51XFUzBgFML.jpgCazarabet conversa con...   Andrea Graus, autora de “Ciencia y espiritismo en España, 1880-1930” (Comares)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Andrea Graus, nos acerca desde la colección Comares de Historia a cómo fue la ciencia en relación al espiritismo, y viceversa, entre los años 1880 y 1930.

Lo que nos cuenta la sinopsis del libro editado por Comares: Ciencia y espiritismo nos parecen hoy conceptos opuestos, pero no siempre ha sido así. Entre 1880 y 1930, el espiritismo formó parte de los grandes debates científicos de la modernidad, como el positivismo, la histeria, la hipnosis y el inconsciente. Lejos de ser un ámbito marginal, premios Nobel y reconocidos médicos estudiaron los fenómenos espiritistas. Como muestra este libro, en España varios científicos, en su mayoría doctores, se interesaron por el desafío que el espiritismo suponía para la ciencia. Organizaron experimentos y viajaron por Europa para estudiar médiums famosos, en su mayoría mujeres, como Eusapia Palladino. La investigación con médiums representó una vía para descubrir supuestas facultades ocultas, como la clarividencia; o por el contrario, un modo de investigar trastornos de la personalidad, «verdaderos» causantes de los fenómenos. Esta historia, hasta hoy velada en el ámbito español, nos muestra el afán científico por explorar los confines del espíritu y la mente. Confines que, como algo propio de los seres humanos, también debe ser objeto del estudio de nuestro pasado.

La autora, Andrea Graus: investigadora Marie Curie en el Centre Alexandre Koyré (Centre National de la Recherche Scientifique) de París. Doctora en Historia de la Ciencia por la Universidad Autónoma de Barcelona, realizó su postdoctorado en la Universidad de Amberes y ha llevado a cabo estancias de investigación en la University College London, el CéSor (CNRS-EHESS) y el Instituto de Historia (CSIC) de Madrid. Sus publicaciones han abordado la historia del espiritismo, la hipnosis y el misticismo en España y Francia. Su actual línea de investigación se centra en la historia de los niños prodigio y el talento infantil.

 

 

Cazarabet conversa con Andrea Graus:

cienciayespiritismo (2).jpg-Querida amiga Andrea, ¿qué es lo que te ha hecho acercarte tanto al mundo de la ciencia como al del espiritismo desde finales del XIX hasta los años 30 del siglo pasado?, desde ese punto de vista, diría yo, tan integral….

-El estudio científico de los médiums en ese período está relacionado con cuestiones que siempre me han interesado, como la psicología y la psiquiatría. En esa época, las interpretaciones que se dieron a los fenómenos espiritistas partían de nuevas teorías sobre el inconsciente y la personalidad, como por ejemplo las dobles personalidades, la histeria y el automatismo psicológico. El estudio de los fenómenos espiritistas dará lugar a una supuesta “ciencia venidera”, llamada investigaciones psíquicas (la predecesora de la parapsicología). A través de este proyecto participaron científicos de todo el mundo que se hallaban a medio camino entre la psiquiatría, la hipnosis, la medicina, la psicología… Estudiar el desarrollo de las investigaciones psíquicas en España me sirvió para comprender cuestiones como la demarcación científica (es decir, el cómo decidimos qué es ciencia y qué no), y para mostrar que el conocimiento sobre la mente también se forjó en relación con experiencias que hoy llamaríamos paranormales o sobrenaturales.

-¿Este libro surge de tu tesis?; ¿cómo lo haces eso de transformar la tesis en un libro muy, muy entretenido… desde el punto de vista de que levanta mucha curiosidad?, es un libro que gana con la lectura según vamos avanzando…

