Portada_ComoUnPulso.jpgCazarabet conversa con...   Isabel Alonso Dávila, autora de “Como un pulso” (Caligrama)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La escritora y profesora Isabel Alonso Dávila presenta un libro, casi podríamos decir autobiográfico o fundamentado o mejor dicho más bien inspirado, en sus vivencias en primera persona que nos acerca a los inciertos tiempos de la transición.

La docente y divulgadora se estrena aquí en el género de la novela.

El libro, tiene un título muy acertado para trazar un período de un trayecto vital y es que la vida transcurre, pulso a pulso…así que, COMO UN PULSO, es un buen y acertado título…Explica la autora de este sello:” Caligrama es la posibilidad de editar tu novela cuando crees en ella y no has encontrado una editorial convencional que quiera publicarla. Al ser el sello de autoedición del grupo Penguin Random House, ofrece profesionalidad y buen hacer además de, espero, una buena distribución”.

Sobre por qué leer la novela la propia autora no da unos consejos:” se encontrarán con unos personajes que se debaten entre la mentira y la verdad, con una madre que se ve obligada, a su pesar, a enseñar a su hijo los caminos de la ocultación. Les diría que es una novela inspirada en hechos reales y que mira a un pasado reciente, que este pasado nos explica como país y nos interpela como personas. Y también que Como un pulso explora los territorios de las relaciones familiares durante una época de cambios profundos en que unos nuevos modos de vida chocan bruscamente con los viejos modelos de la dictadura”.

Y la propia autora, nos pone unos cuántos caramelos en la boca porque en su invitación a la lectura está la reflexión, así desde esta novela, explica Isabel, se reflexiona:”Sobre la ocultación, sobre cómo se aprende a mentir, sobre el diálogo obligado que mantiene siempre lo privado y lo público. “Lo personal es político” escribió Kate Millet en su Política sexual de 1970. Y esto es así en todas las circunstancias históricas. Yo he querido plantear en Como un pulso esta relación entre lo privado y lo público en un momento en que se produce un corte generacional radical entre las personas que habían vivido la mayor parte de su vida en una dictadura, que lleva de la mano la ocultación en todos los ámbitos, y aquellas que alcanzan la juventud en los periodos de transición para vivir su madurez ya en democracia, lo que permite una convivencia basada en una libertad que deja más espacio a la verdad, también en todos los ámbitos”.

El libro lo edita el sello Caligrama dentro del Grupo Penguin Random House Mondadori.

Lo que nos explica la sinopsis sobre este libro:

1996, Julia Ávila y su hijo Daniel Climent ponen fin a un enredo familiar originado veinte años antes cuando una joven Julia embarazada, hija de una mujer de fuertes convicciones franquistas, es detenida en Granada por la Brigada Político Social. Su embarazo, parte del cual vivirá en la cárcel, constituirá el inicio de una maraña de mentiras y medias verdades, de intentos de solución y soluciones a medias, hasta que por fin se abra paso la verdad.

Inspirada en hechos reales, Como un pulso explora con delicadeza los territorios de las relaciones familiares durante una época en que unos nuevos modos de vida chocaban bruscamente con los viejos modelos de la dictadura. Una historia de madres e hijos, de ocultaciones y secretos, que deja al descubierto el estrecho vínculo que une lo privado y lo público.

Nos acercamos a Isabel Alonso Dávila:

Isabel Alonso (Salamanca, 1953) es licenciada en Historia por la Universidad de Granada. Participó en la lucha estudiantil antifranquista y por ello fue detenida, encarcelada y procesada por el Tribunal de Orden Público (TOP). Comenzó a trabajar en el mundo editorial, primero en la distribuidora Progrés y después en la editorial Fernando Torres, ambas en la ciudad de Valencia.  Poco después, se incorporó al mundo de la enseñanza secundaria. Durante un breve periodo de tiempo fue profesora asociada en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha participado en los movimientos de renovación pedagógica, especialmente en los temas relacionados con la inclusión de las mujeres en la historia enseñada. En relación con esta temática, es autora y coautora de numerosas publicaciones y ha recibido el premio Emilia Pardo Bazán del Ministerio de Educación y, en dos ocasiones, el premio 8 de marzo del Ayuntamiento de Barcelona. Como un pulso es su primera novela.

