Cazarabet conversa con... Carlos Clavería Laguarda, autor de “Libros, bibliotecas y patrimonios. Una historia ejemplar” (Prensas
de la Universidad de Zaragoza)
Carlos Clavería se acerca a cómo los
libros, las bibliotecas…son o no “considerados” y “patrimonio de patrimonios”.
El libro lleva como subtítulo: “Una historia
ejemplar” y con toda la razón…
La temática de este libro es “la
bibliografía” dentro de la colección Humanidades.
La sinopsis del libro:
¿Cuándo un Estado toma conciencia de
que el patrimonio bibliográfico es importante para el desarrollo de la nación y
cuándo comienza a legislar en su favor? ¿Cuáles han sido las bases teóricas,
culturales y legales que han hecho que el patrimonio bibliográfico haya pasado
de incrementarse gracias al parecer y los gustos de una elite a confeccionarse
con criterios de un bien general delimitado por fronteras? Los criterios en los
que se basan nuestras leyes bibliotecarias y nuestras leyes de patrimonio,
¿representan valores actuales?, ¿responden a necesidades culturales o se basan
en criterios políticos? El patrimonio bibliográfico es un bien público, pero
¿dónde está la frontera entre lo público y lo privado? ¿Por qué consideramos
hoy patrimonio inviolable libros que nuestros legisladores pasados perseguían
con saña?.
El autor, Carlos Clavería Laguarda:
Se doctoró, con poco provecho, en las
universidades de Barcelona y de Zaragoza. Ha comprado y vendido libros antiguos
y usados y ha escrito algunos nuevos, entre los que no destaca Erasmo, hombre
de mundo (Cátedra, 2018). Es autor reincidente en esta editorial, donde ha
publicado ¡Cuánto cuesta leer! (PUZ, 2018) y Los correctores: tipos duros en
imprentas antiguas (PUZ, 2019). Acaba de
publicar Un millón de ejemplares vendidos (Altamarea).
Vive entre Madrid y Barcelona, es decir, en Caspe.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=798062
Lo que nos encontramos en el libro:
Presentación
Prólogo
Patrimonio coyuntural. Fondos
conflictivos y bibliotecas nacionales
Pasado y presente. Los libros como bienes muebles y patrimoniales:
brevísima aproximación legal e histórica
Un
canon incendiado. Quemar libros o quemar bibliotecas
Primera parte. Práctica Cultural Antigua.
Siglos V-X
1. Vivarium. De Casiodoro a los normandos
2. Préstamo interbibliotecario
3. El campus universitario y las nuevas
fronteras del conocimiento
Segunda parte. Práctica Cultural Moderna
4. Identidad, conocimiento público y cultura
elitista (y no)
5. Cuatro mundos nuevos para el libro
6. Real Biblioteca, biblioteca real,
Biblioteca Nacional
Tercera parte. Teoría Patrimonial
7. Nacional y estatal: reflexiones premodernas sobre el patrimonio cultural
Conclusión
Patrimonio y futuro
Final
Bibliografía citada y consultada
Cazarabet conversa con Carlos Clavería Laguarda:
-Carlos, ¿nos puedes contar el por qué
de este libro, Libros, bibliotecas y
patrimonios?; ¿qué te hizo escribir sobre la importancia o no que les
damos a los libros y bibliotecas versus patrimonio?
-El libro es la consecuencia de una
tesis doctoral dirigida por el profesor Manuel J. Pedraza y defendida en la
Universidad de Zaragoza el 2019. Lo que me hizo estudiar y escribir sobre ello
fue querer adivinar si tanto llenarse la boca con patrimonio cultural no es
sino una forma más de control político e ideológico.
-¿Cuáles eran tus objetivos antes de ponerte a
escribir este libro; cómo los has ido “saldando”?
-Quise estudiar cuáles fueron las
bases teóricas, culturales y legales que hicieron que el patrimonio
bibliográfico pasara de incrementarse gracias al parecer y los gustos de una
elite a confeccionarse con criterios de un bien general delimitado por
fronteras modernas.
-Ahora que tienes este trabajo en tus manos en
forma de libro, ¿cómo lo ves en perspectiva?, me refiero a tu planteamiento y a
cómo has ido encontrando “respuesta” a lo que querías ir contestando...
-Encontré tantas respuestas a lo que
iba buscando que he sabido que cada lector las interpreta a su manera. Quizá
quiera decir que no supe ser claro con el planteamiento y con las conclusiones
o que la idea de patrimonio bibliográfico es algo escurridizo, muy diferente si
se reflexiona desde la perspectiva del usuario o del profesional de la
bibliografía o de la cultura.
-¿Cuándo detectamos que el libro es y debe ser
tratado como patrimonio de todas y todos?
