51znS28BwPL.jpgCazarabet conversa con...   Carlos Luria, autor de “Cómo matar a un lector” (Base)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Carles Luria escribe desde investigación y un estudio sobre “el método o los métodos” del novelista sobre cómo se lo hace éste, nos referimos al novelista, para crear y atrapar en la lectura con esa creación…

La sinopsis del libro:

Este libro es un viaje (casi siempre divertido, en ocasiones inquietante) a los misterios de la creación literaria. En él nos encontraremos con todos los peligros que pueden asaltar a un escritor a la hora de enfrentarse a sus propias ficciones; nos acompañará la figura del lector, ese creador insustituible; y visitaremos los monumentales esfuerzos realizados por los maestros para construir universos que nos dejan sin aliento. Este libro es, aunque no lo parezca, un homenaje a la Literatura: a los que la escriben y a los que la disfrutan.

El autor, Carles Luria:

Carlos Luria (Barcelona, 1962) es escritor, guionista, profesor de Novela de la escuela barcelonesa Laboratori de Lletres y crítico literario de la revista Librújula. Es autor de las novelas Uno de los muertos (Temas de Hoy, 2010), El hidalgo que nunca regresó (Ed. Pàmies, 2016) y de otros títulos firmados bajo seudónimo. Licenciado en Ciencias de la Información, ha trabajado en las redacciones de El Periódico de Catalunya, la agencia Europa Press, Protagonistas de Luis del Olmo (Onda Cero), La Ventana de Gemma Nierga (SER) y Buenafuente (La Sexta). En 2003 obtuvo un Premio Ondas de Radio por el guión «Entrevista a Gaudí», emitido en el programa Protagonistas. También ha firmado numerosos monólogos de humor para actores de stand-up comedy.

 

 

Cazarabet conversa con Carles Luria:

comomatarallector (1).jpg-Carles, ¿nos puedes explicar qué se encuentra el lector tras Cómo matar a un lector?; ¿se trata de un libro que narra las vicisitudes por las que pasa y viaja el escritor para construir una novela, una narración atrapando al lector?

- Alguien ha dicho que "Cómo matar a un lector" es un viaje, y probablemente tenga razón: un viaje apasionante por el país de la Literatura, de la lectura y de la creación literaria, desde la primera idea hasta la librería, y aún más allá. Un recorrido repleto de aventuras, de descubrimientos inesperados, de paradas improvisadas, de hermosura... Todo ello unido por  un hilo argumental, que son los tropiezos con los que se puede topar toda persona que se ponga a escribir, ordenados alfabéticamente. Y todo ello narrado con buenas dosis de ironía y buen humor, para que el texto no resulte en modo alguno pesado o poco ameno. 

-Puede ser como una especie de guía, casi de aprendizaje, para el narrador?, pero, de alguna manera también para el lector o lectora ¿no?. ¿Qué nos puedes explicar?

- Desde luego, el libro interesa tanto a los aprendices de narrador como a los lectores, que encuentran una fuente de conocimiento de todo lo que rodea a ese objeto hermoso al que llamamos "libro". No solo me interesaba que los aprendices de escritor encontraran una guía útil, sino también que los lectores descubrieran el mundo literario por dentro. Es muy común que los ensayos literarios se dirijan o bien al lector o bien al escritor, como si ambos fueran territorios separados. Pero lo cierto es que ambas figuras son inseparables, como la mano que acaricia una espalda. La una sin la otra no tienen sentido: están huérfanas y perdidas.

-¿Qué es más necesario “vivir o ser testimonio directo de según qué situaciones” o leer, tomar testimonio y escuchar de viva voz las situaciones o los testimonios?

- Es una buena pregunta que, por cierto, nadie ha logrado responder a la perfección. Vida y lectura son inseparables, y se pueden compaginar perfectamente. ¿Conoceré Estados Unidos si solo leo a Philip Roth y a Raymond Carver? No, claro. ¿Y si voy a Estados Unidos pero no leo a Roth o a Carver? Probablemente, tampoco, porque ambos han retratado con minuciosidad el alma norteamericana. Esta es la cuestión. Uno debe jugar a la ambivalencia. Aunque hay un matiz que a menudo se olvida cuando se habla de este asunto: el inmenso placer estético que se deriva de la lectura, de las palabras bien entrelazadas, de los universos ficticios. Ese placer colosal y privado no puede ser sustituido por nada.

-Aunque lo imprescindible es saber trasladar todo esto, captado de manera directa o indirecta, al papel y, permíteme el calificativo:”saber embaucar al lector y lectora”, ¿verdad?

- Por supuesto, la obligación de todo narrador es seducir, incluso abducir al lector. Trasladarle a tu universo. Hacerle creer que ese universo que le propones es profundamente humano y que, por tanto, podría haber sido real. Aunque hablemos de géneros como la fantasía o el terror. Ahí está la clave de la buena literatura: el suspiro de satisfacción que sin querer exhalamos cuando acabamos un libro que nos ha emocionado, y la tristeza con la que nos separamos de un buen libro recién leído.  

-Y para ello hay estrategias en la escritura, no es eso de lo que más habla el libro?

