Cazarabet conversa con... Isabel Alonso Dávila, autora de “Como un pulso”
(Caligrama)
La escritora y profesora Isabel Alonso
Dávila presenta un libro, casi podríamos decir autobiográfico o fundamentado o
mejor dicho más bien inspirado, en sus vivencias en primera persona que nos
acerca a los inciertos tiempos de la transición.
La docente y divulgadora se estrena
aquí en el género de la novela.
El libro, tiene un título muy acertado
para trazar un período de un trayecto vital y es que la vida transcurre, pulso
a pulso…así que, COMO UN PULSO, es un buen y acertado título…Explica la autora
de este sello:” Caligrama es la posibilidad de editar
tu novela cuando crees en ella y no has encontrado una editorial convencional
que quiera publicarla. Al ser el sello de autoedición del grupo Penguin Random
House, ofrece profesionalidad y buen hacer además de, espero, una buena
distribución”.
Sobre por qué leer la novela la propia
autora no da unos consejos:” se encontrarán con unos personajes que se debaten
entre la mentira y la verdad, con una madre que se ve obligada, a su pesar, a
enseñar a su hijo los caminos de la ocultación. Les diría que es una novela
inspirada en hechos reales y que mira a un pasado reciente, que este pasado nos
explica como país y nos interpela como personas. Y también que Como un
pulso explora los territorios de las relaciones familiares
durante una época de cambios profundos en que unos nuevos modos de vida chocan
bruscamente con los viejos modelos de la dictadura”.
Y la propia autora, nos pone unos
cuántos caramelos en la boca porque en su invitación a la lectura está la
reflexión, así desde esta novela, explica Isabel, se reflexiona:”Sobre la
ocultación, sobre cómo se aprende a mentir, sobre el diálogo obligado que
mantiene siempre lo privado y lo público. “Lo personal es político” escribió
Kate Millet en su Política sexual de 1970. Y esto es así en todas las
circunstancias históricas. Yo he querido plantear en Como un pulso esta
relación entre lo privado y lo público en un momento en que se produce un corte
generacional radical entre las personas que habían vivido la mayor parte de su
vida en una dictadura, que lleva de la mano la ocultación en todos los ámbitos,
y aquellas que alcanzan la juventud en los periodos de transición para vivir su
madurez ya en democracia, lo que permite una convivencia basada en una libertad
que deja más espacio a la verdad, también en todos los ámbitos”.
Lo que nos explica la sinopsis sobre
este libro:
1996, Julia Ávila y
su hijo Daniel Climent ponen fin a un enredo familiar originado veinte años
antes cuando una joven Julia embarazada, hija de una mujer de fuertes
convicciones franquistas, es detenida en Granada por la Brigada Político
Social. Su embarazo, parte del cual vivirá en la cárcel, constituirá el inicio
de una maraña de mentiras y medias verdades, de intentos de solución y
soluciones a medias, hasta que por fin se abra paso la verdad.
Inspirada en hechos reales, Como un
pulso explora con delicadeza los territorios de las relaciones familiares
durante una época en que unos nuevos modos de vida chocaban bruscamente con los
viejos modelos de la dictadura. Una historia de madres e hijos, de ocultaciones
y secretos, que deja al descubierto el estrecho vínculo que une lo privado y lo
público.
Nos acercamos a Isabel Alonso Dávila:
Isabel Alonso (Salamanca, 1953) es
licenciada en Historia por la Universidad de Granada. Participó en la lucha estudiantil
antifranquista y por ello fue detenida, encarcelada y procesada por el Tribunal
de Orden Público (TOP). Comenzó a trabajar en el mundo editorial, primero en la
distribuidora Progrés y después en la editorial Fernando Torres, ambas en la
ciudad de Valencia. Poco después, se
incorporó al mundo de la enseñanza secundaria. Durante un breve periodo de
tiempo fue profesora asociada en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha
participado en los movimientos de renovación pedagógica, especialmente en los temas
relacionados con la inclusión de las mujeres en la historia enseñada. En
relación con esta temática, es autora y coautora de numerosas publicaciones y
ha recibido el premio Emilia Pardo Bazán del Ministerio de Educación y, en dos
ocasiones, el premio 8 de marzo del Ayuntamiento de Barcelona. Como un pulso es
su primera novela.
Cazarabet
conversa con Isabel Alonso Dávila:
- Isabel, ¿en qué
momento y por qué crees que tu historia—la novela Como un pulso se
inspira en ella—puede ser llevada a la novela… ¿qué es lo que te lleva a
escribirla?