-La tesis es un ejercicio académico de gran envergadura, donde hay que alcanzar unos objetivos concretos, de originalidad y excelencia investigadora, mediante un formato y una estructura muy determinados. Cuando me plantee transformar mi tesis en un libro, tenía claro que quería que sirviera tanto al historiador como al lector curioso que quiere dejarse sorprender. Había que encontrar un punto intermedio entre lo que sería la investigación académica y la literatura de divulgación, a veces de carácter sensacionalista, con la que a veces se tratan estos temas. Al reescribir el libro no di ningún concepto o teoría por sentado, como podía pasarme con la tesis. También reduje los capítulos para que quedara solo lo esencial, sin restar por ello rigor histórico. Creo que fue importante dejar pasar dos o tres años antes de dedicarme a transformar la tesis, justamente para poder ver a través del texto y quedarme con lo más relevante. También me preocupó mucho que la lectura fuera amena a la par que entretenida. Para mí es imprescindible llegar a un público amplio y ofrecer historias que sean tanto curiosas como originales a nivel investigador.

-¿Qué pretendías con esta investigación… qué querías dejar bien claro?; ¿y qué sabes, bien cierto, que has conseguido?; ¿hay alguna cosa que “se te ha quedado como suelta”?

-No soy ni proselitista ni militante del espiritismo, la parapsicología o cualquier otro campo de “lo oculto” sobre los que trata el libro (hipnosis, clarividencia…). Pero sí me di cuenta, tanto a través de la Licenciatura de Psicología, como luego durante el Doctorado en Historia de la ciencia, que históricamente había existido un interés científico, especialmente psiquiátrico y psicológico, por los fenómenos del espiritismo el cual, en el caso español, seguía siendo ignorado o incluso invisibilizado. Por un lado, quería mostrar que la historia de la ciencia, y en particular de la psicología y psiquiatría, estaba ligada al estudio de los médiums y los fenómenos espiritistas, hoy tan denostados. Por otro lado, no quería hacer una historia basada en el fraude, o en cómo los científicos fueron engañados por los médiums. Uno de mis argumentos es que, a pesar de que el fraude existió, esto no impidió que se generaran conocimientos psicológicos a través de las experiencias con médiums. Esto fue así porque, como decía antes, la mayoría de psicólogos y psiquiatras idearon sus propias teorías sobre los fenómenos espiritistas. Por ejemplo, muchos científicos interpretaron que los espíritus eran una personalidad inconsciente del médium. Esto permitió desarrollar nuevas teorías sobre la mente, como la disociación, las cuales a pesar de haber evolucionado todavía nos acompañan.

En el libro me hubiera gustado profundizar mucho más en la voz de las médiums que investigo, pero no fue posible debido a la ausencia de fuentes primarias, como cartas o diarios, donde expriman sus opiniones. Al final, las médiums de las que trato aparecen casi exclusivamente a través del filtro de los científicos que las estudiaron, o del movimiento espiritista al cual pertenecieron. Este es, sin duda, mi mayor remordimiento.

cienciayespiritismo (1).jpg-¿Por qué escoges “la ciencia y el espiritismo” para, no sé cómo decirlo, ubicar cómo era el pensamiento de aquellos años… y cómo viajábamos en él… y cómo nos enfrentamos a nuestras dudas, temores, interrogantes y miedos?

-A finales del siglo XIX y principios del XX, ciencia y espiritismo no eran conceptos opuestos como nos lo parecen hoy en día. Se trata de un momento histórico donde los límites de la psicología en particular, y por lo tanto de la mente humana en general, no estaban tan fijados. Los médiums representaban una ventana a un mundo desconocido, tanto a nivel científico como espiritual. Como muestro en el libro, muchos científicos intentaron ver a través de esta ventana sin perjuicios, a pesar de que luego negaran la existencia de los fenómenos espiritistas, hecho que no les impidió desarrollar nuevas teorías sobre la mente. Hoy los límites entre lo natural y lo sobrenatural, lo científico y lo oculto, lo material y lo espiritual, están mucho más definidos. Por eso hay a quien le cuesta entender que el espiritismo tuviera en su momento un interés científico legítimo y reconocido.