 

 

 

Cazarabet conversa con Isabel Alonso Dávila:

Foto-autora-Isabel-Alonso-2.jpg- Isabel, ¿en qué momento y por qué crees que tu historia—la novela Como un pulso se inspira en ella—puede ser llevada a la novela… ¿qué es lo que te lleva a escribirla?

-Siempre pensé que era una historia que merecía la pena que fuera contada. Pero, hasta que la jubilación me regaló tiempo, no había podido dedicarme en serio a ello. Sí que es verdad que durante mis últimos años como profesora de Historia de Instituto había ido recopilando documentación en diferentes archivos. Pero que el trabajo con esta documentación tomara forma de novela, en vez de un acercamiento como ensayo histórico, fue una decisión que coincidió con la jubilación.

- ¿Por qué eliges este género con el que hasta el momento no habías trabajado nunca...?

-La narrativa te ofrece una libertad que el trabajo histórico, más pegado a los hechos y a la documentación, no te da. Son dos maneras diferentes de acercarse al pasado. Había trabajado mucho con fuentes orales y leído y reflexionado sobre ellas. Quizás eso me estuviera acercando a la utilización de mi propia memoria, y la de otros, para completar un conocimiento basado solo en documentos escritos guardados en los archivos. Y, sabiendo que la memoria enlaza con mucha frecuencia con la fabulación, decidí dar el salto completo y darme la libertad de construir este relato como una novela de autoficción que me permitiera contar cosas que quedarían fuera de foco en un estudio histórico. 

- ¿Era el momento, bien asentado el siglo XXI, de con esa historia resarcirte, calmarte y poner orden…? ¿Para ti la escritura de este libro es como una especie de ejercicio de catarsis…?

-Siempre he asumido mi propia biografía desde la calma y sintiéndome resarcida y en paz con mi pasado. Nunca he ocultado, en las conversaciones con amistades y personas que iba conociendo, esa parte de mi historia personal. La única ocultación se producía en el ámbito familiar y no creo que haya intentado resarcirme de ello al contar esta historia. En este sentido, no ha sido un ejercicio de catarsis. Ahora bien, lo que tenía claro es que sí quería escribirla y publicarla a pesar de que alguna parte de mi familia se pudiera encontrar con sorpresas, con cosas que no sabía y que quizás no les parezcan muy bien. Eso sí, lo que seguro que ha influido en poder encarar este tema con calma ha sido el que mi madre ya no esté. Respecto a mis hermanos, asumo el riesgo de confrontarme con sus opiniones, que serán diversas, seguro, como diversas fueron nuestras maneras de vivir bajo el franquismo.

-Sentir el azote de la represión de la dictadura franquista y la cárcel en tus huesos, ¿cómo y de qué manera te marcó, más allá de cómo activista desde el punto de vista de ser y ejercer como mujer…? Y ¿cómo ha trascendido en tu vida?

-Ser detenida tres veces, una en el año 72, otra en el 74 y otra en el 75, con dieciocho, veinte y veintiún años respectivamente, me marcó, claro. Pero la cronología de la última detención, que podría haber sido la que hubiera tenido consecuencias penales más graves, hizo que, si bien fui procesada por el TOP, no llegara a ser juzgada. Así que mi situación no es en absoluto comparable con la de las personas que fueron detenidas en años anteriores, juzgadas y condenadas a largas penas de cárcel, que marcaron mucho más sus vidas. Mis estudios no quedaron interrumpidos y mi trayectoria profesional posterior no creo yo que haya quedado muy marcada por las detenciones y los breves periodos en la cárcel.

- ¿Cómo fue, a grandes rasgos, tu lucha contra el franquismo?

-Durante mis últimos cursos de bachillerato –finales de los 60– entré en contacto con estudiantes universitarios comprometidos en la lucha antifranquista y, cuando llegué a la universidad, me encuadré, clandestinamente, claro, en la organización del PCE de la Universidad de Valencia. La convocatoria de asambleas e intervenir en las mismas para convencer al estudiantado indeciso; redactar, imprimir clandestinamente y lanzar en la Facultad panfletos con consignas antifranquistas participar en pequeñas y rápidas manifestaciones (“saltos” los llamábamos) –la primera vez que fui detenida fue precisamente en uno de estos “saltos”, el 1º de mayo de 1972–; además, intentábamos siempre integrar a otros estudiantes en la lucha y en el partido. Esas eran nuestras actividades principales. Por todas estas actividades fui expedientada en Valencia en 1973, junto a más de trescientos estudiantes, y me tuve que trasladar a la universidad de Granada. En Granada, mis actividades seguían siendo las mismas, pero, además, como responsable del Partido de la Facultad de Filosofía y Letras, participaba en las reuniones del Comité Universitario y tenía contactos con el Comité Provincial para coordinarnos con el movimiento obrero (sobre todo con la construcción, recuerdo) y organizar acciones conjuntas, como el lanzamiento de octavillas en las obras. También fui delegada de estudiantes en el Claustro de Facultad, ya que el PCE abogaba por aprovechar las posibilidades legales y nos presentábamos a las elecciones estudiantiles. Recuerdo, en este sentido, el apoyo de los estudiantes a la lucha de los PNNs (Profesores No Numerarios).