-Siempre pensé que era una historia
que merecía la pena que fuera contada. Pero, hasta que la jubilación me regaló
tiempo, no había podido dedicarme en serio a ello. Sí que es verdad que durante
mis últimos años como profesora de Historia de Instituto había ido recopilando
documentación en diferentes archivos. Pero que el trabajo con esta
documentación tomara forma de novela, en vez de un acercamiento como ensayo
histórico, fue una decisión que coincidió con la jubilación.
- ¿Por qué eliges
este género con el que hasta el momento no habías trabajado nunca...?
-La narrativa te ofrece una libertad
que el trabajo histórico, más pegado a los hechos y a la documentación, no te
da. Son dos maneras diferentes de acercarse al pasado. Había trabajado mucho
con fuentes orales y leído y reflexionado sobre ellas.
Quizás eso me estuviera acercando a la utilización de mi propia memoria, y la
de otros, para completar un conocimiento basado solo en documentos escritos
guardados en los archivos. Y, sabiendo que la memoria enlaza con mucha
frecuencia con la fabulación, decidí dar el salto completo y darme la libertad
de construir este relato como una novela de autoficción que me permitiera
contar cosas que quedarían fuera de foco en un estudio histórico.
- ¿Era el
momento, bien asentado el siglo XXI, de con esa historia resarcirte, calmarte y
poner orden…? ¿Para ti la escritura de este libro es como una especie de
ejercicio de catarsis…?
-Siempre he asumido mi propia
biografía desde la calma y sintiéndome resarcida y en paz con mi pasado. Nunca
he ocultado, en las conversaciones con amistades y personas que iba conociendo,
esa parte de mi historia personal. La única ocultación se producía en el ámbito
familiar y no creo que haya intentado resarcirme de ello al contar esta
historia. En este sentido, no ha sido un ejercicio de catarsis. Ahora bien, lo
que tenía claro es que sí quería escribirla y publicarla a pesar de que alguna
parte de mi familia se pudiera encontrar con sorpresas, con cosas que no sabía
y que quizás no les parezcan muy bien. Eso sí, lo que seguro que ha influido en
poder encarar este tema con calma ha sido el que mi madre ya no esté. Respecto
a mis hermanos, asumo el riesgo de confrontarme con sus opiniones, que serán
diversas, seguro, como diversas fueron nuestras maneras de vivir bajo el
franquismo.
-Sentir el azote
de la represión de la dictadura franquista y la cárcel en tus huesos, ¿cómo y
de qué manera te marcó, más allá de cómo activista desde el punto de vista de
ser y ejercer como mujer…? Y ¿cómo ha trascendido en tu vida?
-Ser detenida tres veces, una en el
año 72, otra en el 74 y otra en el 75, con dieciocho, veinte y veintiún años
respectivamente, me marcó, claro. Pero la cronología de la última detención,
que podría haber sido la que hubiera tenido consecuencias penales más graves,
hizo que, si bien fui procesada por el TOP, no llegara a ser juzgada. Así que
mi situación no es en absoluto comparable con la de las personas que fueron
detenidas en años anteriores, juzgadas y condenadas a largas penas de cárcel,
que marcaron mucho más sus vidas. Mis estudios no quedaron interrumpidos y mi
trayectoria profesional posterior no creo yo que haya quedado muy marcada por
las detenciones y los breves periodos en la cárcel.
- ¿Cómo fue, a
grandes rasgos, tu lucha contra el franquismo?
-Durante mis últimos cursos de
bachillerato –finales de los 60– entré en contacto con estudiantes
universitarios comprometidos en la lucha antifranquista y, cuando llegué a la universidad,
me encuadré, clandestinamente, claro, en la organización del PCE de la
Universidad de Valencia. La convocatoria de asambleas e intervenir en las
mismas para convencer al estudiantado indeciso; redactar, imprimir
clandestinamente y lanzar en la Facultad panfletos con consignas
antifranquistas participar en pequeñas y rápidas manifestaciones (“saltos” los
llamábamos) –la primera vez que fui detenida fue precisamente en uno de estos
“saltos”, el 1º de mayo de 1972–; además, intentábamos siempre integrar a otros
estudiantes en la lucha y en el partido. Esas eran nuestras actividades
principales. Por todas estas actividades fui expedientada en Valencia en 1973,
junto a más de trescientos estudiantes, y me tuve que trasladar a la
universidad de Granada. En Granada, mis actividades seguían siendo las mismas,
pero, además, como responsable del Partido de la Facultad de Filosofía y
Letras, participaba en las reuniones del Comité Universitario y tenía contactos
con el Comité Provincial para coordinarnos con el movimiento obrero (sobre todo
con la construcción, recuerdo) y organizar acciones conjuntas, como el
lanzamiento de octavillas en las obras. También fui delegada de estudiantes en
el Claustro de Facultad, ya que el PCE abogaba por aprovechar las posibilidades
legales y nos presentábamos a las elecciones estudiantiles. Recuerdo, en este
sentido, el apoyo de los estudiantes a la lucha de los PNNs (Profesores No
Numerarios).
