían pasar por cuentos independientes, de tres novelas.
Para acercarnos a
sus primeros pasos
como escritor hemos elegido una leyenda
romántica y dos fragmentos de la
novela histórica ¡Por la patria!: Roméu el guerrillero, la
primera novela de Blasco. Las dos obras son fruto de la juventud y la
inexperiencia, pero muy interesantes, lo que sucede es que las creaciones de
ese momento apenas son conocidas porque el propio autor las calificaba de
«basura romántica» y prohibió su difusión.
Mucho más populares y maduras son las muestras
del conocido como «ciclo valenciano», la segunda etapa de nuestro recorrido.
Representan a la perfección, aunque en formato concentrado, las novelas
llamadas regionales, que, para la mayoría de la crítica, también para el mismo
autor, constituyen la parte más representativa, si no la mejor, de su obra. No
es extraño, en consecuencia, que sean de las más populares de don Vicente,
tanto en su época como posteriormente.
De este ciclo nos han encantado seis relatos.
Cuatro de ellos con guerras y amores domésticos cuyo telón de fondo lo constituyen paisajes –tanto rurales como urbanos–,
costumbres, personajes, etc. claramente locales que, sin embargo, van más allá
de un cuadro de costumbre valencianas de finales del siglo xix y adquieren una proyección
universal por los temas que conllevan y su fuerza literaria. En esta
fase también tiene cabida una fábula sin moraleja que inicia la novela Cañas y barro. Incluso encaja a la
perfección lo épico y lo heroico, que destacaba en la primera época. Ahora se
encarna en la novela histórica Sónnica la
cortesana, de la que hemos
extraído un episodio de la toma de Sagunto por Aníbal.
De otros momentos literarios del autor no
hemos aportado ejemplos porque no se relacionaban con el amor y la guerra; pero
sí que cuadraban a la perfección seis cuentos sobre la Primera Guerra Mundial
con los que hemos completado nuestro acercamiento a Blasco Ibáñez. Hay que
decir que esta contienda causó un gran impacto en nuestro autor, que la vivió
en directo, y con estos seis cuentos nos hace sentir de forma muy singular
tanto los afectos que se sentían como la muerte, el dolor y la destrucción que
supuso. Al mismo tiempo, esta etapa narrativa y vital representa la última del autor, cuando ha
concluido, en todos los sentidos, el gran salto desde lo local a lo
europeo-mundial; ha pasado de la inexperiencia de sus inicios a contar con un enorme
bagaje personal y literario
que lo ha convertido en un escritor maduro y de éxito internacional.
En conclusión, además de la progresión del
autor, estos catorce textos evidencian, en todos los sentidos, un gran
contraste de lo narrado: de la barraca de la huerta hemos pasado a las
mansiones y palacios europeos, de los labradores a los aristócratas y de la
tartana al Rolls-Royce.
Todo ello una metáfora de la evolución personal del mismo Blasco y de su obra.
-Incansable e insaciable, ¡vaya evolución! Pero, ¿Blasco Ibáñez no es,
sobre todo, novelista, aunque se ponía el disfraz de narrador de “cortos” cuando
lo sentía así o sentía que la historia debía contarse así? ¿O era un cuentista
o narrador de “cortos” al que muchísimas veces se le alargaron? ¿Cómo se
relacionan en Blasco ambas facetas literarias?
-Parece evidente que la etiqueta de novelista
de Vicente Blasco Ibáñez, avalada por una treintena de novelas —la mayoría
éxitos sonados—, ha relegado a un segundo plano su faceta de autor de cuentos.
Sin embargo, y acabamos de comentar las muestras que aportamos en esta
antología, son más de ochenta los relatos cortos que escribió, en todas sus
etapas creativas, a lo largo de toda su vida y en una gran variedad de
formatos: cuentos, leyendas, fábulas populares, novelas cortas o cuentos
largos…
De entrada, es lógico pensar que el carácter
expansivo y la locuacidad desbordante del escritor valenciano se avienen mejor
con un género narrativo como el novelístico. En una novela podía explayarse
creando amplias tramas con multitud de hilos y ramificaciones argumentales y
podía adornar el conjunto con la preciosista e ingeniosa labor de pedrería de
sus descripciones. Ahora bien, como podemos comprobar en Cuentos de amor y de guerra,
también sabe dominarse y consigue encajar
con maestría su desmesurado
genio expresivo en pocas e intensas páginas que, desde el primer momento, sorprenden
y atrapan al lector. De hecho,
domina la estructura y el modo de contar propios del cuento moderno, ya que los
comienza de forma directa, concentra la información, desarrolla la acción
rápidamente y concluye con un final, muchas veces abierto, pero, generalmente,
muy breve y de una gran potencia.