-Mujer y embarazada en una cárcel de la España franquista…se me hace un nudo en el estómago…toda una amalgama de sensaciones, vivencias, inquietudes y emociones debieron darse cita en ti de una manera un poco especial y hasta me atrevería a decir que incómoda, ¿no?, ¿cómo lo ves?; porque de entrada tus padres para nada respaldaban tus ideas…no tienen porqué, pero si hay cierta complicidad… ciertos malos tragos, supongo, se pasan mejor, ¿es así?

-Como mujer, embarazada además durante la última detención, creo que esta circunstancia, que utilicé claramente pidiendo que me viera un médico, me pudo salvar de las palizas que les dieron a otros de mis compañeros también detenidos. Lo más terrible para mí, como mujer, fue la imposibilidad de mantener una mínima higiene en esa pocilga que era la letrina del pasillo de calabozos de la Comisaría Central de Granada. Ni siquiera había papel de wáter. Estuve allí 8 días –siempre había leyes de excepción a aplicar en el estado de excepción permanente que significa una dictadura–. Recreo en la novela lo que supuso mi examen ginecológico por estudiantes de Medicina en el Hospital de San Juan de Dios de Granada, cuando hacía días que no me había podido lavar ni limpiar mínimamente. Recuerdo esto como la humillación y la degradación absoluta. También lo que significaba que te subieran a interrogar sintiéndote sucia y maloliente. Otra cosa que rescato en la novela es que la monja que venía a la cárcel me propuso que ocultara mi embarazo y que ella me proporcionaría los medios para parir en un hospital muy bueno de Granada, cuando llegara el momento, para entregar a mi hijo a una familia acomodada, “Una buena familia”, creo recordar que fueron sus palabras. Pienso ahora que sería una práctica habitual y cuánto dolor habrá provocado a las mujeres que perdieron a sus hijos de esta manera. Las asociaciones que están trabajando el tema de los “niños robados” seguro que saben muchísimo de esto. Por último, el hecho de que mis padres no respaldaran mis ideas lo hacía todo mucho más difícil. Les hice sufrir muchísimo y no era esto lo que yo buscaba, evidentemente. Era lo que peor llevaba. Ahora pienso que lo que en democracia seguramente habría significado solo alguna discusión familiar en alguna celebración, en dictadura significaba verdaderos desgarros y mucho dolor.

foto-Isabel-Alonso-estudian.jpg- ¿Lo peor es saber “manejarse” con la maraña de silencios, medias verdades, mentiras…?

-Claro, es que una dictadura es, por definición, un territorio de ocultación, de misterios, de silencios, de mentiras. Y todo esto no se queda sólo en el ámbito de lo estrictamente político. Cuando pensamos en memoria histórica todavía predomina la idea de rescatar sobre todo la represión política, aunque haga ya muchos años que la historia de las mentalidades abrió otros caminos. Claro que es fundamental estudiar la represión política, sacarla a la luz y reconocer y honrar a las víctimas. Pero, además, es muy importante hacer evidente que la dictadura impuso también unas formas de vida en el territorio de lo personal, de lo familiar, totalmente contrarias a la libertad.  Y esto convirtió en víctimas a muchas más personas, no solo a las detenidas y represaliadas. Una dictadura tan larga como la española moldeó las mentalidades de generaciones enteras. Y las imposiciones no se dieron solamente en el ámbito de lo público, sino que se instalaron con fuerza en los conflictos generacionales del ámbito familiar. Yo quería contar precisamente esto, que una dictadura no es sólo un sistema político de falta de libertades públicas durante el tiempo en el que se mantiene el sistema, sino que también afecta a la vida privada y que perdura en tiempos mucho más largos.  Braudel hablaba de tiempo corto, medio y largo en la historia. Por eso, los personajes de Como un pulso no se mueven solo en los territorios de la lucha política, las detenciones, los registros, la cárcel. Y tampoco acaba la historia con la muerte del dictador.