-Mujer y
embarazada en una cárcel de la España franquista…se me hace un nudo en el
estómago…toda una amalgama de sensaciones, vivencias, inquietudes y emociones
debieron darse cita en ti de una manera un poco especial y hasta me atrevería a
decir que incómoda, ¿no?, ¿cómo lo ves?; porque de entrada tus padres para nada
respaldaban tus ideas…no tienen porqué, pero si hay cierta complicidad… ciertos
malos tragos, supongo, se pasan mejor, ¿es así?
- ¿Lo peor es saber “manejarse” con la maraña
de silencios, medias verdades, mentiras…?
-Claro, es que una dictadura es, por
definición, un territorio de ocultación, de misterios, de silencios, de
mentiras. Y todo esto no se queda sólo en el ámbito de lo estrictamente
político. Cuando pensamos en memoria histórica
todavía predomina la idea de rescatar sobre todo la represión política, aunque
haga ya muchos años que la historia de las mentalidades abrió otros caminos.
Claro que es fundamental estudiar la represión política, sacarla a la luz y
reconocer y honrar a las víctimas. Pero, además, es muy importante hacer
evidente que la dictadura impuso también unas formas de vida en el territorio
de lo personal, de lo familiar, totalmente contrarias a la libertad. Y esto convirtió en víctimas a muchas más
personas, no solo a las detenidas y represaliadas. Una dictadura tan larga como
la española moldeó las mentalidades de generaciones enteras. Y las imposiciones
no se dieron solamente en el ámbito de lo público, sino que se instalaron con
fuerza en los conflictos generacionales del ámbito familiar. Yo quería contar
precisamente esto, que una dictadura no es sólo un sistema político de falta de
libertades públicas durante el tiempo en el que se mantiene el sistema, sino
que también afecta a la vida privada y que perdura en tiempos mucho más
largos. Braudel
hablaba de tiempo corto, medio y largo en la
historia. Por eso, los personajes de Como un pulso no se mueven solo en
los territorios de la lucha política, las detenciones, los registros, la
cárcel. Y tampoco acaba la historia con la muerte del dictador.
-Como profesora
de historia que has aconsejado muchos libros…. ¿puedes ver que el tuyo, Como
un pulso, sea una herramienta en una clase de historia contemporánea?
-Hace ya años que la historia de las mentalidades
y también las teóricas del feminismo han reivindicado la literatura como fuente
histórica y lugar donde podemos encontrar a las mujeres pensando el mundo. Yo
misma he utilizado en mis clases algunos textos de los recogidos en aquella
antología de Belmonte, Betegón y Avilés, Textos literarios para la historia
contemporánea que publicó Debate en
1985. De todas maneras, pensando en la utilización en las clases de historia
estoy publicando un blog en el que estoy transcribiendo los documentos de archivo
que dan origen a la historia: https://isabelalonsodavila.com/
-Cómo te
planteaste el hilo conductor de la novela y el desarrollo del mismo…
-La novela recorre la vida de Julia y
su hijo Daniel entre octubre de 1975 y febrero de 1996. Seguimos a estos
personajes en los veinte años que van desde la detención, por parte de la
Brigada Político Social, de una joven Julia embarazada; y la firma de un
documento notarial por parte de Daniel. Como un
pulso centra su argumento en el conflicto entre verdad o mentira, entre
decir u ocultar, entre vivir de acuerdo con tu concepto de libertad o asumir la
opresión familiar enraizada en una cultura heredada.
-El escenario es
la España de la transición; la historia—digamos, que se inspira en tus
vivencias y los personajes, por favor, amiga Isabel, acércanos a los
personajes…porque la novela es casi, a la vez, una novela coral…
-Además de los personajes de Julia y Daniel,
también será fundamental el personaje de Florita, madre de Julia, mujer de
fuertes convicciones franquistas y verdadera antagonista de Julia en esta
historia. Dolo, Roberto y Simón –estudiantes también al principio de la novela–
detenidos el mismo día que Julia por su participación en el movimiento estudiantil
serán personajes también muy importantes a lo largo de toda la historia. Y, por
último, el padre y los hermanos de Julia, las compañeras en la lucha feminista,
las personas con las que va enlazando su vida posterior a la estancia en la
cárcel, en Valencia y Barcelona, completarán el mosaico.