-¿Y por qué “te fijas” en esa horquilla temporal tan concreta de 1880 a 1930? Época temporal, amiga Andrea, que en el resto de Europa, (por ejemplo, llama mucho la atención del Reino Unido, también Francia) el tema del espiritismo estaba como más integrado dentro casi, casi del mundillo intelectual… pero aquí en España eso era mucho más difícil de mostrar… lo que no quiere decir que no se produjese cierta interacción entre ciencia, “lo intelectual” y todo lo referente al espiritismo, ¿verdad? ¿Podemos poner algunos nombres y apellidos de gentes de aquí que se atrevían a hablar, debatir y argumentar en torno a la ciencia y al espiritismo?

-El período que estudio en el libro es el momento el momento de auge y declive del estudio científico de los fenómenos espiritistas en Europa y Estados Unidos. Se fundarán sociedades que todavía perduran hoy en día, como el Institut Métapsychique International de París y la Society for Psychical Research de Londres. Cuando me puse a leer sobre la historia del espiritismo y las investigaciones psíquicas en Francia, el Reino Unido o Alemania, me di cuenta de que era importante esclarecer el caso español. En ese momento, fue una parte importante de la elite científica e intelectual quien intentó dar una respuesta a los fenómenos del espiritismo. España no fue una excepción. Entre los científicos que experimentaron con médiums hallamos a Santiago Ramón y Cajal, quien incluso escribió un libro al respecto (Ensayos sobre el hipnotismo, el espiritismo y la metapsíquica). A pesar de que, según deja constancia Ramón y Cajal en sus escritos, el libro fue entregado al editor antes de su muerte, el manuscrito se perdió durante la guerra civil. Mi libro se centra en particular en cuatro científicos e intelectuales que estudiaron a médiums en España y el extranjero: los médicos Manuel Otero Acevedo, Víctor Melcior y Humbert Torres, y el astrónomo Josep Comas i Solà. Sin embargo, por sus páginas desfilan muchas otras personalidades españolas y extranjeras interesadas por los médiums, como el escritor Ramón del Valle-Inclán, el astrónomo Camille Flammarion o los médicos Charles Richet y Cesare Lombroso.

-Grandes debates se abrieron en torno al espiritismo, a las médiums… frente a “los dogmas más científicos”… Podemos afirmar esto en toda Europa, pero ¿cómo aquí en España?

-Ha habido ciertos intentos de presentar el interés científico por el espiritismo, los médiums y la hipnosis como pasatiempos propios de la época. Para mí, esta interpretación es incorrecta. Lo que sí había es un temor al ridículo por parte de aquellas eminencias científicas que se interesaron por estos fenómenos, como el criminólogo y psiquiatra italiano Cesare Lombroso. En España, este temor pudo llevar a muchos intelectuales y hombres de ciencia a no indagar en los fenómenos espiritistas por miedo al descrédito científico. Además, en España no existieron apenas sociedades científicas dedicadas al estudio de los fenómenos espiritistas, como ocurrió en Francia o el Reino Unido. Esto obligó a muchos científicos a realizar sus investigaciones con médiums solos o en el extranjero, donde entraron en contacto con sociedades como el Institut Métapsychique International de París y sus principales representantes. En este sentido, se dieron colaboraciones entre España y el resto de Europa que mi libro destaca. 

cienciayespiritismo (3).jpg-¿Qué lugar ocupa aquí la influencia, diría mucha, de la Iglesia entre la población? ¿Qué importancia tuvo en y entre la ciencia y el espiritismo?

-La Iglesia católica en España jugó un papel importante en relación con la represión del movimiento espiritista, pero no tanto en relación con el interés científico por los fenómenos espiritistas. En 1861 se llevó a cabo un auto-de-fe contra el espiritismo en Barcelona, instigado por el descubrimiento de centenares de panfletos y libros espiritistas que habían sido introducidos de forma ilegal por el puerto desde Francia. Sin embargo, los ataques de la Iglesia permitieron que el espiritismo ganara simpatizantes entre la clase obrera, anticlerical y librepensadora, sobre todo entre aquellas personas que creían en la existencia del espíritu pero no conjugaban con los dogmas católicos. Así, la Iglesia en España sirvió tanto de represor como (y a pesar suyo) de catalizador del espiritismo.