En cuanto a la relación entre estos dos
géneros, en la mayoría de los casos,
para él no son más que dos trazos de diferente amplitud de la misma
pluma, dos partes complementarias de la misma obra. Hay cuentos de Blasco que
nacen de forma totalmente independiente, como entes narrativos autónomos. Otros
pueden haber sido la chispa rápida que dio lugar a la historia extensa o pueden
compartir, con una de sus novelas o con todo un ciclo narrativo, escenarios,
personajes y motivos temáticos o argumentales. Así, son evidentes las conexiones entre los cuentos valencianos y
las novelas de ese ciclo y pueden recordarnos alguno de sus pasajes. Y lo mismo
pasa con los cuentos sobre la Primera Guerra Mundial, que muestran
concomitancias con las novelas de la trilogía blasquiana
sobre dicha guerra y especialmente con Los
cuatro jinetes del Apocalipsis.
-Todos los relatos de esta serie tienen en común elementos de amor y de
guerra, ¿es así? Por otra parte, ¿a lo largo de su vida, varía el tratamiento
que el autor hace de estos temas? Y, en cuanto a la actitud, ¿se puede decir
que los cuentos que componen esta “reunión de relatos” estaban pensados desde
un pacifismo activo y “militante”?
-Como ya hemos dicho, la presencia de matices diferentes del amor y la guerra unifica este conglomerado narrativo forzosamente
dispar. Nuestra intención, desde el primer momento que concebimos el libro, era
que la tensión entre estos dos polos encajara y justificara desde el título del
volumen y desde el principio al final de la producción blasquiana.
Por lo que se
refiere al amor, la pasión romántica y sentimental no es la opción más
frecuente en estos cuentos, sino que más bien, en su conjunto o en ocasiones en
uno solo, se pueden encontrar otras diversas manifestaciones de dicho afecto:
el amor al honor o a la patria, el amor propio, a lo familiar, a la propiedad;
el amor a la guerra, a un animal, a la tradición, al éxito literario o a un
desconocido; el amor entre madre, padre o abuela y el hijo o el nieto. Entre
estos amores los hay de personajes rechazados y de correspondidos, de egoístas
y de sacrificados, de adúlteros y de fieles; y dan pie a otros afectos y a
historias estremecedoras por las circunstancias extremas y los insólitos seres
humanos que los sienten.
Y en cuanto a
conflictos bélicos reales, aparecen con mayor o menor relieve las guerras
púnicas entre romanos y cartagineses, la Reconquista y las cruzadas, las gestas
del imperio español en los siglos xvi o xvii, la guerra
de la Independencia, la guerra de Cuba o la Primera Guerra Mundial. Sin
embargo, aunque la guerra, como motivo literario o como telón de fondo, se
refleja en muchos de estos escritos, nos la pinta cada vez con tonos menos
brillantes. Si en los dos primeros textos aparece con mayúsculas, con
referencias históricas reales y con grandeza épica, en el segundo grupo se
compagina con conflictos de ámbito menos heroico, pero con consecuencias
también desastrosas. Por su parte, los seis relatos finales, más cercanos al
cuento-documental periodístico que a la epopeya, bajan la guerra al nivel de la
calle real, y retratan, de la Primera Guerra Mundial, sus horrores, los
desastres que causa, y no solo en la trinchera. Se centra, sobre todo, en
quienes los padecen, los protagonistas del día a día, tanto ricos como pobres,
y se vuelca más en los pueblos y en los soldados que en los líderes.
Solo aclarar que
Blasco Ibáñez no era militarista ni belicista, sino más bien lo contrario, como
se desprende de su biografía; pero tampoco se lo podría etiquetar de pacifista,
si tenemos en cuenta sus broncas callejeras –anticlericales y antimonárquicas–,
a veces no solo verbales. Incluso sus relatos del ciclo valenciano, aunque no
se caracterizan por sus hazañas bélicas, contienen dosis bastante notables de
violencia, frecuentemente pareja a la brutalidad, la miseria, la injusticia y
la explotación que impera en el medio, como reflejo de la realidad de la época.