-El colectivo y
la fuerza de la mujer y del feminismo o “lo femenino” es una constante, ¿no?
-Sí, sí, claro. Soy mujer y mis
experiencias vitales me han llevado a una determinada visión del mundo. Pero,
además, en la segunda parte de la novela: “Una libertad furtiva”, Julia entra
en contacto con los grupos feministas en Valencia, con la vocalía de mujeres de
la asociación de vecinos de Benicalap, con el Movimiento Democrático de
Mujeres, con la coordinadora de grupos de mujeres y esto la acercará a unas
lecturas que darán un marco teórico para la reflexión sobre un mundo que ella
ya intuía vivencialmente.
-Pero el libro es
también como una hoja de ruta de la renovación pedagógica, ¿qué nos puedes
comentar?
-Cuando hoy o
desde el presente se ponen tantas dudas sobre cómo se llevaron a cabo muchas
cosas en torno a la transición… ¿qué sientes?
-Pues te puedes imaginar. De aquellos polvos,
estos lodos. Siento una gran preocupación. Esa transición que dejó tantos
aparatos del Estado franquista intocados o poco democratizados creo que supone
un estrés sobreañadido que no nos merecemos, ni la gente que luchamos por
acabar la dictadura ni la ciudadanía en general.
- ¿Fallaron
muchos de los personajes dirigentes de la misma?
-Recuerdo aquel debate sobre si reforma o
ruptura. Creo que una ruptura, como se había dado en Portugal o en Grecia, nos
habría aportado una democracia de mayor calidad. Por tanto, quizás los que
abogaron, o se plegaron, a la reforma como única salida posible quizás fueron
los que fallaron.
-Pretendes que
reflexionemos y mucho en torno a la transición, a las personas que la
protagonizaron, sobre el resultado, sobre el conformismo…. pero también ese
silencio ensordecedor, sobre las medias verdades y las mentiras… ¿es así?
-Sí. Y sobre todo pensando en toda la realidad,
no solo en el marco más genuinamente político. “Lo personal es político”
escribió Kate Millet en 1970 en Política sexual.
-Pero el
compromiso político social también está muy, muy presente…. ¿te has preguntado
alguna vez que sería de la humanidad sin personas o sin que tomásemos partido
en el compromiso, humano, político y social…?
-El compromiso político-social es fundamental y
se encarna en personas concretas y en colectivos concretos. El nombre de la
novela, Como un pulso, me lo trajo el recuerdo de una poesía de Gabriel
Celaya en la voz de Paco Ibáñez: “La poesía es un arma cargada de futuro” que,
entre otras cosas, decía:
“Maldigo la poesía
Concebida como un lujo
Cultural por los neutrales,
Que lavándose las manos
Se desentienden y evaden,
Maldigo la poesía
De quien no toma partido,
Partido hasta mancharse.”
-Por mucho que
todo el libro viaje ante o entre tus vivencias en ese determinado período
histórico, rodeado de todas las influencias y con la compañía de estos
personajes que desfilan…todo esto no hubiese sido posible solamente por la
creatividad narrativa y literaria…lo que quiero decir es que el proceso de
documentación e investigación no puede ser posible, ¿verdad?, coméntanos cómo
fue ese proceso…seguramente apasionante, ¿es así?
-Hace ya unos años, y por pura
casualidad, inicié una búsqueda: la de los documentos que pudieran encontrarse
en los archivos del estado sobre mi periodo de estudiante universitaria
(1969-1975). En un día de invierno de 2008, salía yo con mi hermano Elías del
Ministerio de Educación en la calle de Alcalá de Madrid y Elías, muy observador
desde la infancia, me señaló una pequeña puerta, a la derecha de la enorme
puerta principal del ministerio, sobre la que se podía leer, en una placa:
“Secretaría General de Instituciones Penitenciarias”. Me propuso que entráramos
un momento, ya que un compañero suyo de instituto sabía que su abuelo había
sido fusilado en la cárcel, pero la familia no conocía en qué cárcel había sido
ni en qué fecha. Entramos a preguntar sobre si había algún tipo de
procedimiento para hacer esta indagación y nos informaron de que sí: algún
miembro de la familia tenía que hacer una instancia solicitando la información
sobre el abuelo que tuvieran en Instituciones Penitenciarias. Nos dieron un
modelo de instancia: “Anexo III.- Solicitud de Acceso”. Con aquel papel se fue
Elías hacia Alicante y yo me volví a Londres, donde trabajaba entonces como
profesora de Historia en el Instituto Cañada Blanch. En ningún momento se me
ocurrió relacionar aquello con mi historia personal. El ocho de agosto de aquel
mismo año, tuve que hacer de nuevo alguna gestión en el Ministerio de
Educación. Cuando salía, volví a ver la puerta de la Secretaría General de
Instituciones Penitenciarias y decidí entrar. Pero, esta vez, pregunté por mí.