A pesar de que la Iglesia condenó las fenómenos espiritistas por ser “demoníacos” y no alentó su estudio científico, hubo algunos eclesiásticos, como el padre jesuita y psicólogo Fernando María Palmés (de quien hablo en el libro) que se interesaron por los fenómenos espiritistas y su estudio científico. En este caso, su objetivo fue probar que tanto el espiritismo como las investigaciones psíquicas eran producto de un fraude.

-En esos años, ¿desde Europa qué se reflejaba y qué y de qué manera llegaban aquí esas consideraciones en torno a la ciencia y todo su abanico de posibilidades y al espiritismo..?; ¿Cómo eran aquí acogidas, aprendidas, reflejadas?; ¿qué surgía, “como de nuevo”, desde aquí?

-La principal influencia en España, tanto en el movimiento espiritista como en los estudios científicos de los fenómenos espiritistas, vino de Francia. Para empezar, el espiritismo español se basa en la doctrina de los años 1860 del líder espiritista francés Allan Kardec. Luego, a nivel científico, España se vio muy influenciada por teorías como el automatismo psicológico de Pierre Janet, la exteriorización de la motilidad y la sensibilidad de Albert de Rochas, o la metapsíquica de Charles Richet. Estas formas de interpretar los hechos espiritistas situaban el médium (es decir, el ser humano, y no los espíritus) como la causa de los fenómenos. Se especulaba con la existencia de fuerzas humanas desconocidas, como la telepatía o la clarividencia. Así mismo, se atribuía ciertos fenómenos espiritistas a trastornos de la personalidad, como la disociación. Los científicos españoles que examino en el libro se vieron influenciados por todas estas teorías que circulaban en Europa, la mayoría con un apoyo científico considerable. A partir de sus estudios con médiums desarrollaron sus propias teorías al respecto, algunas a medio camino entre el espiritismo y la metapsíquica, como las de Humbert Torres. También hubo materialistas empedernidos, como Manuel Otero Acevedo y Cesare Lombroso, que tras estudiar a médiums como Eusapia Palladino abandonaron sus creencias y especularon con la posibilidad de que la inteligencia, la mente o el espíritu existieran fuera de la materia.  

-¿Por qué el mundo de los médiums, el espiritismo está tan ligado a la psiquiatría?

-En el siglo XIX existe la idea de que los sujetos que se hallan en un extremo del continuo que iría de lo “normal” a lo “anormal”, o de lo sano a la patológico, permitían indagar en características generales de la naturaleza humana. Por ejemplo, se cree que un sujeto que tenga una memoria extraordinaria nos servirá para investigar los tipos de memoria, ya que en este sujeto esta capacidad está maximizada y podemos “observar” en él como a través de una lupa. Esta forma de estudiar los “sujetos extremos” o “extraordinarios” se da sobre todo en Francia, país donde la psiquiatría se interesará particularmente por los médiums. Desde el punto de vista del psiquiatra, el médium aparece como un sujeto en quien, por ejemplo, el inconsciente se muestra de forma más clara y por lo tanto permite estudiar los intersticios de la mente. El psicólogo y médico francés Pierre Janet argumentó que muchos psiquiatras estudiaron los médiums para comprender el fenómeno de las dobles personalidades, la alucinación o las crisis histéricas. Partiendo del examen de los médiums, los psiquiatras lograron teorizar sobre cuestiones tan diversas como la locura y el subconsciente, a la vez que especularon sobre posibles facultades latentes, como la telepatía, facultad que supuestamente poseerían todos los humanos pero que solo se revelaría en sujetos extraordinarios como los médiums.

cienciayespiritismo (2).jpeg-¿Está la percepción de que si no se pueden dar respuestas científicas, no hay respuesta… el científico o científica debe ser capaz de vivir, convivir, ver, entender y saber leer mucho más allá de las formulaciones…?