-Blasco Ibáñez es un narrador muy especial que tenía
mucho de cronista de la realidad, del entorno, ¿verdad? De hecho, además de
ideas y de ideales y de entretenerte con sus historias, acercándote a sus obras
—La barraca, Cañas y barro— conoces cómo era el trabajo de aquellos años, así
como las relaciones sociales, vecinales y mucho más.
-A lo largo de toda su
trayectoria como
escritor, es manifiesta la voluntad de ser cronista de la realidad y reflejar lo
que ve, el entorno en cada momento. Él mismo afirma que produce sus obras según el ambiente en que vive, y que
incluso cambia de fisonomía literaria de acuerdo con sus cambios de ambiente. Así, en las novelas y cuentos
valencianos nos pinta una Valencia sobre la que se «documentaba» en lo que
observaba en sus paseos por el campo, oía en las tabernas y leía en las noticias
que publicaban los periódicos, sobre todo el suyo, El Pueblo. Su intención era reflejarlo todo: costumbres y
tradiciones de las diferentes épocas del año, ocupaciones, relaciones sociales,
penas y alegrías de la
burguesía de Valencia, de los marineros y los pescadores, de la gente de la
huerta o de la Albufera, en los arrozales o entre naranjos. Pero Blasco
no se queda embelesado ante el panorama ni lo reduce a un estudio antropológico
o una postal típica, sino que, como Mariano José de Larra en sus artículos,
incide en los conflictos sociales. Mira el entorno, sobre todo el rural, desde
su prisma de escritor realista-naturalista que nunca deja de ser un hombre
político, progresista y crítico y ve una imagen humana y natural primitiva,
atrasada. Denuncia la
injusticia social o los desmanes del poder e incluso en algunas obras de
juventud, como La araña
negra, sus alegatos convierten el relato en un panfleto.
También mantiene esa actitud de cronista
cuando da el salto a otros escenarios y contenidos internacionales, ya que no
deja de mover a la reflexión sobre el comportamiento humano en tiempos
revueltos. Así, y gracias a que fue testigo directo de la Primera
Guerra Mundial, en la primera línea de fuego y en la retaguardia, no solo escribe sus grandes
reportajes sobre esta
contienda sino que aquella información y las vivencias correspondientes
también le sirvieron de inspiración para sus novelas y cuentos sobre la guerra. De
hecho en algunos cuentos que presentamos de esta etapa se sitúa como narrador
testigo, como alguien que estuvo allí y participó en la historia que cuenta.
-Se supone que la agilidad al escribir, una “facilidad” que casi se palpa,
tendría que ver bastante con que hubiera practicado el periodismo de “batalla”
y sus urgencias y también con lo prolífico y pertinaz que es este autor. Pero
se supone que hubo otros factores que posibilitaron su éxito y difusión
internacional. ¿Qué nos puedes decir?
-La agilidad y
facilidad de escribir parece que fue portentosa, según él mismo cuenta:
Yo soy un impulsivo […] procedo por explosión,
violenta y ruidosamente. […] llevo una novela en la cabeza mucho tiempo
(algunas veces son dos o tres); pero cuando llega el momento de exteriorizarla
me acomete una fiebre de actividad, [...] y escribo el libro en el tiempo que
emplearía un simple escribiente para copiarlo.
Carta de V. B. I. a Julio Cejador y Frauca
Al mismo tiempo, se
puede decir que nunca dejó de ser un narrador prolífico que, además de que escribía con una rapidez increíble y en
circunstancias diversas y no siempre favorables, conseguía no reincidir en los
temas. Su pertinaz entusiasmo con la pluma no fue vencido por el cansancio de
largas, activísimas y tormentosas jornadas «periodístico-político-laborales»,
ni lo frenaron los repetidos encarcelamientos de juventud, la prosperidad en la
madurez o, en la vejez, el acoso de la ceguera, producida por la diabetes, que
le obligaba a dictar a otros lo que ya no podía escribir.