-Como profesora de historia que has aconsejado muchos libros…. ¿puedes ver que el tuyo, Como un pulso, sea una herramienta en una clase de historia contemporánea?

-Hace ya años que la historia de las mentalidades y también las teóricas del feminismo han reivindicado la literatura como fuente histórica y lugar donde podemos encontrar a las mujeres pensando el mundo. Yo misma he utilizado en mis clases algunos textos de los recogidos en aquella antología de Belmonte, Betegón y Avilés, Textos literarios para la historia contemporánea que publicó Debate en 1985. De todas maneras, pensando en la utilización en las clases de historia estoy publicando un blog en el que estoy transcribiendo los documentos de archivo que dan origen a la historia: https://isabelalonsodavila.com/

-Cómo te planteaste el hilo conductor de la novela y el desarrollo del mismo…

-La novela recorre la vida de Julia y su hijo Daniel entre octubre de 1975 y febrero de 1996. Seguimos a estos personajes en los veinte años que van desde la detención, por parte de la Brigada Político Social, de una joven Julia embarazada; y la firma de un documento notarial por parte de Daniel. Como un pulso centra su argumento en el conflicto entre verdad o mentira, entre decir u ocultar, entre vivir de acuerdo con tu concepto de libertad o asumir la opresión familiar enraizada en una cultura heredada.

-El escenario es la España de la transición; la historia—digamos, que se inspira en tus vivencias y los personajes, por favor, amiga Isabel, acércanos a los personajes…porque la novela es casi, a la vez, una novela coral…

-Además de los personajes de Julia y Daniel, también será fundamental el personaje de Florita, madre de Julia, mujer de fuertes convicciones franquistas y verdadera antagonista de Julia en esta historia. Dolo, Roberto y Simón –estudiantes también al principio de la novela– detenidos el mismo día que Julia por su participación en el movimiento estudiantil serán personajes también muy importantes a lo largo de toda la historia. Y, por último, el padre y los hermanos de Julia, las compañeras en la lucha feminista, las personas con las que va enlazando su vida posterior a la estancia en la cárcel, en Valencia y Barcelona, completarán el mosaico.

-El colectivo y la fuerza de la mujer y del feminismo o “lo femenino” es una constante, ¿no?

-Sí, sí, claro. Soy mujer y mis experiencias vitales me han llevado a una determinada visión del mundo. Pero, además, en la segunda parte de la novela: “Una libertad furtiva”, Julia entra en contacto con los grupos feministas en Valencia, con la vocalía de mujeres de la asociación de vecinos de Benicalap, con el Movimiento Democrático de Mujeres, con la coordinadora de grupos de mujeres y esto la acercará a unas lecturas que darán un marco teórico para la reflexión sobre un mundo que ella ya intuía vivencialmente.

-Pero el libro es también como una hoja de ruta de la renovación pedagógica, ¿qué nos puedes comentar?

-Respecto a la presencia de las mujeres en la historia enseñada, muchas investigaciones históricas han rescatado a mujeres del olvido y los libros de texto de historia, que se alimentan de ellas, recogen ahora algunos de sus nombres. De todas maneras, un análisis de los libros de texto más utilizados en la actualidad seguramente seguiría mostrando que “el arquetipo viril” es todavía el protagonista de la historia que enseñamos, como lo era en los libros de texto que analizó Amparo Moreno en sus Ejercicios de lectura no androcéntrica de 1986. Queda mucho por hacer. Hace falta es una reflexión más radical sobre hacia dónde hay que dirigir esfuerzos en el estudio del pasado y a partir de qué jerarquización debemos presentar los nuevos contenidos en la historia enseñada. Hay que dar un paso más y cambiar la mirada para que en los libros de historia entren más mujeres, tanto con nombre propio como grupalmente, y ocupen un espacio que no quede en los márgenes, sino que llegue al centro de la historia enseñada. Además, esta nueva mirada debe llevar también a la incorporación de otros grupos marginados en el relato histórico y otros contenidos también muy necesarios. Por ejemplo, será importante investigar y enseñar también cuándo y de qué manera iniciamos los humanos el camino de la destrucción de la naturaleza, en qué periodos y por qué se aceleró esta destrucción.