-Una de las cuestiones de las que trata mi libro es que, como muestra la historia de la ciencia, no hay una sola respuesta a una pregunta. Tal y como apunta el sociólogo de la ciencia Thomas Gieryn, el problema no es que no exista una ciencia real o verdadera, sino que disponemos de demasiadas “ciencias reales”. Esto no significa que el conocimiento científico no exista, pero tampoco quiere decir que sea inamovible. Mi libro trata de un período histórico donde científicos de disciplinas tan variadas como la medicina, la psicología y la astronomía, quisieron ver más allá de las leyes científicas establecidas. Existía la convicción de que el estudio de los médiums podía revolucionar la ciencia, y a pesar de que no fue así, como muchos reconocieron, contribuyó a generar conocimientos científicos, sobre todo en el ámbito psiquiátrico y psicológico, como hemos avanzado en muchas de las preguntas anteriores.

-¿Por qué, hoy en día, hablar o pretender entender el espiritismo, simplemente acercarte a él es todavía una especie de “tabú”… creo que lo es, de veras..? ¿Lo es más todavía entre las jóvenes comunidades científicas?

-Es un tabú porque, entre otras cuestiones, el espiritismo terminó por afianzar las fronteras entre la ciencia y la pseudociencia. Así, hoy tenemos asumido que alguien que se interesa por los médiums y los fenómenos espiritistas no está haciendo ciencia, sino que se trata de una actividad paranormal o pseudocientífica, asociada principalmente a la parapsicología. Como muestra el libro, esta percepción no existía, o no estaba tan marcada a finales del siglo XIX y principios del XX, donde el interés por los fenómenos espiritistas no se veía (o no solo) como pseudocientífico. Sin embargo, fue durante ese periodo de indefinición donde terminará por consolidarse la idea, dentro de la comunidad científica mayoritaria, que los fenómenos espiritistas no pueden formar parte de la ciencia y que, en consecuencia, las personas y los trabajos científicos que se interesen por ellos quedaran “fuera” de la ciencia. Esta disyuntiva entre lo que pertenece o no a la ciencia deja menos espacio a los científicos de hoy en día para interesarse por lo oculto o lo paranormal de forma libre y sin prejuicios.

cienciayespiritismo 8.jpg-¿Hasta qué punto el espiritismo en esa época temporal puede relacionarse de alguna manera con la masonería?

-En mi investigación no he encontrado grandes conexiones entre masonería y espiritismo, pero existían. Por ejemplo, el presidente de la Federación Espiritista Española en los años 1920, Eduardo Anaya Mena (pseudónimo: Profesor Asmara), era masón. Luego, dentro de la Iglesia católica, había una tendencia en poner espiritismo y masonería en el mismo saco, tildándolos de sectas.

-También “eres experta” en el tema de los niños prodigio….¿la educación de estas personas está debidamente integrada o debería de estarla?---no más ni menos que la educación de los que no son prodigio…---Me pregunto cómo ves la situación de los niños prodigio…

-En la actualidad mi investigación se centra en la historia de los niños prodigio en los siglos XIX y XX. Un niño prodigio no es propiamente lo que llamamos un superdotado, sino un niño con un talento extremo para un dominio en concreto, como puede ser la música o el cálculo mental. Una de las cuestiones que más me ha llamado la atención es que, especialmente en el siglo XIX, donde la educación primaria empezó a ser obligatoria en la mayor parte de Europa, los niños prodigio que el público admiraba en París, Berlín, Londres o Barcelona eran, en su mayoría, analfabetos o no habían ido nunca a la escuela. Esto era así tanto para los virtuosos musicales, como para los niños prodigio en aritmética, ajedrez u otros dominios. Sus padres o sus tutores y managers habían preferido explotar el talento del niño o niña, proporcionándole una educación exquisita en su ámbito (como la música), pero no una educación general. Curiosamente, al final la falta de una educación general terminaba por perjudicar el desarrollo del talento del niño prodigio. Estos casos nos muestran que, incluso dentro del extremo, hay que formarse de manera equilibrada. En este sentido, la escolarización de los niños prodigio, como la de cualquier niño, es primordial para su futuro.

-Amiga, ¿nos puedes contar cómo fue el proceso de documentación e investigación en torno al espiritismo y también a la ciencia en ese período temporal que abriga, también la Dictadura de Miguel Primo de Rivera?

