Cazarabet conversa con... Carlos
Hernández de Miguel, autor de “Los campos de concentración de Franco.
Sometimiento, torturas y muerte tras las alambradas” (Ediciones B)
Carlos Hernández
de Miguel nos hace llegar una investigación esmerada y minuciosa sobre el
sometimiento, las torturas y la muerte, tras las
alambradas, que plantó el franquismo a los que se opusieron a él…
Según el
hispanista, historiador e investigador Paul Preston: «Los campos fueron parte
de una compleja estrategia del terror dentro de un proyecto ideológico muy
amplio para aniquilar la cultura política y moral de la España Republicana.
Este tema tan crucial para la recuperación de la memoria histórica en España ha
encontrado en Carlos Hernández de Miguel su cronista ideal. Nos ofrece una
historia dolorosa pero necesaria, basada en una investigación exhaustiva y
presentada en una prosa lúcida, del sufrimiento impuesto sobre miles de
españoles y sus familias por Franco y sus seguidores.»
Lo que nos
cuenta el libro desde la sinopsis que nos ofrece la editorial Ediciones B:
Los campos
de concentración fueron la primera pata de un sistema represivo, un holocausto
ideológico, que convirtió a toda España en una inmensa cárcel repleta de fosas.
En ellos, presos políticos y prisioneros de guerra fueron asesinados, murieron
de hambre y enfermedades, padecieron todo tipo de torturas y humillaciones.
Los datos
son necesarios y las pruebas documentales resultan fundamentales, pero nada
tiene verdadero sentido si no somos capaces de entender que detrás de cada
cifra, de cada listado, de cada campo de concentración franquista hubo miles y
miles de hombres, de mujeres, de familias...
El autor
Carlos Hernández de Miguel: Carlos Hernández de Miguel es periodista y experto
en comunicación empresarial y política. Licenciado en Ciencias de la
Información por la Universidad Complutense de Madrid, inició su carrera
profesional en Antena 3 Televisión como cronista parlamentario en el Congreso
de los Diputados. Posteriormente ejerció de corresponsal de guerra en diversos
conflictos internacionales, como Kosovo, Palestina, Afganistán o Iraq.
En los últimos años ha ocupado los puestos de redactor jefe del semanario La
Clave, director de comunicación del PSOE y asesor de imagen en diversas
empresas. En la actualidad colabora con publicaciones y diarios digitales como
El Mundo y la revista Viajar.
Es el autor
de Los últimos españoles de Mauthausen http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/ultimos.htm y de Deportado 4443. Los tuits
ilustrados. La historia de los 9.300
españoles cautivos en los campos de concentración nazis http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/deportado4443.htm
La web de
Carlos Hernández de Miguel:
http://deportados.es/enlaces
Cazarabet conversa con Carlos Hernández de Miguel:
-Carlos, amigo, cuéntanos
¿qué te ha hecho escribir este libro, después de haber centrado tus
investigaciones anteriores en el averno que sufrieron los republicanos
españoles en los campos nazis…?; se puede entender que
después de mirar e investigar el exterminio de los republicanos que fueron
“cazados” en el exilio, apresados y llevados a los campos nazis hayas querido
hacer lo mismo mirando e investigando los Campos de Concentración en territorio
del Estado Español, ¿no?. Aunque la tarea y el trabajo es ingente porque hubo
muchísimos más presos en los campos de concentración franquistas, ¿verdad?
-Igual os sorprende, pero fueron
algunos de los supervivientes españoles de Mauthausen y Buchenwald,
así como sus familiares, los que me animaron a que investigara los campos de
concentración de Franco. Ellos que habían sufrido el mayor de los horrores
entre las alambradas de Hitler, me dijeron que cuando acabara de hablar de
ellos, me centrara en esa terrible realidad que se vivió en el interior de
España. Decidí aceptar el reto y, efectivamente, me encontré con un tema de una
magnitud gigantesca. He estado tres años de dedicación exclusiva, visitando
decenas de archivos e intentando recopilar el mayor número posible de testimonios
para reconstruir ese capítulo que trataron de borrar de nuestra Historia. El
resultado es terrible. He podido identificar 296 campos de concentración
repartidos por toda España por los que pasaron entre 700.000 y un millón de
prisioneros. Quiero aclarar que mi investigación se ha centrado en los campos
de concentración oficiales. Es decir, en aquellos recintos que el propio Franco
definía como tales: “campos de concentración”. Y es que el sistema
concentracionario fue una pata muy importante de la represión franquista
compuesta no solo por los 296 campos de concentración sino también por cerca de
un millar de batallones de trabajadores. Este sistema, y es muy importante
destacarlo, se nutría de hombres y mujeres que no habían sido acusados de nada
ni condenados. Eran en su mayor parte prisioneros de guerra aunque también hubo
un porcentaje destacado de civiles.