-Cuando hoy o desde el presente se ponen tantas dudas sobre cómo se llevaron a cabo muchas cosas en torno a la transición… ¿qué sientes?

-Pues te puedes imaginar. De aquellos polvos, estos lodos. Siento una gran preocupación. Esa transición que dejó tantos aparatos del Estado franquista intocados o poco democratizados creo que supone un estrés sobreañadido que no nos merecemos, ni la gente que luchamos por acabar la dictadura ni la ciudadanía en general.

- ¿Fallaron muchos de los personajes dirigentes de la misma?

-Recuerdo aquel debate sobre si reforma o ruptura. Creo que una ruptura, como se había dado en Portugal o en Grecia, nos habría aportado una democracia de mayor calidad. Por tanto, quizás los que abogaron, o se plegaron, a la reforma como única salida posible quizás fueron los que fallaron.

-Pretendes que reflexionemos y mucho en torno a la transición, a las personas que la protagonizaron, sobre el resultado, sobre el conformismo…. pero también ese silencio ensordecedor, sobre las medias verdades y las mentiras… ¿es así?

-Sí. Y sobre todo pensando en toda la realidad, no solo en el marco más genuinamente político. “Lo personal es político” escribió Kate Millet en 1970 en Política sexual.

-Pero el compromiso político social también está muy, muy presente…. ¿te has preguntado alguna vez que sería de la humanidad sin personas o sin que tomásemos partido en el compromiso, humano, político y social…?

-El compromiso político-social es fundamental y se encarna en personas concretas y en colectivos concretos. El nombre de la novela, Como un pulso, me lo trajo el recuerdo de una poesía de Gabriel Celaya en la voz de Paco Ibáñez: “La poesía es un arma cargada de futuro” que, entre otras cosas, decía:

“Maldigo la poesía
Concebida como un lujo
Cultural por los neutrales,
Que lavándose las manos
Se desentienden y evaden,
Maldigo la poesía
De quien no toma partido,
Partido hasta mancharse.”

-Por mucho que todo el libro viaje ante o entre tus vivencias en ese determinado período histórico, rodeado de todas las influencias y con la compañía de estos personajes que desfilan…todo esto no hubiese sido posible solamente por la creatividad narrativa y literaria…lo que quiero decir es que el proceso de documentación e investigación no puede ser posible, ¿verdad?, coméntanos cómo fue ese proceso…seguramente apasionante, ¿es así?

-Hace ya unos años, y por pura casualidad, inicié una búsqueda: la de los documentos que pudieran encontrarse en los archivos del estado sobre mi periodo de estudiante universitaria (1969-1975). En un día de invierno de 2008, salía yo con mi hermano Elías del Ministerio de Educación en la calle de Alcalá de Madrid y Elías, muy observador desde la infancia, me señaló una pequeña puerta, a la derecha de la enorme puerta principal del ministerio, sobre la que se podía leer, en una placa: “Secretaría General de Instituciones Penitenciarias”. Me propuso que entráramos un momento, ya que un compañero suyo de instituto sabía que su abuelo había sido fusilado en la cárcel, pero la familia no conocía en qué cárcel había sido ni en qué fecha. Entramos a preguntar sobre si había algún tipo de procedimiento para hacer esta indagación y nos informaron de que sí: algún miembro de la familia tenía que hacer una instancia solicitando la información sobre el abuelo que tuvieran en Instituciones Penitenciarias. Nos dieron un modelo de instancia: “Anexo III.- Solicitud de Acceso”. Con aquel papel se fue Elías hacia Alicante y yo me volví a Londres, donde trabajaba entonces como profesora de Historia en el Instituto Cañada Blanch. En ningún momento se me ocurrió relacionar aquello con mi historia personal. El ocho de agosto de aquel mismo año, tuve que hacer de nuevo alguna gestión en el Ministerio de Educación. Cuando salía, volví a ver la puerta de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias y decidí entrar. Pero, esta vez, pregunté por mí. Me dieron de nuevo el modelo de instancia y la rellené allí mismo: “EXPONE: Que precisa consultar los documentos obrantes en archivos del Ministerio del Interior que se especifican más abajo por los siguientes motivos:”. Puse una cruz en la casilla que decía “Por contender datos relativos a mi persona” y más adelante “De acuerdo con todo lo anterior, SOLICITA tener acceso a los siguientes documentos:”.  A mano, escribí aquel día: “copia de todo lo que obre en mi expediente penitenciario” y firmé aquella instancia en “Madrid, a ocho de agosto de 2008”. A principios de octubre de aquel mismo año, recibí una carta de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias: “Nos dirigimos a usted, en contestación a su solicitud de fecha 8 de agosto en la que pedía copia de su expediente penitenciario, con el fin de aclarar algunos puntos de la misma. Deberá enviar a esta Secretaría General, bien por correo ordinario o bien a nuestro correo electrónico, con el fin de facilitar la localización de su expediente los siguientes datos: prisiones en las que estuvo y última prisión de la que salió en libertad. Envíe un teléfono de contacto o dirección de correo electrónico para poder localizarla en caso de necesitar concretar algún punto. Esperando su respuesta, reciba un cordial saludo”. Así empezó este camino, que después me llevaría al Archivo Histórico Nacional y, más adelante, al Centro de Documentación de la Memoria Histórica de Salamanca. Hoy tengo en mi poder:-noventa y cinco páginas fotocopiadas, correspondientes a cuatro expedientes policiales custodiados en el Archivo Histórico Nacional,