-Fue un proceso de alrededor de tres años, que me llevo por distintos archivos y bibliotecas en España, Francia y el Reino Unido. En España, tanto en Barcelona, Madrid y otras ciudades más pequeñas, como Sabadell o Lleida, encontré muchas fuentes primarias, como revistas y libros espiritistas. Sin embargo, mi interés raía en las “experiencias científicas” con médiums. Este campo, por entonces conocido como investigaciones psíquicas (que hoy llamaríamos parapsicología), era mucho más difícil de investigar. Tuve que identificar los científicos poco a poco a través de la prensa y los libros espiritistas para localizar sus trabajos, como por ejemplo el libro Los espíritus del doctor Manuel Otero Acevedo, donde habla de sus experiencias con la famosa médium Eusapia Palladino, o Los estados subconscientes y las aberraciones de la personalidad de Víctor Melcior, donde explica cómo “curó” a la médium Teresa Esquius. A partir de estas pistas pude ir tirando de los hilos y reconstruir otros casos. En Lleida pude consultar los archivos del médico Humbert Torres, los cuales incluyen un manuscrito inédito sobre el espiritismo y las investigaciones psíquicas que escribió durante el exilio tras la guerra civil.

Cuando empecé a estudiar este terreno, apenas había trabajos históricos centrados en el contexto español, pero se disponían de mucha literatura secundaria sobre Francia e Inglaterra. Por ello realicé dos estancias de investigación, primero en Londres y luego en París. En el Reino Unido, sobre todo en los archivos de la Society for Psychical Research y de Frederic Myers de la Universidad de Cambridge, esperaba encontrar correspondencias entre los científicos y los espiritistas de España y los ingleses. A pesar de que encontré fuentes interesantes, me di cuenta de que la principal influencia en España venía de Francia. En París, en los archivos del Institut Métapsychique International (IMI), encontré mucho material sin explorar, como correspondencias que mostraban los contactos entre España y Francia, tanto entre espiritistas como investigadores. Humbert Torres incluso fue a París para estudiar una médium del IMI, como muestra el libro.

-Luego, Andrea, ¿cómo haces por ponerle orden a todo?; ¿cómo es tu metodología de trabajo?

-La investigación histórica tiene algo de detectivesco. Al principio existe una fase de acumulación, donde buscas muchas fuentes sin saber del todo qué harás con ellas. Al examinarlas empiezas a tener una idea, ves la imagen del puzzle formarse, por así decirlo. Con el tiempo he aprendido a acumular menos fuentes. Es decir, que si antes iba a un archivo y lo fotografía todo, ahora acostumbro a hacer una selección in situ, según el artículo o capítulo de libro que me proponga escribir. No hay que olvidar que la historia también tiene mucho de interpretación propia, o de maneras de relatar los hechos. Así, cuando me pongo a escribir soy consciente que estoy tomando decisiones. Por ejemplo, en mi caso decidí centrarme en las relaciones entre ciencia y espiritismo, y no en el movimiento espiritista en sí, que tiene muchos otros aspectos no relacionados con el mundo científico. La historia es una herramienta muy poderosa, otro más de los filtros que aplicamos a realidad, y es importante recordar que, incluso partiendo de las mismas fuentes, siempre podemos llegar a objetivos distintos, más o menos acertados.

-¿Cómo ha sido trabajar con Comares?

-Comares es una editorial muy transparente, lo cual se agradece en un sistema que a veces parece opaco, donde para un investigador joven resulta muy difícil comprender cómo dirigirse a una editorial, qué canales están a su disposición y cómo debe presentar su propuesta. Por otro lado, en España no todas la editoriales académicas editarían un libro que trate sobre ciencia y espiritismo. Todavía existen prejuicios y la literatura sensacionalista sobre el tema ha dificultado que estas cuestiones aparezcan como un sujeto de investigación universitaria, a pesar de todo el peso e interés académico que tienen en el resto de Europa y Estados Unidos. Así, estoy muy agradecida a Comares por apostar por mi libro sin dudarlo y realizar una edición tan cuidada, la cual incluye varias ilustraciones.

 

 

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