A cambio, su entrega se vio recompensada por
el hecho de ser, entre sus contemporáneos y durante muchos años, el
escritor español más leído en todo el mundo, el más famoso y con un prestigio
internacional más consolidado. Consiguió en vida tal fama y fortuna que puede
afirmarse que fue uno de los primeros, y escasos, autores de la historia de la
literatura universal que se hizo millonario con sus escritos. Este triunfo
nació, entre otras razones, dejando aparte las políticas, de su capacidad
indiscutible para atrapar y emocionar al lector. Como podemos comprobar
en esta antología, sabe ser
ameno y entretener con su habilidad singular para crear tramas y personajes que, incluso partiendo de lo
local, reflejan sentimientos universales, como
sucede en los cuentos de ambiente valenciano. Pero su éxito también le debió
bastante a su notable poder de seducción e influjo en la sociedad con su
personalidad arrolladora, a su sentido del espectáculo y al hecho de que no le
faltaba «visión
comercial» para aprovechar dicho poder. No fue menos importante, para
la popularización y ampliación de su mercado lector, que Blasco coincidiera con
la consolidación de la llamada «literatura de masas», con la revolucionaria
modernización de la industria editorial y, con ella, la comercialización
internacional del libro –gracias también a la multitud de traducciones y al
prestigio y difusión que las versiones cinematográficas daban de las novelas de
Blasco.
Pensemos que la
mayoría de los relatos, como los que presentamos aquí, antes que en libro,
vieron la luz en periódicos de la época, lo que garantizaba difusión, lectores
(muchos de ellos por suscripción), popularidad y ganancia económica. Tampoco
olvidemos que Blasco se implicó, con el entusiasmo, la tenacidad y la sagacidad
que lo caracterizaban, en todo el proceso de la gestación y difusión de la obra
literaria, especialmente como autor y como editor. En este proceso, además, supo establecer una fluida
y beneficiosa conexión-simbiosis entre esas funciones y las del resto de la
cadena: impresores, distribuidores, libreros y lectores.
-Bueno, amigo, la propia vida de Blasco Ibáñez es más que digna de ser
novelada. ¡Vaya trayectoria! ¡Qué vida! Un verdadero “aventurero” en muchos
sentidos, que se impregnó de todas las “riquezas” y hasta de las “pobrezas” de
todas las etapas que recorrió.
-Nuestra introducción a estos cuentos la hemos
titulado Vicente Blasco Ibáñez
(1867-1928): pasión por vivir, pasión por escribir, porque el apasionamiento es uno de los rasgos
que mejor caracterizan a este autor y su obra. Para no extendernos más de la
cuenta resumiendo lo que explicamos en dicha introducción, baste decir que,
como apuntáis certeramente, Blasco se impregnó de todas
las «riquezas» y hasta de las «pobrezas» de todas las etapas que recorrió. Y esto es así porque creía fervientemente en lo que hacía
en cada momento y a ello se aplicó con total convencimiento, en cada una de sus
dedicaciones y en cada una de sus etapas evolutivas.
Y de todo hubo mucho en la vida de don Vicente
porque aprovechó al máximo su tiempo dedicándolo, a veces de manera simultánea,
al activismo político –protagonizó varias décadas de la política valenciana,
con cierta proyección en Madrid–, el periodismo, la literatura, las
conferencias, el cine, los viajes, los negocios editoriales, las aventuras
colonizadoras en Argentina, etc. Además en cada una
de sus facetas no dejó de intentar propagar y socializar
la cultura y la educación, elevar su nivel en el pueblo y, a la vez, despertar
su conciencia, transmitir su ideología republicana y ganar adeptos a su causa;
aunque nunca desdeñó obtener beneficios económicos.
Como apuntáis, de Blasco se ha dicho que fue
tan rebelde y aventurero, y su vida y su persona fueron tan fascinantes y vivió
peripecias tan novelescas que él mismo podría considerarse como uno de sus
mejores personajes. Una visión que el autor comparte y de la que hace gala:
«[...] yo soy un hombre de acción, que
he hecho en mi vida algo más que libros, [...]. Yo he sido agitador político,
he pasado una parte de mi juventud en la cárcel (unas treinta veces); me han
herido mortalmente en duelos feroces; conozco todas las privaciones físicas que
un hombre puede sufrir, incluso la de una absoluta pobreza; y, al mismo tiempo,
he sido diputado hasta que me cansé de serlo (siete veces); he sido amigo
íntimo de jefes de Estado; conocí personalmente al viejo sultán de Turquía; he
habitado palacios; durante unos años de mi vida he sido hombre de negocios y
manejado millones; en América he fundado pueblos... Quiero manifestar con esto
que las más de las veces, por mi gusto, haría novelas en la realidad mejor que
escribirlas sobre el papel.»
Carta de V. B. I. a Julio Cejador y Frauca, 2 de mayo de 1918.
