Cazarabet conversa con... Agustín Vidaller, autor de “Costas
perfumadas” (Trea)
Trea Editorial en su colección de
narrativa edita una novela corta que es todo un placer de la primera a la
última página… todo desde la pluma de Agustín Vidaller.
Un libro excelente por el mundo ya no
solamente de la fascinación, sino también por la curiosidad.
Cierta condición posmoderna se obstina
en negar el pan y la sal a toda escritura que no constate el supuesto hartazgo
histórico que nos toca vivir, pero la máxima «Nulla aesthetica sine ethica», que a
modo de exordio bien podría inscribirse en la entrada a estas Costas
perfumadas, nos recuerda que la palabra es un último refugio en
tiempos oscuros y que, aun hoy, existe una aventura insólita llamada
literatura.
Costas
perfumadas es un libro que identifica la fascinación del hombre
occidental por lo extraño, por él y por lo Otro, como la penúltima batalla,
antes de la muerte, que le resta por librar; un libro que dialoga con Herodoto y con Joseph Conrad, con
William Blake y con Arthur Rimbaud,
con los notarios del mundo y con los iluminados del lenguaje; un libro que hace
del Viaje metáfora de la Vida, al modo como Ulises, de regreso a su hogar,
dibujó el mapa del universo conocido y se convirtió en el primer héroe de nuestra
ya milenaria cultura.
Andanza maravillosa y maravillada de otro marino que perdió la gracia del
mar, Costas perfumadas, la incursión de Agustín Vidaller
en el país de Punt, «el país de la abundancia, el
país de los dioses», nos regala la primera obra de un escritor admirable,
empeñado en desvelar ese misterio que, según Borges, acaso defina la esencia de
la literatura: la búsqueda de la belleza y la verdad ocultas en una palabra.
Cazarabet conversa con Agustín Vidaller:
-Agustín, ¿estamos ante una narrativa
de viajes?
- Estamos ante una narrativa de
aventuras, y la aventura implica el viaje o no es tal. Una traslación del
protagonista a un entorno desconocido y peligroso con el que se tendrá que
medir.
-¿Qué fue lo que te empujó a escribir Costas
perfumadas…o es como dar rienda suelta a aquello que te remueve o te va
removiendo por dentro?
-
Me movió el gusto de escribir la literatura que me gustaría leer. Fue un
ejercicio severo de imaginación, apoyado sobre un esfuerzo ingente de
documentación que no hubiera sido posible de no saber inglés y de no existir la
Red.
-Titulo que sin saber nada del libro, ni leer
la sinopsis me lleva a pensar en Amin Maalouf, ¿cómo lo ves, qué piensas?
- Leía a Maalouf
con mucho gusto hace veinticinco años. Comparto con él la búsqueda de lo
exótico, pero no incluyo en mis historias las melifluidades que a él le gustan.
El amor, por ejemplo, no aparece en mi literatura. Costas Perfumadas, el
título, suena muy rosa, pero en realidad es una ironía, porque la historia es
cruda.
-Y es que en las primeras páginas esto se
confirma. Me explico: tus párrafos se me asocian con cierta narrativa poética
de Maalouf con, por ejemplo, León el Africano…---ya
sé amigo que las comparaciones son odiosas--- Sigo encontrando lugares de encuentro,
de diálogo, incluso con otras plumas viajeras—aunque cada una lo haga a su
manera--,¿cómo lo ves?
-
Mis referencias literarias a la hora de escribir mi novela fueron Conrad, Rimbaud, Hugo Pratt y el Saint-Exupéry de
Ciudadela.
-Desde luego todos los libros que miran las
costas, los mares preñados de sal y las olas rompiendo las playas tienen algo
de La Odisea de Homero…porque en todos esos viajes, casi sin fin, aparece
Ulises, disfrazado de mil orígenes, pero ahí que está…
- Lo cierto es que siempre he
preferido la Odisea a la Ilíada.
-Aquí hay “un Ulises”---otro Ulises—muy, muy
particular, pero inquieto y casi diría inquietante
- Creo que el Ulises de este relato,
que es un inglés de Sheffield el cual se mantiene anónimo, sólo es un alma de
cántaro. Tiene la fatalidad de que ciertos personajes malévolos se disputen su
inocencia.
-¿Sigue esta narración el hilo
conductivo de la narrativa de Borges?, lo digo por esa utilización de “lo corto
y como condensado”…
-
Borges es mi principal influencia literaria, junto con Rimbaud,
pero extrañamente no está presente aquí.
-Pero tu narrativa es, me da, como más
impulsiva…si me permites más visceral…-Y siempre con esos denominadores comunes
del viaje…del viaje de viaje…
-
Lo impulsivo aquí está relacionado por ejemplo con El Corazón de las Tinieblas.
-Hablando de viajes, la vida es el mejor de
ellos para tomar muestras que volcar en la literatura, ¿no?
-
Mis viajes son mayormente mentales. Nunca he estado en el Cuerno de África ni
mucho menos.
-Tu narrativa es, eso sí, muy, muy
cuidada…prestas muchas atención a los detalles…
-
Sí, así es. Soy detallista hasta lo patológico. Pero en este mi primer libro
conseguí un flujo de conciencia considerable.
-Costas Perfumadas, ¿ha sido como una burbuja
de protección; como un lugar de refugio en lo referente al “contenido” del
relato?. Si miro al continente, noto como un encuentro
constante con lo humano y con esas constantes literaturas de otros
escritores…-En la sinopsis se dice, casi se alardea, que se hace de este libro
y del viaje casi un viaje con la vida…pero, amigo, ¿hasta qué punto porque uno
ve como puntos suspensivos” detrás de esto…?
-
No hay puntos suspensivos. Mi literatura es un viaje constante. En Oasis visito
el Antiguo Egipto, en Exotique la gran parte de los
relatos se desarrollan en Asia Central. No concibo escribir sobre espacios que
haya conocido personalmente.
-Amigo, ¿necesitamos de héroes como el Ulises
de Homero para seguir alimentándonos de la imaginación que, a menudo, tenemos y
no encontramos ni utilizamos?
-
Ulises está en todos nosotros porque tenemos que sobrevivir a factores hostiles
como la Covid o la economía adversa. El Ulises
literario está para los ratos libres, por mucho que nos ilustre o inspire.
-Porque, además, sin esa imaginación no nos
podemos poner a realizar un viaje…porque
sin imaginación los viajes serían una vivencia sin pálpito, sin vida…detrás de
esa imaginación debe de haber sentimiento y sentires…
-Ya
dijo Conrad que la imaginación es enemiga del valor
y, por tanto, un lastre para el aventurero. Para él la gente que se atreve se
caracteriza por no hallar en lo arriesgado nada a lo que su educación, o la
falta de ésta, no le haya acostumbrado. Son sujetos,
por lo tanto, con una capacidad menor para asombrarse.
-Me da que detrás de cada relato
narrativo que nos escribes se despliegan
muchos más; es como si se abriese una gran caja de Pandora…
-Así es. Hay continuamente un montón
de ideas bulléndome en la cabeza. Mi tragedia es que muchas veces soy incapaz
de materializarlas. A mis cincuenta y tres años, me pregunto cuánto tiempo me
queda para llevar a término la docena de libros que de una manera u otra tengo
empezados. Espero que sigan apareciendo más, y que nuevamente me inquiráis
sobre ellos.
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