-diecisiete páginas fotocopiadas, relativas a mi paso por la prisión de Granada, custodiadas en el Archivo del Ministerio del Interior y

-cuarenta y cinco páginas fotocopiadas correspondientes a un expediente del Tribunal de Orden Público (TOP).

Parte de esta documentación está integrada literariamente en la novela. Os dejo aquí dos carátulas de los documentos:

   

-Y ¿cómo te las apañaste con la metodología de trabajo?

-He seguido el itinerario para narradores de la Escuela de Escritura del Ateneo barcelonés y su método de trabajo. Una primera introducción a la narrativa me permitió reflexionar sobre las principales técnicas, los tipos de narrador, la construcción de los personajes, la función de las escenas, la importancia de los conflictos y de los puntos de giro, los puntos de vista, los distintos modelos de trama, etc. Todo esto me llevó a leer ficción de otra manera, a fijarme en otras cosas. Después escribí la sinopsis de mi novela y decidí qué tipo de trama era la más adecuada para la historia que quería contar. A partir de ahí, escribí la trama e hice fichas de los personajes. Por último, a imitación de lo que hacen los guionistas de cine, elaboré una escaleta de mi novela, con lo que pude verla en su conjunto, de principio a fin. Sólo entonces me puse a escribir. 

Suelo escribir por las mañanas, nada más levantarme, después del primer café. Las tardes las dedico a la lectura de sofá y no de lo que yo escribo sino de lo que se ha publicado recientemente o algunas lecturas que se quedaron pendientes. Al día siguiente, de nuevo por la mañana, releo en pantalla lo que escribí el día anterior, corrijo y sigo. Cuando tengo un volumen importante de páginas, imprimo y releo en papel. La lectura en papel te permite ver cosas que la lectura en pantalla obvia con más facilidad. Esta lectura en papel me permite nuevas correcciones y seguir adelante con una escritura en ordenador más orientada. Y, cuando me desoriento, siempre puedo volver a la escaleta, que me recordará dónde estoy y a dónde quiero llegar.  

-Amiga, seguramente que ya estás con algún que otro trabajo vinculado a las letras, la divulgación… ¿nos puedes dar alguna pista?

-Pues sí, hace un año y medio encaré la escritura de una segunda novela. El título provisional: La insoportable desmemoria. Lo estoy escribiendo a partir de una serie de vivencias personales, el proceso de degradación de mi madre en sus últimos años a partir de la enfermedad de Alzheimer. Pero también de la reflexión en la que he profundizado a partir de mi activismo en la asociación Derecho a Morir Dignamente de Cataluña (DMD-Cat). Ya hacía años que me preocupaba mucho este tema: recuerdo perfectamente cómo fui siguiendo el caso de Ramón Sampedro o la persecución judicial de Luis Montes. Y, cuando viví la degradación y el proceso de muerte de mi madre, decidí comprometerme en esta lucha, que no deja de ser también una lucha por la libertad, en este caso la libertad al final de la vida. Desde hace cuatro años soy la presidenta de DMD-Cat. De todas maneras, quiero acercarme a este tema también desde la literatura. Os iré informando. 

 

 

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