Me dieron de nuevo el modelo de instancia y la rellené allí mismo: “EXPONE: Que
precisa consultar los documentos obrantes en archivos del Ministerio del
Interior que se especifican más abajo por los siguientes motivos:”. Puse una
cruz en la casilla que decía “Por contender datos relativos a mi persona” y más
adelante “De acuerdo con todo lo anterior, SOLICITA tener acceso a los
siguientes documentos:”. A mano, escribí aquel día: “copia de todo lo que
obre en mi expediente penitenciario” y firmé aquella instancia en “Madrid, a
ocho de agosto de 2008”. A principios de octubre de aquel mismo año, recibí una
carta de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias: “Nos dirigimos
a usted, en contestación a su solicitud de fecha 8 de agosto en la que pedía
copia de su expediente penitenciario, con el fin de aclarar algunos puntos de
la misma. Deberá enviar a esta Secretaría General, bien por correo ordinario o
bien a nuestro correo electrónico, con el fin de facilitar la localización de
su expediente los siguientes datos: prisiones en las que estuvo y última prisión
de la que salió en libertad. Envíe un teléfono de contacto o dirección de
correo electrónico para poder localizarla en caso de necesitar concretar algún
punto. Esperando su respuesta, reciba un cordial saludo”. Así empezó este
camino, que después me llevaría al Archivo Histórico Nacional y, más adelante,
al Centro de Documentación de la Memoria Histórica de Salamanca. Hoy tengo en
mi poder:-noventa y cinco páginas fotocopiadas, correspondientes a cuatro
expedientes policiales custodiados en el Archivo Histórico Nacional,
-diecisiete páginas fotocopiadas,
relativas a mi paso por la prisión de Granada, custodiadas en el Archivo del
Ministerio del Interior y
-cuarenta y cinco páginas fotocopiadas
correspondientes a un expediente del Tribunal de Orden Público (TOP).
Parte de esta documentación está
integrada literariamente en la novela. Os dejo aquí dos carátulas de los
documentos:
Suelo escribir por las mañanas, nada
más levantarme, después del primer café. Las tardes las dedico a la lectura de
sofá y no de lo que yo escribo sino de lo que se ha publicado recientemente o
algunas lecturas que se quedaron pendientes. Al día siguiente, de nuevo por la
mañana, releo en pantalla lo que escribí el día anterior, corrijo y sigo.
Cuando tengo un volumen importante de páginas, imprimo y releo en papel. La lectura
en papel te permite ver cosas que la lectura en pantalla obvia con más
facilidad. Esta lectura en papel me permite nuevas correcciones y seguir
adelante con una escritura en ordenador más orientada. Y, cuando me desoriento,
siempre puedo volver a la escaleta, que me recordará dónde estoy y a dónde
quiero llegar.
-Amiga,
seguramente que ya estás con algún que otro trabajo vinculado a las letras, la
divulgación… ¿nos puedes dar alguna pista?
-Pues sí, hace un año y medio encaré
la escritura de una segunda novela. El título provisional: La insoportable
desmemoria. Lo estoy escribiendo a partir de una serie de vivencias
personales, el proceso de degradación de mi madre en sus últimos años a partir
de la enfermedad de Alzheimer. Pero también de la reflexión en la que he
profundizado a partir de mi activismo en la asociación Derecho a Morir
Dignamente de Cataluña (DMD-Cat). Ya hacía años que me preocupaba mucho este
tema: recuerdo perfectamente cómo fui siguiendo el caso de Ramón Sampedro o la
persecución judicial de Luis Montes. Y, cuando viví la degradación y el proceso
de muerte de mi madre, decidí comprometerme en esta lucha, que no deja de ser
también una lucha por la libertad, en este caso la libertad al final de la
vida. Desde hace cuatro años soy la presidenta de DMD-Cat. De todas maneras,
quiero acercarme a este tema también desde la literatura. Os iré
informando.
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