-Me da que tus investigaciones se
solapan…que es una investigación dentro de la otra—en este caso las anteriores
en las que te centras en los campos nazis-- en la que buscas dignificar la
memoria histórica de los represaliados republicanos españoles…
-Busco encontrar y difundir lo ocurrido. Yo creo
que la mejor forma de combatir el creciente negacionismo
de los crímenes del franquismo y los intentos de blanquear la dictadura, es
aportar datos, documentos, hechos irrefutables… Las opiniones son discutibles.
Los hechos no. Por eso trato de aportar en el libro una enorme cantidad de
pruebas documentales que demuestran el genocidio ideológico que se perpetró en
nuestro país.
-Te sientes y haces (de verdad que lo
consigues), que nos sintamos en la obligación, como ciudadanas y ciudadanos, de
reivindicar esa memoria, dignificarla y hacerla nuestra como herramienta de
mejora como personas y mucho más allá, pero ¿eso será teniendo como principales
enemigos a ese silencio sepulcral, a las calladas como respuesta, al esquivar
las preguntas, a las miradas esquivas…?;fantasmas que
viven y han vivido demasiado tiempo entre nosotros…
-Es que, como digo en el preámbulo
del libro, España ha sido y sigue siendo en parte una gran Casa de Bernarda
Alba. ¿Recordáis? “¡Silencio! ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho!
¡Silencio!”. Franco y sus herederos han hecho muy bien su trabajo. Durante 40 años
se dedicaron a destruir documentación, a intentar borrar las huellas de sus
crímenes y a inventarse un relato histórico en el que el dictador en lugar de
un asesino era una especie de abuelito severo. Después, llegada la democracia,
lograron que todo siguiera igual; que no miráramos hacia el pasado; que
perviviera ese falso relato histórico escrito por los franquistas. Generaciones
y generaciones de españoles hemos crecido en la ignorancia. Ni en casa, ni en
el colegio ni en el instituto ni en la universidad ni en los medios de
comunicación nos contaran la realidad de ese negro periodo de nuestra Historia.
Somos una anomalía en el mundo democrático. El único país que tiene a un
dictador fascista enterrado con todos los honores en el mayor monumento de la
nación. El único que tolera la exaltación del fascismo y la humillación de sus
víctimas… No somos un país normal.
-Y esos fantasmas sí como dice
el historiador Herbert Southworth le roban
el alma a esa democracia que ya nos vino heredera de esa dictadura que creó los
campos de concentración o que dejó morir en campos extranjeros, los nazis, a
españoles y españolas, solamente por pensar de manera diferente…
-Nos lo han recordado desde fuera
muchas veces. El historiador Herbert Southworth ya
dijo en los años ochenta: “Si la democracia española, recién
establecida, no ayuda a confirmar la verdad histórica
de la guerra civil, puede perder su propia legitimidad y, lo que es mucho peor,
su alma”. Su advertencia no fue tenida en cuenta y nuestra democracia,
efectivamente, perdió su alma porque permitió la equiparación entre república y
dictadura, entre víctimas y verdugos, entre demócratas y totalitarios.
-Está el silencio, el escarmiento, el dichoso
miedo, pero también esto es retroalimentado por que a muchos ya les venía bien,
a Franco y a su entorno más inmediato los primeros, porque los campos de
concentración le dejaban réditos en forma de escarmiento cosa que apuntalaba
más al régimen dictatorial y también desde esa represión que alimentaba y
fundamentó muchas familias desde la economía, grupos que todavía, ahora ,son
parte de la élite influyendo y alimentando a grupos políticos……
-Es obvio que si hubo víctimas es
porque hubo verdugos. Si hubo un expolio generalizado de las propiedades de los
republicanos, es evidente que miles de personas se quedaron con ellas. Si a un
agricultor de la UGT le robaron sus tierras… alguien se benefició de ello. Creo
que el trasfondo económico es una de las principales razones por las que una
parte de la sociedad ha luchado y lucha para que no miremos hacia el pasado.