-Podemos decir que no se le ha dado el reconocimiento literario debido, ¿o es
que realmente no se lo merecía? Soy valenciana y cuando yo estudiaba, se
le daba más importancia, por ejemplo, a contemporáneos de Blasco, como los
escritores de la Generación del 98 —Unamuno, Baroja, Azorín…—, ¿cuáles pueden
ser las razones? ¿Esta infravaloración ha sido general en todas las épocas y
latitudes?
-Lo de la importancia
puede ser relativo y variable, pero es indiscutible, como remarcamos en la
introducción, que Vicente Blasco Ibáñez es uno de los escritores de la historia
de la literatura española de todos los tiempos que más proyección mundial ha
tenido. Baste decir que
la primera traducción de La barraca
al francés, en 1903, fue un éxito tal que abrió la puerta a multitud de traducciones
a diversos idiomas, y se multiplicó su difusión de tal manera que, en poco
tiempo, las ventas superaron el millón de ejemplares, una cifra fabulosa si
tenemos en cuenta que de la primera edición en Valencia solo se vendieron
quinientos libros. También fue Blasco uno de los primeros creadores españoles
de best-sellers,
traducidos y difundidos por todo el mundo. Así, en Estados Unidos de América,
donde era una celebridad, su novela de más éxito mundial, Los cuatro jinetes
del Apocalipsis, fue un auténtico
superventas, el libro más vendido en 1919. Y en 1926, la Revista
Internacional del Libro, de Nueva
York, con los votos de los lectores de toda América, declaró a Blasco
Ibáñez el segundo escritor más popular del mundo en aquel año. El primero fue
el novelista británico H.G. Wells, autor de La máquina del tiempo (1895), El hombre invisible (1897) o La guerra de los mundos (1898).
Ayudó mucho a que eso fuera posible que las
técnicas narrativas blasquianas, a esas alturas,
resultaran tan modernas como las de los novelistas internacionales que
triunfaban por aquel entonces a ambos lados del Atlántico. Tanto es así que
gran parte de las novelas y cuentos que escribió a partir de los treinta y tres
años, en que dejó la temática valenciana, si los leemos traducidos nos costaría
diferenciarlos de los textos de aquellos superventas mundiales. Sin embargo,
todas estas singularidades de máximo nivel y algunos más parecen haber pasado
desapercibidos para gran parte de nuestra sociedad de entonces y de ahora.
El entusiasmo que
despertaba en el público, aquí y allá, lo convirtió en un autor de éxito, de
masas; pero, en cambio, y precisamente por eso y porque no le preocupaba demasiado escribir
«con desaliño» y ser «un escritor lo menos literato posible», en
España ha sido más desigual la valoración de la crítica, o la de sus colegas de la
pluma. Desde ámbitos intelectuales o académicos, con frecuencia se ha restado a
su obra «valor
artístico», «categoría literaria», por
considerar su más que
constatada popularidad fruto de la superficialidad, de ser comercial y «fácil», una especie de escritor de
brocha gorda.
De hecho, no contó nunca con la adscripción y el
apoyo de una corriente o generación literaria española concreta, porque no
encajó nunca en ninguna por su genialidad singular. Su personalidad mundana,
impetuosa y vitalista y su triunfo arrollador no ayudaron a granjearle las simpatías ni
el reconocimiento de escritores coetáneos como los de la Generación del 98 o
los modernistas. El distanciamiento mutuo es más que comprensible porque,
además, les echaba en cara su indefinición política o su progresivo
conservadurismo. Es más, desde su populismo desenfadado, desdeñaba la torre de
marfil o la buhardilla bohemia en la que se encerraba el artista. Al fin y al cabo,
él siempre creyó en la función didáctica de los literatos y propugnó que podían
y debían, además de mostrar el mundo, cambiar la realidad, proporcionar
conocimientos para lograr fines políticos. Por eso sus críticas, como su propia
expresión literaria, fueron directas y contundentes contra la monarquía de
Alfonso XIII, a la que consideraba culpable de los males de España. Para él, la
solución a la situación vergonzosa en que estaba el país era la implantación de
una república liberal. Y por otra parte, mientras autores como Unamuno se
debatían entre si había que europeizar España o había que españolizar Europa,
Blasco y sus libros recorrían triunfalmente todo el mundo.
-Como acabamos de ver, Vicente Blasco Ibáñez fue un escritor “muy suyo”,
avanzado a su época, poco común por estas latitudes y un auténtico ídolo de
masas a nivel internacional, pero, ¿de qué influencias partía, qué había
asumido de otros escritores y escritoras y qué ha dejado de particular el
“estilo de Blasco” en otros, cuál es su “herencia escrita”?
-Don Vicente siempre mostró una gran
admiración por Cervantes, de cuya obra encontraremos más de una huella en esta
antología. También, como veremos en su primera etapa literaria, tomó pinceladas
prestadas de las Leyendas de Bécquer
o quiso seguir la huella de los Episodios
nacionales de Galdós o de las Historietas
nacionales de Pedro Antonio de Alarcón. Sin embargo, y a pesar de la
dificultad manifiesta de encajar en un movimiento o escuela literaria, la
naturalista es la corriente con la que más se lo ha identificado, ya que se lo
llegó a conocer como el «Zola español», y se lo ha relacionado con otros dos
autores franceses: el romántico Victor Hugo y el
realista Honoré de Balzac. Otros, por otra parte, por ser coetáneo, lo incluyen
en la generación del 98 o en el
Modernismo, aunque ya hemos hablado de la mínima y no fácil relación que
mantuvo con estos movimientos.
Por lo que se refiere a qué ha dejado de
particular el «estilo de Blasco», como afirmaba un gran especialista blasquiano, el profesor Oleza, la
obra de Blasco Ibáñez jugó un papel decisivo, ya que supuso una manera realista
de ser moderno distinta de la modernista, que aseguró la continuidad entre el
naturalismo del XIX y el primer
realismo del xx,
el realismo social del que fue buena muestra, entre otras, buena parte de la
novela española de posguerra. De todas maneras, las circunstancias singulares
de este autor y su obra lo convierten en caso único y aislado y hacen que
resulte muy difícil la tarea de adjudicarle «herederos literarios». Por decir
algo, y salvando todas las distancias que se quiera, nos arriesgaríamos a
señalar ciertas coincidencias con escritores actuales como Arturo Pérez
Reverte. Así, ambos son muy amenos, narradores magníficos; han sido grandes
reporteros de guerra; son muy prolíficos, sus obras atraen al gran público y
algunas se han convertido en películas.
-Desde mi humilde opinión, tampoco parece que se le haya hecho justicia a
la memoria histórica y política de Blasco Ibáñez; pero, realmente, ¿fue profeta
en su tierra? ¿Cuál fue su peso político y social dentro y fuera de nuestras
fronteras? ¿Cuál es la “herencia” ideológica, política, de Blasco y del blasquismo? ¿Cuál es tu reflexión sobre esto?
-Blasco rompió moldes
en todo, también en el hecho poco usual de que fue profeta, y mucho, en su
tierra, sobre todo en el campo político, ya que el «blasquismo», el movimiento político que encabezaba, ganó en su ciudad todas las
elecciones entre 1898 y 1933 y marcó
la vida política y social valenciana. Parecía que la victoria la aseguraba la
persona de Blasco, aunque estuviera en la cárcel o en el exilio y aunque el partido cambiara de planteamientos, nombre, siglas y
coaliciones. Ayudó mucho a
lograr y mantener su notable peso público contar con uno de los diarios más
influyentes de Valencia, El Pueblo
(1894-1939). Periódico, partido e influencias fueron marginados por la
dictadura de Primo de Rivera (1923-1929) y arrasados por la posterior del
general Franco (1939-1975) y ya no han vuelto a renacer. Pero también hay que
decir que tuvo mucho que ver con el fin del movimiento blasquista
la muerte del escritor, en 1928 en su exilio en Francia, y que el nuevo líder,
su hijo Sigfrido, no estuviera a la altura de su padre y que, además, fuera
escorándose cada vez más a la derecha.
Parece ser que el extraordinario éxito
político y literario de Blasco Ibáñez tiene mucho de fenómeno individual, de
manera que desaparece con la persona que lo produjo. Eso explicaría la
dificultad de encontrar herederos, continuadores, ni del legado literario ni
del político.