- Sí, la escritura posee sus estrategias. Técnicas de creación que son como los cimientos del edificio. En mi libro se habla mucho de ello de una manera pormenorizada y con muchos ejemplos. Aunque, como no me cansaré de repetir, la gran estrategia en la escritura es la emoción verosímil. La esencia de la literatura es la emoción, y sin ella cualquier técnica narrativa es estéril. 

comomatarallector (2).jpg-Lectores y contadores de historias son colectivos en constante ósmosis…así que este libro es tan necesario para unos como para otros…

- No debemos olvidar que ambos son creadores. Por eso, tanto como de osmosis yo hablaría de simbiosis. El lector y el narrador se necesitan mutuamente y se alimentan uno de otro. Insisto, el lector crea tanto como el narrador. Por eso hay centenares, miles de libros dentro de una sola obra maestra: cada lector crea su libro a partir de la historia que le propone el creador. Es un proceso maravilloso y hermoso. 

-Es un libro muy, muy entretenido y eso solamente se logra siguiendo un “método de métodos” y leyendo mucho de otros, ¿verdad?

- Si uno desea escribir, no hay mayor aprendizaje que el de la lectura. Una lectura productiva y creativa, como explico en mi libro. No hay que leer mucho, sino que hay que leer bien, con un lápiz en la mano si hace falta. Para descubrir técnicas, ideas, complejidades, que serán a la postre como un botín de guerra. Todo gran narrador es, ante todo, un gran lector. Borges, por ejemplo, se definía a sí mismo como lector, al margen de cualquier otra consideración. Hay una frase muy buena de Susan Sontag en "Bajo el signo de Saturno": "A la lectura, delirio de niño, se le añadió al final la escritura, obsesión del adulto".

-Amigo cada escritor es un mapamundi andante y cada escritor seguramente tiene su influencia ante una serie de lectora y lectoras…más que sobre otros, ¿verdad?

- Nada más cierto. Si he entendido la pregunta, cada escritor tiene su público, con el que conecta por alguna u otra razón. Y al revés, cada lector tiene su narrador o sus narradores preferidos. Dime qué lees y te diré como eres, ¿verdad? Aún así, yo siempre recomiendo a los lectores que de vez en cuando se vistan el traje de exploradores y se lancen a descubrir nuevas formas de narrar. Que visiten territorios inexplorados. Tal vez se llevarán algún chasco, pero en la mayoría de ocasiones estos viajes hacia lo desconocido depararán destinos maravillosos. 

-De la misma forma cada escritor es influenciado más por unos escritores que por otros, ¿verdad?

- Los escritores son un recipiente en el que se recogen todas las influencias que ha recibido, y este hecho tiene un motivo evidente: la historia de la literatura es la historia de todas las artes, es un hilo argumental en el que jamás se pone un fin. Shakespeare no hubiera sido nada sin Plutarco, Landero sin Shakespeare, García Márquez sin Kafka o Hammett sin Hemingway. Es un ejercicio divertido observar cuáles han sido las influencias de uno u otro escritor, por qué vericuetos ha logrado crear su estilo propio.   

-¿Qué nos puedes explicar, querido amigo, tú como lector y como escritor?

- Como lector no me define un género o un escritor en particular. Yo me identifico más con la constante búsqueda de nuevas voces que me emocionen y me sorprendan, y para ello estoy muy atento a las novedades. Pero, por supuesto, acudo a los clásicos de vez en cuando, cuya lectura (o, a veces, su relectura) me sigue reportando grandísimas satisfacciones. Dedico a la lectura una hora y media al día, y unas siete u ocho a la escritura, y ambas son la misma parte de un todo. Aun así, y para ser sincero, nunca faltan en mi mesilla de noche autores como Cervantes, Vargas Llosa o Pla, de lo que he aprendido casi todo.

-Amigo creo que la educación es la piedra angular desde la cual una sociedad debe crecer siempre y en cada latido… ¿cómo educar en la lectura?

- Esta es la pregunta del millón, y la respuesta podría llevarme horas. Creo que hay dos pilares fundamentales: la escuela, que debe orientar en lecturas adecuadas a cada edad (recuerdo que a los trece años me hicieron leer a Pérez Galdós, y por poco arruinan mi pasión lectora); y la familia, que debe fomentar la presencia activa de libros. En cualquier caso, un país que no lee es un país condenado al retraso, la manipulación y la banalidad. Y un apunte más: harían bien nuestros políticos en mostrar sus lecturas, hablar de libros, mostrarse más interesados (en la teoría y en la práctica) en la cultura en general.  

-¿Hay que incorporar más la imaginación, la creatividad…desde la investigación, la aproximación a lo que queremos contar y luego al propio ejercicio narrativo…no sé como estar como menos encorsetados?

- El ejercicio narrativo es una mezcla de maneras de proceder. Digamos que tiene varias fuentes: la imaginación, la investigación y la experiencia del lector. La acertada combinación de las aguas que emanan de estas fuentes (siguiendo con la metáfora) desemboca en la narración. En mi libro pongo el ejemplo de Charles Dickens, cuya obra es, en su totalidad, un reflejo de su propia infancia terrible y de su aprendizaje posterior. Y todo ello debe ser puesto en práctica con total libertad, sin corsés, sin vergüenza y sin autocensura. La libertad creadora, el vuelo libre del creador, es una condición inexcusable de la literatura.

 

 

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