Ellos no temen realmente que se “reabran heridas”; ellos solo tratan de que no
se sepa que sus fortunas tienen un origen sangriento. Fueron decenas las
empresas que también se enriquecieron con el trabajo esclavo de prisioneros y
presos políticos. A diferencia de las empresas alemanas, aquí no solo no han
pagado indemnizaciones, sino que ni siquiera han pedido perdón por lo que
hicieron. Y lo mismo ocurre con quienes se quedaron con las casas, con las
tierras, con el puesto de trabajo de los represaliados. Ese es otro de los
asuntos pendientes que debemos abordar cuanto antes para, ahora sí y de verdad,
cerrar heridas.
-¿Fue enteramente una
decisión de Francisco Franco?. ¿Cuándo lo ve
“necesario” para sus intereses el construir los diferentes tipos de Campos de
Concentración?-Porque podemos hablar de que hay varios tipos y clasificaciones
de los campos de concentración, ¿verdad?; ¿en qué se basan las clasificaciones?;¿en qué se diferenciaban?
-El sistema concentracionario
franquista fue una herramienta más en la infinita represión que comenzó el 17
de julio de 1936. De hecho, el primer campo de concentración se abrió solo 24
horas después, la noche del 18 al 19 de julio en el Protectorado de Marruecos.
El día 20 Franco mandó una orden al resto de generales sublevados instándoles a
abrir campos de concentración. A partir de ese momento la red crecería hasta
los 296 campos que he conseguido documentar. La diferencia con las cárceles o
con otros lugares de confinamiento es que en todos ellos, los prisioneros no
solo no habían sido condenados, sino que ni siquiera habían sido acusados de
nada. Eran en su inmensa mayoría prisioneros de guerra, aunque también había un
porcentaje importante de civiles, es decir, de no combatientes que tenían
vinculaciones con las organizaciones republicanas. Los objetivos que Franco
buscó con estos campos fueron varios. En primer lugar el exterminio selectivo
de algunos oficiales del Ejército republicano y también de aquellos cautivos
más implicados con la causa democrática. En segundo lugar la llamada
“clasificación” o investigación de los prisioneros; el tirano no quería que
ningún interno pudiera salir en libertad “por error”. En tercer lugar la
explotación laboral que se llevó a cabo en algunos campos, pero
mayoritariamente a través de unas unidades de trabajos forzados llamadas
Batallones de Trabajadores. Estas unidades eran parte del sistema
concentracionario y no podemos desligarlas de los campos de concentración. El
cuarto objetivo era el castigo y el confinamiento de aquellos enemigos
ideológicos. El quinto, la “reeducación” de los prisioneros; Franco quería
reconvertirlos y, para ello, se les impartían charlas patrióticas, se les
obligaba a cantar los himnos franquistas y hacer el saludo fascista. La Iglesia
Católica tuvo un papel fundamental y especialmente cruel en este proceso de
reeducación. Los cautivos tenían la obligación de ir a misa, confesar, comulgar
y escuchar los sermones en los que los capellanes les insultaban y amenazaban
de muerte.