-La élite política lo detecta cuando
comprende que puede ser útil para afirmar las otras marcas que definen un
Estado moderno: lengua, frontera, religión, forma de gobierno, recaudación. Cuando
la cultura y el patrimonio sirva para cohesionar lo anterior será tomada como
cuestión de Estado, pero entonces no es un ejercicio libre ni de todas y todos
sino supeditado a los intereses del mecanismo de gobierno.
-Y cuándo tardamos en darle o en ir dándole
vueltas de tuerca hasta sensibilizar al sistema y al Estado que deberá de
establecer leyes para salvaguardar ese miembro del Patrimonio?
-Por muchas vueltas de tuerca que el
usuario dé a la cuestión cultural del libro y del patrimonio, el Estado legislará
siempre para salvaguardar su propia idea, no la del ciudadano, aunque luego le
venda al ciudadano que la ley está para salvaguardar el interés general y la
libertad.
-En el caso nuestro, ¿cómo actúa y ha ido
actuando el Estado en el trato al libro?
-Con un desinterés político
lamentable, con presupuestos ridículos, con leyes contradictorias, con un
lavarse las manos muchas veces para dejar paso a intereses de empresas
privadas.
-¿Y en el trato a las bibliotecas?
Las bibliotecas funcionan bien en
España gracias a las bibliotecarias y a los bibliotecarios, que llevan a cabo
una tarea heroica a pesar de las injerencias de los técnicos de la política.
-¿Las convivencias de las instituciones y de
las diferentes administraciones han andado siempre en la misma dirección o más
bien queriendo llegar a un mismo objetivo se han perdido muchas fuerzas por el
camino en cuanto las políticas de protección y fomento del libro y del
espacio y políticas de las bibliotecas?
-Se han perdido muchas fuerzas por el
camino, con leyes estatales obsoletas que entran en contradicción, a veces, con
leyes locales. Suele suceder que los intereses de un partido no son los mismos
que tiene otro, lo que es demostración de que el patrimonio de todos acaba
legislado por los intereses no de todos.
-¿Qué departamentos y/o instituciones del
Estado están vinculadas a la protección del libro?
-No faltan ministerios,
subdirecciones, departamentos culturales, departamentos universitarios y
fundaciones privadas que dicen estar dedicados a la protección del libro. Del
dicho al hecho hay un gran trecho.
-Carlos escribir sobre el mundo interno del
libro y de las bibliotecas, ¿qué te ha aportado...?
-Mucho. He aprendido algo de historia,
algo de política, algo de literatura, algo de mangoneos políticos y he
encontrado una frase del profesor Prats que me ha iluminado y que decía más o
menos así: No se puede hacer vivir a un pueblo como vivían sus antepasados
poniendo como excusa la conservación del patrimonio cultural.
-Además, es este un tiempo en que los que
escribís sobre los libros estáis de enhorabuena, me explico. Nos hemos
enamorado todas y todos con El Infinito
en un junco en el que la escritora Irene Vallejo se acerca al Mundo
Clásico y desde el Mundo clásico —dos caminos en constante ósmosis— al mundo de
los libros y a la convivencia con él... ¿Qué nos puedes comentar? Te lo
pregunto porque yo que estoy con tu libro y que he leído el de Irene Vallejo me
da “que como se retroalimentan”...
-Todos los libros que hablan de la
historia del libro se retroalimentan. Algunos están escritos con calidad
literaria a la manera de pequeños cuentos, otros con precisión histórica, otros
como ensayos llenos de juicios y opiniones, otros como cuadros sinópticos de la
historia, pero al final la materia prima es siempre la misma.
-¿Cuándo y bajo qué constantes una biblioteca
o un libro pueden ser considerados como Patrimonio y qué comporta esto?
-Según la ley española de Patrimonio
Histórico (que es de ¡1985!) un libro pasa a ser patrimonio histórico cuando
cumple 100 años, aunque sea una mierda de libro. Quiere esto decir que desde
ese momento, algunos de los movimientos y valores del libro quedan sujetos a lo
que manda la Ley de 1985. Y sí, considero que hay libros de mierda, antiguos y
modernos, y que la edad no aumenta la dignidad ni el valor de los mismos. Como
tampoco el cargo aumenta la dignidad de las personas.
-Tu estudio e investigación es más
teórico, como técnico, pero nos desvela muchas claves de por qué hoy las
bibliotecas son lo que son...¿no?, ¿algo más que
lugares de encuentros con libros y lecturas?