Por lo que se refiere
a la popularidad internacional de Blasco, de la que ya hemos hablado, es
patente en el hecho de que recibiera la medalla de honor de la Legión Francesa en
1906, que, en 1909, tuviera una acogida triunfal y multitudinaria, tanto en
Lisboa, al iniciar el viaje a Argentina, como al llegar a Buenos Aires, o que,
en 1920, fuera nombrado doctor honoris
causa por la Universidad de Washington. Sin embargo, las ideas y la actitud
combativa del valenciano y su oposición frontal a la dictadura del general
Primo de Rivera
no facilitaron su aceptación por el poder y le cerraron el paso a la Real
Academia de la Lengua Española
o a la candidatura al Premio Nobel de Literatura. Es más, el Ayuntamiento de Valencia,
en 1921, le dedicó la calle en que nació, en cambio, arrancó la placa con su
nombre y excluyó del consistorio a los blasquistas,
siguiendo el dictado del general Primo
de Rivera,
desde 1923 a 1930. Por esa misma animadversión política, su muerte en Francia,
en enero de 1928, se ignoró oficialmente en España, a pesar de que la noticia
se divulgó rápida e intensamente por todo el mundo. En cambio, era amigo
personal del presidente francés, y las máximas autoridades del país vecino le
brindaron un entierro de Estado y custodiaron sus restos hasta que, en 1933, el
gobierno de la ya instaurada República Española presidió la solemne y
multitudinaria comitiva que los recibió en Valencia. Tal reconocimiento fue muy
efímero porque, con el triunfo del bando nacional en la Guerra Civil
(1936-1939), su memoria fue borrada o
«desdibujada», sus libros ignorados o prohibidos, y sus bienes incautados.
En conclusión, es innegable que Blasco Ibáñez
triunfó como político y editor popular, periodista comprometido y famoso,
novelista de éxito internacional que, a su vez, es capaz de despertar entre los
valencianos un sentimiento de adhesión y tener una proyección que ha pervivido
en muchas épocas y sectores de la sociedad. Pero, pese a todas estas luces, su
figura no carece de sombras, ya que se diría que ha sufrido una especie de mala
suerte histórica o, como mínimo, unos altibajos cíclicos descompasados que
imposibilitan un reconocimiento extenso y estable, incluso entre sus paisanos.
Como muestra de contrastes, pensemos que, por
una parte, el ámbito político conservador parece que valora positivamente que
ejerciera de «valenciano y español universal» para, como dice el himno regional
valenciano, «ofrendar nuevas glorias a España», pero no le perdona su más que
manifiesto republicanismo, antimilitarismo, ateísmo, anticlericalismo… A su
vez, desde sectores progresistas se le condena por haber dado la espalda al
valenciano y al movimiento cultural valencianista de la Renaixença, y no se le perdonan
sus planteamientos imperialistas en relación a Cuba y las colonias españolas de
América, ni su europeocentrismo, según el cual lo
mediterráneo constituye «la aristocracia de la humanidad». Y ya su mayor
pecado: su ostentosa exhibición de riquezas y modos de vida de millonario de la
Costa Azul, que se apuntaría a su progresivo conservadurismo y al sambenito de
«revolucionario de salón», que, ya en su tiempo, le colgaban sus enemigos
políticos.
-Para ti, ¿qué ha supuesto confeccionar Cuentos
de amor y de guerra, conjuntar esta antología y estar al cuidado de su
edición para contribuir a divulgar mucho de lo que significa este escritor?
-El mercado editorial
ofrece diversas recopilaciones, más o menos parciales, de los diez volúmenes de
cuentos que publicó Blasco, sobre todo de los cuentos valencianos o los de la
Gran Guerra. Por eso, puestos a divulgar la obra y la figura de Blasco Ibáñez,
el reto, que creo, modestamente, que hemos superado, ha sido encontrar un
número suficiente, pero no excesivo, de textos atractivos con amor y guerra de
fondo. Además, son representativos de las diversas épocas del autor (incluso
aparece su «prehistoria» literaria, repudiada por él y nada conocida), de sus estilos, técnicas o intenciones y
revelan diversidad de conflictos, escenarios, tipo de personajes, etc. También
muestran variedad de subgéneros
narrativos (cuento, leyenda, fábula, novela corta o, incluso, capítulos de novelas extensas) y de tonos y
enfoques (sainetesco, cinematográfico, épico, emotivo, sarcástico, humorístico
y metaliterario, en este caso, una especie de
autorretrato indirecto de don Vicente en la plenitud de su éxito: el cuento “El
novelista”).
Sin que falte ninguno de estos requisitos,
hemos conseguido una agrupación singular de relatos breves distintos, de entes
literarios completos que pueden leerse individualmente y por el orden que se
quiera; pero que, además, forman un todo; son teselas de un mismo mosaico. Unos
pueden ser más o menos conocidos o gustar más que otros, pero los hemos elegido
y combinado para que, sin romper el orden cronológico de escritura, constituyan
un conjunto armónico que refleje cierta progresión temática coherente como
libro único.
Después de leer y
releer los seis volúmenes de las obras completas de Blasco Ibáñez y después de
diversas cribas, elegir es rechazar, para ayudar a entender esa progresión, el
propio relato y el engarce de cada parte con el conjunto, hemos añadido una
explicación previa a cada texto, y notas léxicas o contextuales a pie de
página. Estas notas se vinculan con otras de información enciclopédica y
complementaria que se recogen en un anexo final. Por otra parte, en la
introducción general abordamos las múltiples facetas y peripecias del
personaje. En todos estos escritos hemos respetado al máximo las exigencias de
complejidad, amenidad y extensión que se supone corresponden a una obra
divulgativa que pretende, además, despertar el interés del público en general
por la vida y la obra de este autor.
Como diría la
expresión popular, son muchas cuerdas para un solo violín y tendrán que ser los
lectores los que digan en qué grado hemos conseguido una pieza armónica, un
conjunto afinado que «suene» bien y deleite al auditorio. Eso sí, podemos
asegurar que hemos dedicado mucho tiempo y esfuerzo para intentar lograr lo que
pretendíamos. Nuestra vuelta al mundo de Blasco ha sido trabajosa pero
placentera y provechosa, un (re)descubrimiento al que invitamos a los lectores
y que esperamos que facilite su ruta y que les entusiasme tanto como a
nosotros.
-Precisamente, lo que verdaderamente singulariza y enriquece esta edición,
más allá de los relatos de Blasco Ibáñez, es el pequeño estudio que precede cada
uno de ellos, nos introduce en él y nos lo “sitúa” en relación con el contexto
literario, histórico y social o con el resto de la obra y la vida del autor.
Esto va muy bien para cualquier lector, pero me imagino que para los
estudiantes debe de ser, no sé, mucho más útil y estimulante, ¿qué crees?;
porque motivar a los alumnos y alumnas cuesta, y mucho, ¿verdad?
-La colección
“Clásicos Algar Joven”, a la que pertenece este libro, va dirigida,
mayoritariamente, pero no solo, al lector joven, tanto del público en general
como del ámbito educativo. Y en algunos libros anteriores a este de Blasco,
como Cuentos que cuentan o Tres novelas ejemplares de Cervantes,
hemos visto que podía ser positivo aportar breves explicaciones que, a quien quisiera,
lo ayudaran a entrar mejor en el texto concreto y en el mundo de su autor. No
se trata, de ninguna manera, de añadir materia para examen sino de conectar el
mundo de los clásicos con el de nuestra juventud actual, y eso, en nuestra
larga trayectoria como profesores de literatura y animadores a la lectura,
hemos visto que siempre ha sido muy efectivo. De hecho, tanto la revista CLIJ
(Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil), Nº 273, septiembre-octubre 2016,
página 75, como algunos profesores nos han manifestado su valoración positiva,
como hacéis vosotros, y nos han animado a continuar aportando nuestras pequeñas
explicaciones en nuestros futuros libro.
Crear lectores, como
bien sabéis vosotros, resulta bastante difícil; inicialmente el joven suele
ofrecer resistencia, pero si tutelamos y animamos el proceso lector, los
resultados pueden ser más halagüeños de lo que, en un principio, podíamos
imaginar. En eso estamos: contad con nosotros que nosotros contamos con
vosotros.
26559
Cuentos de amor y de
guerra. Vicente
Blasco Ibáñez. Introducción y notas de Salvador Bataller
302 páginas 13 x 20,5 cms.
10.50 euros
Algar
La
antología Cuentos de amor y de guerra refleja muchos de los personajes, temas, conflictos
y escenarios de las mejores novelas de Vicente Blasco Ibáñez, pero con más
brevedad e intensidad. Ejemplifica la evolución del autor y muestra matices
diversos, pero complementarios y genuinamente blasquianos,
de dos ejes temáticos universales: el amor y la guerra, en facetas y momentos
históricos diferentes. Además, los relatos se complementan con una detallada
introducción, muy útil para comprender el contexto en el que se escribieron los
cuentos.
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069