-¿Qué parte de esa gigantesca infraestructura y
estrategia del escarmiento sacando fruto de todos los presos es “copiado” o
compartido con la jerarquía nazi…?.Se miraban mucho en Hitler y en
sus hombres, en su escenografía” de la mano del Ministro de la Propaganda
Joseph Goebbels y en el que parece era su hombre aquí
Josef Hans Lazar…
-Era tan estrecha la relación entre
la España franquista y la Alemania de Hitler que es imposible hablar de los
campos de concentración franquistas sin hablar de la Gestapo. La policía
política de Hitler visitaba con frecuencia campos como el de Miranda de Ebro en
busca de compatriotas de las Brigadas Internacionales, primero, y, años más
tarde, de combatientes aliados que habían cruzado los Pirineos. Muchos de estos
prisioneros fueron entregados por Franco a Hitler y acabarían fusilados o en
campos de concentración nazis. Está documentado que el hombre de la Gestapo en
España, Paul Winzer, adiestró a las fuerzas
policiales y represivas españolas. Lo que no hubo fue una copia directa del
modelo concentracionario nazi en nuestro país. Cada líder totalitario tenía sus
objetivos, sus métodos y un contexto político y social bien diferente. Franco
no contaba con un número ilimitado de cautivos por lo que no podía realizar un
exterminio masivo como el que practicó Hitler. El dictador español buscó
eliminar a las personas más vinculadas con la República y al restó las castigó,
torturó, explotó laboralmente y amedrentó. Debemos tener en cuenta además que
Franco siempre tuvo que jugar un cierto equilibrio entre su afinidad total con
Hitler y su necesidad de no enojar tanto a las democracias occidentales como
para provocar una invasión. La pregunta que me hago es ¿qué habría ocurrido en
España si Hitler hubiera ganado la guerra? ¿Qué habría pasado en nuestros
campos de concentración si Franco no hubiera tenido que congraciarse con
Estados Unidos, Francia o Inglaterra? Cualquiera que haya estudiado ese periodo
histórico, sabe que las respuestas a esas preguntas son más que inquietantes.
-Amigo, en general ¿cómo era
la vida y el día a día en los campos de concentración?; ¿se diferenciaba mucho
según de qué tipo fuese el campo de concentración?
-A diferencia del sistema
concentracionario nazi, los campos españoles no eran homogéneos. Había notables
diferencias en función del territorio en que se encontraban, del momento en que
se abrían e incluso del comandante que regía los destinos del recinto. En Baleares,
Canarias o el Protectorado de Marruecos, por ejemplo, en todos los campos de
concentración los prisioneros trabajaron desde el primer día. Sin embargo, en
el resto de España, en general, los trabajos no se realizaban desde el propio
campo, sino en los Batallones de Trabajadores de los que ya hemos hablado.
Igualmente había campos especialmente duros y otros, los menos, en los que los
prisioneros tenían muchas más posibilidades de sobrevivir. Aún así, la vida
media de un cautivo estaba marcada por el miedo a ser asesinado en cualquier
momento, el hambre, la falta de atención sanitaria, los malos tratos, las
humillaciones y la deshumanización más absoluta.
-Se sabe Carlos, cuántos prisioneros
murieron en esos campos de concentración…porque producirse se producían muertes…¿verdad?
-Por supuesto. En trabajos
anteriores se hablaba de un mínimo de 10.000 asesinados o muertos por las
pésimas condiciones de vida que se sufrían en los campos. Yo creo que esa cifra
se queda muy corta, pero no me atrevo a dar una cifra porque no contamos con
las suficientes pruebas documentales que la avalen. Hay que tener en cuenta que
muchas muertes no eran registradas y que miles de cautivos fueron asesinados
inmediatamente después de ser sacados de los campos. Lo que sí tengo documentado
es que en solo 15 campos de concentración hubo un mínimo de 6.000 víctimas
mortales. No podemos hacer una extrapolación a los 296 campos, pero ese dato
nos permite afirmar que, efectivamente, fueron muchos más de 10.000 los hombres
y mujeres que perecieron entre las alambradas franquistas.
-Amigo, ¿nos puedes explicar en qué
estás trabajando en la actualidad?, relacionado con estos temas en torno a la
Memoria Histórica.
-Sigo volcado en la presentación de
esta investigación y creo que voy a tener que dedicarle más tiempo del previsto
porque estoy recibiendo numerosas invitaciones para acudir a ciudades y pueblos
desperdigados por toda España. Simultáneamente continúo investigando a
españoles y españolas que pasaron por los campos de concentración nazis y
ayudando, en la medida de mis posibilidades, a aquellos descendientes que
tratan de averiguar el trayecto vital de sus abuelos o bisabuelos. A nivel
puramente periodístico sigo colaborando en Eldiario.es, uno de los pocos medios
de comunicación en el que, hoy en día, se puede trabajar con absoluta libertad.
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