-Todo depende de valores, a veces,
transitorios. Para un antiguo director de la Biblioteca Nacional, la entidad
debía ser centro abierto a todos; para otro que vino unos años después, centro
dedicado solo a la especialización. A mí me bastaría que la biblioteca fuera
una institución en la que el usuario encontrara lo que necesita sin que le
hubieran dicho que lo que necesita es lo que tiene en la biblioteca. Las
bibliotecas históricas españolas se hicieron con los libros de la ideología
dominante del momento, no con todos los libros posibles.
-Un pueblo sin biblioteca y sin servicio de
biblioteca, ¿qué es? Porque, además el tener biblioteca no comporta siempre necesariamente
tener un servicio de biblioteca...
-Un pueblo sin biblioteca pública es
un pueblo al que le falta, ante todo, un bibliotecario, que por lo general es
un profesional bien formado y capaz de fomentar la lectura y el contacto con
los libros. Y luego, le falta también un espacio público, unos libros comunes,
un lugar de fomento de la cultura y todo lo que se quiera.
-¿De qué políticas en torno a los libros y a
las bibliotecas deberíamos aprender y /o inspirarnos? De otros tiempos o en
otros tiempos, ¿nos podemos mirar?
-Los libros y las bibliotecas fueron
durante mucho tiempo, aquí y en todo el mundo, instrumentos de control. El
tiempo no los ha mejorado completamente, pero algo hemos avanzado. Una buena
política podría ser no poner límite ideológico a los libros, no ponerles
fronteras ni políticas ni idiomáticas, no plegarlos a los intereses de las
grandes editoriales o del fomento de la cultura hecho con objetivos
comerciales.
-¿Qué representan las bibliotecas o qué
deberían de representar en tiempos de crisis?
-Deberían ser sinónimo de cultura,
libertad, conocimiento, capacidad de mejora, un lugar firme que sabemos no
dependiente de valores o intereses transitorios.
-¿Conforme a qué criterios, necesidades o
gustos se construye o “se piensa” una biblioteca?
-Depende. En el siglo XVII se quemaron
cientos de libros de una biblioteca española muy importante porque eran
sospechosos de luteranismo o de cosas peores. En otras muchas ya ni siquiera
entraron libros que no concordaban con la ideología dominante. Hoy todo depende
del presupuesto asignado, por lo general ridículo, y de otras cosas que
prefiero no pensar.
-Lo físico en una biblioteca lo pueden
constituir sus libros, lugar de encuentro, mobiliario, los propios libros, pero
una biblioteca es o debería de ser algo más...
-Quizá sí. A mi edad me conformo con
que me deje acceder al libro en unas condiciones agradables. Muchas bibliotecas
hacen una labor cultural extraordinaria y programan clubs de lectura,
conferencias, exposiciones, debates, publican boletines de novedades. Es decir,
llevan a cabo una tarea estupenda que la sociedad, desinformada y desinteresada
gracias a medios mucho más poderosos que la voluntad del bibliotecario o de la
bibliotecaria, deja de lado.
-Históricamente hablando, ¿qué te han ido
aportando las bibliotecas?
-Miles de horas de estudio, de
felicidad, de abrirme los ojos y de obligarme a darme cuenta de que las cosas
no eran como creía que eran. Y también de rabia o de mala leche al darme cuenta
de la arbitrariedad de algunas decisiones o al darme cuenta del desinterés
histórico de muchos gobernantes. La Biblioteca Nacional de Madrid anunciaba que
una parte importante de una de sus secciones más prestigiosas se formó gracias
a confiscaciones. Como siempre, la opinión del confiscador será diferente de la
del confiscado.
-Una biblioteca, amigo Carlos, ¿qué te dice de
quien la gestiona si es un espacio público? Enlazando con la pregunta anterior,
¿qué diferencias hay si la biblioteca es privada?
-Las bibliotecas privadas, como es
natural que sea porque tienen intereses privados e inmediatos, se gestionan con
valores diferentes a los de las públicas, que dicen estar al servicio del
interés general y de valores trascendentes. No siempre es así porque, en
tiempos modernos, lo privado ocupa el espacio que ha dejado libre el desinterés
por lo público y lo público se pliega a los intereses de lo privado. Mientras
una actitud y otra sumen, todo va bien. Pero la alarma debería saltar cuando el
privado usurpa el espacio de lo público por dejadez de lo público. Es decir,
que un particular done cien mil libros no debería eximir al Estado de comprar
los otros cien mil que tenía previstos. Cien más cien, doscientos. Con todo,
estemos alerta para ver qué dicen esos cien mil libros donados y qué hay detrás
del regalo.
-Amigo, ¿nos puedes dar alguna pista sobre lo
que andas trabajando ahora?
-En noviembre de 2020, si todo va
bien, aparecerá en Altamarea Ediciones un libro
titulado "Elogio de la abyección. Quince personajes
de novela". Un estudio sobre algunas novelas publicadas entre 1749 